Las películas "Vergüenza y respeto" dirigida por Tomas Lipgot (documental de la vida cotidiana de una familia de gitanos del conurbano bonaerense) y la nominada al Globo de Oro "Mustang" (coproducción turca, franco alemana) dirigida por Denize Gamze Ergüven, ambas proyectadas recientemente en Rosario, ofrecen afinidades interesantes de destacar. Como si ambos films, fueran reflejo, en países tan diversos y distantes de algo. Ese algo: la perseverancia de ciertas tradiciones en torno a la cuestión de la educación y el destino delas mujeres.
En el documental de Lipgot se registra como aún quedan relegadas las mujeres de la tribu, del contacto con el mundo de los "payos" (no gitanos) dedicadas en exclusividad a la privacidad del hogar. La mujer se casa virgen (la prueba de la misma es una exigencia insoslayable) y vive recluida en la casa, de la que no puede salir, ni al kiosco de la esquina, solamente se le autoriza (???) si lo hace acompañada por una de sus mayores. No puede concurrir a fiestas (al menos que sea una celebración familiar). Con lo cual solamente tiene vínculos con las personas del grupo. Y solo concurre a la escuela hasta adquirir los conocimientos elementales.
El hombre más veterano de la casa argumenta: “Nosotros amamos a nuestras mujeres. Amor es una palabra larga, hoy en día se confunde con pasión o atracción”, y continúa con genuina convicción: “La base de la ley gitana es la mujer. De ella surge todo lo que viene después”.
La honorabilidad de la familia se asienta en esta forma de concebir las tareas y funciones de varones y mujeres. Pero el realizador entrevista a las mujeres, las deja expresarse a cámara -y ellas reiteran el mismo discurso-, mostrándose en un todo de acuerdo a las normas por las que se rigen y con las que viven. Normas que desde otra mirada resultarían al menos cuestionadas. La película se inicia durante la celebración de una boda y culmina con el nacimiento del primero de los niños de la joven pareja.
La mirada de Lipgot no censura ni aplaude, permite a los protagonistas, expresarse con soltura , para contarnos como son, como es su vida y como se relacionan.
Resulta perturbador para quienes venimos reflexionando sobre la constitución de las subjetividades, modos de funcionamiento como estos en torno a lo femenino.
Lo más conmovedor fue para mí, el consentimiento de las mujeres gitanas a eses modo de vinculación, que presumiblemente las sitúa como pilares de la familia, pero a costa de renuncias inconcebibles, al menos para quienes aspiramos a la equidad de géneros. Pero, nobleza obliga, se registra en todas ellas una serenidad que deviene de la coherencia con las normas que las rigen.
Un comentarista pudo plantear de la reflejada por el film, como:" una identidad que encuentra en la familia su unidad y su fuerza, en la honra su brújula, y en la música su corazón"
En cambio, en las protagonistas de Mustang hay rebeldía y lucha.
Su directora, Deniz Gamze Ergüven nació en Ankara en 1978 y se educó en Francia, Turquía y Estados Unidos. En 2012 escribió, junto a Alice Winocour, Mustang (Belleza Salvaje). ¿Por qué el título? Ella detalla: “Un Mustang es un caballo salvaje que simboliza perfectamente a mis cinco espirituales e indomables heroínas”.
La protagonista que narra la historia, es la menor de cinco hermanas , que son apresuradas en su preparación como esposas, a partir de una sanción que les acorta la adolescencia y pretende precipitarlas a un destino adulto al estilo medieval del pueblo en que viven. La sanción devino del hecho de que las cinco huérfanas, a cargo de la abuela, son acusadas de escandalizar en sus juegos en el mar con compañeros de la escuela, en una celebración del final de clases.
"En un momento, todo se transformó en una fábrica de esposas", comenta en otro tramo. "Nuestra casa comenzó a convertirse en una verdadera cárcel"
También aporta Ergüven en una entrevista:En la Turquía de hoy, la condición femenina es más que nunca un asunto de interés principal. Y el hecho de que frecuentemente haya alternado Turquía con Francia me daba una perspectiva diferente. Cada vez que vuelvo siento una forma de opresión diferente que me sorprende; todo tiene algo que ver con la condición femenina, constantemente referida a la sexualidad. Por ejemplo he sabido que hay directores de escuela que prohíben que muchachos y chicas utilicen las mismas escaleras para ir a clase; aplican una carga sexual a las situaciones más banales. Subir una escalera se vuelve una cuestión importante, lo que demuestra el absurdo de esa clase de conservadurismo: todo es sexual -explica contundente-. Al final terminan hablando de sexo todo el tiempo. Y de ahí emerge una concepción de la sociedad que equipara la función de las mujeres a la de máquinas de producir hijos: sólo son buenas para las tareas hogareñas
Los elementos en común entre los dos films, que atañen a la condición femenina que se plantean son:
1-La restricción de la escolaridad, reflejada en los dos films, respecto a los dos grupos, poniéndose el acento para la mujeres, en los aprendizajes que atañen a los quehaceres domésticos, desalentando cualquier otro interés. En ambas realidades la pulsión de saber queda restringida a lo cotidiano: cocinar, coser, limpiar .
2-La reclusión en el hogar estando impedida la salida del mismo y la exploración del mundo exterior. Y también evitado el trato con personas ajenas al gripo. Esto como tradición entre los gitanos. Y en concretas rejas y barrotes en Mustang que las encierra. El maravilloso universo queda cercenado y cercado a las paredes de la casa.
3-1- La exigencia de virgindad para las niñas, al punto de imponer humillantes exámenes, (en ambas films además, la exhibición de las sábanas nupciales con las señales requeridas como prueba)
Esta exigencia de virgindad, me remitió a dos ceremonias conocidas entre nosotros, en la celebración de bodas. Creo que simbolicamente la ruptura de la copa en que han bebido los novios de las celebraciones judías, apunta en esa dirección. Y entre los católicos, el pasaje de la novia del brazo del padre al del esposo. Tal esposo es quien además levanta el tul que cubre el rostro de la novia (al menos en aquellas bodas que recuerdo de antaño). Creo que así como la sábana exhibida como prueba, en las otras tradiciones, también se alude a la desfloración, siendo la copa y el velo metáforas, al menos, a considerar
Y volviendo a las películas...En ambos casos, los alaridos.... tal vez no tengan que ver con ellas.
Tal vez tengan que ver con las reflexiones que como estudiosas del tema de las problemáticas de género, surgen al plantearnos las asimetrías que siguen vigentes, allí. Pero también acá, en el acceso al mundo, para la mitad de la humanidad.
Cuando todavía si bien las carreras universitarias tienen ingreso femenino, el acceso a cargos de titularidad y directivos es minoritario para mujeres. Cuando la calle, sigue siendo sentida como espacio peligroso. Cuando todavía el acceso a la sexualidad exige responsabilidades que los varones recién empiezan a asumir. (Y tomo nota, por lo valiosa , de la iniciativa de Varones Antipatriarcales, como compañeros de ruta).
Pero creo que films, como los aludidos, sirven para recordar, que si tanto nos sacuden y nos espantan en lo anecdótico, es porque dan cuenta, de lo pendiente que también tenemos como tarea a realizar.
María del Carmen Marini. Magister en Problemática de Género
30 RELACIONES ENTRE ESTUDIOS DE GENERO Y PSICOANÁLISIS (2016)Articulación entre deseo e historia. Página 12
Las relaciones entre Psicoanálisis y Estudios de Género tienen una historia de intercambios prolongados y fructíferos.
La necesaria articulación entre ambas lleva a repensar teorizaciones psicoanalíticas. Al respecto plantea Ana María Fernandez: “Cuánto de lo que ha sido pensado como estructura inconciente universal no da cuenta sino del modo socio-histórico de subjetivación de la modernidad para varones y mujeres? Cuál es la articulación entre deseo e historia? Podemos seguir pensando lo inconciente como estructura invariante universal?”(1)
Tiene sentido construir relaciones entre los conceptos aportados desde el psicoanálisis referidos a la psicosexualidad y los atinentes a los vínculos de poder que impregnan las relaciones intra e intergenéricas.
Tendría sentido rescatar en este punto los planteos de Emilse Dío Bleichmar respecto al riesgo de manipular conceptos psicoanalíticos acusando de falicismo el empeño de los seres humanos de ser considerados tales, cuando tales seres son mujeres. Todavìa encontramos esos estereotipos.
En un trabajo anterior (2) desarrollé como notas constitutivas de la subjetividad femenina lo que describí como vigencia aún hoy, de la prescripción de las tres “s”. Las “s” de Silencio, Sumisión y Servicio que en la lengua española, bien podrían concebirse como las tres “k” del alemán, cuando destina a las mujeres a las “k” de kinder, kuche, kirche, es decir: chicos, cocina e iglesia.
Respecto a la prescripción del silencio, la vinculamos a su condición de gran silenciosa de la historia, en el transcurso de su prolongado exilio de la palabra, fue hablada (desde afuera y desde arriba: ciencia, religión, derecho, tradiciones) por quienes con supuestas solvencias describieron como “debía ser” para ser “femenina”. (Recordemos también aquel bolero...) Podemos asumir que es reciente el ejercicio, por parte de las mujeres, de la propia palabra, despejando enigmas, desdiciendo viejos errores sostenidos como verdades consagradas, expresando, en suma, como puede concebirse a si misma cuando elude y/o resiste tradicionales mandatos.
En una nota, Hilda Habichayn (3) describe como forma embozada de violencia la censura y prohibición respecto a las manifestaciones orales y gestuales, que implica que el tono e intensidad de la voz, el léxico empleado, los gestos, los movimientos deben pasar un fino tamiz para ser considerados “apropiados”para una mujer. ¿Entrarán en esta categoría nuestros comportamientos censurados? ¿Por no adecuarse al estereotipo de lo “exquisitamente femenino”? ¿Será ese el feminismo considerado por algunos “agresivo”?
Confundir la crítica al patriarcado que nos atraviesa a todos y todas, con enfrentamiento y confrontación de las mujeres hacia los varones de la especie es simplificar una cuestión que nos atañe en tanto humanos en crisis.
Hilda Habichayn también se refiere a la violencia implícita en lo que llama, la censura desde el lenguaje, que opera cuando las mujeres son negadas al subsumirlas en la categoría masculina. El vocablo hombre se utiliza para designar no solo a los varones de la especie.
El pretexto de incluirnos en un concepto de humanidad más amplio, nos roba la posibilidad de pensarnos a nosotras mismas, reconociéndonos en la diferencia. Se nos impone, y en esto el lenguaje no es inocente, la referencia a un modo de ser humano, el modo de ser humano masculino.
Un discurso que incluya a las mujeres se presenta desde la crítica a las estructuras androcéntricas y desde el cuestionamiento al poder patriarcal en todas las áreas. Es eso lo que tal vez resulte inquietante.
Otra vuelta de tuerca
“Para la teoría feminista que es una teoría política que se propone transformar la categoría de diferencia sexual y sus consecuencias en la vida social- y para cierto psicoanálisis que no quiere ver su filo subversivo hipotecado en el sostenimiento del orden patriarcal- el problema es llegar, a incluir lo histórico social como entramado complejo y multidimensional, en el que se construyen las categorías antes mencionadas y se sostienen las condiciones de su posibilidad” nos dice Martha Rosenberg.(4)
Lo que puede ser dicho por alguien, y también lo que no puede ser dicho, es lo que posiciona a cada ser humano en el lugar desde el que habla. O desde donde es hablada, en el caso de que no llegue a tomar la palabra.Y puesto que el silencio también pertenece al lenguaje, es el lugar prescripto y asumido preferentemente por el género femenino.
Es este silencio (y sobre todo a este silenciamiento) .y sus costos en enfermedad mental, violencia y muerte, lo que Rosemberg señala .
Resulta interesante respecto de este tema del “decir” la dificultad en escuchar la propia voz y las consecuencias en términos de empobrecimiento personal acorde y simultáneo a la disposición a ceñirse a la palabra del otro significativo.
El esfuerzo en encontrar vinculación entre las mujeres descriptas desde el Psicoanálisis y desde los Estudios de Genero dio lugar a interesante producciones.
También parece útil el registro de mujeres escritoras haciendo referencia a su experiencia de análisis.
Dice Marta Mercader: (5)
“...Durante milenios la escritura fue patrimonio de los sacerdotes, de los poderosos, de los ricos, de los varones, de los que mandaban. Los grandes silenciados de la historia han sido los pobres y las mujeres. Somos tataranietos, los hombres y las mujeres actuales, de analfabetas milenarias. O quizá sea mejor decir. Somos descendientes de mujeres ágrafas. Nuestras antepasadas que no dejaron testamento escrito, nos transmitieron otros códigos que todavía no sabemos descifrar”...
En “Diario Colectivo”(6), también encontramos aportes interesantes.
“No tengo voz ni palabras...Estoy necesitada de una voz propia, de palabras que me pertenezcan. Creo que me esfuerzo, que combato a brazo partido con los fantasmas, pero la nueva criatura no logra emitir sonidos.”
“...Detrás de toda la masculina admiración hacia el “misterio femenino” subyace una de las peores humillaciones:- Te adoro, pero no hables, no contradigas la imagen que tengo de vos...”
