La vida hoy
Una de las insistencias que llegan a la consulta (comparativamente con otras épocas) es la de los niveles de exigencia para resolver la cotidianidad. Tanto en mujeres ( Delma, Cecilia , Viviana, María Luz, Mónica , Stella Maris, María Julia) como en varones ( Miguel A., Gerardo, Marcos, Carlos) la vida transcurre con mucho de una agotadora carrera de postas.
Viviana: “Se te va la vida . Es un horror vivir esperando que todo pase rápido, parciales, clases. Es un espanto, esperar que vengan, esperar que pasen. El anhelo de comer a horario, dormir suficiente, tener una vida normal, queda postergado”.
Gabriela (recién egresada como médica) refiere durante su concurrencia: “Es imposible vivir y planear hijos. Todo el tiempo y la energía en las guardias. de 24, de 48 horas”.
¿Un indicador de esto puede expresarse en la abrumadora velocidad en el discurso de pacientes jóvenes, apuradas para decir? Hablando en catarata? Casi sin tiempo para reflexionar sobre lo dicho? ( María, Agostina, Paula)
Otra modalidad es el uso de muletillas en sesión para redondear las frases: “Piripipí”, “pucha”, “ no importa”, “ ya está”, “ conclusión”, “ asunto terminado”. Muletillas válidas para decodificar en cada caso. Y una aproximación a los demás contando que dicen “¿Viste?”. “Oíme”, “Entendiste?” como modo de interpelación, interesante en tanto refiere el sentido al que apelan.Existen valiosos aportes al respecto para quien desee ahondar en ello.
Escrúpulos para consultar
Décadas atrás, hubo quienes expresaron al llegar, claramente sus dudas, temores y pudor respecto a la consulta psicológica. Tenía que ver con el desconocimiento acerca de nuestra práctica . A lo largo de estos años la difusión del sentido y significado de la consulta psicológica, ha permitido atenuar estos tabúes. Pero, por supuesto, tanto antes como ahora, cada quién deberá procesar la decisión de acercarse, que es sobre todo, acercarse a aquellas dimensiones de sí mismo, que han sido soslayadas y que interpelan.
Algo del orden de la vergüenza era mencionado como obstáculo, previo a la llegada. Hubo un consultante que lo vinculó a que consultar era un tácito reconocimiento de una fragilidad y/o una carencia, respecto a no haber podido resolver sin ayuda las propias dificultades.
En quienes venían derivados por su médico o presionados por familiares o amigos, las barreras eran mayores que las de quienes partían de una decisión personal. Decisión ligada a una mayor conciencia de la conflictiva.
Dora (docente) y un Oficial inspector, tenían ambos escrúpulos que tenían que ver con su inserción laboral. Les perturbaba ser vistos entrando al lugar de atención y que alguien los conociera. (?)
También sucedió una vez que una anciana confundida equivocó la dirección, (con la cercana de otra psicóloga) pero insistía en que yo vivía en un lugar que no correspondía, no era quien debía ser, me llamara con el nombre que me llamaba... y no cumpliera su expectativa.
Hubo quien no encontró el timbre y quien se molestó por los escalones de la entrada.
Y hubo también la interpelación de un ex paciente (hermano de Fernanda) y reclamos (hna de Gabriela) que aparecían extemporáneamente, para ser atendidos, sin que mediara cita previa.
También un empleado irascible de EPE, que no deseaba venir, que estuvo presionado a consultar y que no lo hizo más que para cumplir con un trámite.
Primera consulta como cita a ciegas
Ese primer encuentro siempre estuvo signado con una tonalidad de misterio. Del enigma de descifrar cómo se irían recorriendo los caminos esbozados. Y desde ese primer encuentro, sucede que empieza a instalarse la transferencia, ese complejo de afectos y resonancias que desde la propia historia del consultante encontrará su modo de expresión en el nuevo vínculo con el psicoterapeuta.
Contratransferencia.
Las reflexiones y sentimientos que convocan las consultas, ponen en juego resonancias personales en el profesional, que constituyen la llamada CONTRATRANSFERENCIA.
Pueden ser afectos ligados a la compasión y la necesidad de proteger la orfandad relatada, pueden suscitar indignación por las injusticias referidas y también despertar irritación cuando se ponen en juego un desafío a las propias convicciones y valores. (El caso de Evelyn, una consultante y su desprecio por el país, del que se preparaba a emigrar. En Cecilia y la resistencia a poner el celular mudo)
Pero también sorprenden los maravillosos aportes de quienes, como consultantes y como pensando en voz alta desgranan sus pensamientos: “No se conoce todo de la persona, se la acepta sin haber completado el mapa…porque cada persona tiene tanto misterio y complejidad. Y al fin no sabemos cuánto arriesgamos al empezar algo”. Reflexiones que son regalos a incorporar.
Las convicciones personales, han operado a veces de tal modo que me llevaron a cuestionarme como errores, las propuestas e intervenciones que yo formulaba. Por ejemplo cuando apoyaba entusiasta iniciativas en los consultantes. Mi cuestionamiento tenía que ver con haber asumido ese apoyo por mis propias ideas previas. (En un caso fue el viaje a Europa de la hija de una paciente que yo apoyé, con su madre, ante la oposición de otros familiares. No fue un error, pero tuve dudas).
En primera persona
No es fácil despedirse de los pacientes, después de haber compartido este tipo de caminos. Puedo recordar algunos pocos cierres armoniosos. (Silvia, Clelia)
Algunos pacientes se fueron cuando el trabajo se estancaba, se hacía monótono y poco creativo. Otros porque no encontré la manera de darle lugar a su angustia,y fue mi insuficiencia la que los alejó. Algunos se retiraron sin que yo entendiera las razones y no resultó oportuno mi intento de reconexión.
Algunos quedaron porque el azar hizo que las cosas anduvieran bien, y se , me atribuyó el mérito. (Cristina)
Otros porque se creó un vínculo positivo, que irradio a familiares y amigos(Clide) o a amigas. (Silvia.)
Alguno por el prestigio del profesional que lo derivaba, y el modo persuasivo en que lo indicaba.
Y en otros, no supe bien por qué.
Como ejemplo de la importancia del cierre del trabajo efectuado y lo significativo que puede ser, Para ambos, vale recordar el de una joven colega, que acordó con su primer paciente sellar ese final con el regalo del almohadón del diván en que él había trabajado sueños, asociaciones, recuerdos...
Intervenciones (Cuestionables?)
Cuando Graciela llegó con la mano en alto y me pidió que le sacara una espina, dudé, pero me calcé los lentes y con una pinza de cejas que tenía en mi cartera, se la pude extraer. Después quedé pensando en lo sucedido. En los riesgos de infección y en el eventual juicio por mala praxis.(suelo dramatizar!)
Esa tarde, Cristian se iba comentando el frío que iba a encontrar en la calle. Entonces le dije imperativamente: “Cerrate la campera y ponete la bufanda”. Y lo asombroso fue que él lo hizo!
Eva llegó resfriada. Adelanto la frente hacia mí diciendo: “Creo que tengo fiebre. Te fijás?”Se la tomé con los labios, tal como hago con mis hijos. Como tal vez lo hacía su madre con ella. Y recién después me di cuenta. En estos dos ejemplos puedo pensar que el acatamiento de Cristian tuvo que ver con que ocupó un rol filial, a una indicación materna. Y en el segundo fue ella la que me convocó a jugar el rol cuidador complementario.
Y el pensamiento mágico?
El pensamiento mágico tan humano, tampoco estuvo ausente, a pesar de nuestro propósito de racionalidad a ultranza. Por otro lado, una cuestión es el ejercicio del rol profesional, y otra las contingencias de la vida privada. Escuché a un colega en la formulación de una promesa en situación de riesgo de su hijo. Se reconciliaría con su hermano, si el muchacho superaba el trance.
En otra de ellas, fue el recurso al padre Ignacio, ante la enfermedad del amante como esfuerzo esperanzado. Así obtuvo agua bendita para dejarle a él.
Para otra fue escuchar que mi colega consulta el horóscopo como guía en sus decisiones . Podría decir que no me resultó perturbador, en tanto se estaban jugando afectos profundos en situaciones de inermidad que nos arrasan, a nosotros, psicólogos, como a todos.
También entre las intervenciones cuestionable está la de dar Recomendaciones
La más frecuente he dado: la de recuperar la palabra enajenada. Otra: la de callar los excesos, en consultantes muy locuaces. (María Luz, Eva, Mariángeles, Mónica) Otra recomendación supo ser la de evaluar los otros depositarios de confidencias. (Viviana)
Y Desubicaciones
He registrado, en mi y en colegas, desubicaciones, que tienen que ver con indicaciones o sugerencias imposibles para el paciente, por estilo personal, historia , hábitos.
Recomendar ir al club a un convaleciente retraído, que no podía ni quería salir de su casa.
A tomar un café, a la que le era difícil hacer lazo y tener amigas.
A rendir exámen al que no superó su miedo.
Además para cada quien, la evaluación que hace de sí mismo y sus circunstancias es tan personal e intransferible que asombra.
Cuando Maite se describió felíz porque tenía salud y trabajo debí reconsiderar mi compasión, surgida de pensar que su trabajo era el esforzado que cumplía como empleada doméstica y en cuanto a salud, utilizaba el cóctel por su diagnóstico de HIV. La evaluación que hacía de su vida y sus circunstancias difería de la mía. Pero: yo no estaba allí para escuchar?
Cuando Vilma se iba a referir a lo peor que le sucedió en la vida, mencionó como tal, a la muerte de su padre. Y otra vez me asombré porque yo evaluaba como peor la crisis psicótica de su hija. Me equivoqué, su sentimiento era diferente.
Así también, escuché asombrada a Pedro cuando refería : “Todo me salió bien la vida...Menos el matrimonio. Así podría decir que no tengo que quejarme”. Y debo reconocer que no entendí. (?)
Y el colmo: Haciendo un recuento de su situación Ana se planteaba: “Este es un buen tiempo para mí, alquilé un lindo departamento, me dieron el área de matemática para dictar en la escuela, y hasta Ñuls va ganando...Qué más puedo pedir ?”
Una vez en un ciber vecino, al que iba con frecuencia, tomé en mi celular, la llamada de una vieja paciente, que me relata una invasora intervención de un hermano prepotente. Habíamos trabajado el tema y yo había entendido que era saludable para ella, poder reforzarse y ponerle límites. Pero lo que sucedió en ese momento, fue que el llamado me tomó desprevenida y frente al relato de la nueva injusticia, reaccioné con indignación y le contesté sin cautela y en voz alta: “Pero que hijo de puta”. Me había olvidado que estaba en el ciber. Al terminar la empleada me pidió: “María, sos psicóloga? Podrías recomendarme a alguien?” (Faltó que dijera: alguien como vos, pero estaba implícito).
Fue una respuesta extemporánea, pero no más que cuando comenté: “Qué chambón”, al marido de la pareja que había venido con el relato de ser descubierto en flagrante infidelidad. O cuando comenté : “Qué nabo!” respecto al comportamiento infantil de otro, que me contaba su novia.
Excepciones
Y otras veces no fui suficientemente explícita. Solo conocí a una persona para quien los juegos de imaginación ocupaban un lugar tan importante, como para mí. Como se trataba de uno de mis primeros pacientes, no puse atención, ni dimensioné la excepcionalidad del asunto. Hasta usábamos las mismas palabras para referirnos al tema. Después de más de 40 años se me hizo patente de que se trataba de un fenómeno del que no volvería a escuchar con la misma fuerza. Que por lo tanto lo delineaban como alguien en que esa dimensión imaginaria tenía la misma importancia que tenía para mi. No volví a encontrara alguien así. Y lamento no haber dado más lugar a desarrollos en ese área, sugestiva por la creatividad implícita. Lo hubiera enriquecido a él, y también a mí.
Pérdidas
Por cuestiones que tenían que ver con no poder coordinar horarios, no llegué a conocer a mujeres con las que me hubiera interesado trabajar. El no haber podido acceder a compartir sus historias, me quedó como una deuda conmigo misma
Una fue la madre de Georgina (madre de la Plaza). No llegamos a encontrarnos, pese al deseo de su hija. Tuve noticias de su vida por terceros, y hubiera querido acompañarla.
Faltó tiempo para combinar con una periodista y escritora. Yo admiraba sus textos de inusual valentía.
Una madre de cuatrillizos. No pudimos coordinar un turno . La sobrecarga en su vida, en ese momento no lo permitió. Literalmente: no tenía tiempo para sí.
De Fracasos, éxitos e impotencias
Fracasos por Errores cometidos por descuidos, desconsideraciones que llevaron a las pacientes a tomar distancia del tratamiento. Josefina, porque no pude asumir una demanda de escucha fuera de encuadre. Una llamada en fin de semana que sentí invasiva.
Ana, por cuestiones relativas a aumentos en costo de las sesiones.
Cecilia, por la insistencia en que silenciara su celular.
No conseguí flexibilizar en estos casos la posición asumida.
Sí tuve Éxito en acompañar a otras en sus búsquedas.
A Gloria en su embarazo, apoyando las expectativas y ayudando a afrontar las inseguridades.
A Cristina, en su lucha contra el cáncer, y durante el tratamiento.
A Marta, durante las consultas para superar la supuesta infertilidad, que no fue tal, ya que logró embarazarse.
En gestiones menos trascendentes, pero significativas en el logro de la autonomía: prepararse para obtener la licencia de conducir (Vero, Loli, Marilina).
Para presentar su proyecto en arquitectura (Marcela), recibirse en su carrera (María Luz), llevar su trabajo de investigación a un Congreso (Miguel), obtener una beca (Laura))
También hubo momentos de impotencia cuando la tarea no llevaba procesar la angustia, no lograba atenuar la pena.
Con Elsa, la madre en el duelo de una hija única, fallecida antes de los treinta años.
Junto a Marta y los recuerdos de la cárcel.
Con Rafael y su hijo enfermo y distante, a quien él hubiera deseado cuidar.
Escuchando a Adriana y el relato de la muerte de su bebita, tras el vidrio de terapia.
Y también he estado expuesta a desencuadres escandalosos , a veces evitados a último momento: Resistir un deseo que era el mío y detenerme a examinarlo y así, no llevar a Cristina a mirar mi jacarandá florecido, tras una sesión esperanzada. Ni ofrecer a Isabel mi vestido para su boda, boda de la que me sentía partícipe por haberla acompañado en su proyecto.
Y otros (como ya relaté) que me llevaron a tomar la fiebre a Eva,cuando me acercó la frente. O cuando le ordené que se cerrara la campera a Cristian. O a Graciela cuando me extendió la mano para que le quitara una espina.
Y me fui involucrando, a veces desde la alegría, a veces desde la angustia.
Desde la alegría cuando los consultantes traían sus logros, para compartir, después del esfuerzo, el haber alcanzado la meta propuesta. Y fueron diversas: cuando aprobó el trabajo final con que ganaba el año, Marcela, aquella estudiante de arquitectura. Cuando llegaban a recibirse quienes cursaban sus carreras, cuando iban a presentar una ponencia en un Congreso o una tesis final.También cuando se trataba de comprar una casa. Tener un hijo. Editar un libro. Y llegué a pensar que yo era parte de esas cuestiones que se habían desplegado en la intimidad de la consulta primero, antes de realizar los esfuerzos. Como si en ese espacio de la consulta, se hubiese gestado algo del logro conquistado.
He resonado a la angustia, especialmente en relación a quienes denunciaban orfandades. Aquellos que seguían clamando por un amor que no había estado, o que no había estado en la medida de lo necesitado. También he resonado a los silencios y las distancias que traían desde el dolor, quienes se habían amado y ya no sentían posible el vínculo.
Y me he comprometido por lo interesante de su trabajo. Con Silvia, antropóloga en preservación de Monumentos en cementerios.
En la producción de José en su libro sobre Historia Económica
Çon Marta plasmando su experiencia de presa política y exiliada.
¿Cómo se van los pacientes? Abandonan, huyen, se despiden? Todas esas situaciones se dieron.
Algunas sesiones de cierre fueron significativas. Una paciente trajo un trabajo al crochet, que estaba tejiendo. Lo desplegó en el diván. Representaba a la Virgen sosteniendo al Niño en sus Brazos, en una bella imagen. Fue la última vez que vino.
En otra oportunidad fue al traer el álbum de fotografías de su hija, la decisión que cerró las consultas. Esa niña era su éxito mayor.
Y hubo una que después de relatar una situación de desborde erótico, que la perturbaba, se retiró de la posibilidad de trabajar en ese tema. No volvió.
Sabiduría de los pacientes
Los nombres para designar lo que sienten, me han enriquecido por su creatividad:
He escuchado referirse a lo que sentían, a lo que ponía en marcha su búsqueda con nombres originales:
Como angustia química (?),
Como un pesado tractor en el pecho.
Como una losa aplastando la respiración
También decir sabiamente : Ella es como una ametralladora. Para hablarla me calzo el chaleco antibalas
Y hay una duda que continúa. Es importante: La del antagonismo entre Analía: “No vale quedarse padeciendo por lo que pasó, y no tomar de la vida, lo que viene después”. Y lo dicho por Valeria: “Cómo voy a ocuparme del después si no termino con el antes?” Dilema de hierro, para el que no tengo aún respuesta.
Los consultantes efectúan descubrimientos sobre lo humano en sí y en los otros, que pueden referir desde el asombro.
“Por qué la gente se ensaña con el que está caído? Vengo a descubrirlo…”
“Cómo es que no fue honesto? No está bien obrar así, crear ilusiones y no sostenerlas”.
“Pero entonces no se puede confiar. Ya veo que la vida no es un cuento de hadas”.
En un caso supe de una paciente que creyó advertir en su terapeuta un ïncipiente Alzhaimer, por el tipo de hostilidad y autoritarismo que mostraba. (?)
Cuando nos corrigen
Ana María y su comentario: “Cuando llegó a sesión , a veces coincido con un muchacho silencioso. No saluda...Por qué será?” Distraída le contesté: “Será maleducado?”. “No, tímido”, dijo ella.
Al término de una sesión, Rosa tiene un lapsus y entonces para referirme al mismo, le repito los versos de Sabina: “Por decir lo que pienso sin pensar lo que digo, más de un beso me dieron , y más de un bofetón”. En esa sesión habíamos hablado también de la pulsión de muerte planteada por Sabina Spielrein. En la sesión siguiente ella entró planteando el tema de lo tardío del reconocimiento a Sabina. Me quedé muda, pensando en los versos de Joaquín Sabina, sin entender. Después pregunté : En la canción? , pero ella se refería a Sabina Spilrein. De ahí la confusión!
Bea dudaba respecto a la propuesta amorosa de alguien sin decidir. Como seguía insistiendo mientra se iba, intenté bromear y le dije con voz y gesto melodramático : “Preguntale a tu corazón. Las respuestas del corazón, son las más valiosas”. Y la siguiente sesión entró agradecida porque le habían permitido ver con claridad, mis últimas palabras ( las que yo había dicho bromeando)
Con el subinspector que mencionó la resistencia de su esposa a la desnudez, también se me escapó un comentario, que intentaba ser un comentario gracioso : “Y el pudor?” Y él me corrigió: “Pero es una relación de mucho tiempo, podría ser distinta…”
Errores
Hace años recibí a una ingeniera que debía completar su tesis, ella venía de otra provincia y no disponía en su nuevo lugar en Rosario, de una computadora con la que continuar su trabajo. Las computadoras eran muy costosas. Y yo no conocía la importancia que podía tener. Ahora parece sorprendente, pero veinte años atrás, no estaba incorporada, tal como lo está. Confieso que me costó mucho entender su preocupación. Yo me decía: si lo importante era completar la tesis, que importaba la herramienta?
Tampoco entendí que profesora dijera que jubilación y menopausia pudieran ser, un deseado alivio. Hasta entonces al cumplier tantas horas de cátedra, ella había afrontado muchas exigencias, renunciando a algunos deseos , y evaluaba su jubilación como oportunidad para hacer lo que había quedado pendiente. Y en cuanto a la menopausia, se produjo por una cirugía a la que llegó después de hemorragias que la habían puesto en riesgo.
Así mi idea de duelos a elaborar, no coincidían con su realidad puntual.Otra vez debía ajustar mi evaluación de los hechos, no a la supuesta pena previsible, sino a su particular realidad.
Tampoco advertí la magnitud de la violencia del vínculo de Beatriz con su hijo, de la que me hablaba. En una discusión él se cortó los tendones al golpear un vidrio. Se hubiera podido prevenir en caso de haber evaluado la magnitud de odio?
Aciertos
Los pacientes han aportado descripciones iluminadoras de gran precisión: “Los desaparecidos del proceso, no son los únicos desaparecidos.” Una mirada lúcida sobre hechos sociohistóricos: la conquista del desierto como simétrica y antagónica a la construcción de villas en torno a las urbes.
Otra de avaluación de sí misma? :“Soy fuerte, no dura, sensible, no problemática”.
También registré la lucidez de Mónica en la última sesión, en la que interrumpe consultas:
“Hay cosas de la vida que no tienen solución. Hay que aprender a vivir con ellas. Cuando venimos con incertidumbres, puede que alguna se aclare, se resuelva. Pero va a haber otras que nos seguirán creando dudas,conflictos…”
Ella también, siendo psicóloga, reflexionó sobre la sintonía entre terapeuta y paciente. En una derivación que había recibido, de una madre e hija en vínculo violento, eludió asistirlas porque no sintió que pudiera sostener el esfuerzo. Estaba desde lo personal involucrada en tal conflicto.
Señaló la necesidad de conceptualizar el tema de la necesidad de la coordinación en el trabajo entre paciente y terapeuta como en otros vínculos, donde es necesaria la empatía y una conexión que favorezca pensar y sentir.
Previsiones que no se cumplen
Sucede en oportunidades que las expectativas con las que se inicia una sesión no se cumplen. Aparece lo imprevisto que interpela.
Patricia que debía traer la noticia del resultado de su biopsia, llega compungida, y yo me sobresalto, pero no era por los resultados del estudio, sino por una discusión con el padre.
Silvia, a quien recibo luego de la muerte de su madre trae como tema, el disgusto con la hermana por los desacuerdos en la decisiones que debieron tomarse. Dice: “Se apropió de mi mamá”.
Con la vuelta de pacientes sucede que son etapas diferentes de su vida. Y de mi vida también. Este retorno al mismo espacio terapéutico, primero me inquietaba, pensando que lo que había faltado en la primera etapa. Después me congratulaba, porque ellos debían valorar lo aprendido como para volver, ahora me resigno a lo incierto de sus razones...
Lo perturbador del odio Sentidos/as como enemigos/as
Uno de los enigmas a tener en cuenta por lo reiterado, es la presencia en el relato, la referencia a una persona o situación sentida como causa de angustia, temor, enojo o desasosiego. Persona o situación a la que se atribuye la culpa del sufrimiento.
Para una, el superior jerárquico en el trabajo, del que se depende y al que se debe rendir cuentas. La dueña del negocio era la enemiga para Estela, empleada indignada por un cambio de horarios. Le provocó tal malestar, que cambió de actitud haciendo notar su desagrado a través de silencio, distancia y mala disposición, convirtiéndose según dijo: “en una lápida”.
Para Graciela, la enemiga era quien fuera su amiga y confidente, hasta que se produjo un distanciamiento, entre ellas.
En algunos casos, las hermanas (Mónica, Viviana) o hermanos (Marcos, Gerardo, Miguel) son las figuras conflictivas que se convierten en protagonista del relato.
Para las mujeres, al estar tan jerarquizada la relación amorosa, el novio, amante, cónyuge o ex marido que concentra la atención (Rodolfo, Diógenes)
En muchas oportunidades, es la madre la puesta como eje de los dramas que se traen a consulta. (Mónica, Stella, Andrea)
Y hubo quien, con lucidez pudo plantearse a sí misma como “enemiga interior”.
Fue muy interesante el planteo de una colega, que afectada por acúfenos, pudo ver la función del mismo: “El acúfeno sirve para que me pueda plantear cosas que no se me habían ocurrido antes, como si el acúfeno estaba allí para que pudiera escuchar otras cosas”
En quienes así lo planteaban, ese “otro” supuesto responsable de los padecimientos, es registrado como enemigo. La cantidad de tiempo y energía que la descripción, relato y reflexiones que traen en torno a ese “ otro” hacen obstáculo a la tarea de registro de las propias posibilidades en la deconstrucción del conflicto.
Dificultades El lugar del rencor
Así, Valeria sigue reclamando, que se reconozcan y sancionen los agravios vividos en la adolescencia, cuando un familiar, su tío, intentó un acercamiento sexual. No fue apoyada, en su momento por los padres que no le dieron crédito. Ella rompió con la familia y permanece en la espera de una reivindicación, que quien sabe si llegue.
La distancia y el enojo de Susana con su hijo no cede. Plantea que la defraudó porque usó como garantía de un préstamo la casa familiar, y al no pagar las cuotas de la deuda, la puso en peligro de remate. Aunque el problema económico pudo resolverse, ella quedó impregnada de un sentimiento negativo sin retorno.
La captura de Liliana en su enojo después del divorcio, marca la dificultad de renuncia a lo que fue un proyecto compartido. Y funciona como impedimento para forjar otros.
En todas estas situaciones, el rencor opera como un peso retardatario.
El lugar de la reparación
Para Marta proteger a Mariano fue la tarea primordial en la estadía en la cárcel. Pero fue posible porque la existencia de Mariano ponía sentido a su vida. Y cuando debió dejarlo con sus padres pudo advertir el lugar de protector que él también cumplía con ella.
Para Sara, ayudar a los pacientes internados en la clínica de salud mental, funcionaba como una manera de ayudarse a sí misma al sentirse útil para ellos.
Perdonar como cuestión
Vero: “Sí, le mentí hace 10 años, pero si no puede volver a creer…”
Stella.: “Si no puede perdonar mi supuesta negligencia, cuando el hijo estaba internado, ya está. No podemos ser amigas”.
Marta. : “Me di cuenta que pedía perdón por consejo de su psicóloga. Para aliviarse ella. No era por considerar que había obrado mal. Así que le dije que era algo de ella consigo misma. Por eso, por sentirse culpable, había llevado el malestar por delatarme a cuestas todos estos años. Yo no lo tenía presente como ella, porque no tenía que reprocharme”.
Marcos: “ No me gusta estar rindiendo examen porque fallé una vez… Si no puede perdonar…”
La toma de decisiones
Acompañar a quien consulta en la exploración de sus obstáculos y en la formulación de sus proyectos constituye una empresa incierta. Para algunas personas, las decisiones que implican un cambio significativo, exige prudencia en la exploración de las diferentes opciones. Para algunas: dejar la carrera comenzada, para otras interrumpir un vínculo amoroso, para quien poner distancia con la familia, constituyen un desafío. Cuando no hay retorno, la angustia es inevitable. Ponderar los eventuales riesgos se impone, tanto como evaluar la chance de logros.
Y en cuestiones éticas?
Norma podía conseguir el pase a planta de una compañera, accediendo a intimar con el superior del que dependía esa decisión. Como un favor logrado a cambio de su disposición (disponibilidad?). Utilizarlo para ese fin es lo que da lugar a reflexiones. Solidarizarse con la compañera estaría fuera de dudas, pero el medio para obtener su nombramiento es lo discutible.
Y nosotros/as ?
Desde los mandatos Psicoanalíticos de escuchar sin memoria y sin deseo, nos sentimos convocados. También surge la imposibilidad de acatarlos. La implicación es inevitable. También importa esta implicación, en el sentido de apuntar a nuestras propias resonancias , pero también a que ello posibilite intervenciones más oportunas para con el otro y mayor acceso a la libertad.
Una paciente recordaba, que una vez, hace tiempo, ella no quería seguir el combate contra un cáncer, cansada y decepcionada. Que en esa oportunidad yo le dije en un planteo que no admitía disenso, : “A eso no me asocio. A que te des por vencida, no”. Y así, sin que yo registrara entonces el peso de mis palabras, éstas sirvieron. Decidió seguir adelante.
Por eso me sentí consternada cuando al cabo de ardua tarea con otra paciente, tarea de reapropiación de sí misma, y vencidos ciertos escollos, escuchara a la protagonista de tanta lucha en común, vencida una amenaza, ella preguntara: “ Valió la pena vivir?”
También sucedió que a la vez que intervenciones a favor de la vida y sus posibilidades, que resultaron eficaces, también debió haber trabajos de poca trascendencia. Que no quedaron inscriptos en la vida de los pacientes, que a posteriori podían no reconocerme, porque ni siquiera me recordaban.
A la inversa, una de las cuestiones es que al atender a un paciente durante mucho tiempo, y/o en diferentes épocas, y también al recibir a diferentes miembros de una misma familia, se toma la dimensión de la historia del grupo familiar, y de la profundidad de los conflictos.
Mi ingreso a esas familias y el ingreso recíproco de esas familias a mi vida, componen un conjunto de datos a pensar.
Escuchando a Colegas
En algunos casos he registrado en mis colegas, en sus propias vidas, una sobreabundancia de consultas. Ensayos de atención en terapias de diferentes escuelas, en ocasiones simultáneamente, en un intento de utilizar diferentes recursos. (Graciela, Analía)
También he acompañado a colegas que reclaman abrazos. Misterioso reclamo en quienes estamos mejor preparados para transitar otros caminos. (Monica, Valeria) Que ofrecen liga (barro) para el horno, o el pendrive para ver su desempeño en danza.
La colega que más me asombró, fue la que tomó la decisión de aceptar la propuesta de la madre de uno de sus paciente (el paciente tenía una discapacidad, y la madre estaba enferma) Le pidió que si ella fallecía, asumiera la responsabilidad del mismo (curatela) Me pareció casi heroico, entendido el ejercicio profesional como apostolado.
En el otro extremo, también supe de intervenciones como la de Juan que recibía los pacientes diciendo “: A mi no me traigas problemas. Vení con cosas lindas para charlar”.
O el planteo de Vanina: “Si no te tomas la medicación te cacheteo, así que ya sabés.”
El más notable fue el de una colega, que ante la posibilidad de una actuación desafortunada de su consultante le dijo: “Si querés sufrir, mejor te doy un martillo para que te golpees los dedos”
También tomamos nota de los abusos de colegas registrados, que se dieron por ineptitud y/o perversión, con intervención de los Tribunales de Ética de los Colegios Profesionales.
De auxiliares terapéuticos
Si bien actualmente existe posibilidad de hacer una formación específica, durante mucho tiempo no existía tal cosa. Intuitivamente, alguna personas encontraban el modo de actuar en el auxilio de pacientes.
Han ocupado ese lugar de auxiliares pastores y/o sacerdotes. Trabajadores sociales y personas en lugares de consejo.
Quienes ejercen una función de docencia y/o orientación, pueden operar terapéuticamente en muchos casos,y desde un lugar de privilegio . Basten dos ejemplos: Mónica relataba que había crecido en un ámbito abusivo, en que se había sentido infeliz y en el que se creía inepta. Ella sintió que empezó su vida, gloriosamente, el día que su maestra de música, la llamó por su nombre y la tomó de la mano para enseñarle el paso de polca. El sentirse reconocida por su nombre y por el contacto de su maestra le dio una experiencia de aceptación que le permitió verse de otro modo.
Otra se admiraba de la sagacidad del profesor de acrobacias qne en la clase abierta las reunió para decirles, respecto a una maniobra difícil: “Ustedes saben girar en la tela,solamente que todavía no se dan cuenta de que lo saben”. Todas pudieron.
Efecto rebote
Sucede en casos que existen intervenciones que suscitan cambios en problemáticas de los pacientes, de las que no aun se habló, pero que se despejan sin que sepamos cómo ni por qué. Lo llamo trabajo en la trastienda, porque simplemente sucede que se supera de modo inesperado, alguna situación. Y queda en la incógnita los resortes se pusieron en marcha sin que lo percibieramos.
Ana, Livia, joven líder del barrio. (Situación de abuso?)
Al fin es bastante misterioso lo que puede ponerse en marcha desde lo que logramos hablar, en relación con lo que queda silenciado.
Hay quien describe las fuerzas que nos permiten operar cambios como empujes y los describe como Tracciones.
Livia planteaba: además de la tracción a sangre y de la tracción mecánica, cabe considerar otras que producen cambios: la tracción a bronca y la tracción a culpa, que nos motoriza. Y parece razonable.
El humor
Los pacientes son capaces de asociaciones y relatos desopilantes que dan un registro original de lo vivido.
Eva cuando cuenta el comentario, cuando la ecografía pelviana que le indicaron fue con transductor intravaginal. Cuando la hicieron le comentó al ecografista: “ Si sale tan poco,me hago una por semana, me ponen ese cosito, lo mueven un poco y no tengo que escuchar pelotudeces…” Ocurrencia bizarra sin duda.
María decía que deseaba que al asumir la presidencia, con la celebración Obama cerrara los aeropuertos, así la madre , que estaba de viaje en N. York se quedaba por allá más tiempo.
Y Cristina iba a proponer que después de las cirugías reconstructivas de la piel del vientre, para reparar tejidos dañados, (le habían extirpado un tumor) se iba a rehacer el pupo, para llevar en él, un topacio.
Creatividad
He operado cambios en la actitud hacia las propuestas de algunos pacientes de escribir juntos.
Con Marilina lo desestimé y dije que estaba para otra cosa en su vida. Ella ha alcanzado niveles de resonancia internacional con sus producciones, en el ámbito de la Filosofía del Derecho..
A Silvia la estimulé para que escribiera sobre sus abuelos. Dije “Por supuesto”cuando pregunté si la ayudaría.Ya me sentía más convocada.
Con Marta pudimos producir un texto.
La antropóloga que trabajaba en Monumentos funerarios me suscitó tanto interés, que fascinada por lo profesional, no escuché con debida atención, su principal motivo de consulta.
Devoluciones creativas y bizarras
Cristina, al final de un trabajo largo y laboriosos en que derrotó su enfermedad simultáneamente a su reconstrucción subjetiva, me formuló una promesa: si se ganaba la grande me regalaba un Twingo, blanco. No sé por qué Twingo, si se por qué blanco.
Cotina fantaseaba compartirme un lugar: su amado París, para hacerme conocer los más bellos paisajes.
Gra propuso algo al terminar nuestro trabajo: Cocinar para mi su mejor plato.
María: Ver la hermosa decoración de su departamento. Logrado después de mucho esfuerzo
Marta me propuso: escribir un artículo, sumando saberes.
Cada quién daba de sí en estas promesas, lo que tenía para dar, y he sentido que no podía menos que agradecerlo. Al fin habíamos transitado parte del camino, había influído en sus búsquedas y ellas en las mías. De algún modo estábamos imbricadas, creo que para bien.
AL CABO DE LOS AÑOS EL ASOMBRO
Edades
Con el paso del tiempo, surge otro descubrimiento: Las edades no son lo que eran.
Por empezar, no existen las abuelas como la de Twity, que conformaban el universo de tales, con pelo cano recogido en un rodete. Vestida con batones oscuros y todo el tiempo del mundo para contar cuentos.
No hubo una coincidencia entre la expectativa al recibir a Claudia y su problemática, su tono de voz, su aspecto físico, su arreglo. Todo parecía adolescente y su conflictiva también. Pero tiene 50 años. ¿Será por la complejidad para crecer?
Estela parece una muchacha deportista, menuda y grácil, tiene 60 años. De no haber mediado su problema orgánico no se hubiera propuesto la consulta.
La mamá de Agostina me parecía recién salida del secundario. Pero su hija tiene 18 . No debe serlo entonces.
También desorientan a los adultos cuestiones como la precocidad en las experiencias de intercambio erótico social en niños y jóvenes. Los bailes para chicos de 10 a 13 con noviazgo con “piquitos”.
Y Sol de 13 y los mensajes de alto voltaje en su celular y en su correo electrónico, del novio de 17, mensajes que la intranquilizaron al punto de pedir ayuda.
Así incoherencias entre mayores que parecen menores por sus planteos y aspecto. Y por otro lado, niños que cronológicamente al menos, lo son, con demandas como si fueran mayores y que pareciera que se dan anticipadamente.
Rompecabezas
En el transcurso del tiempo, también sucede que se completan piezas en relatos diferentes sobre un mismo hombre: Lila lo describía desde hace años, y Delia trajo su versión. No son concordantes. Para la primera no era digno de confianza. La segunda le creía sin sombras de duda. No, no supe quien tenía una visión más fiel.
Gabriela si coincidía en el relato de Cecilia, Claudia y Silvia, en el de su sobrina y también en mi propio registro como una persona excepcional. Maestra y pediatra siempre tuvo en claro priorizar a los niños, desde todos los lugares en que desplegó su talento.
En otro orden de cosas,suele suceder que el segundo relato de un mismo suceso, se abren otras versiones diferentes y hasta contradictorias con la primera. Descripción de la madre (peluquero HIV). De la novia por César: primero idealizada, luego puesta en crítica.
El relato de Ema, diez años después. La muerte de su madre: ¿crimen pasional? ¿delito de narcos? Sólo se puede reconstruir parcialmente. Quedan incógnitas.
Paradojas
Supe de una paradoja, en la intervención de una terapeuta. Hace tiempo los padres de Victor consultaron por la preocupación que les creaba enterarse que él ocasionalmente fumaba marihuana. Años después, el padre, operado de cáncer de pulmón, recibió quimioterapia como tratamiento . Para contrarrestar los efectos indeseable,. supo que podía intentar utilizar marihuana. Y volvieron al mismo espacio (la misma clínica) en donde otro terapeuta estaba investigando los usos terapéuticos del cannabis ( marihuana), en el tratamiento de los síntomas adversos que suelen darse. Y fue ese hijo por el que habían consultado años antes, el que armó los cigarrillos que acercaron el alivio de un padre que debió reconsiderar su posición en esta historia
Cuando atendí a Cristina, amenazada por un diagnóstico y pronóstico sombríos, fue Marisa (una vieja paciente) a la que consulté, pues ella se había especializado en el trabajo con pacientes terminales y sus familias. Pero, contra todas las expectativas, Cristina se recuperó y Marisa enfermó y murió. Tuve oportunidad de volver a acompañarla en el último tramo.
Susana, en conflicto de conciencia, por una relación amorosa extra conyugal. Además de traer su preocupación a consulta, hablaba de su pesar con otro interlocutor, un sacerdote, que era muy categórico en la desaprobación de ese vínculo.Todas las veces que ella llevaba su problema, él insistía con que terminara esa relación. Hasta que en una oportunidad, él fue más tolerante y menos condenatorio. Eso la inquietó, suponiendo que él tenía alguna información respecto del tema: pensó que el otro protagonista de dicha relación habría iniciado otro vínculo. Que el sacerdote lo sabía y por eso el cambio respecto a la censura previa. Dijo que debía hablar con ella, pero por fuera del ámbito del Confesionario. Yo pensé, que el sacerdote se había sentido afectado porque tal vez se produjo en él, una atracción por ella y era lo que debía decirle. Pero lo que en realidad sucedía, es que él se había enamorado, pero de otra persona, y estaba tramitando su dispensa de los votos, para poder disponer de su vida. Y necesitaba blanquearlo con las personas que había asistido.
Otra fue la de un médico, paciente a su vez con HIV, que encontraba espacio y compañía en un amigo, especialista en salud mental. Lo singular fue que cuando éste entra en una crisis , con una desestabilización muy grave, aquél se convierte en auxiliar de quien antes lo había sostenido.
Norma y su familia, afrontaba una época difícil en donde debían dejar la casa que habitaban, por terminarse el contrato, y aún no estaba lista la que construían. En eso estaban cuando el marido reencuentra a la niñera de sus hijas (del primer matrimonio) que debía trasladarse unos meses a otra provincia por el trabajo de su esposo. Ella es la que les cede su vivienda cuando viaja por ese verano. Habían establecido una relación de respeto y afecto el tiempo en que cuidó a sus niños, y sin duda operó en esta oportunidad.
El peso de las noticias
Barreda (múltiple asesino) supo dar lugar a la inquietud de Clide. particularmente sensible a las noticias de violencia, aquel tema le significó particularmente.
Luego del tiempo de femicidios en que se repitieron hechos de mujeres incendiadas por sus compañeros,(iniciada con Vazquez, de Calleros) hubo alguna joven atemorizada por el rumbo que tomaban sus conflictos de pareja ( Mariángeles) .Como si estos hechos de la crónica policial, operaran doblemente: para disparar temores previos y para alertar sobre cuestiones que trascendían lo individual y remitían a una problemática social.
La muerte de famosos también entra en los comentarios de los consultantes . También las elecciones y sus vaivenes.
Los hechos internacionales como el drama de los inmigrantes. Se trata de sucesos de lo sociopolítico que nos involucran en determinada forma a todos.
Con el paso del tiempo
Se da la oportunidad de conocer el rumbo de historias al cabo de los años, que resultan cuanto menos, sorprendentes.
Susana tuvo una separación conflictiva. Dejaron de verse por mucho tiempo. en una oportunidad relata que lo encontró en la Estación de Colectivos. Sabía que había enfermado de Alzheimer. El estaba buscando el baño y en medio de su confusión, no lo encontraba. Impaciente y agitado no daba con el lugar. Ella, compadecida, lo ayudó llevándolo hasta la puerta.
Patricia había llegado con un cuadro de ansiedad y un vínculo de violencia conyugal del que le era muy difícil salir. (Además de la dependencia emocional y económica, la principal amenaza era en relación a los hijos, que él también victimizaba). Años después volvió a consulta y relató que trabajaba, vivía con sus hijos, y había logrado separarse. Visitaba a su ex esposo que estaba internado después que padeciera un ACV invalidante, cuando ellos ya no convivían. Ella sentía que en homenaje a la historia, debía asistirlo. Había superado los sentimientos de rencor y podía acompañarlo, desde otro lugar. Él no pudo hacer ese proceso ni hacer un aprendizaje y seguía en actitud acusatoria y hostil.
Marcela, conmovida por un encuentro amoroso, se planteó en consulta, la continuidad de su matrimonio. Al tiempo, decide interrumpir el vínculo extraconyugal, y apuesta a la continuidad con su esposo. Diez años después vuelve desolada, por la conmoción de saber que él recientemente, tuvo una historia con otra mujer. Se centra en comprender y acompañar la situación desde la experiencia de lo vivido por ella misma.
Todos estos trayectos como cuestiones de la vida cotidiana que surgen si alguien que trabajó mucho tiempo puede historizar lo acaecido.
También,en casos, luego de balances personales, somos testigos de una dolorosa resignación, en donde se pone en crisis los trayectos recorridos y los esfuerzos realizados: Silvia dijo: “Voy a morir sin haber vivido”
Vienen con un cuerpo
Importancia del contacto físico (nunca suficientemente ponderado, pero ...)
Mi profesor de clínica el Dr Eduardo Tepper nos enseñó, que había una sentencia que planteaba la diferencia entre médicos y psicólogos, en relación a éste tema: “El médico puede tocar, pero no debe sentir. A la inversa, el psicólogo no debe tocar, pero tiene que sentir”.
Y ésto, porque el tema de la corporalidad de terapeuta y paciente era rigurosamente vigilada, controlada y, en lo posible, excluida en los tratamientos psicológicos que intentábamos. Los contactos físicos circunscriptos al saludo de darse la mano.
Llevó mucho tiempo poder pensar la cuestión con mayor amplitud. No puede negarse y se ha incluído como reclamo perentorio, y ha formado parte de la tarea a abordar en las consultas.
Para ello, es preciso poder considerar los datos referidos a la corporalidad e incluirlos como parte del caudal a atender.
He escuchado sorprendida la gestión de una joven de una cirugía de reducción de los pechos. Lo notable fue que en su promoción como egresada de odontología, y según tradición en la carrera, ella había sido elegida como “Mis tetas”por ser considerada la que ameritaba el título, pero para ella esa cirugía era el pasaje a una vida más libre. Antes de la misma me había formulado un pedido bizarro: que si moría en la operación, en el cajón la vistieran con un body blanco, que insinuara sus bellos nuevos senos. También me sorprendió que tras el éxito de la operación me hiciera ver sus cicatrices como laureles.
Nancy tras el accidente en que hubo que reconstruir su cara, en varias operaciones, en una consulta, me tomó la mano, la llevó a la sien, para que a través de la piel se puediera palpar uno de los tornillitos de titanio con los que el cirujano fijó parte de los huesos fracturados.
Así, me he visto abruptamente convocada para conocer cuestiones que se salían de lo esperado.
Pacientes con organicidad
En consultantes con una patología orgánica relevante, la interpelación a atender las cuestiones del cuerpo, es mayor aún. Creo que la importancia del contacto, ha podido ser subrayado más tardíamente como recurso ligado a la preservación y recuperación de la salud, y recién aquilatado en sus posibilidades.
Las terapias complementarias abren nuevas formas, búsquedas en equilibrio entre la improvisación y la necesidad de afianzamiento de recursos seriamente investigados y aplicados con prudencia. (Cotina reiki, Tito masajes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario