También he encontrado, como he mencionado, semejanzas entre las angustias que ellos, los pacientes traían y las padecidas en lo personal, que a veces acarreaban intensas resonancias.
Recuerdo a un niño angustiado por las cosas que se terminan. Que ante cada cuestión que implicara un cierre, experimentaba un fuerte sentimiento displacentero. Si se terminaba un frasco de dulce, o una semana, o unas vacaciones, o a la vuelta de un paseo expresaba su dolor por eso, por el tiempo ido, por las cosas que se van para no volver. Me remitió a ese duelo permanente que es la vida, en la que constantemente estamos despidiéndonos de cosas, aun cuando eso sea necesario para dar ingreso a otras, y que yo experimentara tantas veces.
Resonancias como las que surgieron en un paciente respecto de la película Alien, que lo remitieron a lo oscuro y destructivo de sí mismo, también me provocaron sentimientos de afinidad, de poder compartir lo planteado.
La represión de la pena, de todas las penas que llevaban a aquel hombre a llorar sin saber por qué, que me hizo contactar con algo de mí, que él ponía en palabras, pero que yo recordaba haber experimentado y sentía como pertinente a mis propios afectos.
3 dic 2020
ENCUENTRO CON SEMEJANTES
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