Le presté atención cuando dijo: -Tus escritos son ácidos, peor: tóxicos. Da la impresión de que no quisieras a nadie y anduvieras con la Bic en riestre, amenazando a pacíficos ciudadanos, como el escorpión con su aguijón en alto. Te estás pasando de la raya y resultando ciertamente venenosa y absolutamente insoportable.
Yo me ruboricé levemente, bajé los ojos algo avergonzada, como siempre que me dicen cosas y con mi voz más dulce musité: -Andá lisonjero, a todas les dirás lo mismo...
Entonces él me contestó con un exabrupto irreproducible, y además muy injusto, porque mi abuela no tiene nada que ver. Además mi abuela era una señora digna, una señora como Dios manda, y no como esas locas contestatarias de ahora.
Y pensé: ¿Desde qué lugar escribo, para que me digan venenosa e insoportable?. Desde el lugar de muchas...Parodiando a M. M. Podría decir: desde el lugar de ser humano mujer, blanca, alfabetizada, cristiana, heterosexual y fértil. Podría agregar de clase media (media estúpida según Mafalda), de edad media y seguir analizando.
Lo de mujer blanca, más o menos...No de balde somos latinoamericanas, No es casual lo del pelo y los ojos negros y la piel aceitunada. Somos producto del eclecticismo racial. A los abuelos europeos levantando orgullosamente la nariz frente a “esta gente del país”, “estos negros” se les infiltró algún indio o algún africano, que por suerte metió la pata (la pata es un modo de decir) y les contaminó la pureza de sangre, ese mito.
Mito que me (nos) oprimió desde el vamos, porque de la cruza de una madre blanca y un padre trigueño se cumplió lo de la dominancia (Mendel contento) y eso me hizo posible la primera lección acerca de prejuicio y discriminación que hube de digerir, medio atragantada, porque claro, no había racionalidad en eso. Además porque tenía el claro registro de que si a mi padre lo había delirado Jean Harlow, a mi marido Marilyn, a mi hermano Jessica Lange y a mi hijo Madonna, poco podía hacer en la vida para no sentirme desdichada.
Debieron pasar muchos años para convencerme de que Negra, Turca podían solo constatar un hecho y nada más.
Bueno, en cuanto a lo de alfabetizada, hubo algo de trampa en eso. Porque si bien cuando estudiaba, algo aprendía, como no trabajaba seguía dependiendo, fuera del circuito productivo, y por tanto protegida de la crueldad de este mundo sórdido. Esto es, algo NO APRENDIA, y era a cabalgar un sueldo propio que me permitiera meterme en la realidad, ser conciente de mis fuerzas y ser conciente de mis límites. Al fin, trabajar es esa otra escuela imprescindible para estar del todo alfabetizada.
Lo de un poco cristiana y bastante heterosexual, viene a cuento de que después de todo, si una lo piensa bien “amar al prójimo” sigue siendo el mandato más abarcativo y el que tiene más sentido. Si el prójimo además, se parece al Juanma Serrat, ese deber es casi, casi...un placer.
Y en cuanto a fértil, fecunda, fructífera, ésta parece una nota imponderable, importantísima e imprescindible. Mujeres, si vamos a tener la osadía de pensar, primero debemos haber demostrado debidamente que podemos parir. De lo contrario, los epítetos más suaves que nos llegarán pasarán por marimachos histéricas que no han sido bien servidas, y los más graves son los que nos pondrán más en peligro, a saber: lesbianas, socialistas o los dos.
¡Bueh!. Pues estoy en regla, soy fértil, por tanto libre de críticas, he parido y criado dos hermosos hijos que ahora cuestionan ironizan y me dicen : -Mari,. No jodás...- Y todo ello me da crédito ante eventuales críticos, todo ello parece que me permite hablar, porque yo he vivido la maternidad, por tanto se, por tanto tengo existencia.
Yo no se que tiene que ver pensar con parir, pero es como si no se cumpliera la condición de parir, pensar fuera poco confiable y un poco antinatural.
Ahora bien, es cierto que la que puede pensar, la que tiene fuerzas, la que dispone de energías para emplear, además de la función materna, en alguna otra mística, es porque está muy convencida.
Y yo estoy muy convencida.
¿Y yo estoy muy convencida?.
Porque porto contradicciones y superposiciones que me ponen en jaque.
¡Tantas superposiciones!.
Por ejemplo, después de escuchar las más variadas historias, integrarme al ritmo familia- casa- chicos, donde las historias no son menos variadas ni exóticas.
Luego de escuchar, con cierto asombro, que el tímido de las 17 tiene babosas (¡babosas!) debajo de la mesada, en lugar de combatirlas, como les tiene lástima, les pone milanesa picadita, viene el turno de la señora de las 18, madre de un granujiento de 14 años que esta vez vino con la remera impregnada con algo que él juraba que era Patchouli, pero que ella pensó que podía ser marihuana, así que por si acaso, le hizo un escándalo. Luego viene la chica de las 19 que, en esta oportunidad recupera un recuerdo: el de cómo una vez construyó un barrilete y al tratar de remontarlo por una ventanita del altillo (no tenía terraza) lo hizo moco. Digo, después de estos menesteres, dejo la guarida, la cueva donde trabajo, y entro en el hogar, dulce hogar. Donde mi hija y sus dos amigas del alma alternan danza con charla. Donde mi hijo con patota ad-hoc juega a que era Robín Hood, con ballestas, flechas y espadas, al grito de ¡Unidos venceremos, desparramados ¿qué hacemos?. Mientras mi sobrina, vino a mirar la telenovela (algo así como “Yolanda Luján, ama y señora peleando con su destino”, u otra igualmente horrible), pero vino con un amigo tan adolescente como ella, que quedó abandonado en la cocina, mientras fuma y mira aprehensivo en todas direcciones, preguntándose desconcertado : ¿quién lo va a echar?. Porque Elena le barre encima de los pies porque quiere terminar e irse, los chicos le pasan por encima en la estampida, porque están huyendo de los caballeros del rey Arturo, que son los “malos”. Y yo le echo encima una mirada de odio porque si.
Entonces, después de cenar, siguen las superposiciones, porque yo quiero mirar la T.V., donde en el noticioso Sábato dice cómo los han hostigado a quienes integran la Comisión, pero que eso no es nada, atendiendo a lo que debían escuchar y registrar, y oyéndolo se me ponen brillosos los ojos, y mi hijo que me ve la cara, se angustia y me pregunta: -¿Mami, apago la tele?- Y yo siento que no debo perder este momento, y lo detengo y le explico que no, que no hay que apagar la televisión, porque tampoco se puede apagar la realidad cuando nos golpea. Que tenemos que conocerla y no hay otra.
Y todo ésto, mientras mi hija me pide que le ayude a estudiar los 10 Mandamientos, y yo puteo porque le enseñan, como a mi en su momento, el primero incompleto (sin hacer referencia al amor al prójimo y a la medida según la cual amarlo).
Y luego tengo que ayudarla a coser la tortuga de paño que hicieron en actividades prácticas, tortuga que por supuesto se llama Manuelita. Esto mientras insisto en que mi hijo se bañe (las rodillas con jabón, por favor). Recordando que me falta terminar de fichar el libro de Ireneus Eibl Eibesfeldt, que analiza el peso de lo congénito y lo adquirido en el desarrollo de las conductas altruistas,
Y entre as babosas de las 17, el Patchouli de las 18, la danza, Yolanda Luján, el Noticioso de la tele y Moisés con sus tablas, me termino preguntando: ¿Qué, de todo ello me representa más?.
Porque yo doy gracias a la vida, que me ha dado tanto...(como Violeta). Me ha dado el fondo de sus ojos claros, y la marcha de mis pies cansados por los charcos de mi ciudad, y me ha dado sonidos y palabras, que a veces alumbraron el alma del que estoy amando y otras veces no...
Y leyéndolo a Amado Nervo (con ese nombre, como para que no sintiese lo que sentía) también puedo aceptar que en mi rudo camino, soy en parte arquitecta de mi propio destino, Que las mieles o hieles que encuentro tienen que ver con lo que previamente puse...Pero que no estoy un carajo en paz con la vida. Que la he de seguir peleando, porque en eso consiste estar vivo.
Y cuando me bajoneo, también Caloi y Borges me dicen verdades, cuando Diógenes, el linyera reflexiona: -Al fin, viví lo mío. Amé, fui amado...Lo único que me faltó fue ser felíz-.
O cuando el viejo Georgie confiesa: He cometido el peor de los pecados que puede cometer un ser humano: He establecido un vínculo...
Pero sobre todo, sobre todo, o a pesar de todo, se que el sol se va a colar, porque voy a dejar la puerta abierta. Gracias Eladia. ¿Qué sería de mi sin vos?.
Y gracias Fito. Porque a mi también, todavía me emocionan ciertas voces, todavía creo en mirar a los ojos, todavía tengo en mente cambiar algo. Todavía, a Dios gracias, todavía !!!
1984
1 dic 2020
11. SUPERPOSICIONES
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