Pronto es su cumpleaños, y así como las mesas del cafetín de Buenos Aires, que nunca preguntan, yo bien sè que el inconsciente nunca traiciona, así que me dejé guiar por él, en la caminata por las galerías. Y entonces me vi (cumpliendo lo encomendado por las Redecillas) eligiendo un presente para Marta. ¿El más adecuado? Sí, el más adecuado.
Bien vale el nombre de presente para designar la intención: la de estar ahí, celebrando otra vez.
Lo que no sabía aún, pero tal vez mi inconsciente adivinó, fue cuànto de simbólico tendría, la índole de lo elegido para este momento.
La empleada de la perfumería dijo: aroma de gardenias? Y era exquisito, de modo que asentí entusiasmada.
Loción, jabón líquido, crema para el cuerpo, sales, una esponja. Todo bello, blanco, translúcido. Para este tiempo de limpieza.
Y recién hoy, de vuelta de los Tribunales Federales, puedo evaluar lo insustituible de esos objetos, banales en otras circunstancias, enormemente pertinentes hoy.
Porque en este tiempo de limpieza, el testimonio que llenó la sala, a través de las palabras que esperaban ser pronunciadas parecían limpiar por dentro. Tal su fuerza, su mesura y su cadencia. Y esta tarea de aseo del alma, que supone decir lo que debía ser dicho, fue impecable. Como lo que espera en su sofisticado envoltorio hasta mañana, para la otra limpieza que atañe al cuerpo, y linda con una coquetería.
Escuchaba la voz adelante, en el frente, y como sonido de fondo suspiros, agitación en alguien, tal vez un leve sollozo allá atrás. Y cuando terminó el testimonio y salimos, pude percibir su temblor. No podía decirle mucho. Pero sí pude decirle, que ese temblor me recordaba el que suele suceder muchas veces al parto. Que es un temblor que tiene su razón de ser, que es la respuesta del organismo al esfuerzo y a la abrupta pérdida de líquidos del cuerpo. Qué crea en la recién parida, si no sabe que ese temblor puede suceder, extrañeza e inquietud. Pero que solo tiene que ver con haber logrado poner afuera la nueva vida del hijo nacido. Pero esas son sòlo explicaciones que atañen a la fisiología.
Y que el temblor ahora, tal vez tenía que ver con otra cosa, pero con otra cosa semejante. Ese otro parto de palabras, que la dejaban limpia y liviana.
Un parto demorado 35 años.
Y aunque es cierto que el fondo de tristeza nunca se borre del todo, ojalá se atenúe en este tiempo de limpieza, y en la caricia que las gardenias puedan proveer.
A las Redecillas nos gustaría pensar que así pueda ser.
30 de marzo de 2011
24 dic 2020
Tiempo de limpieza
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario