25 dic 2020

Consideraciones de género 2018

  Las cuestiones relativas a la problemática de las mujeres, se expresan en diferentes áreas. Mencionaré algunas que me convocaron recientemente.

1- Una dirigente de Ammar procesada por trata

Uno de los ámbitos en que se produce un choque de posiciones respecto a la condición femenina, es respecto al ejercicio de la prostitución. Las corrientes contrapuestas entre quienes aspiran a abolirla, y las de quienes pretenden regularla, considerándola un trabajo, llevan mucho tiempo de debate, sin que se llegue a una conclusión.
Pero una noticia del  19 de abril de 2018, por la fuerza del sentido que aporta:
 “La mujer se presentaba como defensora del trabajo sexual, pero un fallo confirmado por la Cámara determinó que en realidad explotaba a jóvenes en situación de vulnerabilidad tras una fachada cooperativa.
El burdel funcionaba en Guido y Bolívar, de Mar del Plata. El burdel funcionaba en Guido y Bolívar, de Mar del Plata.
La Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata confirmó el procesamiento de una dirigente  de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar), agrupación que defiende el trabajo sexual, en una causa por trata. Se le imputa la modalidad de captación y acogimiento, agravado por el engaño y abuso de la situación de vulnerabilidad de tres jóvenes, a quienes explotaba sexualmente en un prostíbulo que regenteaba en la ciudad balnearia. En la audiencia ante el Tribunal de Alzada intervino el fiscal general Daniel Adler, quien explicó a PáginaI12 el mecanismo que aplicaba la imputada, de acuerdo con la investigación judicial: primero les proponía a las mujeres formar una cooperativa pero luego les retenía un porcentaje que llegaba al 50 por ciento de lo que cobraban por los “pases” y les exigía el cumplimiento de horarios, entre otros requerimientos. “No era el esquema de una cooperativa, ella era quien regenteaba y explotaba el prostíbulo”, dijo Adler.
El procesamiento recayó sobre María Azucena López Villagra, conocida como María López, secretaria general de Ammar en Mar del Plata.
En 2013, otra dirigente de Ammar, de la ciudad de Buenos Aires, Claudia Brizuela, también fue procesada en una causa por trata de mujeres para explotación sexual: se le imputó colaborar con una red, que gozaba de protección policial,  ofreciéndole una pantalla de legalidad a través de la afiliación de las víctimas a la agrupación.”
Aunque las discusiones prosigan, quiero referir que hace años un grupo de profesionales de la salud y del derecho, realizamos un seminario de capacitación en Violencia de Género,  en ATE, para integrantes del grupo AMMAR de Rosario, (por estar ellas justamente muy expuestas a situaciones de violencia) Ese trabajo, además de una experiencia valiosísima en el encuentro que se produjo, me dejó un recuerdo.
Este recuerdo es que una de las integrantes expresó que se esforzaba por que sus hijas tuvieran la mejor educación posible que podía proveerles. Para que ellas tuvieran mejores posibilidades de trabajo. Y eso me sigue sonando.
 

2 - El tema de la Academia y  las producciones surgidas de trabajo en el campo

En los espacios académicos, carreras universitarias de posgrado, en los que se plantea la posibilidad de generar espacios de reflexión y conocimiento sobre la situación de las mujeres, puede suceder (y de hecho sucede) que acontezca un desbalance. Un desbalance que privilegie el desenvolvimiento de teorías, y se jerarquice aquella producción  que confirma saberes pautados, dejando poco lugar a los aportes surgidos del ejercicio de una práctica comprometida en lugares “de frontera”. Trabajos en áreas aún no exploradas y pertenecientes a cuestiones urticantes en lo social.
Me refiero a que trabajos  vinculados a los ámbitos más conflictivos, no siempre reciben la valoración de merecen, por la realidad que exploran y  describen, como primeros aportes a realidades difíciles y poco transitadas.
Monografías y tesis referidas al trabajo de investigación en algunos temas, y en exploraciones hechas desde ciertas instituciones, quedan desestimadas.
Una  producción referida a la asistencia a víctimas de la violencia, desde la implicación que supone tal tarea, desde alguien que la realiza a diario, no halla la resonancia, de ese “saber situado” y de primera mano.
 Otro trabajo, que se plasma en el acompañamiento a  mujeres en una  institución carcelaria de la ciudad, no concitan la atención que su originalidad supondría. No hay antecedentes y aunque podría funcionar como plataforma para nuevos recorridos, quedan detenidos.
A veces, lo mejor es enemigo de lo bueno. Y acá me cabe la reflexión de que en el propósito encomiable de elogiar ciertos modos de producción, se queda en el camino la chance de ampliar el abanico de lo observado. El objetivo de excelencia (legítimo sin duda) deja fuera aproximaciones de una legitimidad que enriquecerían el campo del saber.
 

