5 Palabras (12 trab. 48 pág.)

 Palabras
 
1 Mística del 62
 
 Dios es simple.
Pero los hombres crearon ceremoniales complicados para atestiguar una verdad que se daba a cada momento y en todo lugar.
Y tergiversaron el sentido de las flores y del agua y del viento y del fuego.
Y erigieron imágenes heredadas de dioses vengativos empuñando armas. ..."
"...Y se olvidaron de mirar a  Dios, al pequeño Dios humilde en el pan, en cada pedazo de cielo.
 
Y la vida siguió dándose como por sí misma. Agotando su sentido en el mismo hecho de ser.
 
Pero otra vez los hombres deformaron lo que ya tenía la mejor forma y destruyendo la ruta amplia y luminosa, construyeron callejuelas estrechas y casi tenebrosas por las que encaminaron sus días.
 
Y siempre, más allá de los artificios infantiles de los adultos, seguía dándose limpia y entera la vida.
 
La vida, lo único estable, como aliento y como impulso.
 
La vida exigente que siempre se bastó a sí misma y cuyo clamor ningún otro grito pudo acallar.
 
Vida que hoy vive y no morirá mañana. Porque se genera a cada instante y crece y se multiplica con la fuerza de la sangre que nunca se detiene.
 
Y en la sangre quieta del que hoy ha muerto también he muerto un poco.
 
He muerto en sus miradas y en sus sonrisas. Pero estoy naciendo para el llanto del niño que me llama y de cuya vida joven participo un poco.
 
Y he vivido antes de nacer y seguiré viviendo luego de morir en la vida y en la mirada de los que permanecen.
 
Y si hay un fin, está lejos y vendrá mucho después que todo el aliento vital que rige los mundos y desprende las hojas expire.
 
Ya no trataré de protegerme de su fuerza.  Cederé más veces al golpe y la misma fuerza me ayudará a incorporarme.
 
Ya no importa llorar, porque el caudal de la lágrimas es inagotable y ha costado mucho esfuerzo descubrirle.
 
Sólo bastará permanecer, dejando que el tiempo marchite la piel."
 
"Esperar sin renegar del destino del hombre, que porque es destino es también sentencia y no admite apelación..
Esperar a mirar con los ojos cansados hasta ya no ver y las manos laxas hasta que ya no acaricien ni golpeen, ya cansadas de golpear y acariciar.
Esperar a ser semejante a esos ancianos de rostros surcados.
Y ver en esas marcas las cicatrices de heridas que se impusieron como lo inevitable."
 
"No intentar poner orden, porque eso sería el desatino y la presunción más torpe.
 
No intentar pensar tampoco. Dejar que los pensamientos y los sentimientos  fluyan libres hasta expirar, cada uno con vida propia.
 
Y en medio de ese mar inconexo de dudas, de llanto, de amor y de palabras, de luces y de sombras, seguir, seguir adelante.
 
Seguir hasta el fin."
 
 
 
2 Acerca de dogmatismos
 
Tengo mis primeros recuerdos acerca de dogmatismos despóticos, tal vez de la lejana época de mi catequésis. A todos los niños se nos transmitía de alguna manera que no adherir a determinados postulados, era quedar fuera del mundo de la gracia y de la esperanza y de la vida luminosa de los elegidos. Encontraría otros dogmatismos de distinto signo a lo largo de mi historia.
Y también otras catequizaciones que intentaron incorporarme a otras parroquias de las que traté de  ir corriéndome, a veces sigilosamente, a veces de modo más explícito.
A principios de la Facultad  escuché decir de alguien como descalificación insultante: A ése, decile católico y basta!. Eran tiempos de militante izquierdismo, en los que cualquier sospecha de religiosidad bastaba para que el aludido fuera excluido.
La adhesión al materialismo histórico daba patente de sabiduría, lo demás eran trampas pequeñoburguesas. Costaba pensar la realidad desde otros referentes que no fueran capital, trabajo y plusvalía.
Después fue el psicoanálisis freudiano con su utopía libidinal,  el dogmatismo despótico que capturó los afectos y las inteligencias. Y el que llevó a aquella compañera (Raquel G.) a expresar con candorosa admiración: “¡Conocí a una mujer que es tan genital!” Esto formulado casi como meta existencial y  fuera de toda duda. ¡La genitalidad como utopía y para ello el oro puro del psicoanálisis como opción, al vulgar cobre de las otras psicoterapias!
Más tarde, según llegaban las teorizaciones, las opciones que se proponían eran : psicoanálisis kleiniano o pichiruchi.(Expresión de Mafalda para denostar y que utilizó un compañero para persuadirme de elegir como analista a uno ordoxamente kleiniano) Y es que entonces, analizar fuera del aquí-ahora-conmigo la envidia, voracidad, celos no tenían buena prensa, ni daban visos de seriedad al trabajo que se abordara.
Cuando por los 70 APRO  y CEP  abrieron sus espacios, conocí la palabra epistemología (antes se llamaba Gnoseología o Teoría del Conocimiento) y se inauguraron nuevos cauces al estudio y la indagación. Fueron divergentes y quedaron opacados por otros reclamos que venían de lo político partidario.
En el fanatismo de los 70 si eras peronista  “tenías una posición interesante” y “estabas bien situado”. No sabía bien qué significaba eso de lo que me sentìa excluida. ¡Qué sola me sentí entonces! Quienes me rodeaban adherían entusiastas a un proyecto y negaban una historia. Empecé a dudar de mis recuerdos: el miedo a ser delatada durante el peronismo de los 50 como “contrera”, las afiliaciones compulsivas a la UES, la convocatoria a colgar con alambre de púa los “vendepatrias”, el clima opresivo de la demagogia peronista de mi niñez. Cuando empecé a preguntarme si no estaría equivocada en mi sospecha y no adhesión a lo que se perfilaba como opción política de la mayoría sobrevino Ezeiza. Más tarde  la expulsión de la plaza a “los jóvenes imberbes”, y luego asumió Isabel y salieron las patotas de Lopez Rega a mostrar qué cosas también era ese peronismo que había sido votado por la mayoría.
Luego sobrevino la dictadura que no empezó en el 76, sino en el 74 con el terror enseñoreandose de las calles y de las almas.
En los claustros se fue instalando el lacanismo.
Esa se constituyó en LA CAUSA, para la intelectualidad sobreviviente, aterrada pero aún no enterrada ni desterrada. Y si no se hablaba de deslizamiento de significantes, metáfora, metonimia, cinta de Moebius y matemas  se sospechaba que no se estaban haciendo bien las cosas.
Un compañero (Raúl I.) expresó arrobado una vez: “Tuve una consulta con X para iniciar análisis. Y quedé fascinado porque hasta la empleada es Lacaniana. Le dije buenos días y no me contestó...”
Pasaron los años y las teorías.
 
En lo personal, trabajado los primeros años  (64 a 79) pude hacerlo sin Lacán, y el haber incorporado desde entonces algunas lecturas no aseguró un mejor desempeño profesional, ni mejor asistencia a mis consultantes.
En los 80 accedí a los estudios de Género, perspectiva con la que me sentí en consonancia y me permitió acceder a formas más claras de interpretación e intervención desde lo psicoterapéutico.
Ahora inicio la lectura de Deleuze y sus multiplicidades, sus nomadismos y devenires.
Pero hago la lectura  advertida  de que si requiere de un lenguaje de capilla debo ser cauta.
Porque  así como recomiendan sospechar de un trabajo para acceder al cual debas comprar otra ropa, un traje nuevo diferente del que estás usando, así también sospecho de las teorías que requieren otro lenguaje exclusivo y para iniciados para expresar sus conceptos.
Y sospecho de los saberes que no pueden ser transmitidos de manera sencilla con las herramientas usuales.
Recuerdo que estudiando a Lacán en el epígrafe del capítulo inicial de “La instancia de la letra”,  propuse, si era tan importante lo que tenía para decir, hacer una traducción para poder leerlo “en cristiano”.
No advertía entonces que sólo era una teoría y que en el esfuerzo de apropiarla habría que evaluar sus réditos para decidir la dedicación que se le prestara. Al respecto me sorprendió una colega que dijo haber renunciado a la aspiración de estudiarlo, cuando se dio cuenta que la vida es muy corta y quería incluir otras cosas en ella.
Las perspectivas teóricas desde las cuales se lee el mundo y sus avatares, nuestras problemáticas y desafíos varían caprichosamente.
Estará en nuestra prudencia e inteligencia evaluar éstas como aproximaciones más o menos pertinentes a los hechos que pretende descifrar.
 
“El poder reside en el tipo de conocimiento que se tiene. ¿De qué nos sirve un conocimiento inútil? No nos prepara en el inevitable viaje a lo desconocido.”
 
 
 
3 PALABRAS  Literarias 2007
 
 Acerca de las coincidencias
 
Ellas no se conocen.
Las dos trabajan en un espacio, que yo creía maravilloso antes de escucharlas.
Trabajan en librerías.
Y desde afuera ¿qué más fascinante que un espacio, ahí nomás, a la mano, un espacio con todos los libros.
Yo me creía eso. “La ñata contra el vidrio” miraba los libros, las publicaciones y se me caía la baba hasta dejar charquitos delante de las vidrieras de cada una de las dos librerías. Pero desde adentro, parece que no es así.
Los negocios donde cada una de ellas trabaja, tienen dueño y dueña respectivamente.
Ellos imponen las condiciones: horarios extendidos y sueldos encogidos, tirando a miserables.
Así que coincidían en describir su trabajo como un problema que resolver.
 
Ellas lo habían tomado como salida provisoria, mientras completaban sus carreras.
 
Laeleuna ya hacía varios años que se había recibido, pero no lograba insertarse en la profesión. Ella continuaba tirando puntas, dejando curriculums y hablando con colegas para ver si se abría alguna posibilidad.
En el tiempo en que veníamos trabajando había pasado poco.
Algún Seminario de postgrado. Algún trabajo de investigación.
Alguna cátedra fuera de Rosario.
Y por fin ¡la Maestría en Misiones! Que se decidió a cursar y significó algo importante.
Pero en el horizonte laboral: nada. Nada que fuera significativo. Que acercara la posibilidad de dejar la librería, ese trabajo provisorio que se eternizaba.
Había amigos en España, que la alentaban a presentarse a becas y amigos en Argentina que marcaban algunas pautas.
En lo personal, llevando un inventario de timideces y en lo laboral apostando a una renuncia. que siempre postergaba.
Ella se había saboteado, como sin querer queriendo, alguna de las otras chances que se presentaron. Como aquella vez en que iban a publicarle una monografía, pero equivocó el tipo de letra en la computadora, y en el cambio, el escrito tenía mucha más extensión que la solicitada por la revista y no pudo ser.
Y aquella otra en que no leyó las consignas para un cargo y no pudo hacer la oposición en el concurso, estando ya casi en capilla.
En fin, lo que Laeleuna venía cuestionándose era la necesidad de trabajar más en sí misma para remontar estas cosas y dejar de sentirse un personaje de Puig. Para ello debía desarrollar algo: herramientas para sobrevivir en la selva. En los momentos más difíciles había bromeado: “pareciera que tengo una especie de discapacidad para vivir” y “si no me sale algo me voy de mochilera donde sea…”
 
Laotraele también había tomado el trabajo en la Gran Librería Gran, como medio de solventar sus estudios. Pero los estudios se interrumpieron a pocas materias del título, y el trabajo se fue convirtiendo en algo que ordenaba su vida.
Como la otra actividad, el teatro.
Luego vino la ruptura de una relación y el tiempo caótico de la bohemia. Y por esos azares, el encuentro con un hombre distinto, cuyo lema era: “Porque te quiero te alimento” y cocinando para ella ganó su corazón. Después vino el embarazo y un reordenamiento como no imaginara posible.
Lupe colmó todas las fantasías. Hasta pensaron inaugurar un club de enajenados: “Boludos por Lupe”, que integrarían madre, padre y tía.
 
Más tarde, vino lo que creyó otro embarazo, pero que no era, y que precipitó un drama con resultado incierto y quimioterapia.
A los dos años le dieron el alta, pero los fantasmas quedaron por más tiempo.
Cuando la conocí, todavía estaba bajo el peso de esa historia y en el anhelo que empezaba a insinuarse de otro hijo.
¿Otro hijo para confirmar que estaba viva?
¿Qué había salido indemne de la quimio y el horror?
¿Qué podía darse permiso para volver a intentar algo del lado de la vida?
 
Ella decía que era “dark”, como Lucas, el personaje de Sendra. Decía que habitaba una grieta entre Kierkegaard y Kafka . Que le parecía difícil eludirla.
Y el diagnóstico de su traumatólogo fue: “Tu columna está bien, lo que tenés es un problema de posición ante las cosas”.
Ella planteaba: “Tengo tan mala relación con el tiempo, que parece que no soy normal. Soy discapacitada en relación con lo cotidiano, con la sensación de no estar del todo en ningún lugar. No se como funcionan las relaciones humanas. No tengo sentido común, pero me parece que eso me da más libertad….”
Decía que se sentía identificada con la ardilla de “La era del hielo”,  la que fracasa siempre.
Se tomaba, ese desajuste en su relación con la realidad, como un destino. Pero, argumentaba: “como esa disfunción no esta en el nomenclador, no lo consideran y no entra en las Obras Sociales”.
 
Laeleuna y Laotraele coincidían en algo más que en su trabajo. Coincidían en esa idea de sí mismas como falladas, como incompletas, como provisorias…
Coincidían en una provisoriedad tan larga que parecía permanente, pero ambas traían anhelos estridentes “de otra cosa” que diera más color, más respuestas. A veces pensé en reunirlas y hacer que compartieran sus dudas.
Y algo sucedió en la misma semana. Ellas dos saben que digo la verdad. A los demás puede parecerles cuento.
Laeleuna trajo noticias: una de las inscripciones a becas, de las tantas que había enviado como botella al mar, llegó a destino y tenía una respuesta. ¡Había sido aceptada!
Iba a poder investigar en su tema, dejar la librería y participar de un proyecto con otros becarios.
 
Y Laotraele, además de inscribirse en la Facultad para completar un título intermedio que la habilitaría para alguna otra tarea, trajo la noticia de un embarazo. Su hija había sido la primera en registrarlo: “Soñé que tenías un bebé en tu pancita”.
 
Entoces pasó que Laeleuna empezó a sentir que le empezaba a gustar leer y producir. Que la beca le había puesto pilas y las ideas eran “como una explosión”. “No me conozco, voy por la calle y todo parece distinto…dan ganas de sonreír. Me estuve tratando de acordar del nombre de ese libro que me dijiste que lea…¿Cómo era? ¿La mujer transgresora?”
Entonces me dije que si Eleuna podía pasar de ser un personaje de Puig, a transgredir viejos mandatos y ser una protagonista de su propia vida, entonces, la cosa podía andar.
 
En los mismos días, la grieta entre Kierkegaard y Kafka que habitara Laotraele se iluminó. Dejaba de ser “Dark” como se nombraba a sí misma.
Y el diagnóstico de su traumatólogo: “Tu columna está bien, lo que tenés es un problema de posición ante la vida”, pudo ser mejor considerado. A poco dijo: “Escuchamos su corazoncito”, no puedo dejar de estar tan felíz…”
 
Para las dos L, se abrían, se están abriendo, nuevas dimensiones. La vida puede ser otra cosa.
 M.C.M.

 
4 Literarias 2007-4

Uno
Sombrío le dijo: -¿Por qué no nos casamos entonces? ¡Vos tendrías que haberte casado conmigo!
No quiso recordarle que en ese entonces tenían diferentes proyectos, que él no quería comprometerse, pues todo era (según decía repitiendo al Nano)  “Transitorio y provisional”.
Quería manejarse con la libertad de establecer otros vínculos. ¿Pareja abierta?
 
-Pero yo sabía que sólo iba a casarme con una mujer que fuera como sos vos, agregó, enfurruñado pero como un elogio.
¿Y cómo es eso?, se preguntó.
Creo que sabía  a qué se refería.
 
Después de muchos años y del hartazgo dio con una mujer que era como ella pero diez años más joven, rubia, espigada, y con un padre que le legó campos en la pampa como para que el ejercicio de la profesión no fuera una carga, sino una actividad placentera que da patente de intelectual.
 
Matrimonio tipo, hecho para durar. Hijos sanos, lindos, inteligentes.
Marido aventurero, esposa consecuente.
Pero sucedió que, con la madurez (¿y las desilusiones?)  ella se sustraía y él quedaba en el infortunio de una soledad no elegida. El máximo Don Juan reducido a monje ascético, a marido confundido, a careciente libidinal!
Fue la primera vez que lo vió profundamente triste. Y ver profundamente triste a alguien que fue el más  alegre era más de lo que  estaba preparada para asumir.
 
A veces las elecciones nos meten en lugares que no son los anhelados.
Una mujer que había dado a ese hombre seguridades en cuanto a su lealtad, se ausentaba de una dimensión de la vida en común y lo dejaba en la orfandad.
El hombre más apasionado sumergido en la soledad del rechazo, y guardando las apariencias de pareja, claudicaba del encuentro que sostiene y da sentido.
Las paradojas son crueles. Para quien reivindicó para su vida una sensualidad sin límites, el desdén de la compañera elegida funcionaba como burla del destino.
¿Y para ella ?
¿Qué significaba el reencuentro con el viejo amigo de las discrepancias?
¿Qué significaba la conmoción de ese hombre, a la vuelta de tantas cosas?
La oportunidad odiosa de decir: “Yo te lo dije”.
Pero tampoco era momento.
Quien llora necesita consuelo, no que lo verdugueen.
Así que, pensando que todos nos equivocamos de alguna manera, lo dejó con su tristeza y se fue con la suya.
 
M.C.M.
 
Otro
 
 
 Un encuentro
 
El tiene un refugio.
Y en el refugio un balcón.
Y en el balcón una paloma.
Ella hizo su nido entre las plantas y vuelve cada vez.
A fuerza de volver ya no le teme.
Y eso, el hecho de que no le tema, es hermoso.
Ella sabe que puede quedarse en ese balcón del refugio.
En esa vida que le hizo un espacio.
Y tal vez se acompañan los dos.
Porque él es un solitario.
Que aunque anhele el amor, sabe de su azaroso devenir.
Por eso, muchas veces está triste.
Aunque no se acuerda.
 
Ella sí, tenía memoria de aquella vez en que me confió un secreto:
Detrás de la máscara que mostraba ante los otros, pura euforia y algarabía en el vivir, él era como esos atardeceres grises, en que la garúa es apenas perceptible,
y la brisa mece las gotas minúsculas.
 
Y así, en el balance de la vida que va pasando, está el relato que él se va contando.
Que suma penas y alegrías, recuerdos y nostalgias.
Y que él a veces le comparte, cuando pueden hablar el mismo idioma.
 
Él escribe un libro, en el que una historia se despliega.
En la trama cuenta acerca de amores y de desamores, de desafíos y misterios.
Él escribe su libro, como un modo de decirse a sí mismo,
aquellas cosas que lo constituyen.
Como una manera de cantar una canción.
 
Una canción en la que se integra el relato de sus viajes,
de los lugares bellos que recorriera entonces.
De descubrimientos de espacios y de gentes,
que como forman parte de su historia, también forman parte de su vida.
Como también forma parte de su vida esa tristeza y ese desamparo,
con la que la conmovió entonces, cuando supo de su soledad.
Una soledad que le nubla la mirada.
Una soledad que le inunda el alma en los amaneceres.
Una soledad que lo acompaña sin consuelo. 
 
 M.C.M.

 
 
 4 DE LAS PALABRAS
 
Hay palabras que cambiaron de significado a lo largo del tiempo. Algunas han dejado de utilizarse, y en cambio aparecieron otras que se emplean con insistencia. Las que atañen al universo de lo relacional, y más específicamente de lo amoroso, son particularmente significativas.
 
Para la generación de mi mamá:
-Se llamaba novio al que se recibía en la esquina y con el que se hablaba tratándolo de usted. Ella aceptaba todas las invitaciones porque el noviazgo consistía en eso. En ir a charlar a la esquina “por la tardecita”. Y además porque “si me pedían de hablar, ¿cómo les iba a decir que no?”. Algo similar a cuando la invitaban a bailar en una fiesta: “aceptar es de buena educación”, “si alguien me distingue y me homenajea con su  propuesta, no puedo negarme”.
Esposo (o marido) venía a ser el hombre con el que se casó “para siempre”, por civil el jueves y el sábado por Iglesia, iniciando sexualidad y convivencia recién entonces. Lo eligió, entre otros postulantes “porque era el más serio”. (No decía nada de su condición de morocho atlético de ojos verdes, porque de eso las chicas buenas no hablaban).
Y en cuanto a la categoría de amigo, no existía, porque, se decía entonces, “no era posible la amistad entre el hombre y la mujer”
 
Para mi generación:
-La palabra novio ya implicaba intimidad sexual. La mayoría de mis contemporáneas se iniciaron en la sexualidad con el hombre con el que se casarían. Esposo designaba un vínculo de mayor compromiso, con convivencia acordada, y cumpliendo con las formalidades del caso. Y el vínculo de amistad fue enaltecido, cultivado y sostenido, pero diferenciando éste de los que tuvieran un sesgo de erotismo y sexualidad.
 
Para la generación de mis hijos:
-Los escucho y advierto que amistad implica para ellos intimidad sexual.
Noviazgo no marca una etapa preparatoria, sino que ya implica convivencia,
Y en lugar de esposo/a (el matrimonio es postergado o suspendido) se habla de pareja.
Este concepto de pareja (¿o matrimonio de prueba?) aparece en las últimas décadas y comparte alguna de las características del matrimonio, pero sin papeles y con la posibilidad de retorno a “la casita de los viejos”, a la que no vuelven “vencidos”, sino más “experimentados”. Tal la realidad de los padres maduros, de hijos jóvenes, que más que síndrome del nido vacío, a lo que aluden es al del nido superpoblado, con una adolescencia prolongada de sus hijos, que más que tardía parece retardada.
 
Así, resulta interesante registrar que con una misma palabra: novio/a, amigo/a se esté designando realidades tan diferentes en un mismo grupo familiar, según quién esté hablando. Porque aludirá a un modo de relación que puede no tener que ver con lo que se designa. Sobre todo si habla una abuela de ochenta y su nieta de veinte.
Hay palabras que se reiteran, como la mencionada pareja.
Y otras que suenan antiguas como amante, querida, o los fuertes macho y hembra, que tal vez designaban un lugar impregnado solo de cruda sexualidad, y decían algo cuando la unión matrimonial era monolítica y se discriminaba el vínculo clandestino y devaluado. Con la liberalización de las costumbres y el modo más fluido de vincularse, (el amor líquido diría Zigmun Bauman) esas palabras huelen a naftalina.
 
Pero vale preguntarse qué otros sesgos tomará el lenguaje para designar afectos, lugares y vínculos en esta evolución que nos deja sorprendidos. Y que puede ser fuente de malentendidos cuando se usan palabras que designan realidades diferentes según quién las enuncie.
 
Abundando en el tema:
¿No es válido hacer una recorrida sobre las formas en que se designaba la aproximación a alguien interesante, según pasan los años?
En lo verbal las propuestas seductoras tomaron distintas fórmulas: “¿Podemos encontrarnos para conversar?” era un modo. Solía contarse  a las amigas como: “Me pidió de hablar…” y eso que se decía años atrás, tomaba algunos sesgos localistas como el catamarqueño: “Nosotros practicamos desde jovencitos…”
Solía usarse la expresión “arrastrar el ala” para designar el intento de seducción de los varones, y aunque ha dejado de emplearse, es ilustrativa del modo en que las aves en su comportamiento de apareamiento se conducen. Es el macho el que con movimientos envolventes respecto a la hembra y bajando las alas hasta rozar el suelo, hace su acercamiento. Ella bate sus propias alas velozmente y si se agacha y recibe el alimento que él le acerca en el pico, podemos pensar a que está aceptando la propuesta implícita.
 
Otra expresión más reciente para indicar el éxito en los encuentros es decir: Fulana tiene mucho “levante”. Si la frase aludo a lo que estoy pensando, podemos decir que es muy directa y pobre en metáforas.
 
Respecto al acercamiento físico también puede hacerse un seguimiento de lo que se llamaba “chapar” (¿proveniente del lunfardo?), que después se llamó “apretar” y que ahora se llama “transar”, que convengamos alude al emocionante contacto físico que inician los jóvenes en su descubrimiento del erotismo. Pero convengamos también en los matices y resonancias físicas del “apretar” son propioceptivos, con un registro a nivel de músculos, tendones y articulaciones. En contraste, la connotación comercial de “transar” en esta época de corruptela económica, declinación ética y materialismo a ultranza, no es una expresión muy afortunada.
En el último tiempo se utiliza la expresión : “Estuvimos…”, queda en la incógnita el sentido de la misma, pues se usa tanto para un acercamiento erótico tímido, como para la relación sexual.
 
Y para referirse a la concreción del encuentro sexual no existe el “copulamos” (jamás lo escuché), sino metáforas como la mencionada: “estuvimos juntos” o la romántica “hicimos el amor”. Se suman las versiones lunfardas de “garchamos” o “cogimos”, solo aptas en la confidencialidad de patota.
 
Otro aporte:
 
Además de las diferencias de léxico para describir las realidades sociales en que vivimos inmersos, también hay datos que informan sobre la peculiar subjetividad del hablante. Por ejemplo, son reveladoras de quien está hablando, las a adjetivaciones que utiliza sobre aquello de que se habla.
Hay quienes imponen a sus comentarios previamente una advertencia Así pueden decir que se va a contar “una simpática anécdota, un hecho gracioso”, para lo que se predispone al oyente de determinada manera. Otros, que con gesto y tono apesadumbrado, tal vez no dicen nada pero en su discurso aluden casi siempre a sucesos que van a ser “amargos, tristes o desdichados”. Estas advertencias predisponen al oyente avisado a prepararse a desternillarse de risa. o a que debe sacar el pañuelo y ensayar frases de consuelo. Son más simpáticos los primeros.
Hay estilos personales que reiteran cada uno de esos modos y los hacen prevalecer.
Y no es igual escuchar elogiar las cualidades positivas que se registran en sí mismo/a y los otros/as que  señalar la estupidez, incapacidad o falta de talento.
Si hiciéramos un listado de las palabras más frecuentemente usadas por cada quien, de esa lista podría esbozarse un perfil que aportaría datos interesantes respecto al hablante.
Nos encontraríamos con que, si bien todos utilizamos diferentes palabras según el tema acerca del que se trate, predominarán en cada uno la reiteración de algunas (sobre todo los adjetivos), que por el tono emocional al que van asociadas, dirán tanto de lo que se cuente, como del relator que está contando. Casi como un test que registra la índole de emociones prevalecientes.
 
Más para pensar
 
¿Y cómo nos influyen las palabras? ¿Cómo llegan a nosotros las voces de agravio o de elogio? Y cuáles son las que con más frecuencia emitimos? ¿Para qué lo hacemos? ¿Qué esperamos del intercambio con nuestro prójimo próximo cuando establecemos contacto?
¿Somos receptivos a los mensajes que nos llegan inequívocos y directos?, ¿a aquellos otros que fluyen imprecisos en nuestro entorno, pero que no nos tienen como destinatarios?, ¿aún a los mensajes que nos soslayan sutiles, que registramos casi subliminalmente, como secretos mal ocultos, y cuyo susurro nos alcanza?
 
La experiencia de la distribución de moléculas en el agua, ante palabras elogiosas y amables, formando diseños armoniosos y bellos, por contraste ante la crispada y diferente distribución de dichas moléculas, ante maldiciones, que fue expuesta en “El mensaje del agua” de Masaru Emoto (y aludida en el film “¿Qué diablos sabemos?”), resulta asombrosa pero concluyente respecto a aquello sobre lo que propongo reflexionar: el lenguaje como consecuencia de ciertos factores y su eficiencia como causa y agente de otros efectos que promueve.
Si las moléculas del agua responden al estímulo de las palabras que se les dicen, según sean agradables o insultantes, y nosotros estamos compuestos por tan alta proporción de agua ¿qué otra cosa cabe que pensar estos datos como corroboración de lo que  tratamos de describir? Reaccionamos como receptores de palabras  y a la vez con las nuestras, podemos operar sobre quien nos escucha, sobre aquellos a quienes dirigimos nuestros mensajes, con más vigor del que suponemos.
 
Eso nos hace responsables de elegir lo más sabiamente posible que palabras integrar a nuestros decires, que tono imprimirles, y cuáles los caminos para llegar a ser comprendidos y producir el efecto anhelado. Para ello deberemos atender a “Las tres rejas” que debiera atravesar nuestro mensaje, evaluando si éste es útil, verdadero y necesario para aquel a quien va dirigido.
Pero también, este saber sobre las palabras, debe hacernos más sagaces a la hora de escuchar lo que nos dicen, para preguntarnos en caso de que el mensaje nos sobresalte, ¿quién es el que me lo está diciendo?, ¿qué lo lleva a decírmelo?, ¿por qué me lo está diciendo ahora?, ¿qué se propone con ello?
 
