5 dic 2020

La dimensión psicoanalítica en la obra de Emilio Rodrigué

Resulta fascinante emprender la tarea de adentrarse en la obra de Emilio Rodrigué, atendiendo a la vastedad de su producción, a las diversas facetas de la misma, a los tantos rumbos que a lo largo de los años fue transitando.
 Así, a la par de conceptualizaciones rigurosas respecto al psicoanálisis, encontramos sus búsquedas y hallazgos existenciales expresados en bella prosa poética, y también chispa, ingenio y humor en relatos testimoniales que tienen tanto de confidencia.
Todo esto desplegado en el tiempo de su larga vida y polifacéticos escritos. Su itinerario resulta zigzagueante y encontramos que retoma desde otros lugares, y nuevas sabidurías los viejos temas, contándolo todo con la frescura de una celebración permanente.
Y cuando digo todo, me estoy refiriendo tanto a su trayectoria en psicoanálisis, en que asume la valentía de la ruptura con las formalidades del academicismo, cuanto al relato de la historia de su vida en que la sinceridad llega a los límites insospechados de reconocerse como “psicópata doméstico” (tal como lo designara su sobrino Chamaco) y al fin, a la singularidad de su estilo literario, donde juega con la palabra y logra iluminarla y devolverla transformada, como cuando asevera “El absurdo con letra entra” dando una vuelta de tuerca a lo ya dicho, para hacerle decir otra cosa.
 
Emilio logra eludir la trampa de “escribir soso” hasta en los temas más áridos y comparte las reflexiones sobre sí mismo y el mundo con la misma generosa disposición.
Cuando algo lo inquieta o lo sorprende busca el aspecto literario, o la posibilidad de desarrollarlo más. Así supo escribir de algún suceso: “Da para un cuento”. De otro “Puta, hay que pensar en eso!” (¡nada menos que de la monogamia!). Llega a mostrar la descripción de una sesión por un paciente como  la circunstancia de “dos personas hablando”, y ello como algo promisorio sobre lo cual volver. También llega a señalar como subtema del manual que escribía sobre la búsqueda de la sabiduría, a la amnesia corporal de los “hombres atriles”, subtema que jerarquizará. Así lo leemos mientras se pregunta, propone y saca conclusiones.
Son ideas que esboza a medida que surgen, para que las sigamos pensando.
Va encontrando en lo vivido lecciones que nos comparte: Así La Casona, Ondina, San Mateo, Guarulhos, el Axé Opó Alfonjá pasan a ser lugares no solo geográficos sino escenarios de crecimiento.
 
La impresión durante la lectura de sus textos (desde su novela “Heroína” al monumental y en dos tomos “Sigmund Freud, el siglo del Psicoanálisis” y pasando por la narrativa de sus experiencias en ensayos novelados) es que aunque Emilio tenga al escribir, y siempre, interlocutores invisibles, el lector se siente interpelado. Y aunque finja en el texto estar dando indicaciones al linotipista, y aunque sus dedicatorias tengan ternura y originalidad, su escritura es siempre la de alguien que monologa y nos otorga el privilegio de escucharlo hablar,  pero que advierte acerca de lo necesario de sospechar de lo dicho y escrito por él, y con ello trasmite una sinceridad inusual.
Como si socarronamente nos advirtiera: -Mirá que no todo es así, no termines de creerme…. Sabiendo como buen tramposo que vamos a quedar capturados, pese a su aviso, en el anhelo de seguir leyéndolo, en la expectativa de ese plus que pone a sus textos, quien como él, escribe desde las vísceras,  desde cada experiencia inscripta como lecciones de vida, desde la aspiración de llegar a sabio y la certidumbre de estar jugando como niño,  en esa su vida vivida y contada como pocos pueden hacerlo.
Me encontré con Emilio a principios del 2007, en “El libro de las separaciones”, subtitulado “Una biografía inconclusa”, (Sudamericana, junio del 2.000). Desde allí quedé en la necesidad de buscar sus otros libros. Y aunque pronto y a través de su: “Sigmund Freud. El siglo del Psicoanálisis” (Sudamericana 1996)
, pude tomar contacto con la magnitud de su sabiduría, fue con otros de sus escritos que me motivé para escribir este comentario.
Traté de seguir un itinerario sus distintas etapas y vincular su obra y su vida.
Así el recorrido fue minucioso a través de sus ensayos y sus crónicas noveladas en los que da cuenta de sus ideas y afectos, en donde su escritura “explora un espacio que difiere tanto de la autobiografía como del autoanálisis”.
 
Valga este texto como intento de compartir mi entusiasmo con un psicoanalista que se muestra ante todo, como un ser humano con historia, con pasiones y con alegría.
 

1- Los grandes temas:

 PSICOANÁLISIS
Sus definiciones de psicoanálisis se reiteran a lo largo de toda su producción, pero sin dejar de aportar un matiz distinto cada vez.

Mi posición es la de psicoanalista. El psicoanálisis es mi perspectiva y mi enfoque. Por supuesto, también es mi limitación.  (1)
 
 …(intento) describir cuál es nuestra concepción del proceso analítico y cuál es nuestra finalidad primera: promover el cambio, el insight, el descubrimiento. Nos interesa más que nada el psicoanálisis como instrumento de conocimiento.(2)

 Pero aportará también:

Un trabajo científico tendría que ser más impersonal, con sobriedad en las palabras. Sí, les confieso que siento que estoy rompiendo las tácitas reglas de juego. Pero creo que hay que hacerlo. El análisis es una aventura sucia; no existe la asepsia de las emociones. (3)
 
El psicoanálisis opera sobre un saber posiblemente imposible, imposiblemente posible. Aparece el comodín en la baraja metafísica.
El psicoanálisis es esencialmente una técnica de meditación del otro que es uno. Son las peripecias de un encuentro. No nace en la torre de marfil. No se trata de una meditación individual adaptada a la clínica. Ella germina en el universo de la intersubjetividad. El psicoanálisis es un beso de lengua. No es menos, quizá sea más. Uno sale cambiado de practicarlo.(4)

 Repitamos: la meditación psicoanalítica no tiene memoria. Por un lado el psicoanálisis hace que el inconsciente devenga consciente, pero ese es un pre-requisito para que luego se olvide. La memoria es, por definición, la única propiedad psíquica que se puede extinguir. El psicoanálisis como disciplina que en el acto de recordar enseña a olvidar. (5)

 Y se lo lee protestar enfáticamente sobre lo inamovible de su identidad, al ser puesta en duda por Deleuze, cuando lo visitaba en Ondina y debatían sus inscripciones teóricas. Así dice:

Yo soy psicoanalista en todo lo que hago: escribo como psicoanalista, vivo psicoanalíticamente, psicoanalizo psicoanalíticamente y hasta en los Moteles está la causa Freudiana. Soy una máquina psicoanalítica. (6)

 Y respecto al autoanálisis iniciado en sus caminatas en las playas de Ondina dice:

Lo importante de la vida psicoanalítica es su propia formulación que nos lleva al mundo de los objetos internos. ¿Dónde está el interlocutor? ¿Qué lugar ocupa esta instancia que especula psicosomáticamente?
El montaje clínico sólo puede operar desde un espacio virtual    ajeno al objeto cuerpo y al objeto mente.
Nace una nueva instancia, entonces consciencia de conciencia, que va más allá de la mera ampliación de la conciencia…esta conciencia de conciencia, al presidir desde un sitial inédito, descentra la mente. Uno es hablado por ella… (7)

 
Y asume un tono zumbón cuando en  su “Carta a un psicoanalistas del 2.100” de “La respuesta de Heráclito” dice:

El psicoanálisis cambió a faz de la tierra. El pensamiento freudiano transformó el mundo más allá de toda expectativa, al punto en que podemos decir que el neurótico contemporáneo es una criatura inventada por Freud. El proyectó su propia neurosis en el planetario actual y ahí  reside buena parte de su genio: su neurosis le dio sentido a la nuestra.
Él modeló al hombre actual, pero lo modeló hasta un cierto momento y ese momento puede estar acabando. (8)

No deja de lado sus dudas, en las que podemos seguirlo, tanto respecto a la compleja índole de la tarea, como con respecto a sí mismo.
Respecto a la tarea:

Recuerda las palabras de un hombre de ciencia citado por Sourieau: “Si yo revelase el hilo de mis pensamientos, tal como se me presentan en el curso de una investigación, se me tomaría por insano.” Es este contexto irracional el que configura las circunstancias que interesan al psicólogo. (9)

 Del mismo tono es la reflexión vertida por un personaje de su novela:

Yo me pregunto doctor, yo me pregunto: ¿qué pasaría si alguien, un lego cualunque, estuviera presente, escuchando esta sesión? ¿Qué diría ese tipo? Diría, me corro la fija, diría que usted y yo estamos más locos que dos cabras –dijo Mortimer y escuchó la inevitable carraspera premonitoria.(10)

 También considera:

No recuerdo bien que crítico constructivo del  psicoanálisis, quizá fuera Julián Huxley, señaló que el analista  comprende mejor los motivos que los hechos.(11)

 Respecto a sí mismo

Yo, con 23 abriles llevaba tres años de análisis didáctico. Era muy chiflado. Ahora pienso que padecía lo que luego Erikson llamó Crisis de la Identidad, pero ni siquiera el rótulo existía entonces. Fui un paria psiquiátrico. Imaginate un gran rompecabezas que viene sin lámina. Huraño, feo, autista, muy inteligente (aunque ese es uno de los grandes enigmas), nadador meritorio, hijo de francés, nieto de un negrero del azúcar; ateo rabioso porque mi madre casi me entrega al seminario. (12)

 Y resulta de una lucidez implacable en dicho autoanálisis cuando piensa sus adicciones en vinculación con las instancias psíquicas:

Me han visitado tres adicciones: alcohol, tabaco y anfetaminas, en ese orden de actualidad.
Las anfetaminas son demonios consecuentes, cumplen lo que prometen: speed. Otorgan hipervigilia. Grandiosa perversión del superyo.
…Después vino la lucha con el cigarrillo, el gran vicio zonzo.
Si la anfetamina es la perversión del superyó, el tabaco es la superperversión del Yo. No te pone ni lúcido ni dormido ni alegre ni borracho. El tabaco te pone en vos mismo…
…Nada más lejos de las anfetaminas que el fruto de la vid. El vino es la leche de los viejos y la sangre de los jóvenes. El alcohol, como droga del Ello, maldita pero también sagrada. (13)
 
(con la marihuana) Había descubierto lo que suponía imposible: se puede burlar al superyó. Hacerle un corte de narices. Yo pensaba que todo superyó es sobornable, pero que no puede ser burlado. El superyó tiene su precio y es usurario en la cobranza…el superyó es un gran coimero, siempre se lo puede untar. Como organismo difusor de moral es, en sí mismo, lo más inmoral posible.
…La marihuana burla al superyó. Estaba ante una droga inédita que permitía alterar los estados de conciencia, sin levantar las heces del fondo. Marihuana, droga de la antiresistencia.
Diría más, a riesgo de pararme al pie de la pira, la marihuana como droga sublimatoria. Complemento vegetal que fija y articula el proceso de meditar… (14)

 En su descripción de sí mismo nos dice:

¿Cuál es mi delirio? Creo que tengo algo del delirio ajeno. Participo del autismo del Loco, la erotomanía del Lumpen, la certeza mesiánica de Felix. Súmese a la mixtura una pizca de psicópata domésticus. (15)

 
TRANSFERENCIA Y RESISTENCIA
 El despliegues de temas en su obra es inabarcable, pero vale señalar que hay algunos privilegiados.
Así en “Contexto…” resulta impecable el desarrollo sobre las diferentes maneras de concebir la transferencia.

(El) instrumento básico en el proceso analítico (es) la interpretación transferencial. Ello nos llevó a postular nuevos conceptos respecto de las transformaciones que se producen en la transferencia, concebida como un proceso, y la naturaleza de esa inducción denominada “el aquí y ahora”. (16)

…Strachey señaló que la interpretación transferencial es la única que efectúa cambios en el paciente. Acuñó el término de “interpretación mutativa” para  caracterizar la transformación que genera la intervención transferencial. Para Strachey la mutación tiene lugar cuando el paciente coteja la diferencia existente entre la imagen fantástica y arcaica que ha proyectado en el analista y el analista “tal como es”. Viene a ser, en último término, un proceso de rectificación de la fantasía por la realidad.
…Nuestra aseveración general es la siguiente: la transferencia es un principio básico de transformación de los procesos mentales, que opera a todos los niveles del suceder psíquico, siendo una manifestación del proceso de simbolización. Es una constante psicológica.
…(no obstante) Se puede decir que la situación analítica es la menos transferencial de todas las situaciones. Ello se desprende del hecho de que en todo análisis, y desde el “vamos” el analista al interpretar la transferencia que se está dando en cada momento, está rectificando el equívoco transferencial. En la medida en que se conocen las emociones, los conflictos y las modalidades y que se establezcan conexiones entre esas formas de sentir y los objetos primarios, la transferencia, con toda la lentitud del caso, se va resolviendo.
Propongo darle el nombre de “actualidad” a esta cualidad ilusoria, onírica de la transferencia en el encuadre analítico.  La llamo actualidad por varios motivos. Antes que nada para recalcar el hecho de que se da en la sesión –la realidad interna de la sesión- difiere de la realidad que impera fuera del consultorio…El campo de la actualidad transferencial tiene por universo esa virtualidad que es la disposición a transferir.  (17)

 Es respecto al valor otorgado a la palabra, subrayado en los párrafos precedentes, que  encontramos estas aseveraciones. Pertenecen a su obra “El contexto del Proceso Psicoanalítico” en coautoría con Genevive Tronquoy .
 
