La modalidad de los entrerrianos, tan cordial y amable, siempre me agradó. En eso se nota la vecindad con los uruguayos, y la diferencia con nosotros cuando somos sobradores y arrogantes.
Nos alojamos en Lomas del prado, una cabaña bonita en el parque cuidado y florido. Había crecido la vegetación, lo que hacía más bello aún el lugar. Martín y Lisandro cuidaron de nosotros con gentileza.
En la Abadía del niño Dios de los Monjes Benedictinos, como somos el colmo de lo previsible compramos el clásico licor que ellos producen, con fórmulas antiquísimas y tantos componentes que superan la imaginación.
Los días de sol acompañaron las visitas a Las Termas, así que se puso en marcha el plan de vacaciones tranquilo y alegre. “Victoria de agua” sigue siendo uno de los lugares más hermosos.
Fuimos haciendo excursiones. Creo que la llaman ciudad de las MIL REJAS porque son bellas, decorativas y artesanales. Debiera hacerse un documental para que todos pudieran conocerlas. También recorrimos los bares y los restaurantes del centro, “El Banco” con sus instalaciones señoriales, el del “Club Social”, con el grupo de caballeros, que en la mesa de la esquina todas las noches miran pasar la vida, y tal vez, intentan arreglar el mundo. Me recordaron “la mesa de los galanes” de El Cairo.
El más bizarro era uno al que solíamos ir en otras visitas. Pero esta vez algo pasó…la música de reggaeton muy fuerte, el olor a refrito (por no decir fritanga) y el hollín en las aspas del ventilador que pendía sobre nuestras cabezas en el techo descascarado, me hizo dar un respingo de dama que se pregunta con la nariz fruncida y levantada: Qué hace una chica como yo en un lugar como éste? Pero en la carta había ranas…Y eso bastó para que me guardara mis prevenciones. Las ranas empanadas y al limón estaban crujientes y exquisitas, intenté comerlas con cubiertos, pero ni un neurocirujano hubiera podido separar los huesitos mínimos, así que espiré profundo, las tomé con la mano y …como corresponde, me enchastré, como Don Shirley, el refinado músico comiendo el pollo frito que le da Tony “Lip” Vallelonga, en “Green Book” (El cuaderno verde). Por lo menos no tiré los huesitos por la ventana. Los acomodé prolijamente en el borde del plato, como me enseñó mi mamá. Pero una cosa es clara, pensé cuando me limpiaba cara y mano con docenas de servilletitas de papel: no estuve a la altura de mí misma, como nos sucede a todos alguna vez… Es que es difícil mantener una dignidad sin fisura frente a ciertas tentaciones. En fin, mi compañero que es más tolerante y benévolo desestimó mis escrúpulos, como lo hace con mis contradicciones. Él había dado cuenta de una boga del tamaño de un dinosaurio. Y lo más campante.
En el Museo de los Ovnis vimos réplicas de lo que fuera en los cincuenta el fenómeno de Rosswell. Y también fotografías de avistamientos en la zona. Supimos que Victoria será este año, sede de un Congreso Internacional sobre el tema. ¡Caramba!
Y el Museo de la Ciudad, Carlos Anadon, tenía una exposición temporal referida al Carnaval con el traje de quien fuera durante más de treinta años el Rey de las Comparsas, del que nos contaba nuestra guía con una mística y un fervor que marca la importancia de la fiesta para los victorenses. Además la casa en sí, es reflejo de una belle epóque que remite a tiempos pasados. Fue detenerse ante sus materiales nobles, mármoles, maderas y vitrales que daban cuenta de la belleza con la que fue pensada y construida.
Y hablando de tiempos pasados, el actual es tan vertiginoso como para que nos quedáramos en una calle, asombrados, fascinados, paralizados ante un cartel. Lamento no haberle tomado una foto.
El cartel del que les hablo existe. Y convoca a la poesía. Pero también a la reflexión existencial. Y casi diría que aborda cuestiones ontológicas. Decía textualmente: “Chorizo, morcilla y carga virtual”. ¡Qué interpelación la de ese cartel! Tal vez sin intenciones, nos estaba poniendo frente a lo intempestivo, complejo y desconcertante del mundo en que vivimos. Me llevó a recordar a Discépolo y su Biblia junto al calefón. Pero esa es otra historia.
Febrero 2019
26 dic 2020
Victoria 2019
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