“...Que puedo aprender de mí como mujer a través de las definiciones psicoanalíticas?...Me provoca un cansancio tremendo probarme las imágenes que me proponen, descartarlas sin poder rescatar una que me sirva para descubrir algo más...Me encontré entre científicos que hablaban de mì, con fòrmulas precisas, disparándome fantasmas y situaciones y vivencias y sensaciones y mecanismos que examino y que no son...”
Durante mucho tiempo los planteos freudianos sobre psicosexualidad femenina que fueran postulados originariamente como sujetos a verificación y como cuestiones a seguir siendo interrogadas, se presentaron como verdades inamovibles por seguidores dogmáticos, fieles a la letra, más no al espíritu de la indagación psicoanalítica.
Se necesitó mucho tiempo para comenzar a cuestionarlos.
La opresión histórica de las mujeres tal como comenzó a ser incluida, encuentra en nuestro medio sus primeras conceptualizaciones en obras que exploran la articulación de las formaciones inconcientes y los condicionamientos histórico-sociales.
Los estudiosos interesados en las relaciones entre Psicoanálisis y Teorías de Género deberán interrogar las marcas de patriarcado que obstaculizan su propia reflexión, infiltrando su indagación sobre las subjetividades.
Hornstein plantea al respecto: “Para dilucidar las relaciones entre género y psicoanálisis se requiere trabajar en las fronteras, no pensándolas como bordes infranqueables sino como espacios de intercambios, como zonas de encuentros. Concebidas no como límites limitantes sino fundantes. No tanto como márgenes sino como lugares de producción. No es beneficioso para el psicoanálisis ignorar lo que acontece en otras disciplinas...Toda teoría que no puede ser perturbada por ruidos nuevos es condenada a una clausura mortífera y a su extinción”.(7)
Vale pues la interrogación respecto a los sexismos que sin duda nos atraviesan, a aquello del patriarcado en que nos formamos y vivimos sumergidos que todavía nos impregna, en suma a todo lo que actúa en nosotros cuando pensamos y cuando escuchamos.
Nos permitiría intentar descifrar, en nuestros abordajes en Psicoanálisis, aquellos rasgos sexistas y androcéntricos que, al silenciar los sesgos de las voces que nos llegan, obturan la posibilidad de nuevas conceptualizaciones y nuevos abordajes clínicos.
Irene Fridman aporta : “...es en función de estos silenciamientos que los/las pacientes no son escuchados en sus padecimientos genéricos, por lo tanto reenviados a repetir lo que no han podido elaborar. Puntos ciegos de la teoría que obturan líneas de análisis que se podrían profundizar teniendo en cuenta en los abordajes terapéuticos la perspectiva de género...”(8)
Llega el momento de considerar en la constitución del psiquismo humano metas ligadas al logro de una mayor autonomía y al establecimiento de relaciones equitativas en donde los modos de ejercicio de las subjetividades sexuadas femenina y masculina impliquen menos estereotipia y más libertad.
Un pensamiento que se precie de científico requerirá el esfuerzo de abandonar concepciones tranquilizadoramente totalizadoras y reduccionistas. La incorporación de categorías variadas y múltiples implicará un inquietante cuestionamiento, pero podrá ser significada como un paso más en la reflexión ciéntífica y ética de las subjetividades sexuadas.
Notas
1- Fernandez Ana María: “Autonomías y de-construcciones de poder” en Meler Irene, Tajer Débora (comp.), Psicoanálisis y Género. Buenos Aires, Lugar Editorial,2000
2- Marini María del Carmen: “Ser mujer, un desafío”. Rosario Ed. Casa de la Mujer,1989.
3- Habichayn Hilda: “Algo más que magullones”nota Página 12. 25 de Nov. 1998
4- Rosemberg Martha: “Representación de la diferencia sexual” en Meler I., Tajer D. Op. Cit.
5-Mercader Martha: “Para ser una mujer”.Buenos Aires, Sudamericana,1992
6-Aldaburu María Inés, Cano Inés, Rais Hilda, Reynoso Nené: “Diario Colectivo”. Bunos Aires La Campana Ediciones, 1885.
7-Hornstein Luis: “Amar y trabajar en mujeres y Hombres” en Meler I., Tajer D. Op. Cit.
8-Fridman Irene: “La búsqueda del padre. El dilema de la masculinidad” en Meler I., Tajer D., Op. Cit.
Ps. María del Carmen Marini
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