TEXTOS SOBRE GÉNERO
0 .MUJERES DEL 2004
Me dieron ganas de contar de estas mujeres. Las del 2004. Las que conocí o reencontré en algún momento del año.
¿Y por qué? Porque me enseñaron cosas, sin duda es por eso.
A Paola la conocí en Indeso. Coordinando un taller sobre identidad, acompañándome, como otras veces con Noelia. Me gusta trabajar con ella porque es fresca, joven, creativa, afectuosa, inteligente y leal. De Noelia también escribí, cuando en su cumple le di una carta diciéndole como la veía. Pero esa es otra historia.
Y en ese grupo de veintipico mujeres, que coordinabamos Noelia y yo, Paola enseguida se destacó. Un poco por presencia (Alta, imponente, con su cabello blanco y la mirada atenta), otro poco por actitud (Le costaba entrar en los trabajos que proponíamos), pero sobre todo por lo que dijo y por como lo dijo, cuando al fin se abrió.
Paola había atravesado una historia triste, de abandonos, orfandades y despojos. Pudo contar la falta de protección padecida y atribuirla a la manipulación de una madre que no la amó.
Pero una vez tuvo un encuentro. Ella era una joven de unos veinte años y él apenas un chico de quince o diez y seis. Y sin embargo en ese encuentro Paola dio un rumbo a su vida que venía a los barquinazos.
Y lo que ella dijo de ese, el gran amor, fue que aunque él hubiera muerto, seguía en ella. De algún modo se había quedado. Porque él le había enseñado tantas cosas que había transformado su vida. Lo que textualmente dijo (y yo reproduzco con su autorización) fue: “El me enseñó a leer, me enseñó a escribir, me enseñó a comprender y me enseñó a perdonar”.
Era un joven lleno de ideales.
Vivieron juntos, y se amaron hasta que a él lo mataron durante la dictadura.
Habían adoptado a los hijos de compañeros caídos que habían quedado huérfanos, que son los que hoy completan la vida de Paola.
Lo que ella trajo, fue que las resonancias de ese amor eran tales, que no había momento en que no lo sintiera a su lado, compartiéndolo todo. Ese hombre, (apenas un niño cuando se conocieran) había producido tal vuelco en su vida, y se había instaurado de tal suerte, que ni aún la muerte había podido separarlos.
No supe mucho más de ella. En la despedida de fin de año, tuvimos un momento, cuando volvíamos del patio, en que me dijo que estaba tranquila. Que había podido dejar atrás los dolores referidos a su niñez y se sentía libre.
A Lila la conocí hace años. En un Congreso. Y Lina (ex alumna y amiga de ambas) me la presentó y me dijo que se especializaba en ginecología en adolescentes.
Como mi hija estaba entrando en esa etapa, me pareció un buen dato para tener en cuenta.
Un par de años después empezó a atenderla, y en otra oportunidad, en una situación de angustia (previo consentimiento de Anahí) también empezó a verme.
Lo que me sorprendió siempre de Lila fue su enorme vitalidad, la entrega a la tarea en la que no retaceaba ni tiempo, ni esfuerzo.
De ella aprendí que es un modo de expresarle amor al paciente cuidar todo el entorno de la consulta y no solo poner en juego los conocimientos dentro de la misma.
Para ella, ser una buena médica no consistía solo en saber sobre la especialidad sino también otras cosas: consistía en la sala de espera cálida y no intimidante, en el consultorio claro y alegre, en el trato afectuoso y delicado y hasta en el cuidado en si misma. Ella me enseñó cosas importantes: La elección del guardapolvo, los accesorios, el perfume. El conjunto armonioso que hacía que se estuviera bien con ella.
¿Cómo aprendió todo eso? Tal vez porque tuvo una vida más difícil y tuvo que realizar más esfuerzos. Tal vez porque naturalmente ese “amor al prójimo” que se da en algunos seres luminosos la habilita para ello.
Lo cierto es que fuimos conversando más y también compartiendo otras actividades. Una vez la escuché decirme: “Como tuve que luchar mucho, tuve que transgredir mucho”. Y creo que yo la entendí.
Estuvo presente cuando Anahí debió ir a cirugía, y estuvo presente cuando a mí me efectuaron una biopsia. Y era su presencia la que aportaba la tranquilidad para esperar y las garantías para soportar la inquietud. Si ella estaba allí, allí estaba una amiga y todo iba a salir bien. Y ese es el tipo de gesto que no se olvida.
También supe de las cosas importantes que le sucedían: la enfermedad de su madre, y el desgaste que implicó, sus dudas e intranquilidad cuando debía viajar a su trabajo fuera de Rosario y dejarla. Lugo supe de la muerte de su hermano.
Y, sobre todo, supe un día de su encuentro con Jorge.
Ella venía de un lejano divorcio.
Estaba sola desde hacía tiempo cuando un hombre trajo al consultorio a su hija de quince años. Necesitaban los dos las palabras de alguien que supiera
como ayudarla a continuar creciendo. La madre había muerto.
Era un hombre cordial y le hizo comentarios sobre la música que ella tenía en la sala de espera. Entonces ella le ofreció prestarle el cassette.
Luego me relataba: “Me interesó un padre con esa actitud. Que trajera a su hija...Con el préstamo había una posibilidad de llegar a conocerlo, si él no volvía solo perdía ese cassette”, pero si venía...
Siempre me asombró esa sagacidad de algunas personas para abrirle una puerta a lo bueno.
Porque él volvió. Muchas veces.
Y sucedieron cosas corrientes, como que estableció relación con sus hijos, con la hija que había traído y con el hermano de ella, y con los dos hubo afinidades. Y restauraron la casa...
Y sucedieron cosas previsibles, como tener que terminar de criar a esos adolescentes.
Ella, asomándose al amor. El muchacho, fanático de la computación y de Internet, cuando eran una novedad poco difundida. En una oportunidad invitó a la casa a un matrimonio que conociera chateando y Lila se preocupó. Alojarían a gente que no habían visto nunca, ni de la que tenían referencias.
Sus escrúpulos pasaban por pensar: ¿No era imprudente?,¿cómo serían?, ¿quiénes serían?
Los que llegaron eran un matrimonio de gordos afables y sus dos hijos gorditos. Los padres pasaron concentradísimos, el fin de semana en la computadora con su anfitrión, olvidados del mundo no cibernético y Lila y Jorge se tuvieron que ocupar de los dos gorditos niños.
Y sucedieron cosas hermosas entre Lila, Jorge y los chicos, como que fueron creciendo la confianza y el afecto.
Y sucedieron cosas desopilantes, como que el hijo de Jorge tuviera que rescatarlos una siesta en que la pasión les había llevado a quebrar en dos la cama donde retozaban, y en la habían quedado aprisionados bajo el respaldar.
Y cuando se casaron, en la iglesia griega y con la participación del patriarca, la entrada de los novios estuvo precedida por la de los padrinos que era el sobrino y la sobrina de ella y el hijo y la hija de él. Jóvenes, bellos, conmovidos.
Los padrinos apenas llegaban a los veinte. Los novios rondaban los cuarenta y pico.
Y la celebración fue tan alegre como puede serlo para quienes en la vida tienen “una segunda oportunidad”, como leyó en una carta la hermana de él. Una verdadera fiesta, Con la música de “Zorba, el griego”, el ballet de la Sociedad Helénica y la rotura de platos, en la danza, según la tradición.
En mi consulta de este año, charlando como siempre del significado de las cosas en la vida, y de nuestros afanes y logros, de nuestras dificultades y proyectos, Lila me comentó de su disposición para afrontar las cosas, en tanto lo esencial estaba bien. Lo esencial: su relación con Jorge, los chicos, el trabajo, los amigos. El hecho de sentirse acompañados al fin les da la fuerza para seguir. Le contesté, pensando en los tiempos en que estaban solos los dos: “Tu relación con Jorge, después de lo vivido, es como un premio para vos, y para él ”.
Asintió: Si, él es mi premio.
Marta se define como optimista crónica. Y yo le creo. ¿Cómo si no hubiese soportado cárcel, exilio y desarraigo?
¿Cómo se hubiera sobrepuesto a la angustia y la incertidumbre de su detención en los años de plomo, gestar a su niño en lo incierto y parirlo en el desasosiego, y no obstante seguir adelante con su vida sin declinar? ¿Cómo pudo conservar intacta su capacidad para luchar por las cosas en que cree, y además para disfrutar lo que la vida le acerca?
Tal vez esa vitalidad que le permitió resistir entonces es la que la lleva a valorar los tiempos actuales. Y celebrar los colores, y la primavera, y los encuentros que la amistad provee.
Tal vez la misma que le permitió encontrar fuerzas entonces, en el sótano, y luego, en Devoto, separada de su hijo. Y más tarde en Bélgica cuando la añoranza del país lejano.
Tal vez la misma que contagia cuando imagina motivos (¿o excusas?) para hacer de todo ocasión de una fiesta.
Y Marta me presentó a Ema, Ema, una santafesina radicada en París desde hace veintisiete años.
De la que conocí poco, pero que me dejó su marca.
Vivió la zozobra de los años oscuros y el terror.
Huyó con su hija, luego que mataran a su esposo y a sus dos hermanos.
¿Qué fuerza se necesitó para arrancarse a si misma de su vida, y empezar otra?
Allá estudió, tuvo una segunda hija de un nuevo matrimonio, se separó y siguió adelante.
En este viaje, en el que vería amigos y reencontraría lugares, también se estaba alejando de alguien.
Lo que dijo fue: Me quedaré seis meses, y esperemos que sea suficiente...
En este momento de mi vida la prioridad no es la compañía, sino la tranquilidad. Y allá estaba con un hombre, al lado del cual nunca tendría la tranquilidad que necesito. Y tengo que optar por mí misma.
Es que él, esté donde esté, no puede dejar de seducir, el típico macho sudamericano...y eso había convertido mi vida en otra cosa. En un oscilar permanente entre el cielo y el infierno. Nos dejamos y volvimos muchas veces. Espero que esta sea la ruptura definitiva. Me debo a mí misma esta oportunidad.
Y hay personas, que transitan la vida serenas, sin deslealtades ni agachadas, que aún en los momentos más difíciles se mantienen enteras. Dignas y sabias.
Cuando Teresa ingresó al Normal, en cuarto año, el curso ya llevaba tres años compartiendo clases y recreos.. Había cursado el ciclo básico en una escuela nocturna, y como quería ser maestra hizo el pase al Normal. Ella era algo mayor que nosotras y aunque la diferencia de edad no era muy significativa, la diferencia de actitud sí lo era. Teresa era notablemente más madura que el resto. Parecía irradiar una fuerza que al resto de nosotras le faltaba.
Luego, al egresar, elegimos la misma carrera y empezamos juntas en la Facultad. En ese tiempo ella conoció a Eugenio. Vivían en el mismo barrio, pero él ya era periodista, y Teresa empezó a recortar sus notas y guardarlas en un álbum. Tenía el prestigio que otorga la publicación de la propia palabra y el brillo de los logros académicos.
Ella hablaba de él con admiración. Solo se conocían pero sobre mediados de año le preguntó si podía ayudarla a pasar unos apuntes que le habían prestado. El tenía máquina de escribir y práctica en hacerlo. Para hacer más rápido, propuso, ella le dictaba y él escribía. El aceptó y trabajaron juntos en eso. Lo que Teresa no dijo, fue que no necesitaba nada, que los apuntes en cuestión eran de ella, pero la excusa de pasarlos creaba la posibilidad que esperaba para lograr un acercamiento.
Escribiendo esto advierto que varias cuestiones cambiaron desde entonces: los apuntes se pasaban a máquina con carbónico, pues todavía no existía el fotocopiado. La computadora con impresora no estaba ni en las imaginaciones más fértiles. Y las chicas, si quería acercarse a un joven, tenían que encontrar una excusa aceptable, cuanto más creíble mejor. No estaba bien visto expresar interés por establecer una relación. Cosas que cambiaron y que hacían a los modos de acercamiento entonces. ¡Cuánta energía gastada en estas maniobras!
La estrategia resultó. Eugenio, terminada la tarea, la invitó a una función de cine, en donde él debía hacer el comentario de la película para el diario, y le interesaba cotejar puntos de vista.
A partir de allí, cada vez que he encontrado a Teresa en estos cuarenta y pico años le pregunté, si ya le había confesado a Eugenio, (y nunca lo hizo) que aquel primer acercamiento, en donde ella fingió necesitar que pasara a máquina los apuntes fue el modo de iniciar el romance. (La utilizo y me digo romance ¡qué palabra más antigua!)
Cuando se casaron, las compañeras participamos de la alegría de ambos.
Luego, aunque seguimos por rumbos diversos, siempre nos mantuvimos en contacto. Por eso supe de su entereza cuando, aún joven debió afrontar cirugía y radioterapia.
Llevó adelante esa etapa. Y creo que Eugenio estuvo a su lado, y eso la sostuvo. Como en la adolescencia, recursos genuinos la ponían frente al dolor y la incertidumbre, plantada con fuerza.
Mas tarde llegó su niño, y fue la plenitud.
Pero había de sobrevenir otra tormenta.
La enfermedad de su hijo. Eso fue lo único en su historia, que logró quebrarla.
Y aunque el niño se fue restableciendo hasta curar por completo, ella cayó abatida.
(Suele suceder que nos mantenemos íntegros mientras es necesario sostener la lucha, pero que una vez terminada nos derrumbamos. Creo que eso sucedió entonces.)
Lo cierto fue que Teresa, siempre antes serena y fuerte, se había convertido en una madeja de inquietud y angustia. Y aquí, sí, valga mi tardía confesión de lo que me sucedió entonces..
Porque ella me preguntó: “¿Esto pasará?”. Y yo que nunca había mentido, esa vez lo hice y dije con absoluta convicción (y a contrapelo de mis dudas): “Sí, seguramente”.
Ella me contó después que en los momentos más oscuros se decía a sí misma, que puesto que yo, que nunca mentía, le había asegurado que iba a salir, y la angustia se iba a terminar, encontraba que eso le daba ánimo para seguir esperando el final del túnel. Allí aprendí el valor relativo de algunas verdades, cuando lo que está en juego es preservar la esperanza.
Al fin se restableció y volvió a ser la que era, pero más sabia. En algunas personas sucede que las adversidades, en vez de envenenar, aumentan la comprensión, la paciencia, la tolerancia.
Las había necesitado antes para cuidar de su suegra. Las necesitó luego para cuidar de su madre, de sus hermanos. Ella estuvo allí con la serenidad que la habitaba. Finalmente las necesitó cuando Eugenio enfermó.
Lo acompañó rogando dos cosas: tener resistencia para poder cuidar de él hasta el final, y que éste final fuera sin las humillaciones del deterioro.
Se cumplieron sus ruegos.
Lo que pudo contarme es que esa mañana, él la abrazó y le dijo: “Te quiero mucho”. A la tarde, dando una clase, se inclinó sobre la mesa y murió.
Cuando Teresa me contaba esto atiné a formularle una pregunta: ¿Vos sabés que por haber vivido toda esta historia de amor, sos una privilegiada? Y me respondió: Sí, lo se.
He contado sobre lo que estas mujeres que conocí o reencontré me suscitaron: Creo que en cada una de ellas hallé potenciadas capacidades, para el amor que restaura.(Paola)
Para la perseverancia que permite volver a construir (Lila), para el optimismo que sostiene (Marta), para la lucidez que indica cuando decir basta (Ema). Para la serenidad que permite afrontar con dignidad, aún las pérdidas más dolorosas (Teresa).
Ahora quiero escribir sobre la capacidad de lucha del grupo de mujeres de AMMAR que conocí y con las que trabajé en noviembre. Ellas se nuclean como trabajadoras sexuales.
Otra vez compartiendo la coordinación con Noelia, y esta vez también con Liliana, realizamos un taller sobre violencia,
Tenía sentido, en tanto en sus vidas privadas y también en lo profesional en muchas ocasiones estuvieron y están expuestas a arbitrariedades y atropellos.
Y lo que me dejó el trabajo con este grupo, fue la certeza de la fuerza de estas mujeres en la defensa de sus derechos.
El relato de las violaciones padecidas y no escuchadas fueron las que me hicieron pensar que esas historias de injusticia merecían una crónica que desbaratara mitos y acercara verdades.
Eran doce las mujeres que participaron del trabajo. Diferentes edades, diferentes modalidades, algunas más tímidas, otras más desenvueltas.
Marcela refirió la experiencia de violación, bajo amenaza de arma de fuego, que no encontró eco cuando formuló la denuncia. En vez de eso la burla implícita en la respuesta que recibió: “Al final la única diferencia es que el tipo no te pagó...”
Otra de las mujeres, más joven contó el terror vivido en manos de un hombre. Cuando ya estaban por irse él que era corpulento, la había retenido, y cuando ella intuyendo el peligro, insistió en que le pagara y se fueran, la tomó del cuello hasta hacerle perder el aliento. Lo que ella dijo fue: “Pensé que me mataba, tuve la imagen de mis hijos y saqué fuerzas no se de dónde antes de poder soltarme. Entonces me dio un puñetazo en la cara que me rompió el labio. Después escapó. Cuando fui a hacer la denuncia y mostré las marcas en el cuello y en la cara se rieron de mí. Dijeron: ¡Y cómo sabemos que éstas marcas no te las hizo tu macho?”
Susana, una mujer de mediana edad relató lo que le había sucedido, también violada bajo amenaza de arma de fuego. Cuando trató de escapar el hombre, que estaba muy bien vestido, parecía muy educado y había tenido modales muy cuidados, la empezó a golpear con la culata del revolver, ella seguía luchando, defendiéndose de la agresión hasta que: “Sentí la sangre que me caía por la frente. Allí me di cuenta que era peligroso resistirme más. Lo único que pensé fue, si es tan horrible ser violada, ¿cómo lo sentirán las chiquitas a la que estos hombres atacan? ¿Cómo podrán superar algo así, tan terrible?
Estas experiencias, constituyeron un caudal de momentos padecidos en soledad, antes de la constitución del grupo.
La posibilidad de compartir estos relatos, a ellas las fortalece y para nosotras, como coordinadoras significó adentrarse en un mundo de desprotección, pero también de recursos movilizados a partir de las experiencias compartidas en el grupo.
Muchos de los hombres que las demandan como trabajadoras sexuales, se desempeñan en lugares visibles en la sociedad, algunos prestigiosos. El contraste entre esta imagen pública y las formas bizarras de encuentro reclamadas por muchos de ellos, les suscitaban un asombro no exento de ingenuidad. Un contraste también en ellas entre la presunta sabiduría “de la vida” y el desconocimiento de las formas oscuras que puede asumir el erotismo y la sexualidad.
De hecho una de las respuestas reveladoras de esto fue el de una de ellas que refiriendo lo que menos le gustaba de sí misma era “el ser tan confiada”, porque a raíz de ello pasaba malos momentos. Y que se proponía vigilarse a sí misma para no tener ese tipo de experiencias.
Quedó esbozado el proyecto de continuar con una capacitación que pueda serles de utilidad. Y para nosotras el tomar contacto con una realidad diferente de la supuesta, como es diverso el abanico de lo humano. Aprenderemos todas, unas de otras, en el clima de respeto que pudimos gestionar.
M.C.M.
No completaría mi escrito sin mencionar a las otras. A las que se fueron ya, o a las que están heridas.
A la que escribía con el corazón en la mano, y era leal.
Se fue perdiendo en la niebla. Una plaza tendrá su nombre. Y en los árboles el verde recordará su risa y los pájaros su claridad. Nos dejó sus libros como modo de quedarse. Nos dejó su modo de honrar la amistad como recuerdo.
Nos dejó su historia inclaudicable como guía.
Y se fue también aquella de la mirada azul y de la palabra justa. Compartimos trabajos y una etapa: la de esperar a nuestros hijos y descubrir los universos que éstos nos abrían. Compartimos la aventura de pensar y hacer.
Y la otra, la que golpeada por los tiempos, llegó de duros exilios. Pudo dar y amar, pero las afrentas del alma la abatieron antes que las del cuerpo...
Y cuando se fue, él supo lo que antes ignoraba.
Y está a medias, la que siempre tuvo la generosidad a flor de piel. Pero no puede pensar con aquella claridad que la hacía fuerte. Ahora solo es una niña asustada...Y cuando la busco, no la encuentro.
Y está la que fue encontrándose con su alma, pero tiene herido el corazón.
Tal vez de tan henchido, de tan colmado, de tan lleno de los sentidos que pudo ir encontrando, mientras crecía y aprendía. Mientras amaba.
Y al fin, está la que es solitaria. La que siente el límite a sus movimientos antes gráciles y firmes. La de la danza, la del juego. La que podía expresar, y que ya no sabe, ya no puede, ¿ya no quiere?
Antiguos quedaron
El tranvía desde el que me vió entonces. (Yo lo encontré por primera vez a él en la escalera, y tampoco olvidaría).
El carbónico, que en la máquina de escribir, regalaba una copia. (No era tiempo de fotocopias, ni de impresoras).
El disco de pasta (y después el cassette) con que oíamos música. (La música que se quiere compartir).
Astucias de quien
Propone asistir a aquella fiesta...
Busca a quien pueda pasar el trabajo a máquina
Espera con la música llegar al alma
1.AGENDA DE LAS MUJERES
Hoy es un día de celebración. Celebración de que estamos vivas, de que somos quienes somos y de que vamos por más.
Somos las mujeres de hoy. Y de ayer. Y de mañana.
Miro en el diccionario y leo : Agenda: cuaderno destinado a hacer apuntes, o tomar notas para auxiliar a la memoria.
Y así cobra sentido ésta, una agenda de mujeres, en la que ordenemos el trazo de nuestros días ayudándonos con ella a recordar las cosas que nos importan, y en la que, además podemos encontrar la huella de otras, aquellas que sembraron palabras para guiar nuestros pasos.
Al fin, si la pregunta por la mujer insiste es porque cobra una nueva dimensión cuando la vemos enlazada al transcurso de sus días y de las cosas que los componen: ser mujer es ser cocineras, administradoras, filósofas, maestras, médicas, encargadas de mantenimiento, y esa mezcla de nido tibio y tarántula voraz que nos constituye y con que debemos arreglarnos para vivir.
Somos las que intentan encontrar un modo en el ejercicio de la femineidad menos desencontrado por ideales antagónicos y además ir creando condiciones para reconocernos en una diferencia que sea eso: diferencia y no patente de inferioridad mental ni blasón de superioridad afectiva.
Las que, como dijera Shelley Winters, a veces tienen ganas de parecer exquisitas damas, pero que por suerte, esas ganas no duran mucho. Las audaces como Cher que encuentran lógico esperar por el hombre correcto, pero que mientras tanto se pueda divertir con los equivocados.
He aprendido casi todo de las mujeres. De aquellas, las mayores, que me precedieron y que tuvieron las alas recortadas. Incluso de las que me contaron: “Hubiera querido estudiar, pero en aquel tiempo no era posible”, o “no pude a aprender a andar en bicicleta porque tenía miedo de los moretones”. O: “no me animé a aprender a nadar porque me sofocaba de solo mirar el agua”. Porque venimos de una larga historia de miedos, y aún nos pesan en la mochila que portamos y soportamos como mujeres.
También aprendí de aquella otra que decía: “Sí, cuidar a los hijos está bien. Pero ahora que van creciendo llega el momento de acordarme que Venecia se hunde cada año y yo quiero llegar a tiempo a verla”.
Aprendí de aquella que me contó, en medio de reflexiones angustiadas, algo que a veces nos sucede a todas, que sus pilas eran truchas y estaban medio gastadas, no como las del conejo de Duracell (como otras con más suerte), pero que así y todo le gustaban los lapachos y adoraba su carrera y le gustaba su novio, así que pese a las trabas, después de pensarlo mejor, iba a seguir con todo.
Y me sobresalté con el relato de amigas cuyos hijos, crecidos en el clima de libertad que quisimos propiciar nos dejan al borde del colapso con preguntas como : “Má. vos te masturbabas de chica?” O ya adolescentes: “Vieja, Vos a qué edad tuviste orgasmo?”.
Y me emociono cuando otra cuenta que su madre, que le dio hace años a ella su vestido de novia para que lo usara en su propia boda, recientemente adaptó el de los 15 de su hija menor para celebrar sus cuatro veces quince.
Y escuché también la mujer madura, con la cartera en la mano y ya a punto de salir, a la que sus dos hijos treinteañeros le preguntaron : ¿Y qué comemos? , a los que respondió: “Las tetas me las llevo puestas. Ya es hora de que busquen en la heladera”.
Y me fascinan las abuelas que, como aquella que el 21 de septiembre esperaba la primavera vestida de claro y con sandalias. Y la otra, que cuando la llevaban a la consulta cardiológico de urgencia se apuró a buscar el lápiz labial y el espejito, para llevarlos por si la dejaban internada.
Y la que haciendo gimnasia Pilates abrazaba la pelota gigante para fortalecer pectorales y cada vez que apretaba decía: Richard Geer, para darse fuerza y antes de soltar.
En fin, quizá estas mujeres del 2005, a quienes está destinada esta agenda puedan pensarse a sí mismas como personas en totalidad y no en los márgenes. No como lo enigmático, oscuro y complementario, sino como pares en ese concierto de lo femenino y masculino que nos compone en nuestra condición única e ineludible, necesaria y suficiente. La condición que basta y sobra: la de seres humanos.
Sabiendo que para ello, el cuaderno de notas como ayuda memoria y los textos inspirados y cuestionadores de las que tuvieron cosas para decir, servirá de compañía y apoyo en esta empresa de vivir en la cual, como dice Maitena, nuestros días son complicados:
Antes estábamos obsesionadas por conseguir un marido. Ahora además estamos estresadas por exigirnos logros profesionales, trastornadas por la culpa que nos provoca la maternidad y desesperadas por combatir la celulitis.
Me alegra estar aquí y comparto el orgullo de conocer a las homenajeadas de éste año: Irene Delfino de UMA , Hilda Habichayn del CEIM, Angélica Gorodischer, líder de “Las brujas”, grupo de placer, y las compañeras de Indeso, con quienes tanto y desde tanto tiempo venimos compartiendo luchas, y anhelos.
María del Carmen Marini 25 de noviembre del 2004
2. Mitos y verdades sobre lo materno, paterno, filial
En el verano del 2007, una serie de notas referidas a la relación entre madres, padres y sus hijos pusieron de relieve lo contradictorio, complejo e inabarcable del tema.
Bebé ignorado y bebé robado. ¿Dos formas de episodios psicóticos en las jóvenes madres?
1- Autopsia al bebe muerto en Moreno
“El hijo que Verónica Ramingel tuvo sola en la planta alta de su casa de Moreno, murió porque no tuvo la debida atención postparto, según informó a Clarín el capitán Jorge Quintana luego de leer los resultados de la autopsia que se le practicó al cuerpo del bebé. Además se comprobó que no tenía “marcas de agresión física”, según explicó Quintana.
Ahora con los resultados de la autopsia, la fiscalía 11 a cargo de Gabriel Lorenzo evaluará si cambia la carátula de la causa, que hasta el momento es de “homicidio”.
La autopsia al bebé de Verónica indicó que el parto fue entre las “5 y 6 de la mañana del martes”. El bebé llegó muerto al hospital Mariano de la Vega a las 8.
Verónica tuvo a su hijo en la planta alta de su casa mientras su familia dormía abajo. Sus padres, Betty y Juan Carlos, la vieron ensangrentada y la llevaron al hospital descompuesta. Recién allí dijo que había tenido un bebé. La chica intentó ocultar el embarazo durante los nueve meses, aunque no se sabe si sus padres creyeron la coartada”. Clarín, 30 de marzo de 2007
2- Robó del hospital a una recién nacida y la hizo pasar por su hija.
“La joven, que tendría problemas psiquiátricos había simulado un embarazo por 9 meses.
Una historia digna de una telenovela ocurrió en Misiones. Una beba de dos días de vida fue robada del sector de Maternidad del Hospital “Doctor Ramón Madariaga”, en Posadas, por una joven que simuló durante nueve meses un embarazo en un desesperado intento por retener a su novio. El hecho ocurrió el miércoles a mediodía y la pequeña fue recuperada cinco horas después, cuando los suegros de la muchacha advirtieron la maniobra y la devolvieron.
Romina Mabel Ramirez, de 18 años, ingresó a la Maternidad haciéndose pasar por un familiar de Carla Rodríguez, una mujer de 20 años que el lunes había dado a luz a Agustina LIonela, que pesó 3.800 kilos. El miércoles después del mediodía, la madre se quedó dormida con la hija al lado. Esa situación fue aprovechada por Romina, que convenció al guardia de que era un pariente directo de la parturienta y se llevó a la beba sin que los custodios pusieran reparos. La beba aún no había sido inscripta en el Registro de las Personas y los médicos del hospital tampoco habían confeccionado el acta de nacido vivo.
La madre tuvo una crisis nerviosa al despertar y constatar la sustracción de su hija. La Policía pudo establecer que la chica que se llevó a Agustina fue en remís hasta un sanatorio céntrico y desde allí realizó tres llamados telefónicos. En uno de ellos le pidió a su novio que la fuera a buscar porque le habían dado el alta tras tener a su hija. Los testigos relataron que un rato más tarde la pasó a buscar un muchacho en un automóvil y ambos se retiraron con la beba.
A mediados del año pasado, Romina le dijo a su novio que estaba embarazada. Durante todo este tiempo mantuvo la mentira y llegó a colocarse almohadones en la zona del vientre para simular el estado de gravidez. El miércoles puso en marcha el último tramo del plan, pero la mentira rápidamente quedó al descubierto. Fue el mismo joven quien, acompañado por sus padres, llevó la beba al hospital, cuando la policía todavía no salía del desconcierto. Allí la pequeña Agustina regresó a los brazos de su desesperada madre.
Romina Ramirez, en tanto, quedó detenida en el mismo hospital ya que padecería serios trastornos psicológicos, dijeron voceros del Juzgado de Instrucción No 3.” Clarín, 30 de marzo de 2007
Estos dos primeros casos transcriptos, (1 y 2) los del bebé ignorado y negado y el del bebé robado, nos sumergen en las más primitivas, arcaicas, feroces formas que puede tomar el advenimiento de un niño en la subjetividad de quienes lo niegan o lo anhelan.
El nacimiento del niño que murió por falta de atención, y cuyo embarazo había sido ocultado por la madre e ignorado por los padres de ésta, nos permiten dimensionar la magnitud del conflicto que ese embarazo y ese niño representaba para los protagonistas del drama.
¿Qué dimensiones de locura se expresaron en esa negación? ¿Qué carga presuponía para la joven madre, la existencia de ese bebé, cuyo embarazo fue invisibilizado, y cuya vida no pudo ser protegida?
¿Fue el miedo al repudio de los suyos, a la censura social los que llevaron las cosas hasta ese extremo? ¿Fue tal vez el estigma que aún pesa sobre las madres solteras?
¿Fue por último, la amenaza de desamor, de retirada de afecto de sus padres, las que la llevaron al ocultamiento de lo que acontecía en su cuerpo y en su vida?
Como contrapuesto, la ficción de embarazo de la joven que lleva adelante la simulación, colocando almohadones en su vientre vacío de niño, y llega hasta a robar un recién nacido, para presionar a su novio de continuar la relación, se presenta como la otra dimensión de la locura, que el anhelo de un nacimiento puede detonar y las cargas que conlleva.
Diremos: son formas polarizadas de locura. En una se negó un niño que existía, en la otra se ficcionalizó hasta el noveno mes, un niño inexistente, para finalmente llegar al despojo de otra madre con la apropiación de un recién nacido. Nada más se tuvo en cuenta, sòlo la obsesión de presentar el tributo que le garantizaría ¿qué entrada al mundo, qué confirmación de sí misma, qué argumento para ser amada?
Lo que insiste en ambos casos, y por motivos contrarios, fue como, ambos embarazos y recién nacidos pudieron ser significados de modo tan diverso. Uno como fuente del secreto más agobiante y su existencia como causa de desamor para la madre. El otro (ficcional) como prenda y pasaporte para retener un afecto esquivo que se le sustraía.
En ambos casos ¿fue el temor de perder el amor lo que llevò a las jóvenes a que enloquecieran? ¿Y también a que esa locura se expresara en acciones de innegable y grave desajuste? Una por tener un hijo. La otra por no tenerlo.
Y ambos bebés, negado hasta su nacimiento el uno, y anhelado como solución vital el otro, pero no pensados, sentidos, imaginados como tales.
¿Niño recuperado y niño perdido, como ejemplos de tramitación de afectos universales?
3- Adopciones irregulares Un caso en Santiago del Estero
“Volvió a casa: restituyeron a su familia a un bebé santiagueño
Su madre denunció que no lo dio en adopción. El vivía con una pareja en Escobar. En mayo, la justicia ordenó que lo devuelvan porque el trámite era irregular. Finalmente, después de 8 meses ya juega con sus hermanos.
Francisco es un niño feliz. Se nota apenas uno lo ve. Sale de una humilde vivienda del barrio Almirante Brown, alzado por Raúl, uno de sus siete hermanos, e inmediatamente quiere “manotear” la cámara del fotógrafo de Clarín. En el patio de tierra de la casa, el corretea alegre con sonrisas y responde con sonrisas y gritos de alegría a los llamados de sus hermanos.
Ajeno a la larga batalla judicial que se libró por su tenencia, Francisco está ahora con su familia.
“Es un Jana, mira”, le dice Mario Díaz, al padre al cronista de Clarín. Jana es la espina pequeñita de la tuna, que molesta cuando uno se la incrusta en los dedos. En el lenguaje popular santiagueño, al niño que es inquieto, molesto, vivaracho.
A su lado, Alejandra Ibarra cuenta que todavía están con miedo porque “todos los días pasa una camioneta distinta, pero con los mismos ocupantes. No se que quieren, parece que porque somos pobres no podemos criar a nuestros hijos”.
Alejandra es la mamá que peleó por su niño durante un año y cuatro meses. Denunció que una abogada santiagueña se lo arrebató al nacer para darlo en adopción a un matrimonio porteño.
Fue el 29 de septiembre de 2005 en Santiago. Apuntó por ello a Carlos Della Torre y Marcela Luján Martinez, un matrimonio porteño que tuvo al bebé durante ocho meses en un country de Escobar.
Luego, una jueza de familia ordenó su restitución a la madre biológica y el matrimonio lo tuvo escondido durante una semana, hasta que lo devolvió a la Justicia santiagueña. Después esa misma jueza dispuso que se lo entregaran provisoriamente al matrimonio, pero que debían vivir en Santiago.
Durante ocho meses se libró una batalla judicial que llegó hasta el Superior Tribunal de Justicia, que finalmente ratificó lo dispuesto por el juez Civil, Federico Argibay Berdaguer, que había ordenado la restitución a sus padres biológicos el 4 de agosto de 2006. El matrimonio porteño apeló la medida ante la Corte Suprema.
El cronograma de restitución, monitoreado por médicos, psicólogos y psiquiatras, establecía un plazo de 60 días, con visitas graduales a la casa de los padres biológicos. En la tercera visita, hace aproximadamente diez días, el matrimonio porteño presentó un escrito ante el Superior Tribunal de Justicia santiagueño pidiendo que se lo llevaran al niño porque, según un certificado de psicólogos y psiquiatras Della Torre padecía una depresión severa.
El niño está ahora en la casa de sus padres biológicos, pero el proceso de restitución sigue su curso normal. Monitoreado por el equipo interdisciplinario. El caso también sigue en la justicia penal, donde se intenta desentrañar una red de adopciones ilegales.
Para Alejandra y Mario, los padres, el niño “está feliz. Mirá todo lo que decían que no se adaptaba. Miralo como anda jugando con los hermanos”, dice entusiasmada la madre.
La charla sigue en la parroquia de Mailín, el lugar adonde, hace más de un año, acudió Alejandra, para que el padre Mario Ramón Tenti, “Monchi” como lo conocen en la zona, la ayudara a recuperar a su hijo.
En el patio, Francisco va y viene, ajeno a todo, “Pancho, vení para aquí, deja de joder”, le grita el cura. El niño lo mira inocente y su cara blanca, redonda, se ilumina de felicidad. Y sigue jugando. Su padre lo describe como “mimoso, porque le gusta que lo acaricien para dormir. Le agarra la mano a la madre”, dice, y es “peleador” con sus hermanos. “No hace caso éste…” dice su padre, orgulloso porque es parecido a él.
En el niño no se observa ningún signo de “depresión anaclítica”, como dijo un médico que ocurriría si lo sacaban de manos de los Della Torre. “Se encuentra en perfecto estado, ha recuperado la alegría, corre, camina solo”, afirma Alejandra. Su abogada. Graciela Galván dice que parece que no estaba estimulado. “en este poco tiempo ya dice “mamá y papá”.
“No entiendo tantas teoría que han inventado, que por la depresión anaclítica el niño no iba a poder quedarse con los padres. Han derramado mucha tinta para fundamentar eso”, agrega.
Para ella, el comportamiento de Francisco “tira por tierra toda la teoría: la realidad biológica se impone. El niño mira a sus padres y se identifica con ellos. Necesitaba libertad de movimiento y el respeto a su derecho de identidad”.
El “abandono” del niño por parte del matrimonio porteño no fue bien visto por autoridades judiciales santiagueñas. Dos jueces dijeron a Clarín que hay una “actitud contradictoria”: por un lado renuncian a tener al niño en su poder mientras sigue el proceso de restitución, pero por otro, no han abandonado su intención de seguir el caso en la Corte Suprema. De todas maneras, para Alejandra y para Mario, la batalla ya está ganada. Francisco está en casa.” Clarín, 13 de febrero de 2007
4- Insólito caso en una ruta de Santa Fe: iban de vacaciones y se olvidaron su hijo.
“El chico bajó el auto sin que lo notaran. Caminó 5 kilómetros en plena madrugada.
Podría tratarse de una versión vernácula de “Mi pobre angelito”: como en el film, un pequeño quedó olvidado por sus padres en sus vacaciones. Pero, en este caso, fue real. Ramón, un chico de 13 años oriundo de Campana, se bajó del auto en una parada realizada en plena madrugada en la ruta nacional 33, al sur de Santa Fe. Sus padres siguieron camino y recién advirtieron su ausencia tres horas más tarde, ya en territorio cordobés y luego de recorrer unos 80 kilómetros.
El curioso episodio ocurrió el lunes a la madrugada cerca de Pujato, 30 kilómetros al oeste de Rosario.
El matrimonio y su hijo menor partieron desde Campana hacia Córdoba cerca de las 2, a bordo de un Peugeot 504. Junto a ellos viajaban, en un Renault 19, un hermano mayor, la cuñada y tres sobrinos del chico.
Ocho kilómetros antes del ingreso a Pujato, ambos conductores se detuvieron para acordar còmo continuar el viaje. Ramón, que estaba dormido en el asiento trasero, se despertó y aprovechó la parada para orinar. Le avisó a su madre que iba al descampado, pero la mujer también descansaba y no lo escuchó.
Nadie advirtió su ausencia y rápidamente volvieron a la ruta. El pequeño, al regresar al camino, observó los autos partiendo. De nada sirvieron sus gritos en medio de la oscuridad, no le quedó más remedio que comenzar a caminar. Eran las cuatro y media y recorrió en una hora, unos cinco kilómetros buscando donde comunicarse con sus familiares.
Llegó a una cabina de peaje y desde allí se alertó a la policía. “Nos contó lo sucedido y parecía todo una novela, pero estaba bien vestido y no estaba alcoholizado”, comentó Walter Freniche, titular de la seccional 14º de Pujato. El oficial que estaba a cargo de un operativo en la ruta, terminó de convencerse de que el relato era real al escuchar la descripción del auto en el que viajaba la familia: Freniche lo había visto e incluso se acordaba del portaequipaje.
El pequeño no se quebró en ningún momento, a pesar de su preocupación. Fue revisado por un médico, tomó un café con leche y le gastaron bromas con River, el club de sus amores. En la seccional intentaron comunicarse con el matrimonio, pero fue inútil: los celulares estaban apagados. Recién en Cruz Alta, cuando la familia se detuvo en un parador, advirtió que el pequeño que viajaba en el asiento trasero tapado por unas frazadas, no estaba.
Al encender los celulares escucharon los mensajes. A las ocho menos cuarto, la pareja llegó a la comisaría de Pujato, donde se produjo el reencuentro. Conmovida, la madre lloró al verlo y todos se preguntaron cómo pudieron olvidarse del chico. El grupo se retrató una y otra vez con los policías. “No nos vamos a olvidar nunca de éstas vacaciones”, repetían los padres. Ramón en silencio, aprobaba con gesto aliviado”. Clarín, 7 de febrero de 2007-
Los dos casos que anteceden: (3 y 4) del niño recuperado y del niño perdido nos confrontan a otras dimensiones del vínculo materno filial.
La denodada búsqueda que Alejandra llevó adelante para recuperar a su hijo Francisco, sustraído al nacer, y que dieron en adopción ilegal al matrimonio de un country de Escobar, nos llevan a otras consideraciones. La lucha personal que libró contra intereses y posibilidades de defensa muy superiores a aquellos con los que ella podía contar, marcan una fuerza. La que el mito, la historia, el folklore adjudican a las madres.
Ella se delinea como el prototipo de la madre que no se deja despojar, y para ello se bate con el Goliat con razones que son fundantes. Su lucha contribuyó también a desenmascarar la red de intereses espurios vinculados al tráfico de bebés en su provincia, teniendo por ello repercusiones sociopolíticas que surgieron de lo que se inició como batalla personal para recuperar a su niño.
Como contrapartida del hijo buscado y encontrado está la historia del niño olvidado.
El niño que quedó en la ruta, sin que notaran su ausencia. Este caso que puede ser leído como desgraciado accidente en el que un matiz de negligencia atañe a los adultos, nos convoca como alerta. Nos convoca en tanto devela un descuido que tal vez, bajo otras formas y en distinta magnitud, puede que nos involucre a cada uno de nosotros. Lo menciono, porque es posible que a poco de hacer memoria, podamos recordar alguna situación en que fuimos partícipes (activos o pasivos) de un olvido equivalente. No en la ruta, pero tal vez en la calle, en un negocio, en un aeropuerto o en un Schopping.
Mi madre supo perderme en “La Favorita” (actual Falabella) mientras iba eligiendo entre las telas desplegadas en los mostradores, que recuerdo, eran muy altos para mi estatura entonces.
Y también a nosotros se nos extravió nuestro hijo menor, cuando tendría cinco años, en la peatonal un anochecer, entre la multitud. Lo encontramos observando atentamente las fotografías de desnudos en un kiosco de revistas.
El sentimiento de angustia del que quedó extraviado, y la desesperación de quien registra al que falta y sale a buscarlo, nos sitúa en el sentimiento de abandono de aquél, y de culpa del éste.
Sentimientos universales los de abandono y culpa, que en el caso comentado, el del niño que quedó en la ruta, que podemos suponer se dieron en las horas que transcurrieron desde las 4 a las 8 de ese día.
Aquí, como en los casos anteriores, y a partir de una ambivalencia consustancial a todas las relaciones, aún a las más entrañables, puede establecerse una polaridad, (que sin duda nos atañe) que juegue de manera sutil en los vínculos, a partir de considerar que somos capaces de búsquedas como la de Alejandra, y también de negligencias y olvidos contrapuestos.
¿Hija vendida a los gitanos, madre dejada en abandono como expresión de fractura ética?
5- Odisea de una niña vendida a gitanos
“La Policía Federal detuvo a una pareja de gitanos dedicada a la trata de mujeres y liberó a una adolescente secuestrada para ser “vendida” y explotada como prostituta.
La detención de quienes se sospecha que encabezan una banda especializada en este tráfico, se produjo ayer en una vivienda del barrio porteño de Santa Rita, donde la víctima era llamada por otro nombre y vestida a la usanza gitana. La operación fue realizada por personal de la División Delitos Contra Menores de la Superintendencia de Investigaciones Federales, en una casa de Tres Arroyos al 2700, donde la joven secuestrada, había sido localizada por los investigadores.
La pesquisa había comenzado hace meses, tras la denuncia de la madrastra de la víctima en la Fiscalía de Instrucción 4 porteña.
La mujer afirmó que la niña, que residía en Trelew, Chubut, había sido vendida por su padre a una familia gitana de la Capital Federal y que estaba privada de su libertad para ser vendida a otra familia en prenda de matrimonio o bien para explotarla como prostituta.
La policía, que tuvo que reconstruir los pasos de la adolescente en los últimos dos años, dirigió sus investigaciones no solo a la ciudad de Buenos Aires sino también al conurbano bonaerense.
Larga pesquisa. Durante dos meses hubo seguimientos, escuchas telefónicas, tomas fotográficas y filmaciones así como vigilancias encubiertas, hasta que los investigadores apuntaron a la casa de Villa Santa Rita.
La vigilancia en el lugar se prolongó durante días a la espera de que la chica saliera sola de la casa para aprehenderla sin alertar a sus captores.
Los agentes de División Delitos Contra Menores de la Federal consiguieron finalmente su cometido y la chica fue alojada en un instituto para menores y al día siguiente trasladada a Chubut para ser reintegrada a su familia.
Luego, con la orden correspondiente del Juzgado de Instrucción 42, los policías detuvieron a la pareja dueña de casa, cuyos integrantes son ahora los principales inculpados en esta causa.
Aunque no trascendieron las identidades de los acusados, pudo saberse que el hombre es apodado “El Flaco”, y tiene 50 años, y a la mujer la llaman “La Gorda” de 52. Ambos tienen antecedentes penales.
5.000 dólares Los investigadores establecieron que la chica había sido “vendida” por su padre por entre 5.000 y 6.000 Dólares a la pareja de gitanos. La adolescente fue sacada de su entorno familiar cuando tenía 17 años, ahora tiene 19.” La Capital, 9 de enero de 2007
6- Irá a prisión un hombre que abandonó a su madre.
“Además lo embargan por diez mil pesos. La mujer padecía cáncer, diabetes e infecciones.
Un hombre fue procesado con prisión preventiva y embargo de 10.000 pesos por dejar abandonada a su madre, enferma y de avanzada edad, quien falleció en estado de indigencia en un hospital porteño pocos meses después de su internación, según se dio a conocer ayer.
La Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional confirmó la medida contra Rolando Alberto Vicente, único hijo de la víctima, quien, según testigos, solo visitaba a su madre para pedirle dinero.
A Vicente se la atribuyó “haber abandonado a su suerte” a su madre, Elsa Beatriz Castellano, de 64 años, incapaz de valerse por sí misma, debido a que padecía cáncer, diabetes, elevada presión arterial, deterioro cognitivo e infección urinaria.
El hecho llegó a la Justicia, el 20 de mayo de 2005, cuando vecinos del departamento que la sexagenaria ocupaba en Avenida Dorrego, en el barrio porteño de La Chacarita, alertados por sus gritos de auxilio, solicitaron la intervención de Atención Médica de Emergencia (Same).
Mientras Same trasladó a Castellano al hospital Tornú para su internación, los testigos contaron que la situación de abandono de la mujer ocurría desde hacía unos tres años y que solo contaba con ayudas esporádicas de sus vecinos.
No había dudas. Los policías que concurrieron al departamento de Castellano dejaron constancia del estado de deterioro de la ocupante y de su vivienda, que se encontraba sin agua corriente ni gas, servicios que habían sido interrumpidos por falta de pago.
El procesado negó los cargos en su contra, pero la Sala VII de la Cámara del Crimen concluyó que “los elementos probatorios reunidos” en el sumario penal “permiten tener por acreditadas tanto la materialidad de los hechos como la responsabilidad de Vicente”.
Mientras la damnificada se hallaba hospitalizada, Vicente se presentó ante el Juzgado de Instrucción , número 37, a cargo de la causa, para hacer saber que, una vez que le dieran de alta, internaría a su madre en una residencia geriátrica, lo que luego fue desmentido por la dueña del hogar de ancianos.
El 3 de junio de 2005, el procesado concurrió al centro asistencial para intentar que su progenitora, firmara la escritura de venta del inmueble en el que habitaba para, según se presume, pagar deudas originadas en la instalación de un quiosco.
Del informe médico practicado por médicos del Poder Judicial surgió que Castellano no recibía la medicación indicada para la diabetes que padecía y que las patologías diagnosticadas al momento de ingreso al hospital podían provocarle la muerte.
Los camaristas Juan Cicciaro y Abel Peró evaluaron que Vicente “pese a ser el único hijo de la víctima y al notorio estado físico de deterioro de su madre, debido a las enfermedades que padecía, la habría abandonado a su suerte, lo que incrementó las propias dolencias y provocó otros graves daños a su salud”.
Al ratificar el procesamiento por abandono de persona agravado por el vínculo (delito con pena de hasta 20 años de prisión) el tribunal agregó que Vicente tuvo la posibilidad de evitar la muerte de la mujer, acaecida el 19 de noviembre de 2005, porque vivía en esta ciudad y “cobraba la jubilación de su madre”.
La Capital, 9 de enero de 2007
Estos casos (5 y 6) me remiten a la ausencia, enrarecimiento o distorsión de los sentimientos que se presuponen en el vínculo entre padres e hijos/as.
Las motivaciones económicas prevalecieron, llevando al padre a la venta de hija, y al hijo a la usurpación del dinero de la jubilación de su madre y al intento de vender la casa en la que ésta vivía.
Si éstos, ya son encuadrados como delitos por la ley y el sentido común, en cualquier caso, cuánto más reveladores de la conflictiva y ambivalencia afectiva pueden serlo cuando suceden entre familiares ligados por los vínculos más intensos.
La protección que rige para los hijos, para con los padres ancianos y desvalidos, fue sustituida por el interés más crudo, a despecho de cualquier otra consideración. Tal vez dicha sustitución tenga que ser repensada desde la perversión de un vínculo, que no siempre sigue los carriles previstos, y que en estos dos casos prevalece y expresa lo laberíntico, insidioso y arbitrario en su máxima medida.
Todos los casos transcriptos textualmente de la crónica periodística tienen la virtud de expresar, de manera obvia y evidente, situaciones que nos ponen frente a los más dispares modos de asumir la maternidad, paternidad y filiación. Como afectos que forman parte de nuestra vida, vale la reflexión sobre la génesis, naturaleza y forma de ejercicio de dichos afectos. La reflexión a la que convoco, podría llegar a iluminar áreas que damos por sentadas, abriendo nuevas dimensiones a considerar.
María del .Carmen .Marini. septiembre de 2007
CEIM - PSIQUE
Rio de Janeiro 1240 - 156152132 - mariadelcarmenmarini@gmail.com
Abstract
Todos los casos de este trabajo, transcriptos textualmente de la crónica periodística tienen la virtud de expresar, de manera obvia y evidente, situaciones que nos ponen frente a los más dispares modos de asumir la maternidad, paternidad y filiación. Como afectos que forman parte de nuestra vida, maternidad y paternidad, así como aquellos de los hijos por sus mayores, se dan usualmente por sentado. Valga la invitación a una reflexión sobre su génesis, naturaleza y forma de ejercicio. La reflexión a la que convoco, podría llegar a iluminar áreas que damos por dadas, y abriría nuevas dimensiones al considerar los afectos que nos constituyen.
María del Carmen Marini
Psicóloga, 1964 - Magistra en Problemática de Género, 1998
Publicaciones: “Serpientes y palomas. Problemática femenina y salud mental” Laborde Ediciones. 2003
“Salirse de madre” Croquiñol, 1995 (En colaboración)
“Criando malcriados”, Ediciones Franciscanas., 1980
Notas y artículos en diversas revistas de la especialidad.
3. ACERCA DE LA PATERNIDAD O LA PATERNIDAD EN CUESTIlÓN
DE LOS DIARIOS
I- Un papá de 13 años
Los medios británicos están conmocionados con el caso de Alfie Patten, un adolescente de 13 años, con cara de un niño de 8, que acaba de convertirse en uno de los padres más juveniles del país. Alfie, que mide 1.22 concibió a su hija, la pequeña Maisie Rosanna, cuando tenía solo 12 años con su novia, Chantelle Steadman de 15, y la pequeña nació el lunes.
“Creí que sería bueno tener un bebé”, afirmó Alfie a The Sun, al lado de una foto dándole el biberón a la bebé.
Alfie, que vive con su madre de 43 años, reconoció que no sabe en verdad cómo podrá cubrir las necesidades de su pequeña hija. “Mi padre me da 10 libras (11 euros, 13 dólares) de vez en cuando, dijo. Los chicos que viven en el sudeste de Inglaterra, guardaron el secreto hasta las 16 semanas de embarazo, cuando la madre de Chantelle comenzó a sospechar algo, reportó el diario.
Página 12, 14 de febrero de 2009
II- Un padre, en Rosario, dijo que no era padre y la Justicia le dio la razón
El hombre después de separado empezó haciendo remilgos cuando su ex parió un hijo. Igual lo reconoció como suyo y durante catorce años pasó cuota de alimentos, pero mantuvo la sospecha. Ahora el ADN le dio la razón. La Justicia aceptó despaternizarlo.
