22 dic 2020

Violencias y autoritarismos

 Lo sucedido en relación a las Madres de Plaza de Mayo, su proyecto “Sueños compartidos” y la investigación judicial sobre el ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender, está dando lugar a una serie de reflexiones y comentarios de famosos e ignotos. Muchos nos sentimos convocados a expresarnos.
Pero sucede que  hechos  que resultarían en posibilidades de aprendizaje y crecimiento se impregnan de una pasión que impide una evaluación atinada y prudente. Pasión que surge prematura de sentimientos  previos de adhesión o rechazo ¿a las madres? ¿a Hebe? ¿a la historia que ellas encarnan?¿al gobierno al que se la asocia?.
 
“La verdad y solo la verdad” de Mempo Giardinelli en Página 12 del 4 de junio y “El pañuelo no se mancha” de Alfredo Leuco (www. Notiar.com.ar) se sitúan en los extremos de la cuestión en la consideraciòn a las Madres de Plaza de Mayo.
Escuchando los comentarios que surgen en diálogos frecuentes, he registrado el montante de energía que ponen  en juego, atendiendo a que se trata cuestiones vitales que tienen que ver con opciones no sòlo ideológicas, sino también afectivas. Pero aún así, lo que sigue resultando perturbador es lo visceral de las adhesiones y repulsas. La escasa sintonía con lo que el interlocutor pueda sostener cuando se sostienen opiniones diferentes, y  el  escaso respeto en cuanto a si el comentario puede resultar chocante u ofensivo.
Había registrado algo lindante a esa falta de respeto de la opinión ajena en ocasión de escuchar un ¿chiste?
Lo relataba en mi presencia en una reunión otra concurrente. Había recibido un mail donde lo que se contaba era sobre una escala de humanización. En ella, dicho trayecto de humanización, pasaba por Neanderthal, se llegaba a Cromañón y culminaba en Evo. Se suponía gracioso el efecto devaluador.  Ese ¿chiste? no me hizo reír.
Sin duda el relato surgía de la matriz de una arrogante identidad argentina, de ascendencia europea como la mayoría de nosotros (creyéndonos tan diferente a los otros latinoamericanos), clase media boluda y escuela secundaria completa para las estadísticas. Si le hubiera dicho a la relatora que su chiste arrancaba de la más rancia discriminación y xenofobia, apuesto a que se hubiera asombrado. Es bastante común una suerte de racismo que no osa decir su nombre. Sentí que no iba a continuar la conversación.
En la misma línea de reflexiones me puso otra anécdota: en el Kiosco del barrio, yo preguntaba dónde reparaban celulares. El muchacho que esperaba su turno, tomó la palabra: “ -¡No me hablen de celulares! Para robarme, me golpearon...” Se levantó el cabello y mostró las señales de la agresión. Agregó: “ Si tenía un revolver, mataba al negro de mierda. ¡Después me hablan de derechos humanos…” Allí, sobre ese presupuesto, entendí que no era posible continuar la conversación
En otros casos en que se encuentra tal discurso descalificador es en el tema de los desaparecidos, y allí no son solo famosos  hacen públicas sus declaraciones, expresando “Me tienen harto con el tema”, como un famoso cantor de tangos, actualmente con problemas de salud, sino también gente que solo en privado se permite tal “incorrección”.
No solo es Gelblung el que provoca cuando se pregunta ¿qué significado tiene el 24 de marzo? Aunque lo de él haya sido una bravuconada destinada a sobresaltar, es coherente con un estilo de situarse frente a la historia y la actualidad.
En otra ocasión y hablando con una contemporánea, de los juicios que se llevan adelante en los Tribunales Federales, me sorprendió con un desconocimiento grave: ¿Quién era Agustín Feced? Para quienes hemos vivido y transitado Rosario, la existencia del infierno del pozo, relatado en dichos recientes juicios , en la causa Díaz Besone, no es un nombre que se pueda ignorar. Como no se puede ignorar el nombre del  acorazado General Belgrano, como el de la ESMA, como no se puede ignorar  la de la intervención de Astiz, el Gustavo Niño cuidado por las madres  en la Iglesia de la Santa Cruz. (¿Y habrá una similitud entre jóvenes infiltrados, campeones en fingir, que se juran leales, pero traicionan?)
Que se olvide tan pronto el pasado reciente y se pase al desván de las cosas viejas, que un asesino serial : Videla y  los otros  que optaron por la “aniquilación” del adversario dejen de ser recordados como tales,  es  cuando menos  preocupante.
Desde la consideración de lo que las Madres son, de lo que las Madres sostienen, de lo que las Madres hacen ¿Qué puede decirse? ¿Estuvieron equivocadas? ¿Cometieron errores? En relación a este tema, pasto de las fieras, sede del escándalo, será la justicia la encargada de discernirlo. ( Una Justicia que no tuvieron sus hijos, cuando fueron chupados, cuando fueron muertos en presuntos “enfrentamientos”)
Pero recordemos que por muchas fallas que puedan encontrarse, hay algo del orden de lo enigmático (al menos para mí) y es que  esas madres, ninguna de ellas, optaron jamás por la venganza en relación a los crímenes más aberrantes.  Y esa es una verdad incuestionable y categórica. Una cuestión de una estatura ética insoslayable.
Estas viñetas, tomadas de la realidad,  responden a un mismo estilo de funcionamiento en donde “paraguas” y “bolitas”, “negros de mierda” son descalificados por la gente que se siente bien pensante. La misma gente bien pensante que parece creer que los desaparecidos están en España.
Todos los discriminados por la “buena gente”, como estos que menciono, “paraguas”, “bolitas”, “negros de mierda” así como sostener  que a quienes  se llevaron “por algo será” forman parte de nuestra historia de violencias y autoritarismos. Los niños apropiados de madres asesinadas, forman parte de nuestra historia de violencias y autoritarismos. Y las Madres (erradas o no)  en sus dos agrupaciones, con más afinidades que diferencias,  así como también las Abuelas que perseveran en la esperanza, forman parte de nuestra historia. Nos guste o no.
Si pudiéramos pensar en la cuota de  hostilidad que habita a cada uno/a de nosotros/as,  si pudiéramos situarnos en otras perspectivas, tenerlas en cuenta cuando iniciamos un diálogo, cuidando el escuchar tanto como el ser escuchados…Si tuviéramos en cuenta la violencia y autoritarismo que nos compone y partiéramos de allí para vincularnos con el otro ¿quién sabe? Tal vez sería posible otro modo de entendimiento.
2011

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