Retomará en primera persona el tema cuando cuenta sus experiencias con “El Dorado”, y  con Leopoldina.

En el pasado tuve grandes momentos clínicos, sesiones inspiradas como las de Dorado en “El paciente de las 50.000 horas”, donde se observa el poder de la palabra, momentos en que la gitana del inconciente marca las cartas…No dije nada especial en el laboratorio. Estaba presente, acompañaba, a veces con la mano en el pecho del paciente, respirando al unísono, sin apurar ni apurarme. Extraordinariamente simple y eficaz: mediando con la mano, la respiración, la atención flotante y la palabra.
Ello me lleva a retomar la vieja metáfora del psicoanalista como espejo…el psicoanalista usa su propia neurosis como azogue. (18)

 En cambio en otro pasaje:

Leopoldina me ignoraba…tenía esa sensación, totalmente cutánea de que ningún pseudopodio de su libido me tocaba. Las consecuencias no deben sorprender: yo me burrificaba, convirtiéndome en un analista insulso, sin chispa, ni genio. El lego ignora que el amor del paciente es el combustible que pone en marcha a todo el aparato psicoanalítico. Nuestra cocaína. (19)

 Y es en un texto particularmente testimonial :

Solo una vez un paciente me aniquiló…Me refiero a la vez que recibí el gran golpe que mueve el piso: el impacto psicotizante. Alguien dijo justo lo que no tenía que decir en el momento prohibido. Curioso que solo pasó una vez. Tenemos, al fin y al cabo, un par de talones de Aquiles… (20)

 Tal como en la ficción hace decir a su personaje:

“La conclusión más notable de esos servicios íntimos pagos, es que solamente una vez un paciente me hizo realmente mal. Fue el mazazo en la cabeza,  el salto a la yugular.
Pero piensen, en cincuentamil horas una sola vez, un puñado de palabras me afectaron profundamente” (21)

 ¿Cuáles fueron esas palabras? ¿Por qué tuvieron ese impacto?
Emilio  no lo reveló. Tal vez por pudor, y así es que quedamos frente a un enigma. Hubiera sido interesante cotejar aquellas circunstancias a las que él hizo referencia, con aquellas experiencias que todos atravesamos, que obran en una sesión para  perturbarnos, enmudecernos o impotentizarnos.
 
Así como en “El contexto…” hay una completísima referencia a la transferencia, y un desarrollo de los fenómenos de identificación proyectiva y proyección identificativa, que son desplegados en todo su estatuto teórico, en “La lección de Ondina” hay otra cosa que vale mencionar: un abordaje de la resistencia en sus múltiples formas.
Nunca encontré más atenta y minuciosa descripción de la que lleva adelante Emilio Rodrigué en este trabajo. Es como si se lo escuchara pensar en voz alta.

En los últimos meses usé la playa para pensar. Ahora voy a escribir.
En la línea de partida espera el enemigo. Se llama resistencia. Tiene mil caras, apáticas, engañosas, urbanamente cínicas, reactivamente solícitas. Una persona “en”  resistencia es lo contrario de un enamorado.
 
¿Por qué comienzo este manual con la historia de una cura milagrosa? ( La cura de Belén) No lo sé. Lo cierto es que la experiencia quedó olvidada, postergada, reducida a anécdota. Descubrir una veta de precioso metal y nunca más tomar el camino de los túneles. La resistencia ante lo extraordinario.
 
A veces la resistencia se presenta como desgana. Falta de energía, merma de vitalidad. Ella nos coloca en piloto automático, funcionando como si fuéramos nosotros mismos, pero en realidad estamos en Babia.
 
...Estoy nervioso…El culpable, no cabe duda, es el libro. El libro sobre resistencias como resistencia al libro.
 
…Toda resistencia, en su fondo, es miedo a la muerte. El hombre actual –el hombre urbano, alfabetizado, televisado- es un gran neurótico (siempre lo fue por otra parte
La resistencia como la inercia de lo que ya sé y creo ser.
…El centro habitual de nuestro punto de vista, como dice Lacan, el más sabido de los hijos de Freud en catar resistencias. (22)

 Me pregunto, en  esa resistencia a lo extraordinario que él menciona, y describe como “veta de precioso metal” desaprovechado, qué litigio se libró en Emilio entre la racionalidad más austera y la intuición prometedora pero descalificada. Intuición que finalmente dejó de lado, para lamentar después las posibilidades desdeñadas. ¿Y no estará describiendo un litigio que se libra en todos nosotros? Cuando dejamos a la deriva algo por ceñirnos a la asepsia y perdemos la posibilidad de explorar más allá ¿cómo opera la resistencia ante lo extraordinario?
 
UN APORTE ORIGINAL. LA BRECHA
 “El paciente de las 50.000 horas” abundará en cierta crítica al psicoanálisis y señalará sus discrepancias.
Su propuesta de achicar lo que él llama LA BRECHA, encuentra uno de los aportes más creativos cuando recupera algo: el hablar “no oracular” en la sesión, como genuino recurso. Aporte desafiante para tanta capilla ortodoxa, cuando objeta el momento que vive el psicoanálisis a quien describe empobrecido y estancado.

No existe el envejecimiento natural de las teorías.  Las ideas no mueren de muerte natural: son asesinadas por nuevas ideas o cometen suicidio.
Hay que indagar los factores específicos de inhibición, las contradicciones incompatibles y los elementos refractarios dentro de la teoría psicoanalítica. Encaro, entonces, el envejecimiento del psicoanálisis como un síntoma a desenmascarar.
 
En este trabajo me centro en la discrepancia entre la experiencia clínica y lo que luego se escribe sobre ella. Al abismo que separa la vivencia de la escritura lo llamaré LA BRECHA, es una falla para las ciencias del hombre, pero se vuelve particularmente nociva en psicoanálisis donde la palabra circula como la única moneda.
 
