Es éste un texto compuesto por muchos otros, como un caleidoscopio. todos impregnados por una mirada.
Y es la mirada lo que quiero destacar, en tanto atraviesa como un hilo sutil, los bellos escritos de Graciela.
Y es la mirada que registra, denuncia y devela muchos de los estereotipos patriarcales que nos rigen. Estereotipos y prejuicios, que en estos textos se expresan y se combaten. Estereotipos y prejuicios que van a reiterarse y reaparecer bajo diferentes formas, que primero los escritos van a reflejar, pero también luego, intentan desarticular.
En el primero de los capítulos: INFANCIA, se da cuenta de aquellos mandatos que nos rigieron y nada menos que por pluma de Jacques Rousseau en el epígrafe de “Las cocineritas” se expresan:
“Las niñas prefieren lo que sorprende a la vista y sirve para el adorno: espejos, joyas, cintas, muñecas sobre todo: la muñeca es el entretenimiento especial de ese sexo; evidentemente ahí tenemos su gusto determinado por su destino”
El texto se despliega para subvertir esos mandatos, para rebelarse ante ellos. Y también relata la deliciosa e ingeniosa maniobra de las protagonistas.
Los textos también dan cuenta de aquellas expectativas sobre las formas de ser mujer en la “doméstica tarea….que no entendía de rutinas desgastantes, de manos callosas y de espaldas cansadas” y de las otras: las referidas respecto de ser varón de quien se espera que serlo, en que: “duele un poco, pero uno ¡es macho y se la aguanta!”
En esta infancia se cuentan en primera persona los esfuerzos por crecer a costa de magullones ya que como dice Graciela “Porque sin darnos cuenta en aquellas idas y vueltas, en esas coreografías repetidas de piernas flacas, medias caídas, habíamos aprendido que “la vida es el arte del encuentro” .
También vale subrayar en este primer capítulo el rescate de la creatividad como valor a preservar, contrapuesto al tedio que compone nuestros días.
En el segundo: MUJERES
En este capítulo se puede recorrer la gama de sentimientos que componen la subjetividad de la mujer, de las mujeres. El dolor de la soledad, la violencia que captura bajo distintas formas, la pulsión de dejar atrás las sujeciones. La angustia y el anhelo de huida, la tristeza del deterioro y las pérdidas, para culminar en “Mímesis” con uno de los textos más originales e interesantes. Del que cabe aseverar que refleja metafóricamente, una de las problemáticas femeninas más feroces.
En el capítulo: VARIACIONES SOBRE EL PODER Y LOS MIEDOS
Hay un agudo señalamiento respecto al poder del miedo, que vinculado a los cuestionamientos de género, plantea la destructividad del mandato patriarcal : “aniquilar aquello que siempre les había aterrorizado, destruir la presencia de “las otras”, la sabiduría de “las ellas”.
Hay aquí una convocatoria a pensar la ciencia y los saberes desde otros lugares. En la creación de una epistemología descentrada de los saberes androcéntricos,
Correlativo a ese texto, en el siguiente describe el: “miedo por no poder del poderoso, el Minotauro destructor de su propio laberinto”
En Memoria colectiva el cuestionamiento refiere, con un sesgo más abarcativo a las otras formas e represión y censura, y adquiere un carácter más universal. Alude sutilmente a los inquisidores de siempre “que apuran su tarea destructiva, y para quienes ¡todo es peligro! “Pero del humo negro que se eleva, surgen resistiendo el Eternauta y Víctor el elefante y a ellos se unen otros personajes como imágenes libertarias”
.ALGUNOS POEMAS refiere en versos un recorrido de apropiación, de renacimiento apenas sugerido:
“Ahora mi cuerpo es mío
Ahora, es hoy.
Me alejo de manos que me encierran,
de voces que me callan, de amores que me paralizan.
Hoy, es ahora,
y, liberada de terrores nocturnos,
salto límites, cruzo fronteras, voy siguiendo señales,
segura de la cercanía de un horizonte firme.
Acompañamos a Graciela en ese salto hacia el horizonte firme, en donde nos esperen nuevas palabras, valiosas como éstas, en la dura, magnífica tarea de nombrar y de nombrarse.
María del Carmen Marini, Rosario, 9 de enero de 2014
26 dic 2020
Alguna vez, en algún lugar. Graciela Galván. 2015
Homónimos 2 2015
…escribir un poema después de Auschwitz es una barbaridad que afecta a la conciencia, y al conocimiento que expresa que se ha vuelto imposible escribir poesía hoy. Escribió T. L. Adorno en 1951
D.A. Fuks nos dice hoy
…escribir sobre la Shoa
es incomodidad de la labor amorosa
que testimonia acerca del odio.
Me rezagan, si, algunas dudas
¿Con qué tinta, con qué pluma, con qué vigilia…?
Y en este libro de poemas en que aborda la tarea, nos confrontara con tres temas:
1-Un primer tema lo sitúo en el sentido y valor de la escritura : Jose Pablo Feinmann nos dice “Creo que el dictum de Adorno es extremo, y de aquí su riqueza, su fascinante incomodidad. Creo que se puede escribir después de Auschwitz. Que se puede escribir después de la ESMA. Creo, sobre todo, que se debe escribir después de Auschwitz y la ESMA. Pero, por ahora, ese mandato encuentra más fundamentos en la voluntad que en la razón”.
Y Liliana Mizrahi nos recuerda: “Escribir es una forma de no claudicar. Es nuestra forma de no claudicar”
2-El segundo tema lo pienso en relación a la fuerza de la otredad. Esto es: la vigencia para el uno, del otro. Otredad: palabra que puede ser sublime o siniestra. Sublime o siniestra según el otro sea visto como el enemigo, o el hermano que me sitúa como prójimo-próximo.
3-Yel tercero, el valor del testimonio de quienes sienten que tienen el deber ético de dar cuenta de las memorias y suturar los olvidos.
* * * *
David va a hacer en este libro, escrito desde el amor, un recorrido para recordar a otros que no pueden testimoniar. Porque ya no están. Los Fuks asesinados en la Shoa. Los Fuks asesinados durante la dictadura.
Da cuenta en este escrito, de que esta posibilidad de que él esté, aquí, ahora, vino ligada a la historia de la emigración. “Con la emigración, mis abuelos salvaron su descendencia. Nos nacieron…escribo este libro dedicado a todos ellos, ineludibles intrusos que desasosiegan mi espíritu!”
Los abuelos nos nacieron, cuenta David. Posibilitaron la vida.
Desplegado el drama de la historia, y transcurrida la tragedia, atropellados por la razón de Occidente, la sangre de las pupilas de los Fuks, no se ha secado aún.
Titila en palabras. Insiste en su mensaje.
Los nombres de aquellos que son éste, se inscriben en sus poemas , y se constata la ferocidad de lo acaecido, cuando cuenta el momento en que las plegarias se empinan por sus gargantas, en desventaja con el ritmo del gas o de las paladas de la tierra maldita y nevada
Los nombres se inscriben. La consternación de la muerte como “otra cosa” para Berta en Tarnopol, en Ucrania: una noche sin remisión, la lápida que nadie inaugurará.
Pero contra la muerte está la escritura: Los escritores Fuks amamos lo que debemos: el humor ácido, sostener a la vieja usanza moral el imperativo de deber la deuda de los vivientes…
La escritura como el imperativo de deber una deuda, la deuda de los vivientes.
Advenidos a la vida, y al permanecer en ella, sin comprender el porqué, queda la espera de una misión. ¿Testimoniar?
Por eso afirma David, es preciso decir y decir y decir, como dice quien le arrebata la voz a Dios.
Por eso David dice a Inés, desaparecida en Buenos Aires; …te ofrezco de cobijo, las sábanas homónimas de mi libro, centro licito de memoria y perdurarte en la prórroga del poema para que no te pueda aborrecer el hambre del olvido.
El libro de poemas, como centro lícito de una memoria imprescindible.
Se hable de los Pogroms en Odessa o los Bastones Largos de la Noche, de Auschwitz o de la Esma, hay algo en común: el silencio. Y algo más: aquí y allá, las almas, los nombres, los rostros, las ilusiones convertidos en números. Números tatuados en el antebrazo, números en los registros de la infamia… números…
La memoria sofocada, la amnesia de lo ominoso, callar el llanto al vuelo, sofocar el aire del quejido, volver a morir mutilado del silencio. No es posible aceptar el silencio.
¿Volver a morir en el olvido obligatorio de las buenas conciencias, de las almas bellas, del para qué recordar?
La memoria amamanta alocuciones sumergidas , homónimos del mundo, y el mundo elude a babor y estribor, enmscara a los escondidos una vez más. Una vez más.
El mundo puede eludir, soslayar, enmascarar. Pero este libro de poemas es como una batalla contra el silencio y el olvido.
María del Carmen Marini
20 de octubre de 2015
Aparecida y las dos Martas 2 2015
Pocas veces lloro. Pero casi siempre a destiempo. Recién cuando terminé de leer, me levanté y fui a buscar un pañuelito de papel.
Sigo los textos de Marta desde las columnitas del Suplemento No. Las llamaba “Convivir con virus”. Y las coleccionaba. Después aparecieron con formato de libro.
También buscaba y leía sus entrevistas, y especialmente me llegó su soliloquio, durante la que le efectuó a Pilar Calveiro (“Poder y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina”), por las emociones que puso en juego y la invadían y se animó a expresar. Más allá de la periodista que cuenta, el lenguaje interior de la que escucha y resuena. Periodista cuya madre fue desaparecida en el 76.
Luego, en el Suplemento “Las 12” para una celebración del día de la madre, ella incluyó en su nota sobre la fecha, algo que yo había escrito en “ Salirse de madre” ( Croquiñol. 1989) : “La madre es como el orgasmo. Mientras está no se advierte que importante es. Pero si llega a faltar ¡ay! Huérfanos y anorgásmicos del mundo ¡uníos a llorar vuestras desdichas! Nada compensará esa falta. El tango tiene razón: hay vacíos imposibles de llenar”.
Me sentí tan orgullosa de que me hubiera citado…quise comunicarme con ella, pero no lo logré. Y pasó el tiempo. Ojalá que lo recuerde. Fue importante para mí.
