3 dic 2020

VERSIONES QUE TRAJO GINI DE GINA

 Gina fue una paciente  que recibí en los años 70, en años previos de lo que sería el proceso. Militante apasionada de una agrupación estudiantil, sus mayores intereses pasaban por esas actividades, y descalificaba a toda  cuestión que no entrara bajo esta esfera.
Lo que yo podía registrar era que no estaba muy comprometida con la tarea de exploración que le proponía. Parte de su conflictiva se ligaba a eludirla, en franca resistencia a un abordaje más profundo de lo personal vincular, por lo que precisamente había consultado. Dejó de venir cuando yo quedé embarazada, intuí que  influída de algún modo por ésto. Sentí la frustración de un proceso terapéutico coartado, pero me resigné a que no me había dado casi oportunidad de establecerlo.
Debió exilarse en el 76 y dejé de saber de ella.
En el 2000, una nueva consultante, Gini, sin saberlo, me trajo noticias. Gina vivía en Europa, y Gini, que trabajaba con sus padres la vería en pocas semanas.
Obviamente no había comentado a Gini que conocía a la persona que llegaría de Europa, y para cuyos padres ella había empezado a trabajar como empleada y luego se había constituído en una especie de hija sustituta. Me preguntaba si ellas descubrirían en su trato, al conocerse y conversar de sí mismas, que una había sido mi paciente y otra lo era en la actualidad. Así fue, y Gini trajo una versión  de Gina respecto de aquel período de tratamiento: ella sentía que había sido fructífero, pese a la interrupción que a mí me dejara con escrúpulos.
¿Cómo despejar la incógnita respecto a cómo se procesan nuestras intervenciones a lo largo de los años?

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