La represión de la sexualidad obturando el libre despliegue de la vitalidad y creando situaciones de sufrimiento insistió y aún insiste en la consulta, a pesar de los vientos de liberación que han creado un mejor clima para debatir el tema.
En mujeres formadas en criterios prenconciliares (mujeres que son maduras ahora), he encontrado cuestionamientos tardíos respecto a lo que fue la normativa respecto a anticoncepción. Leonor llegó a plantear que de haber dado con la posibilidad de pensar con menos obediencia, su familia hubiera sido otra y los conflictos correlativos también.
En otra mujer separada la necesidad de sofocar sus pulsiones eróticas le creaba intensa angustia e insatisfacción al entrar en contradicción con los mandatos religiosos que inhibían para ella todo ejercicio del erotismo. Rogaba envejecer para no sentir el dolor que le acarreaba su naturaleza de ser vital y sensible.
Una jóven rogaba el que sus anhelos sexuales disminuyeran por ponerla en contradicción con sus convicciones, que apostaban a una castidad que le era difícil.
En todos estos casos se trataba de mujeres que daban genuina adhesión a normativas sociales y religiosas que no podían desatender, y que les creaban serios conflictos.
Los cambios operados en las últimas décadas han permitido planteos más flexibles, y tal vez necesitan ser examinados desde criterios que consideren las demandas, a veces contradictorias que nos atañen como seres humanos en busca de una ética.
3 dic 2020
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