26 dic 2020

Zuleika 3 Sobreviventes

 Comentario  de "Estoy acá. Mujeres sobrevivientes", autora: Zuleika Esnal.

Ella escribe a veces, y las cosas que dice quedan pulsando… Por ejemplo: “Si paso y no dejo huella, entones ¿para qué paso?” También les dice a las sufrientes “Ustedes hablan, yo escribo”, y sobre todo una verdad: “Sanar, me sana”. Sé que es cierto, como que “Dejarse agradecer también es humildad”
Y cuando cuenta que en primer grado: “Restar me daba pena; ¿Adónde van los numeritos que quitamos seño?” me hizo pensar, y tal vez sea una idea delirante, pero permítanme decirlo en este espacio, me hizo pensar en aquellas que han sido restadas de la vida, y  que faltan porque las mataron, o se suicidaron? ¿Son como los numeritos que le daba pena quitar? ¿Qué intuición había en esa pena?

El tema de la sobrevivencia

El libro como un gran friso, en el que se expresan historias de vida. Y también el relato de un encuentro con la escucha sensible de una mujer, a lo dicho por otras mujeres, y sobre todo, un encuentro de cada una de ellas con su propia voz.
Los testimonios ¿ 100, 8000, 80.000?, ¡el número no importa! nos confrontan con una verdad dolorosa, contada en primera persona. La de la indefensión de las niñas, y la de la crueldad de los  victimarios.
Ya sé que hay hombres solidarios, acompañadores. Ya sé que existen padres protectores, hermanos y esposos que hacen suya la causa de las mujeres.
Pero este libro habla de los otros. De los que violentan, atropellan y ocasionan daño. Cuesta pensar que sean tantos, y en la magnitud de su odio.
Y los testimonios cuentan del silencio generalizado ante esa violencia, que mata. Y de la voz que cuando llega escomo un abrazo, que permite vivir, y aunque la palabra sea escrita también abraza.
Los testimonios dicen también, de la complicidad de los que no escuchan, de los que no pueden, ni quieren escuchar.
De la desestimación de los que debieran prestar oídos: psicólogos ¿en primer lugar?, policía, hospitales, escuelas. De la negligencia, del ocultamiento, de la repetida desaparición de pruebas de la violencia. Y de las restricciones para dar el nombre del agresor. Laberintos burocráticos que también niegan justicia. Demoras tan prolongadas que convierten al agresor en un anciano deteriorado, amnésico, que en muchos casos  queda impune.
Los testimonios dicen de  aquellos casos en que semen, saliva no bastaron para probar el delito. En que la acusación recayó sobre la víctima: “loca”, “mentirosa”, “resentida”.
Y vale aquí la pregunta ¿quién es más culpable: el abusador o sus cómplices? El que no escuchó, no vio…o el que no quiso ver y oír?

Complicidades  en situaciones de violencia

De los profesionales, cómo es que la psicóloga que en vez de resonar,  increpa, que reta, que duda, que ordena?  La psiquiatra, que tal vez por impotencia, resopla impaciente?
Y sucede a veces, que la psicóloga puede decir en la comodidad de la consulta y ajena a la angustia: “hablá tranquila”, mientras la niña  piensa “pero a la que se le metía en el baño, era a mi”.
Aquella que dice a la madre “qué imaginativa es tu hija” cuando relata los abusos del hermano, atada a la teoría, pero ciega al sufrimiento.
Y la policía? Cómo es que actúa  el comisario que dice: “algo hicieron” ¿Para que el violento incendiara la casa, qué delirio puede justificar  y dar razones?
Los fiscales y juezas que manosean con sus preguntan: ¿Por qué no denunció antes?.
Y los Médicos que veían las marcas, pero no decían nada.
Y los vecinos que habían escuchado los golpes y los gritos. Pero “no sabían nada”.
El Colegio en donde las maestras no preguntaban nada sobre los cambios en la conducta?
Y es que ante estos dramas, la gente mira para otro lado. Cambian de tema. Es difícil resonar a tanto dolor: espanta. Pero hay un arma: El arma de la voz

Las víctimas

Niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, ancianas. Padeciendo repercusiones a largo plazo. Padeciendo y en soledad. Con efectos en sus vidas: adicciones, suicidios, afecciones a la salud física y mental.
Mujeres que dicen: “Nunca tuve a nadie …Si me escuchás un ratito”. Mujeres que escriben en situación de Desamparo. Con mayúsculas.
Tanto en familias ricas que cuentan haber vivido en: “Cárcel con pileta”, hasta otras que vivieron sumergidas en la pobreza: “El festejó con  un asado en mis 17 años. Había de todo. Yo no conocía la molleja”.
La sexualidad mutilada de tantas: “No sabía que era el orgasmo”.
Y las que viven con miedo, amenazadas en la casa, ella, la víctima, y la madre, y la hermana por el violento abusador. En constante pánico, ese que erosiona la propia estima.
Y las que parecen paradojas siniestras.:  Aquella, que harta de violencia, se cortó a sí misma y cortó al abusador con el vidrio que se rompió en la lucha ¡y que queda ella! con restricción perimetral vista como “loca peligrosa”.
 La que “cuando lo denuncié, mis padres no me creyeron, era un amigo de la familia, le dijeron a él y le tuve que pedir perdón”. Yo era para ellos “la loquita”.

Efectos

Todas estas víctimas vistas y nombradas como “locas”,  como “raras”.
Sus testimonios: 1 “Viste las películas donde el alma sale del cuerpo, así…yo miraba desde afuera”
2 “Apretaba los dientes cuando me lastimaba y dolía tanto. Era como no estar allí, hasta que terminaba”.
El ataque criminal,  además de arrasar el cuerpo doliente de la niña, es un ataque a la capacidad de pensar. Una defensa la lleva a desdoblarse, “despersonalizarse”, mecanismo que se ve en perturbaciones mentales graves. Pero que en estos casos hace a la defensa para sobrevivir y para no enloquecer.
Como estrategias para poder seguir, sintiendo no obstante la fractura de su historia, en que niñez y adolescencia fueron arrasadas.
Pero siempre vivir el silencio como lo peor. “Mi dolor molestaba”. Cuantas muriendo de aguantar ¿cuántas? “Fingía que estaba bien, para no preocupar …” para proteger  la madre o a la hermana.
En muchas, de estas víctimas violentadas otras devastaciones: Drogadependencia. Intentos de suicidio. Infecciones-
La que lúcidamente reconoce: “Yo salí de esa casa, pero sigo allí dentro”. Tal y como dicen los sobrevivientes de los campos de concentración.

Madres

La historia tristísima de muchas madres: la que fue asesinada intentando proteger a las hijas amenazadas.
Las otras, las que son cómplices
“La peor es la madre que sabe y no le importa” “Mi vieja no me hablaba, ni me miraba. Mis padres no me querían…te vas hundiendo”.
La madre que no la recibe, porque “no quiere problemas con su marido” O peor aún, la que acusa “Vos querés arruinar mi matrimonio?” Es madre la que le cerró la puerta?  
La otra abuela que lo eligió a él. Dijo “Solo es cariñoso” Y que pone en marcha una respuesta: “Voy a pintar a todas las víctimas, a todas las que asesinaron. Soy una artista de la bronca”. Reparación a las que no están. Sí, también hay una tracción a bronca que motoriza la búsqueda de justicia.

Y los padres

Los indiferentes: Padres que reciben a la hija violentada, pero no indagan demasiado. Como no queriendo saber.
La ruindad del que desconoce: “No sos nada mío. Un espermatozoide solamente”. El que la lleva a sentir: “Fui un error para mi padre”.
Aquellos que desafilian a la hija, al colocarlas en otro lugar, los que la abusan convirtiéndola en paria. Expulsada del vínculo que hubiera debido ser.

Hermanas

Entre ellas, las que se sacrificaron por las otras: “Me ofrecía yo para proteger a mi hermanita”.
Y las que por haberlo permitido, se culpabilizan.
A veces estas hermanas solo se tenían la una a la otra.
Y en casos, recién pueden surgir las confidencias después de huir. Lo que no habían dicho. Lo que callaron. Las que juntas y muchos años después, pueden celebrar la muerte del violador
El auxilio y la asistencia entre hermanas, como en los cuentos tradicionales. La bella sirenita, La mujer de Barba azul, Las mil y una noches. Hubo hermanas, en los cuentos y en la vida, que acompañaron e idearon estrategias para oponerse al opresor.

Victimarios

Padres, padrastros, tíos, hermanos, abuelos, amigos de la familia, vecinos, desconocidos.
Que apelan al silencio: “Esto es un secreto…” o intimidan:  “No vayas a contar, porque no te van a creer”, o “Te van a meter pupila”. Los que amenazan: “Si no sos vos, es tu hermana”.
Y los hombres que llegan después. Muchas veces a imagen y semejanza del que inauguró la historia de violencia

Y los hijos del poder

Viene bien recordar de dónde surge esa denominación y a María Soledad. Su asesinato hace años, puso en marcha resortes que se activaron, para marcar un límite a los señores feudales. Pero aún hay quienes encaramados en clase, cuna o contactos se sienten impunes.
Puede ser el agresor que afirma: “Si denuncias te destruyo” hijo de un juez y dueño de la situación.
O el abusador inimputable, sobrino de un político que a partir de su inserción se sabe protegido.
Como el estudiante rico, que por cuestiones de clase y etnia no vacila en el atropello ante la adolescente  boliviana.
También el músico o actor encaramado en la fama, desde la que atropella.
Después, a veces: Reacciones
En todos los casos en los testimonios se repite algo: el dolor. Desde el que lleva al suicidio, a la impotencia que mata de otro modo.
Pero hubo quienes pudieron. Amenazar con cuchillo, navaja, revolver en un caso, le bastaron a algunas para frenar el oprobio. Pero sí,  son tantas las asesinadas!
En situaciones, el absurdo de un agresor detenido y juzgado por robar, no por violación.
Hubo un Ingeniero industrial sorprendido y disgustado en su soberbia, al ser  denunciado por la que llamaba “negra de mierda”.
Y al fin, alguno detenidos por asesinato. Por asesinato ya cometido. Pero al menos, para evitar otros.
Es decir, todo el abanico de lo humano cruel en estos hombres, impregnados de la convicción de que pueden, de que es “normal” disponer de las niñas como presa. Emergentes de una sociedad que justifica, que apaña, que brinda coartadas.
Impregnados por la certeza, acuñada durante generaciones y generaciones que su lugar es ese, lugar conmocionado al fin. Por la palabra que nombra, por el gesto que acompaña. Por el “estoy acá” que tiende la mano y permite salir del silencio. Y tal vez eso sea lo más importante a subrayar.

M.C.M.  octubre 2018

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