Mi oficio es provocar espanto
cuando me parto el pecho
para arrancar de allí palabras
y ofrecerlas brillando
como guijarros, como mariposas
en la palma de la mano.
(Y esto aunque se trate
de palabras bellas)
Mi otro oficio
es permanecer quieta
para no ahuyentar los duendes,
(esos que se atreven
a danzar en la penumbra).
Mi única certeza
es que mentiré
si, en la oscuridad
antes de encender
la frágil luz
me preguntan
¿cómo estás?.
Y mi modo de ser
sin duda es el silencio,
cuando no está.
Cuando le tragó por entero
el humo, el vino o la distancia.
1990
3 dic 2020
Elogio de la ambigüedad
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