…Usted es una persona, yo soy una persona y hablamos”.
¿Por qué?- le pregunté.
El paciente reflexionó…y luego dijo que yo le parecía una persona que piensa y tiene dudas. Ahí termina la sesión que me dejó defraudado por ser un caso más de un paciente que aprecia algo por motivos erróneos. No le interesaba lo dicho sino la forma en que lo había dicho. Con todo pensé que el incidente de “dos personas hablando” era promisorio. (23)

 Esto está en coincidencia  con lo formulado, años atrás, a través de sus personajes en “Heroína”:

Seré  ingenua, pero lo que una persona realmente vive, ¿es realmente lo que nosotros describimos? Cuando Penny dijo que nosotros no sabemos lo que ella realmente siente ¿no nos está diciendo una verdad importante? Me temo que el término psiquiátrico le quita vida a la cosa viva. ¿Qué estamos perdiendo cuando hablamos de identificación proyectiva’
(Es que hay que estar en la pomada, gato.  Una monografía sin identificación proyectiva no es ecuménica. No pasa.)
 
Ahora…sueña. Y creo que eso se lo debe al terapeuta, no tanto por lo que dijo, porque a menudo nuestras palabras en sí no importan, si no por estar con alguien que reflejaba humanidad. (24)

 Aquí es como si pudiera seguirse el ritmo de sus asociaciones y la emergencia de un tema al que nos convoca a pensar con él, mientras se lo formula a sí mismo.
Se refiere al “incidente de dos personas hablando” como promisorio y da con ello la pista de pensar “las verdades” que porta el paciente , y las palabras que “reflejan humanidad” del terapeuta, como datos a jerarquizar.
 
Luego continúa en “El paciente de las 50.000 horas”:

La transcripción es un correlato de mi forma de trabajar, o puesto al revés, mi forma de trabajar se presta para ser registrada de tal forma que no se produzca una pérdida sensible de sentido. Me brinda un foro para hablar del psicoanálisis como experiencia clínica. Porque aquí no importa si mis interpretaciones fueron buenas o malas, profundas o superficiales, oportunas o no; lo que importa es mi pretensión de que lo dicho tiene sentido clínico para los psicoanalistas. Mi pretensión es que he estrechado LA BRECHA. (25)

 Expresa también sus escrúpulos para incluir esta “construcción de un lenguaje íntimo”, posibilitado por la fluidez del diálogo, señalando que esas consideraciones pueden ser estimadas como poco científicas. “Pero eso no les impiden existir”. Y respecto a la importancia de plasmar  por escrito los planteo agrega:

Se puede decir que el trabajo escrito es un agente que completa el proceso de cura y de ese modo adquiere la dimensión protagónica de ser terapéutico en sí mismo. De pronto se me antoja que es buen criterio de valoración de un trabajo clínico su cualidad de entrar (escrito) como cierre del proceso. (26)

 
OTRA SINGULARIDAD
 Esa singularidad se expresa en muchos momentos. Le abre primero a él y luego a todos nosotros para dar espacio a innovaciones como el concepto de “resto del sueño” en el libro en coautoría con Syra Yahin Lopes: Un sueño de final de análisis.

Syra venía hablando, de algo que llamaba Resto del Sueño, la marca que el sueño deja en la vigilia del soñante…me pareció importante constatar como mi resistencia, hubiese bloqueado lo principal, un hijo científico de nuestra tarea, una contribución al psicoanálisis. (E.R.)

 Pensar en términos de Resto de Sueño presupone una innovación, por lo menos en nuestra clínica inmediata. Una cosa es pensar vagamente en términos de  influencia onírica, otra es recortar un suceder específico que se manifiesta como resto articulado. (como) estructuras  y no (meros) estados de ánimo. Considero esta estructura postonírica como una contribución con aspiraciones teóricas. (Syra)

El analista vivía un problema relativo a la esencia del psicoanálisis…¿no será que este final fue por demás de bueno?
Por demás de bueno es aquel final que deja de serlo. El acto de finalizar el análisis eclipsado por el de escribir-un-libro-juntos…Si el libro proyectó su sombra en el final propiamente dicho…caben tres posibilidades: una terapia inconclusa, una supervisión perfecta o la magia simbólica del passe.  (E.R.)
 
La licencia poética ayuda para decir que el analista sucumbe a la embriaguez del encuentro de la asociación libre con la atención flotante. Encuentro que se urde en el telar de la transferencia. Y las palabras de amor son siempre vanas.
Las Grandes Sesiones son momentos fugaces más allá de las  resistencias comunes de todos los días. Vistos bajo la sobria luz de la supervisión, el dueto se esfuma como tela de sarcófago egipcio. (E. R.)  (27)

 Ignoro si aún hoy, a décadas de esta publicación, otro analista haya desplegado una audacia similar, permitiendo a la creatividad volcarse sin reticencias, y asumir una modalidad como la de la escritura de éste libro, que sin duda abre sorprendentes caminos en la exploración psicoanalítica.
 
MÁS PARA CONSIDERAR
 “La respuesta de Heráclito” trae un texto, “La respuesta de Heráclito Gomez” en dónde con sutileza replantea algunos dogmas y con ironía formula utopías, como la del “Hombre metonímico”.
El tono risueño no evita el sobresalto a quienes lo leemos.

Freud en Análisis Terminable avanza en la idea de que el psicoanálisis crea condiciones inéditas y que puede surgir una nueva forma de pensar, aunque no esclarezca en qué consiste esa novedad. Esa novedad fue el surgimiento el Hombre Metonímico. La mutación quedó parcialmente encubierta durante todo el siglo XX. Se trata de un cambio estructural del aparato psíquico por lo que ahora popularmente se denomina “mutación de la asociación libre”. Gracias a esta gimnástica mental el Hombre Metonímico escapa al cepo electrónico y el analizado recupera la plenitud de su elasticidad mental.
Esa salida metonímica se llamó la Reacción Terapéutica Positiva, RTP, Freud salvó la dignidad y excelencia de nuestra especie. (28)

2- Abrir la puerta para ir a jugar

 Diferentes de la seria formalidad de “Biografía…”, “El contexto…” y su “Sigmund Freud…” serán otros escritos. Aquellos en que introduce comentarios personales, reflexiones sobre lo que va viviendo y relato de experiencias.
 
Si hay alguien que da cuenta del espíritu zumbón de esta etapa de su producción es Hernán Kesselman cuando en el comentario a “El paciente  de las 50.000 horas” dice:

“En la oscuridad de la noche bahiana, a la hora en que los lobos aúllan, un candidato a psicoanalista, envuelto en negra capa, escribe con aerosol furtivamente en las paredes: “Si Freud viviera sería heterodoxo”. (29)

 En este período su producción que se había iniciado años antes y que sin duda refleja la amistad ¿encarnada? en los ladrillos de La Casona. ¿Pueden los ladrillos entibiarse para acompañar la gesta del grupo de amigos?

