26 dic 2020

Prólogo a Historias del exilio

 ¿Cómo entrar en este libro?
Creo que requiere una particular delicadeza, prudencia, cuidado. Por la materia evanescente y sutil de que está compuesto: se trata nada más, y nada menos que de historias de vida. Y que por el modo en que se expresan y con ello se exponen, y por la forma en que nos involucran en la lectura, harán que ésta no nunca sea calma, fría, desapasionada.
¿Cómo sumergirse en estos relatos, que son testimonio, recuerdo de lo pasado, interpelación en el presente?. Creo que primero valorando la confianza que alentó a los artífices de estas palabras. Palabras que relatan sentimientos, y nos están dejando en las manos parte de sus vidas. Es preciso que tomemos la dimensión gigantesca de esa confianza.
Y como correlato a esa confianza que los alentó para escribir a los autores, una demanda a nosotros, lectores, del compromiso a un respeto incondicional. Como aquel con que se entra en un santuario, en muchos casos, apenas entreabierto después de treinta años.
Los testimonios que componen este libro lo imponen. Y también la aceptación de la cuota de misterio implicada en cada uno de ellos.
Creo que la articulación de la confianza de los autores, con el respeto en la lectura, merece ser subrayada por la índole de lo que queda escrito.
También me parece ineludible señalar que este libro, por el hecho de estar compuesto de múltiples voces, implica una dimensión coral. Voces que debieron sumarse para dar sentido, densidad y consistencia a las diferentes miradas. Y que cuentan el paisaje de aquellos tiempos, y también de éstos, en los que como refiere el poeta: “todavía cantamos”.
Cabe la esperanza de que este libro pueda funcionar como un “Himno a la alegría” sudamericano, en que la hermandad sea testimoniada desde la palabra.
 


