Viernes 15 de mayo. Rosario, Buenos Aires, Madrid.
Salida desde Ezeiza, el grupo empieza su aventura. Lito, el coordinador, nos acompaña en los trámites previos.
Alumnos de una escuela comparten la espera.
Son espigados, rubios, lindos, desenvueltos. Tendrán unos 15 años y se los ve llegar con sus padres y sus entrenadores. Ellos llevan el uniforme y sus padres también son bellos. Las madres visten ropas muy elegantes. Presumo que se trata de una escuela privada, con población de alto nivel socioeconómico. Se los ve distinguidos y pese a la tensión de la espera, se muestran alegres y sueltos.
Solo uno de los chicos es muy morocho, robusto y se diferencia de los demás.
¿Hijo de un diplomático del tercer mundo o niño adoptado por familia aristocrática? Permanece solo y serio, al margen de los otros.
Van a París y Londres a jugar hockey.
Nos han dado mil recomendaciones respecto al cuidado del equipaje de mano, que no debemos perder de vista, por posibles extravíos o por posibles robos.
Leo mis mensajes del celular de Pablo y Anahí cuando estoy ya sentada en el avión.
Mirando por la ventanilla, las nubes son como islas y el cielo un mar.
Mi compañero de asiento es alto y hermoso. Parece triste.
Me cuenta que hace años trabaja como guardavidas y viaja entre Mar del Plata y una playa de España. Me ayuda con el control de la pantalla para ver las películas de la programación y cuando estamos llegando me señala las luces al ver el continente, allá abajo, muy lejos, tal vez las de Granada.
Las lucecitas doradas me recuerdan el texto de Galeano cuando habla de fueguitos, cuando se ven, desde el avión, las luces en tierra como brasas.
Luego recuerdo los templos de oro y piedras preciosas como en una ensoñación de ayahuasca.
En Barajas no encuentro el boleto de vuelta y la compañera que viene tras de mí en la cola, no da con el papel de migraciones. El Manolito se impacienta con las dos despistadas, una tras otra.
Habremos de comunicarnos con gentes de otras lenguas, lo juro, aprenderemos rudimentos de otras idiomas y de los gestos que dicen cosas, pero no nos entendemos con este primer español que nos pide papeles que nos cuesta hallar en la montaña de los que tenemos, pero que no son justo, justo, los necesarios para pasar.
Sábado 16 de mayo.
Alojados en el hotel Praga que es antiguo y bello. La calle donde está situado se llama Antonio Lopez, y a poco de caminarla, me recuerda Pueyrredón en Buenos Aires, yendo para plaza Francia. Vamos a Plaza Mayor con mi compañera de habitación, Marta Julia y el camino que hacemos me remite al Once, hacia el Abasto. Los alrededores de la plaza, con sus tiendecitas me hacen pensar en San Telmo. ¿Habrá notado Joaquín Sabina este parecido? ¿Por qué no escribió una canción al respecto?
Logro hablar desde una cabina a Rosario, en ésta, mi primera llamada.
Nos guiará en Madrid Gonzalo, que nos nombra “Familia”, y que para concitar nuestra atención dice: “To, to, to…” ¿De dónde habrá sacado la idea?. Seremos una familia en el tiempo de nuestro viaje, y como en todas ellas se jugarán afectos, se darán entendimientos, afinidades y discrepancias. Se trenzarán lazos fuertes y como en toda familia, alguna vez discutiremos. Gonzalo nos cuenta la procedencia del nombre: Madrid viene a significar “madre de aguas”. El río Manzanares la surca.
Dice que organizaremos la recorrida atendiendo a las “paradas pipitorescas”
Y que además de lo pautado, será interesante movernos como “los pierde tiempos” que encuentran alegría en el compartir lo imprevisto y sacarle partido.
Es robusto, joven y simpático, Un poco eufórico tal vez, pero la tarea lo justifica.
Nos lleva a la Iglesia de la Almudena, la primera que visitamos, sobre un parque verde y amplio. Los turistas de las más diversas procedencias lo caminan. Hay estatuas vivientes, pero me llaman más la atención los saris de las hindúes, los chadors de las musulmanas, la diversidad de lenguas que se oyen y los tonos de la piel de tantas gentes, deseosas de conocerlo todo, como nosotros.
En la recorrida atravesamos el río Manzanares. Pasamos frente a las fuentes de Venus y de Neptuno. También, más tarde, frente a la Estación Atocha. Una construcción ante ella, una torre de bloques de acrílico, recuerda a las víctimas del atentado.
Coincidimos con Marta Julia, mi compañera, que este escrito bien podría llamarse:
“¿Dónde fue que lo puse?”
Así nos sucede, con el edulcorante, la llave, el ticket. Competimos en despiste. Con las valijas a medio desarmar y tanta cosa nueva parecemos zambullidas en el caos.
Pero en la Plaza Mayor encontramos a una niñita extraviada. Se llama Sofía, y me remite a nuestra Sofía extraviada (¿o robada por los traficantes de personas?) en Tierra del Fuego. Los padres de ésta están pálidos de angustia cuando la ven al fin.
En las tiendas hindúes que rodean la plaza, compramos recuerdos. Llevo dos mantones y fundas de almohadones de colores brillantes recamados con lentejuelas para mis amigas.
Cenamos en un mesón donde nos agasajan en nuestra primera comida compartida.
Domingo 17 de mayo. Madrid, Toledo, Madrid.
Primer despertar en Europa, con su cuota de extrañeza.
Es notable como las funciones más sencillas cobran relevancia: el baño. el hambre, el sueño, esas dimensiones de lo cotidiano, se presentan como enigmas a resolver, como problemas a solucionar en esta vertiginosa experiencia.
Y además el recuerdo y la añoranza en cada uno de nosotros: algunos de los hijos, otros de los nietos, los amigos, los hermanos, ausentes pero presentes en la palabra que los nombra.
Me encuentran los amigos de Nano. Se llaman Estela y Fernando. Me ubican por el cartel con el nombre que todos llevamos. Así, tenemos a alguien que nos vincula.
Y también reconozco a Claudio, compañero de la adolescencia, que ahora viaja con su esposa.
Suena reconfortante dar con gente conocida en medio del grupo, que todavía no ha entrado en confianza.
Marta Julia es una compañera apacible y solidaria, que pierde tantas cosas como yo (para luego encontrarlas). Dice que le recuerdo a una de sus amigas más cercanas, Elsa.
Vamos a Toledo. Ascendemos por escaleras eléctricas, que tiene un cartel que las llama Remontador.
Nos congregamos frente a la Iglesia de Santo Tomás.
Y caminamos sus callecitas, y admiramos sus construcciones en piedra, y casi no podemos creer tanta belleza.
Lito emplea su globo amarillo para congregarnos, pero es fácil perderse en Toledo. Y convengamos que tiene cierta distinción y que no suena en el relato lo mismo que perderse en barrio Echesortu.
Nos acompaña Andrés en la caminata y charlando descubrimos que ambos vivimos en la misma zona.
Recuerdo a mi perra, Huan, y me imagino lo alegre que estaría saltando entre estas viejas piedras de las épocas de Carlos V y de Felipe II.
Hemos resuelto con Marta Julia, no cambiar la hora de nuestros relojes, para poder situarnos en lo que están haciendo nuestros amados distantes, por lo que a la primera pregunta reiterada: ¿Dónde fue que lo puse? Se va a sumar otra: ¿Qué hora es? Y nos va a sumergir en la situación de vivir a destiempo.
De camino al Escorial, pasamos por la barranca de “Los degollados” que rememora el lugar del asesinato por orden del sultán de su hija mora, enamorada de un cristiano con el que huía, cuando ambos fueron capturados por los soldados. Una triste historia de amor que dio lugar a la leyenda.
La visita al palacio, estilo Mudejar, enclavado en la Sierra de Guadarrama, está guiada por Pedro.
Refiere que uno de los reyes, eligió para que enterraran a su lado, a su segunda esposa, pues la primera: ”Hablaba mucho y se movía poco”.
Sumado a ese comentario y otros de igual tono, decido llamarlo Pedro Picapiedras por las cargas de misoginia, homofobia y sexismo de sus relatos.
Cuando en la tienda de recuerdos donde termina el paseo, le pido hablar en privado, me deja la impresión de una total negativa a escuchar algo que cuestione su discurso, de dudosa humor.
Empiezo a notar la composición del grupo. Está integrado por matrimonios, familias y grupos de amigas. Los matrimonios son diez, es decir veinte personas.
Hay un par de madres con sus hijas treintiañeras, otra con un hijo de cerca de cuarenta, y una que se acompaña con hijo e hija, adultos. Suman nueve más.
Y ya van treinta.
Otros componentes: una niña adolescente con su mamá (ambas de hermosos ojos azules) y dos amigas de ésta a las que ella llama tías.
Otro grupo de cuatro amigas. Varios grupos de dos. Y sueltas, solo Marta Julia y yo.
Un único caballero solitario y sesentón. Es de Chajarí y conversa incansable.
Somos así otros veinte integrantes.
El compañero de Chajarí relata cosas de su vida, una experiencia durante una cirugía en la que estuvo en riesgo de muerte, el sentimiento de volver a la vida desde un estado de paz inefable, lo que relata casi como milagro. “Lástima volver de esa paz” cuenta que se dijo en ese momento.
En suma, somos un total de cerca de cincuenta argentinos embarcados en este viaje que viene coordinado por Lito desde que partimos.
De todos nosotros, para hablar de Cesar hay que encontrar las palabras.
Encontrar las palabras más delicadas, más respetuosas y que expresen la mayor admiración por este compañero al que la motricidad pudo jugarle una mala pasada, pero cuya sagacidad, su chispa y su sentido del humor sitúan como el viajero más querido del grupo.
A la vuelta de Toledo, por la noche vemos el espectáculo de flamenco.
Una cosa notable de Madrid: no hay kioscos como los que nos salvan la vida cuando queremos una gaseosa, cigarrillos o caramelos.
Lunes 18 de mayo. Madrid, Zaragoza, Barcelona.
Viajamos a Zaragoza, surcada por el Ebro, a visitar la Basílica del Pilar. En el templo se conmemora la aparición de la Virgen, sobre un pilar, a Santiago, en el año 40. Lito nos enseña el lugar en que se conserva parte de la piedra de la historia.
Caminando por la nave principal, un papá, una mamá y su niñita, ingresan al templo. Son altísimos, negros color ébano y la niñita lleva el pelo peinado en colitas,
Cerca del templo hay cabinas telefónicas y tengo la inquietante experiencia de una llamada en que me escuchan, pero en la que yo casi no puedo oír. Corto con pena.
Marta Gil ha tomado la posta como guía del grupo. Nos acompañará en la mayor parte del recorrido. Es vasca, fuerte, con una bella voz. Para llamar nuestra atención dirá suavemente en el micrófono: “Hola, hola, hola…” casi como un arrullo, más apropiado que el “To, to, to…”de Gonzalo.
El conductor es Vicente y muy diestro. Podremos valorarlo a lo largo de este viaje
Nos encaminamos a Barcelona, patria de Miró, Dalí (por adopción), José Carreras, Monserrat Caballé.
Marta nos cuenta de Barcelona que es una ciudad portuaria.
Que derribar los muros que la circundaban fue un gran momento de su historia. En lugar de los muros se construyeron Boulevares, cuya etimología tiene que ver precisamente con eso. Camino en el lugar donde estaban las murallas.
En la recorrida llegamos al Mont Juic que nos recibe con su verde frescor. Rodeamos el Estadio Olímpico. Los Juegos del 92 marcan un momento significativo. El edificio es de 1929, pero la utilización exigió trabajos importantes.
El Art Noveau, con la utilización de materiales no convencionales como hierro o cerámica le dieron otra perspectiva a la construcción en la ciudad.
Los edificios de Gaudí, son hermosos. La casa Batlo es la que me seduce con sus símbolos. Pasamos por La Pedrera. Paramos en la Sagrada Familia, ese canto a la grandeza de Dios. Pareciera que no pudiéramos despegarnos de tanta belleza. Su construcción se continúa con los fondos aportados por la gente, por lo que se la considera la “Catedral del Pueblo”.
¿Sabrá Marta que en Rosario hay edificios representativos del Modernismo Catalán más puro, que visitan arquitectos de otros países para compenetrarse del estilo? El Club Español y La Sede son los mencionados.
Marta nos señala farolas y taxis como novedad, pero lo inusual para los rosarinos al menos, son los tranvías con fuelle.
En la Rambla el Monumento a Colón marca un hito. Caminando hasta la plaza Cataluña se atraviesan calles arboladas y la tentación nos convoca desde los puestos. Por la mañana caminamos por la Rambla y recorremos el barrio Gótico. Allí residió mi hijo durante el 2001, pensando en él, elijo un par de postales para llevarle.
En Barcelona paramos en el hotel Husa Vía Barcelona en las afueras, en una ciudad del futuro de calles silenciosas y vacías.
Me extravío en ellas, pero un encuentro con Fernando, Estela, Abel y Silvia me devuelve sana y salva.
En una conversación con Marta Julia, esa noche buscando más almohadas, me relata sobre la cirugía y la recuperación posterior. Viéndola tan saludable y dinámica me convence de la importancia de hacer de cada experiencia un aprendizaje a atesorar. Ha sido una suerte encontrar esta compañera de viaje.
Martes 19 de mayo. Barcelona, Costa Azul.
Paseo por La Rambla y el Mercado de la Boquería. En la entrada las confituras están dispuestas como joyas, como piezas de porcelana. Pero a poco, en los puestos de pescado hay cangrejos agonizantes que mueven sus tentáculos.
Despedida de una Barcelona que me hubiera gustado conocer más.
Partimos hacia Niza. Vamos hacia la Provenza, hacia la luz que tanto pintó Van Gogh.
La Costa Azul nos espera.
Niza como primera escala, el lugar que amaron los pintores como Tolousse Lautrec, Cezzane, Matisse. El siglo XIX descubriendo su belleza e instaurando sus playas como opciones para el jet set que favoreció su desarrollo y florecimiento.
En Niza paramos en el Quiria Nice Gare, frente al ferrocarril.
Algunos compañeros resienten el cambio a un hotel menos suntuoso.
Una dama a la que voy llamar La ardilla, que siempre está disfrutando de todo, rescata, con su capacidad de goce, el recuerdo de infancia, cuando de niña vivía frente a las vías y oía pasar los trenes.
Le encanta que le cuente de esta crónica y que en ella yo vaya a mencionar y subrayar su capacidad para celebrara con alegría todas las cosas, hasta las más sencillas.
Se refiere a paisajes y monumentos desde la admiración y el hecho de que todo lo valore me dice de su aptitud vital.
En el transcurso del viaje, hará gala de ello, y aunque a veces pierda cosas, como el maletín, o se olvide un cuchillo Toledano en el equipaje de mano, pese a las advertencias de Lito, no restan a su modo tempestuoso, regido por eso que mencionaba: su capacidad de gozarlo todo. Pienso que solo quien ha luchado mucho puede, como esta ardilla inquieta, vivir esas intensidades.
En la salida nocturna por Niza, hacia el centro, Marta Julia, mi compañera, que es la mayor del grupo, es requerida por un joven que la invita a salir, y del que ella huye despavorida.
Y también sucede que en esa salida, se ve asediado el más serio caballero de nuestro grupo. Y además de modo poco convencional: una mujer le toca el culo cuando pasa frente a ella. No podemos creer que tan correcto ciudadano suscite tan fuertes pasiones. (¿O la dama estaría jodiendo?)
Miércoles 20 de mayo. Niza, Mónaco, Venecia.
Seguimos hacia Mónaco, reducto de la Europa medieval.
Visita a fábrica de perfumes Fragonard. Allí nos enteramos que hay solo 150 narices (especialistas en diferenciar fragancias) que tienen una formación por 10 años y solo hay 3 escuelas para capacitarse. Que a las dotes naturales se suma la recomendación de evitar tabaco, alcohol y picantes que pudieran alterar su sensibilidad
Pasamos de las explicaciones a la posibilidad de llevarnos perfumes, cremas, jabones.
Tenemos un rato para almorzar, una de las compañeras pide en uno de los puestos una baguette que demora. Como plantea irse sin llevarla por dicha tardanza, el encargado le exige que pague o convocan a la policía. Así, sigue esperando por su baguette, pero cuando ya se la lleva triunfante, una gaviota mal avenida que estaba al acecho, se la roba y la lleva en el pico.
Las gaviotas monagescas son tan ladronas como no cabía imaginar, en ese entorno de palacio señorial y gentes tan refinadas. Sus mascotas debieran ser educadas en el código del respeto al turista.
Nuestra guía, Marta nos hace notar que el paisaje da para la poesía: “Cielo y mar se funden como los labios de los amantes en un beso”. El color azul se extiende para abarcarlo todo, hasta donde la vista alcanza.
Intento de telefonear desde área de servicio. No me gusta comer allí. Me parece comer plástico después de la larga cola. Con bandeja, cubiertos vaso, gaseosa, primer plato, segundo plato, postre, gaseosa. Haciendo equilibrio, rápido, encontrar un lugar, vamos que se hace tarde…
Partimos para la Lombardía: Ventimiglia marca el límite con Italia. Vamos rumbo a Padua, Verona y Venecia.
El hotel Albatros en Mestre, cerca de Venecia es del estilo del de Barcelona, pero más amplio.
Marta nos cuenta del plan de Marco Polo para salvar a Venecia de las mareas con que se inundaba.
Primitivo refugio de la gente de Padua de las invasiones bárbaras, se constituyó en vía de encuentro entre Bizancio y Roma. Ciudad puerto. La recuperación de los restos de San Marcos traído desde Alejandría señala un hecho trascendente. La basílica bizantina abruma con su grandeza. Mosaicos dibujando las imágenes como con un pincel.
No fue “La Serenísima” para nosotros, pero si fue lo esperado y anhelado.
Me queda una pregunta ¿por qué su emblema son los gatos?
Jueves 21 de mayo. Venecia, Florencia.
Desde San Marcos al Rialto, sobre el gran canal, seguimos los carteles indicadores. Casi me pierdo en las escalinatas. Volvemos a recorrer calles donde el arte y la belleza son lo cotidiano y para ellos y lo sorpresivo para nosotros
El paseo en Góndola nos sumerge en un film romántico. No falta ni la canción de Aznavour, ni el champagne. Solo que en vez de copa de cristal, es en vasito plástico, y en vez del gondolero apuesto, es un muchachito en vaqueros, lentes redondos y pelo enmarañado el que nos canta.
Marcaré el contraste entre ese escenario idílico con lo sucedido en el fin del paseo.
Los 400 puentes que unen las 18 islas delinean ese territorio mágico que fue República desde el 900 al 1800. Pero en esa república hoy parte de la “Bella Italia” pasan cosas. Primer choque con la realidad. En la Europa suntuosa los inmigrantes ilegales buscan un espacio bajo el sol.
En los últimos tiempos, senegaleses jóvenes organizados por algún liderazgo semioculto, buscan en la venta callejera un medio de vida. Como inmigrantes e ilegales ese espacio de la calle (espacio de sobrevivencia) es también espacio de huída cuando se acercan los carabinieri.
Ellos saben que no pueden vender, ni estar, ¿ni vivir?, pero están, viven y venden, pero fingiendo que no existen, que nada de eso sucede, y en el mismo juego perverso, la policía pretende que no los ve, los deja ser hasta el momento de la corrida y la huída. ¿Qué complicidad siniestra se juega entre ilegales, policías y turistas para que todos entremos en el juego?
La Europa suntuosa cierra sus puertas, más que asustada por la crisis, pero no evita que los desastrados del mundo se cuelen a costa de lo que sea, por una mínima posibilidad de supervivencia, huyendo de sus países empobrecídos.
No iba a caer en la pregunta implícita, pero no puedo resistir. ¿Empobrecidos por qué? Galeano tiene algo para decir: “No será que su desnudez nos viste y su hambre nos alimenta?”
Salida hacia la Toscana. Llegamos a Florencia. Hotel President, con bellos jardines.
Cena en un restaurante donde el mozo no acierta a recordar las bebidas encargadas. Después de repetírselas por tercera vez, Cesar, en complicidad con algunas compañeras hace el gesto del “helado en la frente”, ese que remite a un chiste cruel sobre espásticos, pero se usa para marcar cualquier falta en el otro.
Logro telefonear a Rosario y escucho las novedades.
Viernes 22. Florencia, Roma.
El mirador Miguel Angel de Florencia, nos da un pantallazo de tejas y cúpulas. Fue Capital de la República entre los siglos XV y XVIII
Marta nos cuenta de Florencia y su lugar en el Renacimiento. Leonardo (de la población Vinci) como exponente de la creatividad de la época. Bajo la protección de los Medici pudo desplegar su genio.
Pasamos frente a la casa de La Gioconda, caminamos junto al corredor Vasariano.
Florencia es una ciudad peatonal, un Museo al aire libre en la Plaza de la Signoría y en la Loggia con hermosas esculturas.
El Duomo se nos presenta en los colores de sus mármoles, rojo, blanco, verde. Se cumple allí lo que nos dice Marta: “la arquitectura como música petrificada”.
El Campanario fue obra del Giotto, la cúpula de Bruneleschi e hizo suspirar a Miguel Angel. Baptisterio, Catedral, Campanile en su juego de colores y magnificencia.
El Ponte Vecchio sobre el río Arno, en su despliegue de oro y piedras preciosas.
Pinocho de Calodi como emblema de Florencia
Visitamos el Mercado de la Paja. El Mercado de San Lorenzo. Otra vez venta de senegaleses, y cuestiones contradictorias de conciencia. ¿Cómo se concilia para quienes caminamos en la estrecha cornisa de las dudas, la fastuosidad de unos con la indigencia de los otros?
Hasta yo entro en el juego cuando me enojo por el vidrio roto del reloj que intentaba comprar. Ayer en Venecia me irrité cuando la policía perseguía a los vendedores ambulantes, hoy me irrito con el vendedor ambulante, que es apenas un chico.
En que medida somos parte de esta realidad en que rige la injusticia?
Presumo que si hiciera públicas mis reflexiones despertaría malestar en mis compañeros de ruta.
He advertido su composición: mayoría de edad madura, de poblaciones cercanas a Rosario, algunos con actividades ligadas al agro. El ambiente es cordial, no creo que se preste para mis especulaciones en este viaje al que ingreso como turista, aunque no me evita reflexionar.
Paro aquí y nos vamos a Roma.
Sábado 23. Roma
Los caminos, nos cuenta Marta, parten de Roma como los brazos de una estrella. De allí la frase : “Todos los caminos conducen a Roma”, Fue capital del mundo hace 2000 años. Se “devora a sí misma” según una amiga para referirse a que Roma se reutiliza a través de la historia en las calles y edificios, y el pasado está engarzado en el presente.
Roma. Visita al Vaticano. Recorremos la larga muralla que para acceder al Museo, tras el guía que nos acompañará.
Culmina en La Capilla Sixtina. Luego San Pedro en su majestuosidad.
Caminata por fuentes y plazas. Plaza España con su escalinata, La Fontana de Trevi rodeada de jóvenes, logro fotografiar a un punk de aspecto temible. Plaza Navona y El Panteón. Accedemos con el grupo entre multitudes apretujándose para ver, para sentir, para conocer.
Cena en el Trastevere,
El cansancio nos supera, ya no disfrutamos sino que cada tramo es sacrificial, siguiendo el decálogo del turista: “dejarás tu vida antes de renunciar a una visita”.
Los mendigos de la Roma Monumental merecen párrafo aparte.
He visto en el suelo, en posición fetal, a alguien envuelto en trapos, como si ya no esperara nada. Y otra vez la condición humana que nos interpela, aunque en el trajín de nuestro andar, seguimos adelante.
Domingo 24. Roma.
El buen sentido nos indica descansar.
Decidimos quedarnos en Roma y hacemos el recorrido en el colectivo que recorre la ciudad. Bajamos en Plaza Navona donde almorzamos. Le doy migas a las palomas amigables que se nos acercan. Por la noche cena con Abel y Silvia.
Parte del grupo fue Pompeya y Capri. Relatan los hermosos paisajes de la isla y la experiencia de visita a las ruinas.
Telefoneo y logro hablar con todos.
Lunes 25 de mayo. Roma, Pisa, Torino.
Viajamos hacia Pisa. Estamos en la tierra de Galileo.
Nos detenemos. La Torre, el Templo, el Baptisterio están en un campo. Para llegar hasta allí hemos atravesado una calle flanqueada por puestos de venta con las cosas más diversas. Vamos hacia un restaurante donde almorzamos en el patio, bajo una enredadera.
“Ya no compro más” la escucho decir enfáticamente a Marta Julia, para luego agregar en voz baja: “Hasta mañana, al menos”. Y su frase nos hace reír.
Algo se ha desatado en nosotras para que los criterios que sosteníamos de no engancharnos en comprar por comprar, claudiquen frente a las cosas bonitas y no tanto que vemos en nuestro andar.
Y parece ser un mal contagioso para casi todos nuestros compañeros.
Ya han incorporado otra valija a su equipaje. La mía está más gordita, pero resisto el afán hasta donde puedo.
En el amplio hall del hotel presenciamos la llegada de un contingente de japoneses, La coordinadora va hacia el mostrador y retira unos papelito. Los japoneses se sitúan en círculo a su alrededor, de pie y silenciosos. Ella va llamando por apellido, que siempre termina en “san” y el aludido se acerca retira el papelito que ella le alcanza, busca la llave y con ella en la mano sube con su acompañante a la habitación. Miramos asombrados tanta disciplina, nosotros que al llegar a un hotel, tomamos a Marta por asalto para arrebatar las llaves en medio del tumulto.
Luego de mediodía seguimos viaje y llegamos a Turín, paramos en el hotel Plaza. Turín es parte del Piemonte (pie del Monte), zona privilegiada en donde pueden pagarse 2500 euros el kilo de trufas (igual precio que el oro). Ciudad de las pitonisas y los amuletos. Ciudad de “El Borgo Medieval”, parque temático que alcanzamos a apreciar. Patria de Emilio Slagari.
Aniversario de bodas de Alberto y Mirta, compañeros del contingente: 45 años son años.
Martes 26 de mayo. Torino, Chamonix, París.
Vamos hacia los Alpes. Túneles y el imponente Mont Blanc marcando la ruta. Quedamos en Chamonix camino a París. Marta nos enseña a hablar cantando el francés.
Aprendemos las palabras básicas de saludo.
En el último puesto de venta compro un almohadón con una gata blanca para mi hija. Su gata de verdad tendrá una amiga con quien jugar.
Seguimos hacia París.
Ciudad de la luz, luminosa e iluminada en su doble sentido. Porque no hay rascacielos que oculten la luz, porque es proverbial su iluminación nocturna como fiesta permanente. Pero porque es también cuna del Iluminismo, lugar del florecimiento de artes y ciencias.
El Novotel Bagnolet Est nos recibe.
Miércoles 27 de mayo. París, Versalles, París.
El City Tour por París con Pilar, fue perder París.
El escaso tiempo que teníamos, se me fue en bufidos en el trayecto en que ella debía conducirnos para mostrarnos lugares.
Marta y Lito no pueden haberlo ignorado. Pero no intervinieron. Esperé que nos dijeran algo después.
Recorríamos calles hermosas, pero el discurso monocorde, disártrico y a destiempo, que se adelantaba o llegaba después de los lugares de referencia, hizo que se fuera creando un clima de malestar. Se escucharon protestas en el grupo.
Pensé que cada quien se gana la vida como puede y no sería yo la desalmada que cuestionara el desempeño de nuestra guía.
Pero pocas veces un grupo estuvo tan cerca de hacer de la plaza de la Concordia, otra vez escenario de la guillotina.
Si nuestra guía, la monolítica Pilar, registró algo de nuestra disconformidad, no fue lo suficiente para sentirse implicada en hacer las cosas de otro modo.
Por suerte, Marta nos había contado algo, cuando la noche anterior entrábamos en la ciudad. Edificios con bohardillas llamadas Manzardas, en honor del arquitecto Manzard, que las ideó. Ciudad del equilibrio. Surcada por el Sena. Ciudad de cielos grises.
Visitamos Versalles, su salón de los espejos concita la admiración.
“Luis XIV lo creó, Luis XV le disfrutó y Luis XVI lo pagó con su cabeza”.
Me atrapan tanto los dorados de la decoración como la gente que lo visita.
Sigo con mi cámara a un personaje de cuento, un mutante vestido de modo no convencional y filmando en los salones.
Los senegaleses de la salida forman parte del panorama habitual.
Cena en Montmartre y sus pintores y luego espectáculo de los espectáculos: el Mouling Rouge, con su historia de sofisticación mundana.
Jueves 28 de mayo. París.
Visita al Louvre, con la inefable Pilar, que ayer queríamos guillotinar. Esta vez se desempeña con más solvencia. Marta le ha hablado de nuestro disgusto, y además en este tema del Museo parece manejarse mejor.
Nos cuenta que llevaría tres años para recorrerlo. Nos detenemos en la Venus de Milo, en la Victoria de Samotracia, en la Mona Lisa.
Recuerdo las palabras de Marta; “Piedra o Museo, de ti depende”. Cuando la visita se alarga, y después de ver pinturas de Leonardo, decidimos irnos con un grupo de sublevados.
Me siento miserable mientras atravieso salas de magnificencia, huyendo del tanta historia acumulada en el Louvre, y tan agobiante. Buscamos la salida como fugitivos de la cultura y erramos el camino, hasta que aparece la calle salvadora.
Lito nos lleva a Notre Dame, y alguna promesa se cumple. Hay máquinas expendedoras de medallas. Por dos euros, la imagen de la Virgen y los tres deseos, por la primera visita al Templo.
Me encuentro pidiendo paciencia, tolerancia y humildad por primera vez en mi vida, lo cual marca una de dos cosas: O vengo siendo más buena, o estoy envejeciendo.
Luego es el río Sena con fina garúa como en una película. Voy siguiendo en el mapa los lugares mencionados, sola mi alma sola, en cubierta y bajo la lluviecita, pero en medio de norteamericanos y japoneses, que tampoco quieren perderse nada.
Tenemos hora acordada para visitar la Torre Eiffel. Nos han referido de ella que demoró en construirse 2 años 2 meses y cinco días. Trabajaron en ella 600 obreros y llevan 1500 los suicidas arrojándose de ella.
Sus mágicas luces se van a encender por cinco minutos a las 10 de la noche.
Después del ascenso hasta el segundo piso, después de mirar hacia los cuatro puntos cardinales tratando de encontrar los lugares conocidos, bajamos justo en el momento en que se encienden las luces, como burbujas.
Una de las compañeras se detiene a nuestro lado y con un pañuelo se seca los ojos.
Viernes 29 de mayo. París, Blois, Burdeos.
Autopista de la Aquitania Es en esta zona donde se va pasando del románico al gótico. Los vitrales además de dejar pasar la luz, se convierten en cronistas de vidas y sucesos.
Valle del Loire, “Valle de los Reyes y Rey de los valles”, nos dice Marta y yo le creo.
Castillos de Chambord, bellísimo y en cuyo parque ensayan y se florean hermosos caballos y no menos atractivos jinetes.
Nos detenemos en Blois.
Pero entramos en confusión al pedir el menú. Cuando pedimos el plato del día que dice “Tarta” ignoramos que nos van a acercar una hamburguesa de carne cruda, acompañada por un pocillo con un huevo, crudo también.
Ante nuestra expresión desolada, la moza se lleva el pedido y lo trae más tarde, discretamente cocido, meneando la cabeza, como una mamá frente a sus hijas caprichosas e inapetentes.
De torres de defensa en el siglo XI a castillos renacentistas en el XV. Marta nos cuenta la evolución que atravesaron los castillos del valle del Loire. Su ampliación y embellecimiento los convierte en lo que vemos hoy.
Estas tareas llevaron a Francisco 1ro a invitar a Leonardo en esta empresa.
Aquel Francisco decepcionado en amores, quien dijo:
“La mujer a menudo varía, desdichado quien en ella se fía”.
Sábado 30 de mayo. Burdeos, San Sebastián, Madrid.
Burdeos. Da nombre al color bordó. El río Garona la surca. Y gran parte de la economía está centrada en vinos y bodegas.
Las Bodegas de la zona están instaladas en fincas bellas como castillos.
El vino se considera como la piedra preciosa de un engarce: el menú.
El hotel que nos aloja fue residencia privada. Se llama Mercure Chateau Chartrons Bordeaux. ¿Qué tal?
Sucede que en París el cuarto de baño estaba separado en dos sectores, y esa mañana abro la puerta creyendo entrar en el baño y sucede que salgo al pasillo en camisón. ¡Ya no estamos en París!
Bayona en el camino.
Biarritz, pasó de palacio a hotel. Su planta desde el aire dibuja la letra E, de Eugenia de Montijo, requerida por Napoleón III y que ordenó esta construcción en su homenaje. “¿Cómo se llega a su corazón?” Cuentan que le preguntó. Y ella fue muy clara: “Solamente pasando por la Vicaría”. ¡Esas son mujeres!
Llegamos a San Sebastián, orgullo de Marta Gil, que queda aquí después de la despedida. La aplaudimos con genuina gratitud por todo lo compartido, Vuelta a Madrid.
Telefoneo a los míos.
Domingo 31 de mayo. Madrid.
Madrid. Vamos al Rastro y al fin en un puesto, me dicen algo así como un piropo. El hippie flaco que vende anillos y pulseras dice: “Hola corazón, adelante, que mi casa es tu casa”.
También caminando con Marta Julia escuchamos el homenaje de: “Adios, mis reinas…”. Aunque la monarquía venga medio alicaída, son palabras que levantan la autoestima.
Fernando me toma una fotografía con una túnica que le interesaba a Marta Julia, y cuando me paseo como modelo, amenaza chantajearme con la foto.
Almorzamos en grupo en Plaza Mayor.
Lunes 1 de junio
Viaje de retorno haciendo el balance de lo vivido.
Hemos tenido un aniversario de boda.
Y el día de la llegada era el cumple de Marisa y con él se completa otra celebración que nos une.
Balance
¿Qué turistas hemos sido? Desde nuestra fascinación, hemos comprando espejitos de colores, como niños en juguetería, hemos engordado nuestras valijas con recuerdos.
La mía parece embarazada, pero me he abstenido de la tentación de comprar otra, pese a la alegría de encontrar cosas para los amados que esperan.
He transitado por otros sentimientos ligados a la crítica que plantea que el Sur también existe, (como existen Asia, y África) ¡Gracias Serrat! Que esta sofisticación y esta suntuosidad que nos deslumbran son solo una parte de la realidad.
Somos representativos de una parte del mundo, pero dentro de nuestros países también somos parte de un sector. Somos representantes de esa clase media (media boluda decía Mafalda) y por tanto también culposos por las posibilidades que hacen de nosotros privilegiados.
Hemos dado alas al cumplimiento de este sueño, que como todos los sueños, a veces alcanza las dimensiones de lo anhelado y nos permite salir más sabios. Habiendo tenido experiencias inusuales, Habiendo trenzado lazos que se instalarán en nuestras vidas, por todo lo compartido.
Hay en nosotros, en todos nosotros, emociones dan cuenta de la intensidad de la experiencia.
Hay un balance que incluye todo lo vivido. La alegría del descubrimiento y la ansiedad por conocer. El miedo a perdernos y la admiración por lo bello que íbamos transitando.
En este balance entran la basílica del Pilar donde Carlos lloró, las nieves del Mont Blanc, las luces de la torre Eiffel, el Coliseo y el Mercado de la Boquería.
Hasta el champagne en vasito plástico en la góndola veneciana, la gaviota ladrona de Montecarlo y la dama irrespetuosa de Niza.
La broma en Chamonix, la primera cena en el Mesón de Madrid, la caminata en las callecitas del Trastévere y la hermosa reunión en Montmartre.
Hubo en Lito (que yo llamo Atilio por respeto a la investidura) una coordinación cuidada respetuosa, una guía amable y sabia en Marta
Un acompañamiento cordial en Andrés.
Gracias Lito, Andrés, Marta.
Gracias compañeros de viaje.
María del Carmen Marini- junio de 2009
26 dic 2020
Crónica del viaje a Europa 2009
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