22 dic 2020

De instituciones: Cementerios

 Al fin, el entierro de Hugo
 
Y hablando de cosas fuertes, el sábado estuve en el homenaje a Hugo M, desaparecido cuyos restos aparecieron en Avellaneda después de 34 años. Fue conmovedor. Era amigo de Marta (Redecilla) y la acompañé en el trance de leer las palabras de  recordación después de plantar el arbolito en el Bosque de la Memoria, y antes de llevar sus restos al Cementerio.
Las dificultades burocráticas que tuvieron que sortear son propias de una mezcla de Kafka con Almodovar.
Como no se les permitía tener los restos en la casa, (primera intención de los deudos: esposa e hijo) sino llevarlos al cementerio, empezaron los trámites. Para llevarlos al cementerio, la condición es que fuera a través de una cochería. Así tuvieron que contratar una cochería. Pero la cochería necesitaba certificado de defunción. Y no había, porque había sido asesinado y los asesinos habitualmente no dan certificado de defunción. Por otro lado en el cementerio también requerían constancia de exhumación del lugar del que venía. Pero no había tal cosa pues había sido enterrado en fosa común como N.N. Así que los intentos de entenderse con el Empleado Público fueron cruentos. Según dicen, era la versión masculina de Gasalla, recostado en la silla  con la camisa abierta sobre el pecho velludo con cadenas de oro, que socarronamente decía:  No, mamita, esto que me decís, no va a poder ser- mirándole no los ojos sino las tetas. Y dirigiéndose a un compañero de la oficina calurosa y polvorienta: - Cierto Cacho que no va a poder ser? (Esto relatado por las protagonistas). No había antecedentes en este cementerio del entierro de restos de desaparecidos encontrados, al menos hasta la fecha.
En fin, tras mucho trajinar y apoyados por los integrantes de Antropología Forense (Que habían traído los restos), por el Director del Museo de la Memoria, por una jueza muy cercana, consiguieron despejar los obstáculos. Hasta consiguieron que la ceremonia fuese en día sábado (en donde no permiten enterramiento de reducciones).
Y además sentaron precedente para que si se presentan casos como este ya sea posible que se autorice más sencillamente y sin tantos laberintos, todas las demandas.
Por eso cuando escuché de un pibito que habló de su trabajo futuro "enterrando gente" (por primera vez en la historia de las elecciones  vocacionales) tal vez se pueda tomar en cuenta, tal vez que pinte y se pueda pensar esa, como una tarea con la dignidad de los que trabajan en el Equipo Argentino de Antropología, que consiguieron, aún después de 34 años, que la familia de Hugo pueda rescatarlo de su condición de desaparecido, sepultarlo en un lugar al que se puede volver con una flor y terminar con el duelo pendiente e inconcluso.
En fin, que sea para cerrar heridas y aportar un mínimo consuelo.

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