EL LUGAR
Mi vida transcurre en una cueva- caverna- consultorio durante muchas de mis horas.Tengo frente a mi sillón una ventana. Y ante la ventana, del otro lado, se levanta un muro que cubre las dos terceras partes de lo que puedo ver. En sus rajaduras y manchas puedo buscar y descubrir formas caprichosas que me dicen de faunos y montañas, de bosques y palacios. Hay una tercera parte por encima del muro que me muestra el cielo.
Así puedo ver pasar las nubes y saber si está nublado, llueve o hay sol. A veces por el muro pasa uno de los gatos desde el fondo hacia la calle, o vuelve de sus aventuras y yo lo miro pasar, mientras escucho a quien en ese momento desgrana sus historias. En algunas oportunidades, y según la hora y el clima veo volar pájaros por el cielo. Una vez un colibrí se posó en el marco por un momento.
A la cueva-caverna-consultorio llegan los relatos de los que buscan ser escuchados, y a su vez a oir lo que yo les pueda decir de lo que me cuentan. Historias de amor, de dolor, de incertidumbres, de miedos, de obsesiones, de logros, de descubrimientos. Aquí se gesta la parte de sus vidas en la que se confrontan consigo mismos, a veces se encuentran, a veces recuerdan, a veces construyen, a veces proyectan, a veces caen en la cuenta de...
Darse cuenta es lo que nos proponemos ellos y yo, y cuando lo alcanzamos siento que la tarea fue fructífera. Eso es lo que puedo darles de mí en este espacio y en este tiempo en que trabajamos juntos. Y ellos me traen relatos de sus mundos- a mí que estoy en el adentro de este lugar- y así he sabido de cosas que eran importantes y de las que tuve la primera noticia a través de sus relatos. Como hace mucho tiempo que llevo mi tarea adelante en este lugar es que aquí supe del mayo francés, cuando aún no se había difundido; de la muerte de Juan Pablo I, el Papa de la breve etapa, de la gestación de lo siniestro en nuestros años de plomo y de la angustia de las cárceles del proceso, también de las celebraciones que acompañaron al Mundial de fútbol y el carnaval desplegado en las calles. Aquí escuché sorprendida del terremoto que se inició en Chile y repercutió en nuestro suelo, de la insólita nevada aquella vez en Brasil. Y también una noche supe, esperanzada, de la puesta en marcha del cóctel para el tratamiento del H.I.V. que a la mañana siguiente leería en los periódicos. Y más recientemente tambiém aquí pude saber de las marchas antiglobalización que recorrían Seatle, Porto Alegre, Genova y Barcelona.
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