¿Y qué sucede con distintos períodos de tratamiento con el mismo terapeuta ?
¿Qué sucede con los pacientes que al cabo de años vuelven a consulta con nuevas problemáticas? En mi experiencia cuando un paciente vuelve, esa segunda oportunidad ilumina aspectos tan interesantes de su subjetividad, que pareciera que aquel primer período hubiera funcionado como aprestamiento para el verdadero despliegue que se da con la vuelta y que aporta riquezas insospechadas y profundizaciones imprevisibles.
Puedo recordar tres casos: el de Delia que en un primer período de tratamiento trajo la inquietud de su infertilidad y las dudas respecto a que caminos seguir. Su situación era de parálisis frente a las opciones y en la vida y en el tratamiento se la veía ambigua, desvitalizada y poco entusiasta. No era fácil trabajar. Volvió al cabo de varios años y fracasos en fertilización asistida, pero con una nueva disposición más jugada y audaz en la búsqueda de soluciones. De la persona apática y dubitativa que había conocido pasaba a plantarse desde una fuerza y convicción que me sorprendieron. ¿Había cambiado ella por los sucesos acaecidos en su vida? Sin duda, pero también aquel trabajo que hiciéramos y que quedara inconcluso, creó condiciones para que esta vuelta nos permitiera avanzar más y mejor.
Raúl hizo un período de tratamiento con un cuadro de angustia y en una etapa en que se efectuaban estudios a su esposa, luego diagnosticada con un Alzheimer. Se lo veía consternado y bajo la presión que implica la convivencia con una persona afectada por dicha enfermedad. El trabajo se centraba en las dificultades para procesar todos los cambios que sobrevenían al interior de la relación y a los sentimientos personales de impotencia y estancamiento que le generaban. Luego del fallecimiento de ésta –a quien asistió sin declinar en su solicitud hasta el final- volvió a tratamiento, y pese al duelo que lo embargaba pudo empezar a disponer de su vida, antes hipotecada en el cuidado de su esposa. Con esta mayor libertad se reconectó con una cantidad de cuestiones que lo fueron poniendo en marcha. Se vinculó a intereses que habían quedado postergados, y que retomaba recién ahora Y resultó en este segundo período de tratamiento como si se develaran cualidades que habían estado opacadas y lo mostraron en su vitalidad, inteligencia y capacidad de emprendimiento. Las sesiones con él, que fueran lentas y densas en el período anterior, se transformaron en oportunidades para el despliegue de sectores de su historia plenas de humor y creatividad.
Juan inició tratamiento a instancias de su esposa y todo ese primer tramo-como suele suceder cuando la iniciativa viene condicionada- fue como una puesta a prueba para la terapia. Así iniciada y sin que se hubiese establecido un vínculo de espontaneidad y confianza, yo me encontraba frente a una persona de inteligencia minuciosa, pero para quien, cada palabra emitida o escuchada en el contexto de las sesiones pasaba por un fino tamiz. Me sentía en una puesta a prueba permanente, por el modo en que examinaba y desmenuzaba cada una de mis intervenciones. Mi sentimiento era el de tener que avanzar muy cuidadosamente pues cualquier traspié lo hubiera auyentado de la tarea que aceptaba, pero a regañadientes y de la que hacía una evaluación constante. El trabajo terapéutico así medido y ponderado, era una especie de partida de ajedrez muy cerebral, pero donde faltaba la entrega y la conexión necesarias para avanzar en profundidad. Al año siguiente –y al parecer esta vez por propia iniciativa- Juan volvió a consulta. En el tiempo en que no nos habíamos visto le habían sucedido dos cosas importantes: había muerto su padre y había nacido su hija. Se produjo una metamorfosis en el estilo de trabajo, tan contenido y cuidado antes, hacia una mayor libertad y soltura y resultó mucho más fructífero. Otra vez cabe la pregunta: ¿había cambiado él en ese lapso?. Es muy probable, pero el haber establecido en el período anterior de tratamiento la plataforma desde la cual podíamos partir, creo que también influyó para que se creara un clima menos constreñido y más favorable a la tarea.
De este tiempo es el material que referiré, y que marca la tónica que habíamos logrado. Juan comentaba que tenía un sueño recurrente en el cual se veía caminando por un barrio de casas suntuosas pero antiguas y venidas a menos. Algunas construcciones le llamaban la atención y se detenía a mirarlas. Comentaba que en su sueño lo guiaba un interés por descifrar lo que ese barrio y esas casas significaban para él.Y el caso era que en vigilia lo acompañaba el sentimiento de que ese barrio existía en verdad, que él lo conocía y lo había recorrido alguna vez.
En una de las sesiones, se conectó tanto con esas imágenes, fue tan vívida su descripción que terminó la sesión diciendo: -Me iría ahora mismo a dar vueltas con el auto para buscar el barrio que le cuento.
La sesión siguiente la inició triunfal:-¡Lo encontré! ¡Es "La Piedad!" Acompañando a mi mamá al cementerio, me dí cuenta que las casas suntuosas pero viejas y descuidadas son los panteones sobre la calle principal. Iba de chico, cuando murieron mis abuelos, y ahora con la muerte de mi papá, y después de mucho tiempo volví.
¿Cuánto de mi querer saber sobre la muerte habré expresado en el sueño de las casas que no me cansaba de mirar?-
3 dic 2020
LA VUELTA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario