1- Ella es joven, tiene dos hijas. Trabaja en una fábrica textil. Para ahorrarse el colectivo va en su bicicleta todas las mañanas. A veces en este invierno, el frío la acobarda un poco. El movimiento de vehículos también es amenazante y por eso suele eludir las calles más transitadas. Aquella mañana parecía igual a tantas otras, pero iba a ser diferente, un motociclista se le puso apenas atrás, y mientras pasaba le pegó una palmada en el trasero, eso dicho de manera elegante. Si fuera más directa, diría que lo que hizo fue darle un manotazo en el culo. Los manubrios de la bici y de la moto se rozaron y ella perdió estabilidad y fue a dar al pavimento, mientras él se alejaba raudo en su moto de macho triunfal, sin mirar atrás.
No, ella no dio con la cabeza en el cordón. Pero dio con la rodilla contra el suelo, lo que le está costando dos semanas de ausencia en el trabajo.
¿Qué puede implicar para un hombre agraviar a una mujer y dejarla herida en la calle? ¿No será sentir que puede hacerlo, es más, que tiene derecho a hacerlo porque la calle sigue siendo su espacio, y hay que confirmarlo con gestos como ese?
2- En un hospital de Rosario de cuyo nombre no quiero acordarme, una médica recién egresada ganó el derecho a cursar una residencia, acreditando los antecedentes necesarios para ello. Las especialidades tienen una cierta jerarquía. Las hay más valoradas (por el prestigio que implican en esta feria de vanidades) como neurología y cardiología. Y hay otras residencias que se consideran menos glamorosas. Esas son las que frecuentemente ocupaban ¿y ocupan? las mujeres: pediatría, ginecología, dermatología.
La residencia que se concursara en esta oportunidad era en traumatología. Una especialidad en que las mujeres no han sido tradicionalmente bien recibidas. Los compañeros de residencia que ingresaron con ella hicieron causa común con los residentes de segundo y tercero para sabotear a la que consideraban intrusa en un ámbito masculino. A la sobrecarga de tareas se fue sumando el acoso hostil. Ella resistió la situación de creciente agresión todo el tiempo que pudo. Pero la conflagración instrumentaba cada más encerronas, para hacer de la residencia, no el lugar de compañerismo y aprendizaje que soñara, sino un infierno de desprecios, insinuaciones groseras y abiertas intimidaciones. Resistió lo que pudo y terminó renunciando.
Esto sucedió este año, no en el medioevo, y en Rosario, no entre talibanes. ¿O sí?
3- La violencia física sigue siendo noticia frecuente y perturbadora. Entre los titulares de hoy, Miércoles 15 de agosto encontramos en el diario Página 12:
.Una mujer fue golpeada y picaneada en Avellaneda durante cuatro horas por el ex novio.
Violencia de género en su grado más perverso.
María Elizabeth Elías accedió a una invitación a la casa del hombre con quien había salido hasta hace un mes. Pero una vez allí, la emprendió a los golpes y la picaneó. Ella terminó internada y debe ser operada. Él fue detenido.
.La mujer filmada al ser golpeada
Natalia Riquelme, la mujer que fue golpeada por su ex pareja delante de su hija de cinco años en Bahía Blanca, consideró ayer que la situación que está viviendo “es difícil”, porque aún no cuenta con una resolución de la Justicia que impida el acercamiento del hombre a ella y a su hija. El domingo último, la mujer fue agredida por su pareja y las imágenes de lo ocurrido se difundieron por varios medios nacionales y sitios de Internet, luego de que la joven dijo que realizó “más de 15 denuncias que no prosperaron”.
.Femicidio en San Juan
Una mujer murió ayer a la madrugada tras ser atacada a cuchillazos en plena calle de la ciudad de San Juan, y por el homicidio la policía busca al ex novio, quien se cree que la mató en un acto de venganza porque horas antes la mujer le había reprochado una infidelidad y lo había golpeado.
Reflexión
Qué conexión cabe establecer entre el incidente callejero de la joven ciclista, el rechazo de la residente de traumatología y las noticias de violencias, que van de las amenazas a los golpes, algunos con consecuencias gravísimas que llegan al femicidio: cabe una base común en la devaluación de la mujer en el imaginario patriarcal.
Aquel motociclista que se sintió autorizado para avanzar sobre la joven que circulaba por la calle dio un mensaje bien preciso, “a calle es mía, mía y mía y si te aventurás en ella, puede suceder que termines manoseada y golpeada”.
Como los residentes de traumatología que dejaron bien en claro que allí las mujeres no son bienvenidas, que es un ámbito en el que por ahora quedan excluidas, y que si a alguna otra audaz se le ocurre acercarse, debe saber que lo va a pasar tan mal como corresponde a lo que ese ámbito de varones puede decidir.
De los incidentes reproducidos de las noticias del diario, poco cabe agregar excepto que constituyen la forma esperpéntica de una actitud que es la caricatura de la masculinidad.
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