26 dic 2020

Crónica del viaje. Campanópolis, Soldi, Manigrasso 2016

 Organizado por Ana María, el viaje prometía una linda jornada. Coincidimos en reunimos en la estación de servicio (floklórica para el grupo) de España y Rioja. Desde allí partieron las dos combies que nos llevarían a La Matanza, precisamente cerca de Gonzales Catán, hasta nuestro primer destino: Campanópolis.
 El grupo es heterogéneo y hospitalario. Basta de Demoliciones se propone ayudarnos a conocer lo que usualmente no vemos, para apreciarlo y defenderlo. “Grupo de corazón abierto” dice su gestora. Cuando lo conocí pensé: ¿Grupo original para conocer lugares interesantes, o grupo interesante para conocer lugares originales? Desde que me fui integrando, asistí a charlas y realicé recorridos caminando algunos barrios. Hoy la apuesta era mayor, implicaba esfuerzos físicos y disposición a conciliar la diversidad de estilos personales, preferencias, modalidades. Desde las señoras solidarias que me ofrecían galletitas, a los caballeros que descubrían la veta humorística en lo que íbamos viendo.
Contar nuestro viaje, es como contar la epopeya de tres soñadores: Antonio Campana, Raúl Soldi, Cóssimo Manigraso. Porque este viaje nos embarcó en una bella aventura, de la que seguiremos tomando réditos por la intensidad de lo vivido.
Es significativo que Antonio Campana, hijo de inmigrantes calabreses, empresario devenido en coleccionista, puso en marcha este proyecto cuando un diagnóstico de cáncer  de 1987 lo llevó a la tarea de utilizar su tiempo y sus fuerzas en la conformación de esta aldea medieval, construida con los materiales de demoliciones que fue trayendo, de diferentes lugares, durante los años 90. La creatividad de sus diseños fue dando lugar a palacios, plazas y cabañas que hoy nos sorprenden. Pasajes y callejones, que entre lo mágico y lo siniestro despliegan la originalidad de su gestor. Fue convertir la urgencia de vivir en creatividad, fue dar sentido al tiempo que se desplegaba, incierto. Ingenieros, arquitectos y albañiles concretaron sus ideas.
Desde 1987 al 2009, en que él falleció,  crecieron los edificios que integran Campanópolis, en su mezcla única de materiales y estilos. La visita guiada nos condujo por los distintos museos: de la madera, del hierro, del mármol, de caireles…. Y los sentimientos de asombro surgieron. Cuando atravesábamos el gran salón Pacífico de la entrada y tuvimos una aproximación a los que sería el recorrido, sentí que todo ese abigarrado paisaje, sumando maderas, vitrales, mármoles, metales tenía un efecto perturbador. Se lo comenté a uno de los compañeros que me recordó el sentido contradictorio de una civilización que destruye y destruye… en este caso para construir algo distinto. Pero que a veces es estridente su dificultad en cuidar lo que está.
Cuando ingresamos al Museo del hierro, se acentuó ese registro de la acumulación abigarrada, hasta llegar a lo pesadillesco. Y es que lo insólito de muchos de los lugares, daba lugar a sentimientos encontrados, desde el asombro a la admiración.
Caminábamos escuchando al guía que nos fue dando datos respecto a los edificios, pasajes y jardines que atravesábamos. De los lagos interiores (tosqueras de distinta profundidad, desde tres a treinta metros), y acerca de la vegetación variada en su despliegue de verdes, un bosque con cabañas de cuento, nos marcaban lo enorme del proyecto. Y como éste había seguido su curso una vez iniciado.
La pregunta que me rondaba durante el recorrido era respecto a la energía de este hombre, Antonio Campana, que pudo plasmar lo hecho sobre los terrenos de un basural y seguir imaginando más. Sin planos previos, solo con los dictados de su imaginación, pudo concebir y realizar este sueño, hoy casi reserva  ecológica, solo posible por su empecinada fuerza.
Campanópolis es, esencialmente, expresión y resultado de la lucha de un hombre. Lucha contra el dolor y la muerte, contra la finitud que nos acecha y contra la fugacidad  del tiempo. Fue tal vez su intento de retomar el sueño de aquella infancia en que en su cuaderno Gloria, dibujaba castillos y palacios.
Glew de los soñadores
Desde allí partimos para el almuerzo en Glew. Y lo insólito (dado que el mundo es un pañuelo) de encontrarme en la mesa con una de las integrantes al grupo, con la que, a poco de hablar, encontramos afinidades y gente en común en nuestras historias, con toda la significación del tema. Aunque habíamos compartido otros recorridos, recién esta vez supimos de estos lazos.
En Glew tuvimos la oportunidad de tomar contacto con la de otros dos artistas: Raúl Soldi y su pintura, Cóssimo Manigrasso y sus cerámicas toscanas.
Qué fuerza tendría el sueño de Soldi, para volver durante 23 veranos, para completar la pintura de la Capilla Santa Ana? Qué energía se puso en acto para llevarlo a perseverar en este proyecto hermoso y enorme?
Una frase maravillosa que se le atribuye,  es que aunque era sensible a toda forma de belleza, se orientaba tanto a la música, como a la pintura. Pero hubo un hecho de su juventud que lo definió con fuerza. Durante sus estudios en Italia pudo conocer Venecia. Y que fue entonces que se sintió confirmado, del todo y para siempre, a vivir con los pinceles en las manos como recurso privilegiado para contar su visión del mundo, de su mundo. La frase que dijo fue: “Venecia me hizo pintor”. Me pregunto, por la coherencia que lo alentó, desde ese momento, en Venecia hasta las imágenes del Museo que muestra sus obras y los bellos murales de la Iglesia de Santa Ana. (Me recordó a Marcela Lagarde cuando dice: Escribir algunos libros nos hacen vivir, y escribir otros nos salva la vida.)
Y cuánto  debió significar a Manigrasso la posibilidad  de que su arte quedara plasmado en las piezas que componen el Museo con su nombre?  La cerámica toscana y los cuadros constituyen una riquísima colección. Hoy sus hijas la preservan en la vieja casona en donde nos guían para conocer esa, su exquisita producción de toda una vida. En el salón de te, están las vitrinas donde ánforas y vasos de distinta forma hablan del trabajo continuo, inspirado y sostenido. Y en el jardín la mascota inusual, una oveja mansa que fue la delicia de los chicos.
Estos tres hombres pueden ser pensados como soñadores? O como héroes de nuestro tiempo? Fueron capaces de llevar sus proyectos hasta la realización, más allá de tropiezos y obstáculos.  Y a la par de dar sentido a sus vidas, nos dejan un legado que nos llama a la  admiración por lo que hicieron, pero que tal vez, es un estímulo para pensar en nuestros propios sueños.

María del Carmen Marini, primavera 2016

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