16 dic 2020

Con un poco de vergüenza he pensado en mi tristeza

 1- Era sábado cuando supimos. El asesinato nos conmueve y no tiene respuesta, queda en el enigma.  Amigo entrañable, estuvo en mi vida desde hace tantos años y fue solidario en los años de plomo y de niebla, tiempos en que otros se alejaban.
Muere en medio de la noche, en circunstancias extrañas, a mano de un hombre que tal vez fue su amigo, que luego de matarlo se entrega con su arma, arma reglamentaria por otra parte y a la misma comisaría de la que es sub-inspector.
Que deja para la familia y los amigos que lo amamos el dolor de lo inexplicable. Que da pasto a las fieras, que desde la prensa amarilla especulan sobre lo inexplicable de esta muerte. Que agravian su recuerdo, que ponen en duda su integridad y echan sombras sobre su nombre.
Muerte que se presta a pensar, que como otras,  puede quedar impune, por la adscripción policial del asesino.
 
2- La vida que arrastra ¿es vida? Otros han optado por el suicidio. Después de una colostomía radical que no permitió reparación, lleva consigo la bolsa plástica en que se depositan sus heces.
¿Existe mayor cruz para un hombre joven, impotentizado y con la certeza de que su condición es irreversible? ¿Cómo se soporta la humillación de ser portador de esa bolsa, que como prótesis forma parte permanente de su cuerpo?
Sabe que la enfermedad avanza, sabe que mientras viva esta tortura formará parte de su paisaje cotidiano. La tortura del dolor y lo denigrante de su estado como compañeros ineludibles.
Una mueca de amargura en su rostro, una losa en su corazón.
 
3. Escucho que empieza el juicio a los represores de Campo de Mayo. El responsable es el General Riveros. Se toma un caso emblemático: el asesinato de Floreal Avellaneda, de 15 años.
Lo capturaron con su madre, cuando buscaban a su padre, dirigente metalúrgico.
En Campo de Mayo lo separaron de ella, que sobrevive y es testigo en el juicio. Floreal apareció en las costas de Uruguay empalado. La tortura consistió en introducir por el ano un objeto que le destrozó los intestinos.
Los que fueron capaces de hacer esto ¿qué sintieron? ¿Viven aún? ¿Estaban ebrios, drogados? ¿Cómo siguieron viviendo después?
 
4- La profesora durante la recorrida por la sala, dijo una vez en una chanza, que advertía que estaba al límite cuando en vez de desear auxiliar al bebé enfermo que lloraba, pensaba en sofocarlo con la almohada. Entonces tomaba vacaciones.
En la última clase dijo otra cosa, dijo que ella hubiera querido tener hijos, que todos los niños que asistía la remitían a una falta, su falta. “No hay mayor vacío que el vacío de vientre” No siguió hablando.
 
5- El mendigo de los bolsos y las mantas tenía siempre  varios perros a su alrededor. En invierno se apretaban para darse calor.
Pude verlo cuando les hablaba con ternura. Venía desmejorando el último tiempo.
Lo llevaron en una ambulancia.
En la calle, los perros quedaron huérfanos
 
6- Pienso en mis amigas, en mis amigos. Recuerdo  haber sido negligente, olvidadiza. Me pesa el sentimiento de no tener toda la fuerza necesaria.
 
Los dolores del cuerpo y los dolores del alma de los que puedo hacer inventario, empalidecen en un contexto más amplio.
 
No sé por qué, en el registro de mi pena se suma el de las otras. Tal vez para darme su real dimensión, tal vez para enseñarme algo.
 
 
26 de Abril, 2009

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