…la Casona era un arca…se tuvo conciencia de la necesidad de encontrar un refugio terapéutico en la amistad. No solo la amistad cura, también la cura amiga.
Me apena haber usado la Casona como sanatorio de convaleciente y no como un sitio para crecer. Creo que éramos los primeros en hacer de la vida una terapia y la gente nos daba por locos; lo que paradójicamente era una buena aproximación. (30)

 De esa época y esos intercambios es la idea de lucha contra la tristeza,  que más tarde describiría  así:

Sí, ya sé, el amor te mató, pero debiste salir antes de ese pozo. Ya sé, estabas inmerso en el cuerpo sin órganos de la melancolía, desde donde todo se detiene, pero…
Frente a este tipo de fosa hay que construir, con los materiales disponibles, una antifosa. El Emilio joven no sabía que hay que convertir a la ciudad en tu jardín, al diluvio en tu acuario. Para eso se precisa de narapoiauna especie de yudo existencial. Hay que usar la fuerza de la melancolía, en contra de ella misma.
El sabio debe vivir con rabia de vivir…la ira convertida en virtud. Hay que usar todo, hasta la muerte, como palanca de vida (31)

 Los Psicoargonautas, el grupo de amigos y colegas, co-gestores de lo vivido en La Casona, como espacio común en lo teórico, en lo personal cotidiano y en lo existencial, influyen en esta época. Su producción está impregnada de la relación con ellos. El vínculo con Martha Berlín es otro de los que motorizan un libro: “El Anti yo-yo”, escrito por ambos.
Es con ella con quien asume el desafío de escribir sobre sus analistas como si ellos fueran:

Gemelos asociando libremente, jugando en rueda libre con la más pura de las atenciones flotantes (32)

 También es ella quien lo estimula en la producción de su “Sigmund Freud, El Siglo del Psicoanálisis”.
 
El reconocimiento explícito de su cansancio por las rigideces ya había sido  descripto en una ficción : “Heroína”. Y su hostilidad por lo que llama “el  macartismo del encuadre” es explícito en “El paciente de las 50.000 horas”. Son textos complementarios en su espíritu:

Mi vivencia de hoy es que si yo mañana iniciara un análisis convencional,… me invadiría una sensación de pereza agobiadora.
Yo tendría que llevar otra vida para aceptar gustoso seis o más horas diarias de escaramuzas sutiles con pacientes neuróticos. Se necesita tener una casa, un perro y televisor, muchos años pasivos por delante, un estilo de vida donde la bonhomía sea el ancla de nuestras virtudes. Se necesitaría ser un analista domesticado del Barrio Norte, en la década del 60, para desenvolverse sin la amargura de una contradicción invalidante…Imposible escuchar y ser escuchado con la intensidad del rito y con la fuerza oracular de la interpretación que cambia un destino.
…Construimos una caracterología que valora el pensamiento reflexivo y que desconfía de la acción.
Me llama la atención la hostilidad con que estoy escribiendo. Expresa sin duda mi resentimiento hacia las dos décadas en que imperó en nuestro medio un “macartismo del encuadre”.
Estoy resentido en la medida en que me sometí a él.
Casi veinte años en que nos forzamos por construirán encuadre aséptico donde tanto el paciente como el analista entraban en un molde absurdamente convencional y desvitalizante. Época donde la experiencia viva del análisis era relegada por las consignas periféricas “institucionalizantes”. (33)

 Ante la relación intensa, íntima, torturada, tormentosa, que crece, semana va semana viene, entre el analista y el “enfermo mental” llama la atención que sean relativamente pocos los analistas que revientan, ¿o no?
Cuando lo hablé con Mimí, me dijo: No estoy segura de que sean pocos. Muchos analistas se vuelven locos pero mantienen la fachada, el cascarón cuerdo…los que revientan no se vuelven locos furiosos. Se alienan, se vuelven dogmáticos. (34)   

 La burla que impera en “El Anti yo-yo” respecto a la institución con la que rompiera es ácida. La remite su descripción de un trabajo científico, tal como imagina que debiera ser para ser aprobado.

Te voy a contar un secreto. ¿Me prometes silencio?
Se trata  de los trucos en los trabajos científicos de la APA. Breve curso de cómo escribir un trabajo sin dolor. Primero tenés que elegir un tema que esté más o menos de moda, algo que le guste a un par de didactas, mejor aún, algo que esté ligado al último simposio de la institución, mejor aún, algo que esté ligado al próximo simposio de la institución, Tengo una idea, dijo y puso un casette virgen en el grabador. Lo vamos a escribir juntos.
”Título: Contribución a la Identificación Proyectiva en un paciente con sabañones”. (35)

 En relación a ésto había relatado en su novela, el comentario de una sesión de la APA (desde su alter-ego, un presunto paciente):

Quería decirle que anoche fui a la APA. La APA. ¿Se recuerda?...Todo parecía importante como en los viejos tiempos, pero sentí que había algo raro. algo andaba mal, y de pronto la verdad se me cayó encima. Era un grupo de viejos…Cuando empezaron a pedir la palabra, pobrecitos, daban lástima. ..
Tuve pena y me fui temprano, antes que terminara la reunión. Bajé pensando y cuando salía, entraba una rata.
-Una que?
-Una rata. Se lo juro. Nos cruzamos en la puerta. Nos miramos un momento y yo dije: “-¿Así que vos querés entrar rata? ¡Estás loca! Mirá, eso de recibir enseñanza sistemática de Freud es relativo. Antes entrar daba prestigio, pero ahora, rata, es un quemo”. Se había hecho humo cuando se me ocurrió la pregunta clave: “Pero escuchá: ¿no es que ustedes abandonan los barcos?”…(36)

 Al fin de estas reflexiones también refiere una crítica y una autocrítica cuando recuerda  los tiempos turbulentos, respecto a los que hace una reflexión dolida: el penoso reconocimiento de esa Babel (nunca tan apropiada la designación de Babel) y el canibalismo subsecuente.

Cronicar las reuniones previas a La Ruptura…Recuerdo que uno se corría la fija de arañar la historia. Notable como con Plataforma  mi intuición se fue para el carajo. Justificar Plataforma es como justificar el canibalismo porque nos comimos como chanchos salvajes. Ves, Erica, éste es el tema emocional que no le quisiera dar al capítulo, aunque es cierto: nos comíamos vivos.
…se podría trazar un paralelo entre la APA y la Sociedad Canaricultora Argentina. Nos enloquecimos al salir de la jaula dorada. Perdimos la misericordia. Nos faltaba calle, pedana, baldosa y como Tarzán (el canario que fugó de su jaula) no teníamos la medida de los nuevos límites. Vivíamos empalagados de virtud elevando la postura revolucionaria en un siete y medio absurdo, donde no cabía la duda, el reparo, la agachada, ni siquiera la sonrisa. Era cuestión de quien tenía la poronga más larga.
Enfatizar que también fuimos al revés del canario porque él aprendió las artes de la guerra, nosotros perdimos nuestra única arma: la comprensión psicológica, nuestra profesionalización en Freud. Para Plataforma la plusvalía era más importante que un sueño. Repito, tiene que quedar bien en claro que renunciamos al uso de la psicología. Eso es grave.
Fue una pulseada entre los arquitectos de la torre de Babel, cada uno bajando línea desde las distintas lenguas. Estábamos muy rayados, mareados por la tormenta que habíamos desencadenado en nuestro diván intrapsíquico.
…En ese entonces todo era posible y estaba por hacer. No conocíamos los límites…Fue un gran pecado de soberbia…(37)

 
 OSADÍAS Y DESCUBRIMIENTOS
 Esta actitud crítica prevalece cuando relata su experiencia en Esalen y en Huatlua frente a San Mateo (Méjico), en donde de diferente modo su historia de ex psicoanalista didacta de barrio Norte, se filtra, pero en este caso para bromear sobre ese pasado que lo atraviesa y lo constituye, pero que él tiene el desparpajo de interpelar.
El suyo es un aprendizaje continuo, que nos comparte a medida que transita en el paso a paso de las experiencias.

(experiencia en Huautla, frente a San Mateo con hongos alucinógenos)
Empiezan los rezos en la pieza contigua, donde está el altar con el pato Donald. Una voz tonante, un tanto nasal, rezaba las Avemarías, y el coro, magnificado por el hongo, contestaba con tono lúgubre de letanía. Por momentos reconozco la voz de Jorge, más urbana y psicoanalítica que las demás.
La locura se presenta en el umbral de la ruptura. Escalofríos, posición fetal, carcajadas delirantes.
Estar bien plantado en la tierra sin afincarse. Esa fue la lección de San Mateo. (38)
 
(en Esalen)
-Soy psicoanalista –anuncio, y mis filtros y antenas captan las vibraciones del suspenso, como si estuvieran a punto de escuchar las confesiones de una gran prostituta.
Miro al espejo de cerca. Ahora lo miro en vez de ser mirado por él.
-¡Qué cara más extraña!- comento…
Me retorcía en la escuela cuando me llamaban Eslabón Perdido. Curioso, reflexioné, con el tiempo llegué a gustar de la animalidad de mi boca trompuda y naríz ancha.
En segundo lugar puntualizo, casi contrafóbicamente, gusto de mi pene. Lo tomo en la mano como si fuera una palomita (¡si me vieran los viejos colegas de la Asociación Psicoanalítica en estos momentos!). Grande, moreno, amoroso. Nada que ver con esos precarios pene albinos. Camino hacia la cámara…(39)

 Creo poder imaginarme su mirada cachadora cuando escribía sobre la voz “urbana y psicoanalítica” de Jorge en Huatla. Creo poder representarme el gesto tímidamente burlón mientras portaba su pene ante la cámara en Esalen,  cuando recordaba a sus formales colegas de la Asociación Psicoanalítica.
Debo confesar que son imágenes y representaciones muy interesantes.

3- Un psicoanálisis aplicado a sí mismo.

 “La lección de Ondina” lo muestra en otro camino, que él transitará, contándonos el paisaje y las viscisitudes de la marcha:

El manual comparte algo del solitario que soy. Este libro no es de técnica ni de teoría psicoanalítica, tampoco es una novela, aunque es el género que más se le aproxima: es un psicoanálisis aplicado a mí mismo. En eso mi escritura es novedosa: explora un espacio que difiere tanto de la autobiografía como del autoanálisis, aunque limita con ambos. El psicoanálisis aplicado no es autoanálisis. El análisis aplicado se aplica sobre el autoanálisis.
 
Estamos ante el espinoso problema de plantar un árbol genealógico que no resulte un rosal petizo. Mi rosal es bífido, como la estrella del aikido. Un pie es psicoanalítico. El otro es literario. Yo no soy un psicoanalista que escribe bien o un escritor con oficio psicológico. Soy una mutación, ese es mi delirio genético. Mi oficio todavía no tiene nombre.
 
Cuál es el delirio de este jubilado tropical? Tengo una respuesta fácil. Mi delirio es ser sabio. Este libro se confecciona en el telar mágico de los delirios. Pero mi locura, como debe ser, está en estado naciente, cuando Rodrigué aún no es rodrigueano. Delirio químicamente puro. Monto el potro diariamente en las playas de Ondina.
Comer el hongo fue importante como paso para asumir el delirio. Algo pasó en ese primer piso inconcluso. Ahí descubrí el poder  de mi raigambre sin raíces. (40)

 Y aprende de las pérdidas, como la muerte de Beatriz, donde cuenta las estrategias para sobrevivir, construyendo lo que llama sus burbujas protectoras. Tal como la narapoia fue útil en algún momento, en la época de La Casona, ahora escribe:

Tengo tristeza, tengo alivio. Lloro, como ravioles y camino la ciudad. Percibo claramente el funcionamiento de la burbuja autista. Ella es particularmente útil en estos momentos. Después de los 50 se corre el riesgo de reventar como un sapo si uno no anda provisto de ella. Están los muertos por enterrar, los adulterios por cometer y las plagas de Egipto. Consejo a todo cuarentón: construya su burbuja. Sea marxista-leninista dentro de una burbuja, sea demócrata cristiano en una burbuja ungida en agua bendita.

Este manual enseña a construir burbujas. Hay que usar los materiales disponibles. Se utilizaron (en mi caso) las adicciones, se destilaron las fobias, los 50.000 pacientes fueron reclutados, se salvaron princesas africanas, se cometieron folie á deux, hasta con la mamá. Uno ha sido escandaloso y la burbuja puede ser un poco chanta, fabricada por un Dios que primero fue hincha de River. Pero funciona.
¿Cuáles son los componentes de la burbuja? ¿Qué es lo principal? ¿Qué es lo secundario? Para aclarar este orden jerárquico: creo que Ondina, en mi caso es secundaria…(41)

 Empieza preguntándose:

¿Será la sabiduría la superación del conflicto? Pregunta básica. Casi la razón de ser de éste libro.

 Y termina respondiendo

Lo importante de la Lección de Ondina es que Ondina no es importante. (42)

 Es Hernán Kesselman otra vez quien piensa con él en la importancia del grado de entusiasmo con una forma de vivir. Y en esa  ilusión más cercana a la realidad misma, la respuesta.

La lección de Ondina, (está) escrito como una introducción personal a la sabiduría. La playa de Ondina fue mi placenta de sabio. Ondina caminada, corrida, nadada, lugar que a veces pienso como la universidad de las palmeras. (43)

También en Ondina incorpora el tema del cuerpo.
El descubrimiento y la utilización de la dimensión olvidada, postergada, ninguneada. Encuentra una metáfora singular y creativa para hablarnos de su tema y le da jerarquía en su manual de sabiduría:

Mi cuerpo lancha absorbe el desdén inédito que la cabeza irradia. Tuve rabia por tamaña injusticia…como si mi cuerpo quisiera ahorcar una cabeza que, a su vez, quiere ahorcar al cuerpo. La furca sube y baja por mi garganta que ha tragado ese alacrán bifronte. ¡Cómo se odian!
Cuerpo atril del gran libro psíquico.
La mente olvida que es el cuerpo. Amnesia corporal de los hombres atriles. Subtema del manual. (44)

 Es con pena y con gozo que comparte su nueva visión: pena por la ignorancia y el desconocimiento previos acerca de su cuerpo y gozo por el entrenamiento que lo lleva a adueñarse de posibilidades que había desdeñado.
 
Respecto al tema del erotismo, nos comparte:

Estaba terminando el manuscrito de “Ondina Supertramp”…el libro usaba el erotismo para hablar de lo que los franceses llaman la rage de vivre. El hedonismo como arte libidinal del hombre solitario en el otoño de su vida. Conciban el motel como huevo primordial donde se proyecta Eros con todas sus sinuosas dimensiones. Amor que da lo que no tiene con una sonrisa. (45)       

Y no tiene empacho de tomar enseñanzas de sus amigas, como Mimí Langer a quien debe su teoría de la jubilación a la que adhiere.
Cuando Emilio cumple 50 años, lo recibe en el club de los sabios. Huérfano de padres y con sus hijos crecidos, el árbol plantado y su libro escrito, lo invita a reinventar su vida y le dice:

Tu libertad es el gran premio de la sabiduría, dijo. Pero la libertad no es fácil, es una condición solitaria, nadie se apoya en ti y tú no te apoyas en nadie. Tienes más autonomía y menos responsabilidad.
Así hablaba Mimí Langer. (46)

 También señala la diferencia en relación a Mimí, su amiga entrañable en su modo de la referencia de lo privado. El proceso de duelo encuentra en la escritura su cauce para Emilio. (Tanto en referencia a la muerte de Noune, cuanto de Beatriz)

Y de pronto pienso en Mimí. Reincido en lo que ella no haría: testimoniar lo íntimo. Pero en este caso escribir para mí es darle sentido a una muerte. El método de la crueldad, además, da dividendos, con ese bisturí se traza la línea transferencial que permite sortear los laberintos de la histeria y del olvido. Corro, eso sí el riesgo de suponer que sé adónde voy. Una vez más, sólo sé que no se nada.
La veleidad pública es la debilidad privada. En casa de soprano, tapones de cera, la más ingeniosa variante en la moraleja del herrero neurótico. (47)

 Sobre el tema de la vejez da cuenta de sus reflexiones:

En Guarulhos vino un insight. Hay que aprovechar la condición de viejo, usar de las pocas ventajas que la vejez te da: cine por la mitad de precio, saltar la cola del banco. La clave es la siguiente: no hay que tener vergüenza de ser viejo. Asumirse viejo, con orgullo.
Para resumir, me sentí bien por dejar de tener vergüenza por ser viejo. Esa fue la principal lección de Guarulhos. (48)  

 De sus pacientes toma un par de conceptos: el de Gallinero zen,  (las inquietudes en el sótano del alma) y concepto de veradicida, que se autoaplica como escritor incontinente.
Pero deja en claro que no es de total y absoluto confiar en él cuando dice:

Todos tenemos un entrepiso de pequeños secretos inconfesables; absurdo bric a brac en el altillo. Grandes resistencias nimias. Mi escritura se nutre de ellas, como si los secretos  fueran historia fallidas analizables, lo que no es una mala caracterización. (49)

 Gracia me dice terrorista. Yo no soy terrorista en el día a día, en la feria y en el consultorio, pero soy terrorista cuando me pongo a escribir. Soy un “veradicida”. El término “veradicidio” fue acuñado por una paciente y significa una pulsión radical por lo verídico; decir aunque cueste lo que cueste. Pero, un momento, hay cosas que nunca diría y concuerdo con Nelson Rodrigues cuando dice “todo individuo esconde cosas que no confiesa ni al sacerdote, ni al psicoanalista, ni al médium después de muerto”. (50)

 Es Lourdes, en Bahía, quien lo introduce en el Brasil proletario, A ella le dedica “Ondina Supertramp”  y la refiere como interlocutora permanente,  con la que dialoga, enseñando y aprendiendo, como lectora perspicaz de sus textos:

Porque Lacan, Lourdes, fue un problema central para todo analista en la ruta del Psicoanálisis… que pasa por París, continíúa por Argentina, Brasil, México…y retorna a Europa vía Barcelona, subiendo con línea de puntos hasta Londres
Lacan fue, en un comienzo, mis Falklands…fue un dispositivo analizador, piedra en el camino que me llevó a todo un replanteo de todo mi meccano psicoanalítico…Lacan, Lourdes, es alguien que inventó una nueva forma de pensar. El se alimenta del pasado y lo renueva. Como Orumilá, al Orixá de las respuestas. (51)

 Si Lacán hubiera supuesto que alguna vez un “gurú tropical” transmutado psicoanalista del barrio norte,  iba a  cotejarlo con Orumilá…¿Qué hubiera pensado?
Puede sorprender que se describa contándola como lectora privilegiada y apelando a su criterio y sensibilidad para pensar cuestiones. Es revelador el fragmento en que reproduce una supervisión con Lourdes, aportando esta las más sutiles de las sugerencias.
 
Todo parece apuntar en la producción escrita de Emilio Rodrigué en esta área del psicoanálisis a una creciente flexibilización y sabiduría que surge con frescura y espontaneidad.
 
En “Gigante por su propia naturaleza” las experiencias vividas en el Terreiro del morro de Cabula, en San Salvador de Bahía, del todo nuevas y originales ponen a prueba su flexibilidad y capacidad para establecer relaciones entre temas supuestamente ajenos e incompatibles. El demuestra que pueden concebirse nexos y establece y describe estas relaciones  tal vez por primera vez en la historia del pensamiento. Así la lección de  ser menos pusilánime por lo vivido en una ceremonia (el Borí) es, según escribe, la lección del Axé que a él lo enriquece, pero ¿qué  podrá surgir de su aproximación al Candomblé Bahiano desde el Psicoanálisis y cómo podemos repensar su sugerencia de reconsiderar un tema: el de la persona desde el fenómeno de la posesión?
 
En fin, es con la experiencia del candomblé en donde establece analogías entre el inconciente y Exú ; entre la libido y el Axé, con tanta libertad de pensamiento como de acción cuando se trata de aceptarse sacerdote de Shangó. (El dios del trueno)
 
Y es capaz de establecer nexos, como el siguiente:

Lacan dice: “Si hay una imagen que puede representar a noción freudiana del inconciente sería la del sujeto acéfalo, sujeto que no tiene ego. Sin embargo es el sujeto que habla, por mantener todos los discursos insensatos de los personajes del sueño, los que justamente adquieren sentido de ese sin sentido”.
Exú como paradigma de la pasión. (Corresponde al diablo)
Exú como la pulsión del inconciente, portador de los discursos insensatos del sexo, aquel que habla desde otro lugar, llamado Las encrucijadas del Ello…(52)

 También aporta respecto a la energía :

Se me acaba de ocurrir que el axé puede ser el fluido que permite que el deber deseante circule. El axé sería la libido celestial. (53)

 Y se permite leer la idea de posesión, propia del culto del candomblé desde un lugar cuestionador del dogma de persona.

Alguien definió el candomblé  como el culto de los poseídos, en poético contraste con el cliché de que el candomblé es la sociedad de los desposeídos.
 
La manifestación divina directa problematiza uno de los dogmas culturales de nuestra sociedad: el dogma de la Persona. “El poseso – Mario Golldman- es un ser evidentemente unitario y, sin embargo, de modo paradójico, él es más que uno” .
La teoría de la personalidad no explica el candomblé, al contrario, la posesión puede llevarnos a formular una nueva dimensión del concepto de persona.
Hay que partir de lo siguiente: uno es más que uno, pero esos elementos no se adicionan.
 
La ciencia… intenta dar cuenta de todo fenómeno en términos humanos, exclusivamente humanos, sin la injerencia de más que uno…De ese modo la posesión queda explicada apelando al desdoblamiento de la personalidad…
Yo aquí repito que la noción de persona es tan ilusoria como la de divinidad…
Desde el lado del psicoanálisis concuerdo con Joao Ríos en afirmar que todos estamos posesos. Posesos por nosotros mismos . Ese es nuestro estado natural, presos en la furca de nuestro narcisismo: somos el lago que refleja a Narciso y los ojos de Narciso que reflejan el lago. Narciso es el yo, el lago viene a ser el Yo Ideal. No en vano Freud compara la neurosis con la posesión demonológica…Somos posesos sin saberlo (54)

SUS DUDAS
Otra preocupación es la de ser maestro, Maestro con la gran M. Maestría y paternidad, ahí las coordenadas de cruzan y yo si que ando a la deriva.
Hay que tener certezas para ser Maestro y yo soy un virtuoso de la incerteza. (55)

Hay cosas que nunca se pueden llegar a saber. Confirma mi idea de que existe un nivel donde somos una cosa y también lo contrario. ¿O será que sólo los autistas piensan de esa forma? ¿Comprenden el dilema donde el punto ciego quizá sea el evidente?  (56)

 
Cabe una última reflexión :
 
Emilio Rodrigué llega a plantearse con Pichón Riviere tanto para sí mismo, como para nosotros, nuestra tarea como la de un “cafisho de la angustia”. (tarea que parafraseando a Mafalda llevamos adelante y que a veces nos lleva por delante a nosotros)
Con esto da cuenta de una de las dimensiones de la cuestión. Pero también vale, cuando se dice un psicoanalista reivindicando su mirada, pero entiendo que vale más aún cuando reconoce que esa mirada:

Por supuesto, también es mi limitación. (57)

 Cabe decir que si es una limitación, es también una posibilidad, y reconocer con humildad:

No se puede pedir a un terapeuta  la genialidad continua, (él) es un mero artesano del alma (58)


  María del Carmen Marini- verano del 2009
 
 

1- Rodrigué Emilio: “Biografía de una comunidad terapéutica”. EUDEBA, 1965,
2- Rodrigué Emilio y Genevive T. de Rodrigué: “El contexto del proceso analítico” Paidos  67
3- Rodrigué Emilio: “Heroína”- Editorial Sudamericana. 1970
4- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
5- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría”. Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
6- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
7- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
8- Rodrigué Emilio:  “La respuesta de Heráclito”. Topía Editorial, 2006
9- Rodrigué Emilio:  “El contexto del proceso analítico” (con Genevive T. de Rodrigué) Paidos  67
10- Rodrigué Emilio: “Heroína”- Editorial Sudamericana. 1970
11- Rodrigué Emilio: “Biografía de una comunidad terapéutica”. EUDEBA, 1965,
12- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
13- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
14- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
15- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
16- Rodrigué Emilio y Genevive T. de Rodrigué: “El contexto del proceso analítico”  Paidos  67
17- Rodrigué Emilio y Genevive T. de Rodrigué: “El contexto del proceso analítico”  Paidos  67
18- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
19- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
20- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
21- Rodrigué Emilio: “Heroína”- Editorial Sudamericana. 1970
22- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
23- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
24- Rodrigué Emilio: “Heroína”- Editorial Sudamericana. 1970
25- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
26- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
27- Rodrigué Emilio y Syra Yahin Lopes: “Un sueño de fin de análisis”Ediciones Nuva Visión. Bs.As., 1991
28- Rodrigué Emilio: “La respuesta de Heráclito”. Topía Editorial, 2006
29- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
30- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
31- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
32- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
33- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
34- Rodrigué Emilio: “El paciente de las 50.000 horas”. Editorial Fundamentos, 1977
35- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
36- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
37- Rodrigué Emilio y Berlin Martha: “El Anti-yoyó”. Editorial Fundamentos. 1977
38- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
39- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
40- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
41- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
42- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
43- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
44- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
45- Rodrigué Emilio: “Gigante por su propia naturaleza”. Editorial Sudamericana, 1991
46- Rodrigué Emilio: “La respuesta de Heráclito”. Topía Editorial, 2006
47- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
48- Rodrigué Emilio: “La respuesta de Heráclito”. Topía Editorial, 2006
49- Rodrigué Emilio: “La lección de Ondina Manual (psicoanalítico) de sabiduría” Editorial Fundamentos. Madrid, 1980
50- Rodrigué Emilio: “La respuesta de Heráclito”. Topía Editorial, 2006
51- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
52- Rodrigué Emilio: “Gigante por su propia naturaleza”. Editorial Sudamericana, 1991
53- Rodrigué Emilio: “Gigante por su propia naturaleza”. Editorial Sudamericana, 1991
54- Rodrigué Emilio: “Gigante por su propia naturaleza”. Editorial Sudamericana, 1991
55- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
56- Rodrigué Emilio: “Ondina, Supertramp”. Editorial Sudamericana, Bs. As.1987
57- Rodrigué Emilio y Genevive T. de Rodrigué: “El contexto del proceso analítico” Paidos  67
58- Rodrigué Emilio: “Heroína”- Editorial Sudamericana. 1970
 

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