3 INSTITUCIONES (13 trab., 52 a 68 pág.)

DE NUESTRAS INSTITUCIONES. ROBOS, TRATA, LINCHAMIENTOS, CÁRCELES, CEMENTERIOS. GUARDERÍAS, ESCUELAS, FACULTADES, HOMENAJES, CONMEMORACIONES Y LA ELUSIVA JUSTICIA
 
1 EL ROBO
 
La casa revuelta, los cajones dados vuelta. Papeles y ropas tirados, tapizando el piso.
Mis diplomas pisoteados, en la premura del que barre con todo lo considerado valioso y deja tirado lo demás.
El hecho fue conmovedor.
No fue lo más grave que me pasó en la vida hasta ahora. No va a ser lo más grave de lo que me sucederá después.
Y tuvo un efecto: permitió ver algunas cosas buenas, y otras malas.
Las malas estuvieron en la certidumbre de no haber sido capaz de cuidar el legado de mi madre y las ilusiones de mi hija. (Como antes fracasara en cuidar tantas otras cosas)
 
Las buenas pasaron por las respuestas de los míos:
Mi hija dijo (cuando supo del robo de sus ahorros): Bueno, habrá que empezar de nuevo…
Mi hijo comentó: No debemos aferrarnos a las cosas materiales (refiriéndose a los bienes sustraídos)
Y mi sobrino, cuando supo que estaba perdido el anillo que le estaba destinado por herencia a los varones sòlo pidió: “Mostrale a mi hijo, a Marcos, el cofre de madera enchapado que hizo el abuelo. Esa una herencia que vale más que cualquier anilllo, y es de un talento que legó el abuelo y lo puede confirmar a él.”
Por una extraña alquimia escrita en los genes, la habilidad de diseño de mi padre, artesano de maderas nobles, había pasado a mi hermano (buen copista de naturalezas muertas y retratos), a su hijo (mi sobrino) eficaz dibujante de mundos de ficción, y ahora a Marcos (sobrino segundo), estudiante de bellas artes, original y creativo. Cuarta generación con un don valioso que portar como marca y privilegio familiar. Con un lápiz, con un pincel o con un buril, creando la belleza de las formas, y la combinación de colores.
Cuando comenté el robo a Marcela, mi sobrina, ella no dijo nada, solo se le llenaron los ojos de lágrimas. Ella sabía lo que era perder, cuando la tormenta llevó el techo de su casa.
 
Junto a la hecatombe que significó eso en la vida de  Marcela advenía esta invasión y este despojo, pero sentí que no correspondía  detenerme en  nuestra propia cuestión.
Y yo terminé de sentir que no tenía derecho a renegar por esta pérdida, cuando advertí que le estaba comentando mi pena y mi rabia a D.  El escuchaba solidario, pero, para él que vive con la permanente cruz de su discapacidad, mi lamento, comparado con su situación era de una banalidad total.  Una cuestión a volver a pensar desde esta otra perspectiva. Una perspectiva que me permitía discernir lo verdaderamente importante de lo superfluo
.
 
 
2 De robos y el Heca

Mi gratitud a todos los que en el Heca y fuera de él fueron solidarios y nos acompañaron en este trance, que ahora podemos contar como si fuera una comedia
Iara  había dejado un mensaje en mi celular: “Tía, anoche hirieron a mi mamá para robarle. La operaron y está en el Heca. Ahora está bien, pero te aviso porque el horario de visitas es de 16 a 18”. Iara es la hija de Marcela, que a su vez,  es más que una sobrina para mí.
Ese sábado, además de ella, en el Heca habían sido internados otras dos personas heridas en robos. Las dos con balazos.
Yo antes  no le temía a los ladrones. A la policía sí, desde siempre. Desconfiaba de ellos en mi infancia y me escondía temiendo que me sancionaran por usar chupete. Después mis padres, para contrarrestar un poco, me dijeron que eran los encargados de devolver a los niñitos que se perdían a  casa. Pero en los 70 supe que en realidad  eran los que se los robaban después de matar a sus padres. (Miara por ejemplo, que se quedó con los mellizos Reggiardo-Tolosa) Pero lo sucedido a Marcela influyó en mi posición respecto a ladrones y policías.
Lo sucedido según el relato, fue que ese sábado, en ese atardecer tan bello y antes de que oscureciera,  Marcela volvía de la casa de su amigo Victor y tomó por Carriego, cuando la detuvo el semáforo de Córdoba, frente a la estación de servicio de Shell. Detrás venía una motito sin luces, con dos  chicos. Uno, muy joven, se bajó y poniéndose a su lado, apoyó la mano en el manubrio y le dijo algo que pudo ser: “Bajate” o “Dámela”. Como el semáforo ya estaba por darle paso ella aceleró, y entonces el pibe le dio un puñetazo en el pecho. O  lo que ella entendió que era un puñetazo en el pecho. Daba gracias, al  acelerar para alejarse,  porque no habían podido robarle su moto, cuando se sintió la remera mojada. Al llevar allí la mano la sangre le saltó hasta la cara. Siguió hasta que en una parada de colectivo, unas chicas la auxiliaron. Llamaron a su hija y a la ambulancia. ( El ataque fue similar a que pocos días después sucediera en Capital, frente al reloj de Retiro, en que un fotógrafo francés fue apuñalado en el corazón por un joven que quería despojarlo de su cámara  y que  murió ante quienes circulaban por la plaza y registraron confusamente el incidente).
Marcela zafó, aunque las jóvenes que la ayudaron primero se asustaron mucho de esa mujer  ensangrentada y sangrante que  detenía junto a ellas su moto.
La ambulancia que llamaron  llegó, pero después de 40 minutos y la médica muy joven le preguntó: “¿Por qué me miras con cara de culo?” Marcela no tuvo ganas de contestar, tampoco fuerzas. Cuando llegaron al hospital la recibieron dos médicos muy bellos.
Determinaron que debía ser operada de inmediato. Ella preguntó: “¿Cuando viene el cirujano?”. El más bello, llamado Rodrigo  dijo: “¡Yo soy el cirujano!” Marcela peguntò, con la voz en un hilo: “¿Pero vos estás capacitado?¿Tenés experiencia?”  El le respondió: “¡Siiiii! Ya tuve dos pacientes, un señor que se me murió y vos.” Todavía Marcela ´preguntó: “¿Y no hay cirujano plástico, por la estética digo…” . “¡No, este es Hospital de Emergencias!” Entonces ella le recomendó: “Bueno, entonces haceme puntaditas chiquitas para que se note menos…”
 Así que allí fueron a cirugía, donde comprobaron que por las características de la herida, había sido hecha por una faca, de las que se fabrican con flejes en la cárcel, y filo de los dos lados. Como había perforado el pulmón, tuvieron que insertarle un tubo que drenara la sangre. Y que la faca no produjo la muerte de Marcela,  porque según le dijo Rodrigo “Como vos no tenés corazón,  no pudo atravesarlo”,
También le dijo: “Che…¿no me hacés pata con tu hija, que está linda? Mirá , soy soltero, tengo trabajo ¿qué te parece? Es cierto que Iara es linda, pero Marcela desestimó la propuesta porque según le dijo: “¡Qué antigüedad! Haceme pata…¿Quién habla así hoy en día…? Además vos estás aquí adentro todo el día. No creo que seas un buen partido…”
Lo cierto es que no le preguntamos a Iarita si le interesaba lo dicho por Rodrigo. Igual ella se hacía la que no escuchaba cuando hablábamos del tema.
Me estrujaba el alma pensar que mientras Marce estaba internada, Iara se volvía sola a la casa de Funes. Pero me aseguró: “Quedate tranquila tía, que están los cinco perros, y sobre todo Frodo, que es muy guardián y no deja acercarse a nadie”. Efectivamente, Frodo se había instalado en la cama de Marcela y quedó allí todo el tiempo de la internación. Cuando estaban por darle el alta, Iara intentó  moverlo de la cama, para lavar las sábanas, pero él  no se lo permitió y hasta se puso gruñón.
La mañana que Marce volvió a su casa de Funes y Frodo la vio después de la ausencia, saltó de la cama y así Iara pudo al fin  sacar las sábanas mugrosas y pulguientas. Él se paró sobre sus patas traseras,  abrazó a Marcela y estuvo así por un rato. Ahora la sigue a todos lados como si no quisiera perderla de vista.
Al fin, todo va retomando su cauce.
Yo me mantengo en contacto con ellas, por si las moscas. Pero tengo una actitud más prevenida con respecto a las motos con jovencitos de aspecto inocente. Sigo en el tironeo de conciencia, frente a los delincuentes, porque pienso que en este  desprecio por la vida del otro, que los lleva a herir y a matar,  hay en espejo, un  desprecio por sí mismos. Como si  tampoco valoraran su propia vida y estuviesen dispuestos  a cualquier riesgo. Y me pregunto por su impotencia para construirse otro destino. Por otro lado sigo con mi desconfianza  respecto a todos los uniformados de cualquier color, aunque sean inofensivos como los conductores de tranvías de mi niñez (que tenían un uniforme gris, con gorra con visera como la de  los policías) y por eso me asustaban.
Las chicas ya están instaladas en Funes y en sus rutinas. Iara sin la angustia y los apurones de ir al Hospital, volvió a su trabajo. Y Marcela está mirando diseños, porque piensa  hacerse un tatuaje sexi que disimule la cicatriz.
¡Esas sí que son sobrinas!  

                                                                                M.C.M.   marzo 2012

3 Historias con jóvenes

Una: Ella había padecido un asalto con arma blanca el año anterior. Escribí esa crónica, de lo que resultó  un cuento: El robo. Algunos lo encontraron desopilante, ella después de un tiempo también. Esta vez cuenta que pasó algo distinto. Cree que perdió su celular cuando caminaba por un lugar con gramilla. Por eso no escuchó la caída. Un celular viejo y castigado que apenas funcionaba. Tenía una música pegadiza cuando la llamaban, así que debieron encontrarlo cuando sonó, allí, abandonado en el pasto. Ella intentó comunicarse pero le cortaron.
Al rato llegó su hija alarmada. Le habían enviado un mensaje desde ese número de su celular perdido diciendo que tenían secuestrada a su mamá y que “Si querés verla con vida, tenés que pagar”. Y continuaba: “El rescate es de 1 peso”. Sonaba a sarcasmo. Y entonces ella se ofendió. Con razón. El celu era viejo, feo y rotoso…Pero no daba para descalificar a su dueña con esa cachada de ofrecer ¡UN PESO!
Y después quedó preocupada por la ola de asaltos. Pero se olvidó. No sabía que pronto iba a ser víctima de otro.
Entonces cuando sucedió el otro, Ella escribió en Facebook: Otra vez me pasó…Un asalto con violencia, el disparo que no salió del arma que gatillaron, los golpes con la culata del revolver que produjeron cortes. Y los cortes requirieron puntos…Y otra vez el hospital de emergencias…
Y hubo resonancias de los amigos que le ofrecieron una palabra de consuelo, un celular para suplir el que se habían llevado. Y sobre todo, la de un amigo que con mayor lucidez pudo evaluar: Sos muy afortunada, el azar estuvo de tu lado.
Yo pensé muchas cosas. Por ejemplo que efectivamente tuvo mucha suerte. Una suerte que tal vez tenía que ver con alguna luminosidad especial. Que ¿quién sabe?  un ángel de la guarda se interpuso para que la bala quedara detenida, para que otra vez ella pudiera salir del momento con una cicatriz más, pero también con más vida por vivir por delante. No se lo dije porque nos íbamos a poner a llorar como pavotas y no es el caso de andar haciendo papelones…
Ella comentó lo sucedido con sus conocidos, pero no llegó a dimensionar lo extendido de su temor hasta el final de la fiesta de ese cumple, un mes después. Su lindo sobrino adolescente se preparaba para irse cuando lo miró calzarse el gorrito, subir la capucha de la campera y después de subir el cierre, levantar el cuello hasta cubrirle la boca y la nariz. Cuando se subió a la moto ella se dio cuenta de algo y le dijo: - Con gorrito, capucha y el cuello levantado solo se te ven los ojos, igual que el que me robó!
-Sí, claro dijo él…me disfrazo de motochorro para que los motochorros  crean que soy uno de ellos y no me asalten!
Entonces ella no pudo menos que largarse a reìr. 2013


 
4 Historia de ayer

Reflexiones en torno a la noticia, que conocí cuando en televisión vi el reportaje a Noelia
De chica mis padres me habían advertido: Si te perdés, solamente a los policías debés pedirle que te traigan, ellos están para eso, para devolver a los niños perdidos a sus familias.
Pero también me habían dicho que llevaban presos a los delincuentes. Y que como por  no haber dejado el chupete, yo estaba en el borde de lo delictivo ellos podían venir a quitarme el chupete, a llevarme presa, o a las dos cosas. Eso llevó a que en mi relación con la policía coexistieran sentimientos contrapuestos. Sentimientos contradictorios que se perpetuaron. No quiero parecer irrespetuosa o negligente o frívola. Cuento el rumbo de mis pensamientos porque pueden ser los de muchos contemporáneos que vivieron bajo esa forma de crianza. Podrían decir: “A mí me pasó” y con eso me sentiría colmada.
Respecto a la función supuestamente protectora y de amparo que mis padres le adjudicaban a la policía, no sé si se la creían o me mintieron, como con los Reyes Magos y la Cigüeña.
Pero sí sé, que en eso, como en otras cosas, yo no pude trasmitirles a mis hijos las recomendaciones de mis padres. Por la época en que estos nacieron (el 1974 de Lopez Rega y el 1977 de bebés apropiados)  el consejo era: Si ves un policía, rajá para el otro lado.
La advertencia de mis padres en confiar en los poderes instituidos cuando yo era chica,  se debía tal vez a que esos poderes eran otra cosa, o a que ellos eran ingenuos.
Pero no solo ellos, porque esa advertencia de cuidado en la calle, también la recibían los otros chicos. En aquel tiempo  las  amenazas horribles era dos.  Las gitanas que podían llevarnos bajo sus faldas, o el hombre desarrapado que podía meternos en la bolsa  que cargaba al hombro.
Ahora las advertencias tienen que ver con la trata de personas. Para la esclavitud, la prostitución o el tráfico de órganos. Mi ambivalencia respecto a la policía continuó y continúa.
Ayer vi una entrevista y corroboré lo relatado en la noticia en un diario:
Trata de personas: estremecedor relato de joven raptada a plena luz del día
Link: http://www.diarioveloz.com/notas/85499-trata-personas-estremecedor-relato-joven-raptada-plena-luz-del-dia
Hace 20 horas 1 de febrero de 2013
Una adolescente reveló cómo logró escapar de la camioneta en la cual la mantuvieron raptada dos hombres que la atraparon mientras transitaban las calles de Isidro Casanova. Había otra chica en el vehículo y se presume que iría a una red de prostitución.
La joven fue secuestrada cuando transitaban las calles de Isidro Casanova por dos hombres que se transportaban en una camioneta  “trafic” blanca.
Según contó en declaraciones televisivas a Canal 9, en el momento de la captura ”no sospeché nada porque venían despacito con los vidrios bajos y con la mano hacia afuera. Por esa calle pasan muchos autos. Yo me quise defender pero el hombre era muy pesado y no me dio la fuerza. Cuando me subieron a la camioneta yo me quedé dura y mirando para el suelo”.
“Ellos no me liberaron, yo me escapé cuando ellos bajaron. Escuché que ellos bajaron de la camioneta y se fueron alejando, entonces me acerqué a la puerta y empecé a correr”, aseguró.
Noelia fue encontrada por sus padres en una plaza cercana al lugar de la captura con otra vestimenta, ya que fue obligada a cambiarse la ropa por sus captores. La policía investiga el caso pero aún se desconoce el paradero de la trafic y la otra chica que iba en su interior.
 
Cuando vi la nota en televisión, cuando escuché el relato de la chica y de su padre, y registré el peligro paseándose en camioneta  por Isidro Casanova, como por cualquier calle, me asaltó la inquietud de pensar en el grado de exposición de las víctimas y de impunidad de los victimarios. Recordé la lucha inconclusa de Susana Trimarco y el juicio a iniciarse a quienes dejaron absueltos a tratantes de personas. La noticia de que ¡por fin! La legislatura Tucumana aceptó el pedido de destitución de los tres jueces que absolvieron a todos los acusados en el caso Marita Verón, eso abre alguna esperanza.
En la entrevista, Noelia refirió que había podido ocultar su celular cuando la obligaron a cambiarse la ropa, y que haber podido llamar y escuchar a su padre  la sostuvo mientras huía corriendo para eludir a sus captores.
Quedó el sentimiento de dolor por la otra  chica, presumiblemente desmayada, descompuesta o drogada, que quedó en el vehículo. Y el deseo de aportar datos para favorecer la búsqueda.
Otra cuestión sorprendente, ¿aunque no tanto?  fue la actitud con que calmadamente procedieron sus captores. Como si estuvieran entrenados en este tipo de cuestiones. ¿Cómo profesionales?
Lo más significativo del relato sea tal vez esto: el hecho de que los dos se movieran con total tranquilidad, sin apresuramientos, ni nerviosismos. Como si fuera lo más natural del mundo, andar por la calle capturando chicas.
Y eso me mete de lleno en el centro de la inquietud que surgió al ver la nota  en televisión (y que por ello necesité corroborar en el texto del diario): lo sobrecogedor, lo infinitamente aterrador es la calma de los delincuentes que integran las redes de la trata de personas. La forma en que se mueven que los coloca en el lugar de la total indiferencia, del total desprecio por el valor de la vida.
Cuando referí el hecho a alguien dijo: “ Si estaban tan tranquilos, debió ser porque contaban protección, o debió ser porque se sentían seguros de su impunidad”.
M.C.M. febrero 2013
 
 
 
 
5 EL INGENIERO SANTOS DE AYER Y EL DAVID MOREIRA DE HOY
 
Caso del ingeniero Santos
 
Se conoce como Caso del Ingeniero Santos al hecho ocurrido el 16 de junio de 1990 en el cual el ingeniero Horacio Aníbal Santos persiguió a los jóvenes Osvaldo Aguirre y Carlos González que le habían robado un pasacasete y los mató.
 
El sábado 16 de junio de 1990 en horas del mediodía Santos, que por entonces tenía 42 años, estaba en una zapatería con su mujer cuando escuchó la alarma de su cupé Fuego que se había accionado cuando los jóvenes Osvaldo Aguirre y Carlos González le robaron el pasacasete. Santos, a quien ya le habían robado doce veces en la misma forma, subió con su esposa a su vehículo y persiguió a los ladrones, que iban en una camioneta Chevy, hasta darles alcance. Cuando esto sucedió su mujer gritó asustada “¡Nos van a matar!”, porque le pareció que uno de ellos buscaba algo en el vehículo, lo que hizo que Santos, sin detenerse, les hiciera dos disparos con un arma que llevaba y en cuyo manejo era hábil. Los ladrones, que no portaban arma alguna, murieron en el acto al ser alcanzados con una bala en la cabeza cada uno.
 
El doble homicidio generó en los medios un debate inmediato sobre el gatillo fácil, la justicia por mano propia y la legítima defensa que nunca fue saldado y muchos comenzaron a referirse a Santos como “el justiciero”.
(En aquel tiempo algunos ¿pícaros? Comenzaron a poner un cartel en el parabrisas que decía: “No tengo pasacasete y soy ingeniero”)
 
Linchado por vecinos  27 de marzo de 2014
 
Un joven de 18 años que el último sábado fue atacado a golpes en Rosario por vecinos que salieron en defensa de una mujer a quien le habría robado la cartera murió ayer en el hospital en el que estaba internado. David Moreira, que estaba en grave estado, murió en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez a consecuencia de un severo traumatismo de cráneo con pérdida de masa encefálica, y su familia decidió donar sus órganos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                *      *          *      *                  *                                                       
Ellos tienen que decir al respecto     
Marcelo Britos por ejemplo:                             
Hablemos de matar. Matemos a los que roban carteras, a los que roban desde una moto, en el colectivo, en las estaciones. Matemos a los que roban guita, bolsos, celulares. Matemos a los que roban cable, golosinas, mercaderías de los súper y ropa. Matemos a las mecheras y a pibechorros, a los motochorros, y los autochorros. Matemos a los que roban en los bancos, y a los dueños de los bancos que nos roban a nosotros. Matemos a los que laburan en los bancos porque son cómplices. Matemos a los que no pagan impuestos, matemos a los que evaden, porque le roban al estado. Matemos a los que inventan trampas para robar. Matemos a los abogados, a los jueces, a los que laburan en tribunales, porque sostienen el sistema del choreo. Matemos al hijo de puta que escucha música sin audífonos; es más, matemos a los que escuchan cumbia. Matemos a los que vienen de otros países a estudiar gratis a nuestra universidad, a los que vienen también a robarnos nuestros puestos de trabajo. Matemos a todos los extranjeros, salvo los uruguayos, que son parecidos a nosotros, y los europeos, porque nosotros nos parecemos a ellos. Matemos a todos, matemos, matemos, matemos hasta quedarnos solos.  
Marcelo Britos  26 de marzo de 2014
 
Y  Feinmann  por  3
1… lo que queremos plantear, lo vamos a formular en los términos de Camus: No hay más que un problema filosófico serio, ¿hay o no hay que matar? Desde el punto de vista empírico, la pregunta pareciera arcaica, pues ha tendido respuesta afirmativa a lo largo de la sanguinaria historia humana. ¿Qué pregunta es ésa? Si los seres humanos han matado y seguirán, sin duda, matando.
... Se recurrió abundantemente al filósofo lituano Emmanuel Lévinas y a uno de sus libros fundamentales: Totalidad e infinito. Si quiero plantear una ética basada en la exigencia de no matar tengo que remitir a la importancia del Otro. Matar es matar al Otro. ¿Por qué se mata al Otro con tanta facilidad, por qué las guerras son incontrolables? ¿Por qué han caído nuestras esperanzas de una paz duradera entre los seres humanos o entes antropológicos? El mandato bíblico (No matarás) envejeció y tantas veces fue violado que cayó en el olvido. Ante esta situación, y ante la ausencia de Dios, su silencio, son los hombres los que toman la palabra. Son ellos los que van a declarar los nuevos mandatos.
…Volvamos a Lévinas. ..Todos están dentro de un sistema, todos remiten a todos. Todos necesitan al Otro para existir. De aquí surge el concepto de diferencia. Si necesito al Otro para existir, y el Otro es diferente a mí, tengo que vivir en la diferencia. Lo diferente (el Otro) me hace existir. No soy una presencia absoluta. Si vivo un sistema y en ese sistema vive también el Otro no me basto a mí mismo para existir. No soy completud, soy carencia. El Otro marca una despresencia en mi presencia. El Otro me completa. ¿Cómo habría de matarlo?  …“Las patria también es el Otro”. Es el centro del espíritu de la democracia. Todos nos necesitamos a todos porque todos encontramos nuestra completud en el Otro…
 Muchos se rieron de esto. “¿Qué significa?”, dijeron. En una sociedad dividida entre la sorna y la injuria desdeñosa, llena de odio, …la afirmación “La Patria es el Otro” suena como un gesto de buena voluntad pero patético.
Jose Pablo Feinmann  2 de marzo de 2014
 
2-En una casa, en una calle lateral, en la estación de un subterráneo, uno, dos o tres hombres violan a una mujer.(*) ¿Cómo es posible que haya gente así?, se preguntan muchos. Hay gente así. No son extraterrestres…. los grandes novelistas no han insistido sólo por incomodar a las conciencias burguesas con el tema de la complejidad del hombre. El caso más célebre es el de Stevenson y su dualidad Jekyll-Hyde. Pero el mensaje menos transitado de la novela es: en todo Jekyll hay un Hyde. Esto elimina el dualismo. Henry Jekyll no es un ser dual. No es o Jekyll o Hyde. Lo realmente intolerable es Hyde en Jekyll. No casualmente Stevenson llamó Hyde a la cara perversa de Jekyll. Hyde es, en inglés, igual a hide. Y hide significa esconder, encubrir, ocultar. De esta forma, Hyde está encubierto, oculto en Jekyll. Pero está en él. La dualidad (eso que los separa) la produce la fórmula que descubre Jekyll. La fórmula libera lo que está oculto en Jekyll. No lo crea. Menos aún nos muestra en forma acabada o pura lo que en Jekyll, en su conciencia, está insinuado. Sólo extrae de Jekyll algo que Jekyll es. Jekyll es Hyde. Hyde se oculta en Jekyll, pero es tan Jekyll como Jekyll, quien da la cara, cotidianamente, por los dos….
…uno vive y en ese largo desarrollo ve, en su interior, en uno mismo, todas las caras posibles del animal humano. Lucha por evitar las peores y lucha por dar las mejores. Pero lo que vio –en sí mismo y ahí afuera: en la vida que lo atrapó en su urdimbre– no lo puede olvidar. Hace lo posible. Pero sabe que el horror y su posibilidad están en uno y están en todos. Lo maravilloso de este paisaje de brumas es que, sabiéndolo, se puede caminar todavía por el lado soleado de la calle, tomarse un vaso de vino, tener amigos, amar a una mujer y creer en las causas justas, posibles o no.
 Jose Pablo Feinmann 25 de junio de 2006
(*) o un grupo asesina a un chico
 
3-“La pregunta fundamental de la filosofía es: ¿hay o no hay que matar? Decidir si hay algo que justifique suprimir la vida de otro ser humano es afrontar el problema fundamental de esta disciplina…”
La pregunta se plantea respecto a juzgar si la violencia (sobre el Otro, sobre el enemigo) debe o no ser ejercida, si hay o no hay alguna legalidad (alguna ley, algún derecho, alguna justificación histórica) para ejercer violencia  otro ser humano como el problema fundamental de la filosofía.
“Hay un solo problema filosófico: la violencia. Juzgar si puedo o no puedo matar a otro ser humano es el problema fundamental de la filosofía. Es un problema ontológico: si no hay que matar le niego el Ser a la Muerte. Si hay que matar la Muerte es. Es un problema que compromete a la historia: se mata EN la historia, en una historia de conflictos,
¿Hay una violencia legítima? Desde mi punto de vista, no hay violencia buena, ni violencia justa, ni violencia legítima. La violencia es –en sì– mala. Expresa una derrota: la de no poder tomar al Otro como un fin en sí mismo, la de no poder respetarlo en su humanidad. Esto no anula el deber de luchar contra la injusticia y el despotismo. Pero esa lucha –al ser violenta– siempre corre el riesgo de instaurar un nuevo rostro del despotismo y, por tanto, de la injusticia”.
Jose Pablo Feinman  1998
 
 
 
 
6 De robos .  Reflexiones (*)

1 ACERCA DE MUROS
Entre el zanjón con que están queriendo rodear al barrio “Tango” para separarlo de la villa cercana, y el muro que levanta Macri en torno a la Villa 31 ¿hay diferencias? Ambos, muro y zanjón, parten de la idea de un “ellos” y “nosotros”. Guillermo Saccomano tiene un cuento insoslayable en el suplemento “Verano” del 4 de enero. Se llama precisamente “Ellos y nosotros”.
-En calle Entre Ríos, casi San Lorenzo hay gente aglomerada. Me detengo y los comentarios dicen que hubo un intento de arrebato. En la vereda de enfrente, el móvil policial está acercándose al cordón. Veo a dos chicas jóvenes. La supuesta ladrona tiene el cabello más claro, y acepta dócilmente que le pongan las esposas. La otra habla con uno de los  agentes.
Entonces, escucho todo el espectro de opiniones. Como suele suceder alguien dice: "Que se lleven presa a esa lacra". Otro comenta: "Sí total, entran por una puerta y salen por la otra". Y, al fin una mujer  cuenta: "A mi hijo lo mataron en un robo". El clima es de hostilidad. Yo no siento hostilidad, pero sì una contradicción que llevo a cuestas.
Miro las dos chicas, jóvenes las dos. Pienso en las circunstancias que las a pusieron en este día y en este momento a coincidir en esta calle en esta confrontación que convoca las palabras de los testigos. Casi todos furiosos y acusatorios. Tal vez si los dejaran, llevarían la agresión de las palabras a los hechos. Como aquel episodio de drama del  barrio Azcuénaga que nos avergûenza.
Y me encontré, como  otras veces, con el ambiguo sentimiento de pena por las dos. La pregunta respecto a si se puede realmente influir en las decisiones, en la trayectoria de vida de los otros. De lo que lleva a alguien a robar, a arrebatar, a agredir.


 
 
2 EL VERANITO DE SAN JUAN 

También me acordé del intento de robo a "El Boliche" y la mujer con sus niños vociferando.
El negocio, poco antes inaugurado,  estaba rutilante en los envases de chocolates y alfajores, colorido en los envases de bebidas, y  con la limpieza del blanco de las paredes recién pintadas. Ellas dos habían trabajado mucho para ponerlo  en funcionamiento. La mujer entró   con sus dos chicos, uno en brazos, otro colgado de su pollera. Y empezó a preguntar precios y mirar todo,  tal vez sin intención de comprar,  tal vez haciendo tiempo. ¿Esperando que se distrajeran? ¿Con el propósito de ver qué podía llevarse de lo que estaba a mano, tentador en la góndola? Dejó la cartera abierta bajo una de las pilas de galletitas. Cuando una de ellas corrieron a la cartera de lugar,  aludiendo a que allí  incomodaba, se dio cuenta que no la perderían de vista, y con enojo, desbarató uno de los estantes , diciéndole a una de ellas: “¿Vos sos la que acomoda aquí?” mientras desparramaba los paquetes. Luego a los gritos, empezó a insultarlas y desde la puerta del negocio, a acusarlas a grandes alaridos de que querían pegarle, a ella y a su criatura. La gente que transitaba por la calle, escuchó sus gritos. Cuando la que estaba tras el mostrador salió y pudo ver su embarazo a término, siguió insultando, pero con menos convicción.   Al rato se fue.
Me imaginé  el momento del escándalo, con el que expresaba la furia por no haber podido lograr su propósito: llevarse algo de lo que  allí se mostraba. Y me imaginé también  la bronca de las acusadas, con pleno conocimiento del esfuerzo y sacrificio con que persisten en su proyecto de trabajo.
 Pero también me contaron,  a la mujer se la  veía tan descuidada, tan  pobre, sin dientes, con los chicos sucios y amocosados…
Entonces a mi enojo  por lo gratuito del agravio a ellas, se sumó la pena  por la agresora.
¿Qué violencia, qué impotencia, habita a esa mujer que con sus niños camina la ciudad? ¿Qué desamparo la deja en esa pobreza, sin que disponga  talentos, posibilidades, sabidurías para vivir, para construirse otros recursos que el robo o la mendicidad?
Cuesta  tanto pensar que la falta  viene de lejos, que no supo, no pudo aprender otros caminos. Eso es lo que me impide sancionar sin contemplaciones, como otros. Como los que se enfurecen y quieren tomar revancha. Cómo decirles  que no es solo cuestión de  voluntad, de esforzarse, y de buscar salidas dignas, porque hay carencias más antiguas que le traban el camino y que si vivir siempre es  complicado, lo es todavía más cuando hasta  pensarse a sí misma es  tan, pero tan difícil.
 
-Y recuerdo la experiencia de aquella muchacha, que en la zona de San Luis de tantos comercios y aglomeraciones, advirtió que dos "mecheras" iban a robar a una chica que caminaba delante de ella. Le avisó y evitó el robo.
Pero se encontró acorralada contra una pared, por las frustradas ladronas que la tomaron a golpes y patadas a ella, que con su alerta desbarató el intento. Porque  tampoco parece ser sin consecuencias tratar de  intervenir. Porque las estrategias de quienes no tienen nada que perder ponen en marcha violencias que se suman y se potencian.
Entonces, el riesgo de querer ver todas las aristas, es más  que  complejo, y nos introduce en un camino escarpado. Y entre la vergüenza de las respuestas de  los “justicieros” (vergüenza como especie humana) y  la  turbación que deviene de no encontrar respuesta a  quien nos agravia con su invasión, con sus arrebatos, con sus robos  ¿qué pensar? ¿Cómo proceder? ¿Qué esperar?
Enredada en  estas  reflexiones es difícil encontrar salida. Entonces  recuerdo un punto de vista que vale: hay una diferencia abismal entre la hostilidad de los ladrones, que agravian, invaden, roban, se apoderan de más que de bienes …y hasta llegan a matar, y la hostilidad de los “justicieros” que con sus represalias  dan salida a la propia oscuridad y también hasta llegan a matar. La diferencia  de oportunidades. Las que tuvieron quienes contaron con familia, escuela, ejemplos, y los otros:  que fueron despojados desde siempre.
Todos somos responsables, pero aún más quienes podemos pensar desde el lugar protegido de quien tuvo casa, escuela, recursos materiales y simbólicos para defenderse y para ganar un lugar bajo el sol.
Y además, bajo determinadas circunstancias, todos  tenemos algo de lobo. El depredador  puede ser cualquiera. O cada uno. Navegando entre entre la culpa y el miedo. O entre la desesperación y  el derrumbe.
 
Y me vuelve la reflexión de Galeano cuando escribía: Se adelgaza la cornisa para quienes transitamos entre los que tienen miedo y los que tienen hambre.
 
(*) Me referí aquí  a los ladrones de poca monta. Robos que afectan a la población de clase media. Ladrones (“motochorros”, “escruchantes”, “descuidistas” que no obstante el magro botín, pueden producir grandes daños, en términos de agresión física, pero que se mueven sin la infraestructura de los grandes grupos delictivos.
No incluyo a las bandas de quienes previa inteligencia, seleccionan a entidades financieras, o a sus víctimas en los countries, se mueven acorde a una cuidada logística y constituyen grupos de varias personas, que orquestan sus actividades en otro sector socioeconómico.
Y por supuesto, no estoy  incluyendo en las consideraciones precedentes a los ladrones “de guante blanco”. Desfalcos empresariales, negociados y otras estrategias que les permiten salir indemnes y  evitar la cárcel.

 
3 SEGUNDA PARTE DE MISCELANEAS EN EL VERANITO DE SAN JUAN. SOBRE POBRES , LADRONES Y MENDIGANTES

Releyendo el texto me encontré con varias cosas: mis contradicciones, mis culpas ancestrales y esa exigencia de vivir la vida en forma autónoma y a partir del propio trabajo, incrustado en mí, desde los abuelos inmigrantes y desde las expectativas de “m´hijo el doctor” por partes de mis padres clase media (¿medio boluda diría Mafalda).
Y es que crecí en la convicción de que si estudiaba muuuuucho…, y me recibía, y trabajaba con ahínco y responsabilidad, me iba a ir bien en la vida. Creo que  habrá quienes habrán compartido esos aprendizajes. Y este mandato fue asumido por mí, a pesar de las contradicciones (¿será el mejor modo?)  y las culpas (¿Por qué las posibilidades  a mí, y no a todos?). Y  aunque de esos efectos del esfuerzo y la dedicación, resulta que  ya no estoy tan segura,  esos criterios siguen dirigiendo mis pasos, como a muchos de ustedes. Por eso estimulamos, alentamos, amenazamos, acorralamos y coimeamos y chantajeamos con los peores argumentos mafiosos a los hijos propios y ajenos, para que estudien, para que trabajen, para que se ganen la vida con honestidad. Por eso nos convertimos en basiliscos ululantes si no aprovechan todas las fechas de los parciales y presentan todos los trabajos a tiempo.
De ahí  mi necesidad de volver sobre el tema de los recursos de que disponemos nosotros adultos y queremos proveerle a ellos jóvenes, para defenderse. Y si digo defenderse, es porque a veces, casi siempre, hay que luchar. Con lo que se tenga, con lo que se pueda. Y no siempre con lo que se deba.
 Y el robo o la mendicidad tal vez no sean lo que se debe, pero suele ser lo único que se puede.  Los que acusan de vagancia, y tiran la palabra como una pedrada,  no siempre describen la realidad de los excluidos. Cuando no hay oportunidades de desarrollar las propias capacidades, y no se tiene la seguridad y la fuerza necesarias para la lucha que  mencionaba, puede ser inevitable derrapar. Y no hablo de carecer solo de capacidades y talentos intelectuales, sino de carecer  de la certeza de valer, de ser alguien, de importar porque se fue mirado y tocado y acariciado y nombrado. Y también  carecer  de  la perseverancia, la insistencia y hasta la obstinación de perseguir un sueño. Porque cuando hay agujeros en el alma, por allí se escapa  parte de esa energía, que permite defenderse con honor
Cuando la mujer que llevaba su niño en brazos y el otro colgado de la pollera, fracasó en el intento de robar y agredió y escandalizó y ofendió, a las que sostenían su sueño, con el esfuerzo de madrugones y cansancios (y yo conozco de cerca esos esfuerzos), estaba haciendo lo único que podía, lo único que le enseñaron.
Y claro que a mí me duele que a ellas, a las que veo todos los días en su trajinar  tras la esperanza, se les presenten situaciones en que son gratuitamente agraviadas. Pero también me duele que haya una mujer como esa, que solo cuenta con estrategias oscuras, tramposas y aviesas porque no sabe, no puede, no aprendió otras.
 
 
 
7 DE INSTITUCIONES : Cementerios
 
Al fin, el entierro de Hugo
 
Y hablando de cosas fuertes, el sábado estuve en el homenaje a Hugo M, desaparecido cuyos restos aparecieron en Avellaneda después de 34 años. Fue conmovedor. Era amigo de Marta (Redecilla) y la acompañé en el trance de leer las palabras de  recordación después de plantar el arbolito en el Bosque de la Memoria, y antes de llevar sus restos al Cementerio.
Las dificultades burocráticas que tuvieron que sortear son propias de una mezcla de Kafka con Almodovar.
Como no se les permitía tener los restos en la casa, (primera intención de los deudos: esposa e hijo) sino llevarlos al cementerio, empezaron los trámites. Para llevarlos al cementerio, la condición es que fuera a través de una cochería. Así tuvieron que contratar una cochería. Pero la cochería necesitaba certificado de defunción. Y no había, porque había sido asesinado y los asesinos habitualmente no dan certificado de defunción. Por otro lado en el cementerio también requerían constancia de exhumación del lugar del que venía. Pero no había tal cosa pues había sido enterrado en fosa común como N.N. Así que los intentos de entenderse con el Empleado Público fueron cruentos. Según dicen, era la versión masculina de Gasalla, recostado en la silla  con la camisa abierta sobre el pecho velludo con cadenas de oro, que socarronamente decía:  No, mamita, esto que me decís, no va a poder ser- mirándole no los ojos sino las tetas. Y dirigiéndose a un compañero de la oficina calurosa y polvorienta: - Cierto Cacho que no va a poder ser? (Esto relatado por las protagonistas). No había antecedentes en este cementerio del entierro de restos de desaparecidos encontrados, al menos hasta la fecha.
En fin, tras mucho trajinar y apoyados por los integrantes de Antropología Forense (Que habían traído los restos), por el Director del Museo de la Memoria, por una jueza muy cercana, consiguieron despejar los obstáculos. Hasta consiguieron que la ceremonia fuese en día sábado (en donde no permiten enterramiento de reducciones).
Y además sentaron precedente para que si se presentan casos como este ya sea posible que se autorice más sencillamente y sin tantos laberintos, todas las demandas.
Por eso cuando escuché de un pibito que habló de su trabajo futuro "enterrando gente" (por primera vez en la historia de las elecciones  vocacionales) tal vez se pueda tomar en cuenta, tal vez que pinte y se pueda pensar esa, como una tarea con la dignidad de los que trabajan en el Equipo Argentino de Antropología, que consiguieron, aún después de 34 años, que la familia de Hugo pueda rescatarlo de su condición de desaparecido, sepultarlo en un lugar al que se puede volver con una flor y terminar con el duelo pendiente e inconcluso.
En fin, que sea para cerrar heridas y aportar un mínimo consuelo.


 
8  Escuelas

Aniversario de San Francisco
Llegamos a la fundación Astengo con Anahí. Y era un premio compartir con ella la celebración. Yo había sido profesora entre el 65 y el 74. Y ella lo era ahora, de la misma materia, con otros adolescentes parecidos y diferentes a los de entonces.
Cuando entramos al teatro ella encontró a sus amigos, y yo a los amigos de aquel tiempo.  Los otros profesores, algunos preceptores de entonces y  el  jefe de ellos. El fundador de la escuela, el padre E.G. y el actual Provincial de la Congregación. También Luis, que fuera mi alumno y que ahora estaba en la escuela como asesor. Saludamos a todos los conocidos y nos acomodamos para la iniciación del acto.
Dos locutores presentaban en este caso. Pronunciaban exageradamente  las S, y se los veía muy formales y compenetrados de su rol.
Cuando anunciaron la entrada de las banderas: Nacional, Provincial y Papal me sorprendió que de todos los Abanderados y Escoltas, 6 de los  9, fueran chicas.
Luego fue la música.
En principio música de la orquesta. Una combinación de clásicos y modernos.
Después discursos de profesores, alumnos, ex profesores, y ex alumnos.
Yo creía que ya estaba.
Luego fueron  Cantos del coro. Con un guitarrista.
Y después del  Coro de ex alumnos. Eran señores de la primera promoción, guitarras y voces, mucho tiempo atrás habían constituido un grupo folklórico.
Después pasaron un video con imágenes de los que era la Escuela y el barrio en tiempos de la inauguración. Y anunciaron otro para más tarde.
Cuando ya creíamos que había sido suficiente, los locutores que pronunciaban fuerte todas las S, anunciaron una danza alusiva. La coreografía estuvo a cargo de una ex alumna y el grupo incluía a un grupo grande de chicas y a un solo varón, que despistado, debía recibir y levantar a la primera bailarina en andas. Por allí se confundía o se olvidaba, con tanta chica suelta danzando alrededor.
La propuesta de la ex alumna coreógrafa incluyó varias composiciones, al fin terminaron y se fueron agitando cintas. Y ya creíamos que terminaba.
Pero venía una cantante de una escuela apadrinada por San Francisco, de población toba, que se llama Cacique Pelayo. Y que dijo verdades en una de las letras que entonó con voz muy bella.  La cantante,  dijo que era una canción esperanzadora, pero su letra,  al enumerar minuciosamente todas los desprecios, humillaciones y destructividad de la población para con los pueblos originarios, logró que los sensibles nos escondiéramos avergonzados detrás de la butaca de adelante.
Después vino el discurso de  Provincial largo, muy largo.
A continuación la segunda parte del audiovisual con imágenes de los que es la escuela ahora, con docentes ,  preceptores, directivos, personal auxiliar y entrevistas a algunos de ellos, dando testimonio de la presencia de la escuela en la comunidad y en sus vidas.
 Luego vinieron los agradecimientos y la entrega de placas conmemorativas
Al fin , mientras las chicas del coro seguían con su repertorio, nos fuimos levantando y reencontrando con viejos conocidos.
Anahí ya no estaba, así que me puse a ver quienes se habían quedado, heroicos, hasta el final.
Edmundo, que había sido preceptor en los años en que daba clase me saludó con entusiasmo.
Cuando ya salía, un señor me preguntó: ¿Profesora de Psicología? Y me llevó con otros señores mayores, algunos canosos, otros entrados en peso, que resultó que eran mis ex alumnos, promoción 72. Les pregunté a mi vez còmo podía ser que una joven como yo, pudiera tener alumnos tan maduros como ellos. Pero no sabían
Así ese post acto con alumnos del  72 que eran unos señores tan mayores que me costó reconocer, añadió una cuota de extrañeza, al ya de por sí extraño aniversario.
Y me quedo una duda ¿Por qué no nombraron a Francisco?
No digo a San Francisco, sino al Francisco que fue director sabio y justo en los tiempos en que di clase, y que hizo que mi recuerdo de la escuela quedase soldado a ese santazo sin igual.
No lo entiendo, tal vez deba preguntar a Luis, que siendo mi ex alumno alguna explicación me pueda acercar.
 
Segunda Parte
En el  tiempo en que trabajé en la Escuela, el Director era Francisco, no de Asís, sino Francisco Susino. Entré de su mano y lo frecuenté como el directivo más sabio, más prudente y más sensible de cuantos hube de conocer. Mi imagen del Colegio estuvo ligada desde entonces y para siempre a la figura de Francisco.
Nos  habíamos visto en la Facultad como cursantes, él ya era un hombre maduro y no sabíamos que era sacerdote. El dejó al tiempo, pues la Congregación lo destinó a otras tareas, yo continué mi carrera y lo reencontré años después en la escuela. El también me recordaba. Por lo que me comentó entonces tenía de mí, el registro de que era estudiosa porque me veía tomar apuntes. Una vez sucedió que me prestara su lapicera.
En el colegio, el salón de la dirección estaba en el ángulo de las dos galerías que componían esa parte del edificio, así que tenía a mano todas las aulas. Sentía que le daba la ubicación más oportuna .
Su escritorio estaba ante la puerta de entrada, así que quien se acercase a la sala ya estaba a mano para el saludo y la charla. Éramos muchos los nos quedábamos conversando con él, fuente inagotable.
En el cajón tenía siempre limpio y planchado un pañuelo blanco . Para ofrecerlo a quien lo necesitara durante la consulta o la confidencia. Nunca conocía a alguien que dispusiera con tanta delicadeza de la escucha para con los demás .
Pero también tenía a mano un atado de cigarrillos y una botella de ginebra, con que nos convidaba a quienes quedábamos  por un rato, después de dar clase.
Es gracioso, pero me recuerdo saliendo de charlar con él con la fascinación de aprendizajes invalorables, pero oliendo a puchos y ginebra. Me sentaba como Mafalda en su sillita a su lado y  absorbía de la erudición. Del mandato de  Sabio, Santo, Sano no cumplía más que con los dos primeros. Sabio y Santo  sí. No Sano porque ya tenía cataratas, una afección respiratoria y reuma.
Su generosidad intelectual no tenía topes. ¿De dónde es que había aprendido tanto? Filosofía, ciencia, Historia, sumaban en una solvencia pocas veces  vista. Y una humildad que lo llevaba a plantear las cosas desde el llano, desde una respetuosa cortesía que daba lugar a la palabra del interlocutor, fuese alumno o docente.
Las láminas del test de Roschach que me regaló entonces son las que aún utiliza mi hija, y los libros de Jung que me pasó, aún enriquecen mi biblioteca..
Y de entonces me queda el recuerdo de anécdotas. Como la vez en que para mostrar el efecto de radiaciones trajo un  cascarudo que había estado expuesto. Era  gigante y ocupaba  una cajita. Me asustó pensar en las consecuencias de la exposición  a radiaciones.  Cuando lo ví planteé que podía imaginarme cucarachas del tamaño de perros. Buscaba que me disuadiera diciendo que tal cosa era imposible. En vez de eso me dijo que  podía llegar a pensarse en libélulas como aviones. Con lo cual, lejos de tranquilizarme, me dio otra dimensión de los riesgos.
Su compañero como Vicedirector, por ese tiempo era Luis, boquense y músico, con el que componía un buen dúo.
Había entonces un profesor de la casa que hablaba mal el castellano. Era abogado, apasionado y con los alumnos tenía una relación difícil. Decía la Magna Carta para referirse a la Constitución. Decía Giuseppe de San Martino para  decir José de San Martín. Eran ambos sicilianos, pero Francisco le había sugerido (sin éxito) que mejorara su dicción.
Francisco se reconocía colérico (nunca lo vi así). Decía que era porque había nacido frente al Etna, y que si se Asusinaba era volcánico,
La llegada a Argentina  se había producido muchos años atrás. Nunca supe el por qué. Al llegar lo sorprendió el contraste con la colorida Europa que dejara atrás. Los colores del puerto de Bs AS , opacos en relación a lo que predominaba allá. ¿Sería así o los recuerdos le devolvían una imagen  alterada por la nostalgia?
Cuando murió su madre, me habló de la fuerza y del poder del inconsciente, como  algo de lo que tomaba cabal medida, como si  hubiese estallado el sentido de su vida. La progresiva ceguera y ese duelo se sumaron. Me recordaba a Borges en su ceguera y en esa devoción filial). Fue un crac  del que no se recuperó.
Su profunda espiritualidad no bastó para evitar la declinación. Uno de sus amigos me confió entonces que los escrúpulos de Francisco (no supe en relación  a qué) le pesaban. Le impedìan vivir de un modo diferente.
Ese amigo, me llevó a él, cuando ya partía, para despedirlo.
Me dejó lecciones que atesoro. El pañuelo que guardaba en su escritorio para acercar en el momento oportuno, quedó como símbolo de su disposición al prójimo próximo. Como expresión de un modo de conocimiento, respeto y valoración del hermano. Como signo indiscutible de su altura ética.
M.C.M

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9 Subsuelo de sala 7 Facultad de Medicina de la UNR

a los integrantes del equipo de salud que pusieron su saber su disposición  y su solidaridad en la atención a estudiantes haitianos después del terremoto
1er tiempo
Ella comentó que en el taller que la Universidad implementó para los estudiantes haitianos, había un chico que lloraba y lloraba. Se acercó, le dio un pañuelo y después le apoyó una mano en el hombro, pero cuando vino un amigo, lo dejó con él.
Y allí empezó a preguntarse si había estado bien, si su gesto había sido oportuno. Porque ellos vienen de otra historia y otra cultura, otros modos de encuentro. No sabía si era lo esperable. Porque tienen otras costumbres.
No nombran la muerte a menos que estén cerca. Pero en este caso…tal vez  no iban a estar cerca los que le pudieran dar noticias de los padres y hermanos  que quedaron allá, bajo los escombros.
Los chicos debían seguir esperando hasta que las dudas pudieran despejarse, para congratularse con la sobrevivencia de los amados distantes o iniciar el penoso duelo.
Yo la escuchaba con atención, porque era la primera vez que hablaba del asunto. El dijo: “- Bueno, basta de cuestiones de trabajo”. Pero no estábamos hablando de trabajo sino de cómo ella se había topado con el dolor inconmensurable y como había respondido.
Y recordé la máxima, que nos indicaba medio en serio, medio en broma: “El médico debe tocar pero no puede sentir. El psicólogo debe sentir, pero no puede tocar”.
Allí estaba el por qué de la pregunta que se formuló a sí misma. Pregunta que llegó después del gesto. Pregunta que engarza en su disposición a trabajar con cuidado y poniendo su resonancia en el centro de las palabras y la acción.
Y me acordé de que a pesar de sus dos kilos al nacer yo intuí que era muy fuerte.
Y también de lo impecable de su guardapolvo de primer grado, aunque fuera un poco grande.
Y de mi estoicismo cuando estuve en la Facultad para fotografiar el enchastre de harina, huevos, yerba y coca cola el día de su graduación.
Y de la firmeza de sus decisiones, que para los ambiguos como yo, resulta sorprendente.
 
2do tiempo
Desde el balcón mirábamos el festival. “Por suerte hay más gente esta segunda noche. ¿Sabés que para el primer taller nos dieron el aula de ginecología? Así que sobre las vitrinas y bibliotecas, había piezas de yeso, o resina, réplicas anatómicas. Eran de mujeres, desde el abdomen y con los genitales entre las piernas abiertas. En ellas enseñan las maniobras de la especialidad a los estudiantes. Y nosotros , los de psicología trabajando con los pibes en ese escenario…parecía Almodovar.
Entonces les dijimos que se pusieran media pila y para las otras reuniones nos dieron la sala del Consejo Directivo de la Facultad. Es el salón que está sobre el hall de entrada. Y allí teníamos muebles hermosos, el piso encerado, todo impecable, todo perfecto.
Después del trabajo grupal,  los chicos  podían tener entrevistas privadas. Yo vi a uno, era cuando recién llegaban noticias y estaba tan angustiado…
Hasta que se fueron organizando, viendo como van a seguir sus vidas…Dónde vivir, en qué trabajar y con este festival, ya se fueron ordenando. Han pasado 40 días desde el terremoto”.
 
3er tiempo
Nos metemos entre la gente. Desde los micrófonos la locutora dice que hay cerca de 4.000 personas.
Pienso que soy la única adulta, hasta que veo a un mozo de bigotes que lleva una bandeja en alto. Se suceden las bandas. Hay parejas, gente en grupos, gente suelta y padres jóvenes con sus bebés en cochecito.
En el escenario las palabras. Hablan el Decano, alguien del Centro de Estudiantes, Raquel en representación de los estudiantes haitianos. Es este Festival la única actividad organizada a nivel nacional para recaudar fondos, que tenga esta envergadura.
Me gusta el himno de Haití. Es bello. Siguen los músicos largo rato.
 
4to tiempo
De vuelta en el departamento escucho las interpretaciones de lo últimos grupos: Vudú, Cielo Raso y Los Vándalos.
Me parece que me resuena más Cielo Raso, pero no escucho hasta el final porque me duermo.
Un poco después, en un lugar del edificio, en un piso más alto, hay percusión y voces. Un haitiano habla con su particular acento y está llevando el ritmo con golpecitos. Creo que les está enseñando algo a las chicas con que se acompaña. Conversan y rìen y me alegra escucharlos.
Cuando vuelvo a despertarme ya está todo en silencio.
 
M.C.M.
Febrero de 2010


10 TRES HISTORIAS: de cárceles, colegios y exilios

En la Unidad 5 estaban las madres con sus bebés.
Cuando llegó M.B. con Alejandra recién nacida, M.R. que estaba hacía tiempo le dijo: - Mi hijo Mariano ya no está, lo llevaron mis padres para tratarlo porque se enfermó en este lugar. Otros niños también enfermaron. Me había quedado con esta batita de recuerdo, la hice yo misma…Pero te la doy para tu niña.- Era de colores tan vivos que se destacaba entre las otras prendas pastel de los bebés. Cuando la puso en manos de la otra recordó el momento de la inevitable partida de su hijo, a quien debían llevar sus padres para asistirlo. Mientras desarmaba la cuna en su rincón en la sala de madres, sentía toda la desolación: “cada tuerca, un temblorosa lágrima de pena”.
Registró la delgadez de quien venía de Jefatura,  las ojeras violetas surcando la palidez espectral, y sintió que le acercaba más que una batita: ¿un poco de esperanza tal vez? La recién llegada también recordaba. La habían esposado cuando iba a parir. Pero no habían previsto algo. Que en la habitación en que habían quedado solas, después que naciera su hija, un rayito de luz se iba a filtrar por las ventanas cerradas como señal de que pese a tanta muerte, la vida se imponía.
Eran dos madres, una dando, la otra recibiendo, compartían un lugar: la Unidad 5.
Cuando las trasladaron a Devoto estaban en distintos pabellones, y  cuando desde el patio M.R. veía flamear la batita multicolor en la soga donde tendían la ropa se decía: ¡Entonces es que la bebé sigue viva! ¡Está con su madre!
Pasaron los años ¿Cuántos? Surgió el tema de las reparaciones.
Todo el legajo de Mariano, con las tablas que registraban el descenso de peso, las placas radiográficas, la historia clínica y los informes de pediatra que lo atendió cuando estuvo con sus abuelos..… el expediente con las pruebas de que había enfermado en la Unidad 5, fue y vino muchas veces. Esperaban el reconocimiento de que allí en esos documentos médicos estaban testimoniados los hechos: en la Unidad 5 se había cometido un delito. Se había producido a sabiendas la enfermedad del niño que Mariano era.
Con tantas idas y vueltas el expediente quedó en algún ignoto lugar, cajoneado tal vez. Y cuando empezaba a ser posible gestionar una reparación a quienes habían salido dañados de la cárcel, se preguntaban qué hacer.
Había una persona encargada de decidir el reconocimiento y la reparación y a falta de pruebas, ella debía creer en el relato de lo sucedido. Esa persona era la madre de Alejandra. La que había recibido aquella batita de colores para su hija, cuando apenas sobreviviente llegaba a la Unidad 5.
2--Cuenta Laura:
-Con el traslado de mi padre al Sur, solo había un Colegio al que podía ir. Tendría 8 ó 9 años. El colegio era de monjas. Con la preparación a la primera Comunión, tuvimos un ensayo de Confesión. Era una experiencia importante y fuerte para las todas niñas.
Cuando fue al Confesionario, haciendo un recuento de sus faltas: mentir, desobedecer, faltar a misa, la sorprendió que el sacerdote le preguntara dónde ponía las manos cuando se iba a dormir.
Respondió: -Creo que agarrando la almohada… Pero al llegar, comentó en su casa la singular cuestión. -Y entonces mi mamá (que algo intuyó de doble intención en la pregunta) me prohibió que volviera a confesarme. Así que me encontré con mi primer dilema de conciencia. Y era toda una cuestión, porque debía hacer caso a las monjas cuando nos llevaban a confesar, y temía desobedecerlas, pero más le temía a mi mamá. Así que me propuse portarme siempre muy bien, ser siempre buena para no tener pecados que confesar. Pero eso duró un tiempo, no se puede cumplir para siempre…
Las monjas premiaban cada semana a la que hubiera rezado más jaculatorias.  El premio era llevarse a la casa la estatua de una virgencita que había en el aula. Y yo, por más que rezara y rezara, nunca llegaba…Mi compañera de banco, que era de familia evangélica, la había llevado varias veces. Siempre rezaba más. Si yo rezaba 20 ella rezaba 50. Si yo 50, ella 70. Hasta que una vez me dijo algo que me asombró. Me dijo que para poder llevarse la virgencita, en realidad, ella mentía.
 
3-Margarita cuenta:
-En los 70, a los libros censurados los forraba con las tapas de Corín Tellado, cosa de poder llevarlos y leerlos en el cole, o en la playa. Estaba vinculada a los Movimientos cristianos. Cuando las amenazas la cercaron tuvo que tomar una decisión.
Fue al  exilio con sus dos hijas.
El desarraigo, esa Europa tan extraña. Otro idioma, otro clima. Otras costumbres. Empezar de nuevo construyendo otra vida. De sus hijas, la mayor siempre fue muy formal, cumplidora, ejemplar. Como si quisiera eludir cualquier sombra de sospecha sobre su historia. Como si quisiera desandar el itinerario de miedos e inseguridades. Como si adhiriera a una legalidad sin tropiezos. Como si quisiera que su seriedad pudiera dar absoluta garantía sobre su inserción inmaculada y prolija en ese mundo europeo que había hecho suyo, y del que había entrado a formar parte. Fue una gran cantidad de energía destinada a granjearse ese, su lugar en un universo claro, límpido, eficiente.
Cuando, después del 84, se vio la posibilidad de volver, Margarita retornó al país con sus hijas. Pero al tiempo, la mayor decidió volver para instalarse en esa Europa donde había transcurrido su niñez. Llegó a hacer prometedora carrera en una empresa, con casa central en París. Quedó allá aun cuando su madre y su hermana permanecían en Argentina.
Curiosamente, en uno de sus viajes a visitarlas, en una fiesta, conoció a un francés que recorría Argentina. Se enamoraron y a poco, decidieron casarse. Dos bodas. Una bella ceremonia allá. Otra conmovedora acá, con sus viejos amigos con los que compartiera el exilio europeo. Los novios planeaban su viaje de luna de miel. También planeaban no separarse, pero al llegar a una de las escalas del viaje, sucedió que no podía ingresar. Su secretaria en la empresa, que había contratado todo el paquete no había gestionado su visa para  EEUU.  Y ella debió quedar en tránsito. Y volar desde allí, sin entrar en el país de la desconfianza.
Y para volver a Francia demoró cinco días recorriendo el globo, de aeropuerto en aeropuerto hasta llegar a su meta. Pero como tenía sellos insólitos de Egipto, Rusia, Israel y otros países en que había hecho combinación, como además, en algún punto de su historia había tenido el estatuto de refugiada política, sucedió que en su retorno a Francia, le objetaron el ingreso, sospechada  de terrorista internacional. Tuvo que intervenir la titular de la Empresa en que ella estaba inserta, para que se desvaneciesen las prevenciones, pudiera entrar, reencontrarse con su flamante esposo y retomar su vida.
Ella, que tanto testimonio diera con su conducta del propósito de eludir cualquier cosa que le recordara el desarraigo y el miedo, que había sostenido una legalidad sin fisuras, se encontraba con el absurdo e insólito recelo de quienes  desconfiaban de ella. Como si fuese una peligrosa agente  de alguna misteriosa y amenazante sedición.
 
M.C.M. diciembre 2012


 
11 Maestras, guarderías, jardines, escuelas, infiernos

A la rueda rueda, de pan y canela, me compré un bizcocho y me fui a la escuela                     
Vino la maestra y me dio un coscorrón. ¡Salchichón! 
¿Quién carajo se cree que es la maestra, para venir a darme un coscorrón, así, de la nada? ¿Será porque es la maestra? ¿Será ¡Porque sí! como decían los “grandes”, cuando éramos “chicos”? ¿Y cómo integramos esta posibilidad del castigo arbitrario, injusto e incomprensible? ¿Y cómo esa  primera ronda que aprendemos, contribuye a que naturalicemos el hecho que la maestra, o cualquier adulto (incluso los padres-madres) puedan venir a darnos un coscorrón porque se les canta?
En relación a esto último es que también cabe una reflexión crítica acerca de la violencia de los padres, la famosa “puesta de límites”. Habría que pensar cuantas veces obedece a la intención de educar  al niño, y cuàntas a la de evitar las molestias del padre. El padre que pega, lo hace porque puede: es más grande en edad, fuerza y tamaño. No le pegaría a otro de su medida, o al menos dudaría en hacerlo. La indiferencia y la frialdad y el silencio amenazante, también pueden ejercitarse cruelmente como violencia.                                                                                                                                                               Y esto de pegar o gritar ¿no contribuye a  preparar para que se acepten y naturalicen otras violencias? El que abusa después en la calle, (piropos que son insultos) o en el colectivo (el manoseo premeditado), o el que acosa en la escuela, en la oficina, en el club o en la disco, lo hace por una razón: aprendió que quien avasalla, atropella, avanza sobre el otro, es el que puede hacerlo.  Es el más grandote, o el más fuerte o que dispone de destrezas que lo habilitan.
En febrero trascendió el maltrato padecido por los niños/as de un jardín de Infantes-guardería, en San Isidro. Los padres - clase media urbana- que dejaban allí a sus hijos, desde seis meses hasta cuatro años, reaccionaron tardíamente al registro grabado por uno de ellos, de lo que estaba sucediendo.
El  la nota del 7 de febrero de Página 12:
“Allanamiento en lo de Violencia Rivas.
Se realizó un allanamiento en Tribilín  en busca de documentación probatoria. El intendente Pose dijo que padres, municipio y provincia fueron engañados y trató de delincuentes a empleados del jardín. El gobierno bonaerense pidió sanciones ejemplares.
Mientras que el gobierno de la provincia de Buenos Aires reclamó una “sanción ejemplar” contra las empleadas del jardín maternal Tribilín por el maltrato  hacia los niños, la fiscalía correccional de San Isidro aceleró los tiempos de investigación. Dispuso que el viernes 15 los pequeños cuyas familias así lo permitan brinden testimonio en Cámara Gessell. Además ordenó un allanamiento en el lugar donde funcionaba el jardín, en busca de documentación y elementos de prueba.
…El padre que rgistró los maltratos, contó que desde que no va a Tribilín, a su hija, de un año y medio, se la ve muy bien, pero todavía tiene pesadillas por las noches.
Los gritos, insultos y amenazas de las cuidadoras de sus hijos fueron pruebas contundentes. Fueron contundentes para que desde allí, los padres-madres pasaran a  explicarse algunas cosas y  a preguntarse otras. No habían tomado como síntomas la alteración de conductas en sus hijos: golpearse a sí mismos, arrancarse los cabellos, tener trastornos de la alimentación, perder el control de esfínteres quienes lo habían alcanzado, realizar  juegos en que representaban la situación de hostilidad y resistirse a acudir al jardín (este último tal vez como el menos significativo pues es muy frecuente, aun cuando después puedan estar bien). Las pesadillas y pavores nocturnos no habían alertado en principio a esos padres y madres, a quienes les costó creer lo que había estado sucediendo. Uno de esos padres, había intuido algo (el que puso en la mochila de su hija el i Pod funcionando, que grabó durante cinco horas) y los demás recién pudieron hacerse cargo del dolor y el terror de sus niños/as, después que en el testimonio grabado   escucharon sus llantos desgarradores entre los gritos histéricos y los insultos y amenazas de las “cuidadoras”.
El tema del maltrato me remitió a otros relatos y a algunos recuerdos. El relato de Angélica Gorodischer en “Historia de mi madre”, da cuenta de su penar en su tránsito por aquel tercer grado de la Escuela Normal, bajo la tiranía de Elisa. “Fuera cual fuere la materia, el momento, la lección, el deber, ella estaba detrás de mí gritándome y poniéndome como ejemplo de chica mala, por alumna, incumplidora, mal educada, estúpida, torpe e irresponsable. En clase no dejaba de perseguirme haciéndome preguntas y riéndose de mis respuestas…Le mandaba notitas a mi madre explicándole lo mal que yo me portaba. ¿Mal? Pero si yo era incapaz de moverme, de hablar, de respirar, paralizada por el miedo”.
“No sé. Hay cosas que no sé. No sé si la Elisa me trataba así solamente a mí o si era tan malvada con otras chicas como conmigo. Creo que ni siquiera me daba cuenta en ese momento de qué era lo que pasaba con las demás. Solamente me acuerdo de una chica que se llamaba Graciela, que se llevaba siempre un montón de elogios porque tenía buena letra. Es decir, escribía todo como en clase de caligrafía”.
“Y muchas veces, años después pero ya no, me he preguntado por qué hacía esas cosas esa mujer. Por qué le gustaba maltratar a una pobres crías de ocho o nueve años que estaban a su cargo toda la mañana. Era una sádica, me digo. Se le humedecía la entrepierna cuando veía sufrir a una nena, me digo. Y sí, puede ser, por qué no. La gente es muy rara, como dice un amigo poeta…O son los vericuetos del alma humana como concluimos con Hebe en ciertas visitas telefónicas de los lunes a la mañana. ¿Qué le pasaba a esa mujer? Estaba llena de odio, ya lo sé, pero ¿por qué, qué sentía, de dónde venía el click que la hacía castigar por nada y con crueldad a una nena indefensa? ¿Estaba resentida con la vida? ¿La habían maltratado a ella? ¿Me odiaba por algo que yo no sabía lo que era? ¿U odiaba a todo el mundo y se aprovechaba con las chicas de tercer grado?”.
Las reflexiones de Angélica son pertinentes al tema, y sus preguntas legitiman otra vuelta sobre el tema. Sobre todo porque coinciden con otras experiencias.
Los recuerdos de mi cuarto grado bajo el despotismo de la hermana Emilia, completaron el esbozo del infierno que puede representar para un niño/a, la total impotencia de sentirse a merced de la arbitrariedad de un adulto agresivo y violento. La hermana Emilia era italiana, hablaba con acento y pude sentir de entrada su rechazo. Yo pensaba ya entonces, y estoy convencida ahora, que una de las razones de ese rechazo debió consistir en que ella  que era inepta, que ni debía ser maestra, que además de torpe, se debía sentir superada por la tarea. ¿Pero por qué me hostigaba a mí? Porque yo  sabía eso. Y ella sabía que yo lo sabía. Llegaba a la escuela ese año, y no formaba parte del grupo fascinado que se iniciara en la escuela desde primer grado, yo era así una advenediza. Eso me excluía de algún modo de la historia del grupo, pero me daba otra visión más distanciada y ¿más lúcida?
Emilia había distribuido a las alumnas en tres hileras, según su criterio de lo que eran las buenas alumnas, las regulares y las malas. Yo fui al último banco de la hilera de las malas, como colmo del desprecio y reprobación. Y si bien yo era rápida para los aprendizajes de las materias teóricas, carecía de destreza para las tareas de labor (coser, bordar, tejer) muy valoradas en la escuela y en que las otras chicas tenían más entrenamiento. Las hermosas creaciones de mis compañeras denotaban talento. Manteles y sábanas con diseños delicados y perfectos. En cambio las flores de mis tres carpetitas bordadas (en todo un año) eran un muestrario de desprolijidades diversas.                                                      Mi afán perfeccionista se desplegaba en otro lado: en el cuaderno, y entré en un período de una exigencia tal que me llevaba a arrancar las hojas a la menor mancha. Eso enfurecía a Emilia y yo no podía evitar hacerlo.                                                                                                                                           Yo solía fantasear que la hermana Emilia y yo nos encontraríamos en el infierno, cada una por sus propias maldades. Y no dudaba que las de ella tenían que ver con su crueldad y ensañamiento. Podía conducirse así por dos razones: era adulta y estaba a cargo del grado. Me dije a veces, que esa experiencia de cuarto grado me había hecho más fuerte. Que había debido sobrevivir a una situación de acoso solapado y continuo por todo un año escolar y salir adelante. En todo caso era la primera pero no la última experiencia de injusticia a transitar.
Además, es cierto, no me ajustaba a los cánones de aceptación de la época. No era más que una chica delgada y trigueña. Para colmo, nueva en la escuela. Escuela confesional con una cierta tradición en la zona, donde las niñas iban a formarse de acuerdo a los criterios de entonces. En un tiempo en que para ser la alumna valorada, o al menos aceptada, además de aprender todo y portarse muy bien, tener buenos modales y saber bordar,  se debía ser rubia, de ojos celestes. Sí, así era la mejor alumna y se llamaba María Teresa.  Su familia era cercana a la Congregación. Y claro, venía en la escuela desde Jardín.
Antes de considerar en detalle, las características de los/as docentes que venimos describiendo anotemos un dato: la eventual patología de dichos adultos violentos, al fin…  seres humanos. Y aquí vale la vieja diferencia grosera pero legítima, entre un neurótico de mierda y un genuino hijo de puta. El comportamiento agresivo y violento que esté en el orden de la neurosis marca un nivel de psicopatología al que ninguno de nosotros está ajeno. Todos, ustedes, yo, tenemos algo de neurótico. Pero el ensañamiento perverso desde un lugar de poder, con el que niño que es vulnerable e indefenso, que además está en situación de dependencia y subordinación marca otra patología. ¿Se la suele llamar maldad como bien canta Les Luthier?                                                      Si se me permite la digresión, la neurosis de quien predominantemente sufre y la psicopatía del que prevalecientemente hace sufrir, una y otra, pueden venir mezcladas y no tener límites precisos.
Pensando en la angustia de los niños ante los gritos y amenazas grabados en medio del desborde caótico de ese jardín, pensando en la pesadumbre de esa niña que fue Angélica, solísima en la búsqueda de explicaciones por la animosidad torturante de Elisa, recordando mi propia sensación, cuando trasponía la puerta del Colegio San Miguel y me metía en el aula de la hermana Emilia, sintiendo que iba hacia una bruja que hacía deliberadamente desdichada mi vida, encuentro un  denominador común: el sufrimiento. “Quién dijo que la niñez es el paraíso perdido, a veces puede ser un infierno de mierda” escribió Benedetti hace años en “Inventario”.
Si volvemos a la patología detrás del comportamiento violento y hostil en las docentes de la nota, es muy posible que en estos casos, también haya sufrimiento en ellas y se sumen incapacidades personales a exigencias del rol, para dar cuenta del inadecuado modo no solo de trabajar, sino también del fracaso en llevar adelante la propia vida. Como si el espacio de poder, que da la tutela de un grupo, fuera la oportunidad de ejercer todo el odio y escupir todo el veneno que las habita. El tono  alterado en la voz grabada en el jardín maternal, no deja lugar a dudas. En todo caso se tratará de una mezcla de neurosis y maldad. Se trata de personas desdichadas, pero que hacen sufrir, insatisfechas, pero ineptas para encontrar mejores rumbos, eventualmente padeciéndose a sí mismas como condena y como castigo. Pero me apresuro a afirmar que comprenderlo no significa disculparlo (tal como en la violencia de género, o en otras violencias que impliquen una diferencia jerárquica que las facilita y vehiculiza por la asimetría de poder: médico- paciente, jefe- subordinado, y claro: maestro-alumno).
Si una maestra no disfruta de su tarea, si no le gusta el trato con niños, se convierte en un peligro para sí misma (como todo aquel para quien el trabajo es un castigo bíblico) pero en este caso se convierte en un peligro sobre todo para los chicos que pasan a ser víctimas. Tanto más vulnerables cuanto más pequeños. Los niñitos de menos de cuatro años de la noticia, carecían del recurso de contar su desdicha con palabras. La narraron de otro modo, como pudieron: con pesadillas, con resistencia a quedarse en el jardín, con comportamientos autoagresivos. Un padre tuvo la sagacidad de decodificar esos mensajes y tratar de constatar lo que sucedía. Al poner en la mochila de su niña el recurso que grabaría el maltrato,  obtuvo el testimonio del padecimiento.
Angélica tenía 8 años cuando quería que creyeran en ella y en la injusticia a la que estaba siendo sometida por Elisa. Yo tenía 9 y la sensación de agobio de ser rechazada por Emilia, sin saber del todo el por qué. Con todo lo penosa de aquellas experiencias, teníamos a los 8 y nueve años más medios para sobrellevarlas. Esos bebés y niñitos no.
 Ese ensañamiento traspasa un límite que nos perturba. Debió ser muy cruel la realidad de esos chicos maltratados por sus maestras, maltrato cuyos padres fueron lentos en advertir. Pero realidad que pone en evidencia un problema que será necesario abordar en todas sus complejas aristas.
M.C.M. febrero 2013

 
                                         
12 Más historias en la escuela

Hubo otros encuentros con relatos de docentes arbitrarios, injustos y violentos. En el Normal la asignación del grado donde hacer las prácticas creaba zozobra. Ya era parte del folklore de la institución que si  era con Josefina, la cuestión iba a ser difícil. Era rolliza, muy maquillada y de un total absolutismo en el modo de preparar las clases, un único modo, el de ella. Había otra maestra que tenía en el armario una colección de zapatos y una inestabilidad emocional tal, que hasta las profesoras la evitaban.
También los directivos en Escuelas pueden aportar para que el clima sea benevolente o dantesco. La mayor y escandalosa situación de que haya tenido noticia fue la de una directora que pasó, sin solución de continuidad, directamente, del ejercicio del cargo, en que la padecían, alumnos, padres de alumnos, maestras y porteros a la internación psiquiátrica.
Y el relato más agradecido que escuché fue el de una maestra a cuya directora llamaban “la Santa”. Se trataba de una escuela pequeña y el trato era armonioso y considerado para con todos. Se movía con una actitud serena y afectuosa que facilitaba la resolución de cualquier problema. Pasaba a diario por las aulas. Si debía salir, avisaba a todos, y cuando regresaba avisaba también para que supieran que estaba y contaran con ella. Resolvía las cuestiones con su personal en forma sencilla y dando espacio a la palabra de todos. Cuando se jubiló, en la escuela lloraron. Un poco porque se iba, otro poco por sí mismos, por lo que perdían.
Pude escuchar, a lo largo de todos estos años, que son muchos, a demasiados docentes. He encontrado docentes de colegios periféricos compenetrados con su tarea, y ligados a sus alumnos, sintiendo que la escuela es la última oportunidad para esos chicos y que se hacen cargo del desafío de acompañarlos. Como María Elena, Estela, Analía, Rossana.
Otros que solo desean cumplir el horario y huir a sus propias vidas, en las que ni escuela ni alumnos están incluidos más que como molestia ineludible.
Y yo como docente? Me hubiera podido dar con mayor generosidad. No supe, no pude, no me animé.


 
13 Sobre la justicia. Hablando desde el llano

Respecto a la necesidad de introducir cambios en la Justicia, creo pertinente comenzar planteando que este escrito, surge de una ponderación “silvestre” de sucesos que componen nuestra vida. No tienen como plataforma una formación en el Derecho (no estudié abogacía) sino que surgen de la simple (y compleja) tarea de vivir en sociedad, leer diarios y sobresaltarme con las noticias.
Una de ellas fue el detonante para dar forma a este texto (nota de Mariana Carabajal en Página 12, 1-7-13)
Un hombre acusado de haber abusado de sus hijos había sido sobreseído dos veces por la Justicia. Pero ahora, la Cámara de Casación revocó esa decisión porque en la investigación el juez nunca había escuchado a los chicos. Y ordenó que tenga en cuenta lo que dicen.
El padre de los niños fue sobreseído por el juez Zelaya por el beneficio de la duda y posteriormente, el 29 de agosto de 2011, la Cámara de Apelaciones ratificó ese fallo. Desde entonces, la jueza de Familia Villaverde ordenó que se reanudara el vínculo entre los chicos y el padre, bajo amenaza de reversión de la tenencia en su favor, si los nenes no cumplían.
En ese contexto, la madre fue denunciada penalmente por obstruir el vínculo del padre con los hijos. Villaverde ordenó a mediados de 2010 que la “revinculación” se hiciera en la Comisaría de Familia de Lomas de Zamora. Y en otras oportunidades dispuso que los chicos fueran trasladados en un móvil policial, pero como los hermanitos se pusieron a llorar cuando una uniformada los fue a buscar a su casa y se negaron a subir al vehículo, el operativo se suspendió, según consta en el expediente. Los abogados de la madre presentaron el año pasado en el Tribunal de Familia “prueba nueva” para fundamentar la suspensión de la revinculación, que consiste en testimonios y dibujos de los chicos, y expresiones dichas en la escuela, que darían cuenta de los abusos sexuales. Pero no fueron tenidos en cuenta.
“La Sala IV de Casación no sólo revocó el sobreseimiento del imputado, sino que cuestionó la valoración que hizo el juez de primera instancia de la prueba de cargo y le indicó las medidas de instrucción que debe tomar, y agregó que debe hacerlo ‘con la mayor celeridad’”, destacó en diálogo con este diario el abogado de la querella, Gallego, que representa a la madre de los niños. La Convención, que impone a todos los poderes del Estado replantearse el rol de los niños y niñas en los procesos judiciales, abandonando el vetusto paradigma tutelar en el que quedaban insertos”.
 
Creo que los jueces hablan a través de sus fallos,  y no solo de las leyes, sino del modo en que ellas son interpretadas.
Así Carlos Rozanski no deja dudas respecto a este fallo que coincide con su posición en temas esenciales como son la violencia de género y el abuso sexual a niños. En relación a este caso se expresa:
La Convención sobre los Derechos del Niño es el logro legal más importante de todos los tiempos. Es la convención que más adhesiones obtuvo en el planeta con la sola exclusión de Estados Unidos, que es el único país que aún no la ratificó. De la riquísima normativa que contiene se destacan el principio rector, que es la protección integral de los niños (art. 19) y su derecho a ser escuchados (art. 12). El desafío más grande que sin duda significan estas normas es que quienes tienen la responsabilidad de aplicarlas no sólo las conozcan, sino que además tengan la sensibilidad y capacitación adecuadas para hacerlo correctamente. En ese sentido, la clara diferencia que la propia Real Academia de la Lengua establece entre dos palabras habituales en nuestro idioma adquiere una relevancia tan grande que pueden significar para una niña o niño la diferencia entre sufrir o no sufrir, entre vivir o morir. Así, señala la RA: “Escuchar: Poner atención o aplicar el oído para oír (algo o a alguien)”. Por tanto, la acción de escuchar es voluntaria e implica intencionalidad del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, “percibir por el oído (un sonido o lo que alguien dice)”. La obligación de los jueces de escuchar a los niños no puede ser en nuestro país ni eludida ni reducida a una mera formalidad como la de poner la oreja “oyendo” y no escuchando. A veces, hay magistrados que acertadamente deciden escuchar.1-7-13, Pág. 12
Si Rozanski señala la diferencia entre escuchar y oír, esto es a partir de la dificultad de otros para hacerlo, y que con su sordera devalúan el testimonio de niñas y niñas, dejándolos expuestos a la continuidad de abusos.
En su desempeño ante los crímenes de lesa humanidad también sienta su posición respecto de lo justo:
Así en un diálogo se plantea respecto a Etchecolatz:
    ¿Etchecolatz formó parte del sistema de exterminio o era un monstruo?
    “La magnitud de los hechos y la saña con la que se hicieron puede hacer pensar que se alejan de la humanidad los que lo hacen, la realidad es que no se alejan tanto como para no estar en el banquillo. Por otra parte en estos casos, para cometer estos delitos necesitan sacarle la categoría de humano a la víctima. Nosotros no podemos hacer lo mismo. Son seres humanos los que cometieron estos delitos contra otros seres humanos. Y en este tipo e delitos se está afectando a la humanidad toda”.  Werner Pertot: “Carlos Rozanski, presidente del Tribunal que condenó a Miguel Etchecolatz. El Juicio fue la suma de la Historia” Pág. 12. 1 de octubre de 2006
 
También Daniel Rafecas ha expresado claramente en el desempeño en el juicio a las Juntas su perspectiva, con citas a Hanna Arendt, respecto a la banalización del mal en aquellos años de plomo. Años equivalentes a los de aquel nazismo que supimos transitar.
Entre los procesados por Rafecas no hay personajes conocidos. Se trata de oficiales de carrera, profesionales formados en el seno de instituciones históricas de nuestro país y se desempeñaron como guardias y torturadores. “¿No sería más feliz –citó el juez a Bauman- si hubiera podido demostrarse que todos los que lo hicieron estaban locos?.... Sin embargo, esto es, precisamente lo que es incapaz de demostrar. La verdad que saca a la luz no proporciona ningún consuelo. Fueron hombres de su tiempo y educados. Este es el quid de la cuestión cada vez que reflexionamos sobre el significado de la civilización occidental después de Auschwitz.
    Rafecas mencionó el análisis que hizo la pensadora Hanna Arendt sobre el rol de Adolf Eichmann en el Holocausto. “Escuchamos las afirmaciones de la defensa en el sentido de que tan solo era una “ruedecita”  en la maquinaria de la Solución Final, así como las afirmaciones de la acusación, que creía haber hallado el verdadero motor de aquella máquina. El tribunal reconoció en su sentencia que el delito juzgado únicamente podía ser cometido mediante el empleo de una gigantesca organización burocrática que se sirviera de recursos gubernamentales. Pero en cuanto a las actividades en cuestión constituían un delito, todas las ruedas de la máquina, por insignificantes que fueran, se transformaban, desde el punto de vista del tribunal, en autores, es decir, en seres humanos”.   - Victoria Ginzberg: “Un ámbito aislado donde el terror podía fluir”. Pág. 12. 22 de octubre de 2000
Arendt constató que las peores atrocidades y los más aberrantes crímenes pueden ser cometidos por personas que cumplen acríticamente el deber. Como en la “obediencia debida” de nuestras leyes de impunidad. Como puede ser atroz y aberrante el ejercicio de una ¿justicia? al no escuchar a un niño abusado o a una víctima de la trata.
                                        *        *
Cito a Rozanski y a Rafecas sòlo como ejemplos de lo que pueden ser las ideas de justicia, en algunos jueces que pudieron dar a conocer su posición en entrevistas, en escritos accesibles al común, y sobre todo a través de sus fallos.
Deben existir como ellos muchos otros integrantes del poder judicial honestos y lúcidos. En estos tiempos, ellos suelen ser cuestionados como “garantistas” por otros, por quienes aspiran a una “mano dura” en la aplicación de la justicia, sobre todo cuando se trata de “ladrones de gallinas”.
Pero además de ellos, insospechados por su desempeño, en este escrito me propongo también, y por contraste, recordar a estos otros, (¿como los ya citados Zelaya y Villaverde?) que ¿con diferente formación? ¿con diferente desempeño? ¿con diferente idea de lo que es justo? me suscitaron las siguientes reflexiones.
Me refiero también a los que absolvieron en Tucumán a los enjuiciados luego de la ardua lucha de Susana Trimarco, que habiendo rescatado a muchas mujeres y jóvenes de las garras de la trata, sigue impotente respecto a saber de su hija Marita Verón.
El escándalo de semejante fallo implicó condenas de todos los sectores sociales y llevó a que se solicitara el pedido de destitución de los integrantes de dicho tribunal. Así lo planteó en su denuncia Susana Trimarco.
Oportunamente se les había ofrecido a los jueces la posibilidad de capacitarse en el tipo particular de problemática en las víctimas de trata, atendiendo a que iban a testimoniar, algunas de ellas. Desde la arrogancia de quienes creen que no tienen nada que aprender, descartaron dicha capacitación. Y se manejaron en su desempeño sin la totalidad de herramientas de que hubieran  podido disponer. (Se compara a las víctimas de violencia, y la trata entre ellas, a las víctimas de los campos de concentración por su estado estuporoso, propio de las circunstancias y que afectan su capacidad discursiva y la coherencia de sus testimonios)
A partir de la decisión de Susana Trimarco de llevarlos a juicio, ¿dos de ellos intentan soslayar esa cuestión? Se supo que tras el pedido de destitución, Herrera Molina había renunciado a su cargo, aduciendo problemas de salud. De aceptarse, el juez hubiera quedado al margen del juicio político planteado.
También Alberto Piedrabuena  presentó su dimisión fundamentándolo en el propósito de jubilarse.
El enrarecimiento en torno a estos sucesos aún no se ha despejado. Pero fue contundente la respuesta que el fallo generó, convocando un repudio generalizado que esa noche, replicó en protestas en las principales ciudades del país.
“Anonimus: En otra de sus enigmáticas acciones, la organización decidió denunciar a los integrantes de la Sala II de la Cámara Penal Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, cuyos datos se dieron a conocer minutos después de la lectura del veredicto”. Pág. 12 Enero 2013
También vale recordar a los jueces que condenaron a las hermanas Jara, que habiendo cumplido su condena, a todas luces injusta, deben cruzarse con su acosador, en el barrio al que volvieron al salir de la prisión. Acosador conocido por su conducta violenta, cercano a la seccional 5 y presunto traficante de drogas en la zona.
El tribunal, integrado por los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marcos Barski, las condenó como "coautoras penalmente responsables del delito de lesiones graves a la pena de dos años de prisión de efectivo cumplimiento, que se encuentra compurgada con la preventiva sufrida.  Pág. 12 Marzo 2013
Y fue un camarista de Mar del Plata,  ostentoso pilar de la sociedad en tiempos oscuros, con una inserción  en tanto su poder económico y su ascendiente en la justicia, el que mantuvo silenciada una situación de abuso. Las niñas abusadas, lo fueron cuando eran compañeras escolares de sus propias hijas.
Un ex camarista de Mar del Plata, integrante de una conocida familia de la ciudad balnearia, fue denunciado por abuso sexual. Una docena de amigas de sus hijas, sobrinas y vecinas –ya adultas– relataron en forma contundente en la Justicia que en su infancia, cuando tenían entre 6 y 12 años aproximadamente, el entonces juez Edmundo O’Neill abusó sexualmente de ellas. La causa se abrió en 2004, pero cerró en 2006, sin condena, “al encontrarse extinguida la acción penal por el paso del tiempo”. En el expediente, el acusado admitió que había hecho “algo incorrecto”. Mañana O’Neill tiene previsto firmar ejemplares de un libro de su autoría en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Pagina 12 , 3-5-13
Y son otros los jueces que como ´los mencionados absuelven a los violadores y dudan de las víctimas, sobre todo si son mujeres y pobres.
Recientemente fueron planteados por Mariana Carabajal (1-7-13, Pág. 12) dos casos de jueces que imponen arbitrariamente trabas en la investigación de la explotación de mujeres en prostíbulos.
Uno fue en La Pampa y llegó al surrealismo de definir las “whiskerías” como refugios espirituales. El otro es en Rosario y tiene en común la enorme falta de voluntad de investigar y castigar un delito grave.
 Dos jueces federales ponen trabas para investigar el delito de trata de mujeres para explotación sexual en causas en las que están involucrados funcionarios públicos. Los casos, en La Pampa y en Santa Fe, muestran cómo por acción u omisión, los magistrados están frenando pesquisas que llevan adelante fiscales federales. Y así favorecen a un jefe comunal y a policías, algunos de alto rango, imputados de proteger redes prostibularias que se aprovechan de la vulnerabilidad social y económica de jóvenes de zonas pobres del país, para convertirlas en esclavas sexuales. También benefician a dueños de burdeles.
En La Pampa, el juez Marcelo Piazza negó ya en dos oportunidades el pedido de indagatoria del intendente de Lonquimay, Luis Enrique Rogers, y de quien fuera titular de la comisaría de esa localidad en 2009, Carlos Adrián Alanís. El magistrado desobedece una orden de la Corte Suprema de Justicia, que el 5 de julio de 2011 ordenó profundizar la responsabilidad de ambos funcionarios involucrados en la posible comisión del delito de trata. Alanís actualmente está al frente de la Comisaría Departamental de General Acha, según el organigrama que figura en la página web oficial de la Policía de La Pampa.
En Santa Fe, dos fiscales federales acusaron al juez federal No 4 de Rosario, Marcelo Bailaque, de “impedir el avance de una investigación” sobre trata de mujeres para explotación sexual, en la que se detectó, a través de escuchas telefónicas, presunta connivencia entre el propietario de un burdel ubicado en la vera de la Ruta Provincial No 93, cerca de la localidad de Firmat, con funcionarios del Área de Seguridad de ese municipio, como también de la comisaría local y de la Jefatura de la Unidad Regional VIII de Policía con sede en Melincué.
En el prostíbulo, conocido como La Quinta, Gendarmería realizó el 16 de mayo un allanamiento y encontró a seis mujeres que estaban en situación de prostitución, explotadas sexualmente, y que serían víctimas del delito de trata, de acuerdo con las evidencias recolectadas durante la investigación que llevó adelante la fiscalía federal No 2 de Rosario, a cargo de Juan Murray –quien actúa como subrogante– y del fiscal ad hoc Federico G. Reynares Solari.
  *
Decía que los jueces se conocen. Entre otras cosas, por sus fallos. También por sus fallas. Pero quienes estamos por fuera del ejercicio especializado, propio de la profesión de abogado y que conocemos del tema desde el llano, solo por lecturas y experiencias, vamos a tientas. Y los criterios con los que se define la inocencia o culpabilidad, y que podemos expresar, son solo una opinión, sin duda, teñida de subjetividad. Pero esos fallos y esas fallas nos dan una idea respecto a quienes imparten qué justicia, para quiénes y con qué argumentos.
Y convengamos que lo hermético del lenguaje de los especialistas, no diluye la sensación de desajuste en el ejercicio de qué justicia, sobre qué cuestiones, y teniendo como acusados a qué ciudadanos/as.
Justicia que excluye ostentosamente de condenas a aquellos calificados por Galeano como Wasp: anglosajones, blancos, protestantes y ricos. Entre nosotros: de ascendencia europea, blancos, católicos y …sí, ricos.
Es claro que por razones que habría que revisar las cárceles no albergan a delincuentes con esas características, y no porque no existan.
¿Será el momento de revisar los criterios desde los que se imparte   justicia?
¿Será el momento de examinar a esa élite de género y clase que compone el poder judicial para para ajustarlo a modos más genuinos de pensar el delito y pensar a los administradores de justicia?
Tal vez los cambios que anhelo plantear tengan que ver con cómo concebir la justicia, ¿qué es?, ¿qué significa? ¿cómo aplicarla? Y no solo a los criterios para direccionar la formación de los magistrados. La búsqueda de justicia como razón para la existencia de dichos aparato de poder, en su función de acercar esa equidad es lo que podemos soñar. Y para ello la discusión se plantea como imprescindible.
Discusión que hasta ahora resulta inquietante para muchos, si significa acabar con privilegios. Impensable desde la idea de una justicia en abstracto, atada a las leyes pero poco enraizada a la realidad. Sí puede ser concebida esa discusión, como construcción de una sociedad que toma conciencia de que el derecho no es un área de intocables semidioses, sino resultado de valores que inspiran leyes que deben aplicarse en este mundo y a personas concretas, con una historia, con necesidades y con proyectos de vida. Si quienes aplican esas leyes (como muchos de los jueces mencionados) no pueden pensar y evaluar desde la realidad, solo brindarían un flaco servicio.
Esa discusión debiera ser abierta e implicar a todos: a los que conocen de leyes, pero sobre todo a los que deben recibir justicia. Justicia no como proviniendo de enigmas indescifrables y arbitrarios, ni producto de la elucubración de semidioses, sino resultado de una ponderación humana de sucesos y de protagonistas.
Debiera incluir sobre todo a la gente que demanda desde el llano, víctima de causas que no se resolvieron o que esperan interminablemente la sustanciación de sus causas, y que exige cambios. Porque la justicia, así, no es justicia.
La actitud paternalista, o la actitud soberbia encaramada en supuestas jerarquías, no elimina ni disminuye la necesidad de respuestas claras. Ante la confusión de una burocracia kafkiana, tras la que se parapetan sus ministros cuando la injusticia es flagrante, ante las deficiencias por desconocimiento o subestimación de la realidad, ante la ineptitud para el ejercicio en funcionarios y los espurios intereses de clase, debiera abrirse la discusión.
La maquinaria judicial me remite, bajo sus peores facetas a la idea de la “siniestra ruedecita”, en el engranaje de otras maquinarias infernales (Hanna Arendt fue muy explícita) Maquinarias en queda diluida la responsabilidad de quienes solo cumplían ¿cumplían? su deber. Cumplimiento  (cumplo y miento) que encubre así la falta de verdadero servicio. ¿A qué servicio me refiero? A aquel que se ciñe a la ley escrita por los poderes (despóticos) o a la necesidad de justicia de los más débiles?
Hablo desde el llano, acusando el confuso lenguaje hermético de los especialistas, la arbitrariedad de algunos de sus fallos, la arrogancia que se ostenta en la negativa de revisar los modos de funcionamiento, revisión cada vez más perentoria.  Ya que se nos ha dejado afuera a los ciudadanos que, no obstante, sabemos de la inequidad,  podemos pensar y queremos que se nos escuche.
 
M. C. M. 3-7-13

Post Scriptum
El 12 de Julio encontré publicado en Página 12 este texto que profundiza mis planteos, y no resisto la tentación de incluirlo

EL PAIS › LA PROCURADORA Y LA DEFENSORA GENERAL INAUGURARON UNA ESCUELA JUDICIAL

La Justicia como servicio
Alejandra Gils Carbó y María Stella Maris Martínez explicaron que la Escuela de Servicio de Justicia ofrecerá estudios de posgrado y maestrías que se diferenciarán de los tradicionales, ya que la enseñanza apuntará “a la gestión y no al academicismo aséptico”.
 
