26 dic 2020

Green Books

 “GREEN BOOK”  y “3 TRES ANUNCIOS POR UN CRIMEN”
El oficial Dixon (gran trabajo físico y de composición de Sam Rockwell), es un policía racista y borracho que juega algunas de las secuencias más memorables de un filme
La  película de McDonaugh ofrece una exploración profunda de la ira y el proceso del duelo, que es un elemento que une a los tres personajes principales de este relato.La madre que busca justicia por el asesinato de su hija (a cargo de una intensa Frances McDormand), el sheriff que lidia con un cáncer terminal (otra gran labor de Woody Harrelson) y el policial racista que perdió el rumbo de su vida y su oficio.
El policía, y un tanto furioso al inmaduro oficial Dixon (Rockwell), es un nene de mamá conocido por su temperamento volátil, y su afición por repartir golpes gratuitos cuando se trata de sospechosos afroamericanos. Sí, Dixon es un racista (entre muchas otras cosas) avalado por sus compañeros que no mueven un pelo ante sus exabruptos. No es gente ‘mala’, solo ignorante, al menos ante los ojos de McDonagh. Su transformación es lo notable.
Green Book
Todo arranca cuando a Tony “Lip” Vallelonga (un Viggo Mortensen especialmente engordado para la ocasión) le anuncian que el bar en el que trabaja como seguridad cerrará durante dos meses. El dinero escasea en la economía de esa familia amuchada en un departamento del Bronx, por lo tanto es necesario encontrar un ingreso extra para soportar la clausura. Un trabajo a priori sencillo como chofer y guardaespaldas de un prestigioso doctor asoma como la salvación. Pero hay dos problemas: la tarea y la raza del músico.
La gira, entonces, como escenario de la transformación.
Durante el devenir de la historia, Tony descubre la música inmensa del Stainway en los dedos de Don, y aprende a escribir cartas a su mujer gracias a las metáforas de éste. Negro, homosexual, adinerado, Don Shirley parece desencajado de todo lugar. Sus dedos ni siquiera conocen el aceite del fried chicken con el que Tony le incentiva.
La  situación de desempleo desemboca en la inminente relación con Shirley. El guion de Farrelly, Brian Currie y Nick Vallelonga (hijo de Tony) juega con las referencias al crimen organizado en un sentido estrictamente cinematográfico: años después de los hechos retratados en Green Book, el exchofer y portero inició una carrera como intérprete de bolos y breves apariciones secundarias en el cine y la tevé, usualmente en la piel de personajes “pesados”, gánsteres, asesinos y mafiosos, por lo general de origen italiano
La transformación del versátil y políglota Mortensen en un hombre de familia tosco y malhablado, fornido aunque algo pasado de peso (hay más de un gag referido a su ingesta desenfrenada de hot dogs, hamburguesas y pizzas) y esencialmente desconocedor de todo aquello que exista más allá del horizonte del barrio en el cual nació y vivió toda su vida, resulta un clásico de la actuación del Método  A su vez, la otra transformación, la del personaje –que, en la mejor tradición de la road movie, irá mutando junto con el paisaje, de negro hater a hombre tolerante: él también, a pesar de las apariencias tempranas de control, tendrá algunas cosas que aprender de su chofer

Zuleika 3 Sobreviventes

 Comentario  de "Estoy acá. Mujeres sobrevivientes", autora: Zuleika Esnal.

Ella escribe a veces, y las cosas que dice quedan pulsando… Por ejemplo: “Si paso y no dejo huella, entones ¿para qué paso?” También les dice a las sufrientes “Ustedes hablan, yo escribo”, y sobre todo una verdad: “Sanar, me sana”. Sé que es cierto, como que “Dejarse agradecer también es humildad”
Y cuando cuenta que en primer grado: “Restar me daba pena; ¿Adónde van los numeritos que quitamos seño?” me hizo pensar, y tal vez sea una idea delirante, pero permítanme decirlo en este espacio, me hizo pensar en aquellas que han sido restadas de la vida, y  que faltan porque las mataron, o se suicidaron? ¿Son como los numeritos que le daba pena quitar? ¿Qué intuición había en esa pena?

El tema de la sobrevivencia

El libro como un gran friso, en el que se expresan historias de vida. Y también el relato de un encuentro con la escucha sensible de una mujer, a lo dicho por otras mujeres, y sobre todo, un encuentro de cada una de ellas con su propia voz.
Los testimonios ¿ 100, 8000, 80.000?, ¡el número no importa! nos confrontan con una verdad dolorosa, contada en primera persona. La de la indefensión de las niñas, y la de la crueldad de los  victimarios.
Ya sé que hay hombres solidarios, acompañadores. Ya sé que existen padres protectores, hermanos y esposos que hacen suya la causa de las mujeres.
Pero este libro habla de los otros. De los que violentan, atropellan y ocasionan daño. Cuesta pensar que sean tantos, y en la magnitud de su odio.
Y los testimonios cuentan del silencio generalizado ante esa violencia, que mata. Y de la voz que cuando llega escomo un abrazo, que permite vivir, y aunque la palabra sea escrita también abraza.
Los testimonios dicen también, de la complicidad de los que no escuchan, de los que no pueden, ni quieren escuchar.
De la desestimación de los que debieran prestar oídos: psicólogos ¿en primer lugar?, policía, hospitales, escuelas. De la negligencia, del ocultamiento, de la repetida desaparición de pruebas de la violencia. Y de las restricciones para dar el nombre del agresor. Laberintos burocráticos que también niegan justicia. Demoras tan prolongadas que convierten al agresor en un anciano deteriorado, amnésico, que en muchos casos  queda impune.
Los testimonios dicen de  aquellos casos en que semen, saliva no bastaron para probar el delito. En que la acusación recayó sobre la víctima: “loca”, “mentirosa”, “resentida”.
Y vale aquí la pregunta ¿quién es más culpable: el abusador o sus cómplices? El que no escuchó, no vio…o el que no quiso ver y oír?

Complicidades  en situaciones de violencia

De los profesionales, cómo es que la psicóloga que en vez de resonar,  increpa, que reta, que duda, que ordena?  La psiquiatra, que tal vez por impotencia, resopla impaciente?
Y sucede a veces, que la psicóloga puede decir en la comodidad de la consulta y ajena a la angustia: “hablá tranquila”, mientras la niña  piensa “pero a la que se le metía en el baño, era a mi”.
Aquella que dice a la madre “qué imaginativa es tu hija” cuando relata los abusos del hermano, atada a la teoría, pero ciega al sufrimiento.
Y la policía? Cómo es que actúa  el comisario que dice: “algo hicieron” ¿Para que el violento incendiara la casa, qué delirio puede justificar  y dar razones?
Los fiscales y juezas que manosean con sus preguntan: ¿Por qué no denunció antes?.
Y los Médicos que veían las marcas, pero no decían nada.
Y los vecinos que habían escuchado los golpes y los gritos. Pero “no sabían nada”.
El Colegio en donde las maestras no preguntaban nada sobre los cambios en la conducta?
Y es que ante estos dramas, la gente mira para otro lado. Cambian de tema. Es difícil resonar a tanto dolor: espanta. Pero hay un arma: El arma de la voz

Las víctimas

Niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, ancianas. Padeciendo repercusiones a largo plazo. Padeciendo y en soledad. Con efectos en sus vidas: adicciones, suicidios, afecciones a la salud física y mental.
Mujeres que dicen: “Nunca tuve a nadie …Si me escuchás un ratito”. Mujeres que escriben en situación de Desamparo. Con mayúsculas.
Tanto en familias ricas que cuentan haber vivido en: “Cárcel con pileta”, hasta otras que vivieron sumergidas en la pobreza: “El festejó con  un asado en mis 17 años. Había de todo. Yo no conocía la molleja”.
La sexualidad mutilada de tantas: “No sabía que era el orgasmo”.
Y las que viven con miedo, amenazadas en la casa, ella, la víctima, y la madre, y la hermana por el violento abusador. En constante pánico, ese que erosiona la propia estima.
Y las que parecen paradojas siniestras.:  Aquella, que harta de violencia, se cortó a sí misma y cortó al abusador con el vidrio que se rompió en la lucha ¡y que queda ella! con restricción perimetral vista como “loca peligrosa”.
 La que “cuando lo denuncié, mis padres no me creyeron, era un amigo de la familia, le dijeron a él y le tuve que pedir perdón”. Yo era para ellos “la loquita”.

Efectos

Todas estas víctimas vistas y nombradas como “locas”,  como “raras”.
Sus testimonios: 1 “Viste las películas donde el alma sale del cuerpo, así…yo miraba desde afuera”
2 “Apretaba los dientes cuando me lastimaba y dolía tanto. Era como no estar allí, hasta que terminaba”.
El ataque criminal,  además de arrasar el cuerpo doliente de la niña, es un ataque a la capacidad de pensar. Una defensa la lleva a desdoblarse, “despersonalizarse”, mecanismo que se ve en perturbaciones mentales graves. Pero que en estos casos hace a la defensa para sobrevivir y para no enloquecer.
Como estrategias para poder seguir, sintiendo no obstante la fractura de su historia, en que niñez y adolescencia fueron arrasadas.
Pero siempre vivir el silencio como lo peor. “Mi dolor molestaba”. Cuantas muriendo de aguantar ¿cuántas? “Fingía que estaba bien, para no preocupar …” para proteger  la madre o a la hermana.
En muchas, de estas víctimas violentadas otras devastaciones: Drogadependencia. Intentos de suicidio. Infecciones-
La que lúcidamente reconoce: “Yo salí de esa casa, pero sigo allí dentro”. Tal y como dicen los sobrevivientes de los campos de concentración.

Madres

La historia tristísima de muchas madres: la que fue asesinada intentando proteger a las hijas amenazadas.
Las otras, las que son cómplices
“La peor es la madre que sabe y no le importa” “Mi vieja no me hablaba, ni me miraba. Mis padres no me querían…te vas hundiendo”.
La madre que no la recibe, porque “no quiere problemas con su marido” O peor aún, la que acusa “Vos querés arruinar mi matrimonio?” Es madre la que le cerró la puerta?  
La otra abuela que lo eligió a él. Dijo “Solo es cariñoso” Y que pone en marcha una respuesta: “Voy a pintar a todas las víctimas, a todas las que asesinaron. Soy una artista de la bronca”. Reparación a las que no están. Sí, también hay una tracción a bronca que motoriza la búsqueda de justicia.

Y los padres

Los indiferentes: Padres que reciben a la hija violentada, pero no indagan demasiado. Como no queriendo saber.
La ruindad del que desconoce: “No sos nada mío. Un espermatozoide solamente”. El que la lleva a sentir: “Fui un error para mi padre”.
Aquellos que desafilian a la hija, al colocarlas en otro lugar, los que la abusan convirtiéndola en paria. Expulsada del vínculo que hubiera debido ser.

Hermanas

Entre ellas, las que se sacrificaron por las otras: “Me ofrecía yo para proteger a mi hermanita”.
Y las que por haberlo permitido, se culpabilizan.
A veces estas hermanas solo se tenían la una a la otra.
Y en casos, recién pueden surgir las confidencias después de huir. Lo que no habían dicho. Lo que callaron. Las que juntas y muchos años después, pueden celebrar la muerte del violador
El auxilio y la asistencia entre hermanas, como en los cuentos tradicionales. La bella sirenita, La mujer de Barba azul, Las mil y una noches. Hubo hermanas, en los cuentos y en la vida, que acompañaron e idearon estrategias para oponerse al opresor.