Comentario
Historias del exilio
…a los sueños, a las esperanzas no hay manera de exiliarlas, ni de doblegarlas…( yo agregaría, a los sueños, a las esperanzas es preciso nombrarlas. Este libro es un modo de seguir  nombrando)
La historia
Los exiliados cuentan su viaje. La mayoría de ellos, como saliendo de una trama kafkiana, en donde no había lógica sino irracionalidad  y miedo. Varios de los testimonios se refieren con esas palabras para designar ese absurdo, oscuro y siniestro que se adueñó de sus vidas, para empujarlos al exilio
Cada uno, se presenta a sí mismo, en su relato, con una carga de recuerdos que son testimonios de vida, una vida tan amplia y profunda que de ella, solo tendremos apenas  un atisbo, un pantallazo. Porque cada una, según expresan, da como para escribir un libro.
Ellos describen también en estas crónicas, los esfuerzos para acomodarse a esa nueva realidad. Sin poder desempacar del todo, esa,  la valija del alma que quedó para muchos, a medias desarmada. Que quedó en un rincón de la habitación, como prueba muda del dolor de estar allí. Tal vez  lo que sucede cuando irse no es lo que se elige, sino lo que se impone.
Pero dispuestos a tomar esa oportunidad de vida, en Bélgica, después de tanta muerte. Aceptando el lugar frío y gris, en el que transcurrirían los próximos años. Trabajando en lo que fuera, como medio para continuar y lejos de los  sueños y proyectos interrumpidos. Y en esa oportunidad, la perseverancia en ideales que insisten, y luego, a veces también la alegría. Porque los niños crecían, y otros llegaban a ampliar las familias.
Porque se trataba de hubiera un bálsamo que atenuara el dolor y una tibieza que disminuyera el frío. Por eso la solidaridad prevaleció para recibir y acompañar a los que llegaban con azoramiento y  dudas, y esa solidaridad construyó el nido para que cobijara  y diera sosiego.
Bélgica
Pero todos ellos, empezando a saber algo. Algo que surgiría con los años y que se dice claramente en este balance, y es que a partir de allí, como surge de un testimonio: “Inevitablemente fuimos, somos, de dos países”
Para muchos, desde la llegada fue como instalarse en una cuenta regresiva, estaba claro el deseo y  el objetivo de volver. Pero aún para los que volvieron, Bélgica y el exilio e instaurarían como insoslayable en sus historias. Marcarían un antes y un después en cada biografía.
Casi todos, habitando luego en una franja intermedia, como escribe alguien “con un pie en cada orilla y el corazón partido”
Con una familia allá, con la que se compartieron anhelos y crecimientos.  Una gran familia con fiestas de Navidad y celebración de cumpleaños. Con tíos y primos postizos, o mejor, tan genuinos como quedaron en el recuerdo. Y otra familia acá, de la que llegaban las noticias, porque la vida continuaba.
Y los chicos ?  
“Nuestros chicos crecían un poco lagrimeando, algunos con berrinches, otros con agresividad, o callados y retraídos… El trato era de usted, le daban la mano al llegar y al despedirse aunque apenas supieran caminar y los aprendizajes más apreciados eran que tanto el bebé como el niño se adaptaran a la vida adulta, es decir poco movimiento y poca excitación, poco hablar y mucho por favor y gracias.”
Algunos de aquellos chicos, que hoy son hombres y mujeres escriben y dan cuenta de lo que sintieron…A veces el extrañamiento, siempre el corte en la historia que se había desplegado hasta entonces. Y aunque la agitación y el temor se fueron calmando, quedó el desconcierto. La búsqueda que aún continúa para algunos. La necesidad de establecer nuevos lazos.
N. “Fue un cambio abrupto, ahí nadie te abrazaba ni te sabía mirar a los ojos. Tuve que vestirme con mucha ropa pesada y con apretados zapatos oscuros que detestaba…
…antes de nuestra partida (cuando volvían) mamá me mandó separar todos los juguetes, explicando que no lo los podíamos llevar con nosotros, y que se los íbamos a nuestros amigos, a nuestros primos del corazón…aprendí que solo poseía lo que llevaba conmigo.”
M. “ Sentí la  llegada, era bien distinto todo, un gran conjunto de casas marrones, casi fantasmagóricas, rodeadas por un barro social, tan frío y viejo como las primeras. No era un paisaje para un niño. Desde aquella mirada, impresión y sentimiento, el salto comenzaba a cobrar su tributo, que fue pagado con melancolía.
Yo contemplaba, miraba, y como todo niño, crecía. Solo que yo lo hacía mucho para adentro, porque lo necesitaba. Necesitaba buscar, como quien necesita anclar adentro, abrir las aguas y tratar de encontrar lo propio. Solo que Bélgica no era el mejor lugar para hacerlo.
Volví a la Argentina…Y sí, por más que uno se mude de continente e intente dejar atrás todo, siempre hay equipajes que no se descargan así nomás…Así mi infancia fue difícil…seguía construyéndome cada vez más hondo.
Mis padres eran exigentes, había que trabajar y estudiar en la Universidad. Había una insistencia persistente sobre eso, bajo el manto de ser feliz como meta principal. A mí no me salían todas juntas.”
M. L. El exilio y su sombra.
“Según el diccionario, exilio es “1- Separación de una persona de la tierra en que vive. 2-Efecto de estar exiliada una persona. 3- Lugar en que vive el exiliado. 4- Expatriación, generalmente por motivos políticos”. A esta  definición yo agregaría: salida del país como única opción para salvar la vida.
El exilio fue una etapa que marcó mi vida, una impronta que trazó mi destino…
Una gran carga de sentimientos, una mezcla de miedos, a la soledad, al abandono, a que nadie pueda protegerme, de incertidumbres, de angustias…”
(Entonces) según mi razonamiento, por avión llegaban “los desaparecidos”. Los que desaparecían estaban por el mundo, no se sabía bien dónde, y aparecían con el tiempo en el aeropuerto. Más tarde comprendí…”
“…consciente de que mi hermano y yo hubiésemos podido ser parte de la lista de los 400 nietos robados, buscados aún hoy, por las familias y las abuelas de Plaza de Mayo. Allí dentro de la gran tristeza, contábamos con el consuelo de estar los cuatro reunidos.”

M.C.M. mayo 2018

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