25 dic 2020

Robó del hospital a una recién nacida y la hizo pasar por su hija

 “La joven, que tendría problemas psiquiátricos había simulado un embarazo por 9 meses.
Una historia digna de una telenovela ocurrió en Misiones. Una beba de dos días de vida fue robada del sector de Maternidad del Hospital “Doctor Ramón Madariaga”, en Posadas, por una joven que simuló durante nueve meses un embarazo en un desesperado intento por retener a su novio. El hecho ocurrió el miércoles a mediodía y la pequeña fue recuperada cinco horas después, cuando los suegros de la muchacha advirtieron la maniobra y la devolvieron.
Romina Mabel Ramirez, de 18 años, ingresó a la Maternidad haciéndose pasar por un familiar de Carla Rodríguez, una mujer de 20 años que el lunes había dado a luz a Agustina LIonela, que pesó 3.800 kilos. El miércoles después del mediodía, la madre se quedó dormida con la hija al lado. Esa situación fue aprovechada por Romina, que convenció al guardia de que era un pariente directo de la parturienta y se llevó a la beba sin que los custodios pusieran reparos. La beba aún no había sido inscripta en el Registro de las Personas y los médicos del hospital tampoco habían confeccionado el acta de nacido vivo.
La  madre tuvo una crisis nerviosa al despertar y constatar la sustracción de su hija. La Policía pudo establecer que la chica que se llevó a Agustina fue en remís hasta un sanatorio céntrico y desde allí realizó tres llamados telefónicos. En uno de ellos le pidió a su novio que la fuera a buscar porque le habían dado el alta tras tener a su hija. Los testigos relataron que un rato más tarde la pasó a buscar un muchacho en un automóvil y ambos se retiraron con la beba.
A mediados del año pasado, Romina le dijo a su novio que estaba embarazada. Durante todo este tiempo mantuvo la mentira y llegó a colocarse almohadones en la zona del vientre para simular el estado de gravidez. El miércoles puso en marcha el último tramo del plan, pero la mentira rápidamente quedó al descubierto. Fue el mismo joven quien, acompañado por sus padres, llevó la beba al hospital, cuando la policía todavía no salía del desconcierto. Allí la pequeña Agustina regresó a los brazos de su desesperada madre.
Romina Ramirez, en tanto, quedó detenida en el mismo hospital ya que padecería serios trastornos psicológicos, dijeron voceros del Juzgado de Instrucción No 3.”  
Clarín, 30 de marzo de 2007
 
Estos dos primeros casos transcriptos,  (1 y 2) los del bebé ignorado y negado y el del bebé robado, nos sumergen en las más primitivas, arcaicas, feroces formas que puede tomar el advenimiento de un niño en la subjetividad de quienes lo niegan o lo anhelan.
El nacimiento del niño que murió por falta de atención, y cuyo embarazo había sido ocultado por la madre e ignorado por los padres de ésta, nos permiten dimensionar la magnitud del conflicto que ese embarazo y ese niño representaba para los protagonistas del drama.
¿Qué dimensiones de locura se expresaron en esa negación? ¿Qué carga presuponía para la joven madre, la existencia de ese bebé, cuyo embarazo fue invisibilizado, y cuya vida no pudo ser protegida?
¿Fue el miedo al repudio de los suyos, a la censura social los que llevaron las cosas hasta ese extremo? ¿Fue tal vez el estigma que aún pesa sobre las madres solteras?
¿Fue por último, la amenaza de desamor, de retirada de afecto de sus padres, las que la llevaron al ocultamiento de lo que acontecía en su cuerpo y en su vida?
Como contrapuesto, la ficción de embarazo de la joven que lleva adelante la simulación,  colocando almohadones en su vientre vacío de niño, y llega hasta a robar un recién nacido, para presionar a su novio de continuar la relación, se presenta como la otra dimensión de la locura, que el anhelo de un nacimiento puede detonar y las cargas que conlleva.
Diremos: son formas polarizadas de locura. En una se negó un niño que existía, en la otra se ficcionalizó hasta el noveno mes, un niño inexistente, para finalmente llegar al despojo de otra madre con la apropiación de un recién nacido. Nada más se tuvo en cuenta, sòlo la obsesión de presentar el tributo que le garantizaría ¿qué entrada al mundo, qué confirmación de sí misma, qué argumento para ser amada?
 
Lo que insiste en ambos casos, y por motivos contrarios, fue como, ambos embarazos y recién nacidos pudieron ser significados de modo tan diverso. Uno como fuente del secreto más agobiante y su existencia como causa de desamor para la madre. El otro (ficcional) como prenda y pasaporte para retener un afecto esquivo que se le sustraía.
En ambos casos ¿fue el temor de perder el amor lo que llevò a las jóvenes a que enloquecieran? ¿Y también a que esa locura se expresara en acciones de innegable y grave desajuste? Una por tener un hijo. La otra por no tenerlo.
Y ambos bebés, negado hasta su nacimiento el uno, y anhelado como solución vital el otro, pero no pensados, sentidos, imaginados como tales.
 
¿Niño recuperado y niño perdido, como ejemplos de tramitación de afectos universales?

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