Historias viejas
Las historias de amor forman parte del devenir humano como área privilegiada en donde nos hacemos y nos deshacemos como hombres y mujeres en busca del paraíso, siempre ajeno, siempre lejano, siempre provisional.
Y pueden ser historias trágicas, románticas, graciosas o sorprendentes, no importa: todas ellas nos convocan a la reflexión con igual fuerza.
Las historias trágicas forman parte de la tradición amorosa.
Juana la loca es recordada por haber conservado embalsamado el cadáver de Felipe y llevarlo consigo dónde viajara como prueba contundente de la locura en que desembocara su amor.
Pedro el cruel de Portugal, también cayó en la necrofilia. Llegó a obligar a sus súbditos, los nobles de la corte, a rendir homenaje a su amante asesinada en vísperas de la boda. Para ello dispuso sus restos en el trono con traje de novia real, tal como si estuviera viva. Los nobles que habían evitado con el asesinato que la desposara, antes de ser castigados con la muerte, debieron desfilar saludando a su reina.
Y hubo una reina en Escocia que en el duelo de su esposo, al que había llegado a amar profundamente, hizo pintar íntegramente el palacio de negro, colocó cortinados negros, y se propuso nunca más salir de allí mientras permaneciera con vida
Y pueden ser historias trágicas, románticas, graciosas o sorprendentes, no importa: todas ellas nos convocan a la reflexión con igual fuerza.
Las historias trágicas forman parte de la tradición amorosa.
Juana la loca es recordada por haber conservado embalsamado el cadáver de Felipe y llevarlo consigo dónde viajara como prueba contundente de la locura en que desembocara su amor.
Pedro el cruel de Portugal, también cayó en la necrofilia. Llegó a obligar a sus súbditos, los nobles de la corte, a rendir homenaje a su amante asesinada en vísperas de la boda. Para ello dispuso sus restos en el trono con traje de novia real, tal como si estuviera viva. Los nobles que habían evitado con el asesinato que la desposara, antes de ser castigados con la muerte, debieron desfilar saludando a su reina.
Y hubo una reina en Escocia que en el duelo de su esposo, al que había llegado a amar profundamente, hizo pintar íntegramente el palacio de negro, colocó cortinados negros, y se propuso nunca más salir de allí mientras permaneciera con vida
La historia romántica de Carl Linneo (1707/1778) cuenta que, enamorado de Sara Lisa, la hija de un rico médico, éste le impuso condiciones que él no vaciló en aceptar. Las crónicas lo describen en su apasionado propósito, como los cuentos de hadas describen al príncipe que debe atravesar bosques y derrotar dragones para alcanzar su meta. Así impulsado a buscar fama y fortuna en Alemania y Holanda, se alejó con ese propósito, pero ante la noticia de que su ambicioso suegro estaba considerando la propuesta de otro pretendiente y ante el riesgo de que su amada fuera casada con éste, volvió a tiempo de ratificar su amor. Después de llegar a ser médico de la Corte en Estocolmo pudo al fin unirse a ella y en su homenaje llamó a una planta, de las muchas que clasificó, con un nombre. Con el nombre de Morea, lirio monándrico, que significa flor de un solo hombre. No dudo que esta historia y este nombre, hoy suscitaría burlas de mi colega Irene Meler que clasifica a las mujeres según su lugar en la vida de un hombre en : “la legítima”, “la otra” y “una más”. Todavía y en los márgenes Irene menciona: “la que nunca tuvo novio”.
Lo que la ironía me dicta y no se si Irene consideró, es que si pensamos así a las mujeres en su relación con los hombres puede suceder también, que describamos a éstos en la relación con aquéllas, de tal modo que una mujer pueda tener un marido legítimo, un amante clandestino, y todavía algunos más más, en algunas historias transitorias.
Las historias de la convicción y la perseverancia de hombres que se enamoraron a la distancia y a través de un retrato abarca épocas y situaciones disímiles.
La de Mariano Moreno por ejemplo, que se enamorara de una joven que tenía solo 13 años, al ver su retrato en un medallón. Perseveró en su anhelo de conocerla y llegó a casarse con ella. Fue la que durante el viaje en él que murió en el mar, recibió por misteriosa encomienda unos guantes de luto, con que la previnieran y le anticiparan la tragedia. Esto avaló la presunción de que él había sido envenenado. Arrojado su cadáver al mar, los historiadores consideran que fue el primer desaparecido de nuestro país.
Reza Phalevi, rey de Irán, antes llamado Persia, buscaba una reina para su trono que pudiera darle según mandatos de la corte, un heredero varón. Después de ver una de sus fotografías pidió ser presentado a Soraya y quiso el destino que el romance surgiera y el drama también pues aún cuando se casaron en una ceremonia como las de "Las mil y una noches" no se pudo concretar la gestación del heredero. Entonces el rey debió separarse de Soraya "la de los ojos tristes" en circunstancias que los medios siguieron de cerca para información de muchas mujeres en identificación con la desdichada princesa amada como mujer pero repudiada por no dar el heredero que la dinastía necesitaba.
Y más cercano en tiempo y espacio, pude conocer y escuchar al sensible aunque pragmático Ricardo G.. Me relató su súbito y apasionado enamoramiento al ver la fotografía de una joven , integrante de un grupo coral. Logró ser presentado, pero he aquí que ella estaba comprometida. Entonces, llegó el momento de no desfallecer, y según sus palabras "mostrarle que él era la mejor opción". Para ello, flores, llamadas, presencia oportuna y al fin, convencida, ella se convirtió en su compañera de viaje.
Crónicas sobre el amor en el presente
Si, el amor nos hace hacer cosas extravagantes.
De las crónicas policiales y la gente que sorprende por lo que puede llegar a hacer por amor, recuerdo dos casos.
El de un hombre atacado por un león hambriento escapado de un circo abandonado en un pueblo cercano a Rosario, hará un par de años. El león ya había herido a otras personas, cuando asaltó al hombre en el jardín de su casa, a la que él llegaba y ante la mirada atónita y espantada de la abuela y los hijos que observaban por una ventana. La esposa que también advirtió lo que sucedía, salió de la casa, se abalanzó sobre el león y tomándolo de la melena la emprendió a patadas y puñetazos, con lo que el león sorprendido, soltó a su esposo, pero la capturó a ella y se la llevó arrastrando hacia unos arbustos, donde de seguro le hubiera dado muerte. En el tiempo que medió ¿momentos o siglos?, un vecino armado de un rifle pudo disparar a la fiera y aunque heridos, esposa y esposo salvaron la vida. Recuerdo la nota de televisión en donde se los reporteaba en el hospital de emergencias, y la insistencia con que la mujer, vendada como La Momia se dirigía a la familia para asegurarles que "se quedaran tranquilos, que ellos estaban bien".
El otro caso que registro de la crónica policial, es el de un marido que encerrado en el baño bajo llave, por el ladrón que entrara a su casa y que estaba atacando a su esposa, entró en desesperación. Tal vez con la fuerza surgida de dicha desesperación, él logró romper la puerta y golpear al violador armado tan solo con el secador del baño hasta que pudo dejarlo fuera de combate. Lo que nunca supe, si del secador que se hablaba en la nota era un secador de piso o uno de cabello. Cualquiera de las dos escenas que imagino parecen absurdas. Pero eso poco importa. Lo significativo fue que hubiera derrotado al malhechor armado y también que luego, cuando había logrado reducirlo, hubiera cedido a los pedidos de la esposa, que aunque estaba muy golpeada, (tengo el recuerdo de las hematomas de su rostro) le pidió que no lo matara, como él hubiera podido hacer desde su furia, sino que lo entregara a la policía.
El de un hombre atacado por un león hambriento escapado de un circo abandonado en un pueblo cercano a Rosario, hará un par de años. El león ya había herido a otras personas, cuando asaltó al hombre en el jardín de su casa, a la que él llegaba y ante la mirada atónita y espantada de la abuela y los hijos que observaban por una ventana. La esposa que también advirtió lo que sucedía, salió de la casa, se abalanzó sobre el león y tomándolo de la melena la emprendió a patadas y puñetazos, con lo que el león sorprendido, soltó a su esposo, pero la capturó a ella y se la llevó arrastrando hacia unos arbustos, donde de seguro le hubiera dado muerte. En el tiempo que medió ¿momentos o siglos?, un vecino armado de un rifle pudo disparar a la fiera y aunque heridos, esposa y esposo salvaron la vida. Recuerdo la nota de televisión en donde se los reporteaba en el hospital de emergencias, y la insistencia con que la mujer, vendada como La Momia se dirigía a la familia para asegurarles que "se quedaran tranquilos, que ellos estaban bien".
El otro caso que registro de la crónica policial, es el de un marido que encerrado en el baño bajo llave, por el ladrón que entrara a su casa y que estaba atacando a su esposa, entró en desesperación. Tal vez con la fuerza surgida de dicha desesperación, él logró romper la puerta y golpear al violador armado tan solo con el secador del baño hasta que pudo dejarlo fuera de combate. Lo que nunca supe, si del secador que se hablaba en la nota era un secador de piso o uno de cabello. Cualquiera de las dos escenas que imagino parecen absurdas. Pero eso poco importa. Lo significativo fue que hubiera derrotado al malhechor armado y también que luego, cuando había logrado reducirlo, hubiera cedido a los pedidos de la esposa, que aunque estaba muy golpeada, (tengo el recuerdo de las hematomas de su rostro) le pidió que no lo matara, como él hubiera podido hacer desde su furia, sino que lo entregara a la policía.
Historias que me contaron
De las historias que me contaron recuerdo dos que dan cuenta de un amor perdurable.
Una es la de los abuelos campesinos de un amigo. Compartieron hasta ancianos, muy ancianos, amores y peleas. Lo habitual era que después de alguna discusión el abuelo tomaba la guitarra y se sentaba a la puerta a tocar alguna de las canciones que conocía. Pasado un rato y cuando ella lo deseaba, (dicen que era menuda y graciosa y tenía una bella voz), iba al lado y empezaba a acompañarlo cantando. Ese era el modo de reconciliarse, que los hijos conocían y esperaban.
El abuelo, que montaba en pelo hasta muy mayor, tuvo un accidente al tropezar su caballo y murió.
Ella resistió transida todo el tiempo del velatorio, pero cuando fueron al cementerio quedó en la casa recostada descansando. Cuando los familiares volvieron encontraron que ella también había muerto.
La otra es la de una pareja de inmigrantes que llegaron muy jóvenes al país y tuvieron diez y seis hijos, diez varones y seis mujeres, que ayudaban al padre en las tareas del campo. A los ochenta y un años de los dos, que tenían la misma edad, la abuela enfermó y murió. El abuelo le pidió a una de sus nietas, que iba a un colegio religioso, que organizara el rezo de una novena en homenaje a su esposa, y le alcanzó su libro de Misa. Fue lo último que dijo, pues a partir de allí dejó de hablar. Rezaron durante nueve días las oraciones. Al término del noveno día y cumplido su deseo también el abuelo murió, sin que mediase enfermedad ninguna.
Una reflexión
Estas historias, tanto la que involucran a personajes conocidos, como las transmitidas por los medios, como las relatadas por amigos, nos remiten a un modo de constituirse el amor de pareja en sustento de la vida de los cónyuges, de un modo que podríamos entender como simbiótico, infrecuente en estos tiempos. Puede parecernos a quienes reflexionamos sobre los tormentosos modos de vinculación, que historias como éstas no son representativas, pueden suscitarnos dudas los genuinos motivos de una perseveración que llevara a los esposos a mantenerse unidos tantos años. Incluso puede esbozarse alguna hipótesis respecto a la psicopatología implícita en estos casos.
Pero de lo que no cabe duda es que convocan a una imagen del amor y los enamorados que produce profundas resonancias, en tanto encarna la fantasía de unión perfecta y sólida, difícil pero anhelada, más acorde a los cuentos de hadas protagonizados por mistificados héroes y heroínas, que a la conflictiva de las relaciones concretas entre personas “de carne y hueso”. En ese rumbo de cuestionar idealizaciones respecto al amor vale considerar expresiones como la serie “Sex and the city”, donde no obstante la preocupación por describir las nuevas modalidades en el encuentro erótico, desapegadas y cínicas, puede rastrearse una incongruencia entre lo planteado en el discurso, que tiende a banalizar la cuestión y lo verdaderamente anhelado por las protagonistas.
Esto es, que aunque ellas se presentan como mujeres autónomas que en su discurso relativizan la importancia de las relaciones de pareja, ésta ocupa en sus deseos un lugar que no parece concordar con aquello que dicen.
Como si estuvieran de algún modo, expectantes de un encuentro.
Alejandro Dolina aporta un texto:
EL ENCUENTRO
“El verdadero milagro de la vida no es encontrarse con uno mismo, que después de todo no es más que una paradoja de quinta...
Lo importante es encontrarse con alguien. Esos efímeros puentes que dentro de este mundo de islas algunos suelen tender, efímeros porque duran muy poco y hechos quizás de la misma materia de la que están hechos los sueños.
Por ahí, cada tanto, en esa horrenda soledad que es la vida, uno liga un puente. Un puente que se puede tejer con un cariño o con un amor; quiere decir que en este mundo donde todas las citas son fallidas, o casi todas la citas son fallidas, en donde casi todo consiste en ir a esquinas donde nadie acude, en donde casi todos los encuentros fallan, uno va buscando un encuentro.
Mi vida es ir a buscar y no encontrar y es así...
Salvo alguna que otra vez, como flechas luminosas en la noche, en que uno va a una esquina y hay alguien, bueno...yo creo que eso merece festejarse y festejarlo con dignidad, y hacer digno ese pequeño puentecito que se ha tendido.
Solo una vez en la vida de un hombre pasa un centímetro cúbico de suerte y solo la pescará el que esté todo el tiempo atento.
Nos toca solo un cachito de suerte en la vida y el peor de los pecados es dejarla pasar.
Hay que estar atento a las señales, atento a las citas, que se cumplen pero son muy pocas, atento a los sueños que se dan, pero son muy pocos...
EL ENCUENTRO
“El verdadero milagro de la vida no es encontrarse con uno mismo, que después de todo no es más que una paradoja de quinta...
Lo importante es encontrarse con alguien. Esos efímeros puentes que dentro de este mundo de islas algunos suelen tender, efímeros porque duran muy poco y hechos quizás de la misma materia de la que están hechos los sueños.
Por ahí, cada tanto, en esa horrenda soledad que es la vida, uno liga un puente. Un puente que se puede tejer con un cariño o con un amor; quiere decir que en este mundo donde todas las citas son fallidas, o casi todas la citas son fallidas, en donde casi todo consiste en ir a esquinas donde nadie acude, en donde casi todos los encuentros fallan, uno va buscando un encuentro.
Mi vida es ir a buscar y no encontrar y es así...
Salvo alguna que otra vez, como flechas luminosas en la noche, en que uno va a una esquina y hay alguien, bueno...yo creo que eso merece festejarse y festejarlo con dignidad, y hacer digno ese pequeño puentecito que se ha tendido.
Solo una vez en la vida de un hombre pasa un centímetro cúbico de suerte y solo la pescará el que esté todo el tiempo atento.
Nos toca solo un cachito de suerte en la vida y el peor de los pecados es dejarla pasar.
Hay que estar atento a las señales, atento a las citas, que se cumplen pero son muy pocas, atento a los sueños que se dan, pero son muy pocos...
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