Me asignan el privilegio de comentar este libro, recopilación de escritos de una estudiosa de la condición de la mujer, de una teórica rigurosa de la categoría de Género, de una maestra para quienes cursamos el postgrado en nuestra Facultad. Pero sobre todo, escritos de una luchadora contra las arbitrariedades que afectan a mujeres y varones por cuestiones genéricas.
Los textos que componen este libro, nos dice la autora, surgieron de las tensiones que le generaron las injusticias y discriminaciones que pesan sobre el género mujer, y la sensación de opresión encontró en estos escritos su alivio y su expresión. Su confidencia me recordó la de la india Domitila, luchadora perseverante, cuando explica: Mi lucha no nació de algo bueno, sino que nació de algo amargo…
También me recordó a Victoria Sau cuando describe que junto a la tracción a sangre y la tracción mecánica existe un tercer tipo de fuerza: la tracción a bronca, que es la que nos motoriza las veces en que un atropello abusivo y despótico nos lastima.
Estos textos de Hilda son nada más y nada menos, que la expresión de esas
reflexiones surgidas de lo sentido, que es lo que precisamente las hace más valiosas y al mismo tiempo son testimonio de una época en la que los cambios respecto a la condición femenina han tenido lugar en el sitio en que vivimos: Rosario, Argentina, tercer mundo.
No obstante dichos cambios, la persistencia de las condiciones que generan la desigualdad y la injusticia, siguen haciendo necesarios y pertinentes, yo diría imprescindibles, escritos como éstos.
Al fin, como ella propone: “Por liberación de la mujer, básicamente entendemos al proceso que hace de cada individuo del sexo femenino un ser cabal, íntegro, dueño de sus decisiones y acciones, responsable de sí mismo y de los que le rodean, respetuoso de su propia dignidad y de los derechos del prójimo, conciente de la escala de valores a que adhiere, lúcido defensor del código moral que rige su vida de relación y del sistema político que elige, en pocas palabras, un ser humano adulto, mejor aún, una persona”
Y para llegar a esa persona quedan aún pasos a transitar.
Porque no se han modificado aún cuestiones como el “mandato uterino” respecto a la maternidad, que aún funciona como carta de ciudadanía de las mujeres, sosteniendo la equiparación de mujer igual a madre, ni se ha modificado la categoría de “mantenida con status legal” de aquellas esposas que no han luchado por su autonomía económica y emocional.
Así leemos: “El que las mujeres sean objetos, que se las explote y lleguen a prostituirse no es un elemento aislado, ni un problema que atañe solamente a las mujeres. Es por el contrario, un eslabón de una larga y sólida cadena de ese fenómeno tan humano de la explotación de los unos por los otros.
Ayudar a emancipar a las mujeres es contribuir a la liberación de la humanidad.”
Y la emancipación requerirá, como bien lo señala la autora, además del “cuarto propio”, la “apropiación mental de un lugar en el mundo”.
Para ello será preciso deconstruir ese Caballo de Troya, así llamado por Hilda, en original aporte, y que está constituido por los mandatos patriarcales interiorizados en mujeres y varones.
En sus aportes respecto a los Estudios de Género, encontramos en estos textos, la consideración a tres tareas: 1) la necesidad de ligar las discusiones teóricas del feminismo a las urgencias concretas de la población femenina más afectada por el patriarcado capitalista.
Para ello, conectar los estudios académicos al Movimiento de Mujeres sigue siendo una tarea necesaria que está pendiente. Que ninguna mujer quede marginada de las posibilidades de legitimación de espacios, pues de no contar con todas las protagonistas, se corre el riesgo de caer en visiones que conduzcan a la impotencia de quienes no pueden hacerse oír (Mujeres del Movimiento) o al autoritarismo de quienes no puedan escuchar (Teóricas y académicas)
2) la de formular una revisión de la Filosofía de las Ciencias, con el fin de efectuar una crítica de sus propios errores y prejuicios. Las discriminaciones que han operado en todas las actividades humanas, también tienen su correlato en ciencia, que deberá examinar con humildad su rol en la perpetuación de estereotipos, a fin de corregirlos.
3) por último, la de seguir articulando las reivindicaciones feministas con otras más generales, con Movimientos con los que tienen objetivos comunes, para evitar el aislamiento empobrecedor. Sobre todo atendiendo, como planea la autora, que la opresión de las mujeres se origina en un contexto sociocultural en que el varón, su compañero, es “ejecutor y a la vez víctima de este sistema desigual, jerarquizante y discriminador.”
Contrapone lo que llama fortalecimiento o reforzamiento de las mujeres al empoderamiento ya que no le interesa incluirse en ese aparato de poder incorrecto y corrupto, y funda su planteo en que: “el movimiento feminista tiene una propuesta alternativa para proponer ante el poder, un especie de contrapoder que tuviera como valores y como eje, el respeto y la aceptación de las diferencias pero sustentándose en una decidida equivalencia de todas las personas…el fortalecimiento estaría dado por un poder que emanara de los márgenes hacia el centro, y desde abajo hacia arriba, entendiendo así el poder como potencia y no como dominación.”
Esta especie de “contrapoder” surgido del fortalecimiento de las mujeres para enfrentar discriminaciones, exclusiones y reclusiones, redundaría en una incorporación vigorosa para el total de la humanidad de aquellos talentos que han permanecido latentes. En tanto las mujeres han funcionado como seres “entornados”, según lúcida metáfora de Hilda, no han encontrado espacio para su despliegue.
Es ésta una tarea ética, en tanto quienes hemos tenido el privilegio de acceder a la reflexión sobre estas cuestiones tenemos un compromiso. El de alertar sobre ese lugar de “semicómplice-semivíctima” asignado desde el patriarcado como sistema agobiante, a varones y mujeres. Estos textos valen como denuncia y como propuesta.
En ellos transitaremos, de la mano de la autora, una reflexión que partiendo de sucesos de la realidad inmediata, nos interne en consideraciones sobre la legitimidad de las luchas por más justicia para más.
María del Carmen Marini 2005
26 dic 2020
Rescoldos bajo las cenizas, Hilda Habichayn. 2005
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