3 dic 2020

LAS ABUELAS

 Respecto de las abuelas he registrado las versiones más contrapuestas, según sus características personales y el lugar y relevancia que tengan en la familia.
Frecuentemente he tenido noticias de ancianas paralizadas en una especie de tiempo congelado previo a la muerte, dónde nada vital se expresa y en dónde los intereses se reducen a su mínima expresión. En dónde nada debe moverse de lugar para no producir inquietud.
La abuela de Liliana no permitía a nadie en su su cocina. Cuando accedió a que la ayudaran a ordenar encontraron en un frasco lentejas apolilladas, en otro harina con gorgojos y en la acitera olor a rancio. La abuela llevaba dos pulloveres aún en verano, y Liliana suponía que en ese estancamiento en que estaba sumergida vivía llena de ira, pero impotente de plantearla .
 
Diana vivía en una casa que era como un  Museo. Su queja constante pasaba por esa casa enorme a la que no tenía energía para ordenar, en la que no le era grato vivir, pero de la que tampoco podía desprenderse. Su casa era, según decía como una gangrena que avanzaba y le tomaba fuerzas, como una ciénaga que la atrapaba sin que encontrara  el modo de salir.
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 María guardaba en su habitación su historia y un mundo. Su vestido de novia en una de las sillas, que junto a la cama obstruían el paso. En otra silla (ya colmados los roperos por la ropa que no podía descartar) el de Comunión de la hija, sobre la cómoda potiches, frasquitos, velas. No cambiaba las sábanas por meses y las telarañas pendían de la lámpara. Cuando el médico debió entrar para asistirla se asombró de ese espacio revelador en el que María desplegaba su difícil trámite de vivir.
 
¿Cómo pensar este aferramiento a cosas inútiles? ¿Son vidas que quedan en la custodia de los blasones momificados de una época y una historia?
 En la acumulación de trapos viejos, bandejas de tergopol, bolsitas de plástico, tornillos, clavitos, frascos y cuanta cosa se pueda pensar ¿qué dimensión de la ancianidad se juega para capturar de ese modo lo vital, que queda así detenido en una trampa?
Como planteara respecto de sus abuelos una paciente: Estos ancianos viven en un panteón con freezer y TV.
 
Otro tema vinculado a éste es el de los Geriátricos en dónde sucede exactamente lo opuesto. El hecho es que en general dejan  poco espacio a los ancianos para sus objetos personales, y los incorporan a un régimen de funcionamiento en que lo individual queda subordinado.
En aquellas instituciones en  que se autoriza un mayor ejercicio de la autonomía y se fomenta un mayor despliegue de lo personal, más similares a un hogar, y en el que pueden ocuparse de las plantas o del cuidado de animales domésticos la vida parece más vida y  más amable.
Recordemos que si a la privación de capacidades y talentos consecuencia del envejecimiento se suman otras pérdidas (la del trabajo por jubilación, la del cónyuge si fallece, la de la casa si pasa a estar institucionalizado) todo el panorama se presenta como un anticipo de la muerte.
Así fue para aquella abuela de la que tuve noticias que no salió más de habitación cuando la nieta, con la que tenía un vínculo muy fuerte, se fue de la ciudad a vivir al Sur.
Y también para aquella otra que dejó de hablar desde que aceptó los pañales que venían intentando que usara desde hacía un tiempo.
No salir de la habitación, ni hablar, ni comer: desprendimientos que van marcando una actitud reveladora.
 
Pero hay otra manera de llegar a anciano/a y otra manera de atravesar esta etapa para que sea una etapa de vida y no una antesala de la muerte. ¿Tendrá que ver con el modo en que se vivió y con la cualidad de los vínculos que se establecieron?
Cristian dedicó su título, el primero de esa familia en alcanzar un diploma universitario, a la abuela que le compró la primera guitarra  eléctrica y a la siempre sintió conectada a sus intereses.
Adela y Eva, abuela y nieta, nacieron el mismo día. Tenían afinidades en su gusto compartido por plantas y pájaros. Y eran compañeras en las mateadas de la siesta. Por eso cuando a Eva le preguntaban: ¿A quién querés más : a tu mamá o a tu papá? No vacilaba en responder: ¡A mi abuela!
 
Marcela  también se refería su abuela como una persona muy significativa en su historia. " Ella era la que tenía tiempo para mi . Me peinaba para ir a la escuela y  tengo aún la sensación tan vívida de sus manos como si me acariciara".

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