3 dic 2020

DOS DESCRIPCIONES DE G., DOS VERSIONES DE C.H.

 Sucedió algunas veces, que quien consultaba trajera a menudo referencias de otra persona, en torno de la cual giraban su discurso y sus preocupaciones. Así se daba el hecho de recibir noticias de alguien y formarme una cierta imagen, a partir  de los datos aportados por quien consultaba y hablaba de ese alguien a quien yo no conocía personalmente, trayéndolo con frecuencia a las consultas, como tema de inquietud. En relación a una mujer, llamémosla G., tuve noticias de ella al recibir a la segunda esposa del que había sido su marido . Esta, mi paciente, sentía una profunda aversión por G., (la primera) que según decía continuaba cerca y en actitud de no soltar al caballero en cuestión, en competencia con ella y enturbiando con su insistente presencia la vida cotidiana de la nueva pareja.
Años después recibí en consulta a otra joven, que iniciaba por ese tiempo una relación amorosa con un hombre que estaba en trámite de separarse de la mujer con la que compartiera mucho tiempo de vida en común. Esa mujer era otra vez G., que se había unido con este hombre, para ella su segundo esposo, y era descripta nuevamente por mi actual paciente como lo había sido anteriormente por la otra, como alguien interfiriendo y reclamando, como presencia insoslayable en la nueva relación.
En los dos casos las consultantes traían su irritación con G. y con su presencia en la vida de los dos hombres con los que ellas, mis consultantes, estaban vinculadas en ese momento. En los dos casos G. formaba parte de la historia de cada uno de esos dos hombres, pero de una historia con vigencia en el presente, y en un presente perturbado por las intervenciones de esa  mujer visualizada por ambas como competidora persistente.
 
También me sucedió el tener la descripción de un hombre, a partir de los relatos de dos personas en distintos momentos. La primera descripción de quien era su esposa. Su terapia coincidió con el período de mayor conflictiva de la pareja. Y años después escuché  los datos aportados por una empleada de su empresa, que al desempeñarse en proximidad con él también traía la cuestiones de la relación (laboral en este caso) donde estaba involucrado. Sin conocerlo, y solo por las referencias que recibí de ellas, que fueron tan minuciosas y reiteradas, llegué a saber tanto de él y a sentir como si ya no me fuera desconocido.

FORMAS DE SACAR LA BRONCA

             Entre la amnesia y la necesidad de recuperar  recuerdos surgía muchas veces la memoria de la bronca. Y pude conocer a través de ellos las distintas formas que puede tomar la bronca para expresarse, para encubrirse o  para procesarse.
            Así me encontré con quien había ideado una estrategia: la de tejer una larga chalina, y en el transcurso de la tarea se imaginaba clavando la aguja a la enemiga, cada punto una herida que la iba desgarrando hasta  destruirla.
            O la de aquel que se figuraba a su contrincante, en la pila de ladrillos que con la maza iba reduciendo a escombros. O la de aquel que apretaba las teclas del grabador con la furia de poner allí toda su violencia. O la de aquella que contó que estrujaba la ropa en la intención de que fuera el cuello que deseaba oprimir. ¿Recursos de la impotencia? ¿Salidas infantiles a falta de mejores recursos? ¿Primitiva formas de Vudú doméstico? No lo se. Me dejaban entre la pena y el asombro. Tal vez porque la violencia nos constituye, estas formas que tuve oportunidad de conocer me mostraron matices  inesperados de la que sin duda es una de las problemáticas universales.

RECLAMOS PARA QUE VUELVA LA AMNESIA PROTECTORA

             En algún caso en que la problemática planteada era grave pero logró desanudarse y resolverse, me encontré con el reclamo de que antes de rearmar la historia y recuperar   recuerdos se vivía en mayor inocencia, y que después de saber más sobre sí mismo ya no se podían usar viejas trampas. Esto supo traer la añoranza de aquella amnesia que defendía del dolor y de la angustia. Quien inicia una tarea de este tipo deberá saber que el ser más dueño de sí implica más libertad, pero no necesariamente menos sufrimiento. Las reacomodaciones ineludibles implican desgaste e inversión de energías, en el balance de sus fuerzas, cada quién deberá hacer su evaluación para saber hasta dónde quiere llegar.

PREVISIBLES DESENLACES TRÁGICOS

 Algunas previsiones respecto al rumbo que pueden tomar las vidas de quienes consultan se vinculan al modo de manejo de los conflictos, a mayor gravedad de los mismos y estancamiento libidinal, menores chances de remontarlos. Cuando los abordajes fallan, cuando los esfuerzos para revisar patrones insatisfactorios naufragan, cuando la reacción es la huída de la reflexión, cuando los caminos que se siguen transitando son los de la repetición incesante, puede que sintamos el amargo sabor del desaliento.
            No todas las problemáticas son resolubles, no todos los consultantes podrán alcanzar sus metas, no siempre se logrará eludir el sufrimiento y aprehender modos más satisfactorios de vivir y aprender de aquello que obturó el despliegue de lo vital en el pasado y que enloda el presente y extiende sus sombras al futuro.
            El trabajo psicoterapéutico tendrá los límites que le imponga cada caso. Habrá ocasiones en que sentiremos la impotencia que se irradiará hacia delante en el tiempo,  previendo más desdichas para quien nos requiere.
            La gravedad del cuadro determinó la gravedad del pronóstico en casos que recuerdo con tristeza. En alguno de los cuales el fracaso de anteriores terapias me puso en el alerta de los riesgos y la intensidad del esfuerzo requerido. Pero no me sustraje porque entendí algo que sigo pensando: acompañar, aún cuando parezca inútil abre una posibilidad, aunque  mínima, que vale considerar.
            Más tarde supe del desenlace de algunos de estos casos esbozados como dificiles, en su mayoría nuestro trabajo no pudo detener el transcurrir viciado hacia el derrumbe. Derrumbe que se precipitó en la mente o en el cuerpo como si no se hubiera podido contrarrestar tanta muerte y tanto dolor.
            Hubo algún milagro, pero fue excepcional.
            Y  las vidas grises, oprimidas y asfixiadas terminaron en muertes prematuras, penosas por ser muerte pero después de poca vida, después de pobre vida.

ELECCIONES Y DECISIONES

 Muchas  veces sucede que el paciente necesite como motivo de consulta, o durante el transcurso de un tratamiento tomar una decisión importante como la de cambiar su casa, y radicarse en otra (temporaria o definitivamente). Sin duda los propios presupuestos respecto a lo que es más sensato interviene en el modo en que se acompañe la reflexión sobre este tema. Así he escuchado planteos buscando el sentido que puede tener para alguien, algo tan importante  como radicarse  en una villa miseria en la que realizaría su tarea de asistencia. O salirse del barrio en el que vivió hasta el momento para  trasladarse a otro lugar ajeno y lejano. O aún, y en los últimos tiempos, acompañar el proceso que llevó  a algunos a decidir radicarse en el exterior, con la conmoción que supone un cambio de tal magnitud. ¿Cuántos de los propios prejuicios, convicciones y certezas entra en juego en la orientación que se de a la reflexión?.
            Y en el mismo sentido cuántos también cuando de lo que se trata es de decisiones respecto a  tomar compromisos como los de elegir carrera, formar pareja, o separarse, o nada más y nada menos que tener un hijo. ¿Cuánto de la propia ideología puede filtrarse en dichos casos?
            En relación a esta última cuestión, la más bizarra formulación surgió recientemente de una joven que planteó medio en broma, medio en serio, que ante los reclamos de su único hijo por un hermanito debería despejar algo: debería decidir si para dar respuesta a su unigénito y hacer algo que lo satisficiera debería poner el cable,  comprar un perro o tener otro niño. Obviamente el planteo permitió avanzar  en el significado de estas decisiones para ella.