Otro de los escrúpulos que suele abatirnos, es la pertinencia de asumir tratamientos en forma gratuita.
No hay unanimidad al respecto, y en un tema tan delicado he escuchado y tomado nota de las diferentes razones, todas válidas en uno u otro sentido.
Creo que depende del criterio de cada terapéuta el modo en que esto se considera, y aún más, para cada terapeúta según cada consultante.
Personalmente he llevado adelante tratamientos en forma gratuita durante un lapso prolongado, que tuvieron una evolución en dónde esta circunstancia no pareció determinante del curso que tomara nuestro trabajo.
En todo caso me permitió a mí indagar en las causas que me llevaban en esa dirección en algunas oportunidades. Entre éstas pude detectar: el interés genuino por alguna problemática que deseaba investigar, o el compromiso personal, o el temor de que, en caso de sustraer la ayuda el peso fuera más agobiante que el asumir la responsabilidad.
Esto último refiriéndolo a que asumir el tratamiento en estas condiciones de gratuidad implicaría otra retribución, que podía o no producirse: esto es, la resolución de los conflictos y la recuperación del paciente como vuelta de lo procesado. Pero que negar la asistencia nos dejaría en la incógnita respecto al futuro de esa persona, con el sentimiento de no haber hecho todo lo posible.
En un caso en que el tratamiento de una paciente no era gratuito, pero se había establecido un acuerdo en que éste quedaba como una deuda de honor, a ir solventando con más tiempo, sucedió un hecho curioso. Advertimos que llevábamos registros complementarios en que yo tomaba nota de lo que ellla había pagado, o sea de lo que ya no debía. Y ella llevaba registro de las sesiones realizadas, es decir de lo que todavía quedaba pendiente
3 dic 2020
ASISTENCIA GRATUITA
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