Siempre me pareció muy interesante el primero: “Amar a Dios sobre todas las cosas”, que es lo que decían aquellos a quienes le pedía que me lo recordaran. Y había una trampa en mi pedido, porque casi siempre se olvidaban de la segunda parte que agrega: “y a tu prójimo como a ti mismo”.
El Mandamiento daba la medida del amor a los demás y a sí mismo. No más, ni menos. En la misma medida. Y allí estaban las claves de la solidaridad, pero también de la autoestima. Al pescarlos en falta, tenía la oportunidad de hacer las correcciones del caso.
Con respecto al cuarto Mandamiento: “Honrar al padre y a la madre” me empezó a resultar cuestionable desde que me confronté con padres y madres que no merecían ser honrados. Que hacían a sus hijos víctimas de sus frustraciones. Cuando supe de abandonos, maltratos y filicidios puse ese mandamiento en observación. Y allí sigue.
Acordé entusiasta o resignada a los otros. Al fin “No robar, ni matar, ni cometer adulterio, ni mentir, bien pueden regular los vínculos, en el anhelo de que sean más armoniosos. Hasta que me sobresaltaron los dos últimos
El noveno: “No desear la mujer de tu prójimo”, me resultaba incompleto. Si no incluía también: “Ni al hombre de tu prójima” no podía pensarlo merecedor de respeto. Es que los androcentrismos, patriarcalismos y …bah, machismos varios, me resultaron y me resultan odiosos y agraviantes.
Y vengo a descubrir que el décimo: “No codiciar los bienes ajenos” es muy desaprensivo cuando muy pocos tienen cada vez más riqueza en base a la expoliación y explotación de muchos. Entonces, para quien no tiene casa, ni casilla, ni rancho…la suntuosidad de las mansiones en los barrios privados, marca una diferencia que subleva. La injusticia deviene de la incoherencia en esa distribución de los bienes. Bienes que al ser ajenos para la mayoría, se conviertan en marca que señala que allí hay algo que no está bien.
Que me indica que algo no estuvo pensado cuando El Tata encendió la zarza para llamar la atención de Moisés. Va a ser necesario hacer algunos ajustes, si queremos que esos Mandamientos funcionen, si esperamos que al obedecerlos no se nos estruje el alma.
Pascua de 2012
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