Victimarios

Padres, padrastros, tíos, hermanos, abuelos, amigos de la familia, vecinos, desconocidos.
Que apelan al silencio: “Esto es un secreto…” o intimidan:  “No vayas a contar, porque no te van a creer”, o “Te van a meter pupila”. Los que amenazan: “Si no sos vos, es tu hermana”.
Y los hombres que llegan después. Muchas veces a imagen y semejanza del que inauguró la historia de violencia

Y los hijos del poder

Viene bien recordar de dónde surge esa denominación y a María Soledad. Su asesinato hace años, puso en marcha resortes que se activaron, para marcar un límite a los señores feudales. Pero aún hay quienes encaramados en clase, cuna o contactos se sienten impunes.
Puede ser el agresor que afirma: “Si denuncias te destruyo” hijo de un juez y dueño de la situación.
O el abusador inimputable, sobrino de un político que a partir de su inserción se sabe protegido.
Como el estudiante rico, que por cuestiones de clase y etnia no vacila en el atropello ante la adolescente  boliviana.
También el músico o actor encaramado en la fama, desde la que atropella.
Después, a veces: Reacciones
En todos los casos en los testimonios se repite algo: el dolor. Desde el que lleva al suicidio, a la impotencia que mata de otro modo.
Pero hubo quienes pudieron. Amenazar con cuchillo, navaja, revolver en un caso, le bastaron a algunas para frenar el oprobio. Pero sí,  son tantas las asesinadas!
En situaciones, el absurdo de un agresor detenido y juzgado por robar, no por violación.
Hubo un Ingeniero industrial sorprendido y disgustado en su soberbia, al ser  denunciado por la que llamaba “negra de mierda”.
Y al fin, alguno detenidos por asesinato. Por asesinato ya cometido. Pero al menos, para evitar otros.
Es decir, todo el abanico de lo humano cruel en estos hombres, impregnados de la convicción de que pueden, de que es “normal” disponer de las niñas como presa. Emergentes de una sociedad que justifica, que apaña, que brinda coartadas.
Impregnados por la certeza, acuñada durante generaciones y generaciones que su lugar es ese, lugar conmocionado al fin. Por la palabra que nombra, por el gesto que acompaña. Por el “estoy acá” que tiende la mano y permite salir del silencio. Y tal vez eso sea lo más importante a subrayar.

M.C.M.  octubre 2018

Prólogo a Historias del exilio

 ¿Cómo entrar en este libro?
Creo que requiere una particular delicadeza, prudencia, cuidado. Por la materia evanescente y sutil de que está compuesto: se trata nada más, y nada menos que de historias de vida. Y que por el modo en que se expresan y con ello se exponen, y por la forma en que nos involucran en la lectura, harán que ésta no nunca sea calma, fría, desapasionada.
¿Cómo sumergirse en estos relatos, que son testimonio, recuerdo de lo pasado, interpelación en el presente?. Creo que primero valorando la confianza que alentó a los artífices de estas palabras. Palabras que relatan sentimientos, y nos están dejando en las manos parte de sus vidas. Es preciso que tomemos la dimensión gigantesca de esa confianza.
Y como correlato a esa confianza que los alentó para escribir a los autores, una demanda a nosotros, lectores, del compromiso a un respeto incondicional. Como aquel con que se entra en un santuario, en muchos casos, apenas entreabierto después de treinta años.
Los testimonios que componen este libro lo imponen. Y también la aceptación de la cuota de misterio implicada en cada uno de ellos.
Creo que la articulación de la confianza de los autores, con el respeto en la lectura, merece ser subrayada por la índole de lo que queda escrito.
También me parece ineludible señalar que este libro, por el hecho de estar compuesto de múltiples voces, implica una dimensión coral. Voces que debieron sumarse para dar sentido, densidad y consistencia a las diferentes miradas. Y que cuentan el paisaje de aquellos tiempos, y también de éstos, en los que como refiere el poeta: “todavía cantamos”.
Cabe la esperanza de que este libro pueda funcionar como un “Himno a la alegría” sudamericano, en que la hermandad sea testimoniada desde la palabra.
 


Comentario
Historias del exilio
…a los sueños, a las esperanzas no hay manera de exiliarlas, ni de doblegarlas…( yo agregaría, a los sueños, a las esperanzas es preciso nombrarlas. Este libro es un modo de seguir  nombrando)
La historia
Los exiliados cuentan su viaje. La mayoría de ellos, como saliendo de una trama kafkiana, en donde no había lógica sino irracionalidad  y miedo. Varios de los testimonios se refieren con esas palabras para designar ese absurdo, oscuro y siniestro que se adueñó de sus vidas, para empujarlos al exilio
Cada uno, se presenta a sí mismo, en su relato, con una carga de recuerdos que son testimonios de vida, una vida tan amplia y profunda que de ella, solo tendremos apenas  un atisbo, un pantallazo. Porque cada una, según expresan, da como para escribir un libro.
Ellos describen también en estas crónicas, los esfuerzos para acomodarse a esa nueva realidad. Sin poder desempacar del todo, esa,  la valija del alma que quedó para muchos, a medias desarmada. Que quedó en un rincón de la habitación, como prueba muda del dolor de estar allí. Tal vez  lo que sucede cuando irse no es lo que se elige, sino lo que se impone.
Pero dispuestos a tomar esa oportunidad de vida, en Bélgica, después de tanta muerte. Aceptando el lugar frío y gris, en el que transcurrirían los próximos años. Trabajando en lo que fuera, como medio para continuar y lejos de los  sueños y proyectos interrumpidos. Y en esa oportunidad, la perseverancia en ideales que insisten, y luego, a veces también la alegría. Porque los niños crecían, y otros llegaban a ampliar las familias.
Porque se trataba de hubiera un bálsamo que atenuara el dolor y una tibieza que disminuyera el frío. Por eso la solidaridad prevaleció para recibir y acompañar a los que llegaban con azoramiento y  dudas, y esa solidaridad construyó el nido para que cobijara  y diera sosiego.
Bélgica
Pero todos ellos, empezando a saber algo. Algo que surgiría con los años y que se dice claramente en este balance, y es que a partir de allí, como surge de un testimonio: “Inevitablemente fuimos, somos, de dos países”
Para muchos, desde la llegada fue como instalarse en una cuenta regresiva, estaba claro el deseo y  el objetivo de volver. Pero aún para los que volvieron, Bélgica y el exilio e instaurarían como insoslayable en sus historias. Marcarían un antes y un después en cada biografía.
Casi todos, habitando luego en una franja intermedia, como escribe alguien “con un pie en cada orilla y el corazón partido”
Con una familia allá, con la que se compartieron anhelos y crecimientos.  Una gran familia con fiestas de Navidad y celebración de cumpleaños. Con tíos y primos postizos, o mejor, tan genuinos como quedaron en el recuerdo. Y otra familia acá, de la que llegaban las noticias, porque la vida continuaba.
Y los chicos ?  
“Nuestros chicos crecían un poco lagrimeando, algunos con berrinches, otros con agresividad, o callados y retraídos… El trato era de usted, le daban la mano al llegar y al despedirse aunque apenas supieran caminar y los aprendizajes más apreciados eran que tanto el bebé como el niño se adaptaran a la vida adulta, es decir poco movimiento y poca excitación, poco hablar y mucho por favor y gracias.”
Algunos de aquellos chicos, que hoy son hombres y mujeres escriben y dan cuenta de lo que sintieron…A veces el extrañamiento, siempre el corte en la historia que se había desplegado hasta entonces. Y aunque la agitación y el temor se fueron calmando, quedó el desconcierto. La búsqueda que aún continúa para algunos. La necesidad de establecer nuevos lazos.
N. “Fue un cambio abrupto, ahí nadie te abrazaba ni te sabía mirar a los ojos. Tuve que vestirme con mucha ropa pesada y con apretados zapatos oscuros que detestaba…
…antes de nuestra partida (cuando volvían) mamá me mandó separar todos los juguetes, explicando que no lo los podíamos llevar con nosotros, y que se los íbamos a nuestros amigos, a nuestros primos del corazón…aprendí que solo poseía lo que llevaba conmigo.”
M. “ Sentí la  llegada, era bien distinto todo, un gran conjunto de casas marrones, casi fantasmagóricas, rodeadas por un barro social, tan frío y viejo como las primeras. No era un paisaje para un niño. Desde aquella mirada, impresión y sentimiento, el salto comenzaba a cobrar su tributo, que fue pagado con melancolía.
Yo contemplaba, miraba, y como todo niño, crecía. Solo que yo lo hacía mucho para adentro, porque lo necesitaba. Necesitaba buscar, como quien necesita anclar adentro, abrir las aguas y tratar de encontrar lo propio. Solo que Bélgica no era el mejor lugar para hacerlo.
Volví a la Argentina…Y sí, por más que uno se mude de continente e intente dejar atrás todo, siempre hay equipajes que no se descargan así nomás…Así mi infancia fue difícil…seguía construyéndome cada vez más hondo.
Mis padres eran exigentes, había que trabajar y estudiar en la Universidad. Había una insistencia persistente sobre eso, bajo el manto de ser feliz como meta principal. A mí no me salían todas juntas.”
M. L. El exilio y su sombra.
“Según el diccionario, exilio es “1- Separación de una persona de la tierra en que vive. 2-Efecto de estar exiliada una persona. 3- Lugar en que vive el exiliado. 4- Expatriación, generalmente por motivos políticos”. A esta  definición yo agregaría: salida del país como única opción para salvar la vida.
El exilio fue una etapa que marcó mi vida, una impronta que trazó mi destino…
Una gran carga de sentimientos, una mezcla de miedos, a la soledad, al abandono, a que nadie pueda protegerme, de incertidumbres, de angustias…”
(Entonces) según mi razonamiento, por avión llegaban “los desaparecidos”. Los que desaparecían estaban por el mundo, no se sabía bien dónde, y aparecían con el tiempo en el aeropuerto. Más tarde comprendí…”
“…consciente de que mi hermano y yo hubiésemos podido ser parte de la lista de los 400 nietos robados, buscados aún hoy, por las familias y las abuelas de Plaza de Mayo. Allí dentro de la gran tristeza, contábamos con el consuelo de estar los cuatro reunidos.”

M.C.M. mayo 2018

Alaridos

 Las películas "Vergüenza y respeto" dirigida por Tomas Lipgot (documental de la vida cotidiana de una familia de gitanos del conurbano bonaerense) y la nominada al Globo de Oro "Mustang" (coproducción turca, franco alemana) dirigida por Denize Gamze Ergüven, ambas proyectadas recientemente en Rosario, ofrecen afinidades interesantes  de destacar. Como si ambos films, fueran  reflejo, en países tan diversos y distantes de algo.  Ese algo: la perseverancia de ciertas tradiciones en torno a la cuestión de la educación y el destino delas mujeres.

En el documental de Lipgot se  registra como aún quedan relegadas las mujeres de la tribu, del contacto con el mundo de los "payos" (no gitanos) dedicadas en exclusividad a la privacidad del hogar. La mujer se casa virgen (la prueba de la misma es una exigencia insoslayable) y vive recluida en la casa, de la que no puede salir, ni al kiosco de la esquina, solamente se le autoriza (???) si lo hace acompañada por una de sus mayores. No puede concurrir a fiestas (al menos que sea una celebración familiar). Con lo cual solamente  tiene vínculos con las personas del grupo.  Y solo concurre a la escuela hasta adquirir los conocimientos elementales.  

El hombre más veterano de la casa argumenta: “Nosotros amamos a nuestras mujeres. Amor es una palabra larga, hoy en día se confunde con pasión o atracción”, y continúa con genuina convicción: “La base de la ley gitana es la mujer. De ella surge todo lo que viene después”.

La honorabilidad de la familia se asienta en esta forma de concebir las tareas y funciones de varones y mujeres. Pero el realizador entrevista a las mujeres, las deja expresarse a cámara -y ellas reiteran el mismo discurso-, mostrándose en un todo de acuerdo a las normas por las que se rigen y con las que viven. Normas que desde otra mirada  resultarían al menos cuestionadas. La película se inicia durante la celebración de una boda y culmina con el nacimiento del primero de los niños de la joven pareja.

La mirada de Lipgot no censura ni aplaude, permite a los protagonistas, expresarse con soltura , para contarnos como son, como es su vida y como se relacionan.

Resulta perturbador para quienes venimos reflexionando sobre la constitución de las subjetividades, modos de funcionamiento como estos en torno a lo femenino.
Lo más conmovedor fue para mí, el consentimiento de las mujeres gitanas a eses modo de vinculación, que presumiblemente las sitúa como pilares de la familia, pero a costa de renuncias inconcebibles, al menos para quienes aspiramos a la equidad de géneros. Pero, nobleza obliga, se registra en todas ellas una serenidad que deviene de la coherencia con las normas que las rigen.
Un comentarista pudo plantear de la reflejada por el film, como:" una identidad que encuentra en la familia su unidad y su fuerza, en la honra su brújula, y en la música su corazón"

En cambio, en las protagonistas de Mustang hay rebeldía y lucha.
Su directora, Deniz Gamze Ergüven nació en Ankara en 1978 y se educó en Francia, Turquía y Estados Unidos.  En 2012 escribió, junto a Alice Winocour, Mustang (Belleza Salvaje). ¿Por qué el título? Ella detalla: “Un Mustang es un caballo salvaje que simboliza perfectamente a mis cinco espirituales e indomables heroínas”.

La protagonista que narra la historia, es la menor  de cinco hermanas , que son apresuradas en su preparación como esposas, a partir de una sanción que les acorta la adolescencia y pretende precipitarlas a un destino adulto al estilo medieval del pueblo en que viven. La sanción devino del hecho de  que las cinco huérfanas, a cargo de la abuela, son acusadas de escandalizar en sus juegos en el mar con compañeros de la escuela, en una celebración del final de clases.

"En un momento, todo se transformó en una fábrica de esposas", comenta en otro tramo. "Nuestra casa comenzó a convertirse en una verdadera cárcel"

También aporta Ergüven en una entrevista:En la Turquía de hoy,  la condición femenina es más que nunca un asunto de interés principal. Y el hecho de que frecuentemente haya alternado Turquía con Francia me daba una perspectiva diferente. Cada vez que vuelvo siento una forma de opresión diferente que me sorprende; todo tiene algo que ver con la condición femenina, constantemente referida a la sexualidad. Por ejemplo he sabido que hay directores de escuela que prohíben que muchachos y chicas utilicen las mismas escaleras para ir a clase; aplican una carga sexual a las situaciones más banales. Subir una escalera se vuelve una cuestión importante, lo que demuestra el absurdo de esa clase de conservadurismo: todo es sexual -explica contundente-. Al final terminan hablando de sexo todo el tiempo. Y de ahí emerge una concepción de la sociedad que equipara la función de las mujeres a la de máquinas de producir hijos: sólo son buenas para las tareas hogareñas


Los elementos en común entre los dos films, que atañen a la condición femenina que se plantean son:

1-La restricción de la escolaridad, reflejada en los dos films, respecto a  los dos grupos, poniéndose el acento para la mujeres, en los aprendizajes que atañen a los quehaceres domésticos, desalentando cualquier otro interés. En ambas realidades la pulsión de saber queda restringida a lo cotidiano: cocinar, coser, limpiar .

2-La reclusión en el hogar estando impedida la salida del mismo y la exploración del mundo exterior. Y también  evitado el  trato con  personas ajenas al gripo.  Esto como tradición entre los gitanos. Y en concretas  rejas y barrotes en Mustang que las encierra. El maravilloso universo queda cercenado y cercado a las paredes de la casa.

3-1- La exigencia de virgindad para las niñas, al punto de imponer humillantes exámenes, (en ambas films además,  la exhibición de las sábanas nupciales con las señales requeridas como prueba)

Esta exigencia de virgindad, me remitió a dos ceremonias conocidas entre nosotros, en la celebración de bodas. Creo que simbolicamente la ruptura de la copa en que han bebido los novios de las celebraciones judías, apunta en esa dirección. Y entre los católicos, el pasaje de la novia del brazo del padre al del esposo. Tal esposo es quien además levanta el tul que cubre el rostro de la novia (al menos en aquellas  bodas que recuerdo de antaño). Creo que así como la sábana exhibida como prueba, en  las otras tradiciones,  también se alude a la desfloración, siendo la copa y el velo metáforas, al menos, a considerar

Y volviendo a las películas...En ambos casos, los alaridos.... tal vez no tengan que ver con ellas.
Tal vez tengan que ver con las reflexiones  que como  estudiosas del tema de las problemáticas de género, surgen  al plantearnos las asimetrías que siguen vigentes, allí. Pero también acá,  en el acceso al mundo, para la mitad de la humanidad.
Cuando todavía si bien las carreras universitarias tienen ingreso femenino, el acceso a cargos de titularidad  y   directivos es minoritario para mujeres. Cuando la calle, sigue  siendo sentida como espacio peligroso. Cuando todavía el acceso a la sexualidad exige  responsabilidades que los varones recién empiezan a asumir. (Y  tomo nota, por lo valiosa , de  la iniciativa de Varones Antipatriarcales, como compañeros de ruta).
 Pero creo que films, como los aludidos, sirven para recordar, que si tanto nos sacuden y nos espantan en lo  anecdótico, es porque dan cuenta, de lo pendiente que también tenemos como tarea a realizar.     
 María del Carmen Marini. Magister en Problemática de Género



 
30   RELACIONES ENTRE ESTUDIOS DE GENERO Y PSICOANÁLISIS (2016)Articulación entre deseo e historia. Página 12

    Las relaciones entre Psicoanálisis y Estudios de Género tienen una historia de intercambios prolongados y fructíferos.
    La necesaria articulación entre ambas lleva a repensar teorizaciones psicoanalíticas. Al respecto plantea Ana María Fernandez: “Cuánto de lo que ha sido pensado como estructura inconciente universal no da cuenta sino del modo socio-histórico de subjetivación de la modernidad para varones y mujeres? Cuál es la articulación entre deseo e historia? Podemos seguir pensando lo inconciente como estructura invariante universal?”(1)
    Tiene sentido construir relaciones entre los conceptos aportados desde el psicoanálisis referidos a la psicosexualidad y los atinentes a los vínculos de poder que impregnan las relaciones intra e intergenéricas.
    Tendría sentido rescatar en este punto los planteos de Emilse Dío Bleichmar respecto al riesgo de manipular conceptos psicoanalíticos acusando de falicismo el empeño de los seres humanos de ser considerados tales, cuando tales seres son mujeres. Todavìa encontramos esos estereotipos.
En un trabajo anterior (2) desarrollé como notas constitutivas de la subjetividad femenina lo que describí como vigencia aún hoy, de la prescripción de las tres “s”. Las “s” de Silencio, Sumisión y Servicio que en la lengua española, bien podrían  concebirse como las tres “k” del alemán, cuando destina a las mujeres a las “k” de kinder, kuche, kirche, es decir: chicos, cocina e iglesia.
    Respecto a la prescripción del silencio, la vinculamos a su condición de gran silenciosa de la historia, en el transcurso de su prolongado exilio de la palabra, fue hablada (desde afuera y desde arriba: ciencia, religión, derecho, tradiciones) por quienes con supuestas solvencias describieron como “debía ser” para ser “femenina”. (Recordemos también aquel bolero...) Podemos asumir que es reciente el ejercicio,  por parte de las mujeres, de la propia palabra, despejando enigmas, desdiciendo viejos errores sostenidos como verdades consagradas, expresando, en suma, como puede concebirse a si misma cuando elude y/o resiste tradicionales mandatos.
    
    En una nota, Hilda Habichayn (3) describe como forma embozada de violencia la censura   y prohibición respecto a las manifestaciones orales y gestuales, que implica que el tono e intensidad de la voz, el léxico empleado, los gestos, los movimientos deben pasar un fino tamiz para ser considerados “apropiados”para una mujer. ¿Entrarán en esta categoría nuestros comportamientos censurados? ¿Por no adecuarse al estereotipo de lo “exquisitamente femenino”? ¿Será ese el feminismo considerado por algunos “agresivo”?
Confundir la crítica al patriarcado que nos atraviesa a todos y todas,  con enfrentamiento y confrontación de las mujeres hacia los varones de la especie es simplificar   una cuestión  que nos atañe en tanto humanos en crisis.
    Hilda Habichayn también se refiere a la violencia implícita en lo que llama, la censura desde el lenguaje, que opera cuando las mujeres son negadas al subsumirlas en la categoría masculina. El vocablo hombre se utiliza para designar no solo a los varones de la especie.
    El pretexto de incluirnos en un concepto de humanidad más amplio, nos roba la posibilidad  de pensarnos a nosotras mismas, reconociéndonos en la diferencia. Se nos impone, y en esto el lenguaje no es inocente, la referencia a un modo de ser humano, el modo de ser humano masculino.
    Un discurso que incluya a las mujeres se presenta desde la crítica a las estructuras androcéntricas y desde el cuestionamiento al poder patriarcal en todas las áreas. Es eso lo que tal vez resulte inquietante.

Otra vuelta de tuerca
       “Para la teoría feminista que es una teoría política que se propone transformar la categoría de diferencia sexual y sus consecuencias en la vida social- y para cierto psicoanálisis que no quiere ver su filo subversivo hipotecado en el sostenimiento del orden patriarcal- el problema es llegar, a incluir lo histórico social como entramado complejo y multidimensional, en el que se construyen las categorías antes mencionadas y se sostienen las condiciones de su posibilidad” nos dice Martha Rosenberg.(4)
Lo que puede ser dicho por alguien, y también lo que no puede ser dicho, es lo que posiciona a cada ser humano en el lugar desde el que habla. O desde donde es hablada, en el caso de que no llegue a tomar la palabra.Y puesto que el silencio también pertenece al lenguaje, es el lugar prescripto y asumido preferentemente por el género femenino.
    Es este silencio (y sobre todo a este silenciamiento) .y sus costos en enfermedad mental, violencia y muerte, lo que Rosemberg señala .
Resulta interesante respecto de este tema del “decir” la dificultad en escuchar la propia voz y las consecuencias en términos de empobrecimiento personal acorde y simultáneo a la disposición a ceñirse a la palabra del otro significativo.
El esfuerzo en encontrar vinculación entre las mujeres descriptas desde el Psicoanálisis y desde los Estudios de Genero dio lugar a interesante producciones.
También parece útil el registro de mujeres escritoras haciendo referencia a su experiencia de análisis.
    Dice Marta Mercader: (5)
“...Durante milenios la escritura fue patrimonio de los sacerdotes, de los poderosos, de los ricos, de los varones, de los que mandaban. Los grandes silenciados de la historia han sido los pobres y las mujeres. Somos tataranietos, los hombres y las mujeres actuales, de analfabetas milenarias. O quizá sea mejor decir. Somos descendientes de mujeres ágrafas. Nuestras antepasadas que no dejaron testamento escrito, nos transmitieron otros códigos que todavía no sabemos descifrar”...

    En “Diario Colectivo”(6), también encontramos aportes interesantes.
“No tengo voz ni palabras...Estoy necesitada de una voz propia, de palabras que me pertenezcan. Creo que me esfuerzo, que combato a brazo partido con los fantasmas, pero la nueva criatura no logra emitir sonidos.”
“...Detrás de toda la masculina admiración hacia el “misterio femenino” subyace una de las peores humillaciones:- Te adoro, pero no hables, no contradigas la imagen que tengo de vos...”
    “...Que puedo aprender de mí como mujer a través de las definiciones psicoanalíticas?...Me provoca un cansancio tremendo probarme las imágenes que me proponen, descartarlas sin poder rescatar una que me sirva para descubrir algo más...Me encontré entre científicos que hablaban de mì, con fòrmulas precisas, disparándome fantasmas y situaciones y vivencias y sensaciones y mecanismos que examino y que no son...”

Durante mucho tiempo los planteos freudianos sobre psicosexualidad femenina que fueran postulados originariamente como sujetos a verificación y como cuestiones a seguir siendo interrogadas, se presentaron  como verdades inamovibles por seguidores dogmáticos, fieles a la letra, más no al espíritu de la indagación psicoanalítica.
Se necesitó mucho tiempo para comenzar a cuestionarlos.
La opresión histórica de las mujeres tal como comenzó a ser incluida, encuentra en nuestro medio sus primeras conceptualizaciones en obras que exploran la articulación de las formaciones inconcientes y los condicionamientos histórico-sociales.
Los estudiosos interesados en las relaciones entre Psicoanálisis y Teorías de Género deberán interrogar las marcas de patriarcado que obstaculizan su propia reflexión, infiltrando su indagación sobre las subjetividades.
Hornstein plantea al respecto: “Para dilucidar las relaciones entre género y psicoanálisis se requiere trabajar en las fronteras, no pensándolas como bordes infranqueables sino como espacios de intercambios, como zonas de encuentros. Concebidas no como límites limitantes sino fundantes. No tanto como márgenes sino como lugares de producción. No es beneficioso para el psicoanálisis ignorar lo que acontece en otras disciplinas...Toda teoría que no puede ser perturbada por ruidos nuevos es condenada a una clausura mortífera y a su extinción”.(7)
    Vale pues la interrogación respecto a los sexismos que sin duda nos atraviesan, a aquello del patriarcado en que nos formamos y vivimos sumergidos que todavía nos impregna, en suma a todo lo que actúa en nosotros cuando pensamos y cuando escuchamos.
    Nos permitiría intentar descifrar, en nuestros abordajes en Psicoanálisis, aquellos rasgos sexistas y androcéntricos que, al silenciar los sesgos de las voces que nos llegan, obturan la posibilidad de nuevas conceptualizaciones y nuevos abordajes clínicos.
    Irene Fridman aporta : “...es en función de estos silenciamientos que los/las pacientes no son escuchados en sus padecimientos genéricos, por lo tanto reenviados a repetir lo que no han podido elaborar. Puntos ciegos de la teoría que obturan líneas de análisis que se podrían profundizar teniendo en cuenta en los abordajes terapéuticos la perspectiva de género...”(8)
    Llega el momento de considerar en la constitución del psiquismo humano metas ligadas al logro de una mayor autonomía y al establecimiento de relaciones equitativas en donde los modos de ejercicio de las subjetividades sexuadas femenina y masculina impliquen menos estereotipia y más libertad.  
    Un pensamiento que se precie de científico requerirá el esfuerzo de abandonar concepciones tranquilizadoramente totalizadoras y reduccionistas. La incorporación de categorías variadas y múltiples implicará un inquietante cuestionamiento, pero podrá ser significada como un paso más en la reflexión ciéntífica y ética de las subjetividades sexuadas.

Notas

1- Fernandez Ana María: “Autonomías y de-construcciones de poder” en Meler Irene, Tajer Débora (comp.), Psicoanálisis y Género. Buenos Aires, Lugar Editorial,2000
2- Marini María del Carmen: “Ser mujer, un desafío”. Rosario Ed. Casa de la Mujer,1989.
3- Habichayn Hilda: “Algo más que magullones”nota Página 12. 25 de Nov. 1998
4- Rosemberg Martha: “Representación de la diferencia sexual” en Meler I., Tajer D. Op. Cit.
5-Mercader Martha: “Para ser una mujer”.Buenos Aires, Sudamericana,1992
6-Aldaburu María Inés, Cano Inés, Rais Hilda, Reynoso Nené: “Diario Colectivo”. Bunos Aires La Campana Ediciones, 1885.
7-Hornstein Luis: “Amar y trabajar en mujeres y Hombres” en Meler I., Tajer D. Op. Cit.
8-Fridman Irene: “La búsqueda del padre. El dilema de la masculinidad” en Meler I., Tajer D., Op.
Cit.     
                       Ps. María del Carmen Marini

Presentación Seda Cruda - 8 de agosto de 2015

 Es ineludible para mí empezar esta presentación del libro de Marta recordando la frase de Theodor Adorno : “¿Cómo escribir poesía después de Auschwitz?”. Diríamos después de La Esma, después del Sótano.
Cómo escribir para contar, eludiendo dos riesgos: el amarillismo de algún periódico, o la frialdad burocrática de un expediente.
En la clínica de lo traumático (que eso es escuchar en la consulta) se incluye el trauma del que lo padeció como víctima, y también una exigencia  de quien lo escucha. Si el trauma se volvió relato, si logra, por ejemplo volverse escritura, requiere que se lo vuelva a contar. Y que se lo vuelva a escuchar. Muchas veces.
Se complejiza la llamada “cura por la palabra” que pasa a ser, que alcanza a ser, en algunos casos, la cura por el relato. “Narrar es construir una diferencia con lo vivido”  dice Eduardo Muller.  Es pasar de la pasividad a la actividad, es encontrar la palabra enmudecida, es hacerse dueño de la propia historia.
En el trauma puro y duro sucede que es la misma escena, la que  vuelve igual a sí misma, una y otra vez (en el estres postraumático, la escena vuelve alucinatoria o en pesadillas, con la carga de afecto intacta). Si se vuelve narración, si puede ser narrada, entonces algo puede despegarse (¿esa carga de afectos desbordados?) y algo puede desplegarse, cuando las palabras nombran.
Una condición es que alguien pueda alojar esa narración, difícil de ser escuchada por el dolor que evoca, y para alojarla se requiere silenciar las propias resonancias, y hacer espacio al discurso que recién se puede empezar a construir. Volverse nido con resistencia de piedra.
  El desamparo ante el terror en la situación traumática implica padecer un orden de vulnerabiblidad subjetiva, diferente al desamparo estructural de todos los seres humanos.  Su densidad hace preciso considerarla de otro modo. De ahí partir para considerar el valor del testimonio frente a esta tragedia subjetiva.  El relato además, no refleja solo una mera percepción de lo vivido por alguien, sino que también, como en las tragedias clásicas, esa voz  le permite hacerse oír  a quien la vivió y dar fe de su propia experiencia, adueñarse de ella. A veces por primera vez puede dar, su asentimiento: “esto sucedió”. Y algo más, expresar también a la trama social afectada, , y con ello le permite a otros ¿a nosotros?, recuperar trazas, indicios y restos de una verdad. La de quienes vivieron esas situaciones y también la de aquellos que ya no están.  
Así Marta Dillon cuenta en “Aparecida” respecto al entierro de su madre “La íbamos a acompañar en el viaje desde el anonimato hacia el territorio de los muertos recordados, ahí donde podría seguir diciendo por sí misma, aquí estoy, en este tiempo supe lo que era la primavera, fui madre, fui hermana, estor son mis deudos…he sido asesinada, mi existencia negada, pero los míos arrebataron mi cuerpo de las sombras, desde aquí doy fe de la doble masacre de las vidas y de los cuerpos.”
En la escritura se recupera la palabra del silencio.
Hay un conflicto suficientemente descripto entre la acción moral de decir esa verdad y el dolor de esa verdad implica. Ha sido mencionado muchas veces. ¿Decir? ¿Cómo decir? ¿Cuánto decir? ¿Cuándo es el momento? Pero eludir ese dolor hace el juego a  la dificultad de cerrar una versión de los hechos. Y eso obtura el necesario proceso de duelo. Antígona reclamando dar sepultura a su hermano muerto interpela al tirano por un orden más justo y exige con ello un reconocimiento de la dignidad de la existencia, más allá de la muerte física.
Un hecho singular en estas historias, es la presencia de duelos congelados, no tramitados y con efectos devastadores. Duelo no solo por la muerte de quienes no están, sino también por la vida no vivida, o vivida a medias en el exilio y en el insilio.
Es en esta encrucijada trágica que el sujeto se abisma, al haber descendido, por la vía del terror a aquella dimensión de lo trágico puro.
El abismo implica un derrumbe subjetivo, en la consulta en que la palabra surge, queda margen para un dispositivo ético, que permita un asentimiento a decir con sus propias palabras, y con ello construir un relato. Relato que en muchos casos tendrá valor de testimonio. Decimos que es un dispositivo ético en tanto asumir su palabra lo humaniza y le devuelve un lugar  que lo desabisma.  Esto, porque el asentimiento a la propia palabra, la transformación de angustia en relato, la posibilidad de decir lo acallado tiene que ver con la recuperación de lo vital.
Y esto sucedió en la paradoja de que cuando ya no trabajábamos en la consulta, es que se produjo la mayor tarea sanadora. Cuando ya no era mi paciente fue cuando la escritura, en que la acompañé desde otro lugar, operó su tarea reparadora.

La tarea
En el transcurso  de dicho trabajo de escritura, Marta pudo ir  dando forma a un texto donde compaginó páginas de su diario, y parte de la correspondencia. La correspondencia que envió a su  madre desde Villa Devoto y desde Bélgica, que ésta conservó y le restituyó a la vuelta del exilio, hacia donde había partido .
    Su hijo nació mientras ella estaba en los sótanos de la Jefatura de Rosario.
Al octavo mes ambos habían enfermado, Marta tuvo que entregarlo a sus familiares para que pudieran tratarlo  de la dolencia contraída por las condiciones en que habían vivido.
    De ese momento es el siguiente fragmento:
“Me dieron unos días. Unos días en que supliqué que no me hicieran abandonar a mi bebé  enfermo. En que busqué los argumentos éticos y no éticos. En que pedí, exigí, grité. En que terminé preparando el bolso, la caja de lustrosos dibujitos y una mañana todo partió por el  mismo pasillo por el que entramos el primer día.
    Despacito desarmé la cuna, la de barandas rebatible para cuando creciera, cada tuerca, una lágrima temblorosa de pena. ¿Qué haría él cuando me extrañara, cuando me necesitara?. Y yo, ¿qué haría yo con la absoluta soledad que vislumbraba?. Destinatario de mis luchas, argumento de mi vida cotidiana, hijo que me enseñaste a quererte, a hacerme madre, a mantenerme viva con tu crecer sin pausa, sin tregua...te ibas. Desarmaba la cuna, el pequeño rectángulo de tu lugar en la sala de madres. El rincón que quedaría indefectiblemente vacío de tu volumen, tu risa, tu perfume, tus fiebres, tus reclamos...un lugar lleno de tu ausencia. Cayó la primera baranda. Eran para protegerte, para que no te cayeras. ¿ Y a mí quién me protege de éste desamparo?. Hijo, creí que solo te cuidaba y no vi hasta ahora que te vas, lo que me protegías a mí con tu necesitarme. Te tenía conmigo y en la imperiosa necesidad de sostenerte, me sostuve, con el pretexto de tu supervivencia, sobreviví. Cayó la segunda baranda. Como pedazos mío, de mi coraza, de mis defensas, como si fuera una parte que se desarma, que se desarticula, que ya no hace sombra. ¿Sanarán tus heridas?. La mía hijo mío, entreveo, no habrá remedio que la repare...eras el espejo en el que me miraba, y me veía tan necesaria, tan irreemplazable, tan amada, ahora se empaña de enfermedad, con tu ausencia se triza, ¿cómo voy a sobrellevar tus dolores, los míos?
    Saqué el elástico, los cabezales. Me senté en el suelo ocupando el rectángulo de sol cuadriculado y desconsolada lloré tu presencia ausente, lloré, lloré hasta quedar sin lágrimas.
    Con todo atado con hilo sisal hice  un bulto y lo entregué a la guardia.
    En el fondo del armario de chapa, celosamente elegidas, quedaron como remembranzas, algunas ropitas del ajuar interminable.
    Después de la cuna, partió Mariano, por mucho tiempo. ¿Un mes? Para mí fue una vida....”
La profundidad del dolor toma forma por una intensificación del sentimiento de la proximidad corporal con el hijo y es registrado  con la pérdida de éste.
    La memoria de la intimidad de los cuerpos da cuenta del desgarramiento para el cuerpo memoria de las madres.
¿Cómo incorporar ésta, la historia de Marta a la saga de las otras madres? Como la una mujer que prioriza sin vacilaciones las posibilidades de lucha por la vida. La de sí misma, la del hijo amado a quien había defendido palmo a palmo durante el embarazo, y al que no obstante elige renunciar para su bien. Lo delega a sus padres que se ocuparán de su tratamiento para que Mariano pueda sanar, para que pueda vivir.
    Y entretanto le escribe, le escribe y confecciona dibujos, tarjetas bordadas con los hilos de colores extraídos de las toallas, con los pocos elementos que puede obtener. Los cuentos, los dibujos, las tarjetas  son obsequios con  los que aspira a seguir ocupando un lugar en la historia y en la cotidianidad de su hijo. Deja en estos trabajos, en su diario, y en la correspondencia testimonios de ese tiempo durísimo de separación, de dolor, pero también de lucha para preservarlo y preservarse. Manteniendo siempre en claro el objetivo de no resignar esperanzas.
    Entre los ideales de defensa de la vida que se imponen está prevaleciendo la madre que solo hace eco a los valores de lo originario, esos “que se olvidan en lo que llamamos civilización”, como plantea Nicole Loraux.
Olvido y silencio.
Y aquí cabe un interrogante sobre esta civilización que compuso Auschwitz, la Esma. El Sótano.
Las metáforas de Auschwitz que hoy nombro habitan nuestro presente.
Y a veces, como planteaba , las metáforas de Auschwitz nos constituyen. Operan desde adentro como enfermedad, locura, muerte.
Silencian nuestra palabra y obturan nuestra memoria.
Por eso, construir un lenguaje que exprese la devastación y recuperar los recuerdos olvidados, sigue siendo la meta de legítimos esfuerzos.
Sostuve ese esfuerzo algunas veces en búsquedas, que tenían algo de quijotesco. Una de estas luchas que libramos contra el silencio y el olvido, se plasmó en este libro: El libro de Marta.
Ella había dicho: tenés que ayudarme a escribir. Venía del exilio, y antes del exilio, de la cárcel.Y me habló de  aquella cápsula en la que durante tantos años guardó lo vivido. Le había servido de coraza y de refugio. Esa cápsula en la que herméticamente encerrada  había quedado parte de su historia. Cápsula cárcel, cápsula nido, cápsula amnesia.
La estrategia de entonces  había sido olvidar. La de ese momento requería recordar. . Aquello reclamaba ser legitimado, tal vez siendo re-escrito. Para poder saldar la historia abierta. Para poder soldar los fragmentos. Para poder unir las escenas. Saldar, soldar, unir, escribir.
Ella también se fue encontrando con su posibilidad de escribir.
     Su primer escrito se llamó : En silencio.
“El silencio pareciera para muchos tener algo de muerte. Yo encuentro, sin embargo, que tiene vida.
Porque yo no hablo de la ausencia de ruidos. Hablo de la presencia de un camino que desde el borde del presente y para atrás se alarga y se puebla de nosotros.  A veces mirando adentro, me veo como en un espejo, en el agua quieta. Me encanta descubrir esos ribetes nuevos que cada evocación convoca y oir como se astillan esos silencios tan profundos detrás de los que yacen los olvidos. Por las grietas asoman, a veces cautelosos, otras desbocados, pedacitos de mí que, de tan acallados, creí muertos para siempre. Y despaciosamente se meten en esas lagunas vacías (no de nada, sino de ausencia) y vuelven a hilar la trama de mi vida, que así se regenera”.

