26 dic 2020

Unidos o dominados de Héctor Bonaparte

 Mujeres y varones frente el sistema patriarcal, de Héctor Bonaparte. Homo Sapiens Ediciones. Rosario. 1997.

El hecho de estar hoy aquí para hablarles de este libro es algo que debo agradecer doblemente.  En primer lugar porque  participar de la presentación es algo que siento como asumir un madrinazgo, el madrinazgo de un bebé-libro, y por tanto un compromiso de cuidado compartido del recién nacido. Creo que la designación de madrina implica una confianza que me hace responsable de lo nuevo que adviene : sea niño u obra. Esa confianza es lo primero a agradecer públicamente a Héctor.

    Lo segundo es que este libro viene a traernos verdades tan necesarias como impostergables,  que hacen de "Unidos o dominados" se constituya como punta de lanza de  nuevas formulaciónes en relación al tema del vínculo entre mujeres y varones. Fruto de una rigurosa investigación efectuada entre 1993 y 1995, creo que logra hacer por primera vez desde una mirada masculina, una crítica justa, minuciosa y coherente de la sociedad patriarcal. De nuestra sociedad patriarcal, ya que los materiales en que se basa el estudio fueron recogidos en nuestro medio, a traves de entrevistas a hombres y mujeres de distintas edades.
    Así, esto sitúa la obra, entre las imprescindibles para quienes deseen encarar con criterio el cuestionamiento del órden androcéntrico y emprender la construcción de relaciones más igualitarias y fraternas.

    Como antecedentes de esta producción pude recordar la de otros varones reflexivos que en medio del desconcierto de los cambios sociales intentan no repetir la historia de dominación sino desplegar toda su lucidez y generosidad para  cambiarla.
    Estos hombres siguen, por ejemplo, el rumbo de Robert Owen. Porque hubo un Robert Owen y fue originalísimo. Su contrato matrimonial, del 12 de abril de 1832 dice:
    " En esta tarde, entro en compromiso con Mary Jane Robinson, jóven persona cuyas opiniones y cuyas maneras de pensar y sentir coinciden más íntimamente con las mías, que las de cualquier otro individuo de mi conocimiento. Esta ceremonia no implica la necesidad de repetición de fórmulas que consideramos ofensivas en tanto que ellas vilipendian los principios de libertad e igualdad humanos. De los derechos injustos que por virtud de esta ceremonia, una ley inicua me otorga sobre la persona y propiedades de otra criatura, no puedo legalmente, pero si moralmente despojarme."

    También hubo, según nos cuenta Josep Vicent Marqués, otros varones así de lúcidos y generosos. Por ejemplo , del propio San José, nos dice:
    "... parece haber sido un tipo majo, legal, capaz de dejar que su compañera tuviera extraños tratos con la divinidad y que su hijo se dedicase a la agitación religioso-social en lugar de ampliar la carpintería paterna.
    (Sin embargo) qué poco entusiasmo ha tenido la Iglesia en pregonar sus liberales cualidades y qué poco se identifican con él los varones.
    Ha habido y hay varones anónimos cuyo comportamiento se aparta del confuso modelo de prepotencia e incapacidad para los sentimientos, las tareas domésticas o las cosas pequeñas... El problema reside en su vocación de anonimato. De silencio."

    Hoy, el libro que comentamos trae la posibilidad de escuchar una de esas infrecuentes voces, animosas en el cuestionamiento de estereotipos.
    Estereotipos que nos encasillan a varones y mujeres aunque a veces tengan un costado humorístico como el de Maruja Torres cuando relata : "El último hombre que quiso arreglarme la vida, tenía esposa, dos hijos, un empleo perpetuo, un traje príncipe de Gales y una personalidad esquizoide en comparación con la cual Calígula era la yegua de Ramón Mendoza. Pertenecía a ese tipo de personas que no distinguen entre la pasión y un reloj cu-cú, lo cual tiene una funesta consecuencia : en vez de hacerte el amor, te dan cuerda y esperan a que suenes."
    Estereotipos como el de Groucho Marx cuando asevera : "Conozco centenares de maridos que serían felices de volver al hogar si no hubiera una esposa esperándoles."
    Estereotipos que encuadran un único modo recomendable de constitución de la pareja debiendo tratarse de una relación heterosexual, con alguien de una edad afín, de la misma raza y religión y perteneciente al mismo medio. Y en la que el varón sea algo mayor, más alto, más inteligente y más rico. Y en la que, de la mujer, se espera solo que sea bella y honesta.

    Es esta  una obra que cuestiona esa suerte de colonización de un género sobre otro, y que  denuncia los micromachismos a veces sutiles que impregnan los vínculos.
    Que propone considerar que no se nace varón o mujer, sino que se adviene a serlo ( tal  planteaba Simone de Beauvoir ), esto es, se construye como tal en un proceso que toma la forma de la sociedad en que se despliega.       
    Una obra que asume que recrear los vínculos entre hombresy mujeres es una acción categóricamente más revolucionaria de cuantas se producen en la actualidad.
    Que acepta que el desafío más importante pasa por transformar las relaciones  instauradas en base al  ejercicio del poder, en otras que jerarquicen otras posibilidades de intercambio, como la solidaridaria interdependencia ( Cecilia Groisman), la auténtica comunidad de libertades ( Arnaldo Gomenzoro), las relaciones no competitivas ni jerárquicas ( Rosemary Redford Ruether).

    Abordar este libro requerirá algunas condiciones,( tal como describe Luis Bonino)," Estar dispuesto a a asumir el riesgo de la reflexión sobre la propia subjetividad, no estar masivamente identificado con el modelo de prepotencia e inafectividad que la sociedad machista propone, animarse a cuestionar los presupuestos de esta cultura con sus efectos devastadores para ambos géneros".





    El libro se desarrolla en torno a cuatro ejes.

    En el primero plantea como la mirada tradicional sobre varones y mujeres se sustenta en lo que el autor define como una "artimaña ideológica" que  esconde bajo el nombre de natural, lo que en verdad es una construcción cultural elaborada con fines de dominación.
 Esta construcción estaría  destinada a mantener el orden social, en donde cada quien mantuviera su lugar sin cuestionamientos ni protestas.
    Del estudio se desprenderá que  los cambios que se están presentando en las maneras de concebir la sexualidad, la pareja y la familia, están produciendo una verdadera revolución en la manera de vivirlas ( Que llama revolución copernicana por su trascendencia ) pero que dichos cambios coexisten con los modos más tradicionales, creando situaciones sociales de gran complejidad.

    El segundo eje transita los carriles de los cambios operados en la familia. Y  corrobora los cambios en la situación de opresión de la mujer, que se extiende en todas las áreas, pero que sobre todo se constata en la puesta en cuestión de dicha opresión. Al dejar de considerarse esa opresión como dato natural, como aquello que existe"porque así ha sido siempre" se muestra la vulnerabilidad de este falocentrismo, coloso de pies de barro, como describe el autor.
    Coloso que todavía gime en situaciones como las del Colegio Monserrat.
    "Cada época y cada sociedad indican minuciosamente cómo ser varón y cómo ser mujer. El sexo biológicoo queda así reducido casi a un pretexto para normas arbitrarias que indican una cosa o lo contrario, según el momento o el grupo social. Esta construcción se llama género y gobierna el sexo a su antojo. Es la responsable del sexo. Está hecha por seres humanos, cambia y puede ser modificada. En muchos aspectos implica discriminaciones e inequidades que no se pueden justificar".

    La justificación de estas discriminaciones e inequidades tienen por causa un sistema de dominación que nos atraviesa, del que formamos parte, que nos constituye en tanto lo hemos internalizado y que el autor compara por su fuerza e invisibilidad a la "estructura de la roca". Desde el punto de vista de la subjetividad ese sistema de dominación podría entendenderse en función de dos razones : una, la dolorosa tarea de elaboración del duelo que requeriría superarlo y abrirnos a otros modos de funcionamiento, y otra, el hecho que aunque racionalmente podamos entender la sensatez de los cambios y su necesariedad, hay algo que  pasa por lo que algunos psicoanalistas  describen como el atraso del inconciente en procesar cuestiones que se incorporaron  previas a todo juicio crítico.
    "Durante siglos, una asignación de lugares, de tareas y de consideración social que califican discriminadamente a las personas según el sexo, a pesar de ser establecidas por unos seres humanos respecto de otros, han sido presentadas como naturales, como fijadas por la naturaleza. Así han sido tomadas, así han sido asimiladas y respetadas por innumerables generaciones que hicieron suya esa visión, la practicaron y la reprodujeron como la verdadera forma ( como la única forma posible)  de percibir la realidad y de comportarse en sociedad.
    ( Esta forma ) impregnó todo el quehacer humano el arte, el saber científico, la filosofía, la economía, la religión, la política, el trabajo, el parentesco, la familia, el matrimonio, la filiación, la ley, las costumbres, el folklore, la literatura, la estructura mental y la conducta de las personas."
    Así el orden patriarcal, con una jerarquía de sexos injusta e irracional favoreció semejante malentendido histórico.

    El tercero de los ejes aborda la contradicción flagrante de voces que no se alzan contra la pobreza, la guerra, la corrupción generalizada, los genocidios pero que se crispan para señalar con alarma las transformaciones en la constitución dela familia, con un discurso conservador y tradicional, acusatorio del los cambios de roles correspondientes a varones y mujeres.
    Ese orden familiar que se intenta preservar y el hecho de que se adjudique a la naturaleza la distribución de dichos roles, viene a sacralizar relaciones jerárquicas, viene a justificar el autoritarismo de unos y el sometimiento de otras, viene, en suma a configurar un patriarcado androcéntrico, que atenta contra las relaciones verdaderamente democráticas.
    Y sucede, como bien se describe que los varones están involucrados en la lucha de las mujeres por lograr esas relaciones verdaderamente democráticas en un doble sentido: porque las transformaciones en marcha obligan a una reubicación a ambos sexos, y porque descubren que los varones también están compelidos por obligaciones y trabados por prohibiciones  arbitrarias e irracionales.
    Familia  significa realidades muy diversas. Junto a las formas tradicionales, otras en las que cambia la composición, las funciones y los roles. Hogares monoparentales, niños que trabajan y mantienen a sus familias, abuelos a cargo de los nietos. Todas estas  nuevas maneras de conformarse la familia influyen en la constitución de las identidades de varones y mujeres.
    Puede plantearse que el "enemigo" no lo son los hombres para las mujeres, ni las mujeres para los hombres sino "la espesa red de ataduras que comandan y controlan a las personas sin hacerse notar". Lo esperable sería que juntos, varones y mujeres pudieran luchar contra ese estado de cosas.
    "...Las cadenas perfumadas que sujetan a las mujeres se corresponden con las cadenas doradas que seducen a los varones con privilegios y con migajas de poder, para que aporten mejor al beneficios de los verdaderos privilegiados. Con el poder genérico que muchos varones ejercitan sobre mujeres de su entorno... ,el sistema de dominación supragenérico mata dos pájaros de un solo tiro. Por un lado los mantiene ocupados asignándoles una cantidad de subordinadas, lo cual alimenta su ego viril y los distrae del poder general que pesa sobre ellos. Por el otro coloca en su sitio a la mitad femenina del grupo social sin necesidad de recurrir a otros mecanismos de disciplina, control o represión. Recurriendo a términos fuertes y dramáticos, es como si se dispusiera de un ejército de ocupación invisible, con un sistema en que una mitad de la gente controla a la otra mitad, diluyendo la conciencia de que ambas mitades son monitoreadas para que no se salgan de los carriles..."

    El cuarto de los ejes desarrolla la "trampa" que implica para el varón el estereotipo que lo obliga a cumplir determinadas expectativas.
    Estas pasan por exigencias de fortaleza a toda prueba, aunque se esté cansado.
    De éxito económico, aunque el rol de proveedor agobie.
    De ocupar el lugar de conquistador para quien la mujer es un objetivoa vencer o una presa de caza, para lo que suele valerse de excusas hechas a la medida, como el suponer una disponibilidad en ellas que llevó a acuñar la conocida sentencia: "Si una dama dice no, quiere decir tal vez; si dice tal vez, quiere decir si; si dice si, no es una dama." Este gran nudo permite la perseverancia de un error, confundiendo erotismo y afán de dominio. Trágico error pues el poder es  totalmente opuesto al placer. El placer requiere confianza, las relaciones impregnadas de poder niegan esa confianza y atentan contra el placer.
    También la supuesta protección  ejercida por los varones es iluminada desde esta perspectiva como sospechosa en tanto coarta las posibilidades de quien es "protegida". Recordemos que quien protege,controla y quien controla, despoja.
    El mismo efecto produciría en última instancia la asunción por los varones del rol de proveedor  pues masculinidad, poder y dinero implican prerrogativas de inspección y sujección a la que quedan sometidos quienes dependen económicamente: mujeres y niños.
    Por último, la misión de  vigilar a las mujeres para la cual los varones se sienten socialmente "facultados" implica una paradoja."El varón , que acata el ojo y la voz del amo, se convierte en vehículo de tal acatamineto respecto de las mujeres. El cree que manda, pero en verdad se sitúa en una "cadena de mandos", que no llega a ver y practica una "obediencia debida" de la cual no es conciente, que lo lleva a cometer actos arbitrarios e injustos en perjuicio de las mujeres".

    Esta asignación de espacios y roles empieza a ser objetada en todos los territorios de la existencia: el trabajo, el matrimonio, la sexualidad. Tal como ha estado constituida, en base a relaciones de dominación-subordinación la familia no capacita para vivir en plenitud y dignidad.
    El patriarcado es el sistema más antiguo de dominación y explotación. Mujeres y varones advierten la necesariedad de cuestionar desigualdades empobrecedoras e injustas.
    "Lo que interesa destacar es que el ser varón significa ventajas pero también costos, porque en definitiva en la condición del varón existe una dependencia respecto del mismo sistema que establece la condición de la mujer.Los miembros del llamado sexo fuerte también están atados, sujetos, subordinados, aunque se les conceden algunas canongías a cambio de que trabajen como gendarmes del orden social..."
    Cabe aquí la pregunta acerca de cómo puede disfrutar del placer el varón asignado a vigilar la conducta de la mujer? Vale como iustrativa de esta desconfianza la referencia a aquella canción que dice : "Estamos prisioneros carcelero, yo de estos torpes barrotes; tu del miedo.." Esta canción ha sido retrabajada por Arnaldo Gomenzoro, psicologo uruguayo fundador del Movimiento de Liberación Masculina, que se propone liberar a los varones de su rol de opresores y que tiene respecto a las relaciones intergenéricas una frase que es una consigna: "Perder una sirvienta para ganar una compañera."
    En esta misma perspectiva y respecto a las posibilidades de los varones sensibles a esta problemática se plantea que no hay otro camino que afrontar los riesgos de ser vistos, tal como lo son las mujeres inconformistas, como contestatarios respecto del orden vigente. Esto acarreará  todos los sinsabores que ocupar tal lugar implica. Tal vez ésta sea una tarea de verdaderos hombres, redefinir la condición del varón, en consonancia con una redefinición de la condición de la mujer. Desarticular la ideología patriarcal, construyendo un basamento democrático, equitativo, anti discriminatorio y anti autoritario, para volver a construir los espacios, papeles y funciones de nuevos varones y nuevas mujeres.
    
María delCarmen Marini 

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