Y ahora llega “Aparecida”. Una hija, Marta, recupera los restos de su madre: otra Marta. Y esta hija escribe una crónica desde el momento en que recibe la noticia, hasta que se completa el ciclo y puede dejar en su última cuna, la pequeña urna, cofre, decorada como un alhajero.
Son los detalles los que saltan y me toman del cuello para oprimir la garganta. Su reflexión sobre la búsqueda en que puede afirmar: “…ya había aprendido a convivir con la presencia constante de la ausencia sin nombre cuando mamá se convirtió en una aparecida”. (86)
“No, no había nada especial en el cuerpo de mi madre, salvo que era mi madre”. (72)
La ausencia presente de ese cuerpo, de esa madre, como cicatriz a sostener como marca identitaria.
En la ilusión (¿deseo?) de esta Marta de que la muerte hubiese sido benévola con aquella Marta, se escriben supuestos. Es la preocupación de una hija, convertida en madre de su madre. “Porque fusilarlos los habían fusilado. A mi mamá con otras dos mujeres y un hombre, un cura o un excura, como se quiera pensarlo, que cantaba canciones metodistas en el cautiverio y que yo tengo la ilusión de que algo cantó en ese momento, o que le dio la mano o alguna luz de esperanza frente a lo que se venía. No lo sé. No puedo saberlo. (47)
“Costa 500, la dirección que figuraba en la partida de defunción de mi madre. Un palo borracho en flor tapizaba la calle de pétalos rosados….Me hubiera gustado que fuera ahí, tal vez el aire de barrio le había dado una última esperanza, tal vez se había ido abrazada a ella.” (133) y quizá deseando que los pétalos hubieron acolchonado la caída. Cuanto de delicado cuidado por la memoria adivinada de lo que debió ser, de lo que debió acontecer…
Esta Marta cuenta cómo es que va viviendo todo el proceso, desde la noticia de la aparición de los restos por el Equipo Argentino de Antropología Forense. El tiempo desde las dudas, desde la búsqueda de las hermanas de H.I.J.O.S. para que acompañaran este tiempo.
“La misma ternura me reblandecía y la misma ansia me devoraba, ¿qué, a quién iba a poner en la urna cuando llegara el momento?” (173)
“No la quería ver. Tenía miedo de que se rompiera algún hechizo…Todavía no…No quería perder a mi santita de ojos azules y pelo al viento, ni la blandura del pecho en que me refugiaba, ni sus dedos mojados de saliva para sacarme la tierra de la cara; con todo eso era con lo que hablaba, con lo que venía hablando hacía tantos años. No estaba tan loca como para encomendarme después a un esqueleto desarticulado.”(73)
Creo que se trataba de preservar el hechizo, la magia de recuerdos que habían acompañado un crecimiento, el suyo, apenado por la falta.
Hubo también “…ese instante en que todavía estaba aferrada a esos huesitos como una nena que abraza su peluche antes de dormir” (190)
Para después poder decirse: “En el camino me di cuenta que desde que le dimos sepultura a los huesos, ya no le hablo a mi mamá, no le pido que me ayude, que me proteja, que cuide de los míos…Tengo lo que tuve y eso siempre está vivo y cambiando…”(69)
Y recuerda: “Ella tenía ansiedad por decírmelo todo, quería que entendiera del amor, de la muerte y de la revolución; y yo creía que entendía”. (62)
Tal vez compenetrada en la lucha “Tendría que haberme preparado para sobrevivir en el páramo done flotaba el polvo de las alegrías y las luchas del pueblo latinoamericano. Tendría que haberme ofrecido algunas herramientas para la vida sobre los escombros…(115)
Resulta inolvidable el relato de los últimos ritos:
Y leo en dichos ritos la voluntad de recorrerlos minuciosamente, hasta formular su sentido: un sentido que recupere lo valioso de la refirmación de la dignidad de lo vivido “Todos esos nombres y esas caras que había retenido desde niña hasta adolescente, a pesar de que mi tarea militante era olvidarlos no eran una comparsa de fantasmas sino historias y cuerpos animados, capaces de sufrir, de resistir y de morir; no sólo de desaparecer.”(19)
“ íbamos a acompañar en el viaje desde el anonimato hacia el territorio de los muertos recordados, ahí donde podría seguir diciendo por sí misma, aquí estoy, en este tiempo supe lo que era la primavera, fui madre, fui hermana, estos son mis deudos…he sido asesinada, mi existencia negada, pero los míos arrebataron mi cuerpo de las sombras, desde aquí doy fe de la doble masacre de las vidas y de los cuerpos.” (188)
Arrebatar el cuerpo de las sombras que pretendieron invisibilizarlo, como LA TAREA pendiente, al fin lograda. Verdadera OBEDIENCIA DE VIDA.
“Más de trescientas personas nos esperaban, con banderas y flores bajo un cielo gris plomo que se contuvo y no cumplió con el pronóstico de lluvia. Mamá viajó en una cureña hecha con un carro de cartonero y cubierta con una bandera argentina hasta la puerta de la que había sido su casa…Después marchamos hacia el cementerio, un cura villero dijo amén, shalom , axé y saludó a los ateos marxistas mientras la urna reposaba en el pasto…” (202)
No se puede imaginar mejor despedida.
Comentario sobre “Pájaros sin luz” de Noemí Ciollaro. 2014
Esta es una compilación de testimonios de mujeres que tienen algo en común: haber sido (¿seguir siendo?) compañeras de desaparecidos. Todas son sobrevivientes. Algunas pasaron por la cárcel, muchas de ellas quedaron a cargo de los hijos para asumir solas la responsabilidad de cuidar de ellos. Se dispusieron a dar su testimonio, decir la palabra acallada por tantos años y hacer posible este libro que ilumina una dimensión de la historia reciente, poco y mal conocida. Era tiempo de escucharlas.
Bien habla Bayer cuando se refiere a los desaparecidos como: el pecado original de los argentinos.
Y sucede aún que en estos testimonios el fantasma del desparecido y de los que desaparecieron después de diciembre del 83… esos son fantasmas que dan vuelta en nuestra sociedad. Ésta es nuestra noche de brujas dirá Patricia Escofet
Pecado original, noche de brujas, fantasmas que siguen deambulando componen parte de nuestra carga.
Además de esa denuncia, inevitablemente se esboza la añoranza por el que falta, por el que ya no está..
Pulsa la nostalgia del ausente desde aquellos días: Me sentía segura dentro del auto, andando, con los chicos ahí: eran los únicos momentos de seguridad que sentía. Era eso, como si me pusiera un sobretodo de Horacio. Cargaba a los chicos en el auto y era fantástico. María Inés (162)
Se expresará también en estos testimonios la magnífica fuerza de la vida que va a prevalecer. Así leemos en un testimonio: Si no me hubiera pasado todo lo que me pasó no tendría ahora esta visión de los que es la vida. No sé, creo que la hubiera disfrutado menos. Yo cada vez que sale el sol…para mí es un festival nuevo todos los días, salgo temprano, a las seis, a mirar cómo sale. Y eso es e me faltó el sol mucho tiempo; y pasa una mariposa y para mí es un vida hermosa. Hay otros que lo tienen todo y sin embargo no ven nada. (210)Marta Berra
Acerca de la militancia
Hubo diferentes modos de participación en estas mujeres, en los acontecimientos de entonces, modos a veces contrastantes. El balance de lo asumido como compromiso político y militante marca una heterogeneidad que existió ayer y continúa.
No puedo dejar de ser lo que soy y lo que quiero seguir siendo. No sé si es muy duro lo que digo…pero yo no puedo no seguir haciendo mi vida de militancia para preservar la relación con mi hijo. (55)Delia Bisutti
En contraposición leemos:…les decía a mis compañeros que yo nunca iba a poder anteponer lo político a mis sentimientos. (197)Zulema Riccardi
Algunas de las entrevistadas ocuparon diferentes jerarquías dentro de las organizaciones, dándose fuertes paradojas.
Mientras una era responsable del grupo al que perteneció el hombre que sería su compañero desaparecido, y acepta las condiciones que les imponen: “…cuando empezamos a ser pareja todos se opusieron, él no podía saber nada más que mi sobrenombre…”(268) María del Socorro Alonso
Otra de ellas reniega y protesta por ser excluida de la vida del hombre amado:
Después decidieron. Los compañeros con los cuales compartíamos la militancia decidieron que…tenía que ser resguardado. Era mi compañero, mi marido… Paula, nuestra hija, ya tenía dos o tres añitos.
Por eso tuve mucha bronca. Porque decidieron por mí…Habían entrado en mi vida. A definir cómo íbamos a vivir. (124/5) Rufi
Están las que no participaron pero padecieron desde el desconocimiento: Yo tenía miedo, pero no sabía bien lo que realmente estaba ocurriendo. (145) Eva Andrada de Ballestero
Y están quienes registran la profunda injusticia: Nadie tiene derecho a apropiarse de mi desaparecido y decirme que no lo exhume, que no le ponga nombre, que no tramite la reparación porque me prostituyo. ¿con qué derecho? (225)Sonia Severin
Acerca de los hijos
Algunos hijos cuestionaban que sus padres priorizaran la militancia antes que a ellos…, y si sacrificábamos lo individual por lo colectivo no era porque no nos importaran nuestros hijos, al contrario, sacrificábamos lo que más queríamos. (147) Sonia Severini
Muchas veces me planteaba que él quería una mamá como todas. La mamá que estuviera siempre en casa cuando él llegara, y eso fue así en la época más dura…(56) Delia Bisutti
La culpa pasa también por lo anterior a las desapariciones. La vida a la cual uno sometió a estos chicos sin que ellos tuvieran la posibilidad de elegir nada. (100) Susana Botner
Cuestionamientos de algunos hijos, expectativas de una vida como la de los otros chicos, en algunos casos: la culpa de estas madres. En otros, la reivindicación de lo elegido.
En todas ellas el cuidado para protegerlos del resentimiento:
Y una parte importante de que los chicos fueran diez, era como yo les trasmitía la razón por la cual el papá no estaba, sin provocarles un resentimiento tal que el día que vieran a un cartero lo mataran porque tenía gorra; pero tampoco que creyeran que su padre no estaba porque había caído en una zanja. Creo que esto era muy loco, cierta locura militante… (95) Susana Botner
Y el sentimiento de triunfo porque crecieron y ese crecimiento de los hijos, las representa a estas mujeres como el mejor logro, como triunfo sobre lo sombrío :
…a través de cosas concretas, como por ejemplo, los hijos que terminan de estudiar, los hijos que a pesar de todo consiguen trabajo, y a pesar de todo están vivos. Quién hubiera dicho que ese hijo de subversivo iba a salir adelante ¿no? (86) Patricia Escofet
Pero también, insoslayable y dolorosa la constatación del daño, de las lesiones a aquellos que no había podido elegir:
La angustia, el miedo, la tristeza en muchos de esos hijos perdurando en el tiempo ¿cómo secuela, consecuencia, efecto de lo vivido?. Como la enfermedad en la niña que pedía con desconsuelo por un padre que ya no volvería.
Alguna de estas niñas, debió asumir precozmente una madurez que la exigía más allá de sus posibilidades. (el padre desaparecido y la madre enferma)
La que más soportó los peores momentos fue Verónica…se hizo cargo de todo, especialmente cuando mamá estuvo tan mal. Ella no lloraba nunca, se tragaba los nervios, nos cuidaba….Se brotaba toda de los nervios, pero no lloraba. Fue la que llevó la carga más pesada, (231) hija de Dora de Jaramillo
Otras madres abrumadas, aferradas a sus hijos, expresaron su desasosiego con las estrategias que podían: llevándolos consigo todo el tiempo, retirándolas de la escuela, angustiadas si ellos salían, tratando de que no pasara el tiempo, evitando que cambiaran, que crecieran…por si el padre volvía.
Les hacía la vida imposible a las chicas cuando salían, era enorme mi miedo de que les pasara algo. De más grandes cuando iban a bailar y se retrasaban un poco, yo me la pasaba en vela, esperando…terrible (260) Eva Andrada de Ballestero
Pero también esas mujeres encontrando en sus hijos un motivo para vivir, en esas épocas de muerte. En un caso, ella estaba en libertad vigilada después del drama de perder el bebé de Gille, el compañero desaparecido.
Hice el amor con Eduardo… yo quedé embarazada esa noche. Le dije entonces, que quería tener ese bebé, que lo iba a tener, que lo necesitaba porque realmente lo que necesitaba era un motivo para vivir…y que un hijo para mí iba a ser lo más importante. Yo no tenía casa, familia, nada.
A partir del cuarto mes dejé de ver a Polda (madre de Guille) sin decirle nada, porque no quería que ella me viera con la panza. (280) María del Rosario Alonso
Y entre aquellas mujeres fuertes, el vínculo más genuino:
A la semana de haber nacido María Sol, me fui con ella a la ronda de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo, me acerqué a Polda, le puse la nena en los brazos y le dije: “Es María Sol y es mía”, y Polda me abrazó y me contestó: “Bueno, también es mía ahora”. (181) María del Socorro Alonso
¿Puede concebirse mayor grandeza que ésta?
Y como una lúcida reflexión que subraya, a modo de síntesis, lo acaecido con todos esos hijos que perdieron a sus padres:
…aunque no se converse cotidianamente, esto es parte de lo que hizo la desaparición forzada de personas a los hijos de los desaparecidos, no los dejó que supieran como iba a ser la relación con sus padres…se cortó la relación, los ciclos de la vida, esto es lo tremendo que hizo la desaparición, es algo que no sucedió, bueno, el interrogante es eterno. (283) María del Socorro Alonso
Acerca de las mujeres
La mayor injusticia comentada en estos testimonios, parece haber sido el sentimiento de devaluación, de ser ignoradas, que registraron casi todas las mujeres que aportan sus testimonios.
Esto de minimizar nuestro dolor, siento que también ha sucedido en los organismos de derechos humanos, como si valiera exclusivamente el núcleo primitivo. (111) Haydeé
Parece que en el caso de las mujeres fue un disvalor el haber acompañado al desaparecido. Es un valor haberlo concebido, es un valor haber nacido de una mujer, de una madre, pero no es un valor ser la compañera de un hombre… (262 ) Eva Andrada de Ballestero
Ellas debieron sostener los trabajos que ejercían o salir a trabajar por primera vez fuera de la casa, para mantener a sus hijos, hacer malabarismos para preservar unidas a sus familias, sorteando el miedo y la pena, la infinita angustia por la desaparición del compañero.
Bueno ya se sabe que teníamos que sobrevivir, que no teníamos tiempo. (166) María Inés
Pudieron empezar a reunirse mucho tiempo después, generalmente en temas que tenían que ver con la defensa de los derechos de sus hijos.
…pienso que el de las mujeres de los desaparecidos sigue siendo un tema muy complejo. Yo mantengo contacto con muchas, nos reunimos por cosas puntuales, cuando fue lo del servicio militar, lo de las pensiones, o ahora lo de la reparación a familiares. Pero siempre andamos a la sombra del protagonismo de los demás. (133) Rufi
Aún más tarde pudieron recuperar fragmentariamente sus propios intereses, sus propias vidas.
Lo que sentí en el 84 fue como un alivio en poder blanquear la situación. Da risa, pero eso se concretaba en que empecé a figurar en la guía y a tener agenda. Y cuando me preguntaban si era casada, separada o viuda decía: “Mi marido está desaparecido” (103) Susana Botner
Desde que salí en libertad en el 83 hasta el 94 hice esa vida once años (estar ubicable todo el tiempo para el hijo), recién después empecé a pensar en mí. ¿Qué hice? Irme a trabajar a Villa Constitución con los compañeros, que es lo que me gusta- (299) Cristina Bollatti
La ausencia del compañero desaparecido, las diferenciaba de aquellas cuyo esposo había sido asesinado, se desplegaban en paradojas e ironías:
…ella contaba que no sabía dónde estaba su compañero, que ella pensaba que estaba muerto pero no se sabía, hubo otra que le contestó: “Al final voy a tener que consolarme porque yo sí sé dónde está enterrado mi compañero”. (187) Mirta Clara
Esa incertidumbre impidió a muchas de estas mujeres establecer otros vínculos amorosos:
No, no me casaría de nuevo, si yo no sé adónde está mi esposo…pero a mí no me da, no sé cómo decirlo, pero a mí mi condición moral no me da. (217) Ada Miozzi
Quienes fueron compañeras de un desaparecido y logran armar una nueva pareja, es como que tienen que renunciar a todo el pasado… (259) Lilia Mannuwal
…a pesar de que Lucho ya no estaba, internamente yo seguía con él y no pude consolidar nada. (248) Lilia Mammuwal
No volví a formar pareja, no pude hacerlo…con la desaparición siempre te queda el interrogante de qué habrá pasado. Por más terapia que hagas, el duelo no se termina. Una se termina enterrando con ellos. (305)María Rosa Balbi
En algunas, la posibilidad de dejar la casa, el barrio, el país fue resistida, por el sentimiento de fallarle al compañero ausente. La obligación ética parecía llevarlas a permanecer en los lugares a los que él podía volver.
Muchas veces me planteé que tenía que irme del país, pero no podía sentía que abandonaba, que por ahí podía hacer algo, y si volvía Horacio que pasaba…Para mí era imposible irme (158) María Inés
…me hicieron salir el país, me hicieron salir de prepo porque yo no quería irme, lo sentía como una traición. (248) Lilia Mannuwal
Esta fidelidad las tuvo también posteriormente como protagonistas de las búsquedas. Han sido mayoría de mujeres las que buscaban:
…las persona que se acercan a nosotros a aportar datos, se logre o no la identificación…casi la mitad de los casos son compañeras o esposas de desparecidos. (323) Darío Olmo (del Equipo de Antropología Forense)
Bordeando la locura
Situaciones tan traumáticas como las vividas por estas mujeres condicen con la posibilidad de un quiebre subjetivo, expresado como enfermedad, desborde, crisis emocional. Como en catástrofes que abruman, sus efectos pueden variar según las historias personales y las características propias de cada hecho desaparición. Pero es imposible que un drama tan profundo como el padecido por ellas, no deje graves daños psíquicos.
Procesando como se puede
Yo lo espero. Siempre. Cosas terribles, ni en el Borda deben pasar. Y sí, Sí. Ir en el tren y ver una cara y creer que es Miguel. Eso me ocurre hoy, todavía. Locuras que quedan. Que una está así, sentada y siente que alguien pasa. Y es él. Esto es una locura absoluta…pero yo esto lo siento. Será parte de la locura, y yo convivo con ella, no me preocupa, pero… (67) Noemí
El primer año de la desaparición e Osvaldo yo me lo pasé teniendo la fantasía de que me iban a llamar y me iban a decir que estaba en tal cárcel, a disposición del PEN. Y todos los meses bajaba su ropa, la lavaba y la planchaba de nuevo, porque en cualquier momento me iban a llamar y yo iba a tener que llevarle la ropa. Bueno, esto era dialogar con la locura…Hay compañeras …que a partir de la desaparición de su compañero no volvieron nunca más a tener una vida…no, ni siquiera podría calificar como quedaron. Quedaron mudas. Mudas. (83) Patricia Escofet
Lo que sí quiero es tocar los huesos de Hugo, necesito tocarlos…Federico me dice que es morboso. Será morboso, no sé, pero lo necesito. Tambièn le dije a mi hijo que es la primera vez que vamos a estar los tres juntos, y le pareció de humor negro. (301) Cristina Bollatti (Vs 218)
Estrategias
…desde el pensamiento del miedo, de cómo ibas a actuar en una situación de muchísimo riesgo, había dos situaciones: lo mejor es dividirse, pensar por ejemplo que soy una roca…yo me convencía de que así yo perdía el miedo. Parece muy loco, pero a mí me servía, era como un seguro. Yo soy una roca. Y de ahí no me van a poder mover. (115) Haydeé
En febrero del 77 vino a visitarme mi hermana y me dijo que el Flaco estaba entre los fusilados. Sal í de esa visita como si fuera una pared. Recién en un tiempo posterior comencé a tener indicios de sufrimiento, síntomas, problemas menstruales…un médico me dijo que lo que padecía era neurosis de guerra. (186) Mirta Clara
Lo que hicieron mis hijos fue ir a Antropólogos. Pero yo no quería. Yo no quería un cadáver. Tampoco quiero saber qué pasó. Nó, porque si no me voy a volver loca. (218) Ada Miozzi
Siempre fui así alegre…Claro que cuando se llevaron a Cacho perdí un poco la alegría. Pero ese carácter me ayudó a llegar hasta el día de hoy, siempre se lo digo a mis hijos. Ellos no son así como yo, ellos tienen tristeza… (220) Ada Miozzi
En el borde
…después de la desaparición de papá, mamá estuvo muy mal, estuvo internada. (228) Hija de Dora Jaramillo
-Sí, a mí le pasó que yo fui perdiendo la noción del tiempo. Mi esposo desapareció y yo empecé a no comer y a no dormir. Salía con mi hija Verónica desde la mañana temprano a buscarlo, a preguntar… (228) Dora de Jaramillo
Pero yo esperaba a Víctor. Cuando vino la democracia pensé que iba a volver a aparecer. Me dolían los ojos mirando por la ventana. Desde mi ventana se ve bien lejos la calle. Me gastaba la vista mirando, esperando, pensaba que estaba en algún hospital, que había perdido la memoria. Lo he buscado en los hospitales…en los regimientos sin darme cuenta de la gravedad de lo que estaba pasando. Qué locura…Después me di cuenta de mi locura. (257) Eva Andrada de Ballestero
Cuando quedé sola con mis chiquitas golpeaba las paredes y decía por qué. Por qué y por qué. No entendía, no podía entender. Tenía miedo. Miedo de volverme loca. (259) Eva Andrada de Ballestero
…Si yo era un guiñapo pateable…Así me sentía en esa época. (164) María Inés (como sobreviviente de los campos nazis)
Tomar conciencia
…mi golpe emocional fue no estar preparada para lo otro. Para lo denigrante, para verlos pasarse una noche con un chiquilín, violándolo, y después matarlo…normalmente no se habla de eso, pero…Y uno para poder seguir una vida correcta y normal tuvo que meter todo esto en algún lugar del cerebro, y es bastante difícil después de pasar por eso pensar que uno cree en algo. (273) María del Socorro Alonso
Sueños y pesadillas
Frecuentemente en el testimonio de estas mujeres, hay referencias a las pesadillas que acompañaron las historias de desaparición, vinculadas a la angustia de la pérdida y como malogrados intentos de restauración de la trama desgarrada.
Tenía pesadillas en las que lo buscaba y lo buscaba sin poder encontrarlo, o que alguien se iba caminando, siempre de espaldas, y yo sabía que era él, pero nunca podía verle la cara. (307) María Rosa Balbi
Las familias
La intervención o falta de apoyo de las familias de las que procedían estas mujeres y sus compañeros, fue diferente.
Así las hubo expulsivas, que necesitaron poner distancia con la compañera del desaparecido (114) Haydeé
Otras abandónicas que no supieron-pudieron acompañar en el trance (161) María Inés.
También quienes asumieron actitudes críticas y de desacuerdo. Hubo una familia política que se oponía a la gestión de una reparación a los hijos del desaparecido (218) Ada Miozi
Aunque por su familia de sangre, contaban con familiares que ofrecían apoyo para viajar al exterior (218) Ada Miozzi
Y hubo también una suegra que pudo acompañar y bendecir a la niña habida de otra relación. (281) María del Socorro Alonso
En otro caso, la dificultad de aceptar lo definitivo jugó una mala pasada. Tal vez por eso que otra de las suegras ¿entrando en confusión? planteó que creyó ver al hijo en Paraguay, en un programa de t.v. La convicción de la compañera era: Si él estuviera vivo, hubiera vuelto ( 315) María Paz de Chavez
Desaparición y sus efectos
Difícil para todos los implicados, las familias también, pero especialmente para estos “pájaros sin luz” preservar la cordura, sin poder cursar los procesos de duelo necesarios. Confrontando el obstáculo del silencio, la exclusión y muchas veces en situación d desamparo.
¿Qué fuerza titánica albergaron estas mujeres, pese a lo padecido, para seguir viviendo, para seguir luchando, para seguir protegiendo a los hijos.
Si hay un crimen, además del asesinato, es el de haber impedido esta tramitación dolorosa pero imprescindible del duelo, insoslayable para poder retomar la vida. El delito de la desaparición, así, se sigue cometiendo.
María del Carmen Marini, abril de 2014
Sobre la bicicleta verde. Algunas reflexiones. 2014
Su directora, Haifaa Al Mansour, además de ser la primera cineasta árabe, debió filmar su película en la clandestinidad.
Voy a escribir sobre “La bicicleta verde”.
Y digo la palabra SOBRE en un doble sentido. En principio, porque voy a hablar acerca del film, en que el sueño inalcanzable de una niña es andar en una bicicleta verde , en una sociedad en que no les está permitido las mujeres, circular en ellas. Allí, en Arabia Saudita, a las represiones de la religión, se suman las de la más férrea tradición patriarcal .
Pero uso también la palabra SOBRE, porque montar una bicicleta verde, alcanzar a pedalear por las calles polvorientas, simboliza concretar un propósito, remontar un sueño, alcanzar una meta, dar un salto en la lucha por lo anhelado, cuando parece imposible.
