8 dic 2020

Me gusta preparar la Navidad

 El primer arbolito de Navidad que compré para Anahí es el recuerdo de un fracaso. Porque lo armé a escondidas para darle la sorpresa, y cuando ya estuvo listo sobre la mesa, festivo y alegre con sus globitos de colores y guirnaldas, la llevé upa a presentárselo y quedé a la expectativa de su asombro. Pero ella lo miro muy seriamente, desde sus  dos años y me dijo:- Bueno, ahora “prendei”.

Pero yo no tenía nada que prender porque el arbolito no tenía esa lucecitas que se encienden y se apagan.      

Me recordó al padre de Mafalda cuando le dice: -Te traje una sorpresa!

Ella dice : -Un televisor!

Y en el cuadrito siguiente se lo ve sentado en el suelo y deprimido comiendo algo, mientras dice:

-Nunca supuse que un chocolate pudiera tener gusto a fracaso.

De todas maneras me sigue gustando preparar la Navidad.

Implica sacar el arbolito del armario y ponerle ahora, además de los globitos de colores y guirnaldas, alguna de esas luminarias que cuando se encienden además son musicales.

Se pueden elegir entre los villancicos el más lindo.

Este año las perras (Huan y Lucien su cachorra) descubrieron que podían alcanzar la mesita donde lo apoyamos, así que al rescatarlo el árbol estaba tan aplastado como si se hubieran acostado encima con sus osamentas de dogas bien nutridas cuando lo arrastraron desde  el living a su cucha..

Pudimos recuperar muchos de los adornos y las lucecitas intactas. Ahora, rearmado y bastante digno pese a la aventura, lo escondimos para evitar nuevos estropicios en una habitación con llave.

De todos modos lo del arbolito es uno de los preparativos.

Solemos poner un pesebre adelante y un papá Noel al costado.

Todo eso es hermoso y se hace sin problemas.

Después viene lo de arreglar el patio con otras  lucecitas y por último buscar en la bolsa las guirnaldas para el jardín.

Esta vez había escuchado  que “la planta es a la tierra como el espíritu es al cuerpo”. Lo decía Analía y yo le creí.

En el jardín hay un muérdago que ha crecido mucho.

Pero este año, el 8 de diciembre cuando, como todas las Navidades tuve que poner las guirnaldas del jardín, para cumplir con la tradición, pensé lo de Analía, que dijo: la planta es a la tierra como el espíritu es al cuerpo, pero no pude dejar de preguntarme quién me manda y que hace una chica como yo en un lugar como éste, porque sucedió algo.

Me proponía adornar el muérdago, cada año más alto, estirándome hacia las ramas, y las hojas me rayaban las manos y los brazos.

Así que me pareció desencontrado del clima navideño el escuchar que alguien puteaba y puteaba al pincharse con las hojas del puto, puto, putísimo muérdago. Era yo.
2009

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