3 dic 2020

RAZONES PARA AMAR

  Entre las razones que las personas refieren para acercarse o iniciar una relación  he escuchado las más variadas.
Un niño de pre-esecolar señaló que había elegido a Mariela como su novia porque era la única del grupo que tenía una iguana como animalito doméstico. Frente a lo ordinario de perros, gatos, canarios y hamsters, era obvio que la mascota de Mariela resultaba la más original.
Un adolescente planteó que iba a romper un vínculo pués le interesaba otra  muchacha. Cuando indagué, me dijo que iba a empezar a visitarla porque tenía una computadora con programas novedosos e impresora color.
Un joven planteó sus dificultades en continuar su relación con una chica, porque venía el invierno y se le hacía complicado verla ya que ella vivía lejos y él padecía mucho el frío.
Y al fin, una joven que había entablado relación epistolar con varios hombres, con fines sentimentales, decidió conocer al que escribía mejor, con una redacción más cuidada y sin errores.
He escuchado describir el estilo y ciclo de las relaciones amorosas con una lucidez admirable. Desde aquella muchacha que comentaba:-"Sí, me tiene en su vida pero en los márgenes, sujeta a un montón de restricciones. Y de esa forma éste es un "amor bonsai" que  no se desarrolla libremente, sino que tiene su crecimiento entorpecido por los límites y así yo me estoy sintiendo mutilada.-"
Y otra: -"Seguimos juntos, pero comparo nuestro funcionamiento como el de un barco a vela. Nos movemos si hay viento...Está faltando el motor..."-
Los reclamos reiterativos más frecuentes en el caso de  las mujeres, pasaban por el reclamo de escucha y de palabras, sintiendo el hermetismo de sus compañeros (novios, esposos, amantes) como privación de lo insustituible, como privación de aquello cuya falta produce una suerte de desnutrición de la que es difícil volver.
Así: -"No me escucha, parece hombre..."-, o -"No me habla de lo que siente, se queda mudo..."-
O el comentario de una muchacha que ante el estancamiento del vínculo con su novio y decidida a plantearle un cambio, pero temerosa de los efectos lo expresó diciendo:-"Algo tengo que proponerle, no se si que nos casemos, nos mudemos juntos, o que por lo menos tomemos clases de tango..."
De ella también había sido la observación de que como protagonista de historias se podía pensar a sí misma como una extraña cruza de la Bella Durmiente, despierta bajo el beso del príncipe, de la Cenicienta atada al tizne de las cacerolas y de Caperucita engañada por el lobo.
 
La última de las aseveraciones respecto de los hombres la trajo una consultante cuyo comentario, durísimo no puedo dejar de reproducir: -"Casi no hay hombres, y en ese terreno lo que hay está hecho pelota..."- Se suma éste al comentario de otras mujeres de las más diversas edades cuyos fracasos en la búsqueda de un encuentro es un tema reiterativo.
Lo paradójico es que también los varones expresan la desazón cuando sus búsquedas de amor y erotismo se ven frustradas. Al fin el desasosiego ante la soledad constituye un universal de difícil tramitación, así como lo son las limitaciones del encuentro, que , por supuesto es siempre imperfecto.
Y es respecto a la jerarquización de este encuentro en la vida de los consultantes, que se han producido cambios significativos. Para quienes nos formamos en los criterios freudianos que planteaban como expresión de salud mental el "amar y trabajar", el logro de una pareja estable era meta innegable del trabajo psicoterapéutico y certificación de tarea cumplida. Actualmente la reflexión sobre la posibilidad de asumir en soledad las cargas del vivir es considerada tan como legítima como anteriormente  lo era el encuentro amoroso.
El ciclo de amores y desamores suele impregnar los relatos de consultantes y pacientes como tema prioritario, sobre todo para las mujeres, quien  siguen constituyendo el amor y la sexualidad como referentes identitarios. Amor y familia surgen insistentemente, así como en los varones junto a estos temas, los éxitos laborales y económicos concentran la mayor parte de preocupaciones y anhelos.
 
Una modalidad que viene registrándose con insistencia es la de aquellas parejas que luego de la separación y aún del divorcio restablecen su relación amorosa.
Se suma a las nuevas formas de unirse, sin una tramitación formal, (los novios que van a vivir juntos hasta que deciden casarse) esta nueva forma de separarse en la que los ex cónyuges, a veces en forma oculta vuelven a  verse con continuidad y recomponen de otro modo el funcionamiento como pareja.
También se reitera una forma novedosa de vínculo en que sin un rompimiento del mismo, los integrantes de la pareja optan por vivir en diferentes, pero cercanas viviendas. Comparten vacaciones y fines de semana, así  como la asistencia recíproca en casos en que sea necesaria. Se turnan para cuidar a los niños y cooperativamente resuelven las urgencias.
 
Un tema que suscita mi interés desde hace tiempo es la significación asignada por algunas parejas nada más y nada menos que al mate. En torno al mate se suscitan todas las posibilidades de aproximación o distanciamiento.
Así compartir el mate, me lo han relatado como modo de reconciliación y prueba de intimidad. Otras veces negarse a aceptar el mate ofrecido usado como signo de desprecio y rechazo. Incluso en algún caso verificar si el otro recibía el mate ofrecido, permitía establecer con este gesto una suerte de complicidad. Así como el compartir la bombilla, establece una suerte de fusión en lo que atañe al cuerpo, que debe ser aceptada, así también implica un abandono de la distancia en lo emocional. Tal vez por eso las parejas, pueden hacer de esta práctica un recurso para expresar sus sentimientos.
Igual sentido tenía para las generaciones precedentes el pasaje del trato de usted al tuteo como signo de intimidad y acceso a una mayor confianza.

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