La Justicia rosarina falló a favor del pedido de un hombre de impugnar el reconocimiento de su paternidad, realizado hace catorce años. En realidad, luego de comprobar por un examen de ADN que el niño no era biológicamente suyo, el supuesto padre reclamó a la Justicia la nulidad de la aceptación de la paternidad que había hecho de manera voluntaria. La resolución judicial se fundó en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, al suponer el derecho del chico a conocer su identidad. Al mismo tiempo deja sin efecto el pago de la cuota alimentaria que durante más de una década el hombre le pasó a su ex pareja e insta al niño a recurrir al Registro Civil para adecuar su documentación al apellido de la madre. “Tanto el pedido de nulidad como el fallo a favor son inéditos en el país”, recalcó Claudio De Gasperi, abogado del denunciante.
Desde 1988 hasta 1994, Miguel y Patricia sostuvieron una “relación sentimental no matrimonial”. Según el abogado, “el noviazgo finalizó a principios de 1994 y, a mediados de ese año, nació un niño que aparentemente había sido fruto de esa relación”.
Miguel tiene conocimiento del nacimiento de su supuesto hijo tiempo después, cuando su ex pareja lo intima judicialmente. Sin que hubiera un examen de ADN que corroborara los dichos de Patricia “se acordó el pago de una cuota voluntaria por la manutención del niño, puesto que el hombre creyó fehacientemente en la buena fe de la mujer” reconoció De Gasperi. Además del dinero, Miguel le dio su apellido al niño.
“Con el paso del tiempo, crecieron las dudas de mi defendido acerca de la paternidad del chico”, aseguró el letrado. En realidad, según De Gasperi, la sospecha de Miguel radicó básicamente, “en que no observaba la herencia de ningún rasgo físico de él en el niño”. Once años después convence a su ex pareja de hacer el examen de ADN para corroborar “si era o no el padre del chico”.
En noviembre de 2005. Miguel y el niño se realizan los estudios de compatibilidad filial. Y, en diciembre de ese año, “el resultado del informe determinó que él no era el papá del chico, que hoy tiene 14 años. Pero como no existe en el Código Civil argentino una acción que permita quitar o negar la paternidad a una persona, el hombre inició una acción judicial tendiente a dejar sin efecto ese estado de familia que no correspondía. Entonces, “el pedido a la justicia rosarina fue para que se anulara el reconocimiento de la paternidad basado en un error de hecho esencial y excusable”, explicó De Gasperi. Es decir, según el letrado, el hombre tenía motivos suficientes –“la palabra de su ex pareja”- para pensar que era el padre.
La presentación judicial se hizo ante el Tribunal Colegiado de Familia número 5 de Rosario, a cargo de la jueza Susana Guelier.
Página 12, jueves 12 de febrero de 2009
III- DEFINA NORMAL
Embarazado es un documental cuya mayor virtud es naturalizar la historia de esta familia compuesta por Thomas Beatie y su esposa Nancy.
Thomas y Nancy son y desean ser una familia convencional. No en vano se mudaron a Bend, Oregon, cuando Thomas dejó de ser Tracy para la ley y pudo firmar como hombre el matrimonio con Nancy. En ese pueblito, el matrimonio forjó su empresa de impresión de remeras –ahora la que más se vende es una que Thomas usa todo el tiempo y dice: Defina normal-, compró su casa, su camioneta y el semen con que Nancy hizo la inseminación.
-¿Qué es lo que define a un hombre? ¿El pene?, se pregunta Thomas y se contesta: “El pene no es algo que se ande mostrando, si me ves por la calle, lo más seguro es que pienses que soy un hombre”. Y de hecho es así como se siente, como vive y como tuvo a su primera hija. “No puedo sentirme mujer aunque esté embarazado, sencillamente estoy alquilando este lugar de mi cuerpo para que un nuevo ser pueda llegar al mundo. Voy a ser su padre”.
Cercados por un entorno hostil y por el acoso de la prensa de todo el mundo, Thomas y Nancy apenas van de casa al trabajo y del trabajo a casa.
En el documental, el matrimonio Beatie cuenta que si hicieron pública tanto la foto como el primer texto que daba a conocer la noticia –publicada en The Advocate- fue porque querían llamar la atención sobre el posible vacío legal en que quedaría la familia: Thomas había sido inscripto como varón y como tal quería ser inscripto como padre. Capítulo de final abierto, el legal, aún cuando la familia ya haya dado a conocer que el segundo hijo o hija de la pareja ya está en camino. “No somos extraterrestres, no somos monstruos, no somos un fenómeno; somos una típica familia americana, solo que a esta familia una sobre todo el amor” dice Thomas sobre el cierre, mientras su esposa Nancy le da la teta –merced a un tratamiento específico- a la hija de ambos. Y nada hace ruido en esa declaración, al contrario, si hay preguntas que quedan flotando mucho después de ver el documental, seguramente se volverán sobre los propios presupuestos y no sobre lo que acaba de verse en la pantalla.
Diversidad en Página 12- Año1 N· 48- 13.2.09
IV- RICKY MARTIN ES PADRE DE MELLIZOS
El famoso cantante ha pagado 6.756 euros por alquilar el vientre de una mujer que desconoce quién es el padre de las criaturas.
Un comunicado de los representantes del intérprete de La vida loca anunció al mundo que Ricky Martin ha sido padre de gemelos en las últimas semanas, mediante el método de “subrogación”, es decir que una mujer le ha alquilado su vientre.
Hasta ahora nada se sabe de los niños salvo que están bien y al cuidado de su orgulloso y feliz padre, que dejará los escenarios lo que queda del año para ejercer su paternidad.
A la madre de los gemelos ni se la menciona en el comunicado.
La revista Vea de Puerto Rico, publicará esta semana un reportaje de la periodista Damaris Quiñones.
Según la fuente los niños nacieron el 6 de agosto y están con su padre en la casa paterna de Fisher Island (Miami).
Ricky Martin de 36 años, está dedicado en cuerpo y alma a sus hijos, según la fuente no identificada
“Aquí no hubo mamá, ya que fue concebido por vientre alquilado, donde la mujer no sabe quién es el padre y el padre jamás a visto a la mujer. Ricky está fascinado con esta faceta y lo mejor de todo es que es consciente de que siempre va a estar con sus hijos” dijo la fuente a la revista.
En una entrevista publicada anteriormente Martin declaró: “Deseo hijos y una vida estable. Que al llegar a mi casa y abra la puerta me tropiece con juguetes y una lluvia de niños”.
Bogotá, 21-8-2008
Ricki Martin , padre soltero revela a sus mellizos de cuatro meses a la revista People. Mateo y Valentino
Nacieron gracias a un vientre de alquiler.
“¡Estoy tan feliz! Todo lo que hacen, desde sonreir hasta llorar, se siente como una bendición. Ser padre se siente asombroso. Este ha sido el momento más espiritual de mi vida.”
“No tengo niñera. Estoy haciendo esto yo solo porque no quiero perderme ni un momento. Tengo un asistente personal que me ayuda, alguien que se hace cargo de mi mientras yo me hago cargo de ellos, pero soy yo el que cambia pañales, los alimenta, los baña, el que los pone a dormir. Para todos los padres, los primeros meses tienden a ser bastante intensos.”
“Adoptar era una de las opciones, pero es complicado y toma mucho tiempo. Alquilar un vientre era intrigante y una opción más rápida. Pensé: voy a hacer esto sin miedo.”
V- 1561 RESTABLECEN EL ORDEN
Abandonado por los suyos, que han preferido el perdón o las mercedes reales, Lope de Aguirre (conocido como “La ira de Dios, por su crueldad”) cuando sabe que va a morir, acribilla a puñaladas a su hija Elvira, para que no venga a ser colchón de bellacos, para que no tomen venganza sobre ella, y recién allí enfrenta a sus verdugos. Les corrige la puntería, así no, mal tiro, y cae sin encomendarse a Dios.
Cuando Felipe II lee su carta, sentado en su trono muy lejos de aquí, la cabeza de Aguirre está clavada en una pica, para advertencia de todos los peones del desarrollo europeo.
Eduardo Galeano: Memorias del fuego I
DE LA CLINICA:
1.Un matrimonio tramitaba su divorcio. Cuando discutían los términos del mismo la mujer dijo que el hijo que ambos había criado era hijo de otro hombre, secreto que ella había guardado por años y hasta ese conflictivo momento. El chantaje se centró en que, a cambio de que él le cediera el total de los bienes gananciales de la sociedad conyugal, ella seguiría ocultando al hijo el hecho de que no era hijo de tal padre. El muchacho de 15 años había crecido en la convicción de que esa mujer y ese hombre eran sus padres. La madre amenazó así con revelar ese secreto al hijo como modo de presionar a su esposo. El temía como esto podía afectar al muchacho al que amaba y a quien quería evitar sufrimientos. También temía que pudiera deteriorar a la relación que ambos tenían hasta entonces.
2.Contrapuesto a éste, otro padre adoptivo en grave crisis con su esposa, para evitar que lo dejara, la amenazaba con decirle a la mayor de sus hijas que era adoptada, situación que a la niña se le había ocultado. Luego de la adopción habían tenido hijos biológicos. La mujer angustiada por la posibilidad de que la niña supiera su condición de adoptiva, y a la reacción de los hermanos, se sometía al maltrato emocional que significaba quedar con ese hombre.
3.Un hombre maduro tuvo una hija de una relación ocasional con una mujer más joven. Ella había asegurado que el embarazo había sido accidental y que iba a tener el bebé. Este hombre nunca había pensado en la posibilidad de ser padre, pero ante el nacimiento de la niña asumió gozoso la paternidad. Como tenía una posición económica desahogada se dedicó a ella y puesto que disponía del tiempo y los medios se hizo cargo de la crianza, con genuina alegría.
4.Un joven muy retraído tenía dificultades para establecer relaciones personales. Los vínculos que componían su esfera de afectos era restringida y dichos vínculos habían sido creados y sostenidos más por las otras personas de su entorno que por él. No obstante logró una relación de pareja estable. Pero lo que fue más significativo fue el ser padre. Dijo que la primera vez que él había intentado deliberadamente, intencionalmente hacer conexión con alguien, fue cuando nació su primer hija. Cuando su esposa quedó nuevamente embarazada se sintió conmocionado. A la inversa del anterior. Éste no había sido un embarazo buscado y se produjo una crisis en él. Permaneció ensimismado y en silencio por días y días. Pero sucedió algo: cuando vio las imágenes de la primera ecografía necesitó mirarla una y otra vez, sin poder parar, hasta que algo hizo un click dentro de él, y sintió una calma que lo inundaba.
5.Él escribió “Una poesía para Julieta”. En ella contaba còmo el mundo empezaba a existir solo cuando ella abría sus ojitos. El color y la luz solo cuando los miraba, el mundo cuando sus pies se aventuraban en él. Nunca había escrito poesía antes, pero esa fue tan espontánea que no podía explicarse lo que le había sucedido.
6.Era un especialista de experiencia. Pero esa tarde asombró a su esposa, Entró como una tromba, desorbitado. Regresaba de la calle cuando sin saludarla, se precipitó y fue desesperado hasta la cuna a ver y tocar a su hija diciendo: “Hoy se me murió una nenita así”.
Reflexiones
Qué nos están diciendo este manojo de situaciones en donde diferentes hombres viven experiencias tan diversas acerca de la paternidad? Cómo se abre el abanico de maneras de pensar un rol tan jerarquizado por la tradición y las ciencias sociales? Desde la sociología a las teorías psicoanalíticas el rol paterno se describe como fundante de las subjetividades. Cómo entender entonces lo que significa en este recorrido de modos contrastantes de ser padre?
L- En el niño convertido muy precozmente en padre de una beba, a la tierna edad de 13 años, se cumple la dramática disparidad que otorga al ser humano una madurez biológica muy prematura en relación a la de las otras áreas. Pero en el mismo discurso del joven, cuando le preguntan respecto a sus responsabilidades al haber sido padre, surge que el tener más edad no garantiza una correcta asunción de responsabilidades, ya que su propio padre (que debe tener edad adulta) y separado de la madre “de vez en cuando me da 10 libras”. Lo cual nos lleva a que la edad cronológica de ese negligente señor no basta para dar la protección económica y la orientación vital, que parecieran haber quedado vacantes. Sorprende menos la situación de aturdimiento del niño, si se la mide en función de su propia imagen paterna (o falta de ella). Con la deserción del rol de padres que al separarse de la pareja, parecen también divorciarse de los hijos que gestaron, son pocos los jóvenes en estas circunstancias, que pueden por sí mismos y con pocos elementos construirse en una paternidad criteriosa.
II- El siguiente de los casos considerados, el del hombre que solicita la despaternalización , asumida 14 años antes, cuando el análisis de ADN demuestra que él no es padre del chico. Chico al que dio el nombre y cuota alimentaria en un vínculo signado por la sospecha y que tardíamente se despeja. La duda que impregnó esos años cobra cuerpo con la decisión del estudio de histocompatibilidad. Este le permite no quedar más tiempo en la captura de su sospecha y de una mentira. Las heridas propias del engaño intentan ser reparadas, pero en la desdichada historia no se gestó ningún vínculo. Cabe preguntarse si la despaternalización significó además de la salida de la duda y la adquisición de una certeza, algo más para ese hombre.¿Salir de una trampa? ¿Poner al descubierto a la mujer que lo engañara?
Equivalente a éste es el que amenazaba a su esposa con descubrir la situación de adoptiva de la hija (Clínica 2), jugando con la angustia que provocaba en la madre, y poniendo el acento en la relación con ésta y no en la protección de la hija. Además de no existir ningún lazo biológico, en estos casos tampoco parece haberse instaurado un lazo afectivo con el/la hijo/a En ambos casos tal vez porque no existía una relación sólida de la pareja, que permitiera asumir la tarea de la crianza desde una unión previa de los adultos.
Estos dos casos son contradictorios con varios de los otros. En éstos dos, los hombres se sustraen de la paternidad a diferencia de aquel, (Clínica 1) que desea preservar al que crió como su hijo, pues supone que la verdad va a ser lesiva para él. No es su hijo biológico dice su esposa. El acepta el chantaje de la madre del chico, porque lo ama y siente como a su hijo y para evitarle la situación traumática y el daño que supone irreversible para el vínculo entre ellos dos. Es una historia de signo contrario, donde seguir siendo pensado como padre de tal hijo se valora, más allá de la conflictiva con la madre.
También esa despaternalización lograda, es contradictoria con la aceptación entusiasta del hombre mayor, (Clínica 3) que a la noticia del embarazo no buscado, resultado de un vínculo ocasional, no reacciona con suspicacia y en cambio, toma como tarea la crianza de la niña, , con genuino orgullo y se hace cargo de modo atípico para un varón.
Este caso tiene coincidencias en ese disfrute de la paternidad relatado por Ricky Martin (DIARIOS III), aunque la búsqueda del cantante fue deliberada y no accidental. Ser padre para él, fue planteado como un objetivo tan intenso como para haber hecho todos los esfuerzos para lograrlo.
¿Y cómo pensar el caso descripto en “Embarazado” (DIARIOS IV)? en donde la insistencia de Tracy-Thomas apunta a una identidad psíquica y social discordante con la historia de la gestación en un útero que es de mujer pero en un ser que se siente y reivindica como varón?
Thomas dice: Voy a ser su padre. Él había sido inscripto como varón y como tal quería ser inscripto como padre.
Y si una persona se declara como tal y lo logra acreditar, (aspecto masculino, documento masculino y sentir masculino) cómo cuestionar dicha declaración? Desde qué lugar se puede desautorizar sus palabras? Son nuestras preguntas y dudas las que nos llevan a examinar nuestros presupuestos acerca de la paternidad.
Preguntas respecto de quién, cómo y desde qué lugar puede y debe ser ejercida. Porque el hecho de que en el caso de Thomas, este quiera ejercerla no deja dudas, es claro y contundente.
Estas dimensiones de la paternidad ligadas al cuidado del hijo/a toma una forma dramática en Aguirre, “la ira de Dios” (DIARIOS V) que llega a asesinar a su hija, para evitarle peor destino. “Ser colchón de bellacos” si queda en manos del enemigo.
Lo que se juega, paradójicamente, es que Aguirre asesina a su hija, para salvarla. Su propósito es protegerla de la única manera que le deja la gravedad de la situación. Muerta antes que violada, humillada, torturada por sus enemigos. No es desamor lo que lo mueve, sino el terror de lo que harán con ella, después de matarlo a él.
La única protección que Aguirre logra dar a su hija, arrebatándosela de las manos a los enemigos, es darle él la muerte.
El desesperadamente llegó a matar a puñaladas a su propia hija, Elvira, "porque alguien a quien quiero tanto no debería llegar a acostarse con personas ruines".
“ El único peligro que hace temblar mis carnes de pavor y miedo es el de preguntarme qué será mañana de mi niña Elvira. Dentro de breve término he de morir... y no habrá espada de hombre que defienda la integridad de su cuerpo cuando entren de tropel los bellacos infames a violar a la hija del cruel tirano, a violar a mi niña”
Para que no la llamaran la hija del traidor ni quedara por colchòn de rufianes. Lope ciertamente toma la única salida trágica que evitaría que ella pagase las consecuencias de los actos de su padre. El último crimen que aunque espanta, es el único que Aguirre realiza por amor.
Una protección que toma diferentes formas en lo padres que se conmueven ante el misterio de esa feminidad encarnada en las niñas. (los tres últimos casos de la Clínica)
Los esfuerzos son algo distinto en cada caso:
En el caso del hombre mayor, padre tardío de una niñita , el interés se expresa en la celebración con que la recibe e incorpora a su vida, como acontecimiento significativo y al que dedica tiempo y energías. (De hecho es el que se ocupó de vacunas, Jardín de infantes, cumpleaños y Navidades).
Es significativo el caso del padre que registra el cambio que produce en él la existencia de esa personita que apareció en su vida: desea comunicarse intencionalmente con ella, y este es un comportamiento inusual en su estilo personal hasta entonces, de austero silencio y escaso intercambio.
Párrafo aparte merece su experiencia ante las imágenes de la ecografía, en que puede conectarse, a través de un arduo trabajo psíquico (¿se dará en de algún modo en todos los casos?) con la existencia del hijo y con sus sentimientos respecto de ser padre, saliendo recién allí del extrañamiento y la desazón. Como si a partir de la interpelación de esas imágenes, vistas reiteradamente, pudiera hacer un espacio en sí mismo para ser habitado por el que vendrá.
A otro, el que llega a escribir una poesía, donde cuenta la maravilla que descubre en esa hija que pareciera crear la realidad, una realidad distinta, más significativa, se lo describe en el sobresalto por sentir que puede perderla.
Es con la muerte de otra niña, que él necesita apresurarse para ver a su hija en la cuna, y comprobar que está bien, que sigue viva. Como si el haber sido testigo de la fragilidad de otra igual a ella, le hubiera dado la dimensión de un peligro no pensado antes.
Releyendo lo escrito creo poder determinar un eje, en los casos expuestos, respecto a las formas que asume la paternidad: dicho eje pasa por la conexión con el hijo/a a través de una cualidad de reconocimiento primero y de cuidado después. De esta manera describiría la paternidad como un comportamiento posible en varones que encuentran en el mismo una forma de crecimiento y planificación de su propia vida.
María del Carmen Marini- verano del 2009
Anexo
Padres que tienen hijos extramatrimoniales a los que ponen el mismo nombre que a los que tuvieron dentro de la relación matrimonial.
Así lo hicieron 1 W. H., 2 el compañero de alumna comunicación, 3 el padre de E. R. , el hermano de C. S. invirtiendo el orden de los dos nombres.
Trabajar el tema del padre austríaco que mantuvo a su hija por 24 años cautiva y a los hijos que tuvo con ella. El defensor planteó que él se consideraba culpable de violación , pero no del asesinato de uno de los niños. Adujo como razón para lo sucedido el que él quisiera constituir otra familia.
Todas las víctimas permanecen en un psiquiátrico.
4. LOS CUENTOS INFANTILES Y SU INFLUENCIA EN LA FORMACIÓN DE LA FEMINIDAD
Nos parece interesante examinar el mensaje implícito en tres cuentos infantiles. Estos formaron parte de historias, cuyas protagonistas eran figuras de referencia y modelo de imitación para las niñas durante mucho tiempo y fueron repetidos generación tras generación, sin que se planteara la significación implícita de los mismos.
Tomaremos tres de ellos y su vinculación con mandatos respecto a la feminidad que han prevalecido y aún ejercen influencia.
Así, nos referiremos a los tres cuentos siguientes: La bella sirenita, Barba Azul y Las mil y una noches.
Los vincularemos a los mandatos de silencio, sumisión y servicio, que han formado parte de las cualidades enaltecidas tradicionalmente como virtudes femeninas.
La bella sirenita nos remite a la encarnación de un mandato de silencio, ya que ella renuncia a su propia voz, enajenándola en función de la vida del amado. En torno a él orquestará su destino. Para que el príncipe viva y sea quien es, es que ella entra en tratos con la bruja del mar, que le da un par de piernas a cambio de su voz. Pero luego para salvar la vida amenazada del príncipe, es que ella acepta morir.
Renuncia al don de la palabra, y luego a la vida, en función del amado.
Esta historia nos lleva a situaciones en las que la postergación y el silenciamiento de una mujer, funciona como la plataforma desde donde una voz masculina se hace escuchar.
Desde la sentencia “Detrás de un gran hombre…” al verso de Neruda: “Te quiero cuando callas…” persiste el mandato de silencio (bajo formas más sutiles) y su acatamiento.
Desde el opacamiento de científicas, músicas, escritoras, humanistas, cuántas voces acalladas! Cuántas Sirenitas de nuestro tiempo que posibilitaron la tarea y facilitaron el camino del amado! Como la primera esposa de Albert Einstein, de quien se supone, según recientes datos, proceden las primeras formulaciones teóricas que luego él desarrollaría. Como Maryna Falska y Stefanía Wilczyzka, las dos maestras que acompañaron en su tarea a Janusz Korzack, médico, escritor y pedagogo polaco. Heroico en la defensa de sus alumnos. Pudiendo salvarse, él eligió ir con ellos a las cámaras de gas. Maryna y Stefanía compartieron su tarea de asistencia a huérfanos durante la segunda guerra, y destinaron sus mejores esfuerzos al cuidado de los niños. Stefanía en el asilo judío, Maryna en el asilo católico. Ellas también dieron la vida en la lucha contra el nazismo, pero no comparten la gloria y sus nombres no se recuerdan en los homenajes. Stefanía lo acompañó en su último viaje, y de Maryna se sabe que murió en la guerra. Pero en tanto que de Januz Korzack se escriben libros y se realiza un film, los nombres de ellas se pierden en el relato de la historia.
Rosa Montero señala en su “Historia de Mujeres” la misma opresión, el mismo silenciamiento. La de Alma Mahler, aplastada por Gustav Mahler, que al casarse le prohibió componer música, hasta que cuando se digna escucharla, muchos años después, ya es demasiado tarde. Ella escribiría en su diario: “Con harta frecuencia el matrimonio desplaza en la mujer su propio yo de un modo muy extraño”. ¿No es ésta una manera poética de referirse a lo que describimos como un silencio que la aparta de sí misma?
También interesa la historia de Camille Claudel, vampirizada por Rodín, a quien se le atribuyeron esculturas, que posteriormente se pudieron demostrar que fueron de ella. (En la actual enciclopedia británica se dan dos columnas de texto a Paul Claudel, su hermano. A Camille solo se le concede una línea y dice: “Amante y modelo de Rodín”).
La de María Lejárraga que sólo firmó el primero de sus libros con su propio nombre, y todos los siguientes con los de su marido Gregorio Martinez Sierra, incluso conferencias y libros feministas en donde se plantea: “Las mujeres callan porque, aleccionadas por su religión, creen firmemente que la resignación es virtud, callan por miedo a la violencia del hombre, callan por costumbre de sumisión, callan en un palabra, porque a fuerza de siglos de esclavitud han llegado a tener alma de esclavas”.
Todas estas mujeres aleccionadas por viejos mitos, y encarnándolos en su silencio, que pareciera haber regido sus destinos.
La historia de Barba azul, nos remite la historia de un mandato. Y sobre todo nos advierte de las consecuencias de no acatarlo sumisamente. La desobediencia se paga con una muerte terrible. Coloca a la mujer (La esposa de Barba azul) en un lugar infantil de acatamiento ciego a las órdenes arbitrarias de un varón, que es quien impone su voluntad desde un lugar de poder. La prohibición se refiere a no conocer qué secreto se esconde tras la puerta cerrada (la única puerta que estaba vedado abrir). La prohibición se ejerce sobre el deseo de saber. Las mujeres de Barba azul son como Evas redivivas, que por transgredir la orden impartida, salir de la ignorancia y acceder al conocimiento, reciben un castigo. Un castigo que parece desmesurado, pero que es proporcional al lugar de la ofensa: el dueño del saber es omnipotente y cruel. Otra vez, como muchas veces en la historia, el fruto del árbol del conocimiento es tan caro como la propia vida.
En “Elogio de la desobediencia” Angélica Gorodischer escribe: “No es bueno obedecer. Si yo quiero ser escritora, actriz o lo que sea, seguramente voy a tener que empezar desobedeciendo el destino que otros trazaron para mí”.
Así, desoír mandatos, cuestionar prohibiciones, desacatarse ante las jerarquías es posible que nos envíe, al menos en un primer momento al recuerdo del castigo siniestro que recibieron las mujeres de Barba azul. Trazarse un camino propio implicará un mayor esfuerzo, con cargas extras cuando se es mujer.
La historia de Shehrezade, es la historia de una tarea de servicio, de una sutileza mayor que todas las otras, puesto que se trata de la tarea de entretener contando historias. Nada más y nada menos que para conservar la vida. Si ella lograba relatar un historia y dejarla pendiente hasta la noche siguiente, el sultán le permitiría vivir un día más.
Son múltiples las tareas de servicio en que las mujeres se disponen en atención a los suyos. Para que esté en funcionamiento la infraestructura hogareña, que permite al marido los éxitos laborales y a los hijos hacer los crecimientos necesarios, esto es, por favorecer su crecimiento como personas, es frecuente que las mujeres posterguen o abandonen sus propios planes. Y en algunos casos esa dedicación a “los otros” puede constituirse en la coartada para no lamentar ese abandono.
Por eso nos parece interesante, junto a las tareas de servicio explícito como lavar, planchar, cocinar, cuidar a los niños y a los ancianos, ayudar en las tareas escolares, llevar y traer y además funcionar como compañera en el erotismo y la sexualidad, esta otra tarea de contar historias. Pensamos que verdaderamente el oficio más antiguo del mundo.
En el cuento es lo que le permite a la protagonista, vivir día a día, justificar su existencia, hasta que pasan los años y el sultán levanta la condena que había amenazado su vida.
Shehrezade, como la Sirenita, como la esposa de Barba azul, pueden ser pensadas como parte de la subjetividad femenina, aquellas maneras de ser mujer ligadas a actitudes de servicio, silencio, y sumisión, que vienen implícitas en el mensaje de los relatos que escuchamos desde niñas y que aún hoy (pero con más revisiones críticas) forman parte de los cuentos que se relatan.
Una última cuestión para seguir pensando : cabe señalar que en estos cuentos (como muchas veces en la vida) quienes auxiliaron a las heroínas de estas historias, fueron, en todos los casos, sus hermanas, que las acompañaron en el drama y estuvieron junto a ellas. La idea de hermandad entre mujeres concebida desde la noción de sororidad (Sor quiere decir hermana) vale para iluminar estos relatos desde otra óptica, que vale la pena considerar. Pero eso dará lugar a otras reflexiones en futuros desarrollos.
Una mirada sobre otros cuentos
Planteaba que registrando las reiteraciones en los cuentos que forman parte del patrimonio cultural en el que crecemos, vale señalar el sentido de dichas insistencias en la conformación de las subjetividades. Sobre todo de la subjetividad femenina.
Tomaré a ese efecto a continuación los siguientes: Blanca Nieves, La Bella Durmiente, La Cenicienta, Piel de asno y Caperucita Roja.
Las protagonistas de Blanca Nieves y La Bella Durmiente, comparten una condición, que es la de haber quedado expuestas a una especie de muerte en vida, de la que son rescatadas, en función de su belleza por sendos príncipes, que tienen la capacidad de devolverlas a la existencia plena. Esta especie de “muerte en vida” ha sido pensada como metáfora de una feminidad subordinada en los designios del patriarcado, en que se requerirá la intervención del heroísmo masculino, que atravesando mil pruebas, llegará para despertarlas.
El príncipe de Blanca Nieves se propone llevarla en su ataúd de cristal a su reino, y para ello convence a los enanos que la custodiaban. Así la transporta en el carro que con sus cimbronazos despierta a quien no estaba muerta sino dormida (barquinazo que en otras versiones logra que se destrabe el trozo de manzana envenenada que tenía atragantado). Lo significativo es que insiste en llevarla a pesar de su condición de cadáver, lo que nos remite a una suerte de ¿necrofilia? poco señalada en la consideración de esta historia.
El otro porque con su beso de amor cumple la condición que había interpuesto el hada buena para que pudiera salir del letargo en que estaba sumida. Letargo en vez de muerte que era la maldición del hada vengativa que no había sido invitada a la fiesta de presentación, y que la condenó en su enojo, cuando la princesa nació.
Ambas historias, ponen en el beso del príncipe la solución al drama.
También Cenicienta y Piel de asno son rescatadas de sus penurias por príncipes enamorados, que las eligen, a una en función del tamaño del pie, en que cabe el zapatito de cristal. A la otra por la medida del dedo en que fuese exacto el anillo de la que iba a ser elegida. Ambas desplegaban existencias miserables en tareas serviles y denigradas (junto al fogón y cubierta de cenizas la una, y cuidando a los cerdos y vestida con una inmunda piel de asno la otra). Sus cualidades quedaban ocultas hasta la llegada del que iría a rescatarlas de sus padecimientos y restaurar su condición noble.
Figuras femeninas contrapuestas
Recordemos que tanto Blanca Nieves, como Cenicienta, como Piel de asno eran huérfanas Y que las dos primeras habían quedado a merced de madrastas malvadas.
Cenicienta, la Bella Durmiente y Piel de asno cuentan con la protección de hadas bondadosas, obvias figuras maternales.
En el caso de Piel de asno no hay figura femenina despótica, sino la de un padre que enloquece y aspira a casarse con su propia hija.
Y en el caso de la Bella Durmiente, la figura malévola está encarnada en la visitante que con su maldición la condena. Las figuras benevolentes en las otras hadas que la dotan de belleza y bondad, y la última de ellas le dan la posibilidad de escapar del destino, cambiando la muerte por un sueño profundo.
Esta existencia de figuras femeninas, como las madres bondadosas muertas o las hadas protectoras idealizadas por su función de amparo, contrastan con las madrastras envidiosas (como las de Blanca Nieves y La Cenicienta, y con el hada rencorosa y vengativa de la Bella Durmiente.)
En Caperucita Roja queda en la ambigüedad la actitud materna: entre la asignación de la tarea peligrosa de atravesar el bosque y la recomendación de cuidado. Incluso pareciera haber una complementación entre la osadía de Caperucita, la expectativa materna de obediencia y la dramática de la historia, con la desconfianza de Caperucita ante el lobo travestido de abuelita.
En cuanto al sentimiento entre hermanas y hermanastras (pares generacionales, es decir contemporáneas a las heroínas) vale señalar la contradicción que existe entre aquellos afectos negativos y envidiosos descriptos en las hermanastras de “La Cenicienta”, y otros de signo positivo.
Insisto así en la solidaria ayuda de las hermanas está registrada en otros tres cuentos (antes referidos) como “La bella sirenita” en que son las hermanas las que la rescatan de su destino aciago, cambiando a la bruja del mar sus cabelleras para salvarla, la hermana de la mujer de “Barba Azul”, que queda acompañándola en su desesperación y la alienta a esperar una salida al drama y la de Dionizada, la hermana menor de Sherezada que en “Las mil y una noches”, es la destinataria de los cuentos que también escucha el sultán. Esos cuentos inconclusos son la estrategia que las hermanas despliegan, para tener pendiente al sultán que terminará por perdonarle la vida al final.
En todos los casos, las figuras de estos relatos se plantean como dimensiones de una feminidad propuesta como modelos identificatorios en sus diferentes facetas.
Desde la astucia de Caperucita, a la resistencia con la que Cenicienta y Piel de asno esperan su oportunidad de reivindicación, a la más pasiva espera de un Príncipe en Blanca Nieves y la Bella Durmiente.
Un verdadero abanico presentado por estas historias clásicas, en la que hemos tomado contacto por generaciones, con los modos de asumir la condición femenina.
Nuevas reflexiones sobre los cuentos de hadas y el tema de la sororidad
En un escrito anterior planteaba que tanto Shehrezade (la protagonista de “Las mil y una noches”), como la Sirenita, como la esposa de Barba azul, pueden ser pensadas como parte de la subjetividad femenina, aquellas maneras de ser mujer ligadas a actitudes de servicio, silencio, y sumisión, que vienen implícitas en el mensaje de los relatos que escuchamos desde niñas y que aún hoy (pero con más revisiones críticas) forman parte de los cuentos que se relatan.
Una cuestión para seguir pensando : cabe señalar que en estos cuentos (como muchas veces en la vida) quienes auxiliaron a las heroínas de estas historias, fueron, en todos los casos, sus hermanas, que las acompañaron en el drama y estuvieron junto a ellas. La idea de hermandad entre mujeres concebida desde la noción de sororidad (Sor quiere decir hermana) vale para iluminar estos relatos desde otra óptica, que vale la pena considerar.
Retomando el vínculo entre pares. Aportes de Marcela Lagarde
Mencioné la relación de rivalidad, envidia y celos que han sido descriptos en los vínculos entre las mujeres con insistencia. Y la escasa importancia adjudicada a los vínculos de solidaridad entre mujeres, a la hermandad cuyo nombre ni siquiera se conoce y utiliza. Me refiero al término sororidad, equivalente al de fraternidad, que se ha empleado para nombrar las relaciones de hermandad en todos los casos, aunque etimológicamente se refiera a la relación entre varones. Y no es raro, aunque no inocente, que así como se utilizó durante siglos la palabra hombre para designar a varones y a mujeres, así se utilice también el término fraternidad para llamar así a la amistad entre hermanas. Si nos atenemos a la letra coincidiremos en que es casi tan absurdo como llamar “histéricos” a los varones, ya que el término fue utilizado para designar alteraciones del comportamiento ligadas a las enfermedades del útero. Del que ellos carecen.
El no utilizar el nombre específico para designar al ser humano mujer, englobando a la mitad femenina de la humanidad bajo el genérico “hombre” como forma larvada de desconocimiento, y con ello de misoginia ha sido suficientemente denunciado. Pero creo que aún no ha sido señalada la escasísima utilización de la palabra “sororidad” para hablar de la hermandad entre los seres humanos de sexo femenino. Y me gustaría implicar en sus alcances no solo a las hermanas en sentido literal, biológico, sino en un sentido más amplio que llegue a todas las mujeres
Retomando conceptos de Marcela Lagarde, coincidiremos en el empoderamiento de las mujeres, tiene que ver con el uso de palabras inquietantes. Y así como depende de dónde somos, el quiénes somos, también depende de cómo nos nombramos, el quiénes somos, y sobre todo, el quiénes vamos a ser. Y una palabra que remita a superar desconfianzas y rivalidades ayudará a desmontar la misoginia (la subestimación y hostilidad hacia las mujeres) que contradictoriamente también existe en nosotras, colonizadas por un pensamiento androcéntrico que coloca la valoración del varón de la especie sin cuestionamientos. Por eso, el rescatar y valorizar una palabra que nos nombre en hermandad, vale la pena. Implica una actitud ética de valoración de la otra y de incremento de la propia autoestima. Implica que las mujeres dejemos de estar divididas en bandos, poder relacionarnos con nuestras congéneres desde otra actitud. Y preparar el camino de una relación más límpida con nuestras madres, nuestras hijas, nuestras amigas y compañeras. Implica dejar de considerar a las otras mujeres como enemigas. Las mujeres podríamos mitigar la enemistad si tomáramos en cuenta nuestros intereses comunes, necesidades comunes, carencias semejantes, daños por las condiciones de género, violencias históricamente padecidas, que persisten.
Un análisis crítico del orden social dará bases a pensar la sororidad como algo que nos debemos. El feminismo demostró la desigualdad y sus consecuencias y se propone desmontarla. La sororidad funcionará como meta y camino.
Para ello habrá que examinar las relaciones entre feministas y las otras mujeres y favorecer la exploración y el develamiento del universo compartido y hacer posibles las identificaciones.
La misoginia, de hombres y mujeres, ha formado parte de la política patriarcal. Fomenta una visión negativa y desvalorizante de la mujer, desde el odio. Esta misoginia puede adoptar formas obvias y otras seductoras. A las mujeres se las ridiculiza, se las infantiliza, se las usa como objeto sexual, y es escandalosa también, su explotación económica con la sobrecarga de la doble tarea y salarios inferiores por el mismo trabajo. Esta misoginia produce una merma en la libertad de la vida de las mujeres, libertad necesaria para deconstruir estereotipos falaces.
Así la sororidad se propone como política basada en una ética que reconozca la dignidad de todas las personas.
La hermandad entre mujeres es una relación moderna, con la escuela pública y en este siglo, se rompió la separación de lo público y lo privado, favoreciendo el encuentro. Construir el respeto a la dignidad de la otra persona es el objetivo de la sororidad, lograda desde una mirada compartida e intereses comunes. Esa empatía como efecto de la igualdad, hace a una una ética feminista y surge de la crítica a la moral tradicional.
Esta alianza sórica (como la llama Marcela Lagarde) implica una crítica al sectarismo, al binarismo. A los discurso totales y únicos. Implica abrir alternativas para pensar las relaciones humanas, económicas, la protección ambiental. Implica aceptar la diversidad ligada a valores éticos. Donde el derecho a tener derechos y la práctica de la igualdad sea un modo de vida. El modo de vida.
5. Sobre el incesto paterno filial
Ideas para ir pensando
Dedico este trabajo a Nora Das Biaggio, Isela Firpo y María Belén Trejo que me pusieron en marcha para escribirlo.
Los trabajos presentados en estas XI Jornadas de Historia de las Mujeres y VI Congreso Iberoamericano de Estudios de Género realizadas en San Juan en agosto, me resultaron estimulantes para considerar viejas ideas con nuevos criterios.
Los trabajos de Nora Das Biaggio e Isela Firpo me desafían a tratar de dar cuenta de una “Otra mirada” sobre cuestiones vinculadas a la relación entre padres e hijas en situaciones de incesto.
La teoría freudiana de la universalidad de las fantasías edípicas en niñas y niños, choca violentamente con la realidad del incesto paterno filial, constatado en numerosos casos que nos interpelan desde la clínica. ¿Cómo juegan en el adulto las pulsiones en sus dos manifestaciones –erótica y tanática- cuando se produce ese avasallamiento que desafilia a la hija y la convierte en paria? ¿Qué de filicidio simbólico implica la actuación incestuosa del adulto, que como figura protectora debiera haberla preservado? ¿Qué resortes de la subjetividad adulta colapsaron para que lejos del cuidado de la niña, el adulto varón hiciera de ella su presa erótica?
En este filicidio simbólico , la niña queda desalojada de su lugar de hija, prematuramente lanzada a un erotismo para el que no está madura. “El enfoque de género incluye la mirada inter-género y a su vez la trasciende, en tanto comprende simultáneamente las relaciones intragénero e intergeneracionales. Si hablamos de relaciones intergeneracionales, es indudable que el incesto configura, en este sentido, y al decir de Gerez Ambertín, un atentado contra el orden genealógico, desde el cual se sitúa a los sujetos, en un orden legislado, y genera desde ya, graves consecuencias en la subjetividad de las niñas y los niños afectadas/os”. (Das Biaggio, 2012)
El ejercicio de un poder despótico arrasa la subjetividad en ciernes, dando un marco a la representación del mundo como incertidumbre, a las relaciones familiares como lugar de abuso en el que la muerte prevalece: muerte del vínculo paterno filial. Muerte de dimensiones del erotismo que debiera haberse desplegado mucho más tarde, paulatinamente y en la exogamia. En suma, relaciones familiares que son un espacio de confusión en donde las cosas no son lo que parecen, los afectos no son los que se esperan, el horizonte es incierto y amenazante .
Se ha comparado con acierto el estado confusional de las víctimas de violencia, de abuso sexual y de incesto, al de los prisioneros de los campos de concentración, que en función del padecimiento experimentado ven alteradas sus posibilidades de registro y desempeño en la vida posterior a su liberación. Como si algo del orden de lo inelaborable quedara impreso.
Por otro lado desde el psicoanálisis sigue asignándose capital importancia a las fantasías edípicas, y en sus diferentes acepciones (freudianas, Kleinianas o Lacanianas) los datos de la clínica, los registros de los medios no llegan a promover una seria y necesaria revisión del tema.
Al fin el psicoanálisis elaboró sus conceptos vertebrales sobre formas históricas contingentes. En nuestros tiempos, que intentan poner en crítica el androcentrismo y el patriarcado dichos conceptos exigen ser reconsiderados. Surge así la necesidad ética de reformular las teorías edípicas en la conformación de la sexualidad, sin eludir el terreno de las fantasías que pudieran considerarse, pero sin desconocer las realidades que convocan desde la estridencia de esa “práctica política totalitaria ejercida sobre los cuerpos y las subjetividades infantiles a intramuros de lo privado. Da cuenta en tanto tal, de la negación y arrasamiento del otro, a la par que la búsqueda de perpetuación de lo idéntico” (Isela Firpo, 2012)
Ilustraciones del tema
Encontramos referencia al incesto en el cuento recopilado por Perrault: “Piel de asno”. También en una poesía gauchesca que transcribiré. Y un fragmento de Estorninos, cuento de Marcelo Britos.
1 Respecto al cuento: Había una vez, un poderoso rey. En sus establos un asno aumentaba el tesoro de sus arcas pues todos los días, en lugar de heces, depositaba monedas de oro. El rey vivía feliz con su esposa e hija Pero la desgracia se abatió cuando enfermó su mujer. Antes de morir le puso como condición que para contraer nuevo casamiento, debía hacerlo con una mujer que fuese aún más bella y virtuosa que ella.
Pasado el tiempo, la única que reunía tales condiciones era su propia hija, de la que el rey se apasionó y a la que pretendió en matrimonio. La joven espantada pidió ayuda a su hada madrina que le aconsejó poner condiciones que parecían inalcanzables, pero que el rey fue cumpliendo. Un traje de color del tiempo, uno color de la luna, otro color del sol. Finalmente pide la piel del asno, (fuente de riquezas del reino). Como también le es concedida, aconsejada por su hada madrina, y agotadas las argucias debe huir, disfrazada bajo dicha piel, sucia como una vagabunda y llevando en un arcón los bellos vestidos, que mágicamente van acompañándola bajo tierra.
La historia continúa con la desolación de la joven hasta que encuentra empleo en una casa, donde debe limpiar el chiquero. La casualidad hace que el príncipe de la región la vislumbre, en ocasión en que (ella escondida y creyéndose a solas) está ataviada con uno de los bellos trajes, como princesa. Él se enamora profundamente, pero cree que es una visión. Como tiene dudas, solicita que la sirvienta del lugar (que es quien le dicen que es la habitante de la choza) le haga una torta, Piel de asno la elabora, pero un anillo se desliza de su dedo y el príncipe lo encuentra al comer la torta.
Allí pone como condición que su esposa será aquella de las jóvenes a la que vaya el anillo. Desfilan las jóvenes de la comarca, y la última es la cubierta con la piel de asno (como en el zapatito de Cenicienta) y eso sella la unión de los jóvenes y el final feliz, con la reconciliación con el padre cuando asiste a la boda.
En “El país que nos habla” de Ivonne Bordelois, en el apartado: "La palabra en la Música" se refiere al realismo de las canciones infantiles al contar el incesto paterno filial. Comenta que el tema, a pesar de saber que ocurre con más frecuencia, la cultura oficial borra sus huellas de la narrativa.
Pero, dice que nuestro pensamiento contemporáneo, está plenamente moldeado por el incesto y sus nefastas consecuencias.
Es en el romancero donde se encuentra, la historia de Delgadina, acosada sexualmente por su padre, el rey. Se encuentran distintas versiones, donde ella es encerrada en una torre por no responder a los favores sexuales de su padre. A veces la auxilian sus hermanas, y en otras muere.
"un estanciero tenía tres hijas como la malva
a la menor y más buena Delgadita la apodaban.
Un día tomando mate debajo de un sauce andaban
Delgadita ceba el mate y a su padre se lo alcanza.
Cuando llega junto a él le soba las carnes blancas
Y le dice: Delgadita, te quiero para la cama.
Delgadita, que es decente, se encocora y se le aparta.
Guarde respeto a su hija que es lo que al padre le cuadra.
No haga lo que el chivo negro, que está manchado a su casta.
Se puso a llamar a gritos a un peón de su confianza.
Mira Santos, me encerrás en un cuarto a esta muchacha,
Que duerma entre jergas viejas, piojos y garrapatas.
Le buscás charque salado pa que se llene la panza
Pa que se la lleve el diablo le das jugo de biznaga.
Un día la Delgadina se asomó por la ventana.
Y vio debajo de un sauce a su padre y a sus hermanas.
Hermanas, me estoy muriendo sin un poquito de agua.
Mi padre vaya hasta el pozo y lléneme un jarro de agua
Que tengo el corazón seco y abatido y seca el alma.
¡Salite yegua maldita, salite yegua malvada,
Que no entrastes en razones cuando tu padre te amaba.
Hizo un agujero en el techo y le obsequió un balde de agua.
Satisfecha, Delgadita se asomó por la ventana.
Iban llegando los indios y a su padre alanceaban.
Sobre potros se llevaron cautivas a sus hermanas.
El peón Santos del pueblo con el rosillo llegaba.
Se hincó y le rezó un bendito al ver tamaña matanza.
Después sacó a Delgadita y se acabó la desgracia
Con su amor y su persona lo hizo dueño de la estancia.
(Versión de Cirilo Acuña recogida por Avelina Cárpena en el bañado de Flores)
Fragmento de “Estorninos” de Marcelo Britos, publicado en Rosario 12 el 13 de enero de 2013.
“…En el último día de año viejo se distrajo en la galería con su abuela, con el atardecer manchado por un arco iris débil, témpera aguada por la lluvia, y por la vegetación que comenzaba, con esfuerzo, a ganar la pulseada de olores a la marea nauseabunda. Cuando le dijeron que entrara al baño lo hizo con el tejido en la mano y sin la toalla, para no perder el turno. Habían puesto la mesa sobre la galería baja, la más concurrida de las dos, mantel blanco y las copas, y los primeros platos para el aperitivo. Fuentones con hielo y botellas, bandejas de sandwiches con repasadores mojados. Su madre le alcanzó la toalla y prendió la ducha. Cuando terminó de quitarse toda la ropa, oyó, otra vez, la puerta de la despensa. De la misma manera que la había oído antes, con el rumor sombrío del acecho, imaginó incluso a los dos estúpidos, risueños saltarines, caminando en puntas de pie entre las cajas, acercándose al respiradero con la carcajada contenida. Esta vez la reacción fue distinta, odio incontenible. Tomó una de las agujas del tejido y esperó. Cuando lo creyó propicio dio un latigazo recto y veloz entre las pequeñas divisiones de lata, y oyó a alguien trastabillar en la madera y cerrar fuerte la puerta, a la carrera. Retiró la aguja con algunas salpicaduras de sangre en la punta. No oyó gritos ni quejas. Fue a la habitación que compartía con su tía, y allí se cambió. Entró ella y también su madre, y no parecía ocurrir nada fuera de lo normal. No se oía a sus primos, solían estar corriendo en el parque delantero, jugando con los perros o con la pelota. Sólo podía escuchar las voces de su padre y su tío que hacían el asado en el quincho. Fueron sentándose en la mesa. Ya los veía llegar desde el extremo de la galería, munidos de pirotecnia y hablando en voz alta, pero no podía verles la cara. Tendría que ser el mayor, al otro no le interesaban esas cosas. El mayor, sí. Se sentaron. Los rostros limpios, sanos. Las orejas, podían ser las orejas, pero también estaban intactas. Estaba segura que había sido el ojo. Mientras pensaba en lo segura que estaba, sí, el ojo, había sido el ojo de alguien, entró su tío. El boludo de tu marido -decía el tío- mirá cómo se lastimó. Atrás su padre, la cabeza gacha, el tajo que cruzaba el párpado y se alejaba hacia la sien. El boludo dice que metió la cabeza para acomodar una brasa, y se raspó con un alambre de la parrilla. ¿Quién? El Raúl. Pero eso está feo che. No, no es nada -dijo su padre-. No es nada.
Asumo el riesgo. Yo no voy a juzgar al deseo de nadie. Lo harán los demás. Nunca falta nadie para eso. Ahora bajo por una calle en el barrio Monti, las enredaderas y los cables cubiertos de luces festivas, de colores y amarillas. Y la Vía Corso también, luces en todas partes, la araña ha tejido así con luz para que todos quisiéramos venir. Como tirar de la cuerda de la telaraña que indica que ha caído algo, que es hora de la voracidad. Un amigo me ha explicado que los pájaros que viajan en cardumen se llaman estorninos. Y viajan así para protegerse de los predadores, mantienen una distancia perfecta entre cada uno para evitar que otro pájaro se meta entre ellos, y viran inesperadamente, y cambian de forma, no ellos, sino todos, lo que forman entre todos. Nunca es la misma figura. Pero eso ya es otra historia.”
Tanto el tradicional cuento, recopilado por Perrault. Como la poesía gauchesca, dan cuenta de una historia de amores incestuosos, en donde es la hija la que a pesar de la orfandad en que la sume la intención del padre y la desolación consecuente, conserva el criterio lúcido (que ha perdido el varón adulto), argumenta en contra de la antinatural propuesta y asume las consecuencias de su negativa a perpetrar el incesto, corriendo con ello riesgo de muerte.
En “Estorninos” el planteo se formula desde otra mirada, que describe el odio que suscita en la niña espiada, la transgresión, que otra vez , hace estallar el imaginario sobre la protección y cuidado paternos.
Vale considerar a estas narraciones como ilustrativas del tema que nos convoca, y que iluminan una nueva perspectiva desde pensar el drama del incesto y sus múltiples aristas.
María del Carmen Marini- septiembre 2012
6.Claves de estas nuevas historias de amor: convivencia e igualdad
“El amor es el opio de las mujeres”. Kate Millet
“Si el matrimonio es significado socialmente como una alianza de amor, queda denegada al mismo tiempo la relación necesaria y no contingente con su violencia. Si lo visible de la conyugalidad es el amor, su invisible necesario, lo denegado, lo interdicto de ser visto, serán los procesos de apropiación simbólica, erótica y subjetiva que en él se producen, o sea su violencia.
...Este contrato conyugal se celebra, se lleva a cabo aún hoy entre dos partes que acuerdan desde diferentes grados de autonomía, entre un sujeto que despliega tanto su relación con el mundo como consigo mismo, desde una posición: ser de sí, y otro sujeto que estructura sus relaciones desde otra posición: ser de otro. Este ser de otro desde donde las mujeres se posicionan es, hasta ahora, la única posibilidad de sostener tal contrato conyugal. El amor conyugal es así la guerra por otros medios.
...Existe una relación necesaria y no contingente, interior y no exterior, constitutiva y no excepcional entre violencia y conyugalidad. Violencia simbólica que inscribe a las mujeres en enlaces contractuales y subjetivos donde se violentan tanto la economía como el sentido de su trabajo, se violenta su posibilidad de nominarse y se las exilia de su cuerpo erótico...” Ana María Fernández
La mujer estuvo preparada para vivir como lo otro. Satélite de un planeta, negativo de una foto, reflejo en un cristal.
Coinciden formas premodernas de vida, como las citadas, que siguen asignándonos el espacio privado y la domesticidad como los propios, formas modernas que abrirían las puertas de una participación en el mundo público y acceso a la educación en todos sus niveles (con sus propuestas de democracia, desarrollo y progreso) y aun formas postmodernas, con todos los cuestionamientos y críticas de las matrices sociohistóricas de las que procedemos. Y estas formas coexisten en el tiempo y espacio en que vivimos y se dan en la convivencia contemporánea de varones y mujeres.
Convengamos que pese a algunas de las metas logradas hoy, hay regresiones a épocas pretéritas. Las mujeres quedaron excluidas de la utopía moderna, con sus metas de progreso y democratización. Y esta exclusión implica violencia por quedar en un sitio de no ciudadanía. El feminismo se ha planteado construir esa parte de la modernidad que quedó incompleta para el género.
Las mujeres llevamos dentro a la premoderna. No llegamos todavía a investirnos de los DDHH a los que aspiramos. Se hace preciso abordar los logros pendientes. El planteo del feminicidio como expresión de la misoginia, sigue en debate. Las sobrevivientes tienen una palabra a ser escuchada.
La política feminista implicaría acciones frente al tradicional poder de dominación patriarcal. El empoderamiento de las mujeres implicaría erradicar la violencia androcéntrica y superar el monopolio masculino en los lugares de poder. La construcción de la ciudadanía plena sigue siendo aspiración de muchas.
Sería preciso revisar las relaciones intergenéricas para que hombres y mujeres pudieran explorar formas más democráticas de funcionamiento y también las que se dan entre congéneres. Así, la Sororidad como pacto entre mujeres para desmontar la misoginia, resultaría imprescindible. La creación de genealogías femeninas permitiría recuperar lo oculto y silenciado de nuestras predecesoras.
Se plantea como necesario un análisis crítico de nociones de amor en XXI. El amor como desbordamiento irracional de impredecibles consecuencias, debiera ser examinado. Así habrá que deconstruir la ideología amorosa que ha implicado un sujeto varón y un objeto de amor: la mujer, en disparidad de privilegios y poderes. Sobreestimando la vinculación con el hombre, respecto al cual las otras mujeres eran vistas como competidoras por ese reconocimiento de la mirada masculina. Mirada sentida como coartada para vivir vicariamente a través de los logros del varón idealizado.
Las líneas del amor operan como líneas biográficas estructurantes de la vida de las personas. Tienen funciones anticaóticas, pero también por el modo en que se delinean resultan generadores de graves problemas.
El sujeto de amor es el varón. La supremacía genérica de los hombres y su poder de dominio subyacen a cualquier experiencia. El hombre es el centro. El androcentrismo cultural es supremacía de género a nivel social. Así se vive el amor, tanto en construcción simbólica como en experiencia de vida. Este poder en tanto sujetos de amor se traslada a otros lugares. Los hombres tienen poder sobre la vida de las mujeres.
La mujer es cautiva, objeto de amor. Si se la considera inmanentemente amorosa, se deja de ver que esto es un constructo y un constructo interesado del patriarcado. Cuando reivindicamos una ética del cuidado que implique generosidad y empatía, ésta debe requerir a varones y mujeres. Los hombres cuentan con la incondicionalidad histórica de las mujeres, que han ocupado un segundo lugar, en el sexo y en el amor. De ahí la devastación que supone el desamor, sobre todo para las mujeres. Así existen formas de opresión amorosa dadas por la vinculación entre amor y poder: amor y poder en un continuum. De allí la necesidad de examinar los modos del amor, normativamente estructurado para hombres y mujeres.
El amor como distorsionador social, lo es por la centralidad del hombre en nuestra cultura. El lugar de segunda clase de las mujeres ha jugado en contra de pactos entre los géneros ya que la desigualdad y las relaciones de dominación atentan contra un genuino encuentro. Serà preciso cambiar y desmontar la falacia de las mujeres como seres para los hombres.
Es obvia la necesidad de nuevos pactos en que las mujeres dejen de ser las pactadas. El amor requiere igualdad. Cualquier desigualdad intoxica el vínculo. Cambiar el amor implica cambiar las relaciones genéricas. Y cambiar las relaciones genéricas es correlativo a cambios sociales que apenas pueden esbozarse, pero que suponemos abrirían las puertas a una relación existencialmente más rica y humanamente más armoniosa.
María del Carme Marini agosto de 2013
7. DE LAS PUBLICIDADES SEXISTAS A LOS FEMICIDIOS:UNA SUAVE PENDIENTE RESBALADIZA
No voy a referirme a la compradora compulsiva, en eterno conflicto con su marido amarrete, de la publicidad de un Banco Gaita, ya debe haber sido considerada en otros textos. Tampoco a la del limpiador, que muestra a una mamá fregando el piso de rodillas hasta quedar deforme por una joroba que le rasga la camisa, pues despertó protestas y ya fue censurada.
Voy a tomar otras que, por esas cosas de la vida me pegaron algo así como un puñetazo en el estómago.
1.Una madre joven y congestionada, ojos lagrimeantes, nariz roja y voz gangosa se justifica: Hoy tengo que pedir licencia, estoy engripada…ante la mirada sorprendida de su niña. Y a continuación, en off la voz esclarecedora del comentarista:” No! Las madres no se pueden tomar un día libre, y para seguir con sus tareas está la solución: Vitaformol, que le asegura seguir hasta convertirse en momia”. La publicidad dramatiza esa ficción de madre puesta en el lugar de la abnegación sin zapateos posibles. Para eso es madre ¡carajo!
2.Ella es la mujer madura, de vozarrón imponente, se instala en la casa de su hijo, se come con sus amigas los postrecitos que su nuera ya tenía comprometidos para entregar a una cliente, interfiere en la privacidad de la pareja y además decide qué película verán. Es la suegra espantosa, acorde a los estereotipos más rancios, y viene con la línea de cable que promueve. Cable que a mí podría sugerirme un uso poco compasivo: el ahorcamiento.
3.Esta otra es la que logra, a cambio de coimear con sandwiches de un pan que no compraré jamás, a cada uno de los miembros de la familia. Al marido para que destape la cañería, a la hija para que desholline la chimenea, al mayor de los hijos para que corte el césped, al menor para que limpie la pileta. Manipuladora eficaz, con sonrisa sobradora, dispone de la vida de todos, como bruja disfrazada de hada.
Son tan horribles las actitudes de las protagonistas de estas publicidades, que parecen elegidas ex profeso para odiarlas. Las cualidades más denostadas se expresan aquí, en cada caso corregidas y aumentadas. La victimización (autovictimización de la primera), la prepotencia imprudente de la segunda y lo ladino y artero de la tercera, intentan tal vez convocar al humor.
No hay aquí tetas ni culos, pero…¿no hay una también en ellos, una intención denigratoria en la dramatización de estas historias?
¿No se registran estos guiones un reforzamiento de imágenes de lo femenino desde el desprecio? Encubren sus peligrosos mensajes precisamente por no sonar TAN estridentes. Pareciera exagerado señalar lo insidioso aquí sugerido. Pero vale la pena.
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Y entremos en tema:
¿No es bajo la simulación de una búsqueda de complicidad que se está repitiendo la violencia, bajo otra forma, menos explícita, igualmente feroz?
¿Y no es el desprecio y la denigración quienes ponen la base a la violencia? Violencia que se expresa casi imperceptible primero, para cobrar fuerza e impregnar casi todos los intercambios.
Podrá parecer banal detenerse en estas nimiedades, cuando nos convoca la marcha del 3 de junio con el lema: NI UNA MÀS.
Cuando estamos procesando atragantadas, las búsqueda por su familia, del cadáver de la mujer desaparecida en San Lorenzo, desaparición en que están policías involucrados.
Cuando todavía resuenan los nombres de Chiara y Catherina como penúltimos eslabones de una cadena de crímenes.
Podría parecer banal si no vemos el principio de una denigración, que comienza en publicidades presuntamente humorísticas y se extienden a una posición frente a lo femenino.
Podría parecer banal, si desconociéramos la teoría de la “pendiente resbaladiza” que describe como el primer paso en una zona de derrumbe puede parecer inocente. Que las humoradas con que se nos bombardea a diario desde una actitud de menosprecio, entran en un camino que muchas veces (demasiadas) termina en tragedia.
M.C.M. mayo de 2015
8 De jueces , odontólogos, políticos y colectiveros
CASO RUBY
Silvio Berlusconi fue acusado de dirigir una "red de prostitución"
La Fiscalía acusó al exprimer ministro italiano, de 76 años, quien está siendo juzgado por abuso de poder y por haberle pedido a Karima el Mahroug, una bailarina conocida como "Ruby Rubacuori" (Ruby robacorazones) sexo a cambio de dinero cuando era menor de edad, de haber dirigido una la red en su mansión.
El fiscal Antonio Sangermano afirmó que el Mahroug era "parte integral" de una "compleja red de prostitución" y calificó de "gran anomalía" que varias bailarinas declararan ante la corte que Berlusconi les pagaba 2500 euros (3250 dólares) por mes. El pedido de condena de la Fiscalía será el viernes, mientras que la defensa tiene previsto hablar el 11 de marzo. El veredicto se espera para el 18 de marzo.
Previamente, la fiscal juvenil del tribunal, Annamaria Fiorillo, testificó acerca del abuso de poder y se refirió a la noche en que la bailarina fue detenida en Milán por supuesto robo en mayo de 2010, semanas después de su supuesta relación sexual con Berlusconi, quien impidió que la policía enviara a "Ruby" a un centro juvenil alegando falsamente que era sobrina del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak, mentira que permitió que la adolescente quedara bajo la custodia de un miembro del partido de Berlusconi. Página 12 4-3-13
EL ABUSADOR QUE TERMINO ESCRACHADO
Fue camarista en Mar del Plata durante la dictadura. Hace años, varias mujeres lo acusaron de haber abusado de ellas cuando eran niñas. La causa prescribió y no hubo condena. Mañana tiene previsto firmar su libro. Esas mismas mujeres piden que no sea admitido en la feria.
Mariana Carabajal
Un ex camarista de Mar del Plata, integrante de una conocida familia de la ciudad balnearia, fue denunciado por abuso sexual. Una docena de amigas de sus hijas, sobrinas y vecinas –ya adultas– relataron en forma contundente en la Justicia que en su infancia, cuando tenían entre 6 y 12 años aproximadamente, el entonces juez Edmundo O’Neill abusó sexualmente de ellas. La causa se abrió en 2004, pero cerró en 2006, sin condena, “al encontrarse extinguida la acción penal por el paso del tiempo”. En el expediente, el acusado admitió que había hecho “algo incorrecto”. Mañana O’Neill tiene previsto firmar ejemplares de un libro de su autoría en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En solidaridad con las víctimas, más de un centenar de referentes de la ciencia y de ONG que trabajan contra la violencia de género y por los derechos de las mujeres y la niñez enviaron ayer una carta a los organizadores para que “apelando al derecho de admisión” impidan que el ex camarista se presente en la feria. La movida fue impulsada por una de las víctimas, hoy investigadora del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, “para evitar su presencia en un ámbito de la cultura como la feria”, explicó a Página/12. “Es muy indignante saber que no tiene ningún tipo de sanción, al menos que la sanción sea social”, señaló. 3-5-13
Sociedad LA NIñA DE UNA DE LAS TRES CAUTIVAS EN CLEVELAND ES HIJA DEL SECUESTRADOR
El ADN que confirma el horror
Los análisis indicaron que Ariel Castro, que mantuvo a tres mujeres secuestradas una década en su casa, es el padre de la pequeña hallada allí. Michelle Knight, la víctima que aún permanecía en un hospital, fue dada de alta ayer. Había sufrido cinco abortos.
Los resultados preliminares de ADN realizados a Ariel Castro, el secuestrador de las tres jóvenes en la ciudad estadounidense de Cleveland, confirman que es el padre de la pequeña hallada con las víctimas el pasado lunes, reveló ayer el fiscal general de Ohio, Mike DeWine. Ayer fue dada de alta la única víctima que permanecía internada.
Según explicó, una muestra de ADN de Castro, que fue acusado formalmente de cuatro cargos de secuestro y tres de violación, fue analizada durante toda la noche por expertos forenses que pudieron “confirmar que Castro es el padre de la niña de seis años nacida en cautiverio de una de las víctimas del secuestro”. Por el momento, el ADN del acusado no coincidió con ningún otro caso pendiente en Ohio, aunque se estén comparando sus datos a nivel nacional también a través del FBI, agregó la Fiscalía.
El caso se destapó la noche del lunes, cuando una de las jóvenes secuestradas, Amanda Berry –la madre de la pequeña– logró escapar y pedir ayuda a los vecinos para que alertaran a la policía. Los agentes hallaron al llegar a la casa de Castro, un ex conductor de autobús escolar de 52 años, a otras dos jóvenes más, Gina DeJesus y Michelle Knight, desaparecidas como Berry desde hacía una década.
Según se fue conociendo a lo largo de la semana, Castro presuntamente mantuvo a las jóvenes encerradas y atadas durante todo este tiempo, y las maltrataba y violaba repetidamente. 11-5-13
ODONTÓLOGO A JUICIO POR ABUSO
En Neuquén, empezó ayer el juicio por “abuso sexual gravemente ultrajante” contra un odontólogo de un barrio popular. Una nena a la que atendía contó los abusos a una amiga y ésta a su madre. Con la difusión del caso, otras pacientes se presentaron a testimoniar.
Un odontólogo de la ciudad de Neuquén comenzó ayer a ser juzgado por el delito de “abuso sexual gravemente ultrajante” cometido presuntamente contra una de sus pacientes, una niña de 7 años y medio, a lo largo de más de un año, mientras le realizaba un tratamiento de ortodoncia. El dentista acusado se llama David Narváez. Tiene su consultorio en un barrio popular de la capital provincial, donde atiende a los grupos familiares que no tienen obra social, por cuotas mensuales relativamente bajas. Mañana está previsto que declare una joven de 20 años que también contó que fue víctima del mismo odontólogo en el mismo consultorio, una década atrás, pero que nunca llegó a denunciar el hecho y a partir de este caso se acercó a la Justicia para dar su testimonio.
“Ella nos decía que no quería ir al dentista. Pero yo la llevaba igual. Como yo también le tengo miedo al torno y a las agujas, pensé que era eso. Y además la atendía gratis. Uno cuida a los hijos de las personas que no conoce. ¿Cómo iba a esperar algo así de un profesional? Fue muy shockeante cuando nos enteramos”, recordó compungida Graciela Marín, la mamá de la niña. “A nosotros no nos contaba nada porque le daba vergüenza”, se lamentó. La mamá, el papá y los tres hermanos de la nena se atendían hacía años con el odontólogo. La familia se enteró del abuso, presuntamente cometido en 2010, en noviembre de 2011, porque la nena dijo algo a una amiga del barrio y ella se lo comentó a su mamá, quien a su vez habló con la madre de la víctima. Inmediatamente se hizo la denuncia 14-5-13
Reflexiones
El tema recurrente en estos cuatro casos salta a la vista.
Más allá de que se trate de un político sofisticado que recurre a la seducción del poder o el dinero, que desarrolle su vida en fastuosas mansiones (como Berlusconi) o de un violento secuestrador (Ariel Castro), que captura a sus presas y las mantiene en el encierro de una casa lóbrega como una cárcel…
Más allá de que utilice el ascendiente de su inserción en la justicia (como O´Neill, juez en Mar del Plata, entre el 78 y el 82) o se valga de su desempeño como profesional de la salud para cometer el abuso (Narváez)…en todos los casos, este abuso perpetrado es un delito.
¿Y los efectos en las víctimas? El daño moral a la menor seducida por Berlusconi ¿es diferente al de las otras víctimas? El supuesto acuerdo de Ruby ¿no implica un ataque enormemente siniestro, pues al dar su consentimiento, además de convertirse con ello en mercancía, entra en complicidad con su prostituyente?
Las cicatrices que deja no quedan en el cuerpo. Se inscriben de otro modo. Son diferentes a las de Michel Knight. Ésta, con fracturas en el rostro y cinco abortos provocados por los golpes, permanece internada. ¿Y las que quedarán en la niña de seis años que transcurrió su vida en el encierro, el único modo de vida que conoció?
¿Y las mujeres que debieron esperar veinte años para que el que fuera juez, perteneciente a una familia encumbrada, rica, católica y aristocrática pudieran poner palabras a la vergüenza, la humillación y el desconcierto?
¿Y las niñas y adolescentes abusadas por el perverso dueño de las pinzas y el torno, que en su consultorio se valió de su rol para su satisfacción pedófila?¿ La turbación actual en las jóvenes que se suman, que en su momento no pudieron hablar, o hablaron pero no fueron escuchadas?
Son interrogantes que siguen pulsando.
21-5-13
9 Buscando sentido
I
La difusión y entusiasmo que suscitaron una serie y una película en lo que lleva este año, me lleva a reflexionar sobre las adhesiones suscitadas. Me refiero a “Las mil y una noches” y a “Las 50 sombras de Grey”
Ambas refieren la vinculación amorosa, una en el sentido más romántico, la otra con la audacia de remitir a sesgos sadomasoquistas, menos frecuentes (¿o menos expresados?). Si las menciono juntas, pese a sus diferencias, es para subrayar un elemento: el ejercicio de un poder discrecional sobre las emociones de las protagonistas, en función de la fascinación puesta en marcha en ellas.
Esa fascinación suscitada por esos hombres en cuestión, las colocan en ambas historias, en una relación asimétrica de subordinación que determina su trayectoria polarizando el total de intereses y energía. Motivando un apasionamiento que es el centro del drama.
Un rasgo que comparten los varones en los dos casos es su condición de poderosos, son dos hombres muy ricos. Y un rasgo de las protagonistas es su vulnerabilidad, desde una mirada convencional respecto a atributos femeninos. Esta cualidad las convierte en alguna medida en subordinadas en el vínculo, que influirá en el despliegue del mismo y en las circunstancias a desarrollarse.
Creo entender, que en alguna medida, se replica el argumento de: chica pobre pero bella, en el intento de conquista de hombre fuerte y rico, necesariamente deberá padecer.
En este padecimiento es donde quiero hacer eje. Creo que allí está la reiteración de una vieja forma de pensar las relaciones amorosas, en la que la mujer es en función de dicha relación, opacando otras alternativas de ser. En general, se ha descripto una asimetría en el lugar otorgado a las relaciones afectivas, al amor y la pasión, según se remitan a un ser humano de sexo femenino o masculino. Como más profundamente significada para las mujeres y solo tangencialmente para los varones (en tanto en su mundo las luchas por el poder suelen ocupar grandes montantes de energía).
Me pregunto si el anclaje de estas dos historias y el interés despertado, no resuena a esa versión de los vínculos que ha prevalecido por generaciones. ¿No estará expresando formas de afectividad que siguen pulsando, pese a las reflexiones en torno a la necesidad de nuevas modalidades en los lazos amorosos?
Como contrapartida de esas formas de amar en función del padecimiento atravesado puedo referir reflexiones de mujeres que pudieron armar otras historias. Por fuera de ese estilo colmado de sufrimiento.
Una de ellas me contaba: “Somos santiagueños. Tenemos 85. Llevamos 49 años juntos y hemos criado tres hijos y ayudado a criar a cuatro nietos. Le digo: ya nos podemos morir tranquilos….cuando decidimos estar juntos le dije a él que era para que lleváramos adelante la vida en lo bueno y en lo malo, siempre luchando. Y nunca me falló. Tuvimos épocas difíciles…pero…él siempre estuvo. Y yo con él. Ahora que vino mi sobrino de visita, lo quiero llevar a un lugar en que se baile chacarera. ¿Usted conoce alguno?”.
Una abogada (65) en un momento posterior a una cirugía mayor y mutilatoria, me relata, que por su propio trabajo, el marido, un hombre muy dedicado a su profesión, tuvo que hacer muchos ajustes en sus horarios para estar a su lado, dando lo que ella, sin reclamar, necesitaba: su presencia. Que la acompañó y la acompaña siempre. Que no vaciló en suspender reuniones y postergar compromisos…pero que todas las veces que fue necesario, estuvo junto a ella. La importancia que significó para ella esa dedicación, pudo expresarla cuando dijo: “Es un hombre que siempre está…Yo sé que con él, puedo contar. Puedo contar incondicionalmente”.
Una profesora de arte (40), relata que sus padres, con una actitud muy tradicional respecto a la familia, después de que sus hermanas menores formaran su propia pareja, tenían cierta inquietud respecto de ella. Las presiones, aunque sutiles, estaban apareciendo. Ella, muy introvertida, no había tenido vínculos que hicieran pensar que estaba en camino también de hacerlo. Sabía para sí misma y les planteó a ellos, que solo establecería una relación cuando estuviera convencida de lograr el entendimiento que deseaba. Cuando conoció al que sería su compañero (maestro de música en su misma escuela) sintió que colmaba sus expectativas. Ella refería una armonía que tenía mucho de profundas afinidades entre ambos. Lo singularísimo de esta pareja, es que la música compuesta por el padre y el coro que conformaron con ella y luego sus hijos, pudieron dar forma a una actividad artística valiosa y original.
En todos estos casos la vinculación entre deseos y logros, en términos de relación de pareja, tuvo que ver, como lo expresan sus protagonistas, en poder mirar y ver, nombrar y ser nombradas, y considerar y sentirse consideradas y en una experiencia de compartir ¿en términos de mutuo respeto?
¿Podemos contraponerlo a las versiones en que los costos de la relación amorosa impliquen el padecimiento que referíamos?
De todas maneras, releyendo el escrito y pensando en los argumentos que cuestionan la irracionalidad del amor y la pasión (tan bien expresados en la serie y el film), no puedo menos que recordar y aceptar que hay dimensiones enigmáticas en la esfera de los afecto. Y que esperar que prevalezcan argumentaciones lógicas para lo que no lo es, parece ocioso. La cuota de misterio que implica un encuentro no se condice con su eventual condicionamiento.
Pareciera incompatible en vínculos amorosos apasionados, alguna dimensión que no sea tormentosa y en que prevalezca la serenidad. Aunque podamos seguir aspirando a construir amores con menos padecimientos y más alegría. M.C.M. abril 2015
10 Sobre machismos siglo XXI (actualizado)
1- Ella es joven, tiene dos hijas. Trabaja en una fábrica textil. Para ahorrarse el colectivo va en su bicicleta todas las mañanas. A veces en este invierno, el frío la acobarda un poco. El movimiento de vehículos también es amenazante y por eso suele eludir las calles más transitadas. Aquella mañana parecía igual a tantas otras, pero iba a ser diferente, un motociclista se le puso apenas atrás y mientras pasaba le pegó una palmada en el trasero, eso dicho de manera elegante. Si fuera más directa, diría que lo que hizo fue darle un manotazo en el culo. Los manubrios de la bici y de la moto se rozaron y ella perdió estabilidad y fue a dar al pavimento, mientras él se alejaba raudo en su moto de macho triunfal, sin mirar atrás.
No, ella no dio con la cabeza en el cordón. Pero dio con la rodilla contra el suelo, lo que le está costando dos semanas de ausencia en el trabajo.
¿Qué puede implicar para un hombre agraviar a una mujer y dejarla herida en la calle? ¿No será sentir que puede hacerlo, es más, que tiene derecho a hacerlo porque la calle sigue siendo su espacio, y hay que confirmarlo con gestos como ese?
2- En un hospital de Rosario de cuyo nombre no quiero acordarme, una médica recién egresada ganó una residencia, acreditando los antecedentes necesarios para ello. Las especialidades tienen una cierta jerarquía. Las hay más valoradas (por el prestigio que implican en esta feria de vanidades) como neurología y cardiología. Y hay otras residencias que se consideran menos glamorosas. Esas son las que frecuentemente ocupaban ¿y ocupan? las mujeres: pediatría, ginecología, dermatología.
La residencia que se concursara en esta oportunidad era en traumatología. Una especialidad en que las mujeres no han sido tradicionalmente bien recibidas. Los compañeros de residencia que ingresaron con ella hicieron causa común con los residentes de segundo y tercero para sabotear a la que consideraban intrusa en un ámbito masculino. A la sobrecarga de tareas se fue sumando el acoso hostil. Ella resistió la situación de creciente agresión todo el tiempo que pudo. Pero la conflagración instrumentaba cada vez más encerronas, para hacer de la residencia, no el lugar de compañerismo y aprendizaje que soñara, sino un infierno de desprecios, insinuaciones groseras y abiertas intimidaciones. Resistió lo que pudo y terminó renunciando.
Esto sucedió este año, no en el medioevo, y en Rosario, no entre talibanes. ¿O sí?
3- La violencia física sigue siendo noticia frecuente y perturbadora. Es frecuente que casi todos los días y en los más diversos lugares sobresalten hostilidades que llegan al femicidio
“SOCIEDAD › UNA MUJER DEGOLLADA EN AVELLANEDA
Femicidio en plena calle. Un hombre asesinó a la madre de sus seis hijos, a quien apuñaló en el abdomen y degolló en plena calle del partido de Avellaneda, y luego intentó suicidarse al ser rodeado por la policía, aunque finalmente fue llevado al hospital y detenido.
El hombre y la mujer mantenían una relación conflictiva y él aparentemente la atacó, enojado porque ella lo había denunciado por violencia de género. Página 12, 6 de junio de 2014”
Entre los titulares de hoy, además, se destaca la campaña para evitar que el Mundial de Futbol se convierta en escenario de viejas-nuevas oportunidades de trata.
El mejor homenaje a Marita se ha pensado en estrategias que puedan alertar y disuadir a los concurrentes al Mundial de funcionar como “Turistas sexuales” como se refiere, ha sucedido en anteriores ocasiones.
“CAMPAÑA CONTRA LA EXPLOTACION SEXUAL DE MUJERES EN EL MUNDIAL
La trata, fuera de juego, Mariana Carbajal
El gobierno nacional estrenó spots de tevé y lanzará afiches callejeros para generar conciencia en quienes viajen a Brasil. Se suma así a la movida de otros países y organizaciones. “No manches la camiseta” es el eslogan. Página 12, 8 de junio 2014”
Reflexión
¿Qué conexión cabe establecer entre el incidente callejero de la joven ciclista, el rechazo de la residente de traumatología y las noticias del diario. Noticias de violencias, que van de las amenazas a los golpes, algunos con consecuencias gravísimas como en el caso citado, que llegan al femicidio, a otras que denuncian la trata como violencia? La conexión pasa por la devaluación de la mujer en el imaginario patriarcal.
Aquel motociclista que se sintió autorizado para avanzar sobre la joven que circulaba por la calle dio un mensaje bien preciso, “a calle es mía, mía y mía y si te aventurás en ella, puede suceder que termines manoseada y golpeada”.
Como los residentes de traumatología que dejaron bien en claro que allí las mujeres no son bienvenidas, que es un ámbito en el que por ahora quedan excluidas, y que si a alguna otra audaz se le ocurre acercarse, debe saber que lo va a pasar tan mal como corresponde a lo que ese ámbito de varones puede decidir.
De los incidentes reproducidos de las noticias del diario, poco cabe agregar excepto que constituyen la forma esperpéntica de una actitud que es la caricatura de la masculinidad.
Pero lo que me interesa destacar es que entre una y otra forma de lo acontecido hay una diferencia de grado. Solamente de grado, porque en todas ellas el sustento está en la persistencia de una concepción de los lugares y prerrogativas de varones y mujeres.
Una concepción que cabe seguir revisando y en la que la devaluación de uno de los géneros, implica el empobrecimiento de ambos. Es en todos ellos, la humanidad la que pierde.
María del Carmen Marini, en épocas que replican el pasado de la humanidad
11 Consideraciones de género 2018
Las cuestiones relativas a la problemática de las mujeres, se expresan en diferentes áreas. Mencionaré algunas que me convocaron recientemente.
1- Una dirigente de Ammar procesada por trata
Uno de los ámbitos en que se produce un choque de posiciones respecto a la condición femenina, es respecto al ejercicio de la prostitución. Las corrientes contrapuestas entre quienes aspiran a abolirla, y las de quienes pretenden regularla, considerándola un trabajo, llevan mucho tiempo de debate, sin que se llegue a una conclusión.
Pero una noticia del 19 de abril de 2018, por la fuerza del sentido que aporta:
“La mujer se presentaba como defensora del trabajo sexual, pero un fallo confirmado por la Cámara determinó que en realidad explotaba a jóvenes en situación de vulnerabilidad tras una fachada cooperativa.
El burdel funcionaba en Guido y Bolívar, de Mar del Plata. El burdel funcionaba en Guido y Bolívar, de Mar del Plata.
La Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata confirmó el procesamiento de una dirigente de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar), agrupación que defiende el trabajo sexual, en una causa por trata. Se le imputa la modalidad de captación y acogimiento, agravado por el engaño y abuso de la situación de vulnerabilidad de tres jóvenes, a quienes explotaba sexualmente en un prostíbulo que regenteaba en la ciudad balnearia. En la audiencia ante el Tribunal de Alzada intervino el fiscal general Daniel Adler, quien explicó a PáginaI12 el mecanismo que aplicaba la imputada, de acuerdo con la investigación judicial: primero les proponía a las mujeres formar una cooperativa pero luego les retenía un porcentaje que llegaba al 50 por ciento de lo que cobraban por los “pases” y les exigía el cumplimiento de horarios, entre otros requerimientos. “No era el esquema de una cooperativa, ella era quien regenteaba y explotaba el prostíbulo”, dijo Adler.
El procesamiento recayó sobre María Azucena López Villagra, conocida como María López, secretaria general de Ammar en Mar del Plata.
En 2013, otra dirigente de Ammar, de la ciudad de Buenos Aires, Claudia Brizuela, también fue procesada en una causa por trata de mujeres para explotación sexual: se le imputó colaborar con una red, que gozaba de protección policial, ofreciéndole una pantalla de legalidad a través de la afiliación de las víctimas a la agrupación.”
Aunque las discusiones prosigan, quiero referir que hace años un grupo de profesionales de la salud y del derecho, realizamos un seminario de capacitación en Violencia de Género, en ATE, para integrantes del grupo AMMAR de Rosario, (por estar ellas justamente muy expuestas a situaciones de violencia) Ese trabajo, además de una experiencia valiosísima en el encuentro que se produjo, me dejó un recuerdo.
Este recuerdo es que una de las integrantes expresó que se esforzaba por que sus hijas tuvieran la mejor educación posible que podía proveerles. Para que ellas tuvieran mejores posibilidades de trabajo. Y eso me sigue sonando.
2 - El tema de la Academia y las producciones surgidas de trabajo en el campo
En los espacios académicos, carreras universitarias de posgrado, en los que se plantea la posibilidad de generar espacios de reflexión y conocimiento sobre la situación de las mujeres, puede suceder (y de hecho sucede) que acontezca un desbalance. Un desbalance que privilegie el desenvolvimiento de teorías, y se jerarquice aquella producción que confirma saberes pautados, dejando poco lugar a los aportes surgidos del ejercicio de una práctica comprometida en lugares “de frontera”. Trabajos en áreas aún no exploradas y pertenecientes a cuestiones urticantes en lo social.
Me refiero a que trabajos vinculados a los ámbitos más conflictivos, no siempre reciben la valoración de merecen, por la realidad que exploran y describen, como primeros aportes a realidades difíciles y poco transitadas.
Monografías y tesis referidas al trabajo de investigación en algunos temas, y en exploraciones hechas desde ciertas instituciones, quedan desestimadas.
Una producción referida a la asistencia a víctimas de la violencia, desde la implicación que supone tal tarea, desde alguien que la realiza a diario, no halla la resonancia, de ese “saber situado” y de primera mano.
Otro trabajo, que se plasma en el acompañamiento a mujeres en una institución carcelaria de la ciudad, no concitan la atención que su originalidad supondría. No hay antecedentes y aunque podría funcionar como plataforma para nuevos recorridos, quedan detenidos.
A veces, lo mejor es enemigo de lo bueno. Y acá me cabe la reflexión de que en el propósito encomiable de elogiar ciertos modos de producción, se queda en el camino la chance de ampliar el abanico de lo observado. El objetivo de excelencia (legítimo sin duda) deja fuera aproximaciones de una legitimidad que enriquecerían el campo del saber.
3 – La presencia de transexuales en eventos
Una presencia en los Encuentros de Mujeres, en las Marchas y eventos que tengan significado, es la de la comunidad LGBTI, sigla que se usa como término colectivo para referirse a las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Tráns e Intersexuales (el término trans se refiere a travestis y transexuales).
La presencia de trans nos interroga por su inserción celebratoria, como la de un triunfo sobre prejuicios mutiladores. Y su ubicación en lugares de mayor jerarquía, también marca una cuestión significativa.
Tal fue el caso de la coordinación de uno de los talleres de Mujeres y Cannabis, en el Encuentro nacional de Mujeres de Rosario en Rosario 2016
Otro lo fue la participación en el Panel de `presentación de “Mujeres tras las rejas” film de Lucrecia Mastrángelo en Ciudad Futura, 8 de abril de 2018.
En ambos espacios el desempeño de las compañeras trans operó como una nueva forma de integración, más abierta y plural.
Lo menciono, porque tanto la coordinación de un taller, como la participación como panelista exigen una presencia, tal vez ganada en las confrontaciones previas, que forjaron la posibilidad de dicho desempeño.
Camila Sosa Villada, a quien leo con frecuencia escribe:
“a veces me veo envuelta en unas explicaciones, en unos espirales de asuntos de género, sin querer eh, no sé por qué siempre termino diciendo lo mismo, diciéndole a la gente: no mi amor, una trans no es lo mismo que una dragqueen, una trans no es lo mismo que un transformista. Una trans es otra identidad, es otra, no podés meter todo en la misma bolsa. Que el término travesti no es despectivo, que elijo usarlo en esta, mi vida política. Que las personas trans estamos en otro orden que no es el que tu escueta literatura te puede mostrar. Explicarle a la gente que los varones homosexuales gustan de varones, que las trans no somos varones, que somos mujeres trans. Que no es los travestis, que es LAS travestis.
Hace 9 años y medio que voy dando vueltas por distintas entrevistas, haciendo este trabajo, que nadie me paga, el de decir que no es todo lo mismo en esto de las identidades. Que piensen con perspectiva de género. Pero no, parece que a ustedes no les entran conocimientos nuevos… que no entienden que hay cuerpos, que hay identidades, que hay sentires distintos, ustedes que no piensan dos veces en les otres, que se embolan porque usamos un lenguaje inclusivo y en vez de decir todos, decimos todes, ustedes que no la ven ni cuadrada…”
4 – El adorno de las mujeres.
En primera persona singular.
Espero mi turno en Arte de Curar. A mi lado una señora. La miro. Peinada y maquillada cuidadosamente. La miro otra vez. Algo me llama la atención, y es que a pesar de lo colorida es armoniosa. Pero…
Desde allí hay algo y no puedo dejar de mirarla. Como a un escaparate. Tiene pantalones de colores vibrantes y una camisa de broderié impecable sobre una remera de pequeños estampados. Lleva aros y medallón de nácar. También una cadenita con dije plateado. Y un collarcito de cuentas pequeñas de color lila. Pulseras en las dos muñecas (diferentes y tintineantes), Anillos en las dos manos. Sandalias doradas y un bolso labrado en colores. Podría decirse que es algo atildada. Cuento todos sus anillos y pulseras y son muchos. . Cuando se levanta para ser atendida se apoya en un bastón de mango esculpido.
Me pregunto cuánto tiempo le habrá llevado vestirse y adornarse.
Me miro y por contraste me siento deslucida y despojada. O ella exagera su producción o debo cuestionarme mi aspecto: solo llevo mi triste reloj en la muñeca izquierda.
Pienso en lo felino (solo en mi gato?) (1) en las mujeres. Y en los varones. Que se expresa en esa tendencia a acicalarse para atraer y seducir y me pregunto si me habrá venido medio fallado. Por ejemplo cuando veo un arreglo tan minucioso.
Por ejemplo respecto al tema de encanecer, no tengo una posición firme.
Algunas amigas han decidido dejar su cabello cano tal como es, sin tinturas que disimulen el encanecimiento. Lo plantean como decisión de esta altura de sus vidas, y me parece sensato. Algunas más jóvenes ya muestran hebras en el cabello. Me pregunto cómo y cuándo decidiré que hacer con el tema.
Mi mamá planteaba cubrir las canas, como parte del propio cuidado y afirmación de la vida que restaba por vivir, prolongando el aspecto juvenil. Mi tío Domingo consolaba a los nietos diciéndoles que aunque fuera viejo, tenía muchos días por delante, tanto como cabello sin encanecer en su cabeza. En ambos coincidía la idea de encanecer como aproximación al final.
Lo cierto es que remite al paso del tiempo y al uso que de él se haga mientras tanto. Pero lo físico no habría de ser tan importante. No se piensa en el aspecto físico de aquellos cuyas producciones nos marcaron ¿no?
Y con respecto a las lisonjas por lo que hace a belleza y seducción, me he preguntado por el lugar que ocupan. Porque claro, se centran en exterioridades. Nadie le dice a una mujer que le atrae su capacidad para resolver ecuaciones. Es más frecuente mencionar los ojos, la piel o la figura como prendas valiosas. La empatía, el sentido del humor, o la asertividad. Esto refiriéndome a lo que un varón sensible e inteligente puede formularle a una mujer. No entran en esta categoría los dichos del presidente respecto al piropo.
Algunos varones bien intencionados, se jactan de dar con la palabra justa cuando tratan de lograr un acercamiento a una mujer. Valga el intento. A veces sucede.
Pero la nota más interesante al respecto la pone una nenita que en una tira (¿cómica o trágica?) le pregunta a su madre:
Si te dicen “cosita” ¿no te están cosificando? No quedan muchas dudas, me parece.
M.C.M. abril 2018
(1) No puedo terminar esta nota sin referirme al enorme atractivo de los felinos. Replicado en los y las humanas cuando asumen esa cualidad de sensualidad en su arreglo que produce acercamientos. Y quiero mencionar a mi gato. Decir “mi” gato es de una arrogancia gigantesca. Porque nadie tiene a un gato. El gato elije en que casa instalarse y a quienes tener como siervos. He hablado de uno que se instaló hace un tiempo en casa, con total displicencia. Permite que lo admiremos. Alberto lo llama Cachafaz, mi hija lo nombra Caradura, mi hijo le puso Sabandija y yo prefiero llamarlo El Inimputable. Se puede adivinar la razón.
12 Deslizamientos 2018
DESLIZAMIENTOS
“Pagina 12 SOCIEDAD
08 de diciembre de 2018
Procesan a un hombre por una relación sexual sin protección
El delito de no usar preservativo
La mujer había puesto como condición para tener sexo que el hombre usara profiláctico. Pero en la segunda ocasión él no lo hizo y ella lo denunció. Ahora, la Cámara en lo Criminal ratificó el procesamiento del acusado por “abuso sexual con acceso carnal”.
Los camaristas dijeron que la víctima no estaba obligada a tolerar actos de naturaleza sexual que no deseaba soportar. “D. dormía cuando percibió que el imputado la penetró, por lo que jamás pudo expresar oposición y nada autoriza sostener que el permiso primigenio se extendía a esa ocasión”, acotaron.
M.D. despertó con F.D.C. encima de ella penetrándola vía vaginal y, ante su rechazo, él manifestó ‘espera, espera que ya acabo’ lo que efectivamente ocurrió”, tras lo cual le aconsejó a la joven que tomara “la pastilla del día después”.
“Hubo una concreta afectación de la intimidad de la damnificada que con preocupación inició numerosos estudios para determinar secuelas que podrían darse tanto por contagio de enfermedades como un posible embarazo”, según el fallo.
“Otro importante es que cuando (la damnificada) exigió que cesara (C.) no lo hizo”, aunque el procesado “sabía que su acto no sería consentido sin el uso de un preservativo, ya que expresamente D. lo había puesto como condición necesaria horas antes.”
“SOCIEDAD
08 de diciembre de 2018
Una mujer en el volquete
El cadáver de una mujer con signos de ahorcamiento fue dejado ayer por la mañana en plena calle, al costado de un volquete con escombros, en la localidad bonaerense de Loma Hermosa, partido de Tres de Febrero. El hallazgo se produjo cerca de las 7.30 en la calle Primera Junta, entre Pasaje París y 1 de Mayo, del barrio Libertador, en la zona oeste del conurbano bonaerense. La víctima fue identificada como Andrea López, de 44 años, y el principal sospechoso por el crimen es su pareja, Juan Carlos Garcilazo. Si bien en un principio había trascendido que el cuerpo fue arrojado desde un automóvil en movimiento, una inspección posterior a las cámaras de seguridad ubicadas en la vereda de enfrente permitieron observar el momento en que un hombre de vestimenta oscura aparece en escena cargando el cadáver y dejándolo apoyado junto al volquete.”
Qué relación puede haber entre la primera de las noticias y la segunda, que golpean por su virulencia. ¿Podrá establecer el hilo conductor entre la actitud del primero que omite la condición previamente pactada: la utilización de preservativos y la del segundo en el conflicto que culmina con el asesinato de un hombre que priva de la vida a su esposa?
Creo que la plataforma sobre la que se hacen posibles ambos hechos es el desprecio por la palabra en el primero y el desprecio por la vida en el segundo. Que porque se minimiza no haber respetado el acuerdo de tener relaciones con protección, cuesta poner en el mismo plano un deslizamiento que puede llevar hasta el asesinato. Es este deslizamiento subrepticio el que quiero poner en mayúscula, para poder pensar en sus efectos en la vida de relación y en los acuerdos de pareja (sea intrascendente o comprometido)
Quisiera subrayar la actitud en ambos casos de “dueñidad” como diría Rita Segato, al hablar de violencia, de los varones que se sienten con el derecho de decidir, a moverse como dueños, más allá del consentimiento, de la libertad sexual y hasta de la vida de las mujeres que entraron a formar parte de su órbita: sea en una relación ocasional en el primer caso, o en la prolongada historia conyugal en el segundo (se menciona una relación de veinte años)
Los efectos de esa actitud, es la que pese a la diferencia en sus efectos (violación en un caso, asesinato en el otro) ambos hechos se nutren de una misma ideología que compartimos hombres y mujeres, y que hace a convicciones respecto al valor que tenemos como seres humanos. Y revisarlas para ver si es la que merecemos. Nutridos por milenios de una concepción androcéntrica, cuesta ponerla en observación en cada una de los hechos que nos atañen, pero es tiempo de hacerlo.
13 Simone de Beauvoir
Simone de Beauvoir (¿a través de los años y de otras lecturas?)
“El segundo sexo” (1)
Su producción teórica más significativa, de 1949, marca un momento clave en los estudios sobre la condición de la mujer.
Allí postula que la humanidad se divide en dos categorías de individuos.
Ser varón no es una singularidad, se considera en su derecho de serlo, y de ser jerarquizado, por el solo hecho de haber nacido varón de la especie. La mujer en cambio, es considerada como “lo otro”, “la otredad”.
“Resulta muy interesante descubrir que diferentes pensadoras se han planteado el tema y sus formulaciones resultan coincidentes. Simone de Beauvoir, Liliana Mizrahi. Eva Giberti encuentran originales imágenes para aludir a la misma cuestión.
Simone de Beauvoir se refiere al hecho de que se ha concebido un tipo humano absoluto, que es el tipo masculino, respecto del cual se define la mujer. Lo compara con que así como para los antiguos había “una vertical absoluta respecto de la cual se definiría la oblicua, así también es respecto del varón que se considera y define a la mujer”.
Liliana Mizrahi se referirá a la astucia de las maniobras que operan para mostrarnos nuestra existencia en la convicción de estar “fuera de lugar” y puesto que nacemos pecadoras en el sentimiento de “nuestra existencia misma como una infracción”.
Eva Giberti efectúa un planteo con interesantes coincidencias cuando se refiere a que las mujeres fuimos consideradas “el negativo del varón”, reconocido como un “alguien” respecto del cual solo seríamos un “algo”. ¿Un sujeto respecto al cual solo seríamos un objeto?
Como oblicua respecto de la vertical, como infractora por el solo hecho de existir, o como negativo de un positivo, lo que se lee en todos los casos es el descentramiento de sí misma, al ser medida desde parámetros que por un lado la ignoran, y por otro lado la desbordan al remitirla al paradigma humano masculino”. (2)
El lenguaje poético también ha encontrado imágenes para enunciarlo:
……………..
Fui sombra
Fui eco
Satélite en el espacio
reflejo en un cristal.
Palabra muda
para designar nada
ausencia de sentidos
tiempo deslizado
sin aconteceres propios.
De pronto el horror,
de pronto el vacío.
La soledad de siempre
ahora sin disfraces.
Saber que no,
que es mentira el encuentro
cuando se es sombra,
eco, satélite, reflejo.
………………………………….
¿Puede pensarse en una adolescencia del “segundo sexo”?
Al tomar la problemática de la mujer como “segundo sexo” en el primero de mis trabajos, y bajo la influencia de nuestra autora, me pareció pertinente asociarla con la de la adolescencia.
Si pienso en una “adolescencia del segundo sexo” refiriéndome al momento por el que atraviesan la mujeres (que son adultas y luchan por sus derechos), es en función de lo que veo como intentos de lograr una cierta independencia de criterios, de prejuicios, de modos de concebirse. Independencia ni siquiera planteada por las mujeres que nos precedieron (nuestras madres y abuelas). A ellas las siento como viviendo en una niñez prolongada a lo largo de la historia y a lo ancho del mundo. Independencia ya lograda tal vez por las más jóvenes, que no luchan por ella, sino que la usan.
Estoy pensando en la mayoría de mujeres de mi tiempo, que vivió y vive en la dependencia económica, en la ignorancia de los resortes fundamentales que mueven al mundo –me refiero a lo sociopolítico de lo cual estuvo excluida y en el sometimiento a tareas domésticas, que le restan concretamente por cansancio y falta de tiempo posibilidades de abocarse a otras problemáticas más importantes – aunque menos urgentes diría Pascal.
Así, la dependencia económica de la mujer, su encadenamiento a tareas rutinarias que se sienten como obligatorias, y su dificultad (comparativamente con el hombre) en el libre ejercicio de la sexualidad, son todas también connotaciones de la adolescencia como etapa evolutiva. Chicas y chicos adolescentes dependen del dinero que le dan sus padres, pero saben que con ingresos propios dispondrían de mayor libertad. Están obligados a cumplir tareas poco estimulantes en la escuela, aunque saben que hay cosas interesantes en el mundo, y no han completado aún el conocimiento de su cuerpo, ni el control de sus funciones para lograr una integración sexual plena.” (3)
En su ensayo, Simone de Beuvoir va a plantear las miradas sobre la mujer que se desarrollan desde la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico
¿Anatomía es destino?
Si bien la biología es considerada por Simone de Beauvoir como presencia categórica en la vida de los seres humanos, refiere que para las mujeres tiene una acción devastadora. La menstruación como “maldición” y la lactancia como “servidumbre” dan cuenta de cómo las concibe. Su expresión “la especie las roe” es categórica en ese sentido. Pero si bien subraya los efectos de las contingencias carnales, en la hembra humana, también plantea con claridad que esa biología todopoderosa no basta para explicar la jerarquía de los sexos.
He podido plantear menos taxativamente (y con ello me diferencio de nuestra autora) en “El desafío de ser mujer” la presencia de hechos psicobiológicos que influyen en la subjetividad femenina de manera peculiar.
Puse como título a este parágrafo, en el que me refiero a estas contingencias : “Las cuatro paredes se escriben con M” y me refiero al “encasillamiento de las mujeres a partir de funciones que arrancan de lo biológico para impregnar la totalidad de sus vidas como tal son: la menstruación, el matrimonio (ligado al ejercicio de la sexualidad), la maternidad y la menopausia. Cuatro “M” entre las que transcurre la historia del género. Dichas palabras se refieren a realidades que en lo concreto, y por la manera en que se dan en nuestra cultura, funcionan como las cuatro paredes que encierran la cuestión de la mujer, cuando bien podrían ser cuatro caminos en la exploración y recorridos de sí misma”. (4)
El psicoanálisis
Simone de Beauvoir hace una crítica a la postulación psicoanalítica de la mujer como hombre mutilado, señalando una omisión: el hecho de que el falo, es un símbolo de privilegios masculinos, debe ser considerado en primer lugar como realidad insoslayable.
Entre nosotros, y perteneciente a la escuela de Psicoanálisis y Género, con su vasta producción, merece mencionarse un texto coincidente de Juan Carlos Volnovich:
“¿Qué hacemos nosotros, analistas varones con nuestras analizadas mujeres, pertrechados como estamos por un cuerpo teórico que no ha sido revisado a la luz de la situación actual de la mujer?. ¿Dónde está la crítica desde el psicoanálisis a los valores patriarcales de la sociedad?. ¿Qué hacen las analistas mujeres con sus analizadas mujeres, con sus analizados varones y con los niños y niñas, sin haber reflexionado sobre el estatuto psicoanalítico de la mujer en la relación madre-hijo/a.
Con afirmaciones freudianas como que “la niña es un niño”, o que “la felicidad conyugal está mal asegurada hasta que la mujer no logra hacer de su esposo un hijo”, o aquella que sostiene la realización femenina solo en la maternidad, trayendo al mundo un hijo varón, sustituto del pene y portador del mismo. ¿Cómo puede una analista con estos disparates ejercer su oficio de alterizador?.
Con propuestas lacanianas que sostienen sobre la sexualidad femenina el discurso de la verdad, a saber: que lo femenino no tiene lugar más que en el discurso, esto es en el interior de modelos y de leyes promulgados por sujetos masculinos. ¿Cómo puede un analista ayudar a una mujer a parir su propia respuesta si en su escucha no hay lugar para algo que tenga que ver con el goce femenino, del que nada se pueda saber?. ¿Cómo ejercer nuestros destinos de alterizadores con los ojos cerrados y los oídos sordos?”. (5 )
El materialismo histórico
Su planteo se formula en relación a que una ética verdaderamente socialista debiera considerar la situación socio económica de la mujer, hasta ese momento no incluida. Fue posterior al libro de Simone de Beauvoir que toda una corriente de pensadoras produjo trabajos en ese esa dirección.
La historia aportando al tema
Los roles de las mujeres en la sociedad ligados a la producción y a la reproducción son subrayados.
La autora señala que la posibilidad de integrarse al mundo del trabajo asalariado, marcan un cambio importante, en la historia de las mujeres.
Como prisionera de la domesticidad, el despliegue personal quedaba coartado. La incorporación al trabajo productivo, durante el siglo XIX, crean una tensión de difícil gestión a la mayoría de las mujeres.
Las expresiones “Jaula de oro que habita”, o la de “animal de lujo, o animal de carga” que ella utiliza, remiten a diversos modos en que las mujeres han sido descriptas. Pero tal vez el mayor aporte que vale citar textualmente es el que plantea, zanjando posibles dudas: “No es la inferioridad de las mujeres lo que determinó su insignificancia histórica, sino su insignificancia histórica la que la destinó a la inferioridad”.
Cuestiona la idea del matrimonio como “carrera honorable” para las mujeres al postular la condición de vasallaje que implica, y destaca el derecho y obligación de asumir responsabilidades laborales, que rescatan al ser humano de tal riesgo de la dependencia.
Mitos
La vinculación de la mujer a lo contingente, a lo vital (así como la del varón a lo trascendente y a los valores del espíritu) produce consecuencias. Al hacer presente dicha condición de lo carnal y efímero, propio del ser humano, induce un horror de difícil tramitación. Pone en marcha una relación de lucha entre los sexos, en la que se plantean demandas contradictorias. Que la mujer sea al tiempo posesión del varón (con el tema de la virginidad, de la que el “propietario” la despoja) y al mismo tiempo permanezca extraña. Que se constituya como una alteridad que lo desafía a intentar dominarla, y al mismo tiempo lo intimide con su supuesta y misteriosa magia.
Los versos de Sor Juana son ilustrativos al respecto:
“Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Y aquí vale considerar al “mal” de que se habla desde esa lucha entre los sexos, de la que hablábamos. En que el deseo de posesión del hombre se contrapone a la devaluación consiguiente si esta posesión se logra.
En una referencia a los estadios evolutivos efectúa una interesante recorrida.
En la niñez
Respecto a las relaciones madre e hija señala la complejidad de una relación que ha sido descripta como la más misteriosa y problemática. En tanto la hija es para la madre en parte su doble, y en parte otra. Vínculo en que se establecen rivalidades y alianzas.
En un film reciente, “La bicicleta verde”, puede verse reflejado el dramático tránsito de una madre desde una actitud de reticencia a los deseos de la hija, hasta poder establecer una complicidad con la niña. Ésta anhela una bicicleta, en una sociedad en que eso no está permitido (Arabia Saudita). Así desde un lugar de censura prescripto por su cultura, que se opone al deseo de la bicicleta, las circunstancias llevan a esa madre a modificar su actitud.
Del mismo modo las cirugías mutilatorias de los genitales femeninos, (escisión e infibulación) prácticas frecuentes entre los musulmanes, y que se efectúan a las niñas, son solicitadas por las madres a pesar de los riesgos de hemorragias e infecciones, pues garantizan la inclusión de las niñas en el grupo, y sus posibilidades futuras. Una niña que no ha sido circuncidada no tendrá oportunidad de casarse. Es rechazada como si portara una suciedad que la estigmatiza.
Menciono estos dos ejemplos para ilustrar la profunda ambigüedad en el vínculo, en que se juegan los afectos más intensos. En los que a veces la arrogancia materna y el rencor se imponen, por la propia frustración, y otras se subordinan a la ternura por esa igual, y diferente que es la hija.
Respecto a la discusión acerca del Complejo de Castración, Simone de Beauvoir es taxativa en cuanto al tema cuando dice: “Descubrir que los varones son dueños del mundo es una revelación más importante que el descubrimiento del pene”.
Pero en consonancia con su postulación de la feminización como conflictiva y alienante, su descripción de la pubertad y sobre todo de la menstruación es un encadenamiento de epítetos: la llama vergüenza, suciedad, tara, disgusto, repugnancia, humillación, sentimiento de degradación. Contrapuesto a esto, supo hablar también poéticamente de “ese derrumbe de rojos encajes”.
¿Sería para Simone de Beauvoir así de contradictoria la cuestión?
La joven
La angustia de ser mujer que describe se relaciona con el control de la espontaneidad, al deber ajustarse a expectativas de una feminidad convencional. Feminidad prudente en la expresión de afectos y en la postulación y defensa de deseos y entusiasmos.
Pareciera existir una distancia entre la condición propiamente humana y la feminidad, que exigiera de la mujer un plus de represión.
Alicia Lombardi se refiere al tema planteando. “Existe una doble norma de salud mental. Una norma para las mujeres, una norma general para el ser humano adulto sano. Este doble modelo de salud ubica a las mujeres, en que para ser maduras deben adaptarse al estereotipo de femenina, y así no se las considera madura en relación a la norma general que resulta androcéntricas. Es una situación enloquecedora. (6 )
El modo tradicional de vinculación amorosa, referido por Simone de Beauvoir parece requerir una suerte de abdicación de su propia autoafirmación subjetiva.
En esa “entrega” requerida para entrar en los cánones de la feminidad, si no tiene objetivos propios por los cuales luchar, queda subordinada: sino “hace” no “es”. Liliana Mizrahi plantea para salirse de ese lugar, la necesidad de la mujer de asumirse a sí misma como “tarea y responsabilidad”.
Si deserta de ello, caerá en esa descripción que realiza Simone de Beauvoir en maniobras aviesas de engaño, cálculo y secretos, habilitándose para trampear, enredar y disimular, todo ello como “astucias del débil” producto de la división interna entre la sumisión al varón, y los deseos de autoafirmación como ser humano pleno.
En el terreno del erotismo y la sexualidad, las diferencias entre varón y mujer suelen expresarse en antagonismos de formas, tiempos y ritmos que permitieron ser descriptos como “guerra de sexos”.
Y así como antes mencionábamos la contradicción subrayada por Sor Juana en sus Redondillas, vale recordar un tira de Sendra que ilustra las reflexiones de un adolescente que se dice a sí mismo: “Quiero tener una novia…Una novia que sea bella como una diosa. Buena y duce como un hada…y pura como un ángel”. Y en el cuadrito siguiente agrega con cara de pícaro: “Aunque pensándolo bien, con una pureza término medio sería mejor”.
Así, que no sea tan pura que frustre, ni tan osada que avasalle. Tal vez, porque es cierto como expresa Simone de Beauvoir, cada vez que una mujer se hace cargo de sus deseos y se comporta como un ser humano, se declara que se identifica con el macho.
Más insidiosas aún son las acusaciones a toda mujer que es afirmativa (en el área del erotismo, o en alguna otra) de fálica. Adjetivo nada inocente que cae como insulto o al menos como descalificación.
La mujer casada
La relación conyugal es ácidamente descripta. Al asociar la pasión amorosa a un contrato, nos dice, se pervierte el sentido del vínculo. El llamado “débito conyugal” recién hace poco tiempo cuestionado, impero para envilecer un encuentro que jamás puede encuadrarse como deber. En tal caso se convierte en servidumbre. “Al reglamentar el erotismo, lo asesina”, ya que el amor y el erotismo solo pueden ser libres.
La asimetría con que varón y mujer acceden al matrimonio ha sido lúcidamente planteado por Ana María Fernández: “Existe pues, una relación necesaria y no contingente, interior y no exterior, constitutiva y no excepcional entre violencia y conyugalidad. No es ya, la violencia explícita del golpe físico que somete por terror, sino la violencia simbólica que inscribe a las mujeres en enlaces contractuales y subjetivos donde se violenta tanto la economía como el sentido de su trabajo productivo, se violenta su posibilidad de nominarse y se la exilia de su cuerpo erótico, apretándolas en un paradigma de goce místico, que en verdad nunca ha dejado de aburrirlas”. (7 )
Las tareas domésticas merecen una larga reflexión en los escritos de Simone de Beauvoir. Las compara al mito de Sísifo, condenado por los dioses a llevar una piedra por una ladera, piedra que siempre cae, cuando está por alcanzar la cima, obligándolo a volver a realizar el esfuerzo por la eternidad. Por su carácter repetitivo, la comparación con las tareas domésticas resulta ilustrativa. Implica una huida de sí misma, capturada por el polvo, pelusa y telarañas que pasan a formar parte de su universo con jerarquía de tema importante. También aquí, en relación a esto, Sendra aporta su mirada y su ingenio. En una tira, la mujer barre y reflexiona: “Del polvo venimos y al polvo volveremos, y mientras tanto, del polvo nos ocuparemos!” En otra, mientras cocina, se plantea: “En esta casa cada quien tiene su propia tarea para hacer y todos los roles están bien distribuidos. Yo, por ejemplo, soy la idiota que revuelve los porotos”.
En la situación de conyugalidad, Simone de Beauvoir señala, que para la mujer casada, el hecho de convertir al hogar en centro de su mundo, la vampiriza. De allí que el fracaso tiene una dimensión mayor para ella. Si pudiera amar y apasionarse por otra cosa su vida tendría un horizonte más amplio. “Mujeres engullidas por el matrimonio se pierden para la humanidad”. Si se sienten en peligro, el afán de retener al hombre y a la inscripción conyugal que da sentido a toda su vida, puede desarrollar una “triste ciencia”, de disimular, temer, odiar. De allí que como “carrera matrimonial” aparezca como enajenante y mutilatoria.
La madre
Según el significado que asuma la maternidad para la mujer: como carga, como logro y realización, como imposición apenas tolerada, se incluirá en su historia.
Del carácter de los vínculos que haya establecido con su propia madre, con su compañero y consigo misma podrá inscribirlo como nueva forma de servidumbre o modo de realización personal.
En una subjetividad femenina estancada en la insatisfacción crónica y en frustraciones reiteradas, existe el peligro de que el hijo sea utilizado como compensación y sustituto de gratificaciones pendientes. La perversión de la maternidad bajo esta forma implica una falsedad: la de esperar vicariamente y a través de ese otro que es el hijo, saldar las cuentas pendientes. Simone de Beauvoir señala lo injusto de contarlo como panacea o como reemplazo de una “vida rota”
Así, el intento de compensación a través de la maternidad de las tareas pendientes consigo misma, es una de las formas que puede asumir la maternidad. Y es allí que el hijo puede funcionar de diferentes maneras: como cadena y condena, como su más valiosa realización, como prenda de seguridad en el mundo. En ocasiones el hijo es utilizado como única reparación de una vida trunca.
Conciliar desprecio y respeto por esa mujer de la que se nace es lo que queda para procesar en hijos e hijas según la creación y la crianza de esa vida, se haya efectuado en conciencia y libertad.
Lo que yo veo respecto al tema de la maternidad, es la extrema adhesión a considerarla desde un enaltecimiento ciego, desde alguna perspectiva tradicional que hace equivaler: mujer a madre, y desde la otra, ver a la maternidad desde una rotunda descalificación.
Madurez y vejez
Simone de Beauvoir describe a la mujer, obrando en la madurez, en función de cómo haya sido su vida. Crítica, competitiva y maléfica si no logró dignificarse, o capaz de desprendimientos y generosidades que le permitan compartir una sabiduría arduamente adquirida, si tuvo la valentía de asumirse a sí misma.
Situación y carácter de la mujer
Pero en la descripción de Simone de Brauvoir prevalece la mención a rasgos de pequeñez y frivolidad. De una mediocridad femenina ligada al cercenamiento personal. Pareciera la suya una mirada particularmente crítica cuando escribe: “Su universo gira en estar ocupada en preparar alimentos y limpiar deyecciones”.
También plantea: si se le cortan las alas es absurdo que se le reproche que no sepa, que no pueda volar. Y alerta acerca de una posibilidad: si la mujer entra en la complicidad de eludir la responsabilidad de asumir su propia vida, si no toma el destino en sus manos, si lo delega al hombre en el que deposita sus anhelos, es responsable. Su castigo es quedar a medio camino.
Para Simone de Beauvoir, el peor crimen es alentar su dimisión, esa que tienta a todo ser angustiado por su libertad.
En este caso, la relación amorosa implica así un mortal peligro. Solo en relaciones de reciprocidad, reconociéndose como sujetos, uno/a para el otro/a, asumiéndose como semejantes, es que se hace posible un verdadero encuentro.
Conclusión (70- 121)
Esas relaciones ¿ posibles? ¡infrecuentes?, de reciprocidad de dos seres conscientes, responsables y respetuosos, han sido nombradas de diferentes maneras.
“Por Cecilia Grosman de solidaria interdependencia, por Rosemary Redford Ruether, como relaciones no competitivas ni jerárquicas, por Arnaldo Gomensoro de auténtica comunidad de libertades, y por Jean Peul Sartre y Simone de Beauvoir como suma de reciprocidades”.(8)
La poesía con bellas palabras describe así:
“Si yo soy yo, porque tú eres tu
y tú eres tu porque yo soy yo
ni yo soy ni tu eres.
Pero si yo soy yo, porque yo soy yo
Y tú eres tu porque tú eres tú
Entonces, yo soy y tú eres”. (9)
María del Carmen Marini- 2014
NOTAS
1- Beauvoir Simone de: “El segundo sexo”. Aguilar. Madrir. 1977
2- Marini María del Carmen: Tesis “Género y Salud Mental” Maestría Interdisciplinario sobre la Problemática de Género. Rosario. 1998
3- Marini María del Carmen: “Serpientes y palomas. Problemática femenina y salud mental” Laborde Editor. Rosario. 2003
4- Marini María del Carmen: “Ser mujer, un desafío”. Editorial Artemisa. Rosario. 1995
5- Volnovich Juan Carlos: ¨Hablar para vivir¨. Página 12, 22 junio de 1991
6- Marini María del Carmen: “Serpientes y palomas. Problemática femenina y salud mental” Laborde Editor. Rosario. 2003
7- Eva Giberti, Ana María Fernandez: “La mujer y la violencia invisible”. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1989
8- Marini María del Carmen: “Serpientes y palomas. Problemática femenina y salud mental” Laborde Editor. Rosario. 2003
9- Marini María del Carmen: “Serpientes y palomas. Problemática femenina y salud mental” Laborde Editor. Rosario. 2003
14 BUSQUEDAS
1 – Alejandra Kohan ha suscitado con su texto, diferentes respuestas. Me refiero a la entrevista con el título : “Acostarse con un boludo no es violencia”. Como no leí aún el libro “Psicoanálisis, por una erótica contra natura” mis reflexiones se basan en lo planteado en dicho artículo.
Algunos de sus formulaciones me parecieron interesantes, innovadoras, pero pude pensarlas sin sentir molestia, aunque la presentan como la feminista que “incomoda a las feministas”. Ella problematiza algunas cuestiones. ¿Por qué puede suscitar tanta reacción? Entiendo que exige flexibilizar nuestra mirada y eso puede resultar enriquecedor. Sus planteos respecto a no esencializar, ni generalizar postulados respecto a lo femenino, lleva implícito lo valioso de abrirse a una singularidad insoslayable.
Sus críticas respecto a idea de empatizar, entiendo que puede ser valorada por el rescate de un concepto como el de “Otredad” como poco subrayado, en tanto exigencia subjetiva. Me intriga el poco espacio asignado en general a esa idea y sus consecuencias en nuestras reflexiones.
Me interesó profundamente el tema de la responsabilidad afectiva como “oximorón”, en tanto resulta superfluo eludir lo arbitrario, caprichoso e imprevisible de nuestros afectos. Exigir “garantías” en el tema de amores y desamores suena difícil. Aunque entiendo la diferencia respecto a admitir lo que sentimos, cuando lo sentimos, de la responsabilidad respecto a como procedemos al respecto.
Señalar la crisis en los juegos de seducción, es ir un paso más en el replanteo de las relaciones vinculares, y vale diferenciar dicha crisis, de las genuinas situaciones de violencia. La crítica al patriarcado está, a mi juicio, suficientemente subrayada. Me baso en su artículo y coincido en un punto: “El problema es transformar todo en un slogan indiscutible que no se puede pensar”. Esta frase hace a un discurso que deberemos seguir considerando, sin darlo por terminado, y con la intención de mejorar.
La respuesta de Debora Tajer, teórica feminista con larga trayectoria, me sorprende. Conozco a Debora Tajer, que viajó con Irene Meler, desde el año 2000. Estuve a cargo de la presentación en Rosario, y en el ámbito de la Universidad, de la compilación “Psicoanálisis y Género. Debates en el Foro”. Es un libro valioso que contiene artículos de ambas y de otras integrantes del Foro. Lo aclaro porque me interesa y respeto su producción. Pero entiendo que empieza su comentario respecto a Alejandra Kohan, con una descalificación innecesaria. Comienza aludiendo a que el fenómeno de establecer relaciones entre feminismo y psicoanálisis “me la seca”. La expresión no da para una respuesta que se intenta seria. Y continúa con una enumeración de autores y títulos que supone antecedentes respecto al tema.
Estoy de acuerdo con su planteo respecto al doble estándar ético de los varones, como un reclamo totalmente legítimo de responsabilidad subjetiva. No colocar a las mujeres en el campo del semejante es asignatura pendiente, y ella lo subraya porque sigue siendo necesario. Y también la deconstrucción del patriarcado que también nos constituye como tarea por delante.
Coincido con su propuesta de “Desarmar los modos deseantes de expectativas e ideales que responden a la desigualación.”
Este intercambio entre Alejandra y Debora me parece motivador para repensar cuestiones que nos atañen. El modo de dialogar como posibilitador o no de entendimiento. La tendencia a parapetarnos detrás de verdades sentidas como monolíticas es lo que me preocupa. Me remitió a otras dos situaciones que me pusieron a pensar en su momento respecto a los modos de intercambio y de debate que sostenemos entre mujeres. Y a las dificultades que se presentan.
2 - Me remitió a una experiencia vivida durante el Encuentro Feminista de Sal Bernardo, 1990, al que además de mujeres de Latinoamérica y el Caribe, llegaron feministas de Europa, y que implicó grandes aprendizajes. Para mis compañeras de Rosario y para mí, era una oportunidad única, un motivo de alegría y casi una fiesta. Nos íbamos a encontrar con mujeres de Latinoamérica y el Caribe y de todo el mundo, y compartir días de trabajo.
Durante una de las reuniones, sucedió que una `participante comenzó a hablar. Era una india peruana, ¿chola? vestida como tal, con el acento típico de la zona, y con una actitud en principio recogida y contrita, que a medida que hablaba se fue desplegando en un tono entre resentido y desafiante. Su discurso fue largo y recriminatorio. Se refería a la circunstancia de estar allí, en ese Encuentro como algo que le había exigido mucho esfuerzo y sacrificio. Decía de la dificultad que le implicaba y como si esperase algo, que yo no entendía que era, pero como si su estar allí, era un recordatorio abrumador de todas las penurias de su existencia. Como si tuviéramos alguna obligación para con ella. Había algo tan acusatorio en lo que nos decía, que resultaba opresivo. La escuchábamos con atención, pero cada vez más inquietas. Por suerte una de las compañeras tomó la palabra. Y lo que dijo fue para mí portador de alivio.
Dijo: “No voy a disculparme por ser rubia, por ser médica, por haber tenido las posibilidades que me dejan estar hoy aquí. Al fin este es un espacio para crecer, en donde el intercambio hace que vayamos a enriquecernos recíprocamente”. Sentí que no se dejaba aplastar por las diferencias, por ser quien era, sino que más bien convocaba a entender ese espacio, el del Encuentro, como una chance para todas. Al fin, a todas las que asistíamos nos significaba, y valía la pena.
Traigo esta anécdota buscando comprender como las diferencias a veces son escollos casi insalvables, pero que pueden ser trampolín a una mayor potenciación. Otra vez, el modo había suscitado distintos afectos. Desde la confusión que describí hasta el esclarecimiento cuando se pudo formular un objetivo común. Mi compañera había encontrado las palabras,
2 - Una de mis primeras lecturas en relación a lo que entonces llamábamos “Estudios de la mujer” fue el libro de Betty Friedman “El malestar sin nombre”. Me pareció iluminador respecto a la problemática que había empezado a pensar. La de mujeres urbanas, blancas, heterosexuales, de clase media, alfabetizadas y con disposición para plantearnos algunas cuestiones inquietantes. Más tarde durante el cursado de uno de los seminarios de la Maestría, volví trabajar sus ideas en una monografía que llamé: “Del malestar sin nombre, a nombrar el malestar”. Siempre en sintonía con sus reflexiones, no llegué a ponerla en revisión, hasta que pude leer a Domitila, cuando escribía algo así como: “Nuestra lucha no nace sin dolor, es necesaria, pero nace de algo difícil, penoso…” Me hizo asociar con el comentario de que junto a la tracción a sangre de los carros tirados por bueyes o caballos, y la tracción mecánica de los automotores, hay otra que nos puede poner en marcha, y es la tracción a bronca. Y no porque renegara de las teorizaciones previas, de autoras europeas o norteamericanas, que siguen pareciéndome esclarecedoras, sino porque me señalaban la necesidad de pensar en este feminismo latinoamericano como genuino, pertinente y necesario.
Pero todo esto lo recordé esta semana, en que un fragmento de Domitila fue replicado en face.
“En 1975 Domitila Barrios irrumpió en la testera de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU con una fuerza irrebatible y una transversal, hasta entonces, invisibilizada por los feminismos hegemónicos: los conflictos de clase.
…Entonces yo me decía: “Aquí hay licenciadas, abogadas, maestras, periodistas que van a hablar. Y yo… ¿cómo me voy a meter?” Y me sentía un poco acomplejada, acobardada. E incluso no me animaba a hablar. Cuando por primera vez me presenté al micrófono frente a tantos títulos, como cenicienta me presenté y dije: “Bueno, yo soy la esposa de un trabajador minero de Bolivia”.
Esto me llevó a tener una discusión con la Betty Friedman, que es la gran líder feminista de Estados Unidos. Ella y su grupo habían propuesto algunos puntos de enmienda al “plan mundial de acción”. Pero eran planteamientos sobre todo feministas y nosotras no concordamos con ellos porque no abordaban algunos problemas que son fundamentales para nosotras, las latinoamericanas.
La Friedman nos invitó a seguirla. Pidió que nosotras dejáramos nuestra “actividad belicista”, que estábamos siendo “manejadas por los hombres”, que “solamente en política” pensábamos e incluso ignorábamos por completo los asuntos femeninos, “como hace la delegación boliviana, por ejemplo” —dijo ella.
Y una señora, que era la presidente de una delegación mexicana, se acercó a mí.
Ella quería aplicarme a su manera el lema de la Tribuna del Año Internacional de la Mujer que era “Igualdad, desarrollo y paz”. Y me decía:
“Hablaremos de nosotras, señora… Nosotras somos mujeres. Mire, señora, olvídese usted del sufrimiento de su pueblo. Por un momento, olvídese de las masacres. Ya hemos hablado bastante de esto. Ya la hemos escuchado bastante. Hablaremos de nosotras… de usted y de mí… de la mujer, pues.
Entonces yo pedí la palabra. Pero no me la dieron. Y bueno, yo me paré y dije:
Muy bien, hablaremos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y peinada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chófer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio también elegante, ¿no? Y, sin embargo, nosotras las mujeres de los mineros, tenemos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle. Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?’
Fragmento de “Si me permiten hablar”
Y este texto me volvío al tema. Y me puso el dedo en una llaga muy abierta. Todavía es así.
+ + +
Las tres situaciones: Alejandra Kohan y Debora Tajer, en conflicto de interpretaciones de las relaciones entre feminismo y psicoanálisis; mi propia zozobra ante la mujer peruana reprochante a quien pudo contestar mi compañera rosarina; el desencuentro entre Domitila Barrios y las feministas como Betty Friedman, que ignoraban su realidad; son tres situaciones que me llevan a desear encontrar cauces para una convergencia en donde ésta pueda ser lograda.
Es posible que interpretaciones desde el psicoánalisis feminista pueden y deben seguir siendo objeto de revisión y cuestionamiento. Y que den lugar a mayores y mejores conceptualizaciones.
Desearía que fuera viable que el feminismo latinoamericano continuara enriqueciendo las conceptualizaciones de que disponemos. Me parece que hay movimientos en ese sentido y vale considerarlos en una agenda siempre abierta y sensible. M.C.M. julio 2019
15 Sobre mandatos y en primera persona
1ra parte La historia
Mi mamá insistía en que yo no debía renunciar a las vacaciones. Tenía la convicción de que por trabajar en la profesión, era mi derecho (que ella reivindicaba con firmeza). Ella no había vacacionado nunca de soltera, y hasta muchos años después de casada, fue una vez a las sierras de Córdoba. Quince años más tarde a Mar del Plata, y pocas salidas más. Pero creo que insistía en mi salida de vacaciones, porque lo asociaba al hecho de tener un trabajo rentado. Creo que suponía que era MÁS trabajo, por el hecho de tener ingresos por él.
Su mamá, cuando nos recibía los domingos, también afirmaba que yo, que trabajaba en la semana, debía descansar y resistía mi ayuda, porque también parecía jerarquizar el hecho de que por mi trabajo yo pudiera ganar dinero. Y no debía ocuparme de lo doméstico.
Ambas compartiendo la idea de que cuando no se recibe un sueldo, el trabajo no es trabajo. Que lo que ellas hacían no era trabajar. La respuesta de la mayoría de las mujeres en los cuestionarios: - ¿Trabaja? - No, estoy en mi casa.
Qué imposibilidad regía para no considerar trabajo, la pesada tarea de sostén del funcionamiento de una casa, donde los hijos van a la escuela y el marido a la fábrica, porque dicha tarea de sostén, hay alguien que la lleva a delante. Infinito trabajo además, y sin un sueldo.
Por qué estas mujeres que no se autorizaban a sí mismas intentar nuevas experiencias, me apoyaban en mis propios proyectos? Qué sabiduría las llevaba a desear otros caminos, aunque no se animaran a transitarlos ellas, pero alentaban a las que venían detrás.
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Ani dejó inconclusos sus estudios secundarios. Al casarse, sostuvo ese lugar de mantener aceitada la domesticidad, por años, hasta que falleció su esposo. Algo sucedió entonces. La empresa para la que él trabajaba la empleó y algo se reactivó en ella para que retomara también los estudios suspendidos. Del encierro en la casa pasó a vivir experiencias que sostuvo con toda dignidad. Pudo estudiar, pudo trabajar y pudo adueñarse de sus capacidades en suspenso.
Carmen dejó su empleo en la perfumería al casarse, muy, muy joven. El conflicto entre sus padres y su novio posesivo y celoso, tenía que ver con el tironeo respecto a si debía o no tener un trabajo y/o actividades extrahogareñas. Lo absurdo fue que quien planteara entonces: “Mi prometida no necesita trabajar afuera de su casa”, fue el mismo que años después, y la hostilidad previa a la separación, le reprochaba su condición de “mantenida”.
Las dos intentaron otra cosa con sus vidas, cuando dejaba de tener vigencia el lugar de “Señoras de…l”
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Mabelucha había podido romper muchos mandatos, viajar, trabajar y promoverse en su cargo, estudiar. Pero se adeudaba algo: no había aprendido a nadar. Y ese fue su límite. Desenvuelta y eficaz en tierra firme, la fobia le puso freno a su anhelo.
Y Aurora, aunque se desempeñara con solvencia en el área de la asistencia médica, no pudo lograr aprender a conducir su auto. El auto que se había comprado, para obligarse a sí misma a manejar. Las calles la apabullaban, los bocinazos de los otros automovilistas la aturdían, y no llegó a poder poner en marcha su deseo de lanzarse a las calles, dueña de transitar libre y suelta en su propio ritmo.
Leli ni siquiera llego a comprarlo. La amenaza materna, pudo más. Como advertencia de posible accidente, se daba la contradicción de que podía surcar las calles en bicicleta, en ciclomotor. Pero cuando se daba la posibilidad, más segura por cierto, de hacerlo en un automóvil no se atrevió. Si era otro el que conducía, podía acompañar. Pero hacerlo ella, no se lo pudo permitir.
Nadar, conducir un auto, fueron territorios vedados. Qué fuerte inhibición operó en ellas para que diestras y capaces en otras áreas, quedaran impedidas de estas señales de autonomía?
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Y respecto a estudiar?
Susana R. hubiera querido estudiar una vez recibida de maestra. Pero la prohibición paterna se impuso a su deseo.
Raquel G. contó con la complicidad materna, para inscribirse y cursar en el primer año. Sobre los hechos consumados de las primeras materias aprobadas, confrontaron al padre, que ya no se pudo oponer. La madre de Raquel nos contaba que en ese tiempo, para disimular ante el patriarca cocinaba postres o bordaba para exhibirlos como hechos por su hija. Astucias femeninas audaces para entonces.
Es que los mandatos eran esos. Coser y tejer. Cocinar y abrir la puerta para ir a la Iglesia, como las actividades asignadas para tantas generaciones.
Una Galletita festoneada con lana celeste, circula hoy como meme humorística en las redes.: -Abuela, viste mi galleti… La abuela de dicho meme, la encontró y hizo lo que sabe, lo que puede, lo que le permitieron y ella asumió.
2da parte
La algarabía de las señoras
Hubo un tiempo no tan lejano, en que la conyugalidad determinaba la vida de las mujeres, estoy hablando de la generación de nuestras madres y abuelas, clase media-media, urbana y alfabetizada. Esa determinación operaba anulando la libertad de encuentro y empobreciendo así los vínculos de amistad que hubieran podido crearse y sostenerse antes del casamiento, en la niñez y adolescencia. Se perdían lazos que habías sido fuertes y sinceros al cambiar estado civil. La amiga que se casaba, dejaba de frecuentarse. Determinaba también para muchas el final de la carrera laboral si la hubiera iniciado, y ponía en suspenso las otras actividades que demandaran tiempo y esfuerzo. La compañía se circunscribía a la familia cercana, y las tareas domésticas requerían una dedicación que absorbía dedicación y energía. Ocupaba todo el tiempo. Y la recreación era pensada en el marco de las salidas con el esposo. Sobre todo las salidas nocturnas. Fue una generación de mujeres, para las cuales la calle era transitada solo en el barrio y para “hacer mandados”, esto es, proveer lo que la familia necesitaba diariamente. Los trámites bancarios, corría en la mayoría de los casos a cargo del varón, padre de familia, y proveedor de la casa. Las salidas de las mujeres consistían en visitar parientes, la abuelas, mientras estaban, a alguna hermana. Poco más. Por eso una salida nocturna, sin el esposo, no compartida con él, y para otros fines, no formaba parte de lo previsible.
Por eso me costó entender una experiencia de salida al teatro, una noche, con mi madre y dos de mis tías, cuando ya eran mayores, en donde había en ellas, algo de una excitación festiva, que tardé en entender. Creo que era la primera vez en su vida que accedían a algo así, y era significado como aventura. Las risas y comentarios previos, cuando íbamos al centro, el acceso a la sala donde transcurriría la función, y la vuelta a casa estuvo teñida de una alegría de descubrimiento. Y formó parte de los relatos de esa salida como suceso privilegiado en las semanas siguientes. Eran como niñas, gozando de una posibilidad de libertad desconocida. Eso fue lo que me costó advertir, que estaban respondiendo a una novedad en sus vidas, que si bien era legítima, les había sido sustraída por años.
Como operaron estas experiencias en la conformación de la subjetividad? En ellas? En mí?
En ellas, lo incorporado como mandatos fue diferente a lo que posteriomente se fue aceptando como modo de funcionar y vivir.
En mí, la constatación de la persistencia de esos mandatos, aún habiéndolos cuestionado, deben haber operado como estímulo a rebeldías, que no siempre se gestionaron con éxito.
Quizá mis autoacusaciones tengan que ver con haber desarrollado actitudes de resentimiento, y, cuando pude procesar las prohibiciones e interdicciones como mutilatorias, pasé a ser rencorosa y reprochante. También vengativa?
Seguro que inoportuna, por la urgencia en mis demandas. Y tal vez un Fraude para alguno/a en el sentido de no haber podido sostener sin fisuras las difíciles demandas que cayeron sobre mi generación, bisagra entre las represiones de una época y los logros de hoy.
Pero puedo acrisolar como méritos el haber atravesado los cambios sin trepar y sin mentir.
Alentando como la más imperiosa necesidad la de la capacidad de guardar los secretos de mis hermanas, como sostén en la lucha
16 SOBRE EDUCADORES , ABOGADOS, FISCALES Y JUECES 2019
ROSARIO12
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03 de agosto de 2019
LAS12
ROSARIO12
03 de agosto de 2019
Imputaron al ex fiscal que ordenó escuchas para su ex pareja
Desde peculado hasta falsedad ideológica
Son los cargos que se le imputan a este agente de la justicia que utilizó recursos del Estado para "porvecho personal".
Por Lorena Panzerini
Rodrígo ordenó escuchas con el sólo fin de controlar movimientos y relaciones de su ex novia.
A dos años de haber usado recursos del Estado para intentar controlar a su ex pareja, fue imputado el ex fiscal Fernando Rodrigo, acusado de escuchar ilegalmente a la joven -pasante del Ministerio Público de la Acusación- y a personas de su entorno. En la audiencia, la fiscal Natalia Benvenuto reveló que el ex funcionario de la Unidad de Investigación y Juicio, utilizó números de legajo de causas en investigación para solicitar las intervenciones de 12 teléfonos, entre agosto de 2016 y julio de 2017. Los resultados de las medidas fueron unos doscientos CDs con llamadas y mensajes de texto, que él mismo retiraba del organismo que las efectuaba. Los pedidos de intervención se hicieron con cuatro expedientes, a magistrados del fuero penal, con datos "falsos" y para lograr "un provecho personal". Peculado, falsedad ideológica y uso de instrumento público, fueron las figuras achacadas. Solo el peculado tiene pena de 2 a 10 años de prisión. En tanto, se espera que la Corte Suprema de Justicia de la Nación resuelva si el caso es competencia provincial o federal.
En agosto de 2017 el MPA de Rosario se vio envuelto en un escándalo: el fiscal adjunto que incluso fue parte de la Unidad de Violencia de Género, entre 2014 y 2015, utilizó el aparato judicial y estatal para una cuestión personal: controlar movimientos y relaciones de su ex novia, tras haber finalizado la relación; lo que implicó violar la intimidad de la joven y de personas de su entorno. El hecho fue advertido y denunciado por un empleado de la misma unidad que reconoció el número de su compañera en un listado confeccionado por Rodrigo.
El hecho fue advertido y denunciado por un empleado de la misma unidadque reconoció el número de su compañera en un listado.
Con cuatro episodios, la fiscal dio a conocer los hechos al juez Pablo Pinto y al imputado, cuya defensa pidió al inicio que no se haga la audiencia por no estar resulto el tema de la competencia.
La primera causa que usó el acusado fue por 14 hechos de robo calificado y privación ilegítima de la libertad, con un mismo modus operandi. El 25 de agosto de 2016 requirió cuatro intervenciones telefónicas durante 30 días. Uno de los número era el de su expareja y de dos personas que tenían amistad con ella. Días después retiró personalmente los discos de una oficina de calle Salta al 3500.
El segundo hecho fue con una causa por robo y venta de autopartes. En ese legajo solicitó tres nuevas intervenciones por 30 días, incluida la de su exnovia, las amigas (abogadas) y el padre de la joven, el 3 de abril de 2017. Para ello, "invocó falsamente" un informe de la policía sobre autopartes de dudosa procedencia. Además, ordenó que el retiro del material no lo hiciera la PDI, sino que solo él o quien autorizara. Antes de que transcurriera el mes, pidió la prórroga de la intervención.
En otras dos oportunidades -junio y julio de 2017- usó otros dos expedientes por venta de autopartes para solicitar nuevas intervenciones. En la primera solicitud eran siete números y, a los que ya eran de rigor, sumó los de los hermanos y la madre de su expareja.
Incidente. En la previa de la imputación, la defensa del acusado planteó que primero debería resolverse la cuestión de competencia. Es que en la causa hay un conflicto sobre qué fuero debe intervenir, ya que el organismo que regula las escuchas está bajo jurisdicción nacional, con sede en la Ciudad Autónima de Buenos Aires. Para Pinto, esa cuestión no suspende la investigación penal.
Historial. Con el inicio de la investigación Rodrigo tomó licencia y a los pocos días la Auditoría General de Gestión del MPA solicitó que sea suspendido preventivamente por el fiscal General Jorge Baclini, mientras se avanzaba la investigación administrativa. Sin embargo, el mismo día que Baclini resolvió el pedido, Rodrigo presentó su renuncia al gobernador Miguel Lifschitz. Por aquellos días, la fiscal ordenó allanamientos y secuestró material de interés tanto en la oficina como en la casa de la madre del acusado.
02 de agosto de 2019
La novela Cuaderno de V., de Virginia Ducler
Autoficción sobre el abuso sexual en la niñez
En su novela Cuaderno de V. (Mansalva), Virginia Ducler estructura el relato del abuso sexual cuando era niña por parte de su progenitor a partir de sueños, con sus condensaciones y desplazamientos. Pero, dice, es “tan real, se impone con tanta fuerza, que no hay metáfora posible”. El acusado la denunció por calumnias e injurias en los Tribunales de Rosario y es su hermano Federico, también abusado, quien asumió la representación de la defensa.
Por Sonia Tessa
“Acá hay que romper todo. Acá hay un pacto de silencio que viene… andá a saber de cuántas generaciones, Vica. Nos destrozaron, nos despedazaron. Y encima nos hicieron creer que somos unos enfermitos, unos débiles mentales”. En la novela Cuaderno de V., de la escritora rosarina Virginia Ducler, las palabras están puestas en boca de Freddy, el hermano de la narradora, Vica: “Acá hay que hablar, nos prohibieron hablar ¿te das cuenta?”. La novela es una ficción nacida de las vivencias de la protagonista.
Hablar fue lo primero que intentaron Virginia y su hermano Federico apenas recordaron. El 3 de noviembre de 2016 enfrentaron a su padre y a su madre. Les dijeron que recordaban los abusos sexuales de él y la complicidad de ella. Ahora, celebran esa fecha como “el día de la Independencia”.
Ser escuchados. Eso es lo que quieren, subrayan que no buscan sanción penal. Virginia cree que se hizo escritora para poder “escribir eso”. Durante años, ella lo olvidó, y un día, cuando ya era adulta, su cuerpo lo recordó. Ese recuerdo fue como la pieza que acomodó todo el rompecabezas. El progenitor, abogado del foro penal de Rosario, respondió con una querella por calumnias e injurias, previa a la publicación del libro.
Editado por Mansalva, Cuaderno de V. está estructurado alrededor de los sueños de la protagonista. “La novela es una gran metáfora, el juez es una metáfora de mi padre, la madre muerta también es metáfora… Pero lo que no se puede metaforizar es el abuso, para eso no hay metáfora posible, es tan real, se impone con tanta fuerza, que no hay metáfora”, expresa la escritora.
La metáfora es transparente en la casa de Virginia. La anfitriona invita a sentarse en una silla de diseño, que tiene dibujado un cómic. El personaje de la viñeta dice: “Mi padre me cagaba a palos”. Ante la mirada de sorpresa de la visitante, advierte que “antes de recordar, siempre compraba cosas así”. Después de la entrevista con Las12, Virginia pintó la silla pero antes, durante años, ella se sentó allí.
Ella y su hermano hablaron largamente. De eso que callaron –eso que ni siquiera recordaban- durante décadas. Desde que abrieron la memoria, a lo largo de más de dos años, fueron y vinieron las charlas, los audios de whatsapp, una ebullición de recuerdos con necesidad de compartirlos.
En la vida real, el primero en recordar fue Federico. Virginia escribió la novela. “Me transformé en escritora para escribir eso. Eso se escribió solo”, dice Virginia, quien “a medida que recordaba, escribía”. La novela va y viene entre los sueños, la realidad, los recuerdos y el olvido.
Virginia había escrito algunos libros antes de Cuaderno de V., y considera que llegó a su voz como narradora con El Sol, una nouvelle publicada por la editorial Casagrande de Rosario. Eso le permitió contar su historia. “En la novela está contado cómo fui recordando, por capas, sensaciones que tenía de nena, pensamientos que me aparecían. Y fue un tiempo de mucha introspección. Todavía estoy de alguna manera en eso”, dice sobre el proceso de escritura.
Cuando la terminó, echó su botella al mar: “La mandé por un archivo por facebook a (Francisco) Garamona, pensando que ni la iba a leer. A la semana me escribe, me dice ‘Son las 3 de la mañana, estoy llorando, acabo de terminar tu novela’ Y que la quería publicar. Todo se dio naturalmente, no tuve que forzar nada”. Garamona es el propietario de la editorial Mansalva.
“Mi primer recuerdo, tal como aparece también en la novela, fue físico. Me fui al pasado, reviví una situación de los cuatro años, y después eso abrió como una puerta y ahí empecé a recordar y a medida que recordaba escribía y salió en forma de novela, pero si me preguntás cómo lo escribí no tengo idea de cómo lo escribí, porque escribí en trance esa novela”, cuenta Virginia, quien utiliza los sueños apara contar su historia.
“Bueno, la literatura utiliza los mismos mecanismos que los sueños que son condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia. Y eso está en la novela, es como un gran sueño, por eso no es totalmente fiel a la realidad. Los nombres están cambiados, como sucede en los sueños, pero sí los recuerdos de infancia y el modo en que recordé son totalmente fieles a la realidad”, afirma.
Desde que la novela salió a la calle, desde que su historia se hizo pública, Virginia recibe mensajes de otras chicas, sobre todo mujeres, que le cuentan sus propias historias de abuso sexual. “Está pasando algo con mi libro que me hace muy bien, porque mi tema deja de pertenecerme y es un tema de muchas mujeres y de muchas personas abusadas –porque mi hermano fue abusado y no es mujer-. Eso me reconforta mucho, salirme un poco de mí, porque una no es tan importante”.
Para Virginia, se trata de contar lo propio, con un hecho artístico, pero también sabe que su historia es una flecha en el corazón del patriarcado. “Si puedo aportar algo mínimo, a tomar conciencia, de paso… Porque no fue el objetivo cuando escribí la novela, porque el arte es arte. Mi novela es un objeto artístico, no quiero que se pierda de vista. Eso a mí me importa también. Es el resultado de un proceso alquímico y salió en forma de novela, porque es la herramienta que yo tengo. Pero si colateralmente sirve para tomar conciencia está buenísimo. No es un libro de autoayuda, obviamente, pero sí muestra la devastación que produce un abuso en un niño, es como una bomba en la psiquis de una persona, que va a tener consecuencias en toda su vida, en todos sus vínculos”, dice.
La entrevista va y viene entre la literatura y las vivencias compartidas con Federico, con el que siempre tuvieron un entendimiento profundo. Federico está más retraído, pero quiere hablar. Él –abogado como su padre, llegó a trabajar en su estudio- asumió la defensa de Virginia. Cuando el padre denunció a la hija, lo primero que hicieron fue ir a buscar profesionales. “Funcionó la corporación del fuero penal”, apunta Federico y aunque él no es penalista, sí se considera “especialista” en su familia, así que decidió ser el defensor de su hermana.
Virginia apunta que en las demanda por calumnias e injurias contra ella, el padre eligió un epígrafe que dice “Honrarás a tu padre”. “Nosotros nos estamos defendiendo. Él denunció a mi psicóloga ante el Colegio de Psicólogos, hay una persecución”, plantea Federico, que presentó una medida en el juicio llamada “exceptio veritatis” que consiste en demostrar que los dichos de la demandada son verdad.
Entre los argumentos del padre está la supuesta “drogadicción” de los hijos. “Él argumenta que somos drogadictos porque tomamos ayahuasca, pero no recordamos durante ceremonias de ayahuasca. La ayahuasca es una planta medicinal, no se puede ser adicto a la ayahuasca. Él en mi defensa pide análisis de sangre, para demostrar que no tengo sustancias tóxicas. Yo no consumo alcohol, no fumo, nada, nada”, se justifica Virginia.
Federico considera que la causa penal por los abusos sexuales está prescripta, pese a la ley 27206 de 2015, impulsada por la senadora Sigrid Kunath, llamada de Respeto a los Tiempos de las Víctimas, que plantea la prescripción a partir del momento en que la persona abusada en la infancia puede denunciar. Esa ley fue aplicada recientemente en Chaco, en una denuncia de una mujer abusada que fue abusada de niña, entre 1992 y 1995, por quien era su padrastro. Pero Federico cree que se aplica el principio de la ley penal más benigna.
Virginia y Federico no buscan la sanción penal. Quieren que su voz se escuche. “A mí no me interesa que él esté preso, porque ya esto que está pasando es una condena, la sanción social es terrible para él. A nosotros nos interesa hablar, nada más, hablar sin que nos interrumpan. Y lamentablemente tuvimos que llegar a una instancia judicial y hablar ante un juez, porque no había otra manera. En la audiencia conciliatoria que tuvimos pude hablar media hora y él no me pudo interrumpir. No me pudo decir ‘cállate imbécil’, como hizo siempre, ni gritarme, ni pegarme, ni enojarse. Hablé media hora y me tuvo que escuchar. Ya eso es una fiesta para mí, con eso estoy hecha. Es poquito, pero bueno, es así”, dice Virginia, que luego se queda pensando y plantea: “Si va preso, que vaya preso”.
En la novela, Virginia puede hilvanar muchas de las cosas que siempre padeció –mearse encima hasta los 18 años, entre otras- con lo vivido. “Mi vida, en general, era una gran confusión. El escenario en el que tenía lugar era una maraña en la que se mezclaban el espacio y el tiempo, las luces, las cosas y las sensaciones, lo abstracto y lo concreto. No sabía qué estaba bien y qué estaba mal. No había límite entre las personas y yo. En mi imaginación, cualquier cosa podía pasar”, escribe en Cuaderno de V.
V es Vica, no Virginia, y el nombre del personaje de la novela es Dziewica. Así se llamaba una prostituta polaca que trabajaba en Rosario. En las primeras páginas de la novela se traza una genealogía que podría ser una fábula, pero es real. El bisabuelo Salomón Ducler fue integrantes de la Zwi Migdal, la red de trata de mujeres que actuó en Rosario –y la Argentina- a fines del siglo XIX y principios del XX.
Las tropelías de ese bisabuelo son impronunciables en su familia, para el padre es una afrenta imperdonable, que recrimina a los golpes. Y eso no es ficción. Como tampoco lo es esa madre que ejerce una defensa activa del agresor: lo defiende diciendo que él quiere a sus hijos, que se desvive por ellos. Y al mismo tiempo se empeña en ignorar las huellas de los abusos. “Nadie dudaba, nadie podía ver a mi papá, las atrocidades, porque todos le creían al discurso materno, que nos decía que era un tipo que se desvivía por nosotros, un buen papá”, se explaya Federico.
“Una noche, soñé que mi madre le lavaba la camisa a la muerte”. Así empieza la novela. Para poder escribir lo ocurrido, Virginia tuvo que matar a su madre en la ficción. Es el inicio del relato. “Es una metáfora”, dice. En la vida real, está viva. “Esa mujer es especialista en sacar manchas”. Los ojos claros de Virginia se desorbitan. “¿Te das cuenta? Especialista en sacar manchas”, subraya.
Hablar fue siempre el deseo de Virginia y Federico. “Lo primero que hicimos cuando recordamos fue ir a hablar con ellos. Pero ellos cortaron toda posibilidad de diálogo, y tuvieron mucho tiempo… Pasaron tres años antes del libro”, apunta ella.
Entonces, Virginia pudo escribir. “Tenía necesidad de publicar la novela, era parte de todo este proceso, publicarla y sacarla a la luz. Es una manera de gritarlo y de desnaturalizarlo. Una parte mía todavía tiene todo esto naturalizado, porque el maltrato era algo de todos los años, era algo que nació conmigo, entonces… Lo tenía totalmente naturalizado y una parte mía todavía dice bueno... No es tan grave lo que te hizo. Entonces, yo estoy luchando contra esa parte mía. La mirada de los otros, la lectura de los otros, me ayuda a desnaturalizar eso, y eso es perder el miedo, porque todavía tengo un resto del miedo que tuve toda mi vida”, apunta la escritora.
Para ellos, recordar y hablar son procesos entrelazados. “Nada estamos haciendo desde el odio, queremos empezar a construirnos nosotros”, plantea la escritora, y su hermano completa la idea: “Se trata de sostener una verdad en el sentido de la identidad que tenemos, estábamos en el aire antes”.
Virginia asiente: “Estábamos hecho pedazos”. Y él plantea que fue “todo un pasado negado”. Entre los dos arman el rompecabezas. “Desde que recordé, siento que soy yo, que se juntaron mis pedazos, que no tengo que fingir nada. Me siento… una persona”, dice Virginia. “Viste la frase esa, que ahora la entendés, memoria, verdad y justicia. Tiene sentido ahora”, agrega Federico.
Con la aparición del libro, Virginia –y Federico- sienten que el apoyo recibido “es una especie de palmadita, igualmente yo lo viví con mucha soledad todo esto. Del libro se habla hace dos meses, antes de esto hubo dos años y medio en los que no teníamos un colectivo de actrices, un respaldo anímico, nada”, expresa él.
Virginia . “Creo que está bueno que se vea eso en la novela. El efecto devastador, sí, pero también me interesa mostrar que no necesariamente uno muere, que te podés salvar -acota-. Justamente, haciendo magia, trabajo alquímico.... Todos tenemos herramientas para hacer alquimia. Yo tengo la literatura pero otros tienen otras, y yo estoy convencida de que todos, todos tenemos herramientas, todos sin excepción”.
05 de agosto de 2019
Sometió a su hija de 12 años
Un abogado deportado por abuso
El abogado pasa por Migraciones en Ezeiza.
Un abogado de nacionalidad italiana que había sido condenado a diez años de prisión por el abuso sexual de su hija fue expulsado del país, informaron voceros de la Dirección Nacional de Migraciones.
El hombre, identificado como Gabrielle Rubbiani, tenía residencia permanente en el país desde 1974, vivía en la provincia de San Luis y había cometido los abusos en 2012, cuando su hija tenía 12 años.
Según las fuentes, la madre de la víctima realizó la denuncia dos años después, cuando tomó conocimiento del hecho, y luego de estar prófugo más de tres meses con un pedido de captura internacional de Interpol, el hombre fue sometido a un primer juicio abreviado por el delito de "abuso sexual gravemente ultrajante". En ese proceso, Rubbiani se declaró culpable y recibió una condena de tres años y medio de prisión, pero el juicio fue anulado por el Superior Tribunal de Justicia de la provincia, que ordenó la realización de uno nuevo.
Ese segundo juicio, realizado por la Cámara Penal 1 el 18 de abril último, finalizó con una condena a diez años de prisión para el abogado. A raíz de esa sentencia, la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, le canceló la residencia, ordenó su expulsión del territorio argentino y le prohibió el reingreso de forma permanente, agregaron los voceros.
Esa resolución instó al Juzgado de Sentencia en lo Penal, Correccional y Contravencional y de Ejecución Penal de la ciudad de San Luis para que dispusiera el extrañamiento del abusador, pedido que fue fue concedido el 7 de julio pasado.
Rosario12
09 de agosto de 2019
Continúa en prisión domiciliaria un vicedirector
Acusado de abuso
Con un pedido de pena de siete años de prisión, seguirá en prisión domiciliaria el vicedirector de la escuela bilingüe Nº 1380 Roberto Fontanarrosa. Javier B., de 44 años, fue detenido en junio pasado y la fiscal Nora Marull le achacó dos hechos de abuso sexual simple contra una joven asistente de cocina de la institución, ubicada en Pasaje 1816 y Circunvalación. Ayer, con nuevo abogado, el acusado intentó la libertad, pero para el juez Pablo Pinto los elementos acercados son "testimonios de concepto", que no alcanzan como contrapeso del testimonio de la víctima y otros elementos presentados como evidencia de cargo. El 19 de septiembre se realizará la audiencia preliminar al juicio oral y público. La defensa planteó que la denuncia estuvo relacionada con una cuestión de elecciones gremiales.
El junio pasado, Marull le atribuyó dos hechos a B., contra la víctima de 24 años: "Haber abusado sexualmente de la joven, el 30 de mayo, en horas de la mañana. Su accionar consistió en acercarse por detrás, bajarle la cabeza a la fuerza, besarla en la cabeza y pasarle la mano por los pechos; mientras con la otra le tocaba la espalda hasta llegar a la cola. Pasados 30 minutos, estando ambos en la oficina del imputado, donde se guardaban elementos de limpieza, haber realizado sonidos obscenos, tipo gemidos y tomarla de la cintura para preguntarle si tenía novio o estaba casada. Se acercó a la joven de una clara manera intimidatoria hasta quedar cerca de su cara", leyó sobre el primer suceso. La defensa dijo ayer que en ese hecho, la palabra "fuerza" no fue descripta por la víctima.
El otro, fue cometido el mismo día de la detención. "La agarró a la fuerza de la mano, obligándola a ir al baño, mientras le decía '¿vos tenés 24 años? Yo te voy a enseñar a besar'. Haberla besado contra su voluntad, mientras ella le decía que por favor se detuviera. Luego llevó la mano de la mujer a su pene, que estaba fuera del pantalón y de su ropa interior; obligándola a tocarlo. La situación se extendió hasta que el imputado escuchó la voz de una compañera de trabajo".
Para la fiscal, el caso es "grave", ya que se trata de una relación desigual de poder y porque la víctima es una mujer. También tuvo en cuenta que el hecho se cometió cuando "no había nadie en el lugar"; y consideró que el acusado lo hizo "abusando de su situación de superioridad", como dijo en la primera audiencia.
Frente a ello, presentó acusación por el delito de abuso sexual simple en concurso real, por los dos hechos, y pidió pena de siete años de prisión. El defensor protestó porque antes de esa presentación estaba por cerrarse un juicio abreviado. Sin embargo, no se llegó a esa instancia por el cambio de defensa.
Sociedad
23 de agosto de 2019
Julio César Castro fue suspendido en su cargo tras la denuncia de su ex pareja
El fiscal sobre delitos sexuales juzgado por abuso
En el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°8 se realizó la segunda jornada del juicio al fiscal general y ex titular de la Unidad de Investigación de Delitos Sexuales (Ufisex) Julio César Castro, acusado por los delitos de abuso con acceso carnal reiterado y lesiones leves agravadas por violencia de género, supuestamente cometidos contra su ex pareja en octubre de 2016 y en enero de 2017. El acusado, que se encuentra suspendido de su cargo y embargado, está, además, sometido a un proceso ante la Secretaría Disciplinaria y Técnica de la Procuración General de la Nación. En la primera jornada, la víctima, quien renunció a su rol de querellante por la angustia y el estrés que le generaba la situación, había pedido que Castro no estuviera presente durante su declaración. Las audiencias continuarán el miércoles y jueves de la semana próxima.
El debate oral, a puerta cerrada para el público por tratarse de un delito de índole privada, arrancó el miércoles con la lectura de la acusación y la declaración de la víctima ante el tribunal presidido por el juez Alejandro Sañudo y los magistrados Fernando Larrán y Fátima Ruiz López.
Al representante del Ministerio Público Fiscal ante los tribunales orales porteños, se le imputan dos hechos de violación y lesiones leves agravadas por haber sido cometidas contra una mujer y en un contexto de violencia de género reiterado.
En el pedido de elevación a juicio de la causa se constató que el relato de la mujer, que presenta signos de ansiedad, depresión y una autoestima lesionada por un maltrato verbal y un trato denigrante, "se encuentra integrado con precisiones y detalles de los episodios violentos que vivenció y a los que fue sometida".
Castro, de 57 años, a quien el Senado de la Nación le rechazó por unanimidad su pliego para convertirse en juez de Cámara, está acusado de haber "zamarreado" y "lesionado" un brazo de la joven que era su pareja, en un contexto de maltrato psicológico y verbal, donde los insultos eran moneda corriente. Y de obligarla por la fuerza a tener relaciones en dos ocasiones: una, durante un viaje a Mar del Plata, en octubre de 2016, y otra, el 24 de enero de 2017, en el departamento del fiscal, al volver de un viaje que hicieron a Tailandia.
Sin embargo, y aunque no serán materia de este juicio, estas no son las únicas denuncias que arrastra el fiscal. Fue denunciado por una de las empleadas de la Fiscalía General N°15 por acoso sexual y laboral, que ocurrieron incluso cuando la empleada estuvo embarazada. En ese sentido, el requerimiento de elevación a juicio sostiene que "debe ponderarse también la existencia de varios sumarios administrativos contra Castro en los que la fiscal federal Laura Mazzaferri, a cargo de la pesquisa, consideró probados cinco casos de acoso sexual revelando 'la existencia de un patrón de conducta por parte del fiscal respecto de empleadas o funcionarias mujeres'".
En la investigación intervinieron, además de la fiscal María Luz Castany, a cargo de la Fiscalía General 30, personal de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) y la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP).
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