Todas estas reflexiones, para subrayar la relevancia de esta realidad que nos circunda y en la que vivimos inmersos, como vivimos inmersos en la atmósfera, sin percatarnos de ella, tal la naturaleza del lenguaje, fuente inagotable de enriquecimientos subjetivos, espejo en el que mirarnos, y al mismo tiempo, arma y herramienta en nuestros intercambios cotidianos.
 
 
 
M.C.M. 2011
 
 
 
5   LETRAS CONTRADICTORIAS 2

Mi propósito de reflexionar sobre lo contradictorio de las letras de algunas canciones. Y el propósito, por supuesto, surgió de lo contrapuesto de los sentimientos que me sugerían. Escuchar lo cantado y desanudar los afectos puestos en juego: alegría, furia, expectativa, me exigió una  tarea con las letras y conmigo misma a fin de decodificar la causa de agrado y de disgusto.
Las dos primeras: “Himno a la alegría” y “Gracias a la vida”, son coincidentes en la celebración de nuestra condición y en el estímulo a una visión positiva y optimista de la existencia. Son versos que nos ponen en marcha o que nos sostienen en ella.
“Como abrazado a un rencor” surge en directa contradicción a las dos primeras.
Y “Mas de cien mentiras” provee de recursos para pensarse a sí mismos en la lucha por la búsqueda de sentidos. (Más allá de las dudas sobre dichos sentidos)
'HIMNO A LA ALEGRÍA'
La expectativa de una alegría se celebra en este himno. Una celebración en consonancia y en la espera de una hermandad que se supone ha de ser alcanzada. Como si la expectativa fuera la de un encuentro  deseado y además  posible. Alegría y hermandad como soñados desde una convicción y la certidumbre indeclinables
Si es que no encuentras la alegría
en esta tierra
búscala hermano
más allá de las estrellas,
ven canta sueña cantado
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volverán a ser hermanos.
 
'GRACIAS A LA VIDA'
En esta gratitud, hay un reconocimiento a lo vivido, que se da por natural y previsible. En la enumeración detallada y minuciosa de capacidades que en general no se tiene en cuenta, hay una suerte de señalamiento que alerta y hace consciente. Que permite tomar en su valor aquello que omitimos, Aquello que damos por supuesto, y que sólo advertimos cuando falta. Dar gracias, tiene así un sentido casi de plegaria, que surge  como forma de humildad.
 Violeta Parra
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto,
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto.
 
“COMO ABRAZADO A UN RENCOR”
En total contraposición a las anteriores   “Como abrazado a un rencor” resulta feroz en su reclamo por lo padecido y en un instalarse en un implacable,  absoluto y total desprecio.
Sin espacio para reconocimiento, ni gratitud respecto a nada de lo vivido, las palabras despliegan una inmersión total en la desesperanza y el reproche. Como quien se arroja en una zanja y acusatorio, reprochante y quejoso se describe enlodado y embanderado en sus sentimientos negativos,  sin asumir ninguna responsabilidad y poniendo afuera de sí mismo la causa del dolor.
 Antonio Miguel Podestá
Yo quiero morir conmigo,
sin confesión y sin Dios,
crucificao en mis penas
como abrazao a un rencor.
Nada le debo a la vida,
nada le debo al amor:
aquélla me dio amargura y el amor, una traición.
'MÁS DE CIEN MENTIRAS'
En la letra se hace una larga lista de  motivos de existencia, de reconocimiento del prójimo, de excusas o argumentos que ayudan a vivir: valen la pena…Esta enumeración que tiene la belleza de lo arbitrario, incluye una trampa. Esa trampa es que denuncia como mentiras a aquelllas razones que se enumeraron para no morir y para seguir viviendo. Pero como “mentiras que valen la pena”.
Joaquín Sabina
Más de cien palabras, más de cien motivos
Para no cortarse de un tajo las venas,
Más de cien pupilas donde vernos vivos,
Más de cien mentiras que valen la pena.
Hay quien se plantea  que  la letra de Sabina “Más de cien mentiras”, despliega una visión parcialmente budista de la existencia. Esto, porque  todos los recursos enumerados  para no morir (“para no cortarse de un tajo las venas”), y para continuar viviendo  (“pupilas donde vernos vivos”)  son ilusiones (“mentiras que valen la pena”).
Pero por otro lado,  el budismo  considera que vivir es penar, sufrir y la búsqueda es alcanzar la extinción del deseo. En esto se diferencia pues  la canción apela a lo ilusorio como un ancla en la vida.
Me interesa la letra en tanto sintoniza con nuestros mejores esfuerzos  a pesar de sabernos limitados. Las anclas que nos damos, las razones que nos inventamos tienen la grandeza de nuestra pequeñez. Por eso son nobles.
 
20 de marzo de 2014- María del Carmen Marini (con la colaboración de Pablo Ascolani)


 
 
   6 Sobre escribir Buscando sentidos II

¿Y si escribir fuera para mí la meta y la justificación? Desde aquel temor ante el hecho insoslayable de crecer, generar una chance: la de  encontrar respuestas.
Escribir como dice Javier Nuñez:
“Quién sabe si a veces no me escribo sólo para combatir esa ajenidad inevitable que siempre esconde una parte de nosotros a los demás. Si a veces no me escribo con la ilusión de que mis hijos, o mis amores, o mis afectos, puedan leerme entre líneas algún día y sospechar al otro que fui y nunca supe revelar”.
Y hay temas ineludibles. Son los temas universales. Los que nos muerden con dentelladas  precisas  y fuertes. Ya sé, para algunos son los espejos,  los laberintos, el tigre, las ruinas…
Manoel de Oliveira, y me asocio a él,  como si expresara claramente lo que siento, siempre reflexionó sobre  temas eternos: el amor, la muerte y el paso del tiempo. Y la fe, como motor. Desde la necesidad e inevitabilidad de crecer una pulsión que merezca el trayecto. Que lo empuje, que lo potencie. “La fe. Es imprescindible. Sea moral, política o ética. Sin fe no se sobrevive”
Tal vez también con un compromiso con nosotros mismos primero  y respecto a los demás después.
José Saramago completa la idea cuando dice “Sin memoria no existimos  y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir." Creo que alude a ese compromiso.
Tal vez pase por allí: una página que valga la pena. La angustia de la página ante el escritor en blanco, más que la angustia del escritor ante la página vacía.
Hay quienes encuentran su rumbo. En la escritura o en otras creaciones.
El “La escafandra y la mariposa” el logro del periodista que muere  después de haber concluido su escrito. Jean Dominique Bauby dejó el relato que nos asombra y nos da la medida de su valor, cuando cuadripléjico, pero con las capacidades cognitivas intactas, debe encontrar el modo de dictar su testimonio. Solo podía mover su párpado izquierdo, y con ese movimiento, y la dedicación de las profesionales que lo asistieron, pudo llegar a decir “sí “ y  “no” y luego, complejizando ese recurso, poder   dictar el libro donde narraba sus reflexiones y sentimientos. Cuando terminó la tarea, recién entonces, murió.
En el sueño de “El palacio ideal”  Ferdinand Cheval el cartero que completa con piedras su construcción luego de 33 años. Años en los que recogió los guijarros con los que levantaba su castillo- escultura que recuerda la magia de “La sagrada familia” de Gaudí
Son intentos. Con la grandeza de su puesta en juego con lo que se tiene, que muchas veces es menor de lo que se puede, de lo que se quiere.
M.C.M. abril 2015
 
 
 
 
7 PENSAMIENTO DECOLONIAL

Europa decadente

UN IMPORTANTE GRUPO DE INTELECTUALES ADVIERTE SOBRE LA EXTINCION DEL SUEñO DE UNIDAD DEL VIEJO CONTINENTE

“Europa no está en crisis, está muriéndose. No Europa como territorio, naturalmente. Sino Europa como Idea. Europa como sueño y como proyecto”.
… “esta Europa como voluntad y representación, como quimera y como obra, esta Europa que pusieron en pie nuestros padres, esta Europa que supo tornarse una idea nueva, que fue capaz de aportar a los pueblos que acababan de salir de la Segunda Guerra Mundial una paz, una prosperidad y una difusión de la democracia inéditas, pero que, ante nuestros propios ojos, está deshaciéndose una vez más”.
El llamado de intelectuales del Viejo Mundo es tan dramático como lúcido. En su breve y apasionada demostración, el texto se sumerge en la gran miseria europea contemporánea: miseria moral, ética, miseria de la solidaridad, miseria de los ideales que los europeos propulsaron por el mundo.  Eduardo Febbro, Pagina 12, 28 de enero 2013
Francia invadiendo Mali.
Inglaterra recordando a Francia que deberá apoyarla en sus reclamos sobre Malvinas.
Italia con Berlusconi promoviéndose entre escándalos financieros y fiestas con menores de edad (Rubí incluida)
España con un rey adúltero, que tuvo el tupé de pretender acallar a un presidente latinoamericano como si estuviéramos en época de la Colonia, y él tuviera esa potestad, y que para colmo, se convierte en asesino de elefantes.
Con un yerno cuestionado por malversaciones que exige el pago de una fortuna en fianza.
 
¿Quién fue visionario cuando concibió el mundo partido entre Eurasia. Estasia (Asia oriental) y Oceania? Fue George Orwell y marcó un rumbo.
Su libro se llamó 1983. Parecía ciencia ficción.    M.C.M. febrero 2013
 
8 Europa 2014

Tulio Allperín Donghi, en un viejo  programa de “Los siete locos”  y en una entrevista con Cristina Mucci,  cuestionando las certezas que nos habitan, dice una frase memorable:  “¿Al fin que era Europa antes de la Modernidad? ¡Sólo una modesta península de Asia!”.          Luego con el oro de América y la sangre de África, Europa se vestiría con los brillos que ¡reconozcámos! nos vienen deslumbrando. Por varios siglos…A mí al menos los espejitos me fascinaron como a la costurerita del mal paso. La Europa que admiramos no era tal en los tiempos en que Oriente era sede de la grandeza y el saber. La expresión “desorientarse” cuando se perdía el rumbo de la sabiduría, tiene esa connotación. A veces la etimología nos despierta a verdades que estaban allí, y no lo advertíamos.
Y reconociendo las  ambigüedades que me constituyen, no pude menos que asombrarme primero y considerar después, la apreciación del historiador.  Y si digo ambigüedades, es porque la baba que se me cayó ante San Marcos en la Venecia de las góndolas, donde bebimos champagne (en vasitos plásticos, eso sí), casi no la pude disimular. Y porque cuando se encendieron las luces de la torre Eiffel, aquel anochecer de mayo, casi se me pianta un lagrimón… Y porque ante La Sagrada Familia, en Barcelona, por poco no me hago pis de la emoción…  Y a pesar de todo eso, hay algo en todo ello que chirría.
Porque pone el dedo en la llaga de mis contradicciones. Ese boato tiene que ver con la expoliación de bienes, la usurpación de tierras y el genocidio de poblaciones. Y vivimos tan colonizados, que está bien poder repensar a Europa opacada  por  aquella magnificencia de Oriente, que menciona Allperín Donghi,  pero también vale considerar nuestra inserción en el mundo desde este Cono Sur, y respirando los aires de éstos tiempos.
Porque es posible que el Machu Pichu, las pirámides Mayas y “La ciudad perdida de Colombia”, también  nos  susciten profundo interés y hasta apasionamiento. Pero más tardíamente entraron a formar parte de nuestros afectos. La consideración de esta América del Sur como sede de maravillas recién se inicia, al menos para mí.
Tal vez, un poco por nuestros orígenes de “descendientes de los barcos”, La Alhambra, Versalles, el David, estuvieron desde siempre como referentes. Y La Cibeles, vía Venetto y El Arco de Triunfo son insoslayables como parte de la geografía que anhelamos transitar (que tal vez y legítimamente seguimos anhelando transitar, pero desde otro lugar: la certeza de que ya no somos los “primos pobres del campo” en este mundo maravilloso, que justamente los supuestamente “desarrollados” ( Europa y los vecinos del norte), son quienes más agravian y lastiman. Desde otra certeza también: la de que estamos pudiendo vernos cuando nos miramos ).
Así creo, estamos despertando a una nueva forma de situarnos ante mundo que habitamos, desde el descubrimiento de lo que somos y de lo que podemos como sudamericanos.
La referencia de Europa como  “modesta península de Asia” en la antigüedad, hace simetría con la idea de una vieja Europa desgastada,  ante la fuerza de un Sur que se redescubre en su vigor y que pugna por surgir.  M. del C.M.  diciembre 2014

 
 
 
9 MUROS Y MURALLAS

¿Habrán empezado con la muralla china?
Ciudades amuralladas: Cartagena, Colonia del Sacramento y tantas otras. Historias de bloqueos, sitios. ¿Murallas defensivas de invasiones y conquistas? ¿Murallas excluyentes de los que quedaban fuera de ellas?
Y luego: muros que encerraban a aquellos que la discriminación y el prejuicio marcaban como  indeseables . Se hicieron trágicos en Polonia y sus guetos. Marcaban la expulsión de “los otros”.  Varsovia como el grito que atravesó los muros.
Más tarde Berlín y su muro. Imágenes desoladas.
Se replican hoy, como un tajo entre Israel y Palestina.
Proliferan en la frontera de EEUU con Méjico.
Y entre nosotros? No solo en el desprecio a “Bolitas”, “Perucas” y “Paraguas”.  Fronteras simbólicas o  concretas: la portación de cara suele levantar muros.  Y otros muros  nos avergüenzan  rodeando la Villa 31. Otro freno, igual propósito: son “los otros”.
Sí, son historias diversas. Pero en todas ellas: la muerte y los muros.
 
En Ceuta Y Melilla, Europa  presente como España en África, y allí  se  intenta frenar el acceso de desesperados.
Una Europa, que, tan solo un par de décadas atrás, utilizó a  los “sudacas” y “moros” cuando los necesitó, como bien canta Sabina:
“Se matan haciendo camas,
Vendiendo besos, lustrando suelos,
Si pica el hambre en la rama
La tortolica levanta el vuelo.
Y, en plazoletas y cines,
Por un jergón y plato de sopa,
Con una alfombra y un kleenex
Le sacan brillo al culo de Europa. “(1)
Hoy la situación ha cambiado. Y la Europa que se valía de los sudacas, moros y centroeuropeos  debe limpiarse su propio culo.
Europa en feroz crisis, pone trabas, levanta muros, despliega alambrados de púas. Los que intentan llegar por tierra quedan en la frontera. Y  expulsiva, llega al crimen, en el abandono de las balsas en el mar, o en el ataque a las pateras que intentan alcanzar sus costas.
  Hoy África, (la que fue llevada contra su voluntad a servir en otros mundos) acosa las murallas de una Europa expulsiva.
África estuvo en el desgarro de los barcos negreros que capturaban hombres y los llamaban esclavos. Entre ellos agricultores, maestros, artesanos, sacerdotes. No “eran” esclavos. Eran hombres esclavizados por traficantes. Con la sangre de África llevada por la fuerza, se expolió América.
Sangre de África  y oro de América, a partir de los cuales se gesta la grandeza de Europa. Cargamento humano arrancado y trasladado por la fuerza. Barcos atravesando el mar. Entonces seres humanos eran llevados de uno a otro continente con la violencia de no ser pensados como tales. 
(Como luego serían los trenes cruzando países hacia los campos, y más tarde aviones con su carga sobre el río de la Plata. Seres humanos llevados por la fuerza como bultos, como cosas. Como animales).
Entonces, en los galeones se los llevaba desde África. Hoy se les impide el acceso.
Pero hoy, esos seres humanos excluidos de las posibilidades de una vida, no dejan de acosar las fronteras de la Europa arrogante, que pone alambrados, levanta muros a los africanos que llegan por tierra,  impide el arribo de los que vienen por mar.   Lampedusa  en octubre  y Ceuta en febrero. Inmigrantes africanos que intentan alcanzar las costas del continente depredador. Inmigrantes africanos muertos. Oprobio para Europa hoy.
¿Y qué, de África en América?
En aquel entonces, en el Caribe de población negra (pueblos originarios aniquilados) se intentó una rebelión. Haití arrasada.
Hoy la República Dominicana (la misma isla) meta turística, allanada a las exigencias,  desprecia a los vecinos pobres de Haití.
En Martinica, territorio de ultramar de Francia,  se reivindica la condición europea y se construye una réplica de “Notre Dame”.
La negritud oprimida de entonces (barcos negreros) asume hoy la sumisión y reniega de algún pasado de lucha. 
“Hitler le habría copiado a Napoleón la idea de matar en Cámaras de gas.
El emperador francés Napoleón Bonaparte inspiró a Adolf Hitler para crear su modelo de genocidio conocido como “Solución Final”, que tiene similitud con el exterminio de más de 100.000 esclavos negros caribeños a los que ordenó asesinar en cámaras de gas en el siglo XIX en Haití, según sostiene el historiador francés Claude Ribbe en un libro que aparece hoy en París.
En su libro El Crimen de Napoleón, acusa  al emperador francés de ser el responsable del genocidio de miles de rebeldes negros en Haití, tras un levantamiento contra Francia.
Haití era considerada como la joya del imperio francés y para retenerla, Napoleón lanzó una campaña militar para exterminar a toda la población negra mayor de 12 años.
Napoleón ordenó la matanza de la mayor cantidad de negros posibles en Haití y Guadalupe.
El historiados relató que encontró documentos confidenciales en los que consta que coroneles franceses se negaron a participar del exterminio, y particularmente a utilizar dióxido sulfúrico para matar a los esclavos encerrados en los galeones.
En el abanico de críticas y elogios al libro, el periódico France Soir mostró dos posturas contrarias. Por un lado, mezcla imágenes de Napoleón y Hitler bajo el titular: “¿Es cierto que Napoleón inventó la solución final?” . Por el otro condenó la investigación de Ribbe, oriundo de la isla de Guadalupe, a la que calificó  de “insana y malévola”.
En la llamada Batalla de los Tres Imperios, Napoleón derrotó el 2 de diciembre de 1805, cerca de Austerlitz, a las tropas del zar Alejandro I de Rusia y del emperador de Austria Francisco II. Sin embargo, antes de que una ceremonia internacional conmemore el 200 aniversario de la batalla, un historiador empaña la imagen del emperador de los franceses.
“El racismo es el cemento de la esclavitud, su justificación ideológica”, señala Ribbe.  “Napoleón promovió el surgimiento de todas las tesis racistas y pseudocientificistas del siglo XIX, que después fueron retomadas ampliamente por los nazis”.(2)
Los hombres que murieron en Haití a consecuencia de su rebelión, encontraron en los galeones en que fueron exterminados con dióxido sulfúrico, el muro que sofocó sus vidas y sus sueños. Un muro de la misma consistencia que el que se utilizaría en las cámaras de gas de los campos de exterminio.  Primera rebelión en Sudamérica.
Muros y murallas de diferente cariz, defensivos a veces, al servicio de la exclusión otras. Ligados siempre a lo mortífero.
 
