Fue un encuentro significativo el que tuve con mis compañeras del secundario. Cumplíamos 50 años de egresadas y nos reunimos en el Normal 2, que fuera nuestra casa entonces. Me sentía muy inquieta por el acontecimiento, pues a la mayoría de ellas había dejado de verlas desde hace mil años...Sabía de algunas que declinaron la posibilidad de ir, tal vez asustadas por la confrontación que suponía volver a estar juntas, la melancolía que podía dispararse y sobre todo, encontrar en la mirada de las compañeras aquella de los 17 años y ésta de hoy, en armonía o en disarmonía?. Pero me dije que debía ir y no perder esa oportunidad que se me ocurría, iba a ser única.
De 40 fuimos 6 de mi curso (la cobardía espantando a la mayoría) y cotejamos historias de vida. Fue fuerte en verdad porque a todas nos pasaron cosas...
Las más dramáticas: la muerte del hijo de quien fuera mi compañera de banco, un muchacho sano de 30 años y abruptamente, a raìz de un aneurisma que lo llevó en segundos. Alicia es ¡concertista de castañuelas!, profesora de Jardín de Infantes, trabajó en eso 35 años y ahora es la que lleva en visita guiada en el Teatro El Círculo a niñitos de Jardín, de diferentes escuelas de Rosario.
El teatro "El Círculo" es maravilloso. Además de la sala principal, hay otras más pequeñas, pero igualmente hermosas, con frescos muy bellos. Las Catacumbas albergan la obra de un escultor, Eduardo Barnes que tiene una producción de arte sacro, además de las del Momumento a la Bandera. Allí están los originales y es uno de los lugares mágicos que vale la pena conocer.
Otra de ellas, Perla, que siempre fue alegre y que prematuramente perdió a su esposo y debió asumir la crianza de sus tres hijos, vino desde Buenos Aires a la celebración. Su familia y la mía se habían encontrado muchas veces porque éramos muy amigas.
Otra de las más cercanas, Ana María, es pediatra y vive sola desde el casamiento de su hijo. Ella y yo también compartimos muchas cosas entonces.
Delia se dedicò a la carrera docente y llegó a ser directora de escuela.
Y Graciela, que fue farmacéutica, fue la más retraída entonces, y la que más renegaba ahora de su obediencia. Porque todas comparábamos nuestros recorridos vitales con los de nuestros hijos y coincidíamos en que nuestra generación fue muy coartada en montones de cosas...
Graciela sobre todo hacía una autocrítica muy implacable por la vida no vivida y el acatamiento riguroso a tantas prohibiciones, algunas pocas sensatas y a tantas otras, absurdas.
En fin, todo un diálogo que pudimos desplegar, entre quienes nos habíamos atrevido al desafío.
2008
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