Este ensayo, comienza de modo atípico, con una recorrida por palabras que otros (famosos o ignotos) pronunciaran sobre amores y desamores.
Palabras que suscitan diversas resonancias, palabras que se despliegan en abanico, para decir, de cuántos modos se puede vivir el drama amoroso.
Y estas reflexiones heterogéneas, propuestas de modo Discepoleano, casi como de biblia junto al calefón, tiene el propósito de ponernos en un camino.
El de recorrer dichas reflexiones, y las que seguirán, atendiendo al propio registro, desde el cual algunas se leerán sin dejar rastro, pero otras detonarán ecos que quedarán vibrando. A estos ecos será a los que valdrá remitirnos en nuestro propio e intransferible itinerario en esta lectura sobre el amor y el desamor. Un itinerario que podrá ser revelador, pero tendrá mucho de laberíntico. Que será diferente para cada quien, según su historia, su sensibilidad, su experiencia.
Mi gratitud a los autores de todos estos epígrafes que inician este trabajo y son los que me pusieron en marcha, y a todos los otros que citaré en el transcurso del mismo que me regalaron sus palabras desde distintos lugares. Mi gratitud también a los primeros lectores de este escrito, los que con sus sugerencias permitieron que se enriqueciera.
Y para mi, el empezar de este modo, tiene que ver con una cautela que me lleva a bordear, a rodear el tema desde lo pensado y pautado previamente por otros, antes de sumergirme, y contar desde mi propia mirada.
Una mirada que una vez que complete su recorrido, hasta donde pueda llegar, quedará en suspenso, con la ambigüedad de lo inacabado, de lo incompleto, de lo imperfecto. Deliberada e inevitable ambigüedad que deja abierta la posibilidad de seguir sumando otras reflexiones. Esto en tanto se sigan viviendo, hasta el fin, experiencias que amplían, que expanden lo que podemos pensar y decir sobre nuestros sentimientos.
Y escribir sobre amores y desamores me implica totalmente, en tanto los afectos vertebran nuestros esfuerzos y dan sentido a nuestra vida. Pero si bien esto es así para muchos de nosotros, vale recordar que escribir sobre amores y desamores vendrá sesgado por el hecho de hacerlo desde un tiempo y un lugar que compartimos, principios del 2004, Rosario, Santa Fe, Argentina.
También desde un género, desde una edad, desde una inserción profesional. Desde un género que comienza a tomar conciencia de los condicionamientos que nos sobredeterminan, y a denunciarlos. Desde una edad que me coloca en la historia, encarnando la maldición china que planteaba: ¡Ojalá te toque vivir tiempos interesantes!. ¿Pues que más interesante que haber vivido en la Argentina de los aterrados, desterrados y enterrados...Haber presenciado el absurdo de que se llamara locas de la plaza, a las mujeres más cuerdas y valientes. Haber llevado adelante la propia vida en medio de los oleajes post-proceso sin suspender el asombro...?
Desde una inserción profesional que durante cuarenta años me puso y me pone en contacto diariamente con los amores y desamores que hacen a la desdicha o a la alegría de quienes llegan para ser escuchados.
Desde allí, desde esa escucha en que resonaban las propias experiencias, es que surgió el germen de este trabajo. Esto. a partir del descubrimiento de que varones y mujeres referían sus historias amorosas y ocupaban en ella lugares que por lo reiterativo delineaban un mapa relacional.
Un mapa en que la esperanza, la frustración, el desencanto, la euforia y el desconsuelo circulaban a modo de moneda corriente entre los protagonistas de las historias.
Pero si bien este trabajo que intento escribir, a modo de ensayo, incluye materiales provenientes de la casuística, incorpora también reflexiones teóricas e intenta formular síntesis. Relata sucesos que provienen de la historia de amantes famosos, de la crónica policial, o aún el relato de amigos y compañeros que cedieron generosamente sus propias historias, para ser incorporadas aquí. Y todas estas fuentes tienen la misma jerarquía. Las palabras que tomo prestadas de humoristas, científicos, poetas, filósofos, amigos, pacientes, colegas, valen todas por igual en este intento de describir cómo se vive desde adentro la experiencia amorosa. De ahí que encontremos codeándose sin sobresalto a Sabina con Freud, a Alfonsina Storni con Homero Expósito, a Galeano con Lacán.
Las poesías que ponen letras de canciones constituyen un universo que merecería ser explorado en relación al tema. Eso queda apenas esbozado pero abre una puerta que queda pendiente atravesar...
16 dic 2020
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