Luego fue la reconstrucción de su detención y su tránsito por Jefatura. En ese tiempo nacería su hijo. Luego pasaría a la Unidad 5, cárcel de mujeres.
Y en la cárcel de mujeres otro testimonio:
“    Resistir...encontrar fuerzas en la flaqueza, resistir, no a costa de los propios hijos, sino por ellos, sino con ellos. Aunque parezca patético para quien no vivió esto. Aunque para las que lo vivimos esté aún doliendo.
El dolor de lo irreparable. La lesión inscripta con el cincel de la agonía. Lenta, insidiosamente. Para toda la vida, si los hijos sobreviven, si es que nosotras sobrevivimos. Por siempre pulsando en las entrañas, en el mudo instalarse de la amnesia, silencioso bastión para sobrellevar el pasado en el presente”.

Con la posibilidad de salir del país Marta se exilia en Bélgica.
“Cuando volví del exilio, mi madre me mostró una carpeta naranja, ajada de tiempo diciendo:
-Acá guardé las cartas  que mandaste desde Villa Devoto-
 Así fue como volvieron a mis manos y permanecieron encerradas allí, durante muchos años, sin animarme a abrirla.
Hasta que llegó un momento en que  empecé  leer las cartas”.

Y los testimonios fueron corriendo una cortina. Trabajando  sobre el silencio es que aparecieron las palabras. Las suyas, primero las suyas, pero también después sigilosamente las mías.
Si ella nombraba, yo también. Al reconstruir su historia  me llevó a que yo asumiera parte de la mía. Su recordar (que es volver a pasar por e corazón y pagar los costos por ello) tuvo una reverberación que me alcanzó. Y así como ella tomó conciencia de que creyendo proteger, había sido protegida por su hijo, para mi fue posible advertir que creyendo ayudarla me ayudaba a mí misma. Creía ayudarla a regresar de aquel otro exilio: el de si misma.Y sucedió también que me encontré con un impensado retorno: el de aquello exiliado de mí que resonó, que hizo eco a su voz recuperada. Abriendo un espacio para su palabra también se insinuó la mía, como por un mismo cauce abierto en el encuentro.
La escritura como avalancha, y el escribir como restañar, reparar, cicatrizar. A partir de un encuentro en donde se recuperó la memoria, se suturaron olvidos y se enunciaron palabras. Lo que nos lleva a redefinir la naturaleza de lo terapéutico más allá de  supuestas neutralidades y asepsias. Neutralidades que habrán de escandalizarse por rupturas de encuadre, por contratransferencia desbocadas,  contraidentificación introyectiva, perdida de la distancia y quien sabe cuántas cosas más.
Y aquí puedo hacer mías las palabras y los sentimientos de Juan Carlos Volnovich, cuando se refiere a su trabajo psicoterapéutico con Andrés.
Y si solo cambio el nombre de Andrés por el de Marta podré decir:
“Decir que Marta interpela mi función, mi historia personal, la de mis hijos es decir bien poco. Decir que Marta y yo estuvimos juntas en este proceso terapéutico y que también nos unió la violencia y el exilio, que nos arrastró la turbulencia, el torbellino, la vorágine de la historia, es algo más pero no es todo. Con Marta nos une o nos separa un mismo latigazo. Nos une o nos separa una misma fobia. Fobia nuestra a ir por donde vaya el viento. Culpa nuestra por la sobrevida. Intento mutuo de expiar sufriendo. Pero también y por qué no decirlo, empecinado esfuerzo para no repetir”.
Parece extraño llegando a este punto, advertir que en un trabajo que empezó tratando sobre el silencio y el olvido, se llegue a fomular sostener la continuidad de la vida, que es la continuidad de nuestros deseos y la posibilidad de formular proyectos.
Tal vez la continuidad de la vida y la lucha por las metas sean posibles, si y solo si volvemos a habitarnos y nos reencontramos con las energías que creíamos ausentes, con las fuerzas de las que nos creíamos despojados, con la historia que nos constituye. Haciendo válido aquello de “Nada que provenga de mi debe faltarme” , y recordando que : “Escribir es un forma de no claudicar”.(Liliana Mizrahi)
Es nuestra forma de no claudicar.

Alguna vez, en algún lugar. Graciela Galván. 2015

 Es éste un texto compuesto por muchos otros, como un caleidoscopio. todos impregnados por una mirada.
Y es la mirada lo que quiero destacar, en tanto atraviesa como un hilo sutil, los bellos escritos de Graciela.
 Y es la mirada que registra, denuncia y devela muchos de los estereotipos patriarcales que nos rigen. Estereotipos y prejuicios, que en estos textos  se expresan y se combaten. Estereotipos y prejuicios que van a reiterarse y reaparecer bajo diferentes formas, que primero los escritos  van a reflejar, pero también luego,  intentan  desarticular.  
En el primero de los capítulos:  INFANCIA, se da cuenta de aquellos mandatos que nos rigieron y nada menos que por pluma de  Jacques Rousseau en el epígrafe de “Las cocineritas” se expresan:
“Las niñas prefieren lo que sorprende a la vista y sirve para el adorno: espejos, joyas, cintas, muñecas sobre todo: la muñeca es el entretenimiento especial de ese sexo; evidentemente ahí tenemos su gusto determinado por su destino”
El texto se despliega  para subvertir esos mandatos, para rebelarse ante ellos. Y  también relata la deliciosa e ingeniosa maniobra de las protagonistas.
 Los textos también dan cuenta  de  aquellas expectativas sobre las formas de ser mujer  en la “doméstica tarea….que no entendía de rutinas desgastantes, de manos callosas y de espaldas cansadas” y de las otras: las referidas respecto de ser varón  de quien se espera que serlo, en que: “duele un poco,  pero uno ¡es macho y se la aguanta!”
En esta infancia se  cuentan en primera persona los esfuerzos por crecer a costa de magullones ya que como dice Graciela “Porque sin darnos cuenta en aquellas idas y vueltas, en esas coreografías repetidas de piernas flacas, medias caídas, habíamos aprendido que “la vida es el arte del encuentro” .
También vale subrayar en este primer capítulo el  rescate de la creatividad como valor a preservar, contrapuesto al tedio que compone nuestros días.
En el segundo: MUJERES
En este capítulo se puede recorrer la gama de sentimientos que componen la subjetividad de la mujer, de las mujeres. El dolor de la soledad, la violencia que captura bajo distintas formas, la pulsión de dejar atrás las sujeciones. La angustia y el anhelo de huida, la tristeza del deterioro y las pérdidas, para culminar en “Mímesis” con uno de los textos más originales e interesantes. Del que cabe  aseverar que refleja metafóricamente,  una de las problemáticas femeninas más feroces.


En el capítulo: VARIACIONES SOBRE EL PODER Y LOS MIEDOS
Hay un agudo señalamiento respecto al poder del miedo, que vinculado a los cuestionamientos de género, plantea la destructividad del mandato patriarcal :  “aniquilar aquello que siempre les había aterrorizado, destruir la   presencia de “las otras”, la sabiduría de “las ellas”.
Hay aquí una convocatoria a pensar la ciencia y los saberes desde otros lugares. En la creación de una epistemología descentrada de los saberes androcéntricos,
Correlativo a ese texto, en el siguiente describe  el: “miedo por no poder del  poderoso, el  Minotauro destructor de su propio laberinto”
En  Memoria colectiva el cuestionamiento refiere, con un sesgo más abarcativo  a las otras formas e represión y censura, y adquiere un carácter más universal. Alude  sutilmente  a los inquisidores de siempre “que apuran su tarea destructiva, y  para quienes ¡todo es peligro!  “Pero del humo negro que se eleva,  surgen resistiendo el Eternauta y Víctor el elefante y a ellos se unen otros personajes  como imágenes libertarias”

.ALGUNOS POEMAS refiere en versos un recorrido de apropiación, de renacimiento apenas sugerido:
“Ahora mi cuerpo es mío
Ahora, es hoy.
Me alejo de manos que me encierran,
de voces que me callan, de amores que me paralizan.
Hoy, es ahora,
 y,  liberada de terrores nocturnos,
salto límites, cruzo fronteras, voy siguiendo señales,
segura de la cercanía de un  horizonte firme.

Acompañamos a Graciela en ese salto hacia el horizonte firme, en donde nos esperen nuevas palabras, valiosas como éstas, en la dura, magnífica tarea de nombrar  y  de  nombrarse.