Así es que a poco de pensar pude decirme: cada mujer puede contar que en su historia hay una bicicleta verde. Y me propuse contar los relatos de esas luchas, que para muchas mujeres ¿todas? Implicaron una tarea personal ardua, intransferible.
La primera que me motivó fue Hebe. Hebe nos dijo que había visto el film, con el estómago hecho un nudo, por los esfuerzos de la protagonista para comprar su bicicleta y el sentimiento de injusticia ante los obstáculos que la frenaban. Pensamos que, como en la historia de esa niña, muchas de nosotras nos habíamos encontrado con trabas irracionales. Luego contó que cuando ella terminaba su escuela secundaria, hubiera deseado continuar estudios universitarios. Pero hubo una prescripción paterna que dijo: - ¡No! Vos vas a cursar el profesorado. Su hermano varón se recibió de médico. A veces cuando eran estudiantes, le pedían a ella que preparara la merienda. Ella cumplía en hacerlo, y luego escondía (cada día en un lugar distinto), la bandeja con la taza del hermano, y se sentaba ostensiblemente a tomar la propia, untando las tostadas con displicencia y sorbiendo el te con arrogancia. Se burlaba de él. Era su pequeña venganza.
Raquel se había propuesto estudiar Psicología y pese a la oposición paterna, que se regía por un modelo de feminidad muy tradicional, logró inscribirse, y con la complicidad materna pudo ir a la Facultad y aprobar los parciales de ese primer año. Cuando rindió con éxito los exámenes finales, recién le dijeron al padre lo que había logrado. Y desde allí pudo blanquear su condición de alumna regular para inscribirse en segundo. Durante todo ese año la madre para disimular la cuestión secreta, había presentado al padre postres o manualidades, adjudicando a Raquel la confección de los mismos. Una estrategia barroca para ganar tiempo hasta lograr el permiso.
Iliana me contaba que su padre tuvo uno de los primeros autos en Araón Castellanos, cuando era solo un puñado de casas. Le había enseñado a conducir a su hermano adolescente, aunque había hermanas mayores que trabajaban como maestras, y hubieran podido ser las beneficiarias. No era a ellas a quien el padre dejaba la llave del auto, sino al hijo varón y con la consigna de llevarlas y traerlas a los bailes del pueblo. Fue la madre la que en las siestas, sustraía la llave del patriarca, y enseñó a manejar a sus hijas mujeres, hasta que, sobre los hechos consumados, el padre aceptó que ellas también pudieran conducir.
Es más triste cuando la prohibición viene de adentro. Ana había cursado sin tropiezos la escolaridad primaria. Cuando planteó su deseo de no continuar con estudios medios, los padres aceptaron, y así se mantuvo lejos de las aulas y del despliegue de sus posibilidades. Tal vez la de sus padres fue una aceptación resignada. Fue ella la que se puso límites, pero los padres ¿hubieran aceptado esa decisión en los varones? No, seguramente los hubieran estimulado para que reconsideraran su decisión. Ana pudo más tarde alcanzar a cursar los estudios secundarios, cuando se convenció de que esa bicicleta verde de los estudios medios, le era accesible.
Leli declinó con angustia su deseo de tener un automóvil, su propio automóvil, ante el temor a un accidente que hiciera patente una supuesta torpeza, que no era tal, ya que se conducía en bicicleta sin problemas. Pero ese temor para ella tenía fuerza de verdad incuestionable y absoluta. ¡Su madre lo sostenía! Contrariarla era ponerse en peligro. En Ana y en Leli, la presunción de incapacidad en tareas intelectuales, o de destreza y seguridad fueron aceptadas por los otros, favoreciendo una renuncia mutilante. En estos casos no hubo una madre cómplice, como la de Raquel o Iliana, que levantara las interdicciones y favoreciera el crecimiento.
En “Buscada” el libro de Laura Giussani se relata acerca de la protagonista, Lili Massaferro: “Quiso estudiar bachillerato, pero recibió una negativa absoluta: “Tu madre quería que fueras maestra”. Y a los diecisiete años fue maestra. Ahora sí sería libre. Quería ser médica. Durante meses se preparó para el examen de ingreso a Medicina. Finalmente llegó el día, rindió y aprobó. Estaba feliz, volvió con los resultados del examen para festejar en casa pero se encontró con la cara adusta de un padre que la miraba con reprobación: “Esa no es carrera para una mujer” dijo con aspereza, y no admitió discusiones.”
Esa fue una muralla que, como en los otros casos, influiría en vida, proyectos, sueños.
Se podrá alegar que los países musulmanes donde transcurre la película que comento, esas murallas son particularmente feroces. También que para las generaciones precedentes las prohibiciones arbitrarias obraban con más vigor.
Pero murallas y prohibiciones varía de época en época y de lugar en lugar, y sin embargo, bajo diferentes formas siguen recortando las alas y la capacidad de vuelo de media humanidad.
Ese anhelo de la niña del film, nos remite a los anhelos que cada quien sintió y que me llevan a sugerir que nos preguntemos : ¿Cuál fue la lucha que debimos librar, cada una de nosotras por la bicicleta verde?
María del Carmen Marini, junio 2014