22 dic 2020

Más historias en la escuela

 Hubo otros encuentros con relatos de docentes arbitrarios, injustos y violentos. En el Normal la asignación del grado donde hacer las prácticas creaba zozobra. Ya era parte del folklore de la institución que si  era con Josefina, la cuestión iba a ser difícil. Era rolliza, muy maquillada y de un total absolutismo en el modo de preparar las clases, un único modo, el de ella. Había otra maestra que tenía en el armario una colección de zapatos y una inestabilidad emocional tal, que hasta las profesoras la evitaban.
También los directivos en Escuelas pueden aportar para que el clima sea benevolente o dantesco. La mayor y escandalosa situación de que haya tenido noticia fue la de una directora que pasó, sin solución de continuidad, directamente, del ejercicio del cargo, en que la padecían, alumnos, padres de alumnos, maestras y porteros a la internación psiquiátrica.
Y el relato más agradecido que escuché fue el de una maestra a cuya directora llamaban “la Santa”. Se trataba de una escuela pequeña y el trato era armonioso y considerado para con todos. Se movía con una actitud serena y afectuosa que facilitaba la resolución de cualquier problema. Pasaba a diario por las aulas. Si debía salir, avisaba a todos, y cuando regresaba avisaba también para que supieran que estaba y contaran con ella. Resolvía las cuestiones con su personal en forma sencilla y dando espacio a la palabra de todos. Cuando se jubiló, en la escuela lloraron. Un poco porque se iba, otro poco por sí mismos, por lo que perdían.
Pude escuchar, a lo largo de todos estos años, que son muchos, a demasiados docentes. He encontrado docentes de colegios periféricos compenetrados con su tarea, y ligados a sus alumnos, sintiendo que la escuela es la última oportunidad para esos chicos y que se hacen cargo del desafío de acompañarlos. Como María Elena, Estela, Analía, Rossana.
Otros que solo desean cumplir el horario y huir a sus propias vidas, en las que ni escuela ni alumnos están incluidos más que como molestia ineludible.
Y yo como docente? Me hubiera podido dar con mayor generosidad. No supe, no pude, no me animé.

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