Se puede tener sexo en medio del silencio y la oscuridad.
Con alguien a quien no se ha hablado y a quien no se ha escuchado, con quien no se han compartido sentires ni pensamientos, y eso ¿ es hacer el amor ? También se puede no tener contacto físico con alguien que nos habla y nos escucha, a quien miramos y que nos mira y nos ve, y con su mirada nos confirma, y allí sí haber amor.
La escuché cuando ella dijo: Entonces fui felíz..., para referirse a que había llegado al orgasmo. Una expresión habitual pero engañosa. Porque pensé que se puede llegar al orgasmo y seguir siendo desdichada. Como ella, que seguía recordando al otro que la habitaba, que ya no formaba parte de su vida y a quien solo podía imaginar cerrando los ojos cuando estaba con éste.
Y lo escuché también a aquél cuando decía de su orfandad de amor, de contactos, en su vida sin caricias. De su desesperanza y de la nostalgia por otro modo de vivir más pleno, que una vez había conocido, y que clamaba desde sus recuerdos.
Al fin, ¿por qué asombrarnos?... Si el amor “es algo raro, que rara vez nos ilumina, y raros son los elegidos”.
Pero cómo conciliar esa idea del amor desde las multiplicidades, los flujos, los acontecimientos que hablan de muchas conexiones en el devenir? El amor es ese milagro infrecuente o es otra cosa?
2003
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