En febrero de 1978 Mirta Barragán, detenida junto a Leonardo Sampallo, fue sacada de El Banco para parir. Se supo que su hijo había nacido, tal vez en el Hospital Militar. Mirta y Leonardo son desaparecidos.
A los tres meses, la bebé nacida en cautiverio, María Eugenia, fue llevada por un militar, Enrique Berthier a la casa de un matrimonio, Osvaldo Rivas y María Cristina Gomez Pinto.
Supo a los 10 años que era adoptiva, en 1989 las Abuelas habían llegado hasta ella, sin que en ese momento se pudiera determinar su filiación. María Eugenia preguntaba y obtenía respuestas diferentes.
“Todas mentiras. Siempre hacían hincapié en el tema del abandono…Ellos se ponían en el lugar del salvador. Es lo que sostuvieron siempre y lo que siguen sosteniendo. A pesar de todo, piensan que lo
que hicieron estuvo bien.”.(9)
En el 2001 (ya hacía dos años que no tenía contacto con sus apropiadores por el maltrato de éstos) se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y entonces le fue posible conocer su identidad.
Supo que la separaron de sus padres y que su familia la había buscado, desmintiendo las versiones de abandono, con las que había crecido. Es la primera nieta recuperada por las Abuelas en llevar a juicio a los apropiadores y al militar que la entregó, a raíz de la acusación a ellos y sus testigos de mentir sobre la apropiación.
“Yo te crié entre pañales de seda. Si no fuera por mí estarías tirada en un zanjón, mocosa caprichosa, hija de guerrillera tenías que ser para ser tan rebelde…era parte del trato que recibió de pequeña. En Conferencia de prensa María Eugenia expresó: “Se que la curiosidad de muchos los inclina a preguntarse qué siento yo hacia mis apropiadores. Puedo decir que no siento nada. Ningún vínculo emotivo me une a ellos. Solo me voy a referir a cierto sentimiento de culpa, que creo que en algún momento es inevitable sentir, puesto que la relación que diseñan los coloca en un rol “salvador”: en este sentido mis apropiadores sostenían que yo había sido abandonada. Hay un momento en que lo perverso de la relación, construida en esos términos se hace evidente: cuando comprobamos que el derecho a conocer nuestros orígenes implica develar el delito del que somos víctimas. Para mí prima mi derecho a conocer quiénes habían sido mis padres, qué había sucedido con ellos y conmigo.
…La pregunta es si una persona que robó a un recién nacido, que le ocultó que fue robado,… que lo maltrató, humilló, engañó, si una persona que hizo todo o algo de esto puede saber y sentir qué es el amor filial. Yo respondo que no, que el vínculo con este tipo de persona queda determinado por la crueldad y la perversión.” (10)
9- Victoria Ginzberg: “María Eugenia Sampallo Barragán, la primera en querellar a sus apropiadores”, Pág. 12, 17 de febrero de 2008
10- María Eugenia Sidote: “Hijas”, Para Ti, junio de 2008
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