1.     Joaquín Sabina, letra de “Tiran la casa por la ventana”
 
1.     Información General: “Debate. El historiador francés Claude Ribbe acusa al emperador del crimen de 100 mil esclavos negros caribeños en Haití” La Capital. 27 de noviembre de 2005
2.      
María del Carmen Marini, febrero  de 2014

 
 
10 Misceláneas de este otoño

DE MARES Y MUROS
 
Vengo pensando que hay cierta equivalencia entre las rejas de nuestras calles y las costas europeas. Como muros, como límites implantados allí entre “los que tienen miedo y los que tienen hambre”. Las rejas que miro, cierran los frentes de las casas, a veces con terminaciones en forma de flecha. En los bordes de tapiales hay botellas rotas, con los vidrios erguidos  amenazando. O alambres de púa enrollados. Un miedo del que está adentro, encarnado  en esa  flechas en esos vidrios disuasorios, gritan: acá está el límite, no avances, este no es terreno hospitalario. Y en las calles el alerta de quienes, a la expectativa de arrebato, pueden llegar a la irracionalidad asesina. Pueden llegar al linchamiento.
Y las costas de Lampedusa también como territorio hostil, para el que se acerca desde el Sur. Un sur que también existe, pero molesta. La Europa que se enseñoreó del mundo, y dio  forma a suntuosos palacios, ve con inquietud el avance de los desamparados de África, y  los naufragios  frenan el sueño de esos despojados de la historia. También los “sudacas” supimos de esa arrogancia del ¿primer mundo?.
Los que, acá y entre nosotros,  circulan por las calles, y miran las rejas, como aquellos que en las barcazas surcan el Mediterráneo, tienen algo en común: la expectativa (¿esperanza?) de quienes no solo están excluidos: son  excluidos.
Y me dirán que son realidades  diversas: lo acepto, lo son, pero tienen estas realidades rasgos en común
Y allá y aquí, como todo aquello expulsado, arrojado lejos y puesto fuera para no ser visto, empuja con la fuerza de lo reprimido, para reinsertarse ante las miradas ciegas.
Los excluidos en nuestra ciudad y en el mundo, pasan a interpelarnos  en lo presente y cotidiano al modo que saben, en la forma en que pueden. A veces mueren asesinados  en el intento. Como David Moreira. A otros, se los deja morir. Como los setecientos náufragos de  este mes ante las costas europeas. Y tantos otros.
Y pensé en los amos del mundo cuando leí:
 “El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, acusó ayer al tabloide británico The Sun de “incitar al odio contra inmigrantes”, por publicar un artículo en el que llama “plaga humana” y “cucarachas” a ese colectivo y sugerir que sus barcazas sean hundidas con lanchas cañoneras.
…El artículo de Katie Hopkins, habitual columnista del The Sun, se inicia con un provocativo párrafo en el que señala: “Muéstrame fotos de ataúdes, muéstrame cuerpos flotando en el agua, música de violines y personas delgadas con cara de tristeza. No me importa”. El artículo llevaba por título: “¿Barcos de rescate? Yo usaría barcos de guerra para frenar a los inmigrantes”. Página 12, 25-4-15
El razonamiento es equivalente al que gritan aquí quienes piden: ¡Napalm en las Villas! Basta de bolitas, paraguas y perucas invadiendo a la gente de bien! (¿?)
 Leemos en contraposición algo que Galeano escribía sobre “…esos hijos de puta que se dedican a atormentar a la humanidad viven vidas larguísimas. Esos no se mueren nunca, porque no tienen una glándula, que la verdad se da bastante poco, que se llama ‘conciencia’ y es la que te atormenta por las noches”.  (Radar libros,19-4-15) Y yo ampliando la mirada, recordaba a aquella Tatcher de Malvinas (¿revivida en Cameron?), y pensaba,  hoy día, en el Griesa de  la deuda (buitres genuflexos)  y hasta en la rigidez de algún juez vernáculo,  tan conservador como momificado en el cargo.
Y se me ocurría que, quienes desde una posición de poder sostienen tercamente privilegios y reclamos y niegan o subestiman cuestionamientos,  como ellos, están corriendo un riesgo. El riesgo de quedar inscriptos en la historia de la necedad.
Ya sé que, a veces, todos tenemos un lobo en el corazón, y que cuando se activa: chau compasión. Ya sé que todos tenemos un enano fascista replegado en algún rincón, que cuando se despereza nos pone prejuiciosos, discriminadores , intolerantes. Sería falso de toda falsedad no reconocer y combatir primero adentro lo que portamos, en tanto también nos constituye.
Creo que toda crítica debiera empezar con un ejercicio de autocrítica, y sé que estas reflexiones “transitorias y provisionales” como cantaba el Nano, me ponen en jaque ante mí misma. Que la fraternidad a la que apelo, que la igualdad a la que aspiro, a veces colisionan con la libertad. Una libertad de andar  mis calles sin  inquietud  ni  temor. Porque la desigualdad crea la violencia que nos pone en sobresalto. Y la fraternidad  parece un sueño.
Por eso este intento de pensar, de pensarme, de pensarnos como colectivo. Hay en ello  una búsqueda de esas respuestas elusivas, que permitieran alguna luz.
M.C.M. 28-4-15



11 Reflexiones en torno a la muerte  Pensamientos íntimos 2018
 
REFLEXIONES EN TORNO A LA MUERTE Y AL MORIR
…Entre tantos quehaceres, he olvidado que también es necesario morir. Imprudente descuidé este deber, o lo cumplía superficialmente. A partir de mañana todo cambiará. Empezaré a morir cuidadosamente, con sabiduría, serenidad y optimismo, sin perder tiempo.
Tadeuz Rozewitz
 
Me propongo reflexionar sobre los cambios operados en torno a la manera en que se afronta el fenómeno de la muerte, tanto a nivel subjetivo, como a nivel social. Desde aquella muerte que un par de generaciones atrás, era llorada con pena y duelada por largo tiempo, nos encontramos hoy con otro panorama. Entonces era ineludible el velatorio y la ceremonia del entierro, la convocatoria a familiares y amigos. La noche acompañando a los deudos. La ropa de luto. Las visitas al cementerio. La supresión de celebraciones durante un largo período. El silencio. La muerte como un acontecimiento de profunda significación y presencia en la vida cotidiana.
En estos tiempos pareciera darse un fenómeno de negación de la muerte en ciernes o ya acaecida, y de elusión de los sentimientos angustiosos que genera. Los rituales tienden a ser simplificados al máximo, cuando no a desaparecer.
La banalización de la muerte, esa disminución de rituales y hasta la evitación de referirse a la misma, expresa la dificultad de incluirla como parte de la vida y de su lugar en  los lazos.
Suele así suceder que se elude algo que es  necesario. Pensar con Norberto Bobbio que:
 …Respeta la vida quien respeta la muerte. Toma en serio la muerte, quien toma en serio la vida, esa vida, mi vida, la única vida que me ha sido concedida, aunque no sepa por quién e ignore por qué. Tomar en serio la vida significa aceptar firme, rigurosamente y lo más serenamente posible, su finitud.
El contexto actual
Con la prolongación de la vida y ancianidades cada vez más extensa, se  dan situaciones en que esa sobrevida da lugar al agotamiento de paciente y familiares, y en casos a la indecencia de  un encarnizamiento terapéutico. Me temo, que éste, poco tiene que ver con lo razonable y lo piadoso, y más con intereses de una medicina entendida no como servicio, sino como fuente empresarial de ganancias. Volveré sobre este punto.
Con la reducción del número de integrantes de las familias la carga del cuidado de ancianos y enfermos recae sobre pocos. Los hijos ya mayores de ancianos muy longevos, suelen referirse a sensación de alivio cuando terminan esos tiempos de dolor. “Los peores años de mi vida”, dijo alguien, del lapso de dependencia de su madre antes que muriera, y que lo mantenía a él a cargo de su cuidado, como una penosa obligación.
Y se ha instalado bajo estas circunstancias, un sentimiento de apropiación de la vida en de los hijos o familiares a cargo, que no pueden disponer en libertad de su tiempo, sobre todo del tiempo no laboral, esto es: feriados, fines de semana y vacaciones.  Correlativamente en los ancianos, un sentimiento de apropiación prematura de sus bienes, que los  puede llevar a sentirse despojados. En los ancianos instalados en geriátricos, la casa que ocupaban, suele ser dispuesta, sin su consentimiento. Cuando el anciano menciona la posibilidad de volver, sus palabras  son desoídas y eludidas por quienes ya la ocuparon, a veces desde la mala conciencia.
Recíprocos despojos. De los bienes de unos  y de las oportunidades de vivir libremente de los otros. Sobre todo con senectudes prolongadas. Es frecuente que quienes  envejecen deben deponer el mando, y esa pérdida sucede sin resignación y muchas veces  con furias y despotismos. Generalmente despotismos ejercidos  sobre los familiares más comprometidos, desde una ingratitud que no considera que el cuidado que se le dispensa al anciano o al enfermo, implica tiempo, esfuerzo, energías, y también la postergación de los propios proyectos del cuidador.
Las diferentes muertes
La muerte suele ser corolario de la vida vivida, en ese sentido, quienes pudieron encontrar un sentido a sus esfuerzos, debieran contar con mejores herramientas para atravesar ese trance, que es insoslayable. Pero ¿será así? Al respecto escribe R. M. Rilke:
 Señor, concede a cada cual su propia muerte, La que sea verdaderamente salida de esta vida en la que halló el amor, la angustia y un sentido.
C. Jung describió una vuelta  a un sentimiento oceánico, de serenidad,  de inclusión en el universo en aquellos ancianos que habían podido madurar en plenitud y una aceptación del fin de la vida, sin desasosiego.
En la misma dirección, E. Erikson plantea la Integración del yo como meta para el ser humano, que de no lograrlo lleva a caer en la desesperación en el final.
Pero sucede que por la angustia que implica afrontar este tema, suele postergarse, eludirse, en suma: negarse.
Se describen formas difíciles: muerte gónica, aquella que describe quien sumergida en el dolor y el desconsuelo, llega a expresarlo: Así fueron las palabras de la abuela diciendo: “Que terrible es la agonía…”
Las muerte súbita que pueden parecer piadosa para quien la transita, pero que no permiten un balance al que se va  y que dejan en confusión a los deudos, no preparados para asimilarla.
La muerte anticipada de aquellos, en que no hay posibilidad de recuperación, y se decide suspender las terapéuticas, dejando solo cuidados paliativos. Sabiendo y aceptando que el desenlace será acelerado  y con ello empezando la tarea de duelo.
La muerte gloriosa de quienes se despiden en paz. Un anciano se refería a que veía ángeles volando en torno.
 Una mujer profundamente religiosa se refirió a la Virgen, que se acercaba luminosa. Y partió con una paz singular, como en total coherencia de su fe. Se la veía calmada en su pasaje al misterio.
Hubo quién menciona en ese trance, al ser amado que partió con anterioridad y que en ese momento venía a su encuentro.
En ese mismo tono, E. Rodrigué  describe para una religión africana: “Madre Aninha, dio las instrucciones finales, designando a su sucesora. Luego pasó a hablar en yoruba… Al percatarse que nadie comprendía exclamó ¡No saben lo que se pierden! Esas fueron sus últimas palabras.   (Madre Aninha era Yyalorixá –sacerdotisa-del candomblé en el terreiro de Bahía)
Esto parece coincidente con la sabia la disposición ante la muerte descripta por Carlos Castaneda en los pueblos por él investigados, en donde la muerte es concebida como un retorno a la energía original.
Su entrenamiento en un tipo particular de nahualismo tradicional mesoamericano lo llevó a escribir estas experiencias en obras de valor antropológico. Refiere haberse  convertido en un chamán nagual tolteca, tras un intenso entrenamiento de modificación de la conciencia y su percepción, que incluía el uso ritual de enteógenos.
También así lo expresa otro estudioso colombiano: Antonio Iriarte. Escribe al respecto en su carta antes de morir: …De manera que aquí no hay lugar ni para la amargura ni para las despedidas, por la razón simple de que no voy a ninguna parte. Me quedo donde siempre he estado,  aunque bajo alguna forma diferente.
El acto de morir, si bien, como la lluvia, es un evento común, muerte y lluvia ostentan la impronta sagrada presente en la totalidad del universo…El llover es tan común y tan sagrado como el nacer y el morir.
Llegado el momento se trata de dar el paso con pie airoso, sin temor pero con respeto, para sumergirnos solos y en silencio en el más  impenetrable de los misterios.
 
Y para los creyentes ?
El culto católico al Cristo de la Buena Muerte tiene vigencia para quienes desde la fe, pueden depositar allí su esperanza. Es venerado en diferentes países: España, México, Argentina como proveedor del sentimiento de paz y serenidad en la instancia final.
Y el sacramento de la Extremaunción, que se aplicaba a los enfermos en los últimos momentos. Ahora llamado unción de los enfermos (también para los muy ancianos) que cumpliría el mismo cometido.
El sacramento de la unción de los enfermos es un acto litúrgico comunitario realizado por parte de distintas Iglesias cristianas (Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana) por el cual un presbítero signa con óleo sagrado a un fiel por estar enfermo, en peligro de muerte o simplemente por su edad avanzada. Con esta acción se significa que le es concedida al enfermo o al anciano una gracia especial y eficaz para fortalecerlo y reconfortarlo.
Despedida
Sucede así que hay quienes tienen un registro del momento de su final, ¿dicen o hacen algo con el tono e intención de una despedida?
Escuché la pena de un hombre a poco de morir su esposa. Refiere que dormían juntos cuando ella lo llamó, se abrazó a él y perdió la conciencia. Murió sin llegar a  recuperarla.
Otro que estaba en el tramo final de una enfermedad prolongada, pidió a su compañera que se acercara para tomarle la mano y allí se fue.
También escuché a la anciana que dijo la noche previa, que quería contar un secreto. Como una suerte de balance de lo vivido.
Y estuvo aquel médico que me dijo: He sido bendecido, tuve padres que me amaron, hijas que llevan su vida con generosidad. Y amé mi tarea, apasionadamente, como se quiere a una mujer. No es poco haber salido de un hogar humilde, y llegar a trabajar en el hospital con la alegría de quien encontró su lugar.
Y en el otro extremo, también hubo la  penosa muerte de quien se fue maldiciendo la vida vivida, por renegar de su historia.
De guerreros y patriotas
Se citan las palabras de los que murieron luchando:
Victoria y su compañero gritando:  “No nos matan, elegimos morir...” reivindicando su posición.
El Espartaco de quien se cuenta que se preguntó en un grito, ¿por qué habían fracasado?.
Y la muerte celebrada, que leemos en los libros de historia, del sargento Cabral, por haber abatido al enemigo.
Y la reflexión de  Mariano Moreno: Ay Patria mía ¡
De artistas y creadores
Y la presencia de la muerte, pone un tope y es la que hace al sentido de la existencia. La actitud ante la muerte se modifica cuando el individuo siente que le puede darle valor. A esa muerte que hace valioso el tiempo? Al hecho de haber estado vivo?
Y ese valor, suele expresarse en las obras que se pudo plasmar.
Estuvo la conmovedora partida de mi amigo escritor. Sus amigos leían para él poesía en su final. Y él sonreía al escucharlas.
Y también relatan que Goethe escribía con el dedo en el aire mientras moría. En el que claro que estilo  de la muerte es el estilo de la vida
“A pesar de todo, sigo teniendo esperanza. Espero con todo mi corazón que se pueda pintar en el cielo” refieran que dijo  J. B.Corot
  Y Beethoven:  “En el cielo oiré!”
Aquellos tal vez  pudieron permanecer instalados en sí mismos, al menos en alguna dimensión, hasta el fin.
Y en una medida menos gloriosa
El profesor de danza que en su partida y ante un grupo de alumnas, dirigía imaginariamente la coreografía de una clase.
La que en su final,  hacía como que manipulaba telas para confeccionar vestidos a las muñecas.
El que en los últimos momentos se figuraba dirigiendo el coro, remontándose a un momento de su historia.
Todos ellos como si se estuvieran yendo desde los lugares en que se compuso su quehacer.
En una vinculación de la conciencia del momento y lo que había sido la creación como experiencia profunda.
Tal vez así pueda interpretarse a S. Kovadloff cuando escribe:
Morir bien es morir a tiempo. No hay peor infierno que asistir a las exequias del propio deseo. Al funeral de nuestras pasiones. La muerte es por eso … lo que a diario nos acecha. Lo que nos esteriliza, lo que encallece la piel. La ausencia de propósito, la apatía, el desapego a los seres... Esa es la muerte que mata y no la que viene después. Por eso, imploremos que la muerte nos sorprenda sedientos todavía, ejerciendo la alegría de crear. Que nos apague cuando aún estamos encendidos.
 
Y cuando no es así?
Cuando no es así el sinsentido es una losa con peso de tragedia.
Esos que, mueren ajenos a sí mismos, perdidos en la niebla, yaciendo en un resto carnal que respira y late, pero no habla, no escucha, no mira, solo sufre. Resto, despojo. Infame vergûenza que por días y días entrampa a ese, no del todo muerto y a los otros, los cercanos que esperan el final.
Hubo aquella que dijo que esperaba morir de una vez y  no ir muriendo lentamente en la procacidad y la pornografía  de un cuerpo que respira cuando la vitalidad y energía de quien lo habitaba ya no está. Pero ¿se puede elegir?
Y después
Lo que queda, lo que se deja:
Y en casos, además de posesiones, así también cartas, recuerdos, ocultos mientras se pudo mantener la reserva y que desnudaron  después alguna dimensión escondida del que se fue.
Los secretos que formaron parte de esa vida y que quedan expuestos. Hubo el que ocultó las bolsas de su colostomía, con sus propias heces, desde diciembre en que fue operado a marzo en que falleció. Allí  en que fueron encontradas en un recipiente al vaciar su taller.
Otro fue la doble vida que llevaba, la que desató la consternación en su entorno.
En un caso lo escamoteado eran bienes materiales, ignoradas hasta entonces por su familia.
Tal vez todos dejamos escondidas cosas que nos avergüenzan, o no quisimos compartir, o nos perturban al punto de no asumirlas.
Pero también quedan las obras, quedan los recuerdos y quedan los enigmas. De aquello que fue y nadie supo.
Y en los que quedan?
En los que deben atravesar el duelo, distintos caminos. La negación puede ser una estrategia para lidiar con la pena, ineficaz a largo plazo, solo posterga el trabajo de duelo. Otras veces sucede un intento de conexión que brinde la ilusión de encuentro con quien falleció. En ese sentido hubo un padre que desconsolado, quedó durmiendo en el auto a las puertas del cementerio, en que dejaron a su hija de pocos años, según decía, para que no se sintiera sola. En el intento de un acompañamiento penoso y tardío.
Y otro padre que pasó toda la noche junto al féretro, hablando a su hijo muerto para decirle todo lo que había sido acallado.
Pareciera que en ese sentido de búsqueda de contacto  con el amado perdido, en  culturas orientales, se da un espacio para el altar familiar a quien sigue de algún modo tutelando a sus familiares, como alguien con presencia en lo cotidiano.
Desaparecidos
Merece un párrafo aparte la barrera interpuesta en estos casos.
El  castigo de impedir la inhumación de los restos de los muertos en combate ya está descripto desde Antígona, como cruel venganza del tirano. Las Antígonas criollas como se dio en llamar a las madres de Plaza de Mayo, han puesto en evidencia ese segundo crimen: el que implica no poder dar sepultura a sus hijos  muertos.
La necesidad de procesar el duelo es un requisito en defensa de la salud mental de los que quedan, de allí el horror de ser obstaculizado con el drama de la desaparición. Se impide una tarea insoslayable y con ello se atenta contra ese duelo que queda congelado en los que amaron al ausente. Si el culto a los muertos es universal y atañe a diferentes culturas es porque responde a un requerimiento profundo e ineludible.
La pena capital como arrogancia.
Desde qué peregrino, absurdo, inquietante lugar puede instaurarse como legal la muerte de un prójimo? La crueldad de la pena de muerte, supera lo imaginable, pues quién puede asumir la soberbia de darse por dueño de propiciar ese acto?
C. Kieslowsky en “No matarás” plasma en su película, el mensaje tan claro como su título. Un asesino cruel, es sometido a la pena de muerte. El asesinato premeditado del hombre por el hombre no se justifica bajo ninguna circunstancia y llama a la reflexión más profunda del tema de la muerte provocada. 
El asesino no es justificado, su acto es brutal e intencionado y así lo hace ver el director, pero también nos recuerda, que somos una sociedad que genera violencia.
A la condena a muerte del asesino, le siguen escenas terroríficas de lo que no es más que un asesinato premeditado más, su condena a muerte, y con una frialdad espeluznante es asesinado de manera legal por el estado.
¿Es válido responder al hecho de  matar, matando ….matamos porque alguien mató… una cadena infinita de muertes.
El criminal que mata es repulsivo, el estado que lo condena y lo asesina, también.
¡No matarás!, dice Kieslowski es su alegato contundente contra el asesinato calculado, de cualquier índole.
 
Suicidio Eutanasia
 Camus comienza El mito de Sísifo: “El único problema verdaderamente serio es el sucidio. Juzgar si merece o no merece la pena vivir es contestar a la pregunta fundamental de la filosofía”. Sólo hay un animal que se suprime voluntariamente la vida: el hombre.
Uno de los primeros grandes debates abordó este tema de la autoeutanasia.
En Inglaterra, la Sociedad para la Eutanasia voluntaria, fundada en 1935,  renace con fuerza bajo el nombre simbólico de Exit (Salida)  en 1981). En su cruzada por el derecho a partir antes que sufrir, se instaura como asociación filantrópica .La  defensa es respecto del derecho a morir con dignidad. 
Su manual de autoliberación es el mejor método para aprender a morir serenamente. La Guía para la liberación personal (Guide to self deliverance) es llamado El libro del buen morir.
 La organización que combate el suicidio llamada Los Samaritanos, y al colegio médico inglés, ven en la eutanasia la negación de la Medicina.  Nicholas Reed  líder de Exit, contestó que la verdadera prevención contra la muerte consiste en mirarla de frente.
 En verdad en nuestros tiempos pareciera considerarse la muerte como un acto indecoroso: “El hombre oculta la muerte como oculta el sexo o los excrementos”, dice Edgar Morin.
Las  reivindicaciones de las asociaciones por un final digno, tienen el propósito de que el protagonista de esa muerte pueda decidir cómo atravesar los últimos momentos, sin  esperar la decisión de tanatócratas que pueden prolongar la vida indefinidamente, según criterios ajenos al del principal interesado, quien está muriendo.
Una tanatocracia opuesta al amor, al respeto y a la compasión.
                                        +          +          +          +
En este recorrido por algunas ideas respecto a la muerte y al morir quedan esbozadas pistas para profundizar y desarrollar. Un tema universal que nos atañe y nos interpela, en tanto aunque es cierto que en el tope nos encontramos con lo desconocido, vale avanzar hasta donde nos sea  posible.
 
María del Carmen Marini- 2018
Adenda
                                                            Des-tiempo
                          Marcas que marcan y se des-marcan,
                          Trazos que dibujan otros trazos de
                          Alguna presencia que devino en ausencia
                          Para recordarnos con más fuerza
                          La primera.
                          Dibujan y se des-dibujan
                          Para intentar burlar
                          Lo más temido
                          El paso del tiempo y su implacable
                          Paso.
                          Intento absurdo de Inmortalizar el tiempo
                          Como aquella estatua de sal.
                          Como una foto que intenta detener el tiempo.
                          Un tiempo que no es, y otro que ya fue.
                          Pulsión de muerte
                          Que nos habita, intento denodado
                          Del humano en querer burlarla
                          Borrando sus marcas y sus pasos silenciosos
                          Pero implacables.
                          Negación del tiempo,
                          Deseo de inmortalidad, eternidad
                          Porque acaso ¿lo único eterno sea la muerte?
                          ¿Y la vida?
                          ¿para qué es vida, si hay que negarla?
                          Sin muerte no hay, y sin vida no hay
                          Entonces, si ambas se necesitan implicándose
                          No será entonces, mejor que nos abandonemos
                          En sus brazos y nos dejemos atravesar por ellas
                    Y que ellas nos atraviesan?
 
Dorcas Bressan 2018
 
 



12 Los muertos vivos. Los vivos muertos  2019

LOS  MUERTOS  VIVOS.  LOS  VIVOS  MUERTOS
Los primeros, los muertos vivos,  forman parte de las sagas de vampiros y de zombies. Sobreviven chupando la sangre a sus víctimas o comiendo sus cerebros. Quién no tembló en el cine con el Drácula que despertaba de su féretro al anochecer? Quien no se sobresaltó con la aparición  tambaleante de entes desarrapados y heridos, ante las imágenes en la televisión?
Sangre y cerebros como metáforas de lo vital. Sangre y cerebros como lo anhelado por los que ya no son sino autómatas. Vampiros esperando la oscuridad para dejar la tumba. Zombies desplazándose como muñecos desarticulados y amenazantes. Ficciones.
Paradójicamente, otra mirada sobre el tema, qué es lo que sucede con  quienes están muriendo? Qué implica ese tránsito? Realidades.
Son los vivos muertos en la cama de casas,  hospitales y geriátricos, donde permanecen en suspenso. No murieron aún, pero ya no viven plenamente. Para quienes perdieron la capacidad de comunicarse (dejaron de hablar, no se sabe si escuchan) y la posibilidad de valerse por sí mismos.   Sin movilidad, sin control de esfínteres, asistidos en lo más íntimo y alimentados por una sonda, lo que sigue vivo en ellos es el corazón que bombea y la respiración que continúa. Esas funciones reducidas a su mínima expresión. Sí, realidades agobiantes.
Lo que ellos fueron cuando amaban, luchaban, cumplían sus sueños o padecían penurias, eso ya no está. Se han deshabitado. Hay un cuerpo inmóvil que es manipulado por un ejército de familiares y de enfermeras, para evitar los daños en la piel. Familiares fatigados que se preguntan: Hasta cuándo? Enfermeras que realizan un trabajo difícil, por el que cobran un sueldo que nunca está a la altura de la tarea, a veces en instituciones que van proliferando con el achicamiento de las familias y la longevidad de las poblaciones. Instituciones que en muchos casos especulan espuriamente y trafican con dolores,  penas y cansancios. Porque ha de ser difícil estar en el lugar de asistencia desesperanzada de alguien que, casi con certeza, ya no volverá. Que lo que cabe esperar, es que quien está muriendo, pueda partir, con el menor sufrimiento posible.
Hay respuestas para esto? Hay alguien suficientemente sabio para decir su palabra?
Quién dispone de la prudencia y la honestidad de encontrar el sentido a la prolongación de esa permanencia que no es vivir, pero que continúa hasta límites impensables por la sofisticación de la tecnología médica actual. Días, semanas, meses. El afecto, la gratitud y la compasión arrasadas por las noches de cuidado y los días de desgaste en el sostén de esa brizna que palpita. El que yace inmóvil, en el pasado fue amado y fuente de protección y alegrías para los suyos, y se ha tornado en su prolongado final, una bomba succionadora de energías de quienes quedan a su cuidado.
Si sembró amor, la paciencia permitirá una espera delicada, en donde no se nombra lo que todos esperan: un final con dignidad.
Hay otros dramas, en enfermos y ancianos, en quienes no declinaron las funciones cognitivas. Que permanecen lúcidos y en los que es el cuerpo el que ya no sostiene. En ellos está preservado el pensamiento, la memoria, la voluntad. Pero la afección  impide la movilidad, la autonomía, la capacidad de bastarse hasta en lo más sencillo de lo cotidiano. Y esto suscita una impotencia que a veces se tramita con una respuesta de ira, con despotismos y maltratos para quienes, justamente, asisten a quien está impedido. Tiranías insoportables que ensombrecen el vínculo.
En otros casos (los menos?), en vez de ira por la impotencia, sobreviene una resignación y una gratitud que permite un modo solidario entre cuidador y asistido. En que acompañándose en ese tramo, pueden el uno partir, y el otro permanecer, en la pendiente ineludible, sin quejas ni reproches.
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Tal vez, así fue el de María José.
María José Carrasco era madrileña. Tenía 61 años. Treinta años atrás le habían diagnosticado esclerosis múltiple. A los diez años de padecer la enfermedad hizo un intento de suicidio. El esposo llegó a tiempo entonces, para evitar su muerte. Este abril, veinte años después, grabaron un video donde ella expresaba su deseo y decisión de morir. Ellos lo grabaron como un testimonio y  para que al auxiliarla para ello, para morir, él no fuera acusado.
Habían intentado que ella estuviera internada en una residencia especializada, mientras él era operado de la columna, dañada por los años de atención a su esposa. No la obtuvieron, enredados en las trabas burocráticas siempre ciegas.
Postergó tres veces su cirugía. La desesperanza prevaleció. O fue el final inevitable tras treinta años?
Alguien puede decir cómo pensar este drama, que es humano, que nos concierne, que nos afecta y que hunde dolorosamente sus resonancias en nuestras realidades.
Quién puede, con responsabilidad, condenar o elogiar decisiones que atañen a los bordes de la resistencia de quien va a morir, de quien lo asiste?
Habrá una muerte misericordiosa? tal vez aquella en que la suerte permitiera una despedida sin desasosiego, con un balance acabado de los días y las horas. Tal vez  si pudiéramos  irnos sin atravesar esa etapa de muerte en vida, (regalo envenenado de la tecnología?) . Partir sin arrastrar los días finales como penuria y sin condenar a los otros a ser testigos de una declinación sin retorno, ni consuelo. Partir en paz y dejando en paz a los que quedan.
 
María del Carmen Marini,  abril 2019
 
 
 
 

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