24 dic 2020

Magias

 1 - Cuando debemos elegir a quien se ocupe del cuidado de alguno de los miembros de la familia, prestamos particular  atención. Más aún cuando se trata de nuestros/as  hijos/ as. Poner en manos de alguien a la persona más amada, nos exige una confianza sin fisuras. A quién vamos a depositar nuestro bien más preciado? Por eso, cuando alguna colega me elige como depositaria de tal tarea, cuando me pide consulta para su madre, su hermano, su esposo, su hija, lo siento como un enorme privilegio y una enorme responsabilidad. Ha sucedido algunas veces, y cuando Susana le dio mis datos a su hija para que me viera, me sentí convocada desde lo personal y lo profesional para escuchar con toda mis capacidades, y para intervenir con el máximo de delicadeza y sensibilidad. Nunca se lo dije pero me sentí honrada con su confianza.
2 - Así había sucedido años atrás, cuando debimos orientar a nuestra hija, recién recibida, a buscar asistencia para sí misma. Y su padre y yo, barajamos nombres  y recuerdos. Y surgió el de Fernanda, que fuera nuestra alumna y se distinguiera por su capacidad y por su actitud. Fernanda además de haber sido nuestra alumna, fue la primera psicóloga con quien nuestra hija hiciera un trabajo de exploración subjetiva. Fue un tiempo, creo que positivo, en que mi hija fue afianzando su confianza. Además, el que un familiar cercano entre en consulta, lleva también a saber, que más allá de pudores y escrúpulos nuestra intimidad familiar quedará expuesta. Nuestros errores y aciertos, nuestros éxitos y nuestras dudas existenciales desplegados ante ese/a profesional elegido para acompañar las búsquedas de nuestro hijo/a. Lo cierto es que con Fernanda, quedó un vínculo de gratitud que se expresaba en los encuentros circunstanciales, de nosotros con ella, que se daban en el Colegio de Psicólogos, o en el local de Arte de Curar.
Fue en el Arte de Curar que nos encontramos años después. Allí supe de su afección, un problema de salud, que en ese momento estaba tratando con las terapias indicadas por la neurología. Le sugerí un abordaje que complementara ese tratamiento, y aceptó la posibilidad. Lo abordó con valentía y creo que la ayudó en su proceso de recuperación.
3 - La semana pasada supe que Susana requeriría, si se confirmaba el diagnóstico, de un tratamiento como el que llevaba adelante Fernanda, desde hace años. Y sentí que al haber transitado la experiencia,  hacía particularmente valioso el   hecho de que ellas dos pudieran comunicarse. Para que Fernanda pudiera contarle a Susana, la lucha y los triunfos, la esperanza y los logros. (*)
Así me encontré que la vida me ponía en este momento en contar con la palabra de aquella a quien yo le confiara mi hija, para iluminar a aquella otra, que me había confiado a mí su hija. En aquel tiempo yo confié en Fernanda, como Susana después confió en mí. Y ahora yo me sentía el nexo entre estas dos mujeres. El azar, el destino, la vida determinaba estos sucesos que me parecían impregnados de magia. Una red invisible y maravillosa que nos conectaba.
Por eso quise compartir a Susana el hermoso libro de Fernanda, el que pudo escribir cuando ya estaba embarcada en su lucha. Compartírselo como una puerta a través de la cual ella pudiera tomar contacto con alguien con más años, con más experiencia, que le contara del mundo que se abría a transitar, con sus riesgos. Pero también con sus posibilidades.   

M.C.M. julio 2019
 
(*) A mí me sostuvo en igual situación, cuando el cáncer de mama, el hecho de que amigas cercanas y queridas hubieran pasado y hubieran superado la enfermedad. Les agradecí que por su generosidad en haberme compartido su experiencia, yo pudiera afrontar el momento, en la certeza de que era posible salir de la enfermedad y de la angustia.
Les escribí con gratitud, porque ellas, al contarme su propia experiencia, y mucho antes de que yo tuviera que afrontar el diagnóstico, me sostuvieron en aquellos tiempos de incertidumbre. Si ellas habían podido remontar el temor y la angustia, me señalaban que eso era posible, también para mí


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