Una aproximación a vuelo de pájaro a ellos y ellas me permite esbozar una clasificación del modo en que fenomenológicamente se presentan a la consulta o fuera de ella, hombres y mujeres en conflicto.
1- Como locos- locos. Y de ellos muy poco pude saber y solo a traves de los relatos de quienes los acompañaban y los padecían o sacaban réditos de ellos.
2- Como locos simuladores, en este caso simuladores de otra forma de locura. Como los que amenazando con homicidios y/o suicidios encubrían la profunda confusión entre sí mismos y sus objetos de amor y odio. Como aquella muchacha que mordía su pañuelo hasta desgarrarlo ante el marido. Con ello buscaba persuadirlo de que su furia era incontrolable, y con esa otra forma de locura actuaba el deliberado intento de tomar el control, de presionarlo hasta que accediera a sus reclamos. (Y en estos intentos de tomar el control se expresaba su enfermedad de base, camuflada en la furia)
3- Como locos disimulados. Disimulados tras una fachada de cordura, solo resquebrajada si se tocaba el punto de conflicto. Hubo un caballero de impecable cortesía que al advertir que dudábamos sobre el modo de regresar al hotel, en ocasión de un Congreso en Capital, nos indicó las líneas de colectivos que nos llevaban, pero cuando supo que al que asistíamos era a un Congreso de Salud Mental, pego un chillido estridente, abrió el portafolios y entró a desplegar sus producciones al respecto (varios libros y publicaciones referidos al tema y de su autoría, que insistía que conociéramos, antes de dejarnos partir).
4- Como cuerdos simuladores, he encontrado a quienes simulaban rasgos de una locura que instrumentaban a sus propios fines. Recuerdo a alguien que para acelerar unas gestiones insistía en subrayar lo precario de su estabilidad emocional y el estallido que sobrevendría de no atender su demanda.
5- Como cuerdos disimulados tras la aparente locura. Como aquel soldado del que supe, que durante la guerra, colgado haciendo acrobacias de una reja en el hospital mental, en el que estaba internado, dijo a otros que pasaban : Digan a Caderna que aquí no llegan las bombas. (Caderna era el jefe del escuadrón del que lo habían licenciado por su “locura”).
6- Como cuerdos – cuerdos, que no obstante se acercan al espacio de la consulta para reordenar sus metas y formular nuevos proyectos.
De quienes consultaban, de ellos, y a través de sus historias pude yo también aprender, pues me mostraron las diversas formas de abordar la vida y sus problemáticas desde una sabiduría que fui valorando según mi experiencia.
3 dic 2020
NOSOGRAFÍAS BIZARRAS
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