Ahora quiero escribir sobre la capacidad de lucha del grupo de mujeres de AMMAR que conocí y con las que trabajé en noviembre. Ellas se nuclean como trabajadoras sexuales.
Otra vez compartiendo la coordinación con Noelia, y esta vez también con Liliana, realizamos un taller sobre violencia,
Tenía sentido, en tanto en sus vidas privadas y también en lo profesional en muchas ocasiones estuvieron y están expuestas a arbitrariedades y atropellos.
Y lo que me dejó el trabajo con este grupo, fue la certeza de la fuerza de estas mujeres en la defensa de sus derechos.
El relato de las violaciones padecidas y no escuchadas fueron las que me hicieron pensar que esas historias de injusticia merecían una crónica que desbaratara mitos y acercara verdades.
Eran doce las mujeres que participaron del trabajo. Diferentes edades, diferentes modalidades, algunas más tímidas, otras más desenvueltas.
Marcela refirió la experiencia de violación, bajo amenaza de arma de fuego, que no encontró eco cuando formuló la denuncia. En vez de eso la burla implícita en la respuesta que recibió: “Al final la única diferencia es que el tipo no te pagó...”
Otra de las mujeres, más joven contó el terror vivido en manos de un hombre. Cuando ya estaban por irse él que era corpulento, la había retenido, y cuando ella intuyendo el peligro, insistió en que le pagara y se fueran, la tomó del cuello hasta hacerle perder el aliento. Lo que ella dijo fue: “Pensé que me mataba, tuve la imagen de mis hijos y saqué fuerzas no sè de dónde antes de poder soltarme. Entonces me dio un puñetazo en la cara que me rompió el labio. Después escapó. Cuando fui a hacer la denuncia y mostré las marcas en el cuello y en la cara se rieron de mí. Dijeron: ¡Y cómo sabemos que éstas marcas no te las hizo tu macho?”
Susana, una mujer de mediana edad relató lo que le había sucedido, también violada bajo amenaza de arma de fuego. Cuando trató de escapar el hombre, que estaba muy bien vestido, parecía muy educado y había tenido modales muy cuidados, la empezó a golpear con la culata del revolver, ella seguía luchando, defendiéndose de la agresión hasta que: “Sentí la sangre que me caía por la frente. Allí me di cuenta que era peligroso resistirme más. Lo único que pensé fue, si es tan horrible ser violada, ¿cómo lo sentirán las chiquitas a la que estos hombres atacan? ¿Cómo podrán superar algo así, tan terrible?
Estas experiencias, constituyeron un caudal de momentos padecidos en soledad, antes de la constitución del grupo.
La posibilidad de compartir estos relatos, a ellas las fortalece y para nosotras, como coordinadoras significó adentrarse en un mundo de desprotección, pero también de recursos movilizados a partir de las experiencias compartidas en el grupo.
Muchos de los hombres que las demandan como trabajadoras sexuales, se desempeñan en lugares visibles en la sociedad, algunos prestigiosos. El contraste entre esta imagen pública y las formas bizarras de encuentro reclamadas por muchos de ellos, les suscitaban un asombro no exento de ingenuidad. Un contraste también en ellas entre la presunta sabiduría “de la vida” y el desconocimiento de las formas oscuras que puede asumir el erotismo y la sexualidad.
De hecho una de las respuestas reveladoras de esto fue el de una de ellas que refiriendo lo que menos le gustaba de sí misma era “el ser tan confiada”, porque a raíz de ello pasaba malos momentos. Y que se proponía vigilarse a sí misma para no tener ese tipo de experiencias.
Quedó esbozado el proyecto de continuar con una capacitación que pueda serles de utilidad. Y para nosotras el tomar contacto con una realidad diferente de la supuesta, como es diverso el abanico de lo humano. Aprenderemos todas, unas de otras, en el clima de respeto que pudimos gestionar.
M.C.M.
OTRAS
No completaría mi escrito sin mencionar a las otras. A las que se fueron ya, o a las que están heridas.
A la que escribía con el corazón en la mano, y era leal.
Se fue perdiendo en la niebla. Una plaza tendrá su nombre. Y en los árboles el verde recordará su risa y los pájaros su claridad. Nos dejó sus libros como modo de quedarse. Nos dejó su modo de honrar la amistad como recuerdo.
Nos dejó su historia inclaudicable como guía.
Y se fue también aquella de la mirada azul y de la palabra justa. Compartimos trabajos y una etapa: la de esperar a nuestros hijos y descubrir los universos que éstos nos abrían. Compartimos la aventura de pensar y hacer.
Y la otra, la que golpeada por los tiempos, llegó de duros exilios. Pudo dar y amar, pero las afrentas del alma la abatieron antes que las del cuerpo...
Y cuando se fue, él supo lo que antes ignoraba.
Y está a medias, la que siempre tuvo la generosidad a flor de piel. Pero no puede pensar con aquella claridad que la hacía fuerte. Ahora solo es una niña asustada...Y cuando la busco, no la encuentro.
Y está la que fue encontrándose con su alma, pero tiene herido el corazón.
Tal vez de tan henchido, de tan colmado, de tan lleno de los sentidos que pudo ir encontrando, mientras crecía y aprendía. Mientras amaba.
Y al fin, está la que es solitaria. La que siente el límite a sus movimientos antes gráciles y firmes. La de la danza, la del juego. La que podía expresar, y que ya no sabe, ya no puede, ¿ya no quiere?
24 dic 2020
AMMAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario