25 dic 2020

Sobre educadores, abogados, fiscales y jueces 2019

 ROSARIO12
03 de agosto de 2019

LAS12
ROSARIO12
03 de agosto de 2019
Imputaron al ex fiscal que ordenó escuchas para su ex pareja
Desde peculado hasta falsedad ideológica
Son los cargos que se le imputan a este agente de la justicia que utilizó recursos del Estado para "porvecho personal".
Por Lorena Panzerini
Rodrígo ordenó escuchas con el sólo fin de controlar movimientos y relaciones de su ex novia.
A dos años de haber usado recursos del Estado para intentar controlar a su ex pareja, fue imputado el ex fiscal Fernando Rodrigo, acusado de escuchar ilegalmente a la joven -pasante del Ministerio Público de la Acusación- y a personas de su entorno. En la audiencia, la fiscal Natalia Benvenuto reveló que el ex funcionario de la Unidad de Investigación y Juicio, utilizó números de legajo de causas en investigación para solicitar las intervenciones de 12 teléfonos, entre agosto de 2016 y julio de 2017. Los resultados de las medidas fueron unos doscientos CDs con llamadas y mensajes de texto, que él mismo retiraba del organismo que las efectuaba. Los pedidos de intervención se hicieron con cuatro expedientes, a magistrados del fuero penal, con datos "falsos" y para lograr "un provecho personal". Peculado, falsedad ideológica y uso de instrumento público, fueron las figuras achacadas. Solo el peculado tiene pena de 2 a 10 años de prisión. En tanto, se espera que la Corte Suprema de Justicia de la Nación resuelva si el caso es competencia provincial o federal.
 
En agosto de 2017 el MPA de Rosario se vio envuelto en un escándalo: el fiscal adjunto que incluso fue parte de la Unidad de Violencia de Género, entre 2014 y 2015, utilizó el aparato judicial y estatal para una cuestión personal: controlar movimientos y relaciones de su ex novia, tras haber finalizado la relación; lo que implicó violar la intimidad de la joven y de personas de su entorno. El hecho fue advertido y denunciado por un empleado de la misma unidad que reconoció el número de su compañera en un listado confeccionado por Rodrigo.
El hecho fue advertido y denunciado por un empleado de la misma unidadque reconoció el número de su compañera en un listado.
 
Con cuatro episodios, la fiscal dio a conocer los hechos al juez Pablo Pinto y al imputado, cuya defensa pidió al inicio que no se haga la audiencia por no estar resulto el tema de la competencia.
 
La primera causa que usó el acusado fue por 14 hechos de robo calificado y privación ilegítima de la libertad, con un mismo modus operandi. El 25 de agosto de 2016 requirió cuatro intervenciones telefónicas durante 30 días. Uno de los número era el de su expareja y de dos personas que tenían amistad con ella. Días después retiró personalmente los discos de una oficina de calle Salta al 3500.
 
El segundo hecho fue con una causa por robo y venta de autopartes. En ese legajo solicitó tres nuevas intervenciones por 30 días, incluida la de su exnovia, las amigas (abogadas) y el padre de la joven, el 3 de abril de 2017. Para ello, "invocó falsamente" un informe de la policía sobre autopartes de dudosa procedencia. Además, ordenó que el retiro del material no lo hiciera la PDI, sino que solo él o quien autorizara. Antes de que transcurriera el mes, pidió la prórroga de la intervención.
 
En otras dos oportunidades -junio y julio de 2017- usó otros dos expedientes por venta de autopartes para solicitar nuevas intervenciones. En la primera solicitud eran siete números y, a los que ya eran de rigor, sumó los de los hermanos y la madre de su expareja.
 
Incidente. En la previa de la imputación, la defensa del acusado planteó que primero debería resolverse la cuestión de competencia. Es que en la causa hay un conflicto sobre qué fuero debe intervenir, ya que el organismo que regula las escuchas está bajo jurisdicción nacional, con sede en la Ciudad Autónima de Buenos Aires. Para Pinto, esa cuestión no suspende la investigación penal.
 
Historial. Con el inicio de la investigación Rodrigo tomó licencia y a los pocos días la Auditoría General de Gestión del MPA solicitó que sea suspendido preventivamente por el fiscal General Jorge Baclini, mientras se avanzaba la investigación administrativa. Sin embargo, el mismo día que Baclini resolvió el pedido, Rodrigo presentó su renuncia al gobernador Miguel Lifschitz. Por aquellos días, la fiscal ordenó allanamientos y secuestró material de interés tanto en la oficina como en la casa de la madre del acusado.

 
02 de agosto de 2019
La novela Cuaderno de V., de Virginia Ducler
Autoficción sobre el abuso sexual en la niñez

En su novela Cuaderno de V. (Mansalva), Virginia Ducler estructura el relato del abuso sexual cuando era niña por parte de su progenitor a partir de sueños, con sus condensaciones y desplazamientos. Pero, dice, es “tan real, se impone con tanta fuerza, que no hay metáfora posible”. El acusado la denunció por calumnias e injurias en los Tribunales de Rosario y es su hermano Federico, también abusado, quien asumió la representación de la defensa.

Por Sonia Tessa
 “Acá hay que romper todo. Acá hay un pacto de silencio que viene… andá a saber de cuántas generaciones, Vica. Nos destrozaron, nos despedazaron. Y encima nos hicieron creer que somos unos enfermitos, unos débiles mentales”. En la novela Cuaderno de V., de la escritora rosarina Virginia Ducler, las palabras están puestas en boca de Freddy, el hermano de la narradora, Vica: “Acá hay que hablar, nos prohibieron hablar ¿te das cuenta?”. La novela es una ficción nacida de las vivencias de la protagonista.
 
Hablar fue lo primero que intentaron Virginia y su hermano Federico apenas recordaron. El 3 de noviembre de 2016 enfrentaron a su padre y a su madre. Les dijeron que recordaban los abusos sexuales de él y la complicidad de ella. Ahora, celebran esa fecha como “el día de la Independencia”.
 
Ser escuchados. Eso es lo que quieren, subrayan que no buscan sanción penal. Virginia cree que se hizo escritora para poder “escribir eso”. Durante años, ella lo olvidó, y un día, cuando ya era adulta, su cuerpo lo recordó. Ese recuerdo fue como la pieza que acomodó todo el rompecabezas. El progenitor, abogado del foro penal de Rosario, respondió con una querella por calumnias e injurias, previa a la publicación del libro.
 
Editado por Mansalva, Cuaderno de V. está estructurado alrededor de los sueños de la protagonista. “La novela es una gran metáfora, el juez es una metáfora de mi padre, la madre muerta también es metáfora… Pero lo que no se puede metaforizar es el abuso, para eso no hay metáfora posible, es tan real, se impone con tanta fuerza, que no hay metáfora”, expresa la escritora.
 
La metáfora es transparente en la casa de Virginia. La anfitriona invita a sentarse en una silla de diseño, que tiene dibujado un cómic. El personaje de la viñeta dice: “Mi padre me cagaba a palos”. Ante la mirada de sorpresa de la visitante, advierte que “antes de recordar, siempre compraba cosas así”. Después de la entrevista con Las12, Virginia pintó la silla pero antes, durante años, ella se sentó allí.
 
Ella y su hermano hablaron largamente. De eso que callaron –eso que ni siquiera recordaban- durante décadas. Desde que abrieron la memoria, a lo largo de más de dos años, fueron y vinieron las charlas, los audios de whatsapp, una ebullición de recuerdos con necesidad de compartirlos.
 
En la vida real, el primero en recordar fue Federico. Virginia escribió la novela. “Me transformé en escritora para escribir eso. Eso se escribió solo”, dice Virginia, quien “a medida que recordaba, escribía”. La novela va y viene entre los sueños, la realidad, los recuerdos y el olvido.
 
Virginia había escrito algunos libros antes de Cuaderno de V., y considera que llegó a su voz como narradora con El Sol, una nouvelle publicada por la editorial Casagrande de Rosario. Eso le permitió contar su historia. “En la novela está contado cómo fui recordando, por capas, sensaciones que tenía de nena, pensamientos que me aparecían. Y fue un tiempo de mucha introspección. Todavía estoy de alguna manera en eso”, dice sobre el proceso de escritura.
 
Cuando la terminó, echó su botella al mar: “La mandé por un archivo por facebook a (Francisco) Garamona, pensando que ni la iba a leer. A la semana me escribe, me dice ‘Son las 3 de la mañana, estoy llorando, acabo de terminar tu novela’ Y que la quería publicar. Todo se dio naturalmente, no tuve que forzar nada”. Garamona es el propietario de la editorial Mansalva.
 
“Mi primer recuerdo, tal como aparece también en la novela, fue físico. Me fui al pasado, reviví una situación de los cuatro años, y después eso abrió como una puerta y ahí empecé a recordar y a medida que recordaba escribía y salió en forma de novela, pero si me preguntás cómo lo escribí no tengo idea de cómo lo escribí, porque escribí en trance esa novela”, cuenta Virginia, quien utiliza los sueños apara contar su historia.
 
“Bueno, la literatura utiliza los mismos mecanismos que los sueños que son condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia. Y eso está en la novela, es como un gran sueño, por eso no es totalmente fiel a la realidad. Los nombres están cambiados, como sucede en los sueños, pero sí los recuerdos de infancia y el modo en que recordé son totalmente fieles a la realidad”, afirma.
 
Desde que la novela salió a la calle, desde que su historia se hizo pública, Virginia recibe mensajes de otras chicas, sobre todo mujeres, que le cuentan sus propias historias de abuso sexual. “Está pasando algo con mi libro que me hace muy bien, porque mi tema deja de pertenecerme y es un tema de muchas mujeres y de muchas personas abusadas –porque mi hermano fue abusado y no es mujer-. Eso me reconforta mucho, salirme un poco de mí, porque una no es tan importante”.
 
Para Virginia, se trata de contar lo propio, con un hecho artístico, pero también sabe que su historia es una flecha en el corazón del patriarcado. “Si puedo aportar algo mínimo, a tomar conciencia, de paso… Porque no fue el objetivo cuando escribí la novela, porque el arte es arte. Mi novela es un objeto artístico, no quiero que se pierda de vista. Eso a mí me importa también. Es el resultado de un proceso alquímico y salió en forma de novela, porque es la herramienta que yo tengo. Pero si colateralmente sirve para tomar conciencia está buenísimo. No es un libro de autoayuda, obviamente, pero sí muestra la devastación que produce un abuso en un niño, es como una bomba en la psiquis de una persona, que va a tener consecuencias en toda su vida, en todos sus vínculos”, dice.
 
La entrevista va y viene entre la literatura y las vivencias compartidas con Federico, con el que siempre tuvieron un entendimiento profundo. Federico está más retraído, pero quiere hablar. Él –abogado como su padre, llegó a trabajar en su estudio- asumió la defensa de Virginia. Cuando el padre denunció a la hija, lo primero que hicieron fue ir a buscar profesionales. “Funcionó la corporación del fuero penal”, apunta Federico y aunque él no es penalista, sí se considera “especialista” en su familia, así que decidió ser el defensor de su hermana.
 
Virginia apunta que en las demanda por calumnias e injurias contra ella, el padre eligió un epígrafe que dice “Honrarás a tu padre”. “Nosotros nos estamos defendiendo. Él denunció a mi psicóloga ante el Colegio de Psicólogos, hay una persecución”, plantea Federico, que presentó una medida en el juicio llamada “exceptio veritatis” que consiste en demostrar que los dichos de la demandada son verdad.
 
Entre los argumentos del padre está la supuesta “drogadicción” de los hijos. “Él argumenta que somos drogadictos porque tomamos ayahuasca, pero no recordamos durante ceremonias de ayahuasca. La ayahuasca es una planta medicinal, no se puede ser adicto a la ayahuasca. Él en mi defensa pide análisis de sangre, para demostrar que no tengo sustancias tóxicas. Yo no consumo alcohol, no fumo, nada, nada”, se justifica Virginia.
 
Federico considera que la causa penal por los abusos sexuales está prescripta, pese a la ley 27206 de 2015, impulsada por la senadora Sigrid Kunath, llamada de Respeto a los Tiempos de las Víctimas, que plantea la prescripción a partir del momento en que la persona abusada en la infancia puede denunciar. Esa ley fue aplicada recientemente en Chaco, en una denuncia de una mujer abusada que fue abusada de niña, entre 1992 y 1995, por quien era su padrastro. Pero Federico cree que se aplica el principio de la ley penal más benigna.
 
Virginia y Federico no buscan la sanción penal. Quieren que su voz se escuche. “A mí no me interesa que él esté preso, porque ya esto que está pasando es una condena, la sanción social es terrible para él. A nosotros nos interesa hablar, nada más, hablar sin que nos interrumpan. Y lamentablemente tuvimos que llegar a una instancia judicial y hablar ante un juez, porque no había otra manera. En la audiencia conciliatoria que tuvimos pude hablar media hora y él no me pudo interrumpir. No me pudo decir ‘cállate imbécil’, como hizo siempre, ni gritarme, ni pegarme, ni enojarse. Hablé media hora y me tuvo que escuchar. Ya eso es una fiesta para mí, con eso estoy hecha. Es poquito, pero bueno, es así”, dice Virginia, que luego se queda pensando y plantea: “Si va preso, que vaya preso”.
 
En la novela, Virginia puede hilvanar muchas de las cosas que siempre padeció –mearse encima hasta los 18 años, entre otras- con lo vivido. “Mi vida, en general, era una gran confusión. El escenario en el que tenía lugar era una maraña en la que se mezclaban el espacio y el tiempo, las luces, las cosas y las sensaciones, lo abstracto y lo concreto. No sabía qué estaba bien y qué estaba mal. No había límite entre las personas y yo. En mi imaginación, cualquier cosa podía pasar”, escribe en Cuaderno de V.
 
V es Vica, no Virginia, y el nombre del personaje de la novela es Dziewica. Así se llamaba una prostituta polaca que trabajaba en Rosario. En las primeras páginas de la novela se traza una genealogía que podría ser una fábula, pero es real. El bisabuelo Salomón Ducler fue integrantes de la Zwi Migdal, la red de trata de mujeres que actuó en Rosario –y la Argentina- a fines del siglo XIX y principios del XX.
 
Las tropelías de ese bisabuelo son impronunciables en su familia, para el padre es una afrenta imperdonable, que recrimina a los golpes. Y eso no es ficción. Como tampoco lo es esa madre que ejerce una defensa activa del agresor: lo defiende diciendo que él quiere a sus hijos, que se desvive por ellos. Y al mismo tiempo se empeña en ignorar las huellas de los abusos. “Nadie dudaba, nadie podía ver a mi papá, las atrocidades, porque todos le creían al discurso materno, que nos decía que era un tipo que se desvivía por nosotros, un buen papá”, se explaya Federico.
 
“Una noche, soñé que mi madre le lavaba la camisa a la muerte”. Así empieza la novela. Para poder escribir lo ocurrido, Virginia tuvo que matar a su madre en la ficción. Es el inicio del relato. “Es una metáfora”, dice. En la vida real, está viva. “Esa mujer es especialista en sacar manchas”. Los ojos claros de Virginia se desorbitan. “¿Te das cuenta? Especialista en sacar manchas”, subraya.
 
Hablar fue siempre el deseo de Virginia y Federico. “Lo primero que hicimos cuando recordamos fue ir a hablar con ellos. Pero ellos cortaron toda posibilidad de diálogo, y tuvieron mucho tiempo… Pasaron tres años antes del libro”, apunta ella.
 
Entonces, Virginia pudo escribir. “Tenía necesidad de publicar la novela, era parte de todo este proceso, publicarla y sacarla a la luz. Es una manera de gritarlo y de desnaturalizarlo. Una parte mía todavía tiene todo esto naturalizado, porque el maltrato era algo de todos los años, era algo que nació conmigo, entonces… Lo tenía totalmente naturalizado y una parte mía todavía dice bueno... No es tan grave lo que te hizo. Entonces, yo estoy luchando contra esa parte mía. La mirada de los otros, la lectura de los otros, me ayuda a desnaturalizar eso, y eso es perder el miedo, porque todavía tengo un resto del miedo que tuve toda mi vida”, apunta la escritora.
 
Para ellos, recordar y hablar son procesos entrelazados. “Nada estamos haciendo desde el odio, queremos empezar a construirnos nosotros”, plantea la escritora, y su hermano completa la idea: “Se trata de sostener una verdad en el sentido de la identidad que tenemos, estábamos en el aire antes”.
 
Virginia asiente: “Estábamos hecho pedazos”. Y él plantea que fue “todo un pasado negado”. Entre los dos arman el rompecabezas. “Desde que recordé, siento que soy yo, que se juntaron mis pedazos, que no tengo que fingir nada. Me siento… una persona”, dice Virginia. “Viste la frase esa, que ahora la entendés, memoria, verdad y justicia. Tiene sentido ahora”, agrega Federico.
 
Con la aparición del libro, Virginia –y Federico- sienten que el apoyo recibido “es una especie de palmadita, igualmente yo lo viví con mucha soledad todo esto. Del libro se habla hace dos meses, antes de esto hubo dos años y medio en los que no teníamos un colectivo de actrices, un respaldo anímico, nada”, expresa él.
 
Virginia . “Creo que está bueno que se vea eso en la novela. El efecto devastador, sí, pero también me interesa mostrar que no necesariamente uno muere, que te podés salvar -acota-. Justamente, haciendo magia, trabajo alquímico.... Todos tenemos herramientas para hacer alquimia. Yo tengo la literatura pero otros tienen otras, y yo estoy convencida de que todos, todos tenemos herramientas, todos sin excepción”.


05 de agosto de 2019
Sometió a su hija de 12 años
Un abogado deportado por abuso
El abogado pasa por Migraciones en Ezeiza.
Un abogado de nacionalidad italiana que había sido condenado a diez años de prisión por el abuso sexual de su hija fue expulsado del país, informaron voceros de la Dirección Nacional de Migraciones.
 
El hombre, identificado como Gabrielle Rubbiani, tenía residencia permanente en el país desde 1974, vivía en la provincia de San Luis y había cometido los abusos en 2012, cuando su hija tenía 12 años.
 
Según las fuentes, la madre de la víctima realizó la denuncia dos años después, cuando tomó conocimiento del hecho, y luego de estar prófugo más de tres meses con un pedido de captura internacional de Interpol, el hombre fue sometido a un primer juicio abreviado por el delito de "abuso sexual gravemente ultrajante". En ese proceso, Rubbiani se declaró culpable y recibió una condena de tres años y medio de prisión, pero el juicio fue anulado por el Superior Tribunal de Justicia de la provincia, que ordenó la realización de uno nuevo.
 
Ese segundo juicio, realizado por la Cámara Penal 1 el 18 de abril último, finalizó con una condena a diez años de prisión para el abogado. A raíz de esa sentencia, la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, le canceló la residencia, ordenó su expulsión del territorio argentino y le prohibió el reingreso de forma permanente, agregaron los voceros.
 
Esa resolución instó al Juzgado de Sentencia en lo Penal, Correccional y Contravencional y de Ejecución Penal de la ciudad de San Luis para que dispusiera el extrañamiento del abusador, pedido que fue fue concedido el 7 de julio pasado.
 
 
Rosario12
09 de agosto de 2019
Continúa en prisión domiciliaria un vicedirector
Acusado de abuso
 
Con un pedido de pena de siete años de prisión, seguirá en prisión domiciliaria el vicedirector de la escuela bilingüe Nº 1380 Roberto Fontanarrosa. Javier B., de 44 años, fue detenido en junio pasado y la fiscal Nora Marull le achacó dos hechos de abuso sexual simple contra una joven asistente de cocina de la institución, ubicada en Pasaje 1816 y Circunvalación. Ayer, con nuevo abogado, el acusado intentó la libertad, pero para el juez Pablo Pinto los elementos acercados son "testimonios de concepto", que no alcanzan como contrapeso del testimonio de la víctima y otros elementos presentados como evidencia de cargo. El 19 de septiembre se realizará la audiencia preliminar al juicio oral y público. La defensa planteó que la denuncia estuvo relacionada con una cuestión de elecciones gremiales.
 
El junio pasado, Marull le atribuyó dos hechos a B., contra la víctima de 24 años: "Haber abusado sexualmente de la joven, el 30 de mayo, en horas de la mañana. Su accionar consistió en acercarse por detrás, bajarle la cabeza a la fuerza, besarla en la cabeza y pasarle la mano por los pechos; mientras con la otra le tocaba la espalda hasta llegar a la cola. Pasados 30 minutos, estando ambos en la oficina del imputado, donde se guardaban elementos de limpieza, haber realizado sonidos obscenos, tipo gemidos y tomarla de la cintura para preguntarle si tenía novio o estaba casada. Se acercó a la joven de una clara manera intimidatoria hasta quedar cerca de su cara", leyó sobre el primer suceso. La defensa dijo ayer que en ese hecho, la palabra "fuerza" no fue descripta por la víctima.
 
 
El otro, fue cometido el mismo día de la detención. "La agarró a la fuerza de la mano, obligándola a ir al baño, mientras le decía '¿vos tenés 24 años? Yo te voy a enseñar a besar'. Haberla besado contra su voluntad, mientras ella le decía que por favor se detuviera. Luego llevó la mano de la mujer a su pene, que estaba fuera del pantalón y de su ropa interior; obligándola a tocarlo. La situación se extendió hasta que el imputado escuchó la voz de una compañera de trabajo".
 
Para la fiscal, el caso es "grave", ya que se trata de una relación desigual de poder y porque la víctima es una mujer. También tuvo en cuenta que el hecho se cometió cuando "no había nadie en el lugar"; y consideró que el acusado lo hizo "abusando de su situación de superioridad", como dijo en la primera audiencia.
 
Frente a ello, presentó acusación por el delito de abuso sexual simple en concurso real, por los dos hechos, y pidió pena de siete años de prisión. El defensor protestó porque antes de esa presentación estaba por cerrarse un juicio abreviado. Sin embargo, no se llegó a esa instancia por el cambio de defensa.
 
Sociedad
23 de agosto de 2019
Julio César Castro fue suspendido en su cargo tras la denuncia de su ex pareja
El fiscal sobre delitos sexuales juzgado por abuso
En el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°8 se realizó la segunda jornada del juicio al fiscal general y ex titular de la Unidad de Investigación de Delitos Sexuales (Ufisex) Julio César Castro, acusado por los delitos de abuso con acceso carnal reiterado y lesiones leves agravadas por violencia de género, supuestamente cometidos contra su ex pareja en octubre de 2016 y en enero de 2017. El acusado, que se encuentra suspendido de su cargo y embargado, está, además, sometido a un proceso ante la Secretaría Disciplinaria y Técnica de la Procuración General de la Nación. En la primera jornada, la víctima, quien renunció a su rol de querellante por la angustia y el estrés que le generaba la situación, había pedido que Castro no estuviera presente durante su declaración. Las audiencias continuarán el miércoles y jueves de la semana próxima.
 
El debate oral, a puerta cerrada para el público por tratarse de un delito de índole privada, arrancó el miércoles con la lectura de la acusación y la declaración de la víctima ante el tribunal presidido por el juez Alejandro Sañudo y los magistrados Fernando Larrán y Fátima Ruiz López.
 
 
Al representante del Ministerio Público Fiscal ante los tribunales orales porteños, se le imputan dos hechos de violación y lesiones leves agravadas por haber sido cometidas contra una mujer y en un contexto de violencia de género reiterado.
 
En el pedido de elevación a juicio de la causa se constató que el relato de la mujer, que presenta signos de ansiedad, depresión y una autoestima lesionada por un maltrato verbal y un trato denigrante, "se encuentra integrado con precisiones y detalles de los episodios violentos que vivenció y a los que fue sometida".
 
Castro, de 57 años, a quien el Senado de la Nación le rechazó por unanimidad su pliego para convertirse en juez de Cámara, está acusado de haber "zamarreado" y "lesionado" un brazo de la joven que era su pareja, en un contexto de maltrato psicológico y verbal, donde los insultos eran moneda corriente. Y de obligarla por la fuerza a tener relaciones en dos ocasiones: una, durante un viaje a Mar del Plata, en octubre de 2016, y otra, el 24 de enero de 2017, en el departamento del fiscal, al volver de un viaje que hicieron a Tailandia.
 
Sin embargo, y aunque no serán materia de este juicio, estas no son las únicas denuncias que arrastra el fiscal. Fue denunciado por una de las empleadas de la Fiscalía General N°15 por acoso sexual y laboral, que ocurrieron incluso cuando la empleada estuvo embarazada. En ese sentido, el requerimiento de elevación a juicio sostiene que "debe ponderarse también la existencia de varios sumarios administrativos contra Castro en los que la fiscal federal Laura Mazzaferri, a cargo de la pesquisa, consideró probados cinco casos de acoso sexual revelando 'la existencia de un patrón de conducta por parte del fiscal respecto de empleadas o funcionarias mujeres'".
 
En la investigación intervinieron, además de la fiscal María Luz Castany, a cargo de la Fiscalía General 30, personal de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) y la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP).

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