María del Carmen Marini, Rosario, 9 de enero de 2014

Homónimos 2 2015

 …escribir un poema después de Auschwitz es una barbaridad que afecta a la conciencia, y al conocimiento que expresa que se ha vuelto imposible escribir poesía hoy. Escribió T. L. Adorno en  1951
D.A. Fuks  nos dice hoy
…escribir sobre la Shoa
es incomodidad de la labor amorosa
que testimonia acerca del odio.
Me rezagan, si, algunas dudas
¿Con qué tinta, con qué pluma, con qué vigilia…?
Y en este libro de poemas en que aborda la tarea,  nos confrontara con tres temas:
1-Un primer tema lo sitúo en el sentido y valor de la escritura : Jose Pablo Feinmann nos dice  “Creo que el dictum de Adorno es extremo, y de aquí su riqueza, su fascinante incomodidad. Creo que se puede escribir después de Auschwitz. Que se puede escribir después de la ESMA. Creo, sobre todo, que se debe escribir después de Auschwitz y la ESMA. Pero, por ahora, ese mandato encuentra más fundamentos en la voluntad que en la razón”.
Y Liliana  Mizrahi nos recuerda: “Escribir es una forma de no claudicar. Es nuestra forma de no claudicar”
2-El segundo tema lo pienso en relación a la fuerza de la otredad. Esto es: la vigencia para el uno, del otro. Otredad: palabra que puede ser sublime o siniestra. Sublime o siniestra según el otro sea visto como el enemigo, o el hermano que me sitúa como prójimo-próximo.
3-Yel tercero, el valor del testimonio de quienes sienten que tienen el deber ético de dar cuenta de las memorias y suturar los olvidos.
    *    *    *    *
David va a hacer en este libro, escrito desde el amor, un recorrido para recordar a otros que no pueden testimoniar. Porque ya no están. Los Fuks asesinados en la Shoa. Los Fuks asesinados durante la dictadura.
Da cuenta en este escrito, de que esta posibilidad de que él esté, aquí, ahora, vino ligada a la historia de la emigración. “Con la emigración, mis abuelos salvaron su descendencia. Nos nacieron…escribo este libro dedicado a todos ellos, ineludibles intrusos que desasosiegan mi espíritu!”
Los abuelos nos nacieron, cuenta David. Posibilitaron la vida.
Desplegado el drama de la historia,  y transcurrida  la tragedia,  atropellados por la razón de Occidente, la sangre de las pupilas de los Fuks, no se ha secado aún.
Titila en  palabras. Insiste en su mensaje.
Los nombres de aquellos que son éste, se inscriben en sus poemas , y se constata la ferocidad de lo acaecido, cuando cuenta el momento en que  las plegarias se empinan por sus gargantas, en desventaja con el ritmo del gas  o de las paladas de la tierra maldita y nevada
Los nombres se inscriben. La consternación de la muerte como “otra cosa” para Berta en  Tarnopol, en Ucrania:  una noche sin remisión, la lápida que nadie inaugurará.
Pero contra la muerte está la escritura: Los escritores Fuks amamos lo que debemos: el humor ácido, sostener a la vieja usanza moral el imperativo de deber la deuda de los vivientes…
La escritura como el imperativo de deber una deuda, la deuda de los vivientes.
Advenidos  a  la vida, y al permanecer en ella, sin comprender el porqué, queda la espera de una misión. ¿Testimoniar?
Por eso afirma David, es preciso decir y decir y decir, como dice quien le arrebata la voz a Dios.
Por eso David dice a Inés,  desaparecida en Buenos Aires; …te ofrezco de cobijo, las sábanas homónimas de mi libro, centro licito de memoria y perdurarte en la prórroga del poema para que no te pueda aborrecer el hambre del olvido.
El libro de poemas, como centro lícito de una memoria imprescindible.
Se hable de los Pogroms en Odessa o los Bastones Largos de la Noche, de Auschwitz o de la Esma, hay algo en común: el silencio. Y algo más: aquí y allá,  las almas, los nombres, los rostros, las ilusiones convertidos en números. Números tatuados en el antebrazo, números en los registros de la infamia… números…
La memoria sofocada, la amnesia de lo ominoso, callar el llanto al vuelo, sofocar el aire del quejido, volver a morir mutilado del silencio. No es posible aceptar el silencio.
¿Volver a morir en el olvido obligatorio de las buenas conciencias, de las almas bellas, del para qué recordar?
La memoria amamanta alocuciones sumergidas , homónimos del mundo, y el mundo elude a babor y estribor, enmscara a los escondidos una vez más. Una vez más.
 El mundo puede eludir, soslayar, enmascarar. Pero este libro de poemas es como una batalla  contra el silencio y el olvido.  

María del Carmen Marini
20 de octubre de 2015
 

Aparecida y las dos Martas 2 2015

 Pocas veces lloro. Pero casi siempre a destiempo. Recién cuando terminé de leer, me levanté y fui a buscar un  pañuelito de papel.
Sigo los textos de Marta desde las columnitas del Suplemento No. Las llamaba “Convivir con virus”.  Y las coleccionaba. Después aparecieron con formato de libro.
 También buscaba  y leía sus entrevistas, y especialmente me llegó su soliloquio, durante la que le efectuó a Pilar Calveiro (“Poder y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina”), por las emociones que  puso en juego y la  invadían y se animó a expresar. Más allá de la periodista que cuenta, el lenguaje interior de la que escucha y resuena. Periodista cuya madre fue desaparecida en el 76.
Luego, en el Suplemento “Las 12” para una celebración del día de la madre, ella incluyó en su nota sobre la fecha, algo que yo había escrito en “ Salirse de madre” ( Croquiñol. 1989)    : “La madre es como el orgasmo. Mientras está no se advierte que importante es. Pero si llega a faltar ¡ay! Huérfanos y anorgásmicos del  mundo ¡uníos a llorar vuestras desdichas! Nada compensará esa falta. El tango tiene razón: hay vacíos imposibles de llenar”.
Me sentí tan orgullosa de que me hubiera citado…quise comunicarme con ella, pero no lo logré. Y pasó el tiempo. Ojalá que lo recuerde. Fue importante para  mí.
Y ahora llega “Aparecida”. Una hija, Marta, recupera los restos de su madre: otra Marta. Y esta hija escribe una crónica desde el momento en que recibe  la noticia, hasta que se completa el ciclo y puede dejar en su última cuna, la pequeña urna, cofre, decorada como un alhajero.
 Son los detalles los que saltan y me toman del cuello para oprimir la garganta.  Su reflexión sobre  la búsqueda en que puede afirmar: “…ya había aprendido a convivir con la presencia constante de la ausencia sin nombre cuando mamá se convirtió en una aparecida”. (86)
“No, no había nada especial en el cuerpo de mi madre, salvo que era mi madre”. (72)
La ausencia presente de ese cuerpo, de esa madre, como cicatriz a sostener como marca identitaria.
En la ilusión (¿deseo?) de esta Marta  de que la muerte hubiese sido benévola con aquella Marta, se escriben supuestos. Es la preocupación de una hija, convertida en madre de su  madre. “Porque fusilarlos los habían fusilado. A mi mamá con otras dos mujeres y un hombre, un cura o un excura, como se quiera pensarlo, que cantaba canciones metodistas en el cautiverio y que yo tengo la ilusión de que algo cantó en ese momento, o que le dio la mano o alguna luz de esperanza frente a lo que se venía. No lo sé. No puedo saberlo. (47)
“Costa 500, la dirección que figuraba en la partida de defunción de mi madre. Un palo borracho en flor tapizaba la calle de pétalos rosados….Me hubiera gustado que fuera ahí, tal vez el aire de barrio le había dado una última esperanza, tal vez se había ido abrazada a ella.” (133) y quizá deseando que los pétalos hubieron acolchonado la caída. Cuanto de delicado cuidado por la memoria adivinada de lo que debió ser, de lo que debió acontecer…
Esta Marta cuenta cómo es que va viviendo todo el proceso, desde la noticia de la aparición de los restos por el Equipo Argentino de Antropología  Forense. El tiempo desde las dudas, desde la búsqueda de las hermanas de H.I.J.O.S. para que acompañaran este tiempo.
“La misma ternura me reblandecía y la misma ansia me devoraba, ¿qué, a quién iba a poner en la urna cuando llegara el momento?” (173)
“No la quería ver. Tenía miedo de que se rompiera algún hechizo…Todavía no…No quería perder a mi santita de ojos azules y pelo al viento, ni la blandura del pecho en que me refugiaba, ni sus dedos mojados de saliva para sacarme la tierra de la cara; con todo eso era con lo que hablaba, con lo que venía hablando hacía tantos años. No estaba tan loca como para encomendarme después a un esqueleto desarticulado.”(73)
Creo que se trataba de preservar el hechizo, la magia de recuerdos que habían acompañado un crecimiento, el suyo,  apenado por la falta.
Hubo también “…ese instante en que todavía estaba aferrada a esos  huesitos como una nena que abraza su peluche antes de dormir” (190)
Para después poder decirse:   “En el camino me di cuenta que desde que le dimos sepultura a los huesos, ya no le hablo a mi mamá, no le pido que me ayude, que me proteja, que cuide de los míos…Tengo lo que tuve y eso siempre está vivo y cambiando…”(69)
Y recuerda: “Ella tenía ansiedad por decírmelo todo, quería que entendiera del amor, de la muerte y de la revolución; y yo creía que entendía”. (62)
Tal vez  compenetrada  en la lucha  “Tendría que haberme preparado para sobrevivir en el páramo done flotaba el polvo de las alegrías y las luchas del pueblo latinoamericano. Tendría que haberme ofrecido algunas herramientas para la vida sobre los escombros…(115)
Resulta inolvidable el relato de los últimos ritos:
Y leo en  dichos ritos  la voluntad de recorrerlos minuciosamente, hasta formular su sentido:   un sentido que recupere lo valioso de la refirmación de la dignidad de lo vivido  “Todos esos nombres y esas caras que había retenido desde niña hasta adolescente, a pesar de que mi tarea militante era olvidarlos no eran una comparsa de fantasmas sino historias y cuerpos animados, capaces de sufrir, de resistir y de morir; no sólo de desaparecer.”(19)
 “ íbamos a acompañar en el viaje desde el anonimato hacia el territorio de los muertos recordados, ahí donde podría seguir diciendo por sí misma, aquí estoy, en este tiempo supe lo que era la primavera, fui madre, fui hermana, estos son mis deudos…he  sido asesinada, mi existencia negada, pero los míos arrebataron mi cuerpo de las sombras, desde aquí doy fe de la doble masacre de las vidas y de los cuerpos.” (188)
Arrebatar el cuerpo de las sombras que pretendieron invisibilizarlo, como LA TAREA pendiente, al fin  lograda. Verdadera OBEDIENCIA DE VIDA.
 “Más de trescientas personas nos esperaban, con banderas y flores bajo un cielo gris plomo que se contuvo y no cumplió con el pronóstico de lluvia. Mamá viajó en una cureña hecha con un carro de cartonero y cubierta con una bandera argentina hasta la puerta de la que había sido su casa…Después marchamos hacia el cementerio, un cura villero dijo amén, shalom ,  axé  y saludó a los ateos marxistas mientras la urna reposaba en el pasto…” (202)
No se puede imaginar mejor despedida.

Comentario sobre “Pájaros sin luz” de Noemí Ciollaro. 2014

 Esta es una compilación de testimonios de mujeres que tienen algo en común: haber sido (¿seguir siendo?) compañeras de desaparecidos. Todas son sobrevivientes. Algunas pasaron por la cárcel, muchas de ellas quedaron a cargo de los hijos para asumir solas la responsabilidad de cuidar de ellos. Se dispusieron a dar su testimonio, decir la palabra acallada por tantos años y hacer posible este libro que ilumina una dimensión de la historia reciente, poco y mal conocida. Era tiempo de escucharlas.
Bien habla Bayer cuando se refiere a los desaparecidos como: el pecado original de los argentinos.
Y sucede aún que en estos testimonios el fantasma del desparecido y de los que desaparecieron después de diciembre del 83… esos son fantasmas que dan vuelta en nuestra sociedad. Ésta es nuestra noche de brujas dirá Patricia Escofet
Pecado original, noche de brujas, fantasmas que  siguen deambulando componen parte de nuestra carga.
Además de esa denuncia, inevitablemente se esboza la añoranza por el que falta, por el que ya no está..
Pulsa la nostalgia del ausente  desde aquellos días: Me sentía segura dentro del auto, andando, con los chicos ahí: eran los únicos momentos de seguridad que sentía. Era eso, como si me pusiera un sobretodo de Horacio. Cargaba a los chicos en el auto y era fantástico.  María Inés (162)
Se expresará también en estos testimonios la magnífica fuerza de la vida que  va a prevalecer. Así leemos en un  testimonio: Si no me hubiera pasado todo lo que me pasó no tendría ahora esta visión de los que es la vida. No sé, creo que la hubiera disfrutado menos. Yo cada vez que sale el sol…para mí es un festival nuevo todos los días, salgo temprano, a las seis, a mirar cómo sale. Y eso es e me faltó el sol mucho tiempo; y pasa una mariposa y para mí es un vida hermosa. Hay otros que lo tienen todo y sin embargo no ven nada. (210)Marta Berra
Acerca de la militancia
Hubo diferentes modos de participación en estas mujeres, en los acontecimientos de entonces, modos  a veces contrastantes. El balance de lo asumido como compromiso político y militante marca una heterogeneidad que existió ayer y continúa.
No puedo dejar de ser lo que soy y lo que quiero seguir siendo. No sé si es muy duro lo que digo…pero yo no puedo no seguir haciendo mi vida de militancia para preservar la relación con mi hijo. (55)Delia Bisutti
En contraposición leemos:…les decía a mis compañeros que yo nunca iba  a poder anteponer lo político a mis sentimientos. (197)Zulema Riccardi  
Algunas de las entrevistadas ocuparon diferentes jerarquías dentro de las organizaciones, dándose fuertes paradojas.
Mientras una era responsable del grupo al que perteneció el hombre que sería su compañero desaparecido, y acepta las condiciones que les imponen: “…cuando empezamos a ser pareja todos se opusieron, él no podía saber nada más que mi sobrenombre…”(268) María  del Socorro Alonso
Otra de ellas reniega y protesta por ser excluida de la vida del hombre amado:
Después decidieron. Los compañeros con los cuales compartíamos la militancia decidieron que…tenía que ser resguardado. Era mi compañero, mi marido… Paula, nuestra hija, ya tenía dos o tres añitos.
Por eso tuve mucha bronca. Porque decidieron por mí…Habían entrado en mi vida. A definir cómo íbamos a vivir. (124/5) Rufi
Están las que no participaron pero padecieron desde el desconocimiento: Yo tenía miedo, pero no sabía bien lo que realmente estaba ocurriendo. (145) Eva Andrada de Ballestero
Y están quienes registran la profunda injusticia: Nadie tiene derecho a apropiarse de mi desaparecido y decirme que no lo exhume, que no le ponga nombre, que no tramite la reparación porque me prostituyo. ¿con qué derecho? (225)Sonia Severin
Acerca de los hijos

Algunos hijos  cuestionaban que sus padres priorizaran la militancia antes que a ellos…, y si sacrificábamos lo individual por lo colectivo no era porque no nos importaran nuestros hijos, al contrario, sacrificábamos lo que más queríamos. (147) Sonia Severini
Muchas veces me planteaba que él quería una mamá como todas. La mamá que estuviera siempre en casa cuando él llegara, y eso fue así en la época más dura…(56) Delia Bisutti
La culpa pasa también por lo anterior a las desapariciones. La vida a la cual uno sometió a estos chicos sin que ellos tuvieran la posibilidad de elegir nada. (100) Susana Botner

Cuestionamientos de algunos hijos, expectativas de una vida como la de los otros chicos, en algunos casos: la culpa de estas madres. En otros, la reivindicación de lo elegido.
En todas ellas el cuidado para protegerlos del resentimiento:
Y una parte importante de que los chicos fueran diez, era como yo les trasmitía la razón por la cual el papá no estaba, sin provocarles un resentimiento tal que el día que vieran a un cartero lo mataran porque tenía gorra; pero tampoco que creyeran que su padre no estaba porque había caído en una zanja. Creo que esto era muy loco, cierta locura militante… (95) Susana Botner
Y el sentimiento de triunfo porque crecieron y ese crecimiento de los hijos, las representa a estas mujeres como el mejor logro, como triunfo sobre lo sombrío :
…a través de cosas concretas, como por ejemplo, los hijos que terminan de estudiar, los hijos que a pesar de todo consiguen trabajo, y a pesar de todo están vivos. Quién hubiera dicho que ese hijo de subversivo iba a salir adelante ¿no? (86) Patricia Escofet
Pero también, insoslayable y dolorosa la constatación del daño, de las lesiones a aquellos que no había podido elegir:
La angustia, el miedo, la tristeza en muchos de esos hijos perdurando en el tiempo ¿cómo secuela, consecuencia, efecto  de lo vivido?. Como la enfermedad en la niña que pedía con desconsuelo por un padre que ya no volvería.
Alguna de estas niñas, debió asumir precozmente una madurez que la exigía más allá de sus posibilidades. (el padre desaparecido y la madre enferma)
La que más soportó los peores momentos fue Verónica…se hizo cargo de todo, especialmente cuando mamá estuvo tan mal. Ella no lloraba nunca, se tragaba los nervios, nos cuidaba….Se brotaba toda de los nervios, pero no lloraba. Fue la que llevó la carga más pesada, (231) hija de  Dora de Jaramillo
Otras madres abrumadas, aferradas a sus hijos, expresaron su desasosiego con las estrategias que podían: llevándolos consigo todo el tiempo, retirándolas de la escuela, angustiadas si ellos salían, tratando de que no pasara el tiempo, evitando que cambiaran, que crecieran…por si el padre volvía.
Les hacía la vida imposible a las chicas cuando salían, era enorme mi miedo de que les pasara algo. De más grandes cuando iban a bailar y se retrasaban un poco, yo me la pasaba en vela, esperando…terrible (260) Eva Andrada de Ballestero
Pero también esas mujeres encontrando en sus hijos un motivo para vivir, en esas épocas de muerte. En un caso,  ella estaba en libertad vigilada después del drama de perder el bebé de Gille, el compañero desaparecido.
Hice el amor con Eduardo… yo quedé embarazada esa noche. Le dije entonces, que quería tener ese bebé, que lo iba a tener, que lo necesitaba porque realmente lo que necesitaba era un motivo para vivir…y que un hijo para mí iba a ser lo más importante. Yo no tenía casa, familia, nada.
A partir del cuarto mes dejé de ver a Polda (madre de Guille) sin decirle nada, porque no quería que ella me viera con la panza. (280) María del Rosario Alonso
Y entre aquellas mujeres fuertes, el vínculo más genuino:
A la semana de haber nacido María Sol, me fui con ella a la ronda de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo, me acerqué a Polda, le puse la nena en los brazos y le dije: “Es María Sol y es mía”, y Polda me abrazó y me contestó: “Bueno, también es mía ahora”. (181) María del Socorro Alonso
¿Puede concebirse mayor grandeza que ésta?
Y como una lúcida reflexión que subraya, a modo de síntesis, lo acaecido con todos esos hijos que perdieron a sus padres:
…aunque no se converse cotidianamente, esto es parte de lo que hizo la desaparición forzada de personas a los hijos de los desaparecidos, no los dejó que supieran como iba a ser la relación con sus padres…se cortó la relación, los ciclos de la vida, esto es lo tremendo que hizo la desaparición, es algo que no sucedió, bueno, el interrogante es eterno. (283) María del Socorro Alonso

Acerca de las mujeres
La mayor injusticia comentada en estos testimonios, parece haber sido el sentimiento de devaluación, de ser ignoradas, que registraron casi todas las mujeres que aportan sus testimonios.
Esto de minimizar nuestro dolor, siento que también ha sucedido en los organismos de derechos humanos, como si valiera exclusivamente el núcleo primitivo. (111) Haydeé
Parece que en el caso de las mujeres fue un disvalor el haber acompañado al desaparecido. Es un valor haberlo concebido, es un valor haber nacido de una mujer, de una madre, pero no es un valor ser la compañera de un hombre… (262 ) Eva Andrada de Ballestero
Ellas debieron sostener los trabajos que ejercían  o salir a trabajar por primera vez fuera de la casa, para mantener a sus hijos, hacer malabarismos para preservar  unidas a sus familias, sorteando el miedo y la pena, la infinita angustia por la desaparición del compañero.
 Bueno ya se sabe que teníamos que sobrevivir, que no teníamos tiempo. (166) María Inés
Pudieron empezar a reunirse mucho tiempo después, generalmente en temas que tenían que ver con la defensa de los derechos de sus hijos.
…pienso que el de las mujeres de los desaparecidos sigue siendo un tema muy complejo. Yo mantengo contacto con muchas, nos reunimos por cosas puntuales, cuando fue lo del servicio militar, lo de las pensiones, o ahora lo de la reparación a familiares. Pero siempre andamos a la sombra del protagonismo de los demás. (133) Rufi
Aún más tarde pudieron  recuperar fragmentariamente sus propios intereses, sus propias vidas.
Lo que sentí en el 84 fue como un alivio en poder blanquear la situación. Da risa, pero eso se concretaba en que empecé a figurar en la guía y a tener agenda. Y cuando me preguntaban si era casada, separada o viuda decía: “Mi marido está desaparecido”  (103) Susana Botner
Desde que salí en libertad en el 83 hasta el 94 hice esa vida once años (estar ubicable todo el tiempo para el hijo), recién después empecé a pensar en mí. ¿Qué hice? Irme a trabajar a Villa Constitución con los compañeros, que es lo que me gusta- (299) Cristina Bollatti
La ausencia del compañero desaparecido, las diferenciaba de aquellas cuyo esposo había sido asesinado, se desplegaban  en paradojas e ironías:
…ella contaba que no sabía dónde estaba su compañero, que ella pensaba que estaba muerto pero no se sabía, hubo otra que le contestó: “Al final voy a tener que consolarme porque yo sí sé dónde está enterrado mi compañero”. (187) Mirta Clara
Esa incertidumbre impidió a muchas de estas mujeres establecer otros vínculos amorosos:
No, no me casaría de nuevo, si yo no sé adónde está mi esposo…pero a mí no me da, no sé cómo decirlo, pero a mí mi condición moral no me da. (217) Ada Miozzi
Quienes fueron compañeras de un desaparecido y logran armar una nueva pareja, es como que tienen que renunciar a todo el pasado… (259) Lilia Mannuwal
…a pesar de que Lucho ya no estaba, internamente yo seguía con él y no pude consolidar nada. (248) Lilia Mammuwal
No volví a formar pareja, no pude hacerlo…con la desaparición siempre te queda el interrogante de qué habrá pasado. Por más terapia que hagas, el duelo no se termina. Una se termina enterrando con ellos. (305)María Rosa Balbi
 En algunas, la posibilidad de dejar la casa, el barrio, el país fue resistida, por el sentimiento de fallarle al compañero ausente. La obligación ética parecía llevarlas a permanecer en los lugares a los que él podía volver.
Muchas veces me planteé que tenía que irme del país, pero no podía sentía que abandonaba, que por ahí podía hacer algo, y si volvía Horacio que pasaba…Para mí era imposible irme (158) María Inés
…me hicieron salir el país, me hicieron salir de prepo porque yo no quería irme, lo sentía como una traición. (248) Lilia Mannuwal
Esta fidelidad las tuvo también posteriormente como protagonistas de las búsquedas. Han sido mayoría de mujeres las que buscaban:
…las persona que se acercan a nosotros a aportar datos, se logre o no la identificación…casi la mitad de los casos son compañeras o esposas de desparecidos. (323) Darío Olmo (del Equipo de Antropología Forense)

Bordeando la locura
Situaciones   tan traumáticas como las vividas por estas mujeres condicen con la posibilidad de un quiebre subjetivo, expresado como enfermedad, desborde, crisis emocional. Como en catástrofes que abruman, sus efectos pueden variar según las historias personales y las características propias de cada hecho desaparición. Pero es imposible que un drama tan profundo como el padecido por ellas, no deje graves daños psíquicos.
Procesando como se puede                                                                                           
Yo lo espero. Siempre. Cosas terribles, ni en el Borda deben pasar. Y sí, Sí. Ir en el  tren y ver una cara y creer que es Miguel. Eso me ocurre hoy, todavía. Locuras que quedan. Que una está así, sentada y siente que alguien pasa. Y es él. Esto es una locura absoluta…pero yo esto lo siento. Será parte de la locura, y yo convivo con ella, no me preocupa, pero… (67) Noemí

El primer año de la desaparición e Osvaldo yo me lo pasé teniendo la fantasía de que me iban a llamar y me iban a decir que estaba en tal cárcel, a disposición del PEN. Y todos los meses bajaba su ropa, la lavaba y la planchaba de nuevo, porque en cualquier momento me iban a llamar y yo iba a tener que llevarle la ropa. Bueno, esto era dialogar con la locura…Hay compañeras …que a partir de la desaparición de su compañero no volvieron nunca más a tener una vida…no, ni siquiera podría calificar como quedaron. Quedaron mudas. Mudas. (83) Patricia Escofet
Lo que sí quiero es tocar los huesos de Hugo, necesito tocarlos…Federico me dice que es morboso. Será morboso, no sé, pero lo necesito. Tambièn le dije a mi hijo que es la primera vez que vamos a estar los tres juntos, y le pareció de humor negro. (301) Cristina Bollatti  (Vs 218)

Estrategias
…desde el pensamiento del miedo, de cómo ibas a actuar en una situación de muchísimo riesgo, había dos situaciones: lo mejor es dividirse, pensar por ejemplo que soy una roca…yo me convencía de que así yo perdía el miedo. Parece muy loco, pero a mí me servía, era como un seguro. Yo soy una roca. Y de ahí no me van a poder mover. (115) Haydeé     
     En febrero del 77  vino a visitarme mi hermana y me dijo que el Flaco estaba entre los fusilados. Sal í de esa visita como si fuera una pared. Recién en un tiempo posterior comencé a tener indicios de sufrimiento, síntomas,  problemas menstruales…un médico me dijo que lo que padecía era neurosis de guerra. (186) Mirta Clara

Lo que hicieron mis hijos fue ir a Antropólogos. Pero yo no quería. Yo no quería un cadáver. Tampoco quiero saber qué pasó. Nó, porque si no me voy a volver loca. (218) Ada Miozzi
Siempre fui así alegre…Claro que cuando se llevaron a Cacho perdí un poco la alegría. Pero ese carácter me ayudó a llegar hasta el día de hoy, siempre se lo digo a mis hijos. Ellos no son así como yo, ellos tienen tristeza… (220) Ada Miozzi
    
En el borde
…después de la desaparición de papá, mamá estuvo muy mal, estuvo internada. (228) Hija de Dora Jaramillo
-Sí, a mí le pasó que yo fui perdiendo la noción del tiempo. Mi esposo desapareció y yo empecé a no comer y a no dormir. Salía con mi hija Verónica desde la mañana temprano a buscarlo, a preguntar… (228) Dora de Jaramillo

Pero yo esperaba a Víctor. Cuando vino la democracia pensé que iba a volver a aparecer. Me dolían los ojos mirando por la ventana. Desde mi ventana se ve bien lejos la calle. Me gastaba la vista mirando, esperando, pensaba que estaba en algún hospital, que había perdido la memoria. Lo he buscado en los hospitales…en los regimientos sin darme cuenta de la gravedad de lo que estaba pasando. Qué locura…Después me di cuenta de mi locura. (257)   Eva Andrada de Ballestero
Cuando quedé sola con mis chiquitas golpeaba las paredes y decía por qué. Por qué y por qué. No entendía, no podía entender. Tenía miedo. Miedo de volverme loca. (259) Eva Andrada de Ballestero

…Si yo era un guiñapo pateable…Así me sentía en esa época. (164) María Inés  (como sobreviviente de los campos nazis)

Tomar conciencia
…mi golpe emocional fue no estar preparada  para lo otro. Para lo denigrante, para verlos pasarse una noche con un chiquilín, violándolo, y después matarlo…normalmente no se habla de eso, pero…Y uno para poder seguir una vida correcta y normal tuvo que meter todo esto en algún lugar del cerebro, y es bastante difícil después de pasar por eso pensar  que uno cree en algo. (273) María del Socorro Alonso
Sueños y pesadillas
Frecuentemente en el testimonio de estas mujeres, hay referencias a las pesadillas que acompañaron las historias de desaparición, vinculadas a la angustia de la pérdida y como malogrados intentos de restauración de la trama desgarrada.  
Tenía pesadillas en las que lo buscaba y lo buscaba sin poder encontrarlo, o que alguien se iba caminando, siempre de espaldas, y yo sabía que era él, pero nunca podía verle la cara.  (307) María Rosa Balbi
Las familias
La intervención o falta de apoyo de las familias de las que procedían estas mujeres y sus compañeros, fue diferente.
Así las hubo expulsivas, que necesitaron poner distancia con la compañera del desaparecido (114) Haydeé
Otras abandónicas  que no supieron-pudieron acompañar en el trance (161) María Inés.  
También quienes asumieron actitudes críticas y de desacuerdo. Hubo una familia política que se oponía a la gestión de una reparación a los hijos del desaparecido (218) Ada Miozi
Aunque por su familia de sangre, contaban con familiares que ofrecían apoyo para viajar al exterior (218) Ada Miozzi
Y hubo también una suegra que pudo acompañar y bendecir a la niña habida de otra relación. (281) María del Socorro Alonso
En otro caso, la dificultad de aceptar lo definitivo jugó una  mala pasada. Tal vez  por eso que  otra de las suegras ¿entrando en confusión?   planteó que creyó ver al hijo en Paraguay,  en un programa de t.v.  La convicción de la compañera era: Si él estuviera vivo, hubiera vuelto ( 315) María Paz de Chavez          

Desaparición y sus efectos        
Difícil para todos los implicados, las familias también, pero especialmente para estos “pájaros sin luz” preservar la cordura, sin poder cursar los procesos de duelo necesarios. Confrontando el obstáculo del silencio, la exclusión y muchas veces en situación d desamparo.
¿Qué fuerza titánica albergaron estas mujeres, pese a lo padecido, para seguir viviendo, para seguir luchando, para seguir protegiendo a los hijos.
 Si hay un crimen, además del asesinato, es el de haber impedido esta tramitación dolorosa pero imprescindible del duelo, insoslayable para poder retomar la vida. El delito de la desaparición, así, se sigue cometiendo.   

María del Carmen Marini, abril de 2014    
         

Sobre la bicicleta verde. Algunas reflexiones. 2014

  Su directora, Haifaa Al Mansour, además de ser la primera cineasta árabe, debió filmar su película en la clandestinidad.
Voy a escribir sobre “La bicicleta verde”.
Y digo la palabra SOBRE en un doble sentido. En principio,  porque voy a hablar acerca del film, en que el sueño inalcanzable de una niña es andar  en una bicicleta verde , en una sociedad en que no les está  permitido  las mujeres, circular en ellas. Allí, en Arabia Saudita, a las represiones de la religión, se suman las de la más férrea tradición patriarcal .
 Pero uso  también la palabra  SOBRE,  porque  montar una bicicleta verde, alcanzar a pedalear por las calles polvorientas,  simboliza concretar un propósito, remontar un sueño, alcanzar una meta, dar un salto en  la lucha por lo anhelado, cuando parece  imposible.
Así es que a poco de pensar pude decirme: cada mujer puede contar que en su historia hay una bicicleta verde. Y me propuse contar los relatos de esas luchas,  que para  muchas mujeres ¿todas? Implicaron  una tarea personal ardua, intransferible.
La primera que me motivó fue Hebe. Hebe nos dijo que había visto el film, con el estómago hecho un nudo, por los esfuerzos de la protagonista para comprar su bicicleta  y  el sentimiento de injusticia  ante los obstáculos que la  frenaban.  Pensamos que, como en la historia de esa niña, muchas de nosotras nos habíamos encontrado con trabas irracionales. Luego contó que cuando ella terminaba su escuela secundaria, hubiera deseado continuar estudios universitarios.  Pero hubo una prescripción paterna que dijo: - ¡No! Vos vas a cursar  el profesorado. Su hermano varón se recibió de médico. A veces cuando eran estudiantes,  le pedían a ella que preparara la merienda. Ella cumplía en hacerlo, y luego   escondía (cada día en un lugar distinto), la bandeja con la taza del hermano, y se sentaba ostensiblemente a tomar la propia,  untando las tostadas con displicencia y  sorbiendo el  te con arrogancia. Se burlaba de él. Era su pequeña venganza.
Raquel se había propuesto estudiar Psicología y pese a la oposición paterna, que se regía por un modelo de feminidad muy tradicional, logró inscribirse, y con la complicidad materna pudo ir a la Facultad y aprobar los parciales de ese primer año.  Cuando rindió con éxito los exámenes finales, recién le dijeron al padre  lo que había logrado. Y desde allí pudo blanquear su condición de alumna regular para inscribirse en segundo.  Durante todo ese año la madre para disimular la cuestión secreta, había presentado al padre postres o manualidades, adjudicando a Raquel la confección de los mismos. Una estrategia barroca para ganar tiempo hasta lograr el permiso.
Iliana me contaba que  su padre tuvo uno de los primeros autos en Araón Castellanos, cuando era solo un puñado de casas. Le  había enseñado a conducir a su hermano  adolescente, aunque había hermanas mayores que trabajaban como maestras, y hubieran podido ser las beneficiarias. No era a ellas a quien el padre dejaba  la llave del auto, sino al hijo varón  y con  la consigna de llevarlas y traerlas a los bailes del pueblo.  Fue la madre la que en las siestas, sustraía la llave del patriarca, y enseñó a manejar a sus hijas mujeres, hasta que, sobre los hechos consumados, el padre aceptó que ellas también pudieran conducir.
Es más triste cuando la prohibición viene de adentro.  Ana había cursado sin tropiezos la escolaridad primaria. Cuando planteó  su deseo de no continuar con estudios medios, los  padres aceptaron, y así se  mantuvo lejos de las aulas y del despliegue de sus posibilidades. Tal vez la de sus padres  fue una aceptación resignada. Fue ella la que se puso límites, pero los padres  ¿hubieran aceptado esa decisión en los varones? No, seguramente los hubieran estimulado para que reconsideraran su decisión. Ana  pudo más tarde alcanzar a cursar los estudios secundarios, cuando se convenció de que esa bicicleta verde de los estudios medios, le era accesible.
Leli declinó con angustia  su deseo de tener un automóvil, su propio automóvil, ante el temor a un accidente que hiciera patente una supuesta torpeza, que no era tal, ya que se conducía en bicicleta sin problemas.  Pero ese temor para ella tenía fuerza de verdad incuestionable y absoluta. ¡Su madre lo sostenía! Contrariarla era ponerse en peligro.  En Ana y en Leli, la presunción de incapacidad en tareas intelectuales, o de destreza y seguridad fueron aceptadas por los otros, favoreciendo  una renuncia mutilante. En estos casos no hubo una madre cómplice, como la de Raquel o Iliana, que levantara las interdicciones y favoreciera el crecimiento.
En “Buscada” el libro de Laura Giussani se relata  acerca de la protagonista, Lili Massaferro: “Quiso estudiar bachillerato, pero recibió una negativa absoluta: “Tu madre quería que fueras maestra”. Y a los diecisiete años fue maestra. Ahora sí sería libre. Quería ser médica. Durante meses se preparó para el examen de ingreso a Medicina. Finalmente llegó el día, rindió y aprobó. Estaba feliz, volvió con los resultados del examen para festejar en casa pero se encontró con la cara adusta de un padre que la miraba con reprobación: “Esa no es carrera para una mujer” dijo con aspereza, y no admitió discusiones.”
Esa fue una muralla que, como en los otros casos, influiría en  vida,  proyectos, sueños.
Se podrá alegar que los países musulmanes donde transcurre la película que comento, esas murallas son particularmente feroces. También  que para  las generaciones precedentes las prohibiciones arbitrarias obraban con más vigor.
 Pero murallas y prohibiciones varía de época en época y de lugar en lugar, y sin embargo,  bajo diferentes formas  siguen recortando  las alas y la capacidad de vuelo de media humanidad.
Ese anhelo de la niña del film, nos remite a los anhelos que cada quien sintió y que me llevan a sugerir que nos preguntemos : ¿Cuál fue la lucha  que debimos librar, cada una de nosotras por la  bicicleta verde?

María del Carmen Marini, junio 2014