24 dic 2020

Carta a Deoly

 ELLOS:  Francisco y Mafalda. Mafaldo y Francisca.
 
Los nombres coincidían, pero invertidos, al revés en cada una de las parejas.
Fueron nuestros padres y madres. Los tuyos y los míos.
Y he podido pensar en que además de los nombres coincidían en haber vivido otra época, pero sobre todo en haber compartido una ética.
La palabra dada tenía un lugar en sus vidas. La honestidad y la solidaridad fueron reales y verdaderas para ellos.
Tu papá fue el que cultivó la huerta en mi casa, cuando vinimos a vivir al barrio.
Y tu mamá fue la que me acercaba un café, después que me practicaras análisis, cuando debía ir en ayunas a tu laboratorio. Por eso y por muchas otras cosas, ocuparon un lugar amado en mis recuerdos.
Hoy pasé por tu casa y miré el bacón lleno de flores y se me ocurrió que ellos están allí, acompañándote de otra manera.
Como los míos están conmigo, porque cuando los padres fueron buenos con sus hijos quedan siempre, impregnando nuestras miradas sobre el mundo. Nuestros gestos de fraternidad, y las mejores palabras que pudiéramos decir.
 
Has estado conmigo en los momentos importantes de mi vida, en algunos buenos y en otros penosos, y siempre con la actitud de poner tu saber, tu paciencia y generosidad cuando te necesité.
Y no dudo que esa  disposición tuya, que te hace alguien  muy especial y muy querida, tiene que ver con lo que ellos pusieron en vos. Porque tus padres fueron como fueron, vos pudiste darte en lo personal y en lo profesional sin retaceos y sin condiciones.
 
Por eso hoy, quise acercarte estas reflexiones, con la humilde intención de que puedan acompañarte en esta etapa, y ayudarte a recordar el privilegio de haber tenido los padres que tuviste.
 
 
 
M.C.M. agosto 2008

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