26 dic 2020

Raices que dieron alas 2, 2010

 Estas páginas honran la memoria que es la raíz de la identidad y sentimiento del tiempo. S. Kovadloff (Prólogo)
Aquellos tiempos. En aquellos años, la vida era tranquila…Eran tiempos de sentarse, en las noches de verano, en los umbrales de las casas, mientras los mayores charlaban y los niños jugaban , en las veredas, a juegos que, quizás, ustedes hoy no conocen: rondas, estatuas, esquinitas…
…aprendí a gozar con las cosas simples de la vida. Sé que así como nunca nadie podrá imitar las maravillas que hizo Dios en la tierra, mientras podamos emocionarnos con la lluvia, las flores y toda la creación, no todo estará perdido, (32)
 …siempre teníamos un lugar para los nuevos inmigrantes que arribaban…No existía el “no tengo tiempo” o “no puedo”. Nacía como algo natural hacer el bien a sus semejantes. (74)

Dramas familiares  
…quiero contar el “contacto espiritual” de estos chicos que llegaban con el criterio de “hacerse la América” con respecto a sus padres y hermanos que quedaban en lejanos países. Estos jóvenes iban al Puerto Nuevo…iban porque reían que el nexo del agua era el puente que los comunicaba con el puerto de Beirut, desde donde habían salido. Llegados al puerto de Buenos Aires se ponían a llorar recordando a los padres y hermanos. Hablaban con el río para que llevara en sus ondas sonoras, los mensajes hasta sus familiares. Era la única ilusión que tenían: hablar con sus padres a través del océano.(36)
 Viajaron juntos consiguiendo, por suerte embarcar en uno de los últimos barcos que pudieron salir. Al poco tiempo estalló la guerra, y meses más tarde se enteraron e que todos sus parientes terminaron sus días en las cámaras de gas…(62)
 …La tatarabuela de Demian fue quemada viva en la sinagoga principal de Bialystok, junto a otros judíos, un día sábado …(67)


En 1912 y con la proximidad de la guerra del 14, mi papá se escapó con mis dos hermanos mayores…Emigraron hacia Argentina…Durante la guerra, los años de separación  fueron también de incomunicación. ..Durante once años, la familia estuvo sin saber nada uno de otro. Nos mandaron “la llamada”. Vivimos todos juntos. La convivencia fue muy difícil. Nos sentíamos divididos: por un lado papá y mis hermanos qu e habían llegado antes, hablaban castellano y árabe. Mamá y el resto de la familia (los otros seis hijos) que veníamos de Siria…Se formaron dos bandos. Nunca pude volver a Siria. (91)


A los 4 años comencé a concurrir al jeider…tanto a la ida como a la vuelta éramos atacados por los goim que nos reconocían como judíos por el pelo oscuro. Yo defendía a mi hermano, que a pesar de ser mayor era más débil. Cuando cumplí 20 años comencé a preocuparme…Muchos amigos hablaban de emigrar…embarqué hacia la Argentina en 1928 en el buque “Arlanza”. Cuando ya estaba en la Argentina, con el dinero que ahorré mandé pasajes a mi hermano pero no quiso venir. Fue víctima del Holocausto (117)
.La huida como un lapso de pesadillas que duró seis años en el almanaque y una eternidad en mi biografía. El miedo compañero de viaje, inseparable. Siempre incierta.
. Rednish (no hables) como mensaje al esposo preso, en las viandas que le llevaba.
. Y la pregunta ¿Por qué?    

Integración en Argentina.
 Aunque los chicos no teníamos tanta noción del “adiós” la despedida con nuestros abuelos, tíos y primos nos producía una gran tristeza…Mi madre quedó para siempre, con su dolor y sus pérdidas. (197)
el papá de la bobe una noche se acostó como siempre y se levantó ciego…Esto fue un impedimento para emigrar. Solo podían hacerlo personas sanas. Había que pasar una revisación médica muy rigurosa. Entonces mi mamá no quiso viajar, por no dejar al papá solo…. Perdido por perdido comenzó a hacer los trámites y a adiestrar al zeide. A él no se le notaba nada. …La bobe le enseñó todo y con ese sexto sentido  que tienen los no videntes y su compañía pasó el examen médico. En el barco siempre paseaba del brazo de la bobe por la cubierta , como si fuera la novia y no la hija. El nunca se adaptó y vivió a la Argentina como un  exilio (180)
Carlos Casares era ejemplo de democracia. En la plaza principal se observa, aún hoy, detrás del pabellón Argentino, tres mástiles más pequeños en los cuales flameaban las banderas de España. Italia e Israel, símbolo de tres comunidades de inmigrantes, que en armónica convivencia, trabajaban en paz y con respeto. Nos enseñaron: la caridad sin nombre, amar al prójimo y el respeto. Mis consignas en la vida fueron: amor, optimismo y fe en el ser humano. (207) .
Veía a mis padres sufrir por los suyos, y al mismo tiempo darnos las alegrías que podían para facilitar la aclimatación al país.
.Parte inseparable el magro equipaje: la Torá, (El Samovar, la Balalaika, sábanas  manteles del ajuar.  Usos de vajillas diferentes para carne y leche)
.Aspiración de continuidad en hijos y nietos.
.Feliz de estar educados como lo que son: niños argentinos y judíos.
.Esperanza de que este testimonio sea un puente  para reencontrarme con algún sobreviviente de Skala, mi pueblo.
.Venida de los hombres primero, luego hacían “la llamada” (duraba un año) y traían a esposa e hijos.
.Los barrios: La Boca, Vila Crespo, Barracas.




Los recuerdos de entonces.
Los viernes por la tarde, mi padre parecía un rey, con su ropa sabática para ir al Templo. Mi madre preparaba la casa. Prendía las velas, que nunca faltaron, sobre la mesa. Todos nos vestíamos con las mejores ropas. Papá volvía siempre con un pobre, que llegaba de afuera, y no tenía donde pasar el Shabat. Mi madre lo recibía con cara feliz, al poder cumplir con el Mitzva de acoger a un indigente para la cena. Nos sentábamos a la mesa. Papá bendecía el vino y la jala, la que repartía entre todos para hacer la braja.
Al llegar Navidad y Año Nuevo no salíamos a la calle. Los rusos se emborrachaban y llegaban a matar judíos…  Los alemanes ocuparon Dancing. Mi padre envió los pasajes…Nunca más volvía ver a mis seres queridos, mi pueblo y sus costumbres…(113)

.…(113)…mi madre pasaba horas el viernes cocinando y horneando jales. Las preparaba y después venían los judíos humildes del pueblo a buscar la jalá, que ellos no podían comprar, para poner en la mesa de los viernes (128)

La fuerza de la familia…
La bobe y el ziede se conocieron en una casa donde ambos tenían amigos. Se casaron y formaron una familia sana, bien constituida, en armonía. Vivieron años de felicidad. Exponentes de ellos somos sus hijos… (181)
Nos conocimos a los 15 años. Nos vimos una vez. Nos enamoramos y casamos. Llevamos cuarenta y siete años. ..Nos adoramos así como a nuestros hijos y nietos.
Al comienzo éramos tan pobres. Resultaba impensable imaginar una responsabilidad tan grande. Siento que Dios se apiadó de nosotros…El amor estaba y era enorme. Lo único que no teníamos era valor y él nos lo dio. Tenemos 69 años Nací el 26 de marzo de 1923. Veintiocho días después, un 24 de abril, vino al mundo mi esposa. Fuimos criados el uno para el otro. Y capaces de ofrecer a la vida hermosos hijos y nietos. (192)
Rehacerse
 El buen cura.  Corría 1932. Me miró a los ojos. Me pidió que lo acompañase. Se sentó y redactó una carta que me entregó. Me acompañó a la puerta y me bendijo deseándome un buen viaje, que llegue bien a destino y lo recuerde…corrí a la oficina de migraciones. Su lectura conmovió al empleado, que me extendió el permiso necesario para poder emigrar…la carta decía “ Sírvase  trasplantar esta flor a través de los mares, valles y montañas en otras tierras, con la esperanza de que florezca con el tiempo y su aroma llegue a nuestra bendita tierra. Ella se lo merece. Va a hacer una obra de bien con su familia”. Viajamos durante un mes. Durante la travesía no hablaba con nadie. Un día se me acercó un señor y me dijo: “Hija, tienes que aprender a ser diferente. Tienes que aceptar a los que son distintos y hablar con ellos”. Estas palabras me acompañaron durante toda la vida. El día que cruzamos el Ecuador se hizo una gran fiesta…de repente corrí al camarote. Saqué un gorro grande, subí a cubierta y me dije a mí misma: “Aquí coloco mis amarguras, mis recuerdos tristes, las despedidas, los problemas” Hice un nudo con la gorra y la tiré al mar. Que las olas se lleven lo ingrato y desagradable de lo vivido. (223)
En el tiempo de la guerra perdía a toda mi familia. Quedé sola en Parva (Francia) Fui a averiguar si alguno de mis familiares había sobrevivido. Me contestaron que no y preguntaron si tenía familia en algún otro país….escribí  a mi tía, y de ese modo llegué. Tenía 18 años. Comencé una nueva vida, dejando todo el pasado en Europa. (244)
Esta historia comenzó con el nacimiento de mi padre, en Varsovia, en el verano de 1900. Cuando tenía 20 meses la madre lo dejó con una hermana. Viajó, con el marido a Londres con la intención de traerlo más adelante. Pero no pudo hacerlo y mi papá se crió con una tía. Cuando tenía 16 años lo llevaron al campo de guerra…En 1930 ni papá se embarcó rumbo a América. La intención era hacer “la llamada” cuando pudiera. Fue en 1934. Mi niñez en Argentina fue de mucha alegría. Éramos una familia muy humilde. Vivíamos en una sola habitación, en una casa que compartimos con cinco matrimonios.  Recién en 1950, mi abuela que había quedado viuda en Londres quiso volver a ver a su hijo, al que había dejado cincuenta años atrás. Mi papá la trajo a Buenos Aires. El encuentro fue muy  emocionante. Ella había tenido que dejar a su hijo. No tenía otro remedio ya que no alcanzó a juntar el dinero para el pasaje. (248)

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