3 – La presencia de transexuales en eventos

Una presencia en los Encuentros de Mujeres, en las Marchas y eventos que tengan significado, es la de la comunidad LGBTI, sigla que se usa como término colectivo para referirse a las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Tráns e Intersexuales (el término trans se refiere a travestis y transexuales).
La presencia de trans nos interroga por su inserción celebratoria, como la de un triunfo sobre prejuicios mutiladores. Y su ubicación en lugares de mayor jerarquía, también marca una cuestión significativa.
Tal fue el caso de la coordinación de uno de los talleres de Mujeres y Cannabis, en el Encuentro nacional de Mujeres de Rosario en Rosario 2016
 Otro lo fue la participación en el  Panel de `presentación de “Mujeres tras las rejas” film de Lucrecia Mastrángelo en Ciudad Futura, 8 de abril de 2018.
En ambos espacios el desempeño de las compañeras trans operó como una nueva forma de integración, más abierta y plural.
Lo menciono, porque tanto la coordinación de un taller,  como la participación como panelista exigen una  presencia, tal vez ganada en las confrontaciones previas, que forjaron la posibilidad de dicho desempeño.
Camila Sosa Villada, a quien leo con frecuencia escribe:
 “a veces me veo envuelta en unas explicaciones, en unos espirales de asuntos de género, sin querer eh, no sé por qué siempre termino diciendo lo mismo, diciéndole a la gente: no mi amor, una trans no es lo mismo que una dragqueen, una trans no es lo mismo que un transformista. Una trans es otra identidad, es otra, no podés meter todo en la misma bolsa. Que el término travesti no es despectivo, que elijo usarlo en esta, mi vida política. Que las personas trans estamos en otro orden que no es el que tu escueta literatura te puede mostrar. Explicarle a la gente que los varones homosexuales gustan de varones, que las trans no somos varones, que somos mujeres trans. Que no es los travestis, que es LAS travestis.
Hace 9 años y medio que voy dando vueltas por distintas entrevistas, haciendo este trabajo, que nadie me paga, el de decir que no es todo lo mismo en esto de las identidades. Que piensen con perspectiva de género. Pero no, parece que a ustedes no les entran conocimientos nuevos…  que no entienden que hay cuerpos, que hay identidades, que hay sentires distintos, ustedes que no piensan dos veces en les otres, que se embolan porque usamos un lenguaje inclusivo y en vez de decir todos, decimos todes, ustedes que no la ven ni cuadrada…”


4 – El adorno de las mujeres.

En primera persona singular.
Espero mi turno en Arte de Curar. A mi lado una  señora. La miro. Peinada y maquillada cuidadosamente. La miro otra vez.  Algo me llama la atención, y  es que a pesar de lo colorida es armoniosa. Pero…
Desde allí hay algo y no puedo dejar de mirarla. Como a un escaparate. Tiene pantalones de colores vibrantes y una camisa de broderié impecable sobre una remera de pequeños estampados. Lleva aros y medallón de nácar. También una cadenita con dije plateado. Y un collarcito de cuentas pequeñas de color lila. Pulseras en las dos muñecas (diferentes y tintineantes), Anillos en las dos manos. Sandalias doradas y un bolso labrado en colores. Podría decirse que es algo atildada. Cuento todos sus anillos y pulseras y son muchos. . Cuando se levanta para ser atendida se apoya en un bastón de mango esculpido.
Me pregunto cuánto tiempo le habrá llevado vestirse y adornarse.
Me miro y  por contraste me siento deslucida y despojada. O ella exagera su producción o debo cuestionarme mi aspecto: solo llevo mi triste reloj en la muñeca izquierda.
Pienso en lo felino (solo en mi gato?) (1) en las mujeres. Y en los varones. Que se expresa en esa tendencia a acicalarse para atraer y seducir y me pregunto si me habrá venido medio fallado. Por ejemplo cuando veo un arreglo tan minucioso.
Por ejemplo respecto al tema de encanecer, no tengo una posición firme.
Algunas amigas han decidido dejar su cabello cano tal como es, sin tinturas que disimulen el encanecimiento. Lo plantean como decisión de esta altura de sus vidas, y me parece sensato. Algunas más jóvenes ya muestran hebras en el cabello. Me pregunto cómo y cuándo decidiré que hacer con el tema.
 Mi mamá  planteaba cubrir las canas, como parte del propio cuidado y afirmación de la vida que restaba por vivir, prolongando el aspecto juvenil. Mi tío Domingo consolaba a los nietos diciéndoles que aunque fuera viejo, tenía muchos días por delante, tanto como cabello sin encanecer en su cabeza. En ambos coincidía la idea de encanecer como aproximación al final.
Lo cierto es que remite al paso del tiempo y al uso que de él se haga mientras tanto. Pero lo físico no habría de ser tan importante. No se piensa en el aspecto físico de aquellos cuyas producciones nos marcaron ¿no?
Y con respecto a las lisonjas por lo que hace a belleza y seducción, me he preguntado por el lugar que ocupan. Porque claro, se centran en exterioridades. Nadie le dice a una mujer que le atrae su capacidad para resolver ecuaciones. Es más frecuente mencionar los ojos, la piel o la figura como prendas valiosas. La empatía, el sentido del humor, o la asertividad. Esto refiriéndome a lo que un varón sensible e inteligente puede formularle a una mujer. No entran en esta categoría los dichos del presidente respecto al piropo.
Algunos varones bien intencionados, se  jactan de dar con la palabra justa cuando tratan de lograr un acercamiento a una mujer. Valga el intento. A veces sucede.
Pero la nota más interesante al respecto  la pone una nenita que en una tira (¿cómica o trágica?) le pregunta a su madre:
Si te dicen “cosita” ¿no te están cosificando? No quedan muchas dudas, me parece.

M.C.M. abril 2018

(1) No puedo terminar esta nota sin referirme al enorme atractivo de los felinos. Replicado en los  y las humanas cuando asumen esa cualidad de sensualidad en su arreglo que produce acercamientos. Y quiero mencionar a mi gato. Decir “mi” gato es de una arrogancia gigantesca. Porque nadie tiene a un gato. El gato elije en que casa instalarse y a quienes tener como siervos. He hablado de uno que se instaló hace un tiempo en casa, con total displicencia. Permite que lo admiremos. Alberto lo llama Cachafaz, mi hija lo nombra Caradura, mi hijo le puso Sabandija y yo prefiero llamarlo El Inimputable. Se puede adivinar la razón.


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