Tuve un osito de felpa y una muñeca de trapo.
Luego guardapolvos blancos y manchas de tinta en los dedos.
Después tuve un hombre y esperé que me diera una casa con jardín,
un automóvil rojo, los gestos del amor y también hijos.
¡Guay de él si no llegaba a dármelos!.
También esperé que me diera palabras solo a mí.
Las palabras más bellas y un sentido para vivir.
Cuando pude (recién cuando pude, y fue bastante tarde...)
Descubrí que debía darme a mí misma razones y argumentos.
Porque las razones prestadas no sirven.
Desde las hebillas del pelo, hasta los zapatos que calzo,
los conseguí trabajando.
Y con esfuerzo conseguí, de los gestos del amor,
el goce que nadie puede darnos, ya listo y terminado.
Y, sobre todo, con desgarramiento me doy
las ideas que puedo pensar
y las palabras que llenan el silencio.
1984
3 dic 2020
Autobiografía breve
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