La procuradora general, Alejandra Gils Carbó, y la defensora general, Stella Maris Martínez, dirigirán una Escuela de Servicio de Justicia, que inauguraron ayer. Se llama así porque será un ámbito de formación basado en “la revalorización de la administración de justicia como servicio público”. Ofrecerá estudios de posgrado y maestrías que se diferenciarán de los tradicionales, ya que la enseñanza apuntará “a la gestión y no al academicismo aséptico que se ve en algunos claustros universitarios”, explicó Gils Carbó. Allí podrán estudiar, en forma gratuita, no sólo defensores y fiscales, sino jueces, empleados y operadores judiciales y aspirantes a ingresar al sistema de Justicia.
“Los magistrados no deben ser burócratas a quienes la vida les pasa por el costado”, dijo Gils Carbó en un acto inaugural que se hizo en el Banco Nación, y explicó que el enfoque en enseñar para la “gestión” se debe a que “la magistratura se aprende en la trinchera”. “La Justicia es un servicio, no puede haber jueces a los que haya que dirigirse como ‘excelentísimo magistrado’. En el Ministerio Público Fiscal eso está prohibido, a los fiscales se les dice ‘señor fiscal’, y a mí se me dice ‘señora procuradora’”, comparó.
Martínez dijo que apuesta a que quienes estudien en esta escuela tengan “un perfil de alguien que sepa mucho, pero con altísimo grado de compromiso social, porque si no tiene compromiso social con los vulnerables, si no entiende lo que es acceso a la Justicia, será un buen burócrata, pero nunca llegará a ser un buen juez o un buen defensor o un buen fiscal”. Se ofrecerá, dijo la defensora, un “alto nivel técnico, pero no va a ser una carrera teórica, no vamos a formar docentes universitarios, vamos a formar jueces, fiscales y defensores, que no necesariamente es lo mismo”. “Hay juristas que carecen de espíritu crítico, porque son docentes, pero nunca le vieron la cara a un preso o nunca oyeron llorar a la madre de uno, y esos son los que forman a los futuros magistrados”, subrayó. La carrera, remarcó, será interdisciplinaria y con espíritu práctico. “Será revolucionaria”, celebró.
La escuela comenzará a funcionar en el segundo semestre y ofrecerá cursos variados y tendrá una Carrera de Especialización en Magistratura, que dictará junto con la Universidad de La Matanza y que dirigirá la jueza del superior tribunal de la ciudad de Buenos Aires Alicia Ruiz. El Consejo Ejecutivo lo integran Javier De Luca, fiscal de Casación, y Gabriel Ignacio Anitua. En el Consejo Académico están Julio Maier, Raúl Zaffaroni, Víctor Abramovich, Alejandro Alagia, Alberto Binder, Gustavo Bruzzone y Omar Palermo. También hay juristas internacionales: el italiano Luigi Ferrajoli y el portugués Antonio Cluny.
De Luca explicó que un cambio cultural en el ámbito judicial no se logra si no se generan ámbitos y modelos nuevos, diferentes, de enseñanza. “El problema es que, de lo contrario, se sigue reproduciendo el sistema, que enseña de manera formalista y estructurada”, sostuvo en diálogo con Página/12. “Lo que se busca, además, es enseñar cuestiones jurídicas y prácticas para la aplicación del derecho con un contenido ideológico, que sea democrático, progresista, que apunte a limar las desigualdades, a luchar contra la corrupción y que sea favorable a los derechos humanos.” “Los posgrados tradicionales se quedan en cuestiones teóricas a veces importadas, que no funcionan bien en nuestra geografía y que no profundizan en buscar la raíz de los temas. No es lo mismo analizar un piquete con los estándares del artículo 194 del Código (que castiga el corte de vías de comunicación) que los de la libertad de expresión. O ¿cómo explico el secuestro del avión de Evo Morales? Si lo explico con la criminología mediática de Zaffaroni veo que el mensaje es que en cualquier lugar del mundo pueden bajar un avión”, señaló De Luca, fiscal de Casación.
“Queremos para esta escuela que forme el carácter de los magistrados y trabajadores para que tengan pasión por el derecho y plena conciencia de lo que sociedad espera y necesita de la Justicia”, se esperanzó la procuradora. Martínez también destacó que habrá capacitaciones para los asistentes sociales, médicos y psicólogos que trabajan en los ministerios públicos. La defensora lanzó en este punto una crítica hacia la Corte Suprema, “que no nos deja usar muchos servicios, y vamos a tener nuestros médicos, nuestros peritos, y espero que lo hagamos con el Ministerio Público Fiscal”.
En el acto de ayer participó también el rector de la Universidad de La Matanza, Daniel Martínez, y estuvieron presentes el ministro de Justicia, Julio Alak, y su número dos, Julián Alvarez. El juez Zaffaroni mandó una carta de adhesión a la creación de la escuela.

 
 
ACERCA DE JUECES Y DE LA JUSTICIA (ABUNDANDO CON LA COMPILACIÓN DE NOTAS PERIODÍSTICAS)Página 12

Sobre jueces
El tribunal, integrado por los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marcos Barski, las condenó como "coautoras penalmente responsables del delito de lesiones graves a la pena de dos años de prisión de efectivo cumplimiento, que se encuentra compurgada con la preventiva sufrida.(sobre las hermanas Jara. Marzo 2013)
Anonimus: En otra de sus enigmáticas acciones, la organización decidió denunciar a los integrantes de la Sala II de la Cámara Penal Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, cuyos datos se dieron a conocer minutos después de la lectura del veredicto. Enero 2013
Un ex camarista de Mar del Plata, integrante de una conocida familia de la ciudad balnearia, fue denunciado por abuso sexual. Una docena de amigas de sus hijas, sobrinas y vecinas –ya adultas– relataron en forma contundente en la Justicia que en su infancia, cuando tenían entre 6 y 12 años aproximadamente, el entonces juez Edmundo O’Neill abusó sexualmente de ellas. La causa se abrió en 2004, pero cerró en 2006, sin condena, “al encontrarse extinguida la acción penal por el paso del tiempo”. En el expediente, el acusado admitió que había hecho “algo incorrecto”. Mañana O’Neill tiene previsto firmar ejemplares de un libro de su autoría en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Pagina 12 , 3-5-13
 
 
 
SOCIEDAD › DOS CASOS DE TRABAS JUDICIALES PARA INVESTIGAR LA TRATA Y EXPLOTACION DE MUJERES EN PROSTIBULOS Pagina 12

Cuando la Justicia es un freno
Uno fue en La Pampa y llegó al surrealismo de definir las “whiskerías” como refugios espirituales. El otro es en Rosario y tiene en común la enorme falta de voluntad de investigar y castigar un delito grave.
Por Mariana Carbajal
Dos jueces federales ponen trabas para investigar el delito de trata de mujeres para explotación sexual en causas en las que están involucrados funcionarios públicos. Los casos, en La Pampa y en Santa Fe, muestran cómo por acción u omisión, los magistrados están frenando pesquisas que llevan adelante fiscales federales. Y así favorecen a un jefe comunal y a policías, algunos de alto rango, imputados de proteger redes prostibularias que se aprovechan de la vulnerabilidad social y económica de jóvenes de zonas pobres del país, para convertirlas en esclavas sexuales. También benefician a dueños de burdeles (ver aparte).
En La Pampa, el juez Marcelo Piazza negó ya en dos oportunidades el pedido de indagatoria del intendente de Lonquimay, Luis Enrique Rogers, y de quien fuera titular de la comisaría de esa localidad en 2009, Carlos Adrián Alanís, con un argumento inaudito: el magistrado dice que como es subrogante y no sabe si seguirá subrogando, no va a decidir. “Sostener que no habrá de convocar a indagatoria al intendente y al comisario en ejercicio hasta que ‘... se defina por sí o por no su continuidad en el cargo’, es una excusa tan inverosímil como improcedente”, señalaron Marcelo Colombo, titular de la Procuraduría para el Combate de la Trata y Explotación de Personas (Protex), y Juan José Baric, fiscal federal subrogante a cargo de la Fiscalía Federal de Primera Instancia de La Pampa, al pedir por tercera vez al juez Piazza la indagatoria de ambos funcionarios. Además, recordaron que de esa forma el magistrado desobedece una orden de la Corte Suprema de Justicia, que el 5 de julio de 2011 ordenó profundizar la responsabilidad de ambos funcionarios involucrados en la posible comisión del delito de trata. Alanís actualmente está al frente de la Comisaría Departamental de General Acha, según el organigrama que figura en la página web oficial de la Policía de La Pampa.

SOCIEDAD › DOS FISCALES DE ROSARIO LO IMPUTAN POR IMPEDIR UNA INVESTIGACION Pagina 12

El caso del juez acusado
Por Mariana Carbajal
En Santa Fe, dos fiscales federales acusaron al juez federal No 4 de Rosario, Marcelo Bailaque, de “impedir el avance de una investigación” sobre trata de mujeres para explotación sexual, en la que se detectó, a través de escuchas telefónicas, presunta connivencia entre el propietario de un burdel ubicado en la vera de la Ruta Provincial No 93, cerca de la localidad de Firmat, con funcionarios del Area de Seguridad de ese municipio, como también de la comisaría local y de la Jefatura de la Unidad Regional VIII de Policía con sede en Melincué.
En el prostíbulo, conocido como La Quinta, Gendarmería realizó el 16 de mayo un allanamiento y encontró a seis mujeres que estaban en situación de prostitución, explotadas sexualmente, y que serían víctimas del delito de trata, de acuerdo con las evidencias recolectadas durante la investigación que llevó adelante la fiscalía federal No 2 de Rosario, a cargo de Juan Murray –quien actúa como subrogante– y del fiscal ad hoc Federico G. Reynares Solari. Sin embargo, a pesar de la abundante prueba incorporada al expediente, el juez federal No 4 de Rosario no imputó ni al hombre que estaba al frente del local, Luis María Godoy, ni al dueño, Carlos “Cacho” Cámara, porque entendió que no se trataba de un prostíbulo, aunque las mujeres tenían “pases” con clientes-prostituyentes, dejaban el 50 por ciento de lo que ganaban al dueño del local y durante la “plaza”, el tiempo por el cual habían sido vendidas, no podían regresar a sus casas. El magistrado alegó que las mujeres están ahí por propia voluntad, de acuerdo con su declaración testimonial, sin ponderar la situación de extrema vulnerabilidad económica en la que se encontraban. El magistrado llegó a sostener que las mujeres elegían darle el dinero al encargado del local “únicamente por motivos de seguridad”
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ACERCA DE LOS JUECES Y LA JUSTICIA 1-7-13 Pagina 12

La Convención sobre los Derechos del Niño es el logro legal más importante de todos los tiempos. Es la convención que más adhesiones obtuvo en el planeta con la sola exclusión de Estados Unidos, que es el único país que aún no la ratificó. De la riquísima normativa que contiene se destacan el principio rector, que es la protección integral de los niños (art. 19) y su derecho a ser escuchados (art. 12). El desafío más grande que sin duda significan estas normas es que quienes tienen la responsabilidad de aplicarlas no sólo las conozcan, sino que además tengan la sensibilidad y capacitación adecuadas para hacerlo correctamente. En ese sentido, la clara diferencia que la propia Real Academia de la Lengua establece entre dos palabras habituales en nuestro idioma adquiere una relevancia tan grande que pueden significar para una niña o niño la diferencia entre sufrir o no sufrir, entre vivir o morir. Así, señala la RA: “Escuchar: Poner atención o aplicar el oído para oír (algo o a alguien)”. Por tanto, la acción de escuchar es voluntaria e implica intencionalidad del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, “percibir por el oído (un sonido o lo que alguien dice)”. La obligación de los jueces de escuchar a los niños no puede ser en nuestro país ni eludida ni reducida a una mera formalidad como la de poner la oreja “oyendo” y no escuchando. A veces, hay magistrados que acertadamente deciden escuchar.
* Juez del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata.
        En diálogo con el juez Rozansky se plantea respecto a Etchecolatz:
            ¿Etchecolatz formó parte del sistema de exterminio o era un monstruo?
            “La magnitud de los hechos y la saña con la que se hicieron puede hacer pensar que se alejan de la humanidad los que lo hacen, la realidad es que no se alejan tanto como para no estar en el banquillo. Por otra parte en estos casos, para cometer estos delitos necesitan sacarle la categoría de humano a la víctima. Nosotros no podemos hacer lo mismo. Son seres humanos los que cometieron estos delitos contra otros seres humanos. Y en este tipo e delitos se está afectando a la humanidad toda”. (133) 133- Werner Pertot: “Carlos Rozanski, presidente del Tribunal que condenó a Miguel Etchecolatz. El Juicio fue la suma de la Historia” Pág. 12. 1 de octubre de 2006
 
30-6-1
El juez federal Daniel Rafecas procesó en octubre del 2005 a quince represores involucrados en violaciones a los derechos humanos en los centros clandestinos El Atlético, El Banco y El Olimpo, entre ellos el subcomisario Samuel Miara y el comisario Roberto Rosa.
 
            “Las condiciones de vida y de muerte en los centros clandestinos de detención de la última dictadura eran por sí mismas actos de torturas. “
            Los centros clandestinos El Atlético, El Banco y El Olimpo, fueron analizados por el  juez como una unidad, en que miembros de los grupos de tareas  operaron en forma coordinada. Fueron sitios, que funcionaron en diferentes épocas, actuaron las mismas patotas y fueron mudados los elementos de tortura y hasta algunas víctimas
 
            En julio del 2006 continuó con el reconocimiento por el juez federal Daniel Rafecas a la excavación realizada donde funcionó el centro clandestino Club Atlético.
 
            El hallazgo de Documentos de Inteligencia en el Centro clandestino de detención Automotores Orletti, que habían permanecido escondidos durante treinta años se efectuó en agosto de 2006.
            “Era como si las paredes hablaran. Nos quedamos asombrados”
 
            El centro clandestino “Automotores Orletti”, fue uno de los lugares de destino de los secuestrados en el marco del Plan Cóndor de coordinación de Políticas represivas en el Cono Sur.
 
            La reconstrucción de lo vivido en los centros y del juicio a los responsables continúa y forma parte de la tarea imprescindible a completar.
 
 
            Entre los procesados por Rafecas no hay personajes conocidos. Se trata de oficiales de carrera, profesionales formados en el seno de instituciones históricas de nuestro país y se desempeñaron como guardias y torturadores. “¿No sería más feliz –citó el juez a Bauman- si hubiera podido demostrarse que todos los que lo hicieron estaban locos?.... Sin embargo, esto es, precisamente lo que es incapaz de demostrar. La verdad que saca a la luz no proporciona ningún consuelo. Fueron hombres de su tiempo y educados. Este es el quid de la cuestión cada vez que reflexionamos sobre el significado de la civilización occidental después de Auschwitz.
            Rafecas mencionó el análisis que hizo la pensadora Hanna Arendt sobre el rol de Adolf Eichmann en el Holocausto. “Escuchamos las afirmaciones de la defensa en el sentido de que tan solo era una “ruedecita”  en la maquinaria de la Solución Final, así como las afirmaciones de la acusación, que creía haber hallado el verdadero motor de aquella máquina. El tribunal reconoció en su sentencia que el delito juzgado únicamente podía ser cometido mediante el empleo de una gigantesca organización burocrática que se sirviera de recursos gubernamentales. Pero en cuanto a las actividades en cuestión constituían un delito, todas las ruedas de la máquina, por insignificantes que fueran, se transformaban, desde el punto de vista del tribunal, en autores, es decir, en seres humanos”.  (130)
 
            Arendt constató que las peores atrocidades y los más aberrantes crímenes pueden ser cometidos por personas que cumplen acríticamente el deber. Como con la “obediencia debida” de nuestras leyes de impunidad.
130- Victoria Ginzberg: “Un ámbito aislado donde el terror podía fluir”. Pág. 12. 22 de octubre de 2005
 
Viernes, 27 de septiembre de 2013

PERFILES > J.N.C.

La revictimizada
Por Sonia Tessa
Nunca le creyeron. Quizá porque no se expresa con la contundencia esperada por sus señorías. O porque su vida no le permite mostrar un pasado de novela rosa sino una suma de vulnerabilidades. J.N.C. tenía 15 años en septiembre de 2010, cuando estuvo dos semanas cautiva en un rancho de San José del Rincón, una ciudad que es casi la continuación de la ciudad de Santa Fe. El 2 de octubre, una oficial de la comisaría 14ª la encontró en la casa de Miriam Villalba. Le llevó unos cuantos días a la chica poder relatar que le habían pegado y obligado a mantener relaciones sexuales. Por el caso fueron procesados Villalba, dos de sus hijos, Cristian Di Stéfano y Darío Cañete, así como el policía José Maza, de la misma seccional 14ª. Cañete y Maza, además, estaban acusados de violación. El procesamiento, confirmado por la Cámara Federal de Apelaciones, llegó a juicio oral en agosto. El 16 de septiembre, el Tribunal integrado por María Ivón Vella, José María Escobar Cello y Miguel Abásolo, absolvió a todos los acusados. El lunes 23, Día Mundial de Lucha contra la Trata de Personas, dieron a conocer los fundamentos de la sentencia, unas 70 páginas destinadas a demostrar –así se leen– que la denunciante miente.
“Toda vez que el elemento de cargo fundamental ha recaído en los dichos de J. N. C. –que han ido mutando en cada una de las ocasiones en las que declaró–, su relato entra en crisis imposibilitando la reconstrucción de lo realmente acaecido”, dice el voto de Ivón Vella, al que adhirieron los otros jueces, con una diferencia planteada por Escobar Cello, que sí quería condenar a Villalba por ocultar a la menor. “Aun dando por válido el testimonio de J.N.C. –dice la magistrada, dejando en claro que no le creyó–, y considerando la vulnerabilidad derivada de su edad y condiciones socioculturales, la insuficiencia probatoria referida impidió demostrar que dicha vulnerabilidad se usó intencionadamente o se aprovechó de otro modo para captar, transportar, trasladar, acoger o recibirla con el fin de explotarla sexualmente.” No alcanzó que la psicóloga del Centro de Asistencia Judicial, Laura Manzi, confirmara la veracidad del relato de la chica, ni que la médica Amalia Calvo haya dado cuenta de las lesiones sufridas. El fiscal Martín Suárez Faisal apelará el fallo, convencido de que el delito estuvo suficientemente probado.
Los magistrados siempre creyeron que la niña fabulaba. El 27 de mayo autorizaron una pericia psiquiátrica a la víctima, a pedido de la defensa. Una intervención del fiscal Suárez Faisal, junto con el titular de la Procuraduría de Trata de Personas y Secuestros Extorsivos, Marcelo Colombo, lo rechazó por revictimizante y logró que la Cámara de Casación Penal la dejara sin efecto. Para sus señorías, la palabra de J.N.C. valía poco.
No es ninguna novedad en la Justicia argentina. El 27 de enero de 1931, la Cámara integrada por los jueces Oribe, Ortiz de Rozas y Coll sentenciaron que no se pudo comprobar la asociación ilícita y sobreseyeron a 105 integrantes de la red de trata Zwi Migdal, denunciados el último día de 1929 por Raquel Liberman.
En noviembre de 2004, los camaristas Ernesto Pangia, Alberto Bernardini y Eduardo Sorrentino desprocesaron a Diego Parvluczyk, subjefe de la Policía Federal de Rosario, principal sospechoso del asesinato de Sandra Cabrera. Los camaristas descalificaron los testimonios de las compañeras de Sandra por su “estilo de vida”.
En la misma línea, el 11 de diciembre del año pasado, los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, de la Sala II de la Cámara Penal de San Miguel de Tucumán, sobreseyeron a todos los acusados por el secuestro de Marita Verón.
Para los administradores de justicia, son las víctimas de trata las que deben probar su inocencia. Y el delito de la trata es tan inasible que el lunes, mientras manifestaban contra la sentencia frente al Tribunal Federal de Santa Fe, cuatro mujeres y un hombre fueron detenid@s. L@s llevaron varias horas a la Comisaría 1ª. Los efectivos se envalentonaron diciendo que allí, en la comisaría, mandan ellos. Lo mismo que dicen los proxenetas en los prostíbulos.
 
 
 
 
Página/12
Domingo, 15 de diciembre de 2013
 
 
 
 
 
SOCIEDAD › TRES HERMANAS DENUNCIARON POR ULTRAJE A SU ABUELO, UN EX CAMARISTA CIVIL QUE PERTENECE A UNA RECONOCIDA FAMILIA JUDICIAL
 
El juez que abusaba de sus nietas después de ir a misa
 
Los abusos se cometieron durante siete años en la casona del magistrado jubilado, en Vicente López. Fue condenado a ocho años de prisión, que cumple en esa misma casa, y ahora las tres víctimas reclaman una indemnización.
 
 
 
 
 Por Mariana Carbajal
 
 
Una mansión de tres plantas sobre la calle Gaspar Campos, en Vicente López, fue el siniestro escenario de los reiterados abusos sexuales perpetrados por un ex camarista civil sobre tres de sus nietas, desde que eran niñas hasta su adolescencia. Cada domingo, cuando recibía a su numerosa familia para el tradicional almuerzo –después de haber ido todos a misa–, el abuelo, Félix Romeo de Igarzabal, aprovechaba para estar a solas con cada una de ellas, en alguna habitación, para abusarlas y envolverlas en un oscuro pacto de silencio. “Esto es un secreto entre nosotros dos hasta que me muera”, les decía cada vez que las abusaba. De lunes a viernes, hasta hacía algunos años ocupaba uno de los despachos de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, custodiado por un crucifijo. Ultracatólico, integrante de una conocida y acaudalada familia judicial de San Isidro, De Igarzabal fue condenado a ocho años de prisión por aquellos hechos que se prolongaron durante siete años y dejaron heridas todavía abiertas en las vidas y en las almas de sus nietas. Por su edad –tiene 92 años y ya está jubilado como magistrado– cumple la pena en la misma casa donde cometió los aberrantes delitos. La sentencia fue dictada por el Tribunal en lo Criminal N° 4 de San Isidro, en un juicio abreviado. Sus nietas reclaman ahora una indemnización por daño psicológico y moral, en una causa que tramita en el Juzgado Civil N° 1. Pero el abuelo se resiste a allanarles el camino con el argumento de que el delito prescribió. La demanda enfrentó a las nietas con el resto de su familia –uno de sus tíos es juez y otro secretario en el fuero civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– porque temen perder parte de la herencia que esperan recibir cuando De Igarzabal se muera.
 
El caso refleja dos características del abuso sexual infantil: que en la mayoría de los casos los victimarios son personas del círculo íntimo de las víctimas, y que es un delito que atraviesa todos los sectores sociales, y ocurre también en “las mejores familias”. Y puede ser cometido por hombres supuestamente honorables para la sociedad, como un camarista del fuero civil.
 
De Igarzabal fue condenado –por unanimidad de los tres integrantes del tribunal– por los delitos de “abuso deshonesto agravado por el vínculo reiterado y abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo en concurso real entre sí”, por hechos cometidos entre los meses de mayo de 1999 y enero de 2006, contra las tres nietas. El veredicto fue dictado el 26 de septiembre de 2012 por los jueces Hernán San Martín, Osvaldo Rossi y Federico Ecke, pero recién trasciende ahora. “Cuando salió la condena yo sentí que rompí cadena. Hasta ese momento sentía que caminaba encadenada”, graficó una de las víctimas.
 
Las chicas ya son jóvenes y tienen actualmente 20, 24 y 26 años. Los abusos los sufrieron en la mansión de “Veco”, como le dicen en la familia al ex camarista, una casa de tres plantas, amplio jardín arbolado, pileta y dos quinchos, ubicada en Gaspar Campos 468, en la zona más residencial de Vicente López. Allí crecieron la madre de las tres víctimas y sus nueve hermanos. De Igarzabal y su esposa Lita tuvieron diez hijos. Y cada uno de ellos, entre seis y diez hijos. El dormitorio del abuelo y el sótano de la mansión fueron algunos de los sitios donde perpetró los abusos contra sus nietas, según contaron las jóvenes. A una de ellas se la llevaba siempre a su dormitorio, en el primer piso, después de cada almuerzo dominical, con la excusa de buscar caramelos para repartir entre los presentes. Era un ritual. La niña se resistía, porque sabía lo que vendría después: los abusos y la exigencia de silencio. Sus propios padres, y el resto de la gran familia que disfrutaba de la sobremesa, esperaban que fuera para recibir luego los dulces.
 
Un ángel
 
Las tres hermanas detestaban lo que les hacía “Veco”. Como suele pasarles a chicos y chicas que viven situaciones semejantes, se preguntaban si sería normal ese tipo de actitudes de parte de su abuelo. Dos de ellas recuerdan que se dieron cuenta de que estaban sufriendo abusos sexuales leyendo un artículo sobre el tema en el diario, ya adolescentes. Pero ninguna de las tres sabía que “Veco” tenía la misma conducta con las demás. El pacto de silencio que les imponía surtía efecto. Hasta que una de las tres, la menor, en su pubertad, un día estalló en llanto y contó sus sufrimientos a una de sus hermanas. Y así, poco a poco las tres fueron hablando, contando sobre aquellos horrores. El apoyo de amigas y de sus novios de la adolescencia –que les reafirmaban que lo que su abuelo les había hecho estaba mal–, las ayudó a pedir ayuda terapéutica para poder salir adelante, en un contexto familiar que prefirió acallar los abusos sexuales perpetrados por el patriarca de la familia.
 
Al enterarse, hasta la madre de las chicas –hija de “Veco”– y su padre les plantearon que tenían que perdonar a su abuelo. Recién en el último tiempo las han acompañando en su pelea judicial.
 
Con el tiempo, las tres hermanas se fueron dando cuenta de que los abusos incluso eran más extendidos: otras integrantes de la familia les fueron contando que también habían sufrido los mismos abusos. En lugar de cortar lazos con “Veco”, el resto de la familia eligió el camino del perdón por aquellos sucesos, el mismo camino que algunos tíos pretendieron que ellas siguieran. Y las mandaron a hablar con “curas” para sanar sus heridas. A pesar de la presión familiar, las tres hermanas decidieron denunciarlo en la Justicia, el terreno donde durante años De Igarzabal gozó de prestigio y autoridad. Cuentan que las impulsó un abogado, entrenador de su hermano menor de rugby del San Isidro Club (SIC), luego de enterarse por boca del padre de las chicas lo que “Veco”, es decir, su suegro, había hecho con sus hijas, cuando eran niñas y adolescentes. Ese abogado penalista, Eduardo “Coco” Oderigo, fue como un ángel salvador para las tres hermanas y puso en real dimensión la gravedad de lo que habían padecido.
 
La denuncia fue presentada en 2010, unos tres años después de que empezaran a sacar a la luz aquellos episodios tan dolorosos. Pero antes de hacerlo, el hermano mayor de las chicas –en total son ocho hermanos– invitó a sus tíos a una reunión, en un salón parroquial de una iglesia Don Bosco, en San Isidro, y les informó que llevarían el caso a la Justicia. La novedad generó mucho enojo en la familia y la dividió: algunos tíos buscaron que desistieran de su decisión de denunciarlo por temor a las consecuencias del escándalo que podría generar, si trascendía la presentación en los tribunales, tratándose de una reconocida familia judicial de San Isidro. Entre tíos y primos suman nueve abogados. El hijo mayor de “Veco”, Félix G. de Igarzabal es titular del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil
 
Nº 85 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Exponente del pensamiento clerical y antiderechos, este magistrado a comienzos de marzo de 2010 anuló uno de los primeros matrimonios igualitarios realizados en la Ciudad, previo a la sanción de la ley, resolución que le costó una denuncia de parte de otra colega, la jueza porteña Elena Liberatori, ante el Consejo de la Magistratura porteño y de la Nación. Otro de los tíos de las chicas, Francisco, es secretario en el N° 106 del mismo fuero.
 
El cuarto mandamiento
 
Por aquellos días en que tomaron la decisión de denunciarlo, una de las hijas de Veco y madrina de una de las víctimas, le escribió a su ahijada. Del texto del correo electrónico se desprende el posicionamiento familiar frente a los hechos y que ella se había enterado también de que sus propios hijos podrían haber sido abusados por el abuelo, pero que lo perdonaban. “Tenés razón que has sufrido una aberración muy grande, lo reconocemos, sabemos que hizo una herida muy fuerte, pero cuidado que si tocamos mucho una herida, puede convertirse en una úlcera, algo más grande y feo. Reconocerla, saber que está, no esconderla, y luego,... adelante!! la vida sigue... con esa herida, sí, con esa herida”, le dijo la tía, a una de las tres hermanas, por entonces adolescente, que le había reprochado el silencio familiar frente a los abusos sexuales cometidos por “Veco”. El email sigue así: “Nunca escondimos nada ni hicimos pacto de silencio. La noticia nos cayó como baldazo de agua fría, increíble, yo tenía idolatrado a mi padre, me dolió mucho, pataleé, lloré, corrí a hablar con médicos y curas y de a poco, con mucha prudencia, fuimos hablando con nuestros hijos, respetando sus intimidades y ofreciéndoles todo nuestro apoyo y siempre hablando con la verdad, con mucho dolor y con mucho amor, mostrando que fuimos tan engañados como ellos”, dice la tía. Y agrega: “Y te sorprenderá que sigamos visitando a mis padres. Tengo muy claro el cuarto mandamiento, donde Dios nos pide honrar a padre y madre. No los voy a abandonar, menos en su vejez. La vida es así, con traumas y bendiciones. Yo recibí de ellos el don de la vida y la vida en la fe. Qué de contradicciones!!! Parece una locura, pero no los voy a abandonar, es lo que me tocó. Y recibí de ellos valores muy lindos”.
 
“Veco” pidió a las tres nietas que lo denunciaron que le tuvieran misericordia. Se los dijo en unas breves cartas que les escribió a mano alzada, fechadas el 1 de diciembre de 2010, cuando ya la causa penal estaba en curso. Una de las chicas quemó la carta que le mandó, como expresión de enojo hacia su abuelo. Las otras dos las guardaron y las presentaron en la investigación judicial. Las notas fueron sometidas a pericias caligráficas durante el juicio y se corroboró que era la letra del ex camarista. En esos textos, De Igarzabal no se hace cargo de su conducta. A una de las nietas le dijo: “Lamento haber permitido que pasara tanto tiempo sin darme cuenta que te había dañado. Recién ahora tomo conciencia y pido perdón. Apoya a tus padres, que te necesitan, y ten misericordia de mí”. A otra le dijo: “Te pido perdón por haberte lastimado. No tengo explicación ni justificación”.
 
Sordera
 
En los últimos años, el abuelo pagó la terapia psicológica de las nietas que abusó. Hasta que supo que le habían iniciado una demanda civil en la que le reclaman una indemnización por el “daño moral” y el “daño emergente” que les provocaron los abusos sexuales. Esa demanda generó una nueva reacción adversa de parte de la familia, preocupada por si les afectaría la tajada de herencia que esperaban recibir en el futuro. De Igarzabal, dicen sus nietas, es dueño de un campo de unas 300 hectáreas en la localidad bonaerense de San Pedro y una casa en Pinamar, además de la mansión de Gaspar Campos, entre otras propiedades. El expediente 161/2013 tramita en el Juzgado Civil N° 1 de San Isidro. El ex camarista, a través de su defensa, respondió que el delito estaba prescripto y por ende no les correspondía ninguna indemnización. Dos de las nietas, entonces, fueron a verlo a su casa para expresarle su enojo por los abusos y por su actitud frente a la demanda. Les abrió la puerta su abuela “Lita”. Y al conocer el motivo de la visita, les dijo que subieran. En la misma habitación donde tantas veces fueron abusadas, las dos jóvenes le dijeron a su abuelo lo que no pudieron decirle antes. El “se hizo el sordo”, contó una de ellas. “No me importaba su respuesta. Poder decir lo que yo tenía adentro fue una forma de sanación para mí”, describió la otra joven. Tienen todavía las heridas abiertas, aunque están en proceso de recuperación –dicen– después de sufrir tantos años los abusos sexuales de parte de su abuelo

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