3 dic 2020

Razones

 Ayer mi hija comentó (casi al pasar, impersonalmente)
la angustia que sintió el año pasado al comenzar su escuela
pensando que entraba de día y cuando salía ya estaba anocheciendo.
 Y yo, que recién hoy supe de su angustia de hace un año
seguí muy seria haciendo lo que estaba haciendo
mientras le respondía banalidades sobre exigencias y rendimientos.
 Pero quedé alertada porque se lo que es la angustia de sentir
 que por cumplir deberes, obligaciones, responsabilidades
se nos pierden fragmentos de sol.
 (El sol que espera mi madre cada primavera).
Y me turbó porque  se que ella (como mi madre, como yo)
es fuerte y solo a veces, como ayer, habla de su angustia,
pues es reservada como su padre
y como su padre dice mucho con pocas palabras
. Y además porque está invirtiendo sus energías en crecer
aunque para crecer deba perder cosas a cambio.
 
Y recordé que también a mi una vez me angustió
el paso del tiempo y que se nos deslice la vida
 y tampoco pude decirlo y cuando lo dije
fue en el tono impersonal de quien dice algo al pasar, algo sin importancia.
Pensé en mi hijo, que es un niño
que parece entusiasmado con libros de Stephen King, video juegos y films,
 pero que en el fondo duda si tendrá un futuro
 en un mundo tan incierto como el que le damos,
y ese es un dolor en mi costado.
 Que se apasiona (y es justo que así sea) contra la injusticia
pero que es tan débil para combatirla.
 Que a veces se aburre y no sabe todavía
 demasiadas estrategias para vivir y se ve tan vulnerable.
 
Y recordé también (es preciso reconocerlo)
que lo que me arrancó de la angustia aquella vez
que lloraba el paso del tiempo y la pérdida de cosas
sin atreverme a decir por qué lloraba (pues no parecían razones valederas)
fue la llamada de auxilio de un hermano,
que porque me necesitaba me sacó de la angustia
y me metió en la vida para pelearla,
 aunque debiera en la pelea renunciar a algunos anhelos de sol.
Pude sentir que entre mi madre,
que festeja la primavera por los rayos de sol que entran hasta el patio,
y la desazón de mi hija a la que se le arrebatan claridades,
 estoy como nexo con razones no tan poderosas, pero razones al fin,
que recién ahora y con aprehensión me atrevo a enunciar,
como la continuidad, la lucha, el esfuerzo,
la persistencia de estar, de seguir estando, de volver a estar.   

1989

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