—¡Ya estoy de vuelta!, le dije triunfal.
—¿Y cómo te fue?
—Bueno, una de las conclusiones de este viaje es que el turismo-aventura ya no va siendo para mí. Casi te diría que esta temporada en La Cumbrecita me hizo notar un par de deficiencias…
Por empezar, que a la Cascada Gigante, a la que me había propuesto llegar, y es un camino tan difícil que muchos abandonan, me sucedió que yo como llegar…llegué. El último tramo lo hice en cuatro patas, pero tampoco es cosa de andar poniéndose en exquisitos. Además es un lugar lindo pero peligroso, al borde del precipicio. Cuentan que sacando fotos un turista fue retrocediendo para tener una buena panorámica y entusiasmado entre click y click de cada foto más bonita que la anterior, no se dio cuenta que se le terminaba el piso…Y claro, dicen que la última foto le salió movida…Te decía que llegar, llegué. Y mientras volvía me apuré a mandarle un mensaje de texto a los chicos, muy arrogante para alardear de la proeza, lo que no sabía es que me iba a dejar de cama y al día siguiente no iba a poder ni mover las pestañas…
Siguiendo, que fui al Peñón del Águila, donde se hace rapel, arborismo y otras cosas. Y yo me anoté para la Tirolesa, que es andar con casco, guantes y un arnés volando de copa en copa como la mona Chita. Pero por estar atenta a las indicaciones de los instructores que decían hacé esto y hacé lo otro para que no me escrachara contra los troncos, resulta que me perdí de mirar el paisaje.
Y por fin, andando por esos senderos fue que me convencí de que no tengo buena orientación, él dice que cuando quiero volver siempre agarro para el otro lado, y es cierto. Pero acá descubrí que además de agarrar para el otro lado, lo hago por el camino más difícil, tropezando con las piedras, pisando cactus y bosta, y metiéndome en los charcos…
De todos modos el viaje tuvo su lado pintoresco. Todavía hay gauchos ¿sabés? Son los que alquilan los caballos. Había uno con todo, parecía una estampa, con bombachas, botas, sombrero aludo y hasta el talero cruzado atrás en la cintura…Además la costumbre es que saludan siempre: “Güenas y santas, como le va doña…” hasta que le sonó el celular y se quebró la magia. ¡Lo que son los avances de la tecnología!
¿Y a vos, cómo te fue?
—Justamente hablando de tecnología, me compré un MP3 para salir a caminar con mi propia música. Así evito la de los churreros y de los vendedores de pororó. La cumbia villera no me gusta…
— Ah! cuando yo vi por primera vez un MP3 que traía un chico colgado al cuello creí que era un encendedor raro y no paraba de mirarlo hasta que me explicó…Pero si salís a caminar con música tené cuidado. A una amiga con los walk man casi la atropella un tren cerca de las cuatro plazas.
-No hay peligro, yo voy bien cuidado por mi personal trainer…
(Me doy cuenta que ni MP3 ni personal trainer formar parte de mi cotidiano)
Me dice:- Y viste la capacidad que tienen? Y ahora están viniendo unos que tienen hasta televisor!
En un Clarín de la última semana había una nota sobre la importancia del mundo virtual.
Hay un juego que se llama Real Life que es equivalente al mundo psicótico. Se puede vivir en una realidad paralela, con casa, auto, perro, casi como en un delirio. El mundo virtual que nos provee la tecnología como un equivalente al mundo imaginario de los autistas.
Y pensar que todos estos recursos no existían pocos años atrás. Si lo vieran nuestros abuelos!
Recordé a mi abuelo andaluz, el Jefe de Estación, el que cuando solo existían la telegrafía sin hilos y el biógrafo, èl ya anticipaba que alguna vez iba a poder mirarse en una pantalla lo que sucedía en otro lado del mundo. Y cuando trataba de convencer de esa idea a sus amigos, ellos pensaban que estaba loco. Decían: “Pero mirá si se va a poder ver acá lo que pasa en otro lado! Que andaluz más chalao!”
Pero creo que ya le había contado de mi abuelo. Así que le dije:
-Si hay muchos adelantos admirables, pero todavía no inventaron mi cinturón de volar, y ese no se si lo vamos a ver…
—¡Compra dos! Si Superman fue mi primer héroe…
Lo loco es que en el mismo Clarín en donde se habla de esa posibilidad de vivir en un mundo virtual por todos esos adelantos tecnológicos, para el primer mundo rico, hay una nota sobre la miseria en India que eriza la piel,
Vos sabés que han dispuesto cunas en las calles para evitar el infanticidio de niñas, para que las familias que no vayan a criarlas las dejen allí…
Habrá lugares en el mundo a salvo de estas contradicciones tan feroces? Me dijeron que en Babel se plantea el tema, cruzando historias que transcurren en Tokio, Marruecos y Norteamérica en la frontera con México.
—Mirá, no sé. En un mismo mundo La Cumbrecita y sus gauchos con celular. La India con las medidas para preservar niñitas y al mismo tiempo, Tokio como un árbol de Navidad gigantesco…
Cómo acomodar la cabeza para que entre todo esto? Vos sabés cómo hacer? Porque yo no…
Febrero 2007
21 dic 2020
